NORMAS Y CRITERIO - Fundación Eduardo Bonnín Aguiló

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NORMAS Y CRITERIO
DE LA DISCIPLINA DE LAS NORMAS A LA SABIDURÍA DEL CRITERIO EVANGÉLICO
Los dirigentes tienen que regirse por el criterio. Hay aquello tan conocido que dicen las normas
que son para que las cumplan al pie de la letra los tontos y sirvan de orientación a los
inteligentes. Esto es verdad pero como todas las verdades a veces se sale un poco del carril
esta verdad, y se desorienta todo. Yo creo que el ideal es que haya normas y que h aya criterio.
El lío se produce cuando de las normas hacemos criterio y del criterio hacemos normas y
entonces lo fastidiamos todo.
El criterio es la voluntad del equilibrio, en la verdad de una cosa para poseerla más
plenamente. Se tiene el criterio exacto de una cosa cuando tenemos el equilibrio para captarla
en toda su plenitud. Es preciso ver claro para obrar con eficacia y para obrar con la ortodoxia
del cursillo. Para estar al pie de obra de los cursillos, hemos de saber lo que los cursillos se
proponen y lo que los cursillos quieren conseguir.
El criterio también es la vertical que va desde la realidad a la expresión más verdadera. La
mentalidad engendra el criterio y el método engendra la norma. Y yo os lo he dicho: el lío se
produce cuando se toma la norma por criterio o el criterio por la norma. La humanidad avanza
por el criterio de las personas que tienen criterio y la norma conduce a la satisfacción de su
cumplimiento cuando hayamos cumplido la norma. Como aquel que decía y o cumplo y, a
veces esto de cumplo, es lo que dicen de cumplimiento: cumplo y miento. Y a veces la norma
también es aquello de “cumplo la norma pero lo hago sin amor”, sin satisfacción del deber
cumplido, porque conduce a la satisfacción de su cumplimiento pero el criterio siempre
produce un santo cosquilleo que revela una santa inquietud por si con ello se ha interpretado
con fidelidad la voluntad de Dios. Y es mejor tener criterio que no tener una norma porque,
claro, me has dado una norma, la cumplo al pie de la letra, y ya he cumplido. Esto no es decir
que sé lo que son Cursillos porque empiezan el jueves, terminan el domingo, se hacen dos
rollos por la mañana y tres por la tarde. Todo esto no es saber nada porque esto es decir que
una persona es su calavera, no, no. Lo que cuenta es el cerebro que hay dentro de la cabeza
de uno y lo que hay en el corazón de uno. Esto es lo que hace a la persona y que la libertad
del hombre se encuentra con el espíritu de Dios. Esto es lo que nos proponemos en el Cursillo.
Cuando la libertad conduce a más libertad siempre es libertad pero cuando la libertad conduce
a menos libertad no es libertad. Uno tiene libertad para echarse por el balcón pero una vez que
se ha echado por el balcón ya se acabó su libertad. Ahora si uno emplea su libertad para tener
cada vez más libertad, es libertad, porque nos encontramos cada vez más liberados, porque
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puede uno estar prisionero y estar liberado y puede uno estar en libertad y sentirse prisionero,
prisionero de sus egoísmos, de sus ambiciones y de mil cosas: plantas más o menos
venenosas que las cultivamos con cierto esmero, cuando tenemos nuestro interior de
cualquier manera, de una manera salvaje. Yo creo que estas tensiones que se producen en el
vivir son muy saludables porque donde no hay tensiones, es en el cementerio. Cada uno está
en su fosa y allí no se origina ningún problema porque el alma de aquella persona estará en el
cielo ya y ya estará con su cometido pero esto de que siempre tendremos aquello de padres,
hijos, esposa y marido, lo inmediato y lo verdadero, el personar y el personarse, la acción y la
reacción. Lo importante no es la acción. La acción apostólica está muy bien pero es más
importante la reacción apostólica que tenemos ante los avatares del vivir. Esto es lo que da la
medida del cristianismo nuestro y de nuestra personalidad: el aceptar el hombre y la mujer lo
más grande que tienen, que es la reacción ante la imposibilidad - cuando hay una
imposibilidad como reacciona aquella persona. Reaccionará dando patadas a la pared o
queriendo traspasar la voluntad de Dios a fuerza de dar cabezazos, entonces no ha encajado
la realidad. La manera de encajar la realidad cuando a uno le dicen que su idea no vale la
pena tenerla en consideración y él cree que tiene toda la razón y la acepta, y se va diciendo “
no, yo todavía insisto que esto nos puede llevar a una solución más aceptable del problema”.
La gente que se hace oír porque no hay que decir Amén a todo. Yo creo que la Iglesia necesita
(yo no puedo vaticinar aquí lo que necesita la Iglesia) pero yo creo que los cristianos que
queremos ser Iglesia necesitamos tener un espíritu crítico. Ya ha pasado el tiempo de decir
Amén. No le hacemos ningún favor al Señor cuando le decimos Amén a todo, no. Amén al
Evangelio, que quiere decir amén al que lo cumple, o amén a procurar cumplirlo. Esto me
parece bien pero decir amén a seguir según qué iniciativas y seguir según qué disparates, esto
no es precisamente la prueba de ser cristiano. Yo creo que la Iglesia y el mundo necesitan
personas que sepan criticar pero no criticar de una manera salvaje, criticar por criticar; si no
saber si las cosas se alejan del Evangelio o si están más o menos en la mera mata del
Evangelio. Esto es lo que necesita saber la gente y nosotros no es que tengamos que erigirnos
en informadores de la gente porque somos cristianos y somos un poco más cristianos que los
demás. No, cristianos que estamos al servicio del cristianismo, que están demostrando los
demás y esto es nuestro papel en la cristiandad, nuestro papel en la comunidad y nuestro
papel en el mundo; saber criticar las cosas que no están conformes con el Evangelio y tener el
espíritu para aceptar si no se acepta ésta iniciativa nuestra, y saber comprender hasta la
misma incomprensión, porque hemos de tratar de comprender a la gente porque todo el
mundo tiene una motivación y a veces la desconocemos. A veces parece que no nos interesa.
Por ejemplo cuando decimos “éste se ha portado de esta manera, ¿pero qué razones tenía
para comportarse de ésta manera? ¿O qué motivos?” Porque todo el mundo se cree ser
razonable. Y se cree ser normal. A mí me choca bastante, y he tenido que aguantarlo muchas
veces con la paciencia que me ha dado el Señor en ese momento. El que uno se ría con el otro
y diga que esto es normal, es que se comporta de una manera que no es normal. Y todo el
mundo quiere ser normal. ¿Y qué es la normalidad? Yo creo que en África ir en taparrabos
porque hace mucho calor, y en Europa es ir vestidos porque también hace calor pero no se nos
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ocurre ir en taparrabos. Esto será en la piscina si acaso y que es lo normal, pues en la piscina
hay que ir con bañador. Y para irse a pasear, ir vestidos como se visten las personas, pues
esto es lo que diría que es el criterio, saber en cada momento lo que hay que hacer, porque se
está queriendo a Dios y a las mujeres de Dios y entonces esté en el punto de mira de cosas
muy buenas. Y si tiene esto que es la admiración de los Santos, que es una dimensión visible
del Dogma de la comunión de los Santos. Todos somos hermanos, todos vamos hablando de
una misma verdad, y Cristo está en todos. Está completo o está a veces mutilado porque
tenemos el mal gusto de mutilarlo y de presentarlo de cualquier manera, hecho pedazos; y
servirlo en bandeja pero hecho pedazos, no completo, y el Cristo completo que era no es cómo
nos lo han definido.
El Padre Bartolomé esta mañana, cuando nos ha hecho la meditación...Cristo tenía cada cosa.
Aquello que recordábamos esta mañana que Cristo hizo ademán de pasar delante... ¡Qué
educado era el Señor y que valiente cuando fueron allí a prenderlo! Y dijo, “Dejad ir a estos, y
qué debía tener porque subyuga y ha subyugado siempre durante la historia.
Las personas más importantes de la historia casi me atrevo a decir que si han sido
importantes ha sido porque han admitido que el Señor les ha subyugado. El Señor les ha
seducido, el Señor les ha enamorado. Y esto es lo bonito, y es lo bueno: encontrar personas
en el mundo que están enamoradas de Cristo y que están dispuestas por Cristo a hacer
cualquier cosa con simplicidad. No aquello de “yo hago, yo no hago”. Es una actitud que uno
no puede decir “yo soy humilde, yo soy muy....” No, no, no... lo han de decir los demás si a
caso. Y no decir que os parece bien...no, no, no. Esto lo van a decir los demás. Tú lo que
tienes que hacer es callarte y escuchar a los demás. Saber escuchar. Los cristianos tenemos
la norma de dar normas y, claro, esto es una pena porque en lugar de dar criterio cristiano a
veces damos normas y somos tan normales. Pero hemos tomado la normalidad de las normas
y cumplimos las normas. Yo creo que lo que hay que cumplir el criterio, el criterio cristiano que
tiene que circular en el mundo: con simplicidad, porque tenemos el motivo de enseñar a los
demás que la cosa es simple. No es complicada. El cristianismo es una cosa que decimos que
es fácil, no es fácil pero es simple. No es inmediata, pero es posible. Y claro, es posible pero no
inmediato. Esto lo hemos de saber pero tener criterio cristiano, no el criterio de lo inmediato,
una santa desvergüenza, para que todo se haga ¡YA!, A Cristo no le hemos de decir “esto, YA”.
Tenemos que decirnos el YA para nosotros. Se trata de dejar de hacer el tonto YA, para que
Cristo pueda aterrizar y tener fe, esperanza y caridad, porque sino no somos cristianos. Esto
hay que decírnoslo primero a nosotros y después a los demás y saber perdonar que es muy
difícil. Y esto de la culpa a cada uno, queremos echar la culpa a los demás.
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Se cuenta en Palma que había una casa noble de los Marqueses de LaTorre, que es aquel
edificio que está junto al Palacio Episcopal, que tenía mucho servicio en esta casa tan
importante. Tenían un criado para darle la culpa de todas las cosas malas que sucedía. Le
pagaban por ello mil pesetas cada mes que en aquel entonces hace muchos años era
muchísimo. Simplemente por darle la culpa, cuando sucedía algo malo todo el mundo sabía
quién tenía la culpa.
A mí me sucedió una vez que yo no comprendía eso de que llenaran los buzones con
propaganda, pero una vez conocí a una chica muy simpática, por cierto, que estaba metiendo
en los buzones propaganda. Y me dijo, “Perdóneme pero yo quiero poner propaganda en cada
buzón porque después pasa el Inspector y nos paga según si la propaganda ha ido a parar al
suelo, debajo de la puerta o dentro de cada buzón”. Y a mí no se me había ocurrido aquello. Yo
pensé, “desde ahora tendré mucho más respeto porque hay los lugares donde dice que no se
admite la propaganda. Bueno, hay gente que se gana su dinero y su manutención en comer, a
lo mejor malamente pero en comer, cada día haciendo esta propaganda. Pero yo no pensaba
esto. Una vez que yo esperaba una carta que tenía que venirme sin falta y me puse nervioso,
porque yo cuando me pongo nervioso soy insufrible para mí mismo, y resulta que la carta se
había escondido entre la propaganda. Y yo cuando encuentro la carta, echo la propaganda al
contenedor pero con la rabia echo también las llaves en el contenedor. Y se llevaron el
contenedor porque yo me di cuenta después. ¡A mí me hubiera gustado tanto poder dar la
culpa a alguien! Y cuesta esto de la culpa. Y yo pensé lo que hubiese pagado para poder dar la
culpa a alguien, como los marqueses. Y es que la culpa es fea, y nosotros a veces damos la
culpa al ambiente. Que va... el ambiente no tiene culpa de nada. Lo que tiene la culpa es que
no entramos en el meollo de lo evangélico porque el Evangelio tiene a veces una cáscara muy
dura. Pero hay que quitar la cáscara y entonces encontramos la dulzura del Evangelio porque
el Señor dice aquello de que “Mi yugo es suave, y mi carga ligera” pero para eso hay que
meterse la carga encima de los hombros, pero bien puesta. Hay una manera: quitarle la
cáscara a lo malo que pueda haber, que es malo de roer, y entonces viene la cosa buena.
Hemos de aprender a bautizarla la realidad, hacerla cristiana si la aceptamos. Esto de pedir
perdón cuando hacemos alguna trastada es elegante, es bueno encontrar personas educadas
porque todo el mundo quiere tener buen gusto y el Señor sí que tiene buen gusto con aquello
de hacer ademán de pasar adelante y nosotros que no tenemos ademán de hacer pasar
adelante, hacemos ademán de querer pasar adelante nosotros: delante de los demás. Y claro,
ser mejor es algo maravilloso porque hemos de procurar no aquello de ser perfectos como el
Padre Celestial sino ser compasivos como el Padre celestial. Nada de perfectos porque hay
que ver cuando la Biblia se traduce en arameo, aquello que ha traducido CHEQUEL del
arameo, que dice “Paz a los hombres de buena voluntad.” Y los cristianos de siempre decían
“qué bueno, yo tengo buena voluntad. Por lo tanto, paz en mí y paz en los demás, paz en mi
casa porque todos somos muy buenos, y somos felices y comemos perdices” pero traducido al
arameo quiere decir otra cosa. Ahora dicen “Paz a los hombres que aman al Señor” pero la
traducción más exacta es “Paz a los hombres que tanto ama el Señor y ama a los que nos
fastidian, ama a los que se ríen de nosotros y ama a los que se burlan y a los que se
compadecen con una risita. Dios también los ama y no piensa : qué mal gusto tiene de amar a
estas personas”. Si, si, el Señor dio la sangre por cada uno de nosotros, como la dio por ellos.
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Y esto hace falta saberlo en nuestro trato, no en el trato a Cursillos en donde nos desvivimos
por los demás. No solamente en la Ultreya sino en la vida pues no pasamos la vida en la
Ultreya, sino pasamos la vida en la vida. Hemos de aprender a ser cristianos cada día. Hay
que ser cristianos de cada momento. Hay que momentalizar el Evangelio para vivirlo en cada
momento. Nos hemos de inventar palabras nuevas para que Cristo esté contento de nosotros
porque nosotros hemos comprendido este amor que nos tiene. Hemos de comunicarlo a los
demás. Esto es el Cursillo. Ya podemos hablar de norma y de criterio pero sino comprendemos
que el Señor se goza de estar entre los hijos de los hombres...y esto es lo que hemos de
comprender. Yo creo que a veces pensamos que hemos de alegrar a las personas pero es que
también hemos de alegrar a la persona de Cristo que está entre nosotros, esperando ver si se
puede alegrar con nuestra vida.
Yo imagino que Cristo debe estar siempre con la mano así, diciendo a ver qué va a hacer
aquel. ¿Hará el ofrecimiento de obras? Puede hacerlo, le sobra tiempo. Ahora tomará su
coche, si se acordara un minuto de mí, yo estaría muy contento. Y el Señor debe decir: “No, no.
Ha ido a su trabajo y no se ha acordado de mí. Hoy tenía mucho trabajo y se habrá acordado
por la noche de hacer el examen. No, tampoco se habrá acordado. Y Cristo piensa: “Yo que di
la sangre por él, vaya.” Y Cristo no pierde el tiempo. Y nos manda gracias actuales, y no
hacemos ni caso. Y esta es la pena. Y en un Cursillo, hemos oído hablar de gracia actual y de
gracia habitual. Pero en aquel momento la vida es la vida y le decimos a Cristo. “Mira, retírate.
No estorbes.” Porque hoy tiene mucho trabajo, y si uno supiera parar y rezar para hacer una
invocación al Espíritu Santo, el trabajo le saldría mejor y no se enfadaría. Y tendría esta
capacidad de aguante que todos tendríamos que tener. Y la tendríamos y nuestra piedad sería
Cristocéntrica, como decíamos de la mentalidad de Cursillos. Tendríamos sentido del humor.
Muñoz Seca escribió muchas cosas que en aquel entonces, en la guerra, le llevaron al
paredón, y lo mataron. Y el hombre antes de que lo mataran decía “Todo me lo habéis quitado.
Me habéis quitado la casa, la librería que tenía, Me lo habéis quitado todo pero este susto que
llevo ahora, no me lo quitáis.” Esto es morir con el humor puesto donde tiene que estar. Este
señor tenía un sentido del humor fantástico. Si no lo tenemos porque Dios no nos lo ha dado,
siempre tendremos la capacidad pero: cuidado con esto de la imitación.
Un señor cuidaba un trozo de campo y logró un rábano de un metro y medio. Y su amo estuvo
tan contento que le dio diez mil pesetas. Y otro que cuidaba cerditos, le preparó un cerdito
pero el amo vio que era mentira. Que quería imitar al del rábano. Y para pagarle, le dio el
rábano por el cual el amo había pagado diez mil pesetas diciéndole: “Pues, en premio, toma
este rábano que me ha costado diez mil pesetas.” Podemos decir “bienaventurados nuestros
imitadores porque de ellos serán nuestros defectos”. Se trata de tener criterio y adentrarnos
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en aquel criterio cristiano. Procuremos ser cristianos y no hacer cristianadas. No tomar las
normas por el criterio ni el criterio por las normas.
Una vez me pasó una cosa estando en un Cursillo al cual yo fui de dirigente a Ciudad Real y es
que dos cursillistas llegaron tarde por había habido un accidente y estuvieron ayudando hasta
que se llevaron los heridos, y al llegar al Cursillo el rector quería dejarlos para el próximo
cursillo. A mí esto no me pareció bien pues lo importante era la caridad que habían tenido pero
el rector decía “No, no, no. Las normas son las normas y el criterio es el criterio.” Yo me enfadé
y al final se quedaron. Yo me metí en su habitación y les hice el rollo primero y el segundo.
Gracias a Dios se puso en marcha el criterio, no el criterio que tenía yo sino el criterio que tenía
Cristo. Cristo es muy comprensivo y si habían llegado tarde no era por ir de copas sino por
ayudar.
El Evangelio tiene que emplearse con mucha caridad. Yo a veces me acobardo porque he
tenido que pasar por lugares estrechos. No me las doy de mártir. Ha valido la pena. No voy de
víctima. He tenido un gozo fenomenal por ser testigo de la primera hora, de haber visto tantas
cosas cuando ha habido criterio.
En Méjico estábamos con Francisco Suárez en un Cursillo. El cardenal Garibí que ya murió vino
a esta clausura y contaron un chiste y a este señor le gustó tanto el chiste que dice que llaman
a una casa pidiendo una limosna, diciendo que son Hermanitas de San José. Y el que les abre
la puerta dice: pues para ser Hermanitas de San José se conservan muy bien. Al Cardenal le
hizo mucha gracia. En esta clausura se levantó un individuo para hablar. Y todo el mundo se
puso a aplaudir muy fuerte. Y yo pensé: “¿quién debe ser este individuo?” Y él dijo: “No sé
porque aplaudís tanto. Yo soy un asesino. He estado 17 años en la cárcel. Y al salir de la
cárcel, me invitó un amigo a ir a un Cursillo y cuando terminó el Cursillo me fui al Sagrario a
pedirle al Señor y decirle que puede hacer un asesino que se llena de Cristo. Había dado
muerte a tres personas y el Señor le inspiró para que fuera a casa de las familias de las tres
viudas de los tres hombres que había matado. La primera viuda le perdonó diciendo que el
Señor le había ayudado mucho y por eso ella quería perdonarlo, y que sus hijos también lo
perdonaban. Y se quedó a desayunar con ellos. Aquel hombre no podía salir de su asombro.
Fue a la segunda viuda. No fue recibido tan bien como la primera pero le perdonaron. Fue a la
tercera. Sabía que esta señora iba a ser dura pero él se pensó que si todos los que aplaudían
en la clausura con fe rezaban, estaba seguro que le iban a perdonar. Y dijo “De colores” y se
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sentó. Para uno, haber vivido esto es quedarse marcado. El Evangelio dice que lo que no es
posible a los hombres, le es posible a Dios.
Yo vi a un matrimonio que se pegaban y lo veían dos niños pequeños. Yo pensé “esto no tiene
arreglo” pero después de muchos años rezando con mucha gente que hacía oración, se
arregló. El Señor lo arregló. Y para celebrarlo hicieron una paella. Y éramos sólo 4 o 5 y la
pareja. Este señor en una reunión de grupo dijo “momento en que te has sentido más cerca de
Dios”, y él dijo: “comiendo una paella”.
Y otro salta y dice “Esto no es un momento”. Yo le hubiera soltado dos bofetadas. Y le dije
“Qué sabes tú.” Fue muy poco cristiano. Pues aquel hombre lloraba de alegría.
Yo creo que los cristianos tenemos que aprender a llorar de alegría porque vale la pena saber
llorar, reír y estar con los demás. Y estar con el sentido del humor, que es lo bonito.
Contaba una chica que había sido , su onomástica, en aquel tiempo celebrábamos la
onomástica sobretodo si era cosa de mujeres para que no les preguntaran y este año cuantos,
porque era una falta de urbanidad, hoy no se dice cuantos pero se conmemora el cumpleaños
y esta mujer contaba que una vecina suya chiquita, pequeña había gastado todo el dinero que
tenia el día del padre o el día de la madre y ya no le quedaba dinero y se fue a un jardín
publico y robó una rosa y le dijo mira he ido a un jardín publico y he robado una rosa porque no
tengo dinero, pero estoy segura que Dios me perdona, aquí tienes esta rosa no tengo otra cosa
y una de la tertulia le decía a esta mujer: y tu llorabas y ¿de que llorabas? y la señora le dijo de
alegría, de ternura, porque aquella chica lo hacia con tanto cariño, y la otra replicó, ¿ y tu lloras
de alegría?, yo siempre he llorado de rabia, y yo pensé vaya, vaya cosa solo había llorado de
rabia, yo pensé aquello que os dije: no hay abismo sin fondo de unas entrañas vacías, por
favor, llorar solamente de rabia, bueno yo ahora he hablado de esta manera y aquel día con lo
del buzón y las llaves casi lloré de rabia, pero no se llorar de rabia solamente de rabia ,yo creo
que los cristianos hemos de aprender a llorar de alegría y a emocionarnos porque vale la pena
, no vamos a emocionar a los demás pero saber estar con los demás , con sentido del humor,
que no viene de la imitación de nadie sino que le sale a uno del alma y esto es lo bonito. Yo os
contaría que tuvimos que padecer el corsé de las normas de un señor que arrancó de Roma
unos estatutos que ha petrificado los cursillos porque con la norma esta de que las cosas se
tienen que hacer de esta manera han petrificado las ideas fundamentales, quedaron fijas y las
ideas fundamentales son un armazón de normas para llegar muchísimo más lejos, yo no estoy
reñido con las ideas fundamentales pero cuando hay algún articulo que dice mentiras, si, y lo
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hice saber antes de aprobarlas, esto es mentira y porque lo dije, en el momento oportuno, lo
digo también ahora, esto era mentira y era un apartado que decía que los años 40 había unos
sacerdotes y unos seglares que se reunían con el obispo y se reunieron y se reunieron y de
aquellas reuniones salieron los cursillos de cristiandad, esto es mentira y esto es lo que se
comunicó a Roma en aquel tiempo, no en el estatuto sino que lo comunico con un escrito y no
y claro cuando estuvo el cardenal Pironio en un cursillo de cursillos en unas convivencias en la
4º asamblea de dirigentes y nos aconsejo pidiéramos la anexión a Roma ,de manera que fue a
Roma a por todas pero complicando a todos ,hizo un viaje por todo el mundo para que pagaran
los cursillistas de a pie, vendiéndoles llaveros para conseguir de Roma a fuerza de
martingalas, lo digo sin odio, esto es la verdad , lo sabe muy bien Arsenio y muy bien Miguel
Sureda y Jaime Galmés que estuvo presente y bueno a fuerza de martingalas, consiguió de
Roma que aprobaran los estatutos de cursillos pero a fuerza de decir mentiras, yo ya le he
perdonado, yo no me enfadé, me costó bastante no enfadarme, le hubiera dado de bofetadas,
hasta puntapiés, pero conseguí hasta sonreír ,y tratarlo con cierto sentido del humor y me
preguntareis porqué , porqué yo a veces he estrechado la mano de alguno que me dice mira yo
rezo por ti y yo me lo he creído y yo apoyado en aquellas gentes que han rezado alguna vez por
mi yo no puedo traicionar a aquella gente que ha rezado por mi y si han rezado por mi, tengo
que hacer lo posible para que el señor haga lo imposible y a veces cuesta perdonar pero los
perdono de todo corazón, la martingala ¡que vamos ha hacer ¡ este señor es un entusiasta de
las normas y ha encorsetado el movimiento de cursillos y hay que pedirle permiso casi para
respirar exagerando un poco la cosa , pero bien que vanos ha hacer, no hemos de perder el
sentido del humor.
Perdonarme una vez más haberme extendido tanto y que yo, mientras no termine la cuerda, la
cuerda esta a vuestra disposición, pero es una falta de caridad tantos rollos, yo protesto no por
mi, sino por vosotros porque no hay derecho.
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