Revista Wanceulen E.F. Digital. Número 6.

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WANCEULEN E.F. DIGITAL
Número 6 – Enero 2010
EL ALUMNADO COMO CONSTRUCTOR DE
SU PROPIO APRENDIZAJE EN EL
ÁREA DE EDUCACIÓN FÍSICA
Antonio Gómez Rijo
Maestro y licenciado en CC. De la Actividad Física y del Deporte,
CEIP Julián Zafra Moreno (España) [email protected]
El alumnado como constructor de su propio aprendizaje en el Área de E.F.
Antonio Gómez Rijo
RESUMEN
El presente trabajo tiene por objetivo dilucidar el papel activo y
constructivo del alumnado en su proceso de aprendizaje. A pesar de la
extensa bibliografía sobre el tema, la realidad demuestra que el
docente sigue basando su intervención didáctica en un modelo técnico
donde el discente ocupa un papel pasivo (simplemente ejecuta las
tareas propuestas por su profesor). Este trabajo se sitúa en el marco de
la pedagogía de la Educación Física y se dilucida cuál debe ser la visión
constructivista del área, así como una intervención docente coherente
con este enfoque. Se recogen, a modo de orientación, algunos
principios que deberían dirigir dicha intervención.
PALABRAS CLAVE: constructivismo, aprendizaje, intervención docente,
Educación Física.
ABSTRACT
The present work aims to elucidate the active and constructive
role of students in their learning process. Despite the extensive literature
on the subject, the reality is that the teacher continues to base its
educational intervention in a technical model where the learner takes a
passive role (just executes the tasks proposed by his teacher). This work
forms part of the teaching of Physical Education and is decided what
should be the constructivist view of the area, and an instructional
intervention consistent with this approach. Are collected by way of
guidance, some principles that should guide such intervention.
KEY WORDS: constructivism, learning, teacher intervention, Physical
Education.
INTRODUCCIÓN
Tal y como plantea el constructivismo, teoría epistemológica en la que se basan
las dos últimas leyes españolas: LOGSE (1990) y LOE (2006), el alumno es el
verdadero protagonista de su aprendizaje, teniendo éste un papel activo en el que no
sólo reproduce los contenidos facilitados por el docente sino que, además, es el
constructor y productor de sus propios conocimientos. Los orígenes de esta teoría los
hallamos en los planteamientos de Vico, Kant, Marx y Darwin. Sin embargo, puede
considerarse la teoría de Piaget como el punto de partida del constructivismo
contemporáneo (Delval, 1997).
Existe, en el marco de las comunidades científicas, una cierta discrepancia sobre
si el constructivismo debería considerarse una teoría o no. Algunos autores sostienen
que no debería hablarse de una teoría constructivista sino de perspectivas
constructivistas (Coll, 1997; Cubero, 2005).
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El alumnado como constructor de su propio aprendizaje en el Área de E.F.
Antonio Gómez Rijo
Esta perspectiva del alumnado constructor de sus propios aprendizajes, que ya
había sido planteado en la teoría genética de Piaget, la teoría del aprendizaje verbal
significativo de Ausubel y la teoría sociocultural de Vygostky, no ha sido tan
explícitamente asumida como parece a priori. La visión técnica del profesor eficaz ha
soslayado en no pocas ocasiones esta circunstancia, dejando de lado el papel
protagonista del alumno para ser asumido por el propio docente. Este paradigma,
basado en un enfoque tradicional de la enseñanza, es antagónico al papel del
alumnado como constructor de sus propios aprendizajes puesto que el rol que se le
asume a éste último es totalmente pasivo y repite las respuestas que le son facilitadas
por el docente, quien conoce y domina a la perfección su área y ejerce el control de la
conducta del discente por la autoridad que le confiere dicho conocimiento y dominio
(Contreras, De la Torre y Velázquez, 2001). Esta forma de concebir la enseñanza, ya
obsoleta, debe ser superada por las concepciones constructivistas que han
desarrollado algunos autores, y que veremos más adelante. Y bajo esta óptica se
plantea este trabajo: ¿por qué se sigue enseñando de forma directiva cuando el
planteamiento constructivista es antagónico a esta concepción? Pasemos a estudiarlo.
EL ALUMNADO CONSTRUYE SU PROPIO CONOCIMIENTO
Y… AUTONOMÍA
Autonomía y constructivismo son dos constructos que no pueden entenderse el
uno sin el otro. De hecho, las últimas leyes educativas españolas (LOE, 2006; LOGSE,
1990) han hecho hincapié en la importancia de la autonomía como uno de las
finalidades de cualquier sistema educativo. De tal manera que, cuando el educando es
autónomo para trabajar y toma decisiones de manera consecuente, está valorando la
situación en la que se encuentra, midiendo los pros y los contras, y buscando la
solución más adecuada al planteamiento del problema que se le ofrece. En esta
búsqueda autónoma el alumno elabora estrategias de intervención y de actuación
individual en cuanto que intenta adaptar (o modificar si así lo requiere) sus esquemas
de conocimiento a la situación (construcción individual del conocimiento). Pero, a su
vez, tiene que adecuarse a la situación con sus compañeros y su profesor, que le
ofrecerán su ayuda (o no) pero que inevitablemente tendrán que interactuar entre ellos
(construcción social del conocimiento). Esta actividad es precisamente una de las
principales potencialidades de la construcción del conocimiento. Como se comentó
anteriormente, la visión técnica del profesor eficaz en no pocas ocasiones ha
desconfiado el papel activo del alumno que construye su conocimiento, en aras de un
mayor aprendizaje (bien desde un punto de vista cualitativo como cuantitativo), tiempo
de práctica o compromiso motor y comportamiento y orden de las clases. Sin
embargo, en cuanto facilitamos las condiciones para que el alumno tome sus propias
decisiones estamos alimentando su papel activo (desde el punto de vista
constructivista) lo que fomentará un aprendizaje más significativo. De hecho, para
Zabala (1993), la concepción constructivista concibe “la enseñanza como un proceso
de construcción compartida de significados orientados a la autonomía del alumno, y
que no oponen la autonomía –como resultado de un proceso- con la necesaria ayuda
que dicho proceso exige” (p. 152).
Ausubel (cit. por Cubero, 2005) establece dos categorías que vienen a ser un
continuum en el aprendizaje: la dimensión aprendizaje por recepción-descubrimiento y
la dimensión aprendizaje repetitivo-significativo. Una construcción compartida de
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significados sería más coherente con el aprendizaje por descubrimiento, en el que el
alumno no es sólo un sujeto pasivo que recibe toda la información dada por el profesor
sino que tiene que elaborar estrategias de búsqueda de información y aplicación de
procedimientos elaborados por él mismo. También un acceso al conocimiento
compartido estaría más en la línea del aprendizaje significativo en el que el alumno no
se limita a repetir lo que le demanda el profesor sino que elabora relaciones y busca
significados a los nuevos contenidos a los que tiene acceso. Aunque Ausubel y sus
colaboradores no compartieran esta perspectiva, siendo más partidarios de una
intervención docente expositiva y tradicional. Postura que, por motivos obvios, no
compartimos.
La exposición verbal es en realidad la manera más eficiente de enseñar la materia de
estudio y produce conocimientos más sólidos y menos triviales que cuando los alumnos
son sus propios pedagogos (Ausubel, Novak y Hanesian, 1983, p. 114).
CONCEPCIÓN CONSTRUCTIVISTA DEL PROCESO DE
ENSEÑANZA-APRENDIZAJE EN EDUCACIÓN FÍSICA
Esta teoría, el constructivismo, nos va a facilitar la comprensión ontológica del
alumnado. Sin embargo, no es objeto de este trabajo utilizar la teoría psicológica como
base pragmática y dogmática de la teoría y práctica educativa. En este trabajo, el
objetivo es avanzar hacia una explicación constructivista genuina de los procesos
escolares de enseñanza-aprendizaje en el área de Educación Física y no realizar una
simple aplicación al ámbito educativo de una teoría constructivista del desarrollo y del
aprendizaje (Coll, 1997).
La visión reduccionista de la epistemología educativa que consiste en aplicar
una teoría psicológica para fundamentar planteamientos de la teoría y práctica
educativa no permite satisfacer la explicación de la naturaleza del alumno como
constructor de su propio aprendizaje en el contexto de la educación escolar. Por el
contrario, la concepción constructivista del proceso de enseñanza-aprendizaje en
Educación Física que se pretende exponer aquí parte de la toma en consideración de
la naturaleza y funciones de la educación escolar y de las características propias y
específicas de las actividades escolares de enseñanza-aprendizaje (Coll, 1997) y que
no es otra que suponer que la escuela es promotora o facilitadora del desarrollo
personal y social y que el alumno, a través de actividades que se lo permitan, es el
actor principal en la medida en que va asumiendo, progresivamente,
responsabilidades en las tomas de decisiones en las que el profesor le va dejando
participar.
La naturaleza social del aprendizaje es una de las principales características del
constructivismo, pero también lo es de la Educación Física. Esta naturaleza social
tiene dos implicaciones: por un lado, la importancia del contexto y del medio en el
aprendizaje del alumno; por otro lado, cuántas más intensas sean la interacciones de
los alumnos más fácilmente el aprendizaje resultará duradero y eficaz (García, 2006).
En Educación Física, los alumnos no actúan solos. Y es que el patio se constituye en
un excelente medio en el que los alumnos interactúan con las condiciones físicas
(infraestructuras), el contenido, el material y los compañeros o el profesor. En este
espacio de interacción los alumnos deben aprender a convivir y a manejarse
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socialmente, intentando entenderse con sus compañeros y con el profesor. Esta es la
verdadera naturaleza social del aprendizaje en Educación Física.
En cualquier caso, se trata de hacer partícipe al alumno dentro del proceso
investigador de su propio conocimiento. El alumno se convierte en un indagador de su
propia práctica, se vuelve reflexivo y crítico, y actúa en consecuencia. Sin embargo, no
podemos pensar que la construcción del conocimiento se realice de forma individual y
unidireccional por parte del alumno. En este sentido, para Flecha (2004) la
reconstrucción activa y progresiva del conocimiento se articula por procesos de
interacción con el medio sociocultural y con las personas que lo integran, por lo que el
aprendizaje se construye por la relación que se da con uno mismo, con el entorno o
con los demás. En esta interacción social, el maestro juega un papel condicionante,
pero no determinante. En esta dirección, debemos destacar que el maestro no enseña,
sino facilita las condiciones para que se produzca el aprendizaje. De hecho, suponer
que el maestro es el que enseña es una posición que va en contra de la teoría
constructivista (Delval, 1997). Pero, ¿cómo sabremos que estamos que estamos
facilitando un aprendizaje significativo? De acuerdo con Yus (1996, p. 53) un
aprendizaje significativo:
Se verifica por implicación activa y personal del sujeto. El alumno tiene que ser
protagonista de su propio aprendizaje, incorporándose en una dinámica activa que parta
del planteamiento de problemas, emita conjeturas e hipótesis, busque información,
organice su propia tarea, colabore con los demás en la solución de problemas, aprenda a
aprender y sea capaz de autoevaluar su propio trabajo. Participar organizando, tomando
decisiones, valorando, buscando información, analizándola, contrastándola.
Por lo tanto, la construcción del conocimiento será el resultado de la interacción
entre la construcción individual (planteado por la teoría piagetiana) y la construcción
social del conocimiento (teoría vygotskiana) que realiza el alumnado de las formas y
saberes culturales que son facilitadas por el profesor, es decir, el acceso a la
construcción de significados compartidos.
INTERACCIÓ
INTERACCIÓN
CON EL
MEDIO
INTERACCIÓ
INTERACCIÓN
CON LOS
DEMÁ
DEMÁS
CONSTRUCCIÓ
CONSTRUCCIÓN
SIGNIFICATIVA
DEL
CONOCIMIENTO
INTERACCIÓ
INTERACCIÓN
CONSIGO
MISMO
Figura 1: El papel de la interacción en la construcción significativa del conocimiento.
En el ámbito de la Educación Física, el papel protagonista de los alumnos que
elaboran su propio conocimiento los convierte en “sujetos activos que construyen los
significados en su interacción continua con el medio que le rodea” (Sicilia, 2001, p.
126) y, no lo olvidemos, consigo mismo y con los demás. Cecchini (1996) y Contreras,
De la Torre y Velázquez (2001) apuntan que deber ser la acción motriz desde la que
se genere el proceso educativo de autoconstrucción y autorregulación de los
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aprendizajes y fomente este papel de “sujetos activos”. Evidentemente, desde la
especificidad que confiere la motricidad a nuestra área debemos ser consciente de
provocar una intervención docente donde el cuerpo y el movimiento sean las bases
pedagógicas que movilicen el aprendizaje del alumnado en todos sus sentidos
(cognitivo, motor y moral).
Por tanto, un enfoque constructivista de la Educación Física debe partir de las
necesidades, intereses y conocimientos previos del alumno. Tiene que vislumbrar la
importancia de que éste comprenda la naturaleza, las características y los objetivos de
la actividades que realizan, para que puedan darle sentido y significado a las mismas
(Contreras, De la Torre y Velázquez, 2001). El discente debe saber en todo momento
qué es lo hace, por qué y para qué lo hace y el profesorado ha de facilitar las
condiciones para que se dé esta situación. Pudiendo tomar el alumnado decisiones
respecto al cómo hacerlo, con quién hacerlo, durante cuánto tiempo, etc. que le van a
facilitar una adquisición progresiva de su autonomía en su proceso de aprendizaje.
Además, este enfoque constructivista en Educación Física debe considerar el proceso
de enseñanza-aprendizaje como un triángulo interactivo (Coll, 1997) en el que se
relacionan mutuamente profesorado, alumnado y contenido. En mi opinión, y dada la
idiosincrasia de nuestro área, esta interacción no debe supeditarse sólo al contenido
sino que debe ampliarse al medio, entendido éste como el conjunto de agentes
mediadores del proceso de enseñanza-aprendizaje como espacios, materiales y
contenidos. Ya que en la interacción didáctica que se da en el patio, tan importante
como lo que se da (contenido), es con qué se da (recursos didácticos, materiales
curriculares) y dónde (infraestructuras o espacios). Este enfoque, asimismo, debe
considerar algunas cuestiones didácticas como hacer trabajar al alumnado en la zona
de desarrollo próximo, dejar para los compañeros o el profesor el papel de andamiaje,
y ofrecer un ajuste continuado de la ayuda.
Así pues, una concepción constructivista del proceso de enseñanza-aprendizaje
que apoye la tesis del alumnado activador de su conocimiento en Educación Física
debe partir de la explicitación de la naturaleza y función de la Educación Física escolar
e integrar la visión de la construcción del conocimiento en la escuela.
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El alumnado como constructor de su propio aprendizaje en el Área de E.F.
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Educació
Educación Fí
Física escolar
1. Naturaleza social de la Educació
Educación Fí
Física escolar.
2. Funció
Función facilitadora del desarrollo personal y social.
3. Actividad autó
autónoma y constructiva (social e individual) del alumnado.
4. Papel mediador del profesorado para la construcció
construcción significativa del conocimiento.
INTERACCIÓ
INTERACCIÓN
CON EL
MEDIO
INTERACCIÓ
INTERACCIÓN
CON LOS
DEMÁ
DEMÁS
CONSTRUCCIÓ
CONSTRUCCIÓN
SIGNIFICATIVA
DEL
CONOCIMIENTO
INTERACCIÓ
INTERACCIÓN
CONSIGO
MISMO
Figura 2: Estructura jerárquica de la concepción constructivista de una Educación Física escolar.
INTERVENCIÓN DOCENTE EN EDUCACIÓN FÍSICA DESDE
UN PUNTO DE VISTA CONSTRUCTIVISTA
Partiendo de que el elemento esencial del proceso enseñanza-aprendizaje es la
interacción docente-discente, conviene tener en consideración, además, algunos de
los elementos básicos que también intervienen en dicha interacción como el contexto y
el currículo (oficial y práctico). En este apartado nos centraremos casi exclusivamente
en un elemento de éste último, las orientaciones metodológicas. En otras palabras, por
dónde debería discurrir una intervención docente basada en el constructivismo en
Educación Física. Obviamente, la propia connotación de proceso interactivo y
sistémico de la práctica docente obliga a hacer referencias a otros procesos
didácticos. Sin embargo, se tratará de centrar el discurso, en la medida de lo posible,
en la intervención docente.
¿Por dónde debe discurrir la intervención docente en educación física?
Desde la Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo Español
(LOGSE) en el año 1990, se ha reivindicado un cambio ideológico en la intervención
docente, promulgada principalmente según los principios constructivistas, mediante los
cuales el alumno toma un papel activo y protagonista de su propio aprendizaje
mientras que el profesor, desde su acción, se compromete a guiar al alumno en ese
discurrir cognitivo hacia su desarrollo personal y social. Pero la realidad es bien
distinta. Desde aquel entonces, pocos han sido los esfuerzos por promover una
intervención docente encaminada en esta dirección. La observación del día a día de
cualquier docente, así como la cantidad de manuales y publicaciones con un extenso
“recetario” de cómo enseñar eficazmente nos hacen reflexionar sobre el verdadero
papel del educador como mediador del aprendizaje. ¿Es que seguimos anquilosados
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en la pedagogía tradicional de “ordeno y mando”? A continuación, analizaremos los
modelos pedagógicos y sus respectivas concreciones en alternativas metodológicas
más específicas.
A nivel metodológico podemos establecer que la decisión que tomemos no
consiste sólo en elegir la estrategia o la forma de trabajo, ni de qué manera los
alumnos van a llevar a cabo el proceso de aprendizaje, sino que implica además tener
en cuenta el clima que se respira en la clase y las relaciones que se van a establecer
en el desarrollo de las sesiones. Consecuentemente, la metodología que se aplique ha
de estar acorde con el contexto y los alumnos con los que vamos a trabajar ya que, de
esta manera, se contribuirá a que el ambiente de clase y los aprendizajes mejoren
considerablemente. Nuestro postulado es abogar por un modelo didáctico horizontal
que destaque el valor de la construcción del conocimiento y el papel activo del
discente como estrategia favorecedora de su desarrollo personal y social.
A continuación se presenta un cuadro resumen donde se exponen las
principales diferencias y, como consecuencia de éstas, por qué el modelo horizontal es
el más adecuado para nuestro objeto de estudio; no sólo porque se trate de una
cuestión metodológica o epistemológica, sino principalmente, porque es una razón
ideológica.
Educador
Alumnado
Relación educadoralumnado
Rol protagonista
Antropología
Modelo moral
Sistema de valores
Régimen educativo
Conocimiento
Forma de adquisición
del conocimiento
Forma de transmisión
del conocimiento
Autonomía e iniciativa
del alumnado
Heterónomo (vertical)
Transmite conocimientos
Portador de la verdad
absoluta
Receptivo
Pasivo
Superioridad
Autónomo (horizontal)
Comparte conocimientos
No posee la verdad
absoluta
Productivo
Activo
Igualdad
Docente
Intemporal
Igual para todos
Absoluto
Principios morales
prefijados
Se impone
Autoritario
Disciplinar
Lo posee el docente
Repetición
Memorístico
Alumnado
Histórica
En función de cada uno
Universal
Principios morales para
situaciones concretas
Se discute
Democrático
Autodisciplinar
Es compartido
Construido
Significativo
Por descubrimiento
Aprendizaje dialógico
Autogenerado
Exposición
Discurso estructurado y
unilateral
Nula o escasa
Total o elevada
Tabla 1: Modelos pedagógicos para el desarrollo personal y social del alumnado.
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El alumnado como constructor de su propio aprendizaje en el Área de E.F.
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Un modelo didáctico en educación física basado en el constructivismo
Así pues, una metodología basada en modelo horizontal, consecuente con los
principios constructivistas y encaminada a favorecer la toma de decisiones
consecuente y responsable en el alumnado debe tener en cuenta los siguientes
principios pedagógicos:
1. El alumno es el verdadero protagonista del proceso de enseñanzaaprendizaje. No tiene que ser sólo un mero ejecutor de tareas sino que debe saber
construirlas, por qué y para qué las realiza; debe asimilar de forma práctica el
conocimiento de su cuerpo, cómo funciona, sus propias posibilidades de
movimiento,… ser capaz de resolver planteamientos motrices y comprobar su mejora
tanto en su competencia motriz como en el desarrollo del conocimiento y las actitudes.
Este protagonismo del alumnado no debe confundirse con un “dejar hacer lo que
quiera” al alumno. Es absolutamente necesario que el educador también intervenga,
actuando con autoridad desde el respeto a la libertad de sus alumnos (Freire, 1999).
2. Los centros de interés y necesidades del alumno orientarán en todo momento
el desarrollo curricular que nos propongamos. Además, hay que tener en cuenta sus
capacidades (el nivel desde el que parten) para que las tareas que se programen ellos
mismos sean acordes con la realidad de cada uno, valorando no sólo el resultado sino
además el proceso de la actividad motriz en sí misma. En este sentido, Aebli (1995, p.
98) agrega que:
… hay que hacer conscientes a los alumnos de qué facultades son las que les permiten
llegar a sus observaciones, y se ha de cultivar como método el ensayo de la capacidad
de reproducir. De este modo, no sólo les transmitiremos conocimientos, sino también
métodos para que observen por su cuenta, es decir, métodos para la adquisición, por sí
mismo, de conocimiento, lo cual es a la larga mucho más fructífero.
3. Las actividades que desarrollemos con los alumnos favorecerán la
socialización, participación y cooperación, ya que éstas ayudan a la superación de
dificultades y producen una interacción del niño consigo mismo, con su entorno, con
los compañeros y el profesor. Se trata de superar el modelo kantiano que postula que
la moral se trata de un proceso individual. El alumno se hace responsable de su propio
aprendizaje y contribuye al logro de su libertad. El método de proyectos y el
aprendizaje cooperativo serán dos estrategias a tener muy en cuenta.
4. Hay que conseguir estimular en los alumnos la creatividad, dejando de lado
actividades estereotipadas o modelos fijos, siendo capaces de asumir las
producciones del alumnado por encima de la subjetividad del profesor, con el fin de
respetar su personalidad.
5. El profesor actuará como un guía-mediador (Ayuste, Flecha, López y Lleras,
1994; Sicilia, 2001) que orienta al alumno en la toma de decisiones para la creación de
las tareas motrices dejando de lado, en la medida de lo posible, los prejuicios docentes
sobre lo correcto e incorrecto y haciendo más hincapié sobre lo adecuado e
inadecuado, intentando respetar al máximo las producciones del alumnado. En este
sentido, la enseñanza se convierte en una ayuda continua ajustada. El papel del
maestro será establecer unas condiciones o estrategias para facilitar el acceso a los
contenidos por parte del alumnado. Pozo (1999) destaca como estrategias para
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fomentar un aprendizaje constructivo elaborar tareas abiertas y basadas en la
resolución de problemas, fomentar las preguntas más que facilitar las respuestas, que
el alumnado perciba el aprendizaje como una tarea autónoma de la que deben
hacerse responsable y diseñar tareas de cooperación social. Así mismo, apunta una
serie de condiciones que deben reunirse para que se dé el aprendizaje constructivo
Pozo (1999).
Condiciones
del aprendizaje
constructivo
Relativas
al material
Organización
interna
(estructura lógica)
Vocabulario
adaptado al alumno
Relativas
al aprendiz
Conocimientos
previos
Predisposición
favorable hacia la
comprensión
Significado y
sentido
A lo que se aprende
Figura 3: Condiciones o requisitos para que se produzca un aprendizaje constructivo (Pozo, 1999, p.
160).
Es interesante tener en cuenta estas condiciones o requisitos ya que apuntan
algunas ideas acerca de cómo debe enfocarse la interacción educativa, así como los
requerimientos que debemos tener en cuenta a la hora de diseñar las tareas motrices.
Sin embargo, y dada las características del área de Educación Física, es necesario
tener en cuenta otro condicionante más: el medio o el entorno (dentro del cual se
incluiría al material) y que reúne algunos elementos como el medio natural, las
infraestructuras, etc.
CONCLUSIONES
A pesar de la extensa bibliografía relativa al constructivismo, una visión rápida
por el quehacer real del docente en el patio apunta que, a nivel práctico no se ha
llegado a aprehender esta teoría (o concepciones, según algunos autores). Se hace
harto necesario, consecuentemente, que se asuma no sólo a nivel teórico sino (y
sobre todo) a nivel pragmático.
Una concepción constructivista del proceso de enseñanza-aprendizaje que
apoye la tesis del alumnado activador de su conocimiento en Educación Física debe
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El alumnado como constructor de su propio aprendizaje en el Área de E.F.
Antonio Gómez Rijo
partir de la explicitación de la naturaleza y función de la Educación Física escolar e
integrar la visión de la construcción del conocimiento en la escuela.
La intervención docente debería situarse en el plano de un modelo pedagógico
horizontal, más propio de estilos de enseñanza basados en el descubrimiento que en
el papel del profesor técnico que elabora una serie de tareas para que el educando las
ejecute sin más.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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