Universalidad relativa, concursalidad y acuerdo preventivo extrajudicial Anchaval, Hugo Alberto Voces QUIEBRA ~ CONCURSO PREVENTIVO ~ ACUERDO PREVENTIVO EXTRAJUDICIAL ~ VERIFICACION DEL CREDITO ~ ACUERDO PRECONCURSAL Título: Universalidad relativa, concursalidad y acuerdo preventivo extrajudicial Autor: Anchaval, Hugo Alberto Publicado en: LA LEY 2006-D, 1355 Sumario: SUMARIO: I. La Herejía. — II. Universalidad y concursalidad. — III. ¿Todos los Acreedores?. — IV. Celebrar "un acuerdo con sus acreedores". -------------------------------------------------------------------------------I. La Herejía Corría el siglo I de nuestra era, y Marción, (70 a 150 de la Era) hacía de las suyas introduciendo la más grande, la más peligrosa, y la más conocida de las herejías a las que se ha enfrentado el cristianismo, hasta que finalmente fuera excomulgado en el 144 de nuestra Era. Contra él y su doctrina lucharon Teófilo de Antioquía, Melitón de Sardes, Justino. Ireneo y, principalmente, Tertuliano. Policarpo lo llamó el "primogénito de Satán"(1). De sus obras casi nada ha quedado. Sin embargo el mismo Ortega y Gasset (2) en su ¿Qué es Filosofía? recuerda la consideración con que la iglesia lo ha tratado a lo largo de la historia, sitio donde lo llevara su "ultrapaulismo"(3). ¿A qué viene a cuenta tanta plétora? No sólo la Iglesia tiene sus herejes y su doctrina, también existen ideas, doctrinas y heresiarcas en todos los ámbitos, en donde el derecho no es una excepción. En el presente trabajo trataré de abordar la problemática actual, reeditada por la utilización del Acuerdo Preventivo Extrajudicial, versión 2002, y su implementación a tan solo parte del patrimonio del apista, y a un universo limitado de acreedores. De allí la herejía ¿Puede un proceso universal, seguir siendo universal involucrando a tan solo parte del patrimonio del "debtor" y suspender la vigencia plena del principio de concursalidad para "todos los acreedores"? Esta es la cuestión y tal la herejía a que trataremos de dar respuestas, pensando en tal caso en ser recordados más bien como lo hace Ortega a Marción que a cómo se refirió San Policarpo a este último. II. Universalidad y concursalidad Conforme art. 125 y 136 LCQ declarada la quiebra todos los acreedores quedan sometidos a la disposiciones de la LCQ y además deben concurrir a verificar sus acreencias. El art. 32 LCQ manda a verificar a todos los acreedores por causa o título anterior. Dicho en otros términos el acreedor por obligación exigible, si se abrió el concurso de su deudor no puede demandar el cobro de lo que se le adeuda sino que debe verificar (4). La concursalidad —se ha dicho y mucho se dice— es la "derivación lógica" de la universalidad (5). Se afirma así mismo que, la concursalidad se refleja especialmente en el proceso de verificación de créditos de la cual se deriva la colectividad que produce, como principal consecuencia, el llamado "fuero de atracción", en razón de que frente al concurso o quiebra del deudor la iniciativa y acción del acreedor individual en defensa de su particular interés cede a la acción colectiva de todos los acreedores (6). La Concursalidad nos advierte Baracat constituye una nota característica y distintiva del concurso respecto de cualquier otro proceso (7). La universalidad por su parte, no es criterio definitorio del Concurso (8) ya que un número significativo de bienes quedan excluidos del proceso (9). Nos dice Junyent Bas, Francisco Molina Sandoval, Carlos A. (10). Que del art. 1° de la ley concursal surge con nitidez el principio general, cual es el de la universalidad patrimonial. Este mismo principio se refiere tanto al patrimonio íntegro del deudor como a la masa de acreedores. Con igual enjundia se sostiene que el principio de universalidad del concurso preventivo produce una materialización del fuero de atracción, aunque este también con excepciones (11). Ahora bien, ¿Están vigentes todos estos principios concursales "seculares" en el caso del acuerdo preventivo extrajudicial? III. ¿Todos los Acreedores? Fue justamente la 25.589 que al reformular el art. 69 de la LCQ simplificó la fórmula utilizada por su antecesora al hablar de "un acuerdo con sus acreedores" en lugar de "todo o parte de sus acreedores", lo cual ha llevado a sostener a calificada doctrina la vigencia del principio de universalidad en el Acuerdo Preventivo Extrajudicial (12). Puntualmente se ha dicho que con ello y lo que resulta del contexto, se ratifica que la normativa sobre los APEs no prescinde de los principios de colectividad y universalidad subjetiva que consagra el contexto general de la ley (13). Personalmente creo que no existe una obligatoriedad marcada en la ley de incluir a "todos los acreedores", entre otras razones porque la ley misma no le exige, ya que si bien no dice "...o parte de sus acreedores" tampoco su reverso: "todos los acreedores" aparece plasmado en la norma. Pareciera que si el legislador hubiera querido decir "todos" hubiere dicho "todos", en lugar de borrar la expresión "todos o algunos", quiero decir: hubiera borrado lo que sobraba, no incluso, aquello que quería que permaneciera. Sólo a un legislador esquizofrénico se le hubiera ocurrido desaparecer aquello que pretendía que permaneciera. Cuando la ley habla de "los acreedores", habla de la categoría o tipo de acreedores comprendidos en el posible acuerdo, no de "todos los acreedores" entendido como la colectividad toda, de los acreedores posibles del deudor (14). Es más, el propio APE no está pensado como un sistema de —si se me permite— concursalidad "plena", puesto que es el mismo Acuerdo deja afuera a los acreedores privilegiados, para ocuparse exclusivamente de los acreedores quirografarios, a diferencia del concurso y la quiebra que sí los incluye, aunque luego prevé un régimen especial para el acuerdo, pero que deben verificar deben verificar, si es que algo pretenden cobrar (arts. 32, 69, 125 y 136 LCQ) (15). Esto no sucede en el APE, donde si bien el acuerdo no los obliga, tampoco serán nunca llamados a participar (16). Se puede decir entonces que existe —de aceptarse esta tesis de "la totalidad"— un criterio de concursalidad y universalidad aún, sin que estén todos los acreedores presentes. En efecto, faltarán para sanear la empresa (en esta concepción que incluye a "todos") los acreedores Privilegiados, y sin embargo, el remedio no dejará por eso de ser universal y concursal por este motivo. El APE tampoco contiene normas, que obliguen al acreedor a verificar su acreencia, tal cual sucede en los otros procesos concursales, ni posee fuero de atracción, que es un efecto de la colectividad —según dicen— y mucho menos existe un reemplazo por un proceso multidireccional de suplantación de acciones. Por supuesto que el acuerdo no está dirigido a los acreedores privilegiados, y por tanto luce lógico que no intervengan (o se los llame a intervenir), pero el acuerdo en caso de concurso tampoco se encuentra dirigido a ellos (44, 46 y 47 de la LCQ) y sin embargo —igualmente— deben verificar. A mayor abundamiento, el art. 47 LCQ prevé que el concursado sólo será declarado en quiebra si hubiere condicionado la propuesta de los quirografarios a la aprobación de la propuesta de los privilegiados. Respecto del fuero de atracción cabe efectuar alguna consideración. Es cierto que, como afirma Heredia en su reciente trabajo (17), la universalidad no es intrínsecamente contraria a la promoción de acciones o continuación de las ya iniciadas, siempre y cuando se limite a declarar el derecho del actor, incluso por otro juez distinto al concursal (18), y nada más. Pero también es cierto que la finalidad del fuero de atracción, en lo que respecta a los juicios universales, es la concentración, ante un mismo magistrado que entiende en el principal, de todos los juicios seguidos contra los fallidos o concursados, pues es desde todo punto de vista conveniente que el juez que intervenga en el universal, en el cual está comprendido el patrimonio como universalidad jurídica, conozca también en las demandas dirigidas contra dicho patrimonio que pueden afectar tal integridad (19). Si bien la vis atractiva, en el caso del concurso sufre excepciones, en el caso del APE directamente no existe. Afirma Truffat que en realidad la supresión de la mentada frase nada predica sobre la nueva figura (20). También en los concursos propiamente dichos — agrega— puede celebrarse un acuerdo con todo o parte de los acreedores, con las mayorías necesarias claro, y lo mismo ocurre en el APE. En la misma línea se expresa Heredia, señalando que cualquiera hubiera sido la razón para eliminar la frase "todos o parte de", no parece desacertado afirmar que se trata de una modificación insustancial (21). Muchos APEs (incluso algunos de los más grandes) se formalizaron reestructurando tan solo parte de la deuda —la más importante— que se encontraba emparentada por la similitud de títulos que poseían estos acreedores (22). Los deudores han celebrado APEs con un determinado número de acreedores excluyendo expresamente a otros, resultando uno de los casos paradigmáticos el de la AFIP-DGI, o proveedores. La jurisprudencia ha admitido su procedencia (23). En general, la propuesta de acuerdo dirigida a un grupo determinado de acreedores puede decirse que actuó, como la propuesta a una categoría determinada de acreedores. Los otros, —los excluidos— no resumían en sus títulos situaciones de igualdad con los comprendidos en el acuerdo, no constituyendo un grupo homogéneo lo cual permitía la exclusión, incluso a los fines de respetar la par conditio, o porque el tiempo del vencimiento de sus instrumentos, o por la rigidez de los procedimientos (Fisco y Municipalidad) (24) que hacía imposible incluirlos. Por lo demás la regla de la razonabilidad apararecía como respetable al excluir de dichas propuestas a un determinado grupo de acreedores, amén de posibilitar al Apista conseguir las mayorías necesarias evitaría de esa manera perjudicar a acreedores que —a pesar de ser tales— su situación como "extraacuerdo" los beneficiaría más que con su inclusión. Es que se hace necesario reformular el alcance de los principios concursales y esa reformulación determina la necesidad de aceptar que un procedimiento o mecanismo seguirá siendo universal —en tanto pretende la superación de una situación de cesación de pagos, insolvencia o graves dificultades económicasfinancieras de carácter general— siempre que pretenda remover o superar la misma, aun cuando para ello no necesite reestructurar todo su pasivo sino la parte sustancial del mismo (25). Obviamente, para que el acuerdo sea tal, debe incluirse a la cantidad suficiente de acreedores —los más importantes— suficiente para solucionar el problema (al modo de la ley francesa), puesto que de nada sirve (y tampoco sería universal) una reestructuración parcial que nada soluciona. Es bueno recordar que el principio de universalidad se encuentra en crisis. Por ello se ha dicho que estas soluciones son absolutamente razonables en el mundo de los negocios de hoy: una gran compañía que enfrenta un problema de default de su deuda financiera tratará con sus bancos y con los representantes de los bonistas, pero podrá seguir cumpliendo regularmente sus obligaciones con los proveedores, con los trabajadores y con el Fisco. De este modo se limita el procedimiento a los acreedores relevantes, continúa con el curso ordinario de sus negocios sin afectarlos significativamente y, sobre todo, no agrava la situación pues evita crear problemas innecesarios a proveedores y trabajadores (26). Vuelvo aquí a la objeción planteada respecto a los efectos extensivos del art. 56 LCQ, por imperio de la remisión efectuada por el art. 76 LCQ. Esto sido indicado como uno de los pilares fundamentales para sostener la necesidad de incluir, a todos los acreedores en la propuesta, atento el efecto omnicomprensivo del acuerdo. Sin embargo, creo ver diferencias entre uno y otro caso. En el caso del art. 56 LCQ, el acuerdo produce efecto respecto de todos aquellos acreedores quirografarios (y privilegiados caso de renuncia) de causa o título anterior, aunque no hayan participado en el procedimiento. Expresamente el artículo utiliza el moderador de "todos" los acreedores. A pesar de que este alcance se extiende a concurrentes y no concurrentes, que participaran en la calidad temporal del título o causa "concursal", —y sin importar que hubieran o no verificado (27)—, los acreedores en el concurso, justamente tienen la carga de verificar. Se encuentra plenamente vigente "el principio del concurso" o "principio de concursalidad". Se mutan los acciones individuales de todos los acreedores. Se los llama a que participen a "todos los acreedores de causa o título anterior" (art. 32 LCQ). Para reafirmar, los arts. 125 y 136 LCQ establecen que, todos los acreedores quedan sometidos al estatuto concursal y todos deben verificar. Como consecuencia casi ineludible de lo dicho —y más allá de las otras cuestiones que justifican la solución— si todos los acreedores concurrieron o debieron hacerlo, a todos los acreedores se aplica el acuerdo. No vale lógicamente hacerse el distraído y no participar en el procedimiento, para "salvarse" de los efectos limitativos de acuerdo. Así, el acuerdo homologado tendrá efectos para todos justamente porque se encuentra vigente el principio de concurrencia. Específicamente la ley lo dispone con una claridad que no deja dudas: todos deben verificar y todos quedan sometidos a la LCQ. Esta "obligación" de concurrir no encuentra parámetro legal en el APE. No hay normas que manden a verificar —lógicamente tampoco hay proceso verificatorio— ni nada por el estilo. Y es justamente aquí que se produce la disonancia, puesto que no nace una carga de concurrir, para los acreedores que no participan en el APE, como sí nace para los acreedores del concurso. Tampoco "todos los acreedores" quedan sometidos a las disposiciones concursales, con la apertura del APE, solo algunos, los interesados, aquellos que firmaron el acuerdo o no lo hicieron por estar en disidencia, pero que igual se encuentran incluidos en el universo de acreedores. Como no hay una manda de verificar a "todos", tampoco el acuerdo debe necesariamente, alcanzar a "todos". Tanto así, que a los acreedores no incluidos en el acuerdo (porque no había razones para incluirlos), este acuerdo les resultará inoponible. Para finalizar sobre este punto, me gustaría recordar soluciones "paraconcursales" en particular la acción del B.C.R.A. mediante el sistema de exclusión de activos y pasivos. Se ha definido al mismo, como un procedimiento que otorga al Banco Central la facultad de disponer la transferencia de activos de un banco en crisis a otra entidad financiera y, con el producido esperado, pagar sincronizadamente los créditos de determinados acreedores privilegiados, siempre por un monto equivalente al de los activos excluidos (Ambrosi, Guillermo, "La exclusión de activos y pasivos en la ley bancaria", p. 1191). Según sostiene Ambrosi, la exclusión es un instituto de perfiles liquidatorios de naturaleza paraconcursal que persigue la satisfacción de ciertos pasivos privilegiados mediante la transferencia de activos a terceros. Para lograr dicho fin el art. 35 bis punto V.b LEF. prohíbe iniciar o proseguir actos de ejecución forzada sobre los activos excluidos y trabar sobre ellos medidas cautelares. La jurisprudencia avaló dicha prohibición (C. Nac. Com., sala C, 23/3/1999, "Draf S.A. c. Banco Patricios) (28). Este sistema prescinde deliberadamente de la unidad patrimonial y de la "totalidad de acreedores", para justamente convertirse en su anverso. No solamente se selecciona en forma más o menos arbitraria qué activos se incluirán sino más importante, qué pasivos pasarán a formar el listado de "los beneficiarios", y sin embargo este proceso no deja de ser por ello universal. IV. Celebrar "un acuerdo con sus acreedores" Celebrará entonces el deudor, un acuerdo con sus acreedores. Es cierto que el que el art. 72 inc. 2° dispone que la certificación allí exigida debe expresar que "no existen otros acreedores registrados", mientras que el inc. 5° del referido artículo se refiere a la "... totalidad de los acreedores ..." y la pauta homologatoria referida a las mayorías hace alusión al "... pasivo quirografario total ..."(29). Sin embargo, le caben a estos incisos las mismas consideraciones anteriormente expresadas, puesto que idénticas conclusiones son trasladables a un acuerdo parcial, donde se incluya a determinados acreedores. Por otro lado si el artículo "madre" que es el 69 LCQ nada dice, no puede derivarse de los incisos que regulan los requisitos, consecuencias más extensas que las previstas por la norma rectora. IV.1.) La idoneidad del acuerdo Una primera regla básica para dotar de validez a un acuerdo que no incluya a "todos los acreedores" será que éste sea idóneo para sanear a la empresa, y superar las dificultades económicas o la insolvencia. De otra manera el mismo no servirá, su limitación subjetiva, el universo de acreedores que se ha conformado, no será idóneo. Pelearán algunos porque sean más los acreedores incluidos, otros porque sean menos, pero será —como alguna vez dijo Borges— "la pelea de dos pelados por un peine", en tanto no sirva realmente —al menos en potencia— como instrumento idóneo para conjurar la crisis. Así se ha sostenido que través del primer instituto —conocido mayoritariamente como APE— el deudor que se encuentra en dificultades económicas o financieras de carácter general o en estado de cesación de pagos puede libremente negociar —sin intervención judicial— un acuerdo de libertad de contenido con una mayoría significativa de sus acreedores a efectos de reestructurar la deuda y, si lo logra y homologa el acuerdo, los efectos del mismo se extenderán a todos los acreedores de causa o título anterior novando sus obligaciones conforme a un específico contenido en cada caso (30). En general se sostiene que el juicio concursal tiene por finalidad la recomposición del pasivo del deudor, mediante un acuerdo con sus acreedores. Así, se sostiene que la ejecución colectiva (juicio concursal) se desarrolla en beneficio de todos los acreedores, a diferencia de la ejecución individual que lo hace únicamente en beneficio del acreedor que la promovió. La cesación de pagos es a la falencia lo que el incumplimiento singular es a la ejecución individual, o sea, su presupuesto objetivo esencial (31). Claro está que aunque el proceso se desarrolle en beneficio de todos los acreedores, no necesariamente debe incluir a todos los acreedores. La reestructuración puede efectuarse con algunos de ellos (los realmente significativos) y ser suficiente para sacar al deudor de las dificultades que atraviesa, nadas más que, con estas voluntades. Un proceso de reestructuración implica, tiempo, quitas y refinanciación que —en la mayoría de los casos— no puede imponérseles a los pequeños acreedores. En tales casos no es aconsejable negociar con acreedores a los cuales se les adeude pequeñas sumas o no sean profesionales (careciendo por ende de los criterios necesarios para evaluar el plan puesto a consideración por el deudor), cuando directamente pueda solventarse la propuesta sin ellos, pero siempre que los mismos sean pagados (32) o conserven sus acciones. En principio, y siendo que el acuerdo no les resulta oponible —y por ende no los perjudica— el acuerdo no es lesivo en cuanto en el mejor de los casos se encontrará igual situación que si el acuerdo no existiera. Se puede decir que existe una cierta cuota de injusticia en cuánto algunos acreedores —los incluidos en el acuerdo— cobran, mientras que los otros deben accionar judicialmente o procurar el cobro de otra manera. Sin embargo, esta objeción constituye una afirmación dogmática puesto que los acreedores que cobran en el acuerdo siempre se ven sometidos a sacrificios tales como quitas y esperas, que los excluidos no soportan. Por otra parte, la finalidad de la legislación de insolvencia es rescatar de la crisis económica a la empresa, logrando de esta manera un valor agregado para la sociedad toda, que indirectamente también sirve a estos acreedores "extra acuerdo" que verán mejorado su posibilidad y efectividad de cobro. También lo dicho tiene una contracara que es el caso de acreedores "pequeños" que cobran sus créditos en su totalidad (caso de proveedores de materias primas y servicios, por ejemplo), lo cual pareciera un trato desigual con los acreedores "intra acuerdo", pero sin embargo los mismos son esenciales para mantener la empresa en marcha, aunque su crédito sea pequeño en relación a por ejemplo, con la deuda bancaria (33). Se planteó un tema muy interesante en los autos "Tubos Trans Electric S.A."(34), en donde el juez de primera instancia se negó a homologar el APE, indicando que existía un abuso de derecho materializado en la diferenciación entre lo acordado con HSBC. Bank Argentina S.A. y los restantes acreedores, la supremacía de que gozaba el primero en mérito al porcentaje que representa del pasivo (79%) y que las cláusulas en el acuerdo celebrado con aquella institución, que no coincidían con lo acordado con los otros acreedores (21%). La Dra. Mansilla de Mosquera (preopinante) claramente dice: Es lógico entonces que el acreedor diferenciado haya resultado el eje inspirador de la reestructuración perseguida por la apelante, con quien necesitaba negociar de manera primigenia, pues de lo contrario de nada hubiera servido recurrir a acuerdos con el resto de acreedores en miras a un APE., aun cuando hubiere contado con el consentimiento de estos últimos. En el caso la Cámara entendió que existió una categorización, aunque no se había explicitado la misma, agregando que no existía violación a la igualdad de trato cuando el monto e importancia del crédito obligaban a diferenciar (35), Se encuentra presente la necesidad de acordar en forma diferente con el acreedor más representativo de todos, aún con diferencias notables, y aún sin que el deudor hubiera expuesto una categorización, salvando esta omisión la Cámara, con el recurso de la "realidad subyacente"(36). Entonces el acuerdo seguirá siendo universal aunque —como afirman BarreiroLlorente-Truffat— involucre en la reestructuración a tan solo parte del pasivo. ¿Por qué? Porque logrará sortear la crisis económica, tan solo negociando con la mayoría de los acreedores necesarios para solucionar el momento que atraviesa la empresa y de esa manera beneficiar también a los no firmantes mediante la continuación de la misma y honrando las deudas —ahora sí— con todos los acreedores. No es tan extraño lo dicho, si se piensa que per se la concursalidad tiene graves excepciones, como por ejemplo la limitación a los acreedores "por causa o título anterior", excluyendo a los posteriores del concurso. IV. 2.) No discriminación El otro dato de importancia, será la no discriminación y la no omisión dolosa de acreedores. O sea, deben estar incluidos todos aquellos que deben estar, no pudiendo incurrir en omisiones con el objeto de conformar una mayoría espúrea. Y dentro de este universo de acreedores, los mismos deben ser tratados bajo el prisma de la par conditio, evitando las conductas discriminatorias respecto de aquellos acreedores que no firmaron el acuerdo. Hoy por hoy, luego de la reforma nadie duda de la vigencia del mencionado principio (37). Es decir que si bien el acreedor podrá confeccionar un universo relativo de acreedores con los cuales celebrará un acuerdo para superar la crisis, esta selección debe respetar los principios liminares de una categorización cualquiera, porque en definitiva el acreedor que celebra este tipo de acuerdos lo que está haciendo es celebrar un acuerdo con determinada categoría de acreedores, según sus títulos, el monto de sus créditos, las características comerciales, etc., aunque no sea técnicamente, una categoría. Dentro de esta categoría de acreedores no podrá dejar afuera a ninguno de aquellos que, justamente por encajar en la categoría deberían prestar su consentimiento. El doctor Barreiro en su excelente trabajo (38) señala como criterios a respetar en una categorización, que debe ser fundada: es decir se deben explicar los fundamentos, motivos que justifiquen esa categorización. Razonable, los elementos utilizados para agrupar deben ser razonables y no arbitrarios, e idónea o adecuada: es decir la categorización efectivamente debe cumplir su finalidad, cual es ofrecer propuestas diferenciadas. De allí que, si se ofrece a todos la misma propuesta de acuerdo y si el cómputo de las mayorías debe hacerse sobre el total (cuestión debatida). Para la selección de los acreedores, en el caso bajo estudio entonces, deberá tratarse de una selección, fundada y razonable. Y deberá ser idónea, no exactamente en el sentido propuesto supra, aunque emparentado. En efecto, si la categorización debe ser adecuada, debe serlo también a los fines que esta propuesta diferenciada sirva como propuesta autónoma a los fines de obtener una voluntad recepticia del acreedor y lograr su voto afirmativo. En el caso de un acuerdo parcial, la selección de los acreedores con los cuales se pretende formalizar el acuerdo, debe ser también idónea, en el sentido anteriormente descrito en este trabajo, debe ser capaz de servir para superar la crisis económica. IV. 3.) Falta de perjuicio para los acreedores extra acuerdo El acuerdo como tal no puede perjudicar a los acreedores extraños al mismo, respecto de los cuales no resulta oponible el mismo. La cuestión es clara y hace a una lógica elemental, si no participa del negocio no puede imponérsele los efectos del acuerdo homologado, rige en este caso sí, la limitación del "res inter alios acta." (art. 1195 in fine del Cód. Civil) sin que les sean oponibles los efectos del acuerdo homologado. El efecto expansivo del acuerdo no lo es para aquellos que han sido omitidos, sino para aquellos otros que, participando en el mismo, por las reglas del colegio, han resultado vencidos (en minoría) y deben acatar la voluntad de la mayoría. Estos acreedores conservan las acciones individuales para perseguir su cobro y además tampoco se encuentran incluidos en la suspensión de acciones que prescribe el art. 72 LCQ, ni ven enervada la posibilidad de requerir medidas cautelares en general. Cabría preguntarse qué sucede con las medidas cautelares y actos de ejecución forzada peticionados por éstos, sobre bienes imprescindibles del Apista. Entiendo que la cuestión puede dar lugar a debate, pero no me cabe duda que estos acreedores pueden agredir y peticionar las medidas cautelares que la ley les permita, aunque recaigan sobre bienes fundamentales de la empresa. Prohibirles esta facultad implicaría una directa negación del acceso a la jurisdicción y a una tutela judicial efectiva. Cuando el deudor diseña un acuerdo parcial — comerciante profesional— (39) debe advertir que, una porción de ese pasivo sin tratamiento, podrá agredir su patrimonio. Extender las reglas del concurso (art. 24 LCQ) a quienes no integran el proceso concursal, ni han sido "invitados" a participar por un acto libre del deudor, ni tampoco percibirán suma alguna de ese acuerdo, estimo es llevar las cosas un poco lejos. Es indudable que estos acreedores pueden hacer naufragar un APE (máxime en caso de Acuerdos pequeños), pero es un precio a pagar —y que debería previsionarse suficientemente por el deudor— por diseñar de esa manera la reestructuración del pasivo. Deberá entonces tenerse muy presente la capacidad de agresión de estos acreedores así como la incidencia de los mismos en el curso de la empresa, tal como resulta con los proveedores de bienes y servicios de la misma (40). Aquellos acreedores no comprendidos en el acuerdo y que además el Apista le adeude una prestación, contarán con el ejercicio normal de sus derechos (defensa en juicio, tutela judicial efectiva), para recurrir al cobro de sus acreencias en la forma que considere pertinente. Por otro lado, aquellos acreedores, digámoslo menores en monto, como suele suceder con los proveedores, en donde o bien se adeudan sumas pequeñas —fruto del mismo tráfico mercantil— bien porque las cuentas no se han liquidado, pueden desarrollar su actividad normalmente reclamar sus créditos y liquidar sus cuentas, sin que la presentación del APE influya en su relación con el Apista. Y esto deja al descubierto justamente, que el deudor puede solucionar sus dificultades económicas, recurriendo a la reestructuración de parte de su pasivo, sin que el mismo afecte a los restantes acreedores —ya que no los perjudica— y tampoco irrumpe en las relaciones jurídicas "pre-ape" lo cual lógicamente constituye una ventaja en la dinámica de la empresa por un lado, y una ventaja para los terceros en cuestión. Especial para La Ley. Derechos reservados (ley 11.723) (1) San Policarpo fue uno de los primeros Padres y discípulo de San Juan Evangelista. La tradición cuenta que, habiéndose encontrado San Policarpo con Marción en las calles de Roma, el hereje le increpó, al ver que no parecía advertirle: ¿Qué, no me-conoces?" "Sí, —le respondió Policarpo—, sé que eres el primogénito de Satanás". El santo obispo había heredado este aborrecimiento hacia las herejías de su maestro San Juan, quien salió huyendo de los baños, al ver a Cerinto. Ellos comprendían el gran daño que hace la herejía. (2) Siempre, en este contexto, me emociona recordar la figura de Marción, el primer gran heresiarca del cristianismo, a quien, no obstante tener que llamarlo "primogénito de Satán", la Iglesia, con fina conciencia, ha tratado siempre en forma de desusada consideración, porque era, en efecto, fuera del dogma, varón en todo ejemplar. (3) Ver sobre el punto en forma concisa BADIOU, Alan, "San Pablo y la fundación del universalismo". Básicamente Marción separa definitivamente al Cristianismo del Antiguo Testamento, así como a Cristo del Mesías. (4) MAFFÍA, Osvaldo J., "Derecho Concursal", t. I, p. 66, Víctor P. de Zavalía Editor, 1985. (5) Trib. Sup. Just. Córdoba, sala Civ. y Com., 20/04/2005, "Sánchez, Ricardo N. s/concurso preventivo" Lexis N° 70019990 (6) JUNYENT BAS, Francisco - BERARDO, Mónica, "El fuero de atracción concursal y el alcance de la expresión 'juicios de contenido patrimonial'" D.S.C.E. t. XVII, p. 1100 septiembre de 2005 con cita de Rivera, Julio C.: "Instituciones de derecho concursal", Ed. Rubinzal-Culzoni, 1996, t. I, p. 132. (7) BARACAT, Edgar J., "Derecho Procesal Concursal", p. 39, Ed. NovaTesis, 2004. (8) MAFFÍA, Osvaldo, "Derecho Concursal", t. I, p. 70 ob. cit. (9) BARACAT ob. cit. p. 33 señala: 1) los derechos no patrimoniales, 2) los bienes inembargables, 3) el usufructo de los bienes de los hijos menores del fallido (no los frutos) 4) la administración de los bienes propios del cónyuge 5) la facultad de actuar en justicia en defensa de bienes no desapoderados, 6) las indemnizaciones por daños materiales o morales, 7) lo otros bienes excluidos por las leyes. (10) JUNYENT BAS, Francisco - MOLINA SANDOVAL, Carlos A., "Ley de concursos y quiebras" LexisNexis – Depalma, 2003. Lexis N° 6208/001422. (11) CNCiv., sala D, 19/04/2005, "Hércule S.A. c. Líneas G. M. S.R.L. y otro", Lexis N° 70017916. (12) La totalidad de acreedores: Una diferencia esencial entre el texto del art. 69 de la ley 25.589 y el de la ley 24.522 es que esta última hacía referencia a que el acuerdo podía celebrarse con todos o parte de sus acreedores y la nueva formulación simplemente alude a un acuerdo con sus acreedores. Hoy, la norma simplemente dice que "el deudor. puede celebrar un acuerdo con sus acreedores.", y ello se correlaciona con el nuevo texto del art. 76 en cuanto señala que "el acuerdo homologado produce los efectos previstos en el art. 56". Como se verá esta modificación es decisiva en orden a la nueva fuerza jurídica del acuerdo extrajudicial, ya que el alcance omnicomprensivo a la totalidad de los acreedores quirografarios, es un elemento que no estaba presente en la anterior regulación y ello signó los resultados del instituto. JUNYENT BAS, Francisco - MOLINA SANDOVAL, Carlos A., ob. cit. supra. (13) SEGAL, Rubén - DÍAZ CORDERO, Ezequiel - CASAZZA, María Soledad, "Sujetos activos legitimados, acreedores y mayorías requeridas en los acuerdos preventivos extrajudiciales", LA LEY, 2005-C, 1183. (14) Insisto ad nauseam de lo contrario la ley hubiera dicho "todos" y no justamente lo hubiera borrado del texto. (15) ANCHAVAL, Hugo A. Unicidad del proceso concursal y acuerdo preventivo extrajudicial. Tres cuestiones puntuales: acciones de retroacción; novación; universalidad Sup. CyQ 2006 (mayo), 1 el APE, desde su propia formulación legal los deja afuera. Innecesario a la vez que peligroso sumar voluntades de créditos que no serán alcanzados por el acuerdo, cuando se paga regularmente a los mismos, y no se los incluye justamente para evitar un trato desigualitario con la restante masa de acreedores que es a quien realmente se les dirige el acuerdo. Es más, a estos acreedores se les sigue atendiendo en las mismas condiciones, sin obligarlos a renegociar nada ni someterlos a quitas y esperas (¿desde cuándo los acreedores están tan deseosos de ser incluidos en un proceso concursal?). (16) Salvo el caso de APEs para privilegiados cuestión que por su extensión excede con creces, el ámbito de este trabajo. (17) HEREDIA, Pablo D., "Ley 26.086: nuevo modelo en el régimen de suspensión y prohibición de acciones y en el diseño del fuero de atracción del concurso preventivo", SJA 03/05/2005. (18) Ahora bien, la universalidad entendida en los términos que acaban de describirse no es necesariamente contraria a la continuación de los juicios en trámite antes del concursamiento del demandado, ni por caso tampoco indefectiblemente contraria a la promoción de nuevos pleitos contra el concursado, si unos u otros solamente son habilitados para hacer declarar el derecho del actor, inclusive por juez distinto del concursal, reservándose a este último, desde luego, la asignación del tratamiento concursal que le corresponda al crédito declarado en la sentencia respectiva. Y es que, en rigor, el principio de universalidad concursal se satisface plenamente a poco de que se niegue a los acreedores la posibilidad de ejercer individualmente actos ejecutorios sobre el patrimonio del deudor, por ser prenda común de todos ellos. De donde se sigue, entonces, que una vez que es asegurado dicho propósito ningún inconveniente hay para que la declaración del derecho que corresponda a cada acreedor se obtenga fuera de la sede del concurso con ulterior carga de hacer valer esa misma declaración en el propio concurso o, a opción del propio acreedor, para que esa declaración se haga alternativamente dentro del mismo concurso si así le conviene. HEREDIA, ob. cit. supra. (19) CNCom., sala B, 16/02/2001, "Conapa Cía. Naviera Paraná S.A. s/quiebra s/incidente de apelación", JA, 1999-II, síntesis. (20) TRUFFAT, E. Daniel, "El Nuevo Acuerdo Preventivo Extrajudicial", p. 44, Ed. Adhoc, 2002. (21) HEREDIA, Pablo, "Tratado Exegético de Derecho Concursal", p. 893, t. V, Ed. Abaco, 2005. (22) Exlusión de acreedores En el primer caso, el concurso preventivo dispone que sus disposiciones aplican a todos los acreedores cuya causa o título sea anterior a la fecha de presentación. Las reglas del APE nada dicen sobre este particular ni tampoco remiten a las normas del concurso. En varios casos, los deudores suscribieron APE excluyendo expresamente determinadas categorías de acreedores (proveedores, acreedores comerciales, entre otros), renegociando exclusivamente con acreedores bancarios y financieros. La circunstancia de que algunos acreedores no privilegiados no hayan sido alcanzados por el APE implicó que su relación con el deudor fuera manejada de conformidad con sus términos, sin que la presentación del APE para su homologación los haya afectado. Los Tribunales, en general, aceptaron esta disposición pese a su falta de previsión legislativa. BOTANA, Diego, "El APE, una herramienta flexible para la salida del default" www.infobaeprofesional.com/interior/index.php?p=nota&idx=28885, del 05/06/2006. (23) "Telecom Argentina SA s/APE"; "Multicanal SA s/APE"; "Autopistas del Sol SA. s/APE"; "Acindar Industria Argentina de Aceros SA s/APE". (24) En general estos Organismos Públicos se presentaban objetando la propuesta del Apista, para advertir que no se encontraban incluidos en la misma por lo que su oposición devenía en abstracta. Esto sin perjuicio de las costas que traslado ocasionara en oportunidad que el apista se expidiera sobre la oposición, las cuales debían correr a cargo del Organismo en cuestión. (25) BARREIRO, Marcelo – LLORENTE, Javier – TRUFFAT, E. Daniel, "El acuerdo preventivo extrajudicial un reciente pronunciamiento que impacta tanto por su calidad cuanto por los servicios que rinde para acercarse al instituto" ED, 21/12/2004 p. 1. (26) RIVERA, Julio César, "Renovación de principios estructurales del derecho concursal", RDPyC 2003-1 Concursos -II, p. 25. Por otro lado se ha sostenido que: a) la posibilidad de presentar concursos para universos pasivos limitados: la innecesariedad de colectar conformidades de aquellos acreedores cuyo crédito no es objeto de alteración por el concordato (debiéndose presumir la misma pues, en caso contrario, se estaría habilitando un "abuso de derecho") y la consecuente necesidad de dar por autorizado implícitamente (sin necesidad de recurrir a los arts. 16 o 20, LC) la atención de dichas acreencias no afectadas por la propuesta. BARREIRO, Marcelo G. - LORENTE, Javier A. - TRUFFAT, Edgardo D., "Apostillas sobre la posibilidad de repensar regulaciones del concurso preventivo a partir de la experiencia colectada con los acuerdos preventivos extrajudiciales" D.S.C.E t. XVII p. 789, Julio/05. (27) Para mayor amplitud ver HEREDIA, Pablo, "Tratado Exegético de Derecho Concursal", t. II, p. 243, Ed. Abaco, 2000. (28) BURMAN, Guillermo - MIRKIN, Gastón, "La reprogramación de los depósitos y el proceso de exclusión de activos y pasivos de entidades financieras (Un fallo en defensa del instituto de la exclusión)", JA, 2004-IV-616. (29) SEGAL, ob. cit. p. 1183. (30) VÍTOLO, Daniel R., "Posfinanciamiento de empresas en crisis: la crisis después de la crisis" Doctrina Societaria y Concursal ERREPAR (D.S.C.E.) XVIII - PAG. 557 MAYO/06. (31) QUINTANA FERREYRA, Francisco, "Concursos", vol. 1, ps. 17 y sigtes., Astrea. (32) Al respecto resulta interesante señalar que Guía Legislativa sobre el Régimen de la Insolvencia, UNCITRAL, Grupo V, en II. Mecanismos para resolver las dificultades financieras del deudor, p. 32 parr. 15. Sin embargo, en muchos casos no será posible (ni tampoco necesario) contar con la participación de cada acreedor en las negociaciones, ya sea por su gran número o por la diversidad de sus intereses o porque sería ineficiente colaborar con acreedores a quienes se adeudaran sólo pequeñas sumas y que no contaran con la experiencia y los conocimientos comerciales o la voluntad necesarios para una participación eficaz. Si bien los acreedores que entran en esas categorías quedan a menudo al margen de las negociaciones, no puede dejárseles de lado, ya que pueden ser importantes para mantener la empresa en funcionamiento (como proveedores de bienes o servicios esenciales o como partes esenciales del proceso de producción del deudor), y no existe ninguna regla que obligue a dichos acreedores a aceptar la decisión de la mayoría. (33) En un acuerdo voluntario de reestructuración ocurre con frecuencia que los acreedores comerciales y los pequeños acreedores cobran íntegramente sus créditos. Si bien esto puede parecer un trato desigual, puede tener cierta lógica comercial para un grupo de acreedores importantes. Otra opción consiste en conseguir que los acreedores principales den su visto bueno a un plan de reestructuración y lo utilicen posteriormente como base para un procedimiento formal de reorganización con supervisión judicial en que participen otros acreedores (lo cual se denomina a veces plan "preorganizado" y en la presente Guía figura como procedimiento agilizado de reorganización —véase la segunda parte, capítulo IV, párrs. 76 a 94—). Este plan puede entonces vincular a los demás acreedores. En tales circunstancias, no podría lograrse ese resultado si no se contara con un régimen de la insolvencia formal y eficaz. Guía Legislativa sobre el Régimen de la Insolvencia, UNCITRAL, Grupo V, en II. Mecanismos para resolver las dificultades financieras del deudor, p. 32 parr 16. (34) C. Civ. y Com. Córdoba, 3ª, 13/12/2005, Tubos Trans Electric S.A.), SJA 22/02/2006. LLC, 2006-361. (35) Si bien sobre la base de las conclusiones precedentes no puede desconocerse diferencias convenidas a favor del acreedor mayoritario, no encuentro que aquéllas sean violatorias del principio de igualdad de trato, cuando responde en realidad a propuestas distintas dirigidas a dos categorías claramente diferenciadas, como lo son la que comprende al HSBC. Bank Argentina S.A. por una parte y al resto de los acreedores quirografarios, por la otra. El marcado distingo en el monto del crédito y correspondiente proporción en el pasivo de la acuerdista destacan sin lugar a dudas el crédito de la entidad mencionada del resto, situación que torna razonable la necesidad de categorizar y, en consecuencia, autoriza a efectuar acuerdos diferenciados como lo ha hecho el deudor. (36) "tal omisión no autoriza a que se desconozca la realidad que subyace de haber acordado con un acreedor en particular determinados aspectos que lo distinguen del resto." (37) JUNJENT BAS, Francisco – BORETTO, Mauricio, "Acuerdo Preventivo Extrajudicial", p. 73 y sigtes., Ed. Astrea, 2005; JUNYENT BAS, Francisco y MACAGNO, Ariel A. G., "La igualdad de trato también rige en el acuerdo preventivo extrajudicial", ED, 206-895, ANCHAVAL, Hugo Alberto - MENDEZ, Laura M., "Aplicación del 'cramdown power' a los acuerdos preventivos extrajudiciales", LA LEY, 2004-E, 1491. (38) BARREIRO, Marcelo, "La categorización de los créditos" p. 59 en "Contribuciones para el Estudio del Derecho Concursal", Ed. Adhoc, 2005. (39) Y si acaso no lo fuera —porque ya se sabe cualquiera puede "apearse"— deben exigírsele igual la diligencia propia de cualquiera que ha tomado una decisión con asesoramiento profesional. (40) Guía Legislativa sobre el Régimen de la Insolvencia, UNCITRAL, Grupo V, en II. Mecanismos para resolver las dificultades financieras del deudor, p. 32 parr. 15. hace hincapié en la importancia de arribar a un acuerdo con los proveedores de la empresa.