romanos - TWR360

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PROGRAMA No. 0461
ROMANOS
Cap. 3:10 - 23
Esperamos amigo oyente, que en el espacio de hoy lleguemos a la conclusión de esta
sección sobre el pecado que menciona el apóstol Pablo en este tercer capítulo de la carta a
los Romanos.
Ahora, no hay necesidad de llamar a un médico a no ser que uno esté enfermo. No hay
necesidad de buscar a un Salvador a no ser que uno esté perdido. Y el apóstol Pablo nos
muestra aquí que el hombre está perdido. Tenemos en este capítulo 3, como un Gran
Cañón, y eso lo veremos más adelante.
En primer lugar, Pablo va a dar término a esta sección sobre el pecado, llevando a la
humanidad ante el Juez de toda la tierra. Y el veredicto de culpable, lo hará Dios mismo
contra toda la humanidad; contra judíos y gentiles, blancos y negros, hombres y mujeres,
pobres y ricos. No hay ninguna diferencia en cuanto a quién es usted. Si usted pertenece
a la raza humana, amigo oyente, usted y yo también somos culpables ante Dios.
Y luego, el apóstol Pablo nos llevará al hospital de Dios. Y es verdaderamente un
hospital espiritual. Allí, el Gran Médico nos observará. A eso llegamos ahora, pero
antes, permítanos decir que contra nosotros se hace catorce acusaciones. Seis de ellas ante
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el Juez, y de las otras ocho, el Gran Médico dice que estamos enfermos. Estamos tan
enfermos que nos encontramos al borde de la muerte. Para decir verdad, debemos decir
que estamos muertos en delitos y pecados. Esa es nuestra condición. Veremos ahora en
el versículo 10 que, el apóstol llega a la conclusión de que todos estamos en un estado de
pecado, en diferentes condiciones. Pero, notemos lo que dice acerca de nosotros, aquí en
este versículo 10:
Romanos 3:10 “. . . No hay justo, ni aun uno.”
Veremos aquí que no hay nadie que haga el bien.
Hacer el bien y ser justo es
realmente lo mismo. Ahora, ¿Qué quiere decir ser justo? Significa el estar bien. ¿Estar
bien con quién? Tenemos que estar bien con Dios, conforme a Su voluntad. Si usted,
amigo oyente, va a estar bien con Dios, debe tener en cuenta que hay una marcada
diferencia entre esto y el estar bien con los hombres. Nosotros podemos tener diferencias
con algún amigo nuestro. Quizá él tenga razón o quizá la tengamos nosotros. Y tenemos
que llegar a alguna clase de acuerdo. Pero, amigo oyente, si usted quiere estar bien con
Dios, debe hacerlo según las normas de El.
La salvación de Dios es algo que tomamos o dejamos. Dios no está obligando a nadie a
aceptar la salvación. Usted no tiene que ser salvo si no quiere. Usted la puede rechazar.
Dios dice, este es Mi universo; Yo he trazado un plan de salvación que está de acuerdo con
Mi carácter, Mi naturaleza, Mi plan y Mi programa. Aquí está, lo toma o lo deja. Eso es
lo que me dijo a mí, y eso es lo que le dice a usted en esta hora, amigo oyente. Y si yo fuera
usted, yo lo aceptaría. Entonces, el estar bien, significa el estar bien con Dios.
Un profesor de Sociología acostumbraba preguntar a sus alumnos, ¿cuál es lo correcto,
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o cual está bien? Y esa era su pregunta. Le gustaba hacerla para ver cómo reaccionaban
sus alumnos y a él le gustaba hacer esta pregunta: ¿qué es lo correcto? o ¿cuál está bien?
Y esa era su pregunta; le gustaba hacerla para ver cómo reaccionaban los alumnos; y
preguntaba: ¿Quién hará las reglas o normas? Pero, sabe una cosa, amigo oyente, ese
profesor no hará las normas ante Dios. Más aun, yo no voy a hacerlas. Y amigo oyente,
usted tampoco las hará. Dios es quien hace las normas. El plan de Dios es, tómelo o
déjelo, ese es Su programa.
“No hay justo, ni aun uno; . . . no hay quien haga lo bueno,” según las normas de Dios,
según sus métodos.
Esa es la primera cosa que El dice.
Es decir, el primer punto
mencionado por el Juez. El segundo se encuentra en la primera parte del versículo 11.
Dice:
Romanos 3:11a “. . . No hay quien entienda.”
En otras palabras, El está diciendo que no hay nadie que actúe según el conocimiento
que tiene.
Dios no está tratando de esconderse del hombre, Dios se ha revelado.
¿Recuerda usted lo que el apóstol Pablo dijo a los atenienses, allá en la colina de Marte?
En el capítulo 17 de los Hechos de los apóstoles, versículo 30, dice: “Pero Dios, habiendo
pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo
lugar, que se arrepientan.” Dios no está pasando las cosas por alto hoy en día. El está en
un lugar claro y visible, y Su salvación también es clara. Eso es lo que está diciendo aquí.
Ahora, la segunda parte de este versículo 11, dice:
Romanos 3:11b “. . . No hay quien busque a Dios.”
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Las antologías de la religión dicen que el hombre está buscando a Dios. Esas son cosas
falsas. Ha trepado por medio del proceso de la evolución hasta la religión. Pero, en
realidad podemos decir que la religión es la búsqueda de Dios de parte del hombre.
Bueno, él no ha encontrado mucho todavía. No ha avanzado mucho en esa dirección
porque va por camino equivocado. Se está apartando de Dios, más bien. Ahora, la
tercera acusación, la encontramos en la primera parte del versículo 12 de este capítulo 3 de
la carta de Pablo a los Romanos, y dice:
Romanos 3:12a “. . . Todos se desviaron, . . .”
¿Ve usted? Se han desviado.
Dejaron el camino que sabían era el correcto.
Quisiéramos ahora, dirigirnos a aquel oyente que nos escucha y sabe que no está haciendo
lo que debe hacer; mas aun, no lo va a hacer, aunque sabe lo que es. Usted, amigo oyente,
se han desviado. Así es la humanidad. Luego dice en este mismo versículo 12:
Romanos 3:12 “. . . a una se hicieron inútiles; . . .”
La palabra aquí utilizada como “inútiles” se refiere a la fruta demasiado madura,
podrida. Es decir, se ha echado a perder. Así es la humanidad. El hombre hoy es un
montón de fruta putrefacta, corrupta. La papaya es una fruta muy deliciosa. Pero,
cuando la papaya se echa a perder, no hay nada que sea más malo que eso. El hombre no
es una fruta jugosa. Es una fruta corrupta. Y eso es lo que está diciendo Dios aquí. Eso
es lo que el Juez de toda la tierra está diciendo. Luego dice en la última parte de este
versículo 12:
Romanos 3:12 “. . . No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.”
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Esta es la cuarta acusación y es una negación triple. La humanidad es como un grupo
de viajeros que se ha dirigido en la dirección opuesta a la correcta, y no hay quien pueda
ayudar al otro. El Señor Jesucristo lo dijo a los líderes religiosos de Su día. Allá en el
capítulo 15 del evangelio según San Mateo, versículo 14, dice: “son ciegos guías de ciegos.”
Y este es el cuadro de la humanidad. Eso es lo que el Juez de toda la tierra dice acerca de
usted, de mí y de toda la humanidad.
Pablo ahora nos traslada al hospital de Dios. Este es un hospital para el espíritu. Y el
Gran Médico dice al observarnos, que estamos enfermos espiritualmente. En el versículo
13 vemos lo primero que El dice:
Romanos 3:13 “. . . Veneno de áspides hay debajo de sus labios.”
Cuando uno visita al médico en su consultorio, ¿qué es lo primero que él hace? Bueno,
cuando me toca visitar al médico, paso a su consultorio y la primera cosa que él me dice
que haga es “abra la boca.” Luego, ¿qué hace? Bueno, toma una especie de cuchara de
madera o paleta, la pone en mi boca y luego observa mi garganta. Y Dios el Gran Médico
hace lo mismo con la humanidad. Y usted ya sabe lo que dice: “Sepulcro abierto es su
garganta.”
¿Ha tenido usted alguna vez la oportunidad de oler carne humana en estado de
descomposición? En cierta ocasión, el Pastor de una Iglesia fue llamado por el Jefe de
Policía de su localidad para que le ayudara en la identificación del pequeño cuerpo de una
niña que había sido raptada. Su cuerpecito había sido hallado y lo iban a retirar del hoyo
donde lo habían puesto. Cuando lo sacaron, el hedor de ese cuerpecito en estado de
descomposición era terrible. Lo suficiente como para hacer enfermar a una persona que
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no estaba acostumbrada a esas escenas. Y al leer este versículo, pensamos en una escena
como esa. Cuando Dios lo mira a usted amigo oyente, El no dice qué persona tan dulce es
usted. Alguien dijo, creemos que fue Mel Trotter: “Si nosotros nos pudiéramos ver como
Dios nos ve, no podríamos aguantarnos.” Pues bien, eso es lo que Pablo está diciendo
aquí. Luego dice: “Con su lengua engañan.” Y ese es el segundo punto.
La segunda cosa que el médico dice en su examen al paciente es: “Saque la lengua.” Y
eso mismo es lo que dice el Gran Médico aquí. Saque la lengua. Y cuando Dios ve la
lengua de la humanidad, es decir, su lengua y la mía, ¿sabe lo que dice? “Veneno de
áspides hay debajo de sus labios.”
En el zoológico de la ciudad de San Diego en el estado de California, hay un lugar
especial para los reptiles. Tal vez en el zoológico de la ciudad donde usted reside, hay un
lugar así también. Pues bien, en él se puede observar víboras de cascabel con sus bocas y
dientes llenos de veneno. Y uno piensa en la cantidad de veneno que existe en ese lugar.
¿Y sabe, amigo oyente? Si usted ahora, o mejor, después de terminar esta transmisión, se
dirige a un espejo, puede ver en él una lengua que es mucho más peligrosa que la de las
víboras.
Todo lo que la víbora puede hacer, es matarlo, pero no puede dañar su
reputación. En cambio, usted y yo también, amigo oyente, tenemos una lengua y con ella
podemos arruinar la reputación de otra persona. Podemos dañar el buen nombre de
alguna mujer. Podemos arruinar la reputación de algún hombre. Creemos que una de las
peores cosas en algunas Iglesias, es la cantidad de chismes que por ellas corren. Esos
chismes han arruinado la reputación de muchas personas, aunque muchos de ellos creen
que son espirituales, se les tiene que considerar como personas jactanciosas y nada más.
Tienen unas lenguas llenas de maldad. Y dice aquí: “Con su lengua engañan.” Y luego
dice: “Veneno de áspides hay debajo de sus labios.” ¡Ah, amigo oyente, cuánta maldad
existe en la boca humana! ¡Qué terrible que es! ¡Cuán terrible puede ser!
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Hablamos en nuestros días que debemos aprender a hablar en lenguas. Y yo estoy de
acuerdo con eso, únicamente si usted quiere decir la clase de lengua que no dañe la
reputación de nadie, que no hiera a alguien hoy. ¡Cuán terrible es la lengua humana!
Lamentablemente este problema existe en muchas Iglesias en el día de hoy. Bien, sigamos.
Leamos ahora el versículo 14 de este capítulo 3 de la epístola a los Romanos:
Romanos 3:14 “. . . llena de maldición y de amargura.”
Esta es la cuarta cosa que observa el Gran Médico. Dice que su boca está llena de
maldiciones, y de engaños y mentiras. Este cuadro que aquí se nos presenta es también
terrible. ¿Qué es lo que quiere decir? Bueno, simplemente esto. El hombre tiene la
inclinación a maldecir. Y usted puede escuchar a su alrededor hoy y notar que ese es el
vocabulario de todos los hombres, ya sea un trabajador o un profesor universitario. Les
gusta más usar un lenguaje profano que cualquier otro lenguaje. Una persona una vez
desafió al Pastor de su Iglesia a salir a la calle, golpear a la primera persona que
encontrara, para ver que las primeras palabras serían una maldición.
Ahora, Pablo
continúa con los versículos 15 y 16, donde observamos la quinta cosa:
Romanos 3:15-16 “. . . y desventura hay en sus caminos.”
¡Qué cuadro de la humanidad se nos presenta en este pasaje: “Sus pies se apresuran
para derramar sangre; quebranto y desventura hay en sus caminos; y no conocieron camino
de paz.”
Aquí tenemos la séptima cosa. “No conocieron camino de paz.” El hombre no conoce el
“camino de la paz.” Solo tenemos que observar el mundo a nuestro alrededor para darnos
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cuenta de esto. No es necesario probarlo. Sólo es necesario leer los periódicos. Notemos
ahora el versículo 18:
Romanos 3:18 “. . . No hay temor de Dios delante de sus ojos.”
Y este es el último punto. Parece que el apóstol Pablo resume todos los pecados del
hombre en esta declaración. Amigo oyente, ese es el cuadro del hombre de hoy. No tiene
temor de Dios. Vive como si Dios no existiera. Y en realidad desafía a Dios. ¡Qué
cuadro de la humanidad el que tenemos ante nosotros!
Llegamos ahora a la última cosa que Pablo dice acerca del pecado. Todavía existen
aquellos que dicen: “Tenemos la ley y vamos a guardar la ley. Nosotros la obedecemos.”
Bien, escuche lo que dice Pablo aquí en el versículo 19 de este capítulo 3 de la epístola a los
Romanos:
Romanos 3:19 “. . . y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios.!
Usted no puede obtener justificación por medio de la ley. La humanidad no puede
entrar por ese camino. El hombre puede asirse de la ley pero eso no le va ayudar. No le
levantará. Luego, el apóstol Pablo hace esta declaración en el versículo 20.
Romanos 3:20 “. . . por medio de la ley es el conocimiento del pecado.”
Yo quiero retar, desafiar a cualquier persona que cree que tiene que guardar la ley
para ser salvo, a que me explique lo que dice este versículo: “. . . ya que por las obras de la
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ley ningún ser humano será justificado delante de él;” y eso quiere decir que ningún ser
humano podrá ser declarado justo, es decir, ningún ser humano podrá ser salvo, ningún ser
humano podrá llenar las normas establecidas por Dios, mediante las obras de la ley.
Amigo oyente, eso nunca lo puede hacer, es absolutamente imposible para la humanidad, el
poder hacerlo. “Por las obras de la ley – dice aquí – ningún ser humano será justificado.”
Y llegamos ahora al final de esta sección. Llegamos al Gran Cañón que mencionamos
anteriormente. Comienza ahora el apóstol Pablo a hablar de la maravillosa salvación de
Dios. La justificación por fe es explicada en el resto del capítulo 3. La eficacia de la
justicia de Dios para un mundo culpable y enfermo. Queremos que usted note esto aquí
porque es de suma importancia para nosotros. Leamos el versículo 21:
Romanos 3:21 “. . . Dios, testificada por la ley y por los profetas.”
Ahora, esta justicia de Dios aquí, no es la justicia de Dios en sí, es decir Su atributo,
porque El no comparte Sus atributos con nadie. Dios dice que El no comparte Su gloria
con otra persona. El rehusa hacer algo como eso. Por tanto, este no es un atributo de
Dios. Tampoco es la justicia del hombre, porque Dios ya ha dicho allá en el capítulo 64 del
libro del profeta Isaías, versículo 6, que: “todas nuestras justicias como trapo de
inmundicia.” ¿Qué es entonces lo que tenemos aquí? Esta justicia es de Dios y es justicia
que El mismo provee. Cristo llegó a ser nuestra justicia. El mismo apóstol Pablo dice
allá en su primera carta a los Corintios, capítulo 1, versículo 30: “Mas por él estáis vosotros
en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y
redención.” Y también dice en su segunda carta a los Corintios, capítulo 5, versículo 21:
“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos
justicia de Dios en él.” Ahora, esto es algo muy importante que debemos observar. Este
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asunto de la justicia que Dios provee para nosotros pecadores hoy. Es muy importante
que nosotros reconozcamos que Dios es quien provee esta justicia. No es algo que usted y
yo amigo oyente, podamos hacer, sino algo que Dios ha provisto para nosotros. Una
justicia que Dios demanda, pero que también El suple.
Usted puede notar que esta es una justicia aparte de la ley. Es decir que no se puede
obtener haciendo algo o guardando ciertas reglas; ni siquiera las leyes de Dios. Tampoco
se puede guardar. Dios no le puede salvar por medio de la ley, por la sencilla razón de que
no la puede cumplir. Dios no puede aceptar cosas imperfectas, y ni usted ni yo, amigo
oyente, podemos proveer la perfección. Es por eso que El no nos salva por la ley.
El Antiguo Testamento es testigo de ello, como lo es la ley, porque en el mismo corazón
del sistema mosaico estaba el tabernáculo donde se ofrecía sacrificios de sangre. Este
sacrificio de sangre era de suma importancia, porque ese sacrificio señalaba hacia
Jesucristo. Así es que los profetas fueron testigos. ¿Qué es lo que quería decir Isaías,
entonces, cuando escribió allá en el capítulo 53 de su profecía, versículos 1, 6 y 10, cuando
dijo: “¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿y sobre quién se ha manifestado el brazo de
Jehová? Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino;
mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.
Con todo eso, Jehová quiso
quebrantarlo, sujetándole a padecimiento.” Amigo oyente, la ley y los profetas testificaron
de ésta justicia que Dios proveería en Cristo Jesús. Ahora, en el versículo 22 de este
capítulo 3 de la epístola a los Romanos leemos:
Romanos 3:22 “. . . Porque no hay diferencia.”
Hay algunos que piensan que la gracia de Dios desciende sobre la humanidad como si
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fuera por esos tubos de esos órganos antiguos de las Iglesias. Algunos tubos son pequeños
y cortos, otros de mucho mayor tamaño. Pues bien, hay quienes piensan que la gracia de
Dios tiene que descender en mucha cantidad para alcanzar a algunos, pero en menor
cuantía para otros. Amigo oyente, es necesario que llegue bien hasta el fondo para que nos
alcance a todos. Todos somos pecadores. Y es la justicia de Dios la que provee esa gracia
en Cristo Jesús.
Nosotros llegamos a ser totalmente completos en El.
Somos
absolutamente salvados en Cristo. Pero, fuera de El, estamos completamente perdidos.
No hay tal cosa como un término medio. No existe tal lugar en esta situación. O usted,
bien tiene a Cristo, y esto quiere decir que es salvo; o está completamente perdido fuera de
El
Tenemos ahora ante nosotros esta gran declaración: “Porque no hay diferencia,” aquí al
final del 22. Cae como un manto sobre todos nosotros, y ha descendido hasta el fondo
para hallarnos a todos. Ahora, en el versículo 23 dice:
Romanos 3:23 “. . . y están destituidos de la gloria de Dios.”
Esto no quiere decir que no hay diferencia entre pecadores, porque sí la hay. Sino que
todos hemos pecado. Nada tiene que ver aquí quienes somos nosotros.
Permítanos ilustrar esto con una simple explicación. Si usted llegara a visitar el Estado
de California en los Estados Unidos, podría jugar un juego llamado “Saltar hasta
Catalina.” Ahora, Catalina es una isla que está a unos 25 kilómetros de la costa del
Pacífico. Usted iría a la ciudad de Santa Mónica y allí correría y saltaría del muelle para
ver si puede saltar hasta Catalina. Ahora, alguien dirá: “Bueno, ¡eso es imposible!” Para
ser francos, debemos decir que hasta ahora nadie lo ha podido hacer, pero es muy divertido
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participar en el juego para ver quién lo puede hacer. Usted y yo podemos jugar y ver
quién salta más lejos, pero ninguno de los dos podrá hacerlo hasta la isla misma. Y lo más
interesante es que la persona que salta más lejos, se moja más.
Amigo oyente, todos hemos pecado.
Algunos más que otros.
Y hay algunos que
pueden saltar más lejos que los otros. Pero ninguno puede llegar hasta la gloria de Dios.
Usted amigo oyente, nunca podrá alcanzarla por sus propios medios, y Dios ha provisto esa
justicia en Cristo para todos nosotros. Eso es lo que Dios nos ha dado y que debemos
aprovechar.
Permítanos, ahora preguntarle amigo oyente, si usted ¿ya se ha aprovechado de lo que
Dios le ofrece? Es por fe. No lo puede usted obtener por medio de la ley o por medio de
las obras. Tampoco lo puede lograr por sí mismo, ni con su membresía en una Iglesia. Es
imposible lograrlo en una ceremonia. Sólo se obtiene por medio de la fe, creyendo en Dios.
Cuando uno cree en El, es algo maravilloso. Pero, recuerde que cuando uno no cree en El,
hace de Dios un mentiroso. Así es como Dios nos presenta esto. Amigo oyente, es nuestra
ferviente oración en esta hora, que usted acuda hoy mismo al Hijo de Dios, el Señor
Jesucristo y le abra las puertas de su corazón, para recibirle como su único y
Todosuficiente Salvador. Solo así, por medio de Cristo Jesús, podrá usted llegar a la
gloria de Dios. Acéptele hoy y puedo asegurarle que nunca se arrepentirá de haberlo
hecho. ¡Dios le ayude a hacerlo!
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