LA CAPACIDAD CONTRACTUAL DEL MENOR EMANCIPADO COMO EMPRESARIO LABORAL ( ∗ ) Juan Guitián Olmedilla Profesor asociado de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social (UCM) Gran parte de la doctrina laboralista ha venido entendiendo tradicionalmente que el menor emancipado se halla facultado para celebrar contrato de trabajo en la posición de empresario sin exigencia de la autorización prevista en los artículos 323 y 324 CC. Es decir, tal acto no estaría comprendido en el sector de su capacidad negocial limitada. Ello es debido a las siguientes circunstancias: 1.º La única regulación sobre la capacidad contractual a la que específicamente hace referencia el Estatuto de los Trabajadores, tanto en su actual redacción, RDL 1/1995, de 24 de marzo (en adelante ET), como en anteriores, es la relativa al trabajador. 2.º Es claro que, aun cuando todo litigio sobre capacidad negocial en materia de contrato de trabajo, sea respecto al trabajador o del empresario, va a conocer la Jurisdicción Social, artículo 2. a) LPL 2/1995, de 7 de abril, también lo es que al haber un vacío, que no una remisión expresa, en el propio ET sobre la capacidad contractual empresarial, y por aplicación del artículo 4.3 del Código Civil (en adelante CC) referente a la supletoriedad general del derecho común, se buscará en este cuerpo legal las prescripciones oportunas. En concreto, las encontraremos en los artículos 317, 323 y 324 CC. Pero sólo cuando el empresario laboral no lo sea en sentido mercantil, ya que si se tiene esta condición (mayoría de los casos), tendremos que escoger los artículos 4 y 5 del Código de Comercio (en adelante CCo). El artículo 323 CC, primer apartado dispone que: «La emancipación habilita al menor para regir su persona y bienes como si fuera mayor, pero hasta que llegue a la mayor edad no podrá el emancipado tomar dinero a préstamo, gravar a enajenar bienes inmuebles y establecimientos mercantiles o industriales u objetos de extraordinario valor sin consentimiento de los padres y, a falta de ambos, sin el de su tutor (y en sendos casos autorizados por el Juez, en caso de conflicto de ambos con el menor (artículos 166 y 271.2, 272.5 CC, respectivamente)]». En el artículo 324 CC se hace referencia al menor emancipado por matrimonio. Este precisa el consentimiento del otro cónyuge, si es mayor, o de los padres o tutores ∗ GUITIÁN OLMEDILLA, Juan. Abogado y Graduado social. Profesor asociado de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social (UCM). Trabajo presentado en el curso de doctorado 94/95 sobre «contratación laboral», impartido por el profesor Dr. Abdón PEDRADAS MORENO (UCM) y publicado en la revista Documentación Laboral (ACARL), número 47 (1995), pp. 173 y ss. 1 de ambos, en caso contrario, para enajenar o gravar bienes inmuebles, mercantiles u objetos de extraordinario valor que pertenezcan a la sociedad de gananciales. Por su parte el artículo 32, puntos 1 y 2 ET, señala: 1. Los créditos por salarios por los últimos treinta días de trabajo y en cuantía que no supere el doble del salario mínimo interprofesional (en el año 1995 se cifra en 62.700 ptas. para mayores de dieciocho años y 48.430 ptas. para los menores de dicha edad. Total, 125.400 ptas. y 82.860 ptas., respectivamente), gozarán de preferencia sobre cualquier otro crédito, aunque éste se encuentre garantizado por prenda o hipoteca. (Son los llamados «Créditos superprivilegiados»). 2. Los créditos salariales gozarán de preferencia sobre cualquier otro crédito respecto de los objetos elaborados por los trabajadores, mientras sean propiedad o estén en posesión del empresario. Aquí la protección alcanza a toda la cuantía del crédito, y sólo está limitada por el valor de los bienes afectados a la responsabilidad empresarial por salarios. (Son los denominados «Créditos refaccionarios».) De los preceptos vistos, se puede concluir lo siguiente: A) Por un lado, el hecho de celebrar un contrato de trabajo como empresario, no supone, por ende, una recepción directa y material de dinero, que obligue a restituir, como ocurre en el contrato de préstamo. En esta especie de contrato de mutuo, la fungibilidad del dinero no es otra cosa que una mayor garantía para el acreedor, en este caso, salarial. Lo que teleológicamente pretende la norma es evitar el endeudamiento incontrolado del menor emancipado Este, al celebrar el contrato de trabajo en la posición de empresario, recibe una prestación -la laboral- valorable económicamente, y se obliga por tanto, a compensar, precisamente en dinero (al menos un 70 por 100 de la totalidad de las percepciones económicas, art. 26.1 ET) al trabajador en su ajenidad respecto a los frutos de su trabajo, artículo 1.1 ET. B) Por otro, respecto del concepto de «gravamen» del artículo 323 y 324 CC una interpretación finalista nos indica que en este concepto no debe entenderse que incluye exclusivamente los gravámenes típicos derivados de derechos reales de garantía, sino también todos aquéllos de naturaleza crediticia u obligacional que tengan fuerza equivalente o superior sobre los bienes protegidos 1 [v.g.; contrato de arrendamiento celebrado por el menor emancipado, en la posición de arrendador, inscribible en el Registro de la Propiedad, o aquél, en la misma posición, estipulando (en virtud del art. 1.255 CC) que dicha relación se hallará sujeta al régimen de la LAU de 1964]. La distinción entre derechos reales (absolutos) y de crédito (relativos) no es siempre segura, ya que hay figuras dudosas o intermedias 2 . Es por ello, que también, a mi juicio, el concepto de «gravamen» debe comprender la contracción de deudas 1 ALBADALEJO, M., Derecho civil. Tomo 1, Volumen 1°, pág. 248. En similar sentido: LACRUZ, J. L., Elementos de Derecho civil, Tomo 1, Volumen 2°, pág. 115. Este último mantiene que con seguridad los arrendamientos rústicos, dudosamente los urbanos. 2 CASTÁN, J., Tomo 1, Volumen 2.°, pág. 34. Cita como derechos relativos afines a los absolutos; el derecho privado de arrendamiento inscribible y el crédito anotado preventivamente. 2 salariales 3 , derivadas de la ejecución del contrato de trabajo celebrado -por conllevar una preeminencia 4 sobre cualquier otro crédito, en determinados tramos salariales, incluso cuando estén respaldados por derechos reales de garantía- al menos hasta las cuantías señaladas en los puntos 1 y 2 del artículo 32 ET. Aún cuando es muy probable que se deban incluir las figuradas en el punto 3. Y todo ello sin necesidad de que el menor emancipado-empresario afecte a su actividad profesional un local de su propiedad (art. 1.911 CC). En el supuesto de declararse la anulabilidad de los contratos celebrados sin la preceptiva autorización de los padres o tutores, que es la consecuencia que se anuda por el ordenamiento estatutario del menor emancipado empresario (1.302 CC) el efecto jurídico lo encontramos en el artículo 9.2 ET: «En el caso de que el contrato resultase nulo, el trabajador podrá exigir, por el trabajo que ya hubiese prestado, la remuneración consiguiente a un contrato válido». Así, de esta manera se concreta el alcance de la responsabilidad específica en materia salarial que se señala genéricamente en el artículo 1.304 CC, referente a la evitación del enriquecimiento injusto del incapaz. Pero en caso de insolvencia del empresario, en la cual, por su actividad económica, su activo ha quedado reducido a un bien inmueble de su propiedad (vivienda o local de negocio), ¿se podrían ejecutar estos créditos, los superprivilegiados, sobre este tipo de bienes del menor no autorizado? ¿Y solicitar por parte de los trabajadores la nulidad de sus contratos en el caso de ver que la progresiva descapitalización del empresario reduce su patrimonio a los bienes protegidos? Con esta protección dispensada a los créditos salariales, habida cuenta de la función de sustento del trabajador y de su familia que tienen de la función de las normas restrictivas de la capacidad de obrar (y en concreto la negocial) de los menores emancipados, aun con el sentido estricto con el que haya de interpretarlas, así como de las posibles colisiones de derechos que puedan darse entre ambos sujetos de relaciones laborales que podrían venir de la posibilidad de fraude en casos de transferencia de titularidades de inmuebles entre padres a hijos con el fin de eludir la satisfacción de los créditos salariales, no quedando otra protección que la otorgada fragmentariamente por el FOGASA, parece que hay que concluir que debe exigirse la autorización correspondiente, so pena de riesgo fundamentado de verse malogrados, en gran medida, los créditos salariales. Y ello, no con el objeto de restringir el ámbito conceptual del empresario, sino para que los trabajadores no vean frustrados sus derechos por la colisión con los del menor emancipado 5 . 3 PÉREZ, M., RPS, n.º 126, año 1980, pág. 94. Estima que la subsistencia de los privilegios salariales y el ejercicio de los bienes inmuebles ya ejecutados, pasa necesariamente por la lógica de estimar como «cargas y gravámenes» dichos privilegios. 4 Ríos, B., Los privilegios del crédito salarial, pág. 39. "... siempre se está ante idéntico punto de Partida; rotura o quiebra del principio de igualdad entre los diversos acreedores de un deudor común». 5 LACRUZ, J. L., Elementos de Derecho civil, Tomo 1, Volumen 2.°, pág. 116. «Fuera de lo dicho (gravámenes en sentido estricto), el emancipado puede obligarse libremente, aunque con ello ponga en peligro -en virtud de la responsabilidad patrimonial universal, arto 1.911- todo su patrimonio; si bien se ha defendido que, sobre éstos, nunca podrá hacerse efectiva dicha responsabilidad». 3 El problema deriva de que tradicional y fundamentalmente se han analizado las normas restrictivas (o limitativas) de la capacidad negocial del menor en atención e interés del menor y no tanto de los terceros que tienen relaciones con él y sobre los cuales tienen que asumir el riesgo de la posible acción de nulidad del contrato, teniendo vetada dicha iniciativa, aún cuando sean contratantes de buena fe. Y parece claro que carecemos de un precepto positivo que resuelva este conflicto de derechos. En el supuesto de que este menor emancipado sea empresario en sentido mercantil, y que como dije, es el supuesto más frecuente (por darse las notas características exigidas de: capacidad, habitualidad y actuación en nombre y cuenta propia) serán de aplicación los artículos 4 y 5 del CCo, que respecto de la limitación de la capacidad del menor emancipado, ponen el listón limitativo más alto. Regla general Artículo 4: "Tendrán capacidad legal para el ejercicio habitual del comercio las personas mayores de edad y que tengan la libre disposición de sus bienes». Circunstancias que no concurren en el supuesto, objeto de estudio, por dos razones; en primer lugar, porque el menor, aún cuando esté emancipado no deja de ser menor por ello, y en segundo lugar, por estar sujeto a la limitación de los artículos 323 y 324 CC. Excepción No obstante, el menor emancipado podrá realizar actos mercantiles aislados y continuar con el comercio de sus padres o causantes 6 . Vemos con ello, que la actividad de aquél' no comprende el ejercicio empresarial ex nava, sino la continuación por medio de guardadores. Y todo ello con la misma ratia legis que en el CC, esto es, la protección de la porción más valiosa de su patrimonio en el propio interés del menor emancipado. Artículo 5: "Los menores de dieciocho años y los incapacitados podrán continuar por medio de sus guardadores, el comercio que hubieren ejercido sus padres o causantes. Si los guardadores carecieran de capacidad legal para comerciar, o tuvieran alguna incompatibilidad, estarán obligados a nombrar uno o más factores que reúnan las condiciones legales, quienes les suplirán en el ejercicio del comercio». BIBLIOGRAFÍA ALBADELEJO, M., y BOSCH, J. M.": Derecho Civil. 12." ed. (Tomo 1, vol. 1). ALONSO OLEA, M. Y Casas BAAMONDE, M.a E.: Derecho del Trabajo. Facultad de Derecho (UCM), 10.a ed. 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