... cierra los ojos. unos puntos luminosos navegan por tus párpados. por tu retina. estoy dentro de ti. se llaman fosfenos, una puerta al mundo de los sueños, una ecuación química, un sustantivo. hoy no he abierto los ojos. he bajado a comprar pan, he abierto el buzón, me he lavado los dientes. pero he vivido todo el día con los ojos bien cerrados, entre fosfenos y relámpagos amarillos, verdes, azules. cierra de vez en cuando los ojos. siguen ahí, seguirán ahí. no he abierto los ojos porque no encuentro dónde apoyarlos. de vez en cuando, algún atardecer después de la lluvia, cuando todo se hincha de luz; una vez, un arcoiris enorme, una enorme bandera gay en el cielo, yo parándome cada dos pasos, una pareja se abrazó y casi chocamos y hubo sonrisas y disculpas. lo viste? espero que lo hayas visto como sé que ahora miras los fosfenos. (ruido) no es sólo eso. también me siento un poco solo. un poco triste. se me escapa entre las manos un mundo que me rechazó hace tiempo comprender. o encuentro un gato muerto en la calle. o te siento como un universo, yo otro, sin tocarnos jamás en esto que flotamos y no sabemos qué es, las luces blancas, los fosfenos. no siempre es así, cerrar los ojos o cadáveres. a veces hay un arcoiris, una espalda desnuda, un charco en el parque. pocas noches, y menos días, hay un encuentro, un roce galáctico, una conversación demasiado borracha, un poco de jazz, tres tristes tigres, se ha hecho demasiado tarde. (ruido) no soporto la colmena hecha de precio del suelo y rutas turísticas. te das cuenta de que me ahogo? ya no soporto ni los parques. la ciudad escrutadora del encuentro, la caricia. se me caen las hojas. cierra los ojos. flotar como uno de esos puntitos, estrellita de mar, lugar de cruce. (ruido) me gustaría contarte historias, incluso de cosas de las que no tenemos la respuesta. cómo salir de ese nido de víboras que se llama universidad, camarero, embarazo, hipoteca. en qué cueva de ladrones se almacenan los sueños robados. de dónde nos traen el edulcorante, los sucedáneos, qué pacto traicionar primero. ninguna respuesta y ojalá pocas preguntas. sólo mirarnos a los ojos, tocarnos al bajar una parada, escucharnos, contarnos historias o mentiras como la del albañil manco para dormir al niño. la lavandera de la espuma del mar, el color de tus lágrimas, un espejo invertido. la imprevisibilidad del momento de cruce hace inútiles todos los cálculos, como esta tendencia a la literatura de mi espíritu aumenta las posibilidades de no encontrarnos. las historias se pudren como un puerto abandonado. has visto zarpar barcos? cruzar aviones sobre tu cabeza? me gustaría que lo hubieras visto. dónde has estado? sentirnos menos solos. alimentarnos de aire, del de otra boca, de sueño. ser otra parte de una coincidencia, no trabar ninguna amistad, frecuentar portales. ser tu contador de historias particular, estar dentro de ti. (ruido) un poco triste. contra esta colmena que no nos deja desnudarnos, sentir pulsar la piel, abrirnos cada noche a un cielo de estrellas. contra el enjambre tuyo y mío que no se cruzan. dos puertas más abajo un muchacho ha mordido el cañón de la escopeta. dónde has estado? los universos se encogen, flotan cada vez más lejanos, pierden los puntos de contacto. conozco la historia de ese muchacho: su padre me cortaba el pelo. mi estupidez, tu ceguera, nos han disminuido. no nos encontramos. su hermana, lucía, se bañaba en el patio. él se tumbaba boca arriba en el tejado y se perdía en los espacios entre las estrellas. yo no lo he tocado. solía gustarme esta historia. no quisiera llegar a las manos, a la colisión. desármame con la mirada, muéstrame las palmas de tus manos, cierra los ojos, déjate habitar. es todavía posible la levedad de la mariposa, el puente de cristal y palabras que son menos que fosfenos. no quiero ahogarme en los secretos de los demás, las murallas que traza la colmena. un tenue hilo sostiene la cometa. (ruido) medias palabras, palabras de cristal, palabras necias. fosfenos, el sonido de las alas de la mariposa, la ondulación en la cola de la cometa. las que se tejen en una historia que te abriga. el sonido de la muerte del globo. me escuchas? escurrir como el agua por un cuerpo ya bañado. hazme eso tan difícil: oídos sordos. (ruido) si ambos hemos visto volando la cometa, qué nos impide tomarnos de las manos? da la vuelta en la recta divergente, tócame. lo que digo, lo que estoy intentando decirme, no lo escuchas; tienes que verlo proyectado en tus párpados como un juego de niños en el que las fórmulas esconden un sinsentido profundo de alianzas y encuentros. con qué código juzgar esta cábala? a qué dios presentar nuestra inocencia? (ruido) una abeja borracha traza sus figuras sobre el mapa de la ciudad: de la alfombra a la plaza, de la plaza a la noche, de la noche al bar; golpeándose en las persianas bajadas que convierten su baile octogonal en un cuadrado mudo. cómo negar que la otra noche estuve bailando para ti. alí babá quiso bajar a poner su beso en tu frente y tú no estabas. los semáforos parpadeaban amarillo y yo sonreía un poco. dónde has estado? yo he estado bailando cierra los ojos. en una caja oscura. por favor, cierra los ojos. cuando daba igual que no mirases y la música sonaba debajo de la piel como un tatuaje que dijese te escucho. me escuchas? no quiero que me escuches, no quiero explicarnos nada. sólo quisiera entrarte a fosfenos y palabras de cristal, sentir qué nos pasa por dentro, encontrarte en medio de ese baile, saber a quién llamaste alí babá. lo que late debajo de la piel y se muerde la cola, el territorio que no ha pisado ningún humano desde que el gato se fue, la frontera que se nos cierra en una llamada al móvil, cada vez que se abren unos ojos y no miran. dónde has estado? en qué cajón guardas la foto que te hará llorar? que la emoción te ponga la carne de gallina y el sol caliente tus manos. cuando seamos un gran círculo tumbado en la playa, querré estar dentro de ti. y no ser un puntito blanco, un caballito de mar, sino la llave a un mundo de historias, el roce que te hiere, la luz que te baña ...