Documento descargado de http://www.elsevier.es el 18/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. 182 Cartas al Editor / Med Clin (Barc). 2012;138(4):181–183 el episodio agudo, que tratar esta una vez se haya producido. El problema estriba en saber si podemos identificar aquellos pacientes con más alto riesgo de recaı́da -para evitar un sobretratamiento del resto- y, después, si disponemos de algún agente eficaz y seguro para esta situación. En relación al primer punto, como ya señalamos en nuestra revisión y apuntan Callejas et al. en su comentario, diferentes trabajos han analizado la utilidad de los niveles circulantes de la metaloproteasa ADAMTS13 (A Disintegrin And Metalloprotease with ThromboSpondin type 1 repeats) como factor pronóstico de recaı́da durante el episodio agudo y cuando el paciente se encuentra en remisión. Ası́, Ferrari et al.3 demostraron que la persistencia de niveles indetectables de ADAMTS13 durante la remisión se asociaba a un mayor riesgo de recaı́da (38%) en comparación con aquellos pacientes que presentaban niveles normales, hallazgos posteriormente confirmados por otros grupos4. A la luz de estos resultados, se ha planteado la administración de diferentes tratamientos «preventivos» en el grupo de pacientes considerados de alto riesgo de recaı́da. El tratamiento ideal en esta situación deberı́a ser poco tóxico y asociarse a una elevada tasa de respuestas. En este sentido, la eficacia demostrada del anticuerpo monoclonal rituximab en numerosos procesos de base autoinmune justificó su uso en la recaı́da de los pacientes con PTT, asociándose su administración a una elevada tasa de respuestas (hasta un 90% de remisiones mantenidas en el tiempo) y una escasa toxicidad5. Estos resultados preliminares son la base de un ensayo multicéntrico que tiene como objetivo evaluar el papel del rituximab en estos pacientes y cuyos resultados se esperan con evidente interés6. Otra potencial aplicación de este fármaco es su empleo en primera lı́nea, combinado con los RPT, para tratar de mejorar la tasa de respuestas y evitar recaı́das posteriores. En este sentido, un estudio fase II recientemente finalizado demuestra que la combinación de rituximab y RPT para el tratamiento del episodio inicial de PTT es una alternativa segura, asociada a una respuesta más rápida y a un menor número de recaı́das que cuando se emplean los RPT de manera aislada7. A pesar de lo dicho, el uso generalizado de rituximab en pacientes con PTT suscita diferentes interrogantes que no cabe olvidar. Entre ellos está el hecho de que, en la PTT, la recaı́da tiene con frecuencia un perfil menos agresivo que el episodio inicial, lo que podrı́a condicionar el uso sistemático de tratamientos adicionales a los RPT8. Además, la ausencia de ensayos que confirmen, de manera prospectiva y aleatorizada, su eficacia y la no uniformidad en la dosis o en la frecuencia de administración del rituximab en los diferentes estudios dificulta la obtención de conclusiones sólidas. Por último, se han descrito complicaciones ocasionalmente graves asociadas a su uso que no pueden minimizarse9. Por todo ello, y aunque coincidamos con lo dicho por Callejas et al. en cuanto a que los datos disponibles sugieren que el rituximab utilizado junto a los RPT puede convertirse en un agente extremadamente útil para prevenir las recaı́das de los pacientes con PTT, creemos que es excesivamente prematuro considerar su administración como un estándar, incluso en pacientes con un alto riesgo de recaı́da. Bibliografı́a 1. George J. Thrombotic thrombocytopenic purpura. N Engl J Med. 2006;354:1927– 35. 2. Tsai HM. Advances in the pathogenesis, diagnosis, and treatment of thrombotic thrombocytopenic purpura. J Am Soc Neph. 2003;14:1072–81. 3. Ferrari S, Scheiflinger F, Rieger M, Mudde G, Wolf M, Coppo P, et al. Prognostic value of anti-ADAMTS 13 antibody features (Ig isotype, titer, and inhibitory effect) in a cohort of 35 adult French patients undergoing a first episode of thrombotic microangiopathy with undetectable ADAMTS 13 activity. Blood. 2007;109:2815–22. 4. Yang S, Jin M, Lin S, Cataland SR, Wu HM. ADAMTS13 activity and antigen during therapy and follow-up of patients with idiopathic thrombotic thrombocytopenic purpura: correlation with clinical outcome. Haematologica. 2011;96, doi: 10.3324/ haematol.2011.042945. 5. Michael M, Elliot E, Craig JC, Ridley G, Hodson EM. Interventions for hemolytic uremic syndrome and thrombotic thrombocytopenic purpura: a systematic review of randomized controlled trials. Am J Kid Dis. 2009;53: 259–72. 6. Foley SR, Webert K, Arnold DM, Rock GA, Clark WF, Barth D, et al. A Canadian phase II study evaluating the efficacy of rituximab in the management of patients with relapsed/refractory thrombotic thrombocytopenic purpura. Kidney Int. 2009;75 Suppl 112:S55–8. 7. Scully M, McDonald V, Cavenagh J, Hunt BJ, Longair I, Cohen H, et al. A phase II study of the safety and efficacy of rituximab with plasma exchange in acute acquired thrombotic thrombocytopenic purpura. Blood. 2011, doi: 10.1182/ blood-2011-03-341131. 8. Alvarez-Larrán A, del Rı́o-Garma J, Pujol M, de la Rubia J, Hernandez-Jodra M, Borrell M, et al. Newly diagnosed versus relapsed idiopathic thrombotic thrombocytopenic purpura: a comparison of presenting clinical characteristics and response to treatment. Ann Hematol. 2009;88:973–8. 9. Millward PM, Bandarenko N, Chang PP, Stagg KF, Afenvi-Annan A, Hay SN, et al. Cardiogenic shock complicates successful treatment of refractory thrombotic thrombocytopenia purpura with rituximab. Transfusion. 2005; 45:1481–6. Javier de la Rubiaa,b a Servicio de Hematologı́a, Hospital La Fe, Valencia, España Universidad Católica de Valencia San Vicente Mártir, Valencia, España Correo electrónico: [email protected] b doi: 10.1016/j.medcli.2011.06.018 Prescripción electrónica asistida, uso de medicamentos y seguridad del paciente Computerized physician order entry, medication use and patient safety Sr. Editor: Queremos felicitar a Villamañán et al.1 por su magnı́fica revisión de la prescripción electrónica asistida (PEA) como herramienta útil en la seguridad del paciente hospitalizado, y nos gustarı́a hacer algunas observaciones. Dentro del proceso del uso del medicamento en el paciente hospitalizado, los médicos participamos en la prescripción y en el seguimiento del paciente. Si la prescripción origina el 56% de los errores de medicación2 parece obligado utilizar herramientas como la PEA, que puede evitar hasta un 65% de dichos errores3. Aunque los metaanálisis realizados de la PEA no han evidenciado una disminución significativa en la incidencia de acontecimientos adversos por medicamentos4,5, sus autores apuntan como posible justificación la existencia de dificultades metodológicas por las diferentes terminologı́as, estándares y diseños empleados en los estudios incluı́dos. No obstante, debemos recordar que existe una razón aproximada de un evento adverso por cada 30 lesiones menores y por cada 300 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 18/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. Cartas al Editor / Med Clin (Barc). 2012;138(4):181–183 incidentes sin daño6. Dado que los incidentes sin daño y los efectos adversos por fármacos tienen los mismos mecanismos causales (especialmente la falta de información relativa al paciente y los medicamentos), el uso de la PEA reduce tanto el riesgo de incidentes sin daño, como el riesgo de efectos adversos por fármacos. En la última versión de las prácticas seguras (ps) recomendadas por el National Quality Forum (NQF) de 20107, se incluyen un total de 34 medidas, apreciándose cambios respecto a las referidas por los autores del trabajo, realizadas en 2003. Dada la utilidad de estas recomendaciones, y que algunas de estas ps competen directamente a la seguridad en el uso del medicamento en el paciente hospitalizado, se exponen brevemente a continuación. El NQF recomienda: implantar estrategias de comunicación seguras para las órdenes verbales o telefónicas y la estandarización de abreviaturas y sı́mbolos no utilizables en el centro (ps n.813), la implementación de la prescripción electrónica (ps n.816), la conciliación de la medicación en las transiciones asistenciales (ps n.817), la importancia del Servicio de Farmacia como autoridad y responsable en las decisiones que afectan al proceso de uso de los medicamentos en el centro (ps n.818), la implantación de prácticas preventivas para evitar daños por anticoagulantes (ps n.829) o la nefrotoxicidad por medios de contraste (ps n.830), la adecuación de la profilaxis tromboembólica (ps n.828), la adecuación de la profilaxis antibiótica en la prevención de infección de herida quirúrgica (ps n.822) y la optimización del control glucémico (ps n.832). No obstante, otras recomendaciones del NQF también afectan al uso seguro de los medicamentos, dentro del concepto más global de la seguridad del paciente, como son la existencia de liderazgo de las estructuras directivas orientado a la seguridad del paciente (ps n.81), la medición de la cultura de seguridad de la organización para introducir mejoras (ps n.82), el trabajo en equipo proactivo sistemático para desarrollar habilidades e intervenciones que identifiquen, reduzcan y prevengan los daños evitables a los pacientes (ps n.83 y 4) y la importancia de enfermerı́a como salvaguarda de la seguridad del paciente (ps n.89). Los problemas de información al paciente también son recogidos en este documento de consenso del NQF, afectando al consentimiento doi: 10.1016/j.medcli.2011.06.017 183 informado (ps n.85) y a la transmisión documentada y comprensible de los cuidados y tratamiento a seguir para el paciente/ cuidadores/otros profesionales con el objeto de asegurar la continuidad asistencial (ps n.812 y 15). En resumen, la PEA es una herramienta muy útil para mejorar la seguridad en el uso del medicamento en los pacientes hospitalizados y se debe favorecer su implantación. El documento de ps del NQF es otra herramienta que puede servir como guı́a para detectar áreas de mejora en la seguridad del paciente hospitalizado en nuestros centros, servicios o unidades. Bibliografı́a 1. Villamañán E, Herrero A, Álvarez-Sala R. Prescripción electrónica asistida como nueva tecnologı́a para la seguridad del paciente hospitalizado. Med Clin (Barc). 2011;136:398–402. 2. Leape LL, Bates DW, Cullen DJ, Cooper J, Demonaco HJ, Gallivan T, et al. Systems analisys of adverse drug events. ADE Prevention Study Group. JAMA. 1995;274: 35–43. 3. Bobb A, Gleason K, Husch M, Feinglas J, Yarnold PR, Noskin GA. The epidemiology of prescribing errors. The potential impact of computerized prescriber order entry. Arch Intern Med. 2004;164:785–92. 4. Eslami S, de Keizer N, Abu-Hanna A. The impact of computerized physician medication order entry in hospitalized patients–a systemic review. Int J Med Inform. 2008;77:365–76. 5. Ammenwerth E, Schnell-Inderst P, Machan C, Siebert U. The effect of electronic prescribing on medication errors and adverse drug events: a systematic review. J Am Med Inform Assoc. 2008;15:585–600. 6. Heinrich HW. Industrial accident prevention: a scientific approach. New York and London: McGraw-Hill; 1941. 7. National Quality Forum. Safe Practices for Better Healthcare–2010 Update: A Consensus Report. Washington, DC: NQF; 2010. Luis Angel Sánchez-Muñoz*, Eduardo Mayor-Toranzo, Cristina Rodrı́guez-Martı́n y Begoña Monteagudo Nogueira Servicio de Medicina Interna, Hospital Clı´nico Universitario de Valladolid, Valladolid, España * Autor para correspondencia. Correo electrónico: [email protected] (L.A. Sánchez-Muñoz).