Carrera cont o. Irene Bronfman Faivovich* V. * í J EN MENOS DE UN MES LOS ÁNIMOS CAMBIARON EN BOLIVIA. LA ESPERANZA DE ESTAR EN UNA NUEVA ETAPA HA EMPEZADO A ASENTARSE EN LOS ACTORES POLÍTICOS, ECONÓMICOS Y SOCIALES DEL PAÍS, FENÓMENO CAUSANTE DE TAN INESPERADO VUELCO TIENE UN NOMBRE: JORGE QUIROGA, EX VICEPRESIDENTE DE LA ADMINISTRACIÓN DEL PRESIDENTE HUGO BANZER Y FLAMANTE MANDATARIO DESDE EL 6 DE orge Quiroga, un hombre joven (41 años) y moderno, tecnócrata, de reconocida honestidad y conocedor del mundo financiero internacional —ambiente donde goza de gran prestigio—, asumió con ímpetu una gestión que de ninguna manera se prevé fácil. Especialmente teniendo en cuenta el breve período de un año con que cuenta antes de las elecciones generales del 2002. Aunque consciente de ello, se lanzó con todo para encauzar al país por el camino de la reactivación económica y de la concordia social y política, proponiendo en su discurso de asunción del mando una serie de iniciativas a las cuales se abocó inmediatamente. Tan amplio y ambicioso es el programa, que el ex presidente Gonzalo Sánchez de Losada, líder del opositor Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), comentó que el discurso era muy bueno, pero que alguien debía advertirle a Quiroga que su gobierno duraba un año y no cinco... El Presidente no se demoró en responder. Contestó que su mensaje había puesto sobre el tapete los grandes desafíos del país y que su trabajo era empezar a encararlos, pero no necesariamente culminarlos todos. AGOSTO PASADO, CUANDO ASUMIÓ EN REEMPLAZO DEL RENUNCIADO GENERAL, QUE DEBIÓ ALEJARSE DEL PODER POR RAZONES DE SALUD. * Periodista. EL LEGADO Db BANZER El ex presidente Banzer gobernó el país por cuatro años, de un total de cinco, encabezando una coalición de partidos políticos formada por Acción Democrática Nacionalista (ADN), el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y la Unión Cívica Solidaridad (UCS). Su período se caracterizó por una seria crisis económica que llegó a niveles de recesión, fruto, por una parte, de coyunturas externas y, por otra, del corte del flujo monetario que significaban los ingresos por la producción y comercialización de coca y cocaína. Asimismo, el Ejecutivo se vio sobrepasado por el conflicto indígena-campesino y sus reivindicaciones, que iban desde la devolución de tierras que reclaman como ancestrales, créditos agrícolas, universidades, hasta la derogación de leyes contra la producción y tráfico de drogas. El gobierno se vio obligado a pactar la negociación de una infinidad de temas que quedaron pendientes de discusión, con la amenaza latente de nuevos conflictos que podían paralizar el país. El combate al narcotráfico y sacar prácticamente a Bolivia del circuito internacional de la coca-cocaína, le granjeó a la administración Banzer elogios de la comunidad internacional, especialmente de los Estados Unidos. También tuvo logros significativos respecto al combate al contrabando. Sin embargo, esos dos éxitos han significado una enorme merma en ingresos para el país, calculada en más de 600 millones de dólares al año, y de los que, se dice, vivían más de 100 mil familias. Así, los últimos meses de la gestión del presidente Banzer estuvieron marcados por una fuerte sensación de pesimismo por parte de la opinión pública, por la percepción de que el Ejecutivo no era capaz de gobernar al país y que no tenía respuestas ante la crisis económica y social que lo afectaba, y una sensación de hastío frente al fenómeno de la corrupción, extendida por todo el espectro gubernamental. •r -O Hacia junio recién pasado, Bolivia atravesaba uno de sus momentos más difíciles del período democrático, debido a la polarización social y política, factores que se temía pudieran afectar la base del sistema institucional. El clima de descontento generalizado, las manifestaciones de protesta, las huelgas y las amenazas de bloqueo de carreteras se sucedieron en los últimos meses, frente a lo que algunos calificaban de incumplimiento por parte del gobierno de los acuerdos suscritos el año pasado. A ello se sumaban escasos resultados de las medidas económicas frente a una recesión que no aminoraba, lo que se veía agravado por una posición de abierta critica a la gestión estatal que asumió el sector de la industria y de los profesionales bolivianos. Todo ello conformaba un cuadro de alta complejidad para el normal manejo gubernamental. En julio, la situación se complicó. Los enfrentamientos entre el gobierno y las coordinadoras campesinas se agudizaron y las negociaciones entraron a un punto muerto. El conflicto, al mo- mento de asumir el actual presidente Quiroga, había adquirido consecuencias de proporciones, debido a la pobreza que reina entre los campesinos bolivianos, quienes han hecho de las plantaciones cocaleras un sustento diario de supervivencia. El 95 % de la población rural está en la indigencia, lo que llevó a la Iglesia católica a mediar en el conflicto y llamar a los dirigentes campesinos y a las autoridades a despojarse de apetitos personales y a encontrar los métodos adecuados para salir de la crisis. POLÍTICA DE A< ER< AMIENTO Es en ese ambiente que asumió Quiroga. Pero a muy poco andar se vio que el escenario le era más favorable. Ello, por un lado, por la propia personalidad y capacidad del nuevo Presidente, contra quien no existen los anticuerpos que generaba Banzer, en especial por el alejamiento del círculo de poder del entorno más cercano al ex mandatario (los dinosaurios). Y también por el carácter técnico del presidente Quiroga y el ingreso a su gabinete de funcionarios muy jóvenes, capacitados y ajenos en lo personal a !a contienda electoral que se avecina. En este sentido, destaca la incorporación de doce nuevos ministros y la mantención de sólo cuatro del anterior gabinete. Si bien una amplia mayoría es militante de los partidos que integran la coalición de Gobierno, sobresalen algunos técnicos sin militancia partidaria. Respecto a lo que se puede esperar para este año de Gobierno, el principal cambio se daría en la relación del Presidenle con los partidos políticos, tanto al interior de la coalición como con aquellos que conforman la oposición. Con una política de acercamiento, la posibilidad de una crisis institucional —alimentada por las exigencias de los propios partidos políticos y amenaza constante en los últimos meses de Banzer—, se podría reducir casi a cero. En los hechos, el Presidente optó por actuar con el acelerador a fondo. Retomó el Pacto de Gobernabilidad llevado adelante por la Iglesia católica, que había dado como resultado un Acta de Entendimiento suscrita el 20 de junio pasado y que quedó en suspenso, y reunió a los jefes de todos los partidos políticos (incluidos aquellos que no firmaron el Acta), miembros de la Iglesia, dirigentes empresariales y representantes de la sociedad civil en el Palacio de Gobierno. De ahí emergió un documento consensuado tendiente a sentar las bases mínimas para comenzar a superar la crisis que atraviesa el país. El respaldo de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia (CEPB), era algo impensable en la era Banzer. De acuerdo al sentir empresarial, la crítica situación económica que vive Bolivia necesitaba de un gobernante con perfil técnico, capaz de entender la situación y aplicar medidas efectivas para lograr la reactivación, en especial ahora que ios efectos de la crisis argentina se van a comenzar a sentir en el país. El otro elemento que se esperaba que generara un mayor grado de dificultad y conflictos al nuevo Gobierno era la situación de los campesinos del Altiplano, y en especial la postura que adoptara su conflicti vo líder Felipe Quispe. Al respecto, sin embargo, también se alcanzó un acuerdo, cuando representantes del gobierno y de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia suscribieron un convenio de 70 puntos que permite alejar, aunque todavía no eliminar, la posibilidad de nuevos enfrentamientos. Lo básico es cumplir con los acuerdos, algo a lo que los bolivianos no están acostumbrados. LOS DESAFÍOS A diferencia de un anterior pliego, la denominada contrapropuesta sobre la cual se pactaron los 70 puntos, tiene una serie de planteamientos que están en la línea de acción trazada por la actual gestión de gobierno a Favor tanto del desarrollo y mecanización del sector agropecuario nacional, como en beneficio del área social. Establece que el Ejecutivo de más de 70 millones de dólares a los campesinos, entre los que se cuentan créditos para tres mil tractores o 18 millones de dólares en un plazo de 90 días. El objetivo principal e inmediato es frenar la caída de la economía y crear empleos. El Presidente ha diseñado un programa de 12 meses con el que intentará frenar la caída de la economía, impulsar la demanda agregada y crear fuentes de trabajo. Será una carrera contra el tiempo, en un escenario objetivo desfavorable. Mal que mal, y pese a la relativa calma social, hay un problema que es explosivo: el desempleo. De los tres millones de habitantes aptos para trabajar en Bolivia, un 7 % está desempleado y un 70 % subsiste en la informalidad. El 63 % de los 8,3 millones de habitantes del país es pobre y el 42 % (tres millones) vive en la extrema pobreza. Informes oficiales afirman que los sectores mayoritarios empobrecidos en Bolivia subsisten con dos dólares al día. Para agravar la situación, el incontenible éxodo campesino y minero a la ciudad, debido a las crisis que sufren ambos sectores, torna más delicado el panorama. Las tareas que se ha propuesto Quiroga estarán vinculadas a cuatro grandes áreas. En lo político, completará la designación para las cortes electorales, prometiendo elecciones limpias. e impulsará la aprobación de la Ley de Necesidad de Reformas de la Constitución Política del Estado. También indicó que impulsará los cambios institucionales que le den mayor transparencia y eficiencia al Gobierno y resaltó que D E LOS TRES MILLONES DE HABITANTES APTOS PARA TRABAJAR EN BOLIVIA, UN 7 % ESTÁ DESEMPLEADO Y UN 7 0 % SUBSISTE EN LA INFORMALIDAD. EL 6 3 % DE LOS 8 , 3 MILLONES DE HABITANTES DEL PAÍS ES POBRE Y EL 4 2 % (TRES MILLONES) VIVE EN LA EXTREMA POBREZA. la lucha contra la corrupción será clave. Tanto, que a menos de un mes de haber asumido, debió enfrentar una acusación de corrupción que involucra nada menos que a su antecesor, el ex presidente Banzcr. Decidido a barrer con ese flagelo, optó por marginarse y dejar la in vestigación del caso en manos de la Contraloría General de la República. "La ciudadanía está asombrada con los anuncios del Presidente de que no dará tregua a este mal endémico", comenta un analista. ''Sin embargo —añade—. existe una gran duda: si será capaz de llevarla a cabo". En lo económico, el momento es difícil y duro. Para el Presidente, enfrentar la crisis es lo prioritario, y dentro de ello se deberían tomar medidas que tiendan a Ja estabilidad con austeridad, freno a la evasión tributaria, solidez del sistema financiero, ejecución de un programa masivo de empleo para los próximos dos años, inversión pública eficiente y oportuna, y desarrollo de la infraestructura carretera. En materia social, la re- conciliación y evitar el conflicto serán el eje en este ámbito para poder impulsar la reducción de la pobreza, que es para Quiroga el objetivo central de los esfuerzos que haga el país. En el fondo de todo esto está, ciertamente, el futuro político del joven gobernante. No se debe olvidar que el año del mandato presidencial será para Quiroga su prueba de fuego para validar su ahora incipiente liderazgo y convertirse en la figura que muchos bolivianos esperan, en la perspectiva de las elecciones presidenciales del año 2007. CAMBIO NECESARIO En lo inmediato, los dos acuerdos alcanzados en lo político y en lo social fueron claves para las distensiones y generar esperanzas en el futuro del país. A ello se sumó el respaldo financiero anunciado por el BID para inversiones sociales, particularmente para crear empleos de emergencia. Se espera un comportamiento similar por parle de la Corporación Andina de Fomento y del Banco Mundial. En definitiva, hasta hace muy poco muchos ciudadanos creían que la situación política, económica y social de Bolivia no tenía perspectivas de solución inmediata. El panorama social carecía por completo de espacios de concertación y el enfrentamiento parecía ser el único medio para la obtención de las demandas del sector popular de la población. Ahora, la nueva administración ha dado algunas señales de cambio y ha recuperado algo de la confianza ciudadana perdida. Este cambio ha sido sumamente significativo en momentos en los que se preparan las próximas elecciones generales en el país. La actitud actual del Presidente de la República, como la del equipo de ministros que lo acompañan, ha sido absolutamente necesaria para sacar al sistema político de la fosa en la que se encontraba. Queda el momento del cumplimiento de las promesas. 01