el primer acercamiento filológico en lengua castellana a cayo

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EL PRIMER ACERCAMIENTO FILOLÓGICO
EN LENGUA CASTELLANA
A CAYO VALERIO CATULO.
LA LABOR DE ESTUDIO Y TRADUCCIÓN
DE JOAQUÍN DEMETRIO CASASÚS
Francisca Moya del Baño
Universidad de Murcia
I. En 1905 ven la luz en México, traducidas en verso castellano,
como reza su título, las Poesías de Cayo Valerio Catulo1 de Joaquín
Demetrio Casasús, una obra que, sabemos, deseaba ver publicada M.
Menéndez Pelayo, como se desprende de una carta2 que dirige el
insigne polígrafo a R. de la Peña, Presidente de la Academia
Mexicana de la Lengua y Presidente de la Cámara de Diputados de
México.3
Antes de publicar las Poesías de Catulo, J. D. Casasús se había
entretenido en traducir un amplísimo número de poemas de Horacio4
y las Bucólicas de Virgilio5; había publicado también un Poemario
1
Las Poesías de Cayo Valerio Catulo traducidas en verso castellano por Joaquín
D. Casasús, Presidente del Liceo Altamirano e Individuo correspondiente de la Real
Academia Española, México, Imprenta de Ignacio Escalante, 1905.
2
Se reprodujo en el periódico mexicano El Universal el 17 de septiembre de 1920,
en el artículo que llevaba por título "Don Joaquín D. Casasús. El humanista y el
literato".
Puede verse la carta en F. Moya del Baño, "Una espléndida entrada de los poetas
latinos en México: las traducciones de Joaquín D. Casasús", en prensa. Se incluyen
también noticias sobre la biografía de Casasús, así como una valoración general de
sus traducciones.
4
Algunas Odas de Q. Horacio Flaco traducidas en verso castellano por Joaquín D.
Casasús, con el comentario de Dübner y un Prólogo de Manuel Sánchez Mármol,
México, Imprenta de I. Escalante, 1889.
Las Bucólicas de Publio Virgilio Marón, traducidas en verso castellano por
Joaquín D. Casasús, Presidente del Liceo Altamirano e Individuo correspondiente de
la Real Academia Española, México, Imprenta de I. Escalante, 1903.
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FRANCISCA MOYA DEL BAñO
en que recreaba los versos de los clásicos6, y, lo que hoy me interesa
recordar, había convertido en libro7 una serie de conferencias sobre
Catulo que el mismo J. D. Casasús había pronunciado en el Liceo
Altamirano; en el mismo año 1905 publica su traducción del Corpus
Tibullianum, trabajos en los que encontraba el placentero descanso
en medio de sus fecundas, múltiples y no siempre felices
actividades8.
Ciertamente no era su oficio el de poeta, ni el de filólogo o
humanista, pero estos trabajos rezuman conocimiento, dominio de la
bibliografía, conciencia de los problemas de los textos y capacidad
para enfrentarse a ellos, y desde luego ponen de relieve sus dotes de
traductor en el terreno no fácil de la poesía. De ello dan fe, insisto,
sus traducciones de Horacio, de Virgilio y de las Elegías de Tibulo,
que van acompañadas de una serie de comentarios en que se recoge
el saber acumulado hasta entonces. En estos trabajos de J. D. Casasús
admiramos la elección que hace del texto latino de cada autor, que
reproduce en página enfrentada a su traducción, así como la
presencia de prácticamente la totalidad de las obras y comentarios,
dignos de atención, que se habían publicado desde el Humanismo
hasta el momento en que da a la imprenta sus traducciones; esto
supone, sin duda, una magnífica y muy útil síntesis del saber
acumulado, el cual pone a disposición de los estudiosos. En el caso
de Catulo actuará J. D. Casasús de modo diferente. De ello nos
ocupamos ya.
II. Ya hemos dicho que antes de la publicación de la traducción
de Catulo había visto la luz una monografía suya sobre Catulo; era
un poeta que frecuentaba y le interesaba en todos los aspectos; a
Horacio, como el mismo J. D. Casasús refiere, lo había ido
traduciendo en su juventud sin ánimo de darlo a la imprenta, a la que
lo confió casi empujado por sus amigos, en especial M. Sánchez
Mármol, pero, como decía, Catulo debió de tenerlo siempre ante sus
Musa antigua, por Joaquín D. Casasús, Presidente del Liceo Altamirano e
Individuo correspondiente de la Real Academia Española, México, Imprenta de
Ignacio Escalante, 1904.
Cayo Valerio Catulo. Su vida y sus obras, por Joaquín D. Casasús. Prólogo de
Victoriano Salado Álvarez, México, Imprenta de Ignacio Escalante, 1904.
8
Como hemos recordado en el trabajo antes citado, fue economista, político,
profesor, periodista, etc. etc.
El. PRIMER ACERCAMIENTO FILOLÓGICO EN LENGUA CASTELLANA A C A T U L O
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ojos y todo lo que a él se refería debía de interesarle; lo explica muy
bien el siguiente hecho; cuando queriendo honrar la memoria de
Altamirano se encargó de pronunciar una serie de conferencias sobre
los poetas latinos, las primeras fueron las dedicadas a Catulo, las
primeras y además las únicas que nos han llegado, gracias a ser
reunidas en un libro.
En dicho libro, el Prefacio del autor (pp. 7-9), fechado el 3 de
mayo de 1904, refiere que cuando los miembros del Liceo le
nombraron presidente, sin duda para honrar en él a la familia del
maestro Altamirano, que fuera por muchos años el cariñoso mentor
de la juventud mexicana, en recompensa de aquella distinción
prometió
darles algunas conferencias sobre Catulo, Tibulo,
Propercio, Horacio y Virgilio, que son "los poetas latinos a quienes
más amo, y a cuyo estudio y traducción he consagrado de toda
preferencia mis ratos de ocio en estos últimos años" (p. 7). Y que, en
cumplimiento de la promesa se puso al estudio de Catulo del que ya
tenía reunidas casi todas las ediciones publicadas en Alemania, Italia,
Inglaterra y Francia. Y añade: "En diciembre de 1902 leí los tres
primeros capítulos de este estudio, y en las sesiones de enero,
febrero, abril y mayo de 1903 di término a la labor que me impuse".
Insiste en que desde entonces lo ha revisado y corregido, e informa
de la naturaleza de su obra, con modestia, pero con conciencia de la
bondad y utilidad de su trabajo:
"Mi libro no ha de enseñar nada a los humanistas conocedores de la
literatura latina, porque nada hay en él de original, ni en cuestiones
históricas ni en puntos de crítica literaria, pero sí puede ser de alguna
utilidad para los jóvenes, porque hallarán en él un resumen de los
trabajos emprendidos hasta hoy acerca de Catulo, con el objeto de
precisar los episodios de su vida, de rectificar o aclarar su texto y de
explicar y hacer apreciar mejor sus obras".
La monografía contempla aspectos fundamentales en la obra
catuliana, aquellos que solían estar en la bibliografía que él
manejaba, y que, por supuesto, J. D. Casasús considera dignos de
atención; dichos aspectos son: I. Fecha, lugar de nacimiento y
nombre de Catulo (pp. 33ss.); II. Catulo y sus amigos (pp. 51ss.); III.
Los amores de Catulo con Lesbia (pp. 103ss.); IV. Las obras de
Catulo (pp. 123ss.); V. Los manuscritos de Catulo (pp. 137ss.); VI.
Las ediciones de Catulo (pp. 157ss.); VIL El poeta (pp. 187ss.); VIII.
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Las poesías ligeras de Catulo (pp. 209ss.); IX. Los epigramas (pp.
219ss.); X. Las Odas, himnos y epitalamios (pp. 243ss.); XI. Las
elegías y los cuentos épicos (pp. 257ss.); XII. La métrica de Catulo
(pp. 297ss.); XIII. Los imitadores de Catulo (pp. 327ss.); cierra el
apartado XIV en que se lee la Conclusión (pp. 383-389). La mera
mención de ellos puede dar fe de que J. D. Casasús ha querido hacer
un trabajo digno de "el primero y más genial de los poetas líricos de
Roma", como él decía.
El Catulo de J. D. Casasús no defrauda; es un libro que, a mi
juicio, se puede leer con provecho todavía hoy, por la visión que
ofrece de las cuestiones debatidas, por las autoridades que van
apareciendo con sus posturas diferentes, por el buen juicio de J. D.
Casasús y por la grata lectura que proporciona. En la carta antes
citada, M. Mcnéndez Pelayo lo expresaba así:
"Acabo de recibir el hermoso libro sobre Catulo que acaba de
publicar su amigo de usted el Sr. don Joaquín D. Casasús, y no puedo
menos que felicitar a este excelente humanista, que tantos servicios
está prestando a nuestra cultura clásica, tan desamparada hoy de
trabajadores serios. Es la del Sr. Casasús una monografía excelente,
que resume el estado actual de las investigaciones relativas al más
exquisito y refinado de los líricos latinos, y juzga con imparcial y
recto criterio sus peculiares méritos. El estilo correcto y agradable de
la obra, el buen gusto que toda ella revela, la familiaridad que el
autor muestra en los trabajos más recientes de la crítica europea,
hacen muy interesante la lectura de éste, que más que biografía es un
rico comentario. Las traducciones intercaladas de algunos trozos de
Catulo hacen desear la edición completa que el Sr. Casasús anuncia
tener ya casi terminada y que de fijo valdrá más que la de Pérez del
Camino, única que en castellano corre impresa".
Y más amplio y elogioso es el juicio de V. Salado, en el
Prólogo a la obra, firmado en julio de 1903 9 (pp. 13-30). Comienza
Este Prólogo fue en principio, como informa su aator, Victoriano Salado, un
trabajo que él leyó en la Sesión solemne del Liceo Altamirano dedicada a D. J.
Casasús, con objeto de celebrar que hubiera sido designado miembro de la Real
Academia Española. También informa de que no estaba destinado a publicarse, y
que lo escribió recordando lo que había escuchado porque, añade, el Sr. Casasús no
le dejó sus escritos.
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el autor calificando las conferencias de J. D. Casasús como
"hondísimas investigaciones sobre personajes, cosas y libros que
están relacionados con Catulo" (p. 15), pero dice otras cosas de otra
índole, curiosas y dignas de mención, referidas en concreto a la
capacidad y método de trabajo de J. D. Casasús:
"Seis días de la semana los consagra a la resolución de
complicadísimos asuntos profesionales, a las atenciones del bufete
quizás más solicitado en el país, y a las tareas parlamentarias más
arduas y delicadas; el séptimo día no descansa como laveh, sino que
lo dedica íntegro al estudio de los poetas latinos, y comparando
textos, descubriendo analogías, enmendando errores, y aplicando a
todos y cada uno de los asuntos el mismos ardor y la misma
acuciosidad que aplica a los negocios en que se versan millones de
pesos, pasa los días que los demás dan al reposo" (p. 16).
Y para explicar la persistencia en el trabajo de J. D. Casasús,
informaba de que éste tenía una teoría psico-fisiológica que J. D.
Casasús expresaba así: "la labor intelectual no puede suspenderse sin
riesgo de sufrir grandes perturbaciones físicas" (p. 16). V. Salado
proponía una hipótesis que explicase su actividad múltiple:
"Su dedicación al arte obedece a un propósito de equilibrio
inconsciente: durante la semana, la lucha contra las pequeneces,
ruindades, insignificancias y hasta picardías, le obligan a tener el
espíritu alerta, para que no se ultraje la justicia, que es su lucero, su
norte y guía: el domingo siente placer en sumergirse en un mar de
ondas tranquilas, en que goces, penas, dolores, aislamiento, bienestar,
despecho y rabia solo se miran como en trasunto, magnificados por el
arte, glorificados por el arte y por el arte purificados y bendecidos"
(p. 17).
Si pasamos con V. Salado a centrarnos en Catulo, habrá que
recordar que él alababa la elección de Catulo, sin duda por
considerarlo el primero, el más cercano al hombre de hoy; lo
entendemos, es semejante a mi, a mi amigo, a mi vecino (p. 18).
En cuanto a J. D. Casasús, elogia la manera como presenta la figura
del poeta, sus relaciones y su tiempo, y establece una muy elocuente
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FRANCISCA MOYA DEL BAñO
comparación entre J. D. Casasús y G. Boissier; considerando que el
trabajo del primero en relación a Catulo es semejante al de G.
Boissier en relación a Cicerón o a Tácito.
Entre los aspectos concretos de la Monografía de J. D. Casasús,
destaca la discusión acerca de la fortuna del padre de Catulo, o bien
alaba los estudios dedicados al poema sobre la Cabellera de Berenice
y a la filiación poética de Catulo (p. 24 ss.).
Sobre cuáles fueran los fines de los escritos de J. D. Casasús, no
cree que estos fuesen mostrar su erudición; por el contrario V. Salado
piensa que escribía "por inclinarnos a beber en la fuente eterna e
inagotable de la belleza antigua, como quien está convencido de la
diafanidad y pureza de sus salutíferas aguas" (p. 25), insistiendo en
frases como estas:
"El señor Casasús, criado a los pechos de la literatura clásica, sabe
perfectamente que quien la cultiva, mejora y perfecciona las
facultades que recibió de la naturaleza (...) Sabe que no comete robo
quien se aprovecha de la legítima que le dejaron sus padres (...), pero
hay algo más, en la literaturas modernas, que conoce perfectamente,
la nueva escuela, predominio casi exclusivo de la imaginación (que
toca ya en los límites del desarreglo y desenfreno). (...). ¿Qué
tendencia, pues, más natural que procurar harmonizar y fundir esos
caracteres con los de la serenidad, primor, elegancia y esmero, que
son características de la literatura clásica?" (pp. 26-27).
El Sr. Casasús, seguirá diciendo, ha mostrado qué es en verdad
el latín, algo muy distinto a lo que estaban acostumbrados los
estudiantes10; es más: "Viene a probarnos ahora que la literatura
clásica no es un secreto reservado para tres o cuatro eruditos que se
comunican al oído la contraseña adoptada, sino que es algo real,
humano, sincero y digno de cultivarse por cuantos profesen amor a la
belleza" (p. 28).
"Ha hecho más", insiste, "a saber, mostrar que eso es el latín, no aquello que
estudiaban y odiaban los estudiantes: listas de verbos, Nebrijas, Arte explicado de
Marcos Márquez de Medina, a la hora de la siesta y con el viejo maestro lleno de
muletillas y de reglas absurdas, con Prudencio en dosis tóxicas para combatir la
literatura profana" (p. 28).
EL PRIMER ACERCAMIENTO FILOLóGICO EN LENGUA CASTELLANA A CATULO
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El tono laudatorio, propio de un homenaje, de estas frases que
hemos entresacado del Prólogo de V. Salado podría cuestionar la
verdad de los asertos, pero es fácil comprobar, en primer lugar, que
está en la línea de lo dicho escuetamente por M. Ménendez Pelayo y,
en segundo, que la lectura de los distintos capítulos de esta
monografía avala sin duda lo que allí se lee. En los distintos
capítulos, como ya recordamos, el autor hace gala de una abundante
erudición, que se compadece bien, sin embargo, con una fácil y
amena presentación, con la claridad en la estructura, con una visión
amplia de todas y cada una de las cuestiones abordadas. Ante los
ojos del lector van apareciendo las distintas posturas ante cualquiera
de las cuestiones debatidas por los estudiosos que, desde la
Antigüedad hasta ese momento, defienden unas u otras; J. D.
Casasús lo expone todo con claridad y precisión, dando cuenta de los
argumentos que esgrimen y las críticas que aportan a las posturas
contrarias. En medio de esos debates que acerca al lector, suele
manifestarse la postura personal que J. D. Casasús adopta y las
razones que le mueven a preferirla.
Si tenemos en cuenta que suele ser habitual que las cuestiones
problemáticas permanezcan y que rara vez se haya logrado consenso,
será fácil entender por qué esta obra sigue siendo actual. No vamos a
negar el avance de la ciencia filológica, pero tampoco vamos a
ignorar que en no pocas ocasiones nuestros predecesores aportan luz
a nuestro presente; los problemas siguen siendo los mismos y contar
con una panorámica seria y rigurosa de lo que hasta 1904 se sabía no
es de poco interés, mucho más si se consideran las grandes
personalidades que se habían enfrentado, diríamos, a la vida y obra
de Catulo; a casi todos ellos, pero desde luego a los grandes, los
encontramos en el libro de J. D. Casasús. Algunos ejemplos bastarán
de muestra; no faltan, en el capítulo primero, los testimonios
antiguos de quienes hablaron de Catulo (Horacio, Propercio, Ovidio,
Marcial, Nepote, Séneca, Plinio el Joven, Suetonio, Apuleyo, Gelio,
Jerónimo, Macrobio, etc., todos ellos con indicación exacta de los
lugares en que aparece, y con reproducción de sus textos"), o bien
las opiniones mostradas en sus obras de filólogos como A. Couat12,
" Es cierto que estaban en las obras, ediciones o estudios, de los que partía J. D.
Casasús, pero lo importante es que los pone ante la vista de sus posibles lectores.
12
A. Couat, Études sur Catulle, París 1875.
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R. Ellis13, M. Haupt14, Th. Jungclaussen15, Lachmann16, Munro17, E.
Rostand18, Schwabe19,W. Y. Sellar20, sin olvidar los humanistas como
Scaliger2'. Son obras fundamentales, que siguen vigentes, e incluso
se reeditan, como las de A. Couat, o de M. Haupt, ambas en 2009. En
el apartado dedicado a "Catulo y sus amigos", en que se trata de
identificar y rodear de noticias a todas las personas mencionadas por
Catulo, se incorporan otros autores antiguos (Cicerón, Valerio
Máximo, Salustio, Suetonio, Quintiliano, Marcial, Ausonio
Prisciano, Servio22) por ofrecer los datos requeridos, y, también J. D.
Casasús, que sigue sirviéndose de las obras citadas anteriormente,
aporta nueva bibliografía, como es la edición de Catulo, con
Prolegomena, de B. Schmidt23, la de R. Westphal24, o las
monografías de O. Ribbeck25, J. Süss26, A. G. Kiessling27, sin faltar
historias de la literatura, en concreto la de Teuffel28 o la de J. F.
13
R. Ellis, A Commentary on Catullus, Oxford 1889.
Mauricii Hauptii Quaestiones catullianae, Lipsiae 1837.
15
Th. Jungclaussen, Zur Chronologie der Gedichte des Q. Valerius Catullus,
Jzchoe, 1857.
16
Q. Valen Caíulli Veronensis Líber. Ex recensione Caroli Lachmanni, Berolini
1861.
17
H. A. J. Munro, Criticisms and Elucidation of Catullus, Deighton Bell 1878
(19052); se ha reeditado en 2009.
14
i y
E. Rostand, Lespoésíes de Catulle, traduction en vers trancáis par...; texte revu
d'aprés les travaux les plus récents de la Philologie, avec un Commentaire critique et
explicatif par E. Benoist, y E. Thomas, 2 vols., París, 1882-1889.
Ludovicus Schwabius, C Valerii Catulli Líber ad óptimos códices denuo collatos,
Berolini 1886.
20
W. Y. Sellar, The Román Poets ofthe Republic, Edinburg 1863.
21
Iosephi Scaligeri luí. Caesar. fílii Castigationes in Catullum, Tibullum,
Propertium, Lutetiac, 1577.
22
También suele citar J. D. Casasús las ediciones y estudios sobre estos autores que
suministran datos y que están a veces en el origen de las discusiones.
23
Q. Valerius Catullus, ex officina Bernhardi Tauchnitz, 1887, obra reeditada en
2010.
24
R. Westphal, Gaius Valerius Catullus. Gedichte, Leuckart 1879.
25
O. Ribbeck, Valerius Catullus, eine literar-historische Skizze, Riel 1863.
26
J. Süss, Catulliana, Erlangen 1876.
27
A. G. Kiessling, Analecta catulliana, Greifswald 1877.
28
W. S. Teuffel, Histoire de la littérature romaine, traduit sur la troisiéme édition
allemande par J. Bonnard et P. Pierson, avec préface de Th. H. Martin, París, 1879-
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Baehr29. Un amplio panorama se muestra a los ojos, el cual, sin
embargo, deja igualmente claras las cuestiones opinables, las
discusiones sobre identificaciones, en fin toda la problemática que,
como es sabido, sigue, salvo excepciones, estando vigente; en este
libro, digo, se conocen y explican.
En el capítulo dedicado a "Los amores de Catulo con Lesbia", el
episodio, dice J. D. Casasús, más importante de la vida del poeta, se
asienta en la propia obra catuliana, como no podía ser de otro modo,
pero no están ausentes muchos de los libros citados antes, a los que
nuestro autor incorpora la edición de A. Riese30, o las monografías de
E. Baehrens31, O. Ribbeck32, W. Vorlaender33 o M. Riposardi34, o una
obra que se ocupa de un período de tiempo semejante, la de G.
Boissier35.
En el capítulo cuarto, dedicado a "Las obras de Catulo",
comienza J. D. Casasús diciendo que se ocupa de este punto oscuro
de la historia literaria del poeta, convencido de que "merecen
examen cuidadoso las conjeturas que los críticos han formulado y los
fundamentos que las sustentan", y, como es su costumbre, partiendo
de los textos y de las opiniones de los críticos, ofrece un panorama
luminoso de tan "oscuro" problema, introduciendo nuevos nombres
en la bibliografía que utiliza, como K. P. Schulze36; G. Bernhardy37,
1883.
J. F. Baehr, Historia de la literatura romana, trad. F. M. Rivero, Madrid, Librería
de Feo. Iravedra y Antonio Novo, 1879.
30
A. Riese, C. Valerius Catullus, Teubner 1884.
31
E. Baehrens, Analecta catulliana, Jenae, Sumptibus Hermanni Dufft, 1874.
32
O. Ribbeck, Valerius Catullus, eine literar- historische Skizze, Riel 1863.
33
W. Vorlaender, De Catulli ad Lesbiam carminibus, Bonn, Typis G. Georgi 1864.
34
M. Riposardi, Catullo e Lesbia, Florencia 1875.
35
G. Boissier Cicerón et ses amis : étude sur la Société Romaine du temps de César
par. Paris, 1865. (J. D. Casasús pudo utilizar una de las muchas ediciones que hubo,
entre otras las de 1870, 1879, 1884).
36
Κ. P. Schulze, Catullforschungen, s.n. 1881.
37
G. Bernhardy, Grundriss der Griechischen Literatur, Halle 1872.
29
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K. Pleitner38, R. Klotz39, R. I. Richter40, etc. El panorama que
presenta es claro, la solución de los problemas, imposible; imposible
encontrar cuál sería la estructura de la obra y su división en partes; y
así lo manifiesta y repite. Cierran el capítulo estas elocuentes
palabras: "Las conjeturas deben mantenerse ahí; porque no hay ni
puede haber pruebas bastantes para establecer una división que
resista el profundo análisis de los críticos" (p. 135).
Importantísimo, a mi juicio, es el capítulo quinto, dedicado a
"Los manuscritos de Catulo"; el estudio de J. D. Casasús es, sin duda
la primera aportación filológica en lengua española sobre la obra de
Catulo. No omite ningún aspecto digno de atención, y los
manuscritos ocupan lugar preeminente; esta cuestión había sido
objeto de análisis por parte de ilustres filólogos, y de ellos parte para
presentar clara y exhaustivamente cuáles son los manuscritos e
incluso las razones de que no hubiese muchos ni muy antiguos. La
erudición de J. D. Casasús procede, como él repite, de sus lecturas,
pero lo cierto es que ha sabido rodearse de los libros oportunos
también en esta ocasión; a los ya mencionados, que le acompañan a
lo largo de su obra41, hay que añadir ahora, como él hace, las obras
de R. Peiper42, L. Müller43, F. W. Cornish44, o la ya citada edición de
las Castigationes a Catulo de J. J. Scaliger. Según esto, J. D. Casasús
acumula una información preciosa, la analiza y la acerca al lector con
una claridad digna de elogio.
Las ediciones de Catulo aparecen mencionadas en el capítulo
sexto; no es tampoco el primero que se ocupa de este aspecto, pero,
38
K. Pleitner, Des Q. Valerius Catullus Hochzeitsgesange kritisch behandelt,
Dillingen 1858.
39
R. Klotz, Emendationes Catullianae, Leipzig 1859
40
Los datos de R. I. Richter (Catulliana, anterior a 1923) los toma J. D. Casasús,
según indica, del comentario de Thomas que acompaña la edición de Rostand y la
traducción de E. Benoist.
41
Entiéndase Baehrens, Benoist, Ellis, Munro, Schwab, etc.
42
R. Peiper, Q. Valerius Catullus. Beitrage zur kritik seiner Gedichte, Breslau,
1875.
L. Müller, Sexti Propertii Elegiae. Recensuit Lucianus Müller, Teubner 1870.
44
R W. Cornish, The Poems oj'Gaius Valerius Catullus with an English translation
by Francis Warre Cornish, Cambridge 1904.
EL PRIMER ACERCAMIENTO FILOLóGICO EN LENGUA CASTELLANA A CATULO
199
por primera vez en lengua española, los estudiantes (a ellos quería
dirigirse J. D. Casasús) pueden tener noticia de cuáles, cuántas y qué
características tenían las ediciones que desde el siglo XV hasta la
fecha habían visto la luz. La obra de R. Ellis, siempre alabada por J.
D. Casasús, le sirve de punto de partida, pero no se limita a ella; las
muchas ediciones que maneja ofrecen abundante información y
nuestro autor la conoce y utiliza. El Catulo de Graevius45 le es muy
útil; J. D. Casasús ofrecerá así amplia reseña y su valoración
personal de las ediciones de M. A. Muretus, A. Statius, J. J. Scaliger
o J. Dousa; la de J. Passerat o la de I. Vossius, así como las de I. A.
Vulpius o F. W. Doring son objeto de atención preferente. J. D.
Casasús no se limita a reproducir datos, sino que discute o puntualiza
lo que otros, R. Ellis por ejemplo, han dicho, y sabe destacar las
aportaciones de C. J. Silling46 o las de K. Lachmann en sus
respectivas ediciones. La reseña de ediciones continúa hasta el
momento en que escribe J. D. Casasús; la erudición mostrada y los
análisis de las ediciones llevados a cabo sirven, según lo manifiesta,
para poner de relieve cómo cuatro siglos de perseverantes estudios
han servido para salvar y reconstituir uno de los más hermosos
monumentos de la literatura clásica, comparable a un entonces
reciente descubrimiento, los restos y despojos, ya reconstituidos, de
la Venus de Milo.
Siguiendo el hilo tratará sobre "El poeta" (capítulo séptimo) y,
en primer lugar, pondrá de relieve, con los textos antiguos (Ovidio,
Marcial, Plinio, Quintiliano, Gelio, o Suetonio), los elogios que le
prodigaron los autores latinos; el autor se ocupa de la formación de
Catulo y de sus maestros, contando, junto a lo dicho por R. Ellis o A.
Couat, con el trabajo de G. Lafaye47 o con la Historia de la literatura
griega de Alfred y Maurice Croisset (1845-1896). Sin olvidar el
papel del alejandrinismo, proclamará el carácter auténticamente
romano de Catulo.
45
Catullus, Tibullus et Propertius. Ex recensione Ioannis Georgii Graevi, cum notis
integris los. Scaligeri, M. Ant. Mureti, Achill. Statii, Roberti Titii, Hieronymi
Avantii, Iani Dousae patris et fílii, Theodori Marcilii, Traiecti ad Rhenum,
sumptibus Rudolphi aZyll, 1680.
46
C.J. Silling, Valerii Catulli Carmina, Góttingen 1823.
47
G. Lafaye, Catulle et ses modeles, París 1894, obra reeditada en 2010.
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Análisis "literarios" son los que contemplamos en los capítulos
siguientes, que tratan respectivamente de "Las poesías ligeras de
Catulo" (capítulo VIII), "Los epigramas" (capítulo IX), "Las odas,
himnos y epitalamios" (capítulo X), "La elegías y los cuentos
épicos" (capítulo XI). J. D. Casasús se ocupa de los versos, de su
forma y contenido, acudiendo más raramente a la bibliografía; los
poemas se analizan en sí mismos y se ilustran con otros del propio
Catulo, siguiéndose un estudio que pone en interrelación unos
poemas con otros. En estos apartados se lleva la palma G. Lafaye,
aunque hacen breves apariciones L. Müller, A. y Μ Croisset, R.
Ellis, B. Schmidt o K. Lachmann. Nuestro autor comenta los poemas
que incluye en cada una de las partes de su división, sin eludir los
problemas y deteniéndose de modo admirable en algunos, como es,
por ejemplo, el dedicado a la Cabellera de Berenice48, o al epitalamio
de Tetis y Peleo49.
El capítulo XII lo dedica J. D. Casasús a "La métrica de
Catulo", donde da cumplida cuenta de su naturaleza y de las
aportaciones fundamentales de Catulo a la misma, para lo cual parte
de los estudios que desde la Antigüedad se ocupan de las cuestiones
que le afectan; por eso están también50 F. Plessis51, J. Baumann52, G.
Alien53, o A. Zingerle54 y no faltan los Scriptores Latini rei
metricae55 como Atilius Fortunatianus, Terentianus Maurus, etc. La
exposición de la métrica catuliana por parte de J. D. Casasús es una
48
En ella se detiene dando cuenta de las traducciones de que ha sido objeto por parte
de algunos poetas (H. Foseólo, C. Nigra), haciéndose eco de los juicios por ellos
emitidos, y presentando o discutiendo las opiniones de los estudiosos (H. de la Ville
de Mirmont, A. P. Lcmercier y algunos otros, amén de los habituales).
49
La bibliografía también acoge estudios concretos sobre el poema (A. Cartault, J.
V. Francke, etc.). En estos casos están presentes de modo especial los textos
"mitológicos", que dan cuenta de las historias.
50
Como venimos repitiendo, suelen mantenerse las obras que cita desde el principio
(R. Ellis, H. A. J. Munro, L. Müller, etc.).
51
F. Plessis, Traite de Métrique grecque et latine, París, 1889.
52
J. Baumann , De arte métrica Catulli, Landsberg an der Warthe, 1861.
53
G. Alien, The Attis ofGaius Valerius Catullus translated into English verse by...,
London, 1892.
54
A. Zingerle, Ovidius und sein Verháltnis zu den Vorgangern und gleichzeitigen
romischen Dichtern, Innsbruck, 1869.
55
T. Gaisford, Scriptores Latini rei metricae, Oxonii, 1837.
EL PRIMER ACERCAMIENTO FILOLóGICO EN LENGUA CASTELLANA A CATULO
201
lección de orden, claridad y belleza, pues a la vez que expone las
características va insertando ejemplos de los versos, junto a
comentarios csclarecedores56.
Cierra la obra el capítulo dedicado a "Los imitadores de
Catulo", en donde encontramos, como es lógico, los versos de
Horacio y los de Virgilio, los de Ovidio; y también los de Séneca,
Lucano, Silio Itálico, Valerio Flaco, Persio, Juvenal, Petronio y,
especialmente, los poemas de Marcial. No faltan tampoco las
opiniones no siempre coincidentes de los estudiosos sobre la
naturaleza de la imitación; de ellos parte J. D. Casasús y por eso
encontramos citados, junto a los de A. Zingerle y otros, los trabajos
de A. Danysz57, G. L. Koenig58, D. G. A. Cramer59 o R. Paukstadt60.
Una breve pero certera Conclusión auna las alabanzas a Catulo,
"el primero y más genial de los poetas líricos latinos", cuya poesía
"no es solo la expresión de sentimientos verdaderos, sino que es la
expresión más bella de esos sentimientos", y a quien dedica J. D.
Casasús dos párrafos dignos de repetirse, por la verdad y belleza de
sus palabras. Dicen así:
"La poesía de Catulo, y esa es la razón de su mérito, no es la
expresión de un sentimiento personal, sino de un sentimiento
humano, porque entonces y después, hoy y mañana, todos hallarán
en ella la expresión de sus propias pasiones" (p. 385).
"Los que aman, habrán de amar siempre como él amó a su Lesbia, y
para decir su amor no hallarán otras palabras de ternura que las que él
usara en los arrebatos de su pasión; los que odian, habrán siempre de
56
Las alusiones a la métrica horaciana son habituales, como es lógico; y J. D.
Casasús acude a comentarios específicos como al Commento Métrico a XIX Liriche
di Orazio par Ettore Stampini, Torino, Loescher, 1890.
57
Λ. Danysz, De scriptorum imprimís poetarum romanorum studiis catullianis,
Breslau 1876.
58
D. Iunii luvenalis et A. Persii Flacci Satirae ex recensione G. A. Ruperti et G. L.
Koenig, Londini, in aedibus Valpianis, 1830.
59
In D. Iunii luvenalis Sátiras. Commentarii vetusti, post P. Pithoei curas auxit [et]
instruxit D. A. G. Cramer, Hamburgi, 1823.
60
R. Paukstadt, De Martiale Catulli imitatore, Halis Saxonum 1876.
202
FRANCISCA MOYA DEL BAñO
odiar como él odió a sus rivales afortunados, y, para execrarlos y
maldecirlos, encontrarán tan solo la misma agudeza punzante, el
mismo insulto procaz; los que lloran la muerte de un ser querido,
habrán de lamentarse con el mismo dolor, y habrán de prorrumpir en
los mismos gritos de angustia; los que hacen de la amistad un culto,
habrán de abrazar y de besar a sus amigos tras prolongada y penosa
ausencia, con el mismo entusiasmo juvenil, y los que comparten por
igual un amor dulce y tranquilo, habrán de amarse como Acmé y
Septimio, mirándose los ojos en los ojos, y uniéndose los labios a los
labios, con la misma infinita languidez" (p. 386).
Estos elogios no impiden el juicio objetivo de J. D. Casasús,
quien reconoce que Catulo no es el mejor poeta latino; que ha sido
superado como poeta epigramático, como elegiaco, como épico,
aunque, sin embargo, nunca como poeta lírico. Nuestro autor se basa
en el estudio que él mismo ha realizado, el primer trabajo científico
en lengua española; J. D. Casasús poseía las condiciones necesarias
para llevarlo a cabo, como son conocimiento del latín, conocimiento
de las lenguas de cultura para poder utilizar la bibliografía necesaria,
y además ser poeta, para conectar con el alma del poeta y dejar que
se expresase a través de él en otros versos. Esos versos, que pudo
apreciar M. Menéndez Pelayo, como decíamos al principio, salpican
las páginas de este libro, ilustrando los diversos aspectos tratados y
logrando una útil y dulce lectura. La presencia generosa de
traducciones es una virtud añadida a esta ingente y valiosa obra; nada
se ha dicho de ellas porque se hará a continuación, al referirme a su
segundo libro, en que las volvemos a encontrar formando parte del
conjunto de las Poesías de Catulo.
III. Un año después salen a la luz las Poesías de Catulo
traducidas por J. D. Casasús; cuando publicó el Cayo Valerio
Catulo. Su vida y sus obras, J. D. Casasús debía de tener la mayor
parte de las traducciones terminadas. Con todo, también debió de
tener problemas para darle fin; en el Prefacio que firma el 2 de
septiembre de 1905 da cuenta de ello, aludiendo a tribulaciones que
asediaron su espíritu o a la recrudescencia de su vieja enfermedad,
circunstancias que deben justificar, dice J. D. Casasús, los errores
que puedan encontrarse en el libro. Por otra parte, quería acabarlo
porque temía que sus nuevas responsabilidades (ha sido nombrado
EL PRIMER ACERCAMIENTO FILOLóGICO EN LENGUA CASTELLANA A CATULO
203
embajador ante los Estados Unidos del Norte) le impidan cumplir la
promesa que hizo a los miembros del Liceo Altamirano de publicar
las poesías de Catulo.
Sin duda fue una suerte que hiciese esa promesa, y que la
cumpliese, puesto que la traducción de Catulo, la primera traducción
después de la de Μ. N. Pérez del Camino (Madrid 1878), es una de
las mejores que se han hecho nunca del poeta de Verona.
No se trata de la traducción de algunos poemas; J. D. Casasús
traduce a Catulo completo, con una sola excepción, la del carmen 67
(Ad ianuam), aunque tuvo sus dudas. Y lo justifica así:
"Otras vacilaciones (...) me han asaltado al publicar la traducción
de las poesías de Catulo; y estas han tenido por origen el lenguaje
obsceno de que hace uso con excesiva frecuencia en un gran número
de epigramas. Suprimir en una traducción de las obras de Catulo los
epigramas, hubiera sido un atentado imperdonable en quien ha tenido
el vivísimo deseo de hacer conocer a nuestra juventud los eternos
modelos de la poesía latina; y, por otra parte, traducir literalmente
todas las expresiones que el poeta emplea me hubiera exigido adoptar
un lenguaje impropio de la poesía moderna e infringir las reglas más
elementales del buen gusto.
Por fortuna encontré una solución que me permitiera no dejar en
el olvido algunas de las joyas más exquisitas del primero de los
poetas epigramáticos latinos, y que al mismo tiempo me evitara
emplear palabras que desdijeran del refinamiento de nuestra cultura
social actual.
No sé si podré vanagloriarme de haber tenido un éxito feliz en
todos los casos, pero mi invariable propósito ha sido siempre dejar
vivas las ideas, sin hacer perder a las imágenes con que el poeta las
reviste su gracia peculiar, aunque expresándolas con su lenguaje
adecuado. (...)
A pesar de todo dejé de traducir el poema LXVII (...) porque no
era posible aplicar el método a que acabo de hacer referencia, y
porque, por otra parte, creí que no hubieran de perder mucho, con su
supresión, los lectores de Catulo" (pp. 9-10).
J. D. Casasús no puede decirlo con más claridad; en su época
era imposible mantener muchas de las expresiones catulianas (él
habla de reglas elementales del buen gusto o de refinamiento de la
204
FRANCISCA MOYA DEL BAñO
cultura social), si bien nuestro autor tiene recursos para superar esos
condicionantes y es cierto que los supera en un auténtico alarde de
inteligencia. Ciertamente se trata de una traducción para la estética
de ese momento, aunque esto no implica que no sirva para hoy, que
no se lea con gusto y provecho. Sólo falta un poema, el 67, ausencia
que no considera de máxima gravedad y que, podríamos decir,
compensa con la traducción de los Pripaeos, que no están incluidos
en las ediciones y manuscritos de Catulo, tampoco en el Oxoniensis,
que es el que publicó R. Ellis, cuyo texto adopta J. D. Casasús, por
considerar a R. Ellis "el más distinguido humanista que la Inglaterra
produjo en el pasado siglo" (pp. 10s.).
Informa también en el Prefacio de que ha puesto "títulos" a los
Carmina, como se leen en las ediciones humanísticas. Asimismo
justifica la ausencia de "notas explicativas" que hicieran conocer la
mejor interpretación del texto latino (todas sus traducciones las
llevan) por considerarlo innecesario tras la publicación del libro
anterior; de todos modos reconoce, y de ello también da cuenta, de
que ha seguido de cerca, sobre todo en las dudas, el Comentario de
R. Ellis (p. lis.).
El conocimiento de la lengua latina, la ayuda de los
comentarios, la condición de poeta, buen poeta a mi juicio, de J. D.
Casasús, su fineza de espíritu, su amplia cultura, etc. dan por
resultado una obra bien hecha. En cada poema traducido puede
admirarse la cuidada elección del léxico, la precisión en los
adjetivos, las imágenes que sabe conservar o crear, la sonoridad de
sus versos, en fin, las virtudes que rezuman sus versiones. La mera
lectura de sus traducciones confirma lo dicho; un análisis minucioso
lo subrayaría, pero no es tampoco éste el momento. Nos vamos a
limitar a exponer una muestra de sus traducciones y lo haremos
desde una óptica concreta, la de qué versos castellanos utiliza para
trasladar la métrica catuliana. Otra muestra de sus versos servirá para
comprobar, con unos ejemplos, cómo resuelve J. D. Casasús los
problemas que le plantean las expresiones obscenas, y acabaremos
disfrutando con el modo de traducir algunos de los versos más
conocidos y admirados de Catulo.
El. PRIMER ACERCAMIENTO FILOLÓGICO EN LENGUA CASTELLANA A C A T U L O
205
Comenzamos, como anticipábamos, por la métrica. J. D.
Casasús, quien además de buen traductor61, es un buen poeta, como
muestran sus traducciones de Horacio, de Virgilio o de Tibulo, sus
composiciones originales y las recreaciones que hace de los
clásicos62; el endecasílabo, por otra parte, es un esquema métrico de
noble tradición y J. D. Casasús sabe utilizarlo, por ello lo elige para
la mayoría de los poemas y lo utiliza, salvo excepciones, sin rima.
También hay otros versos, como el octosílabo, o estrofas que imitan
las clásicas, como iremos recordando a continuación. Éstos son los
versos que utiliza:
A. ENDECASÍLABOS. En endecasílabos son vertidos los
siguientes tipos de versos:
a) Endecasílabos falecios:
Cui dono lepidum nouum libellum
árido modo pumice expolitum?
Corneli, tibi: namque tu solebas
Meas esse aliquid putare nugas;
lam tum cum ausus es unus Italorum
Omne aeuum tribus explicare cartis
Doctis, luppiter, et laboriosis. (C 1)
¿A quién mi libro dar gracioso y nuevo
Ya por la pómez áspera pulido?
A ti, Cornelio, porque tú solías
Juzgar mis versos de tu elogio dignos,
Cuando, ¡oh Jove!, en tres libros laboriosos
El solo tú entre todos los Latinos
De los tiempos la crónica explicabas.
b) Trímetros yámbicos
b 1. Trímetros yámbicos puros 63 :
También tradujo del inglés y del francés. Respecto a la obra analizada, M. Dole.
(G. Valerio Catulo. Poesías, texto revisado y traducido por..., 4a ed., Madrid, 1997,
p. LVII1) considera "pudibunda, pero viva y brillante" la traducción poética de los
poemas de Catulo publicada por J. D. Casasús.
62
Los publica bajo el nombre de Musa antiqua, cf. nota 6.
63
También C. 29.
206
FRANCISCA MOYA DEL BAñO
Phasellus ille, quem uidetis hospites,
Ait fuisse nauium celerrimus,
Ñeque ullius natantis impetum trabis
Nequisse praeterire siue palmulis
Opus foret uolare siue linteo. (C 4)
Aquella nave que miráis amigos,
dice, fue de las naves la más pronta;
ni un bajel la venció, ya con los remos
hubiese de volar o con la lona.
b 2. Trímetros yámbicos escazontes:
Miser Catulle, desinas ineptire,
Et quod uides perisse perditum ducas.
Fulsere quondam candidi tibi soles,
Cum uentitabas quo puella ducebat
Amata nobis quantum amabitur nulla. (C. 8)
Calma, Catulo mísero, tus ansias;
Lo que ves perecer, perdido deja.
¡Cuan bellos días para ti brillaron
Cuando ibas tú dichoso con frecuencia
Do te llevaba la mujer que amaste
Como nadie jamás amada fuera!
b 3. Trímetros yámbicos arquiloqueos:
Quid est, Catulle? quid moraris emori?
Sella in curulei struma Nonius sedet,
Per consulatum peierat Vatinius:
Quid est, Catulle ? quid moraris emori? (C. 52)
¿Para morir, qué esperas, ¡oh Catulo!?
Ya en la silla curul Nonio se sienta,
Que cónsul ha de ser, Vatinio jura,
Catulo, ¡tú para morir, qué esperas?
c) Hexámetros, en cuya traducción los endecasílabos pares
riman en asonante64:
1
También el C. 64.
EL PRIMER ACERCAMIENTO FILOLóGICO EN LENGUA CASTELLANA A CATULO
Vesper adest, iuvenes, consurgite: Vesper Olympo
Expectata diu vix tándem lumina tollit.
Surgere iam tempus, iam pinguis linquere mensas,
Iam ueniet uirgo, iam dicetur hymenaeus.
Hymen, O Hymenaee, Hymen ades O Hymenae! (C. 62)
Véspero llega; jóvenes, alzaos;
Y su luz esperada largo tiempo,
Prende sobre el Olimpo, y de las mesas,
Ya de apartarse se acercó el momento.
A Himeneo cantad; viene la virgen;
Ven, ¡oh dios de las nupcias, Himeneo!
d) Asclepiadeos mayores:
Alfene immemor atque unanimis false sodalibus
Iam te nil miseret, dure, tui dulcís amiculi ?
Iam me prodere, iam non dubitas fallere, perfide? (C. 30)
¿Alfeno infiel, con tus amigos falso,
De tu amigo, inhumano, ya te apiadas?
¿Ya no me engañas, pérfido y traicionas?
e) Galiambos:
Super alta uectus Attis celeri rate maria
Phrygium ut nemus citato cupide pede tetigit,
Adiitque opaca silvis redimita loca deae,
Stimulatus ibi furenti rabie, vagus animis,
Devolvit ile acuto sibi pondera silicis.
Itaque ut relicta sensit sibi membra sine viro,
Etiam recente terrae sola sanguine maculans,
Niveis citata cepit manibus leve typanum,
Typanum, tubam Cybelles, tua, mater, initia,
Quatiensque terga taurei teneris cava digitis
Canere haec suis adorta est tremebunda comitibus. (C 63)
Atis, cruzando con bajel ligero
Profundos mares, a la Frigia llega,
Va de Cibeles a la selva obscura,
Y enfurecido, el ánima extraviada,
207
208
FRANCISCA MOYA DEL BAñO
Un pedernal blandiendo, se mutila;
Y al ver su sexo varonil perdido,
Y el suelo ya manchado con su sangre,
De tus adeptos el tambor y trompa
Toma, Cibeles, con sus niveas manos,
Ε hiriendo el cuerno con sus dedos, canta
A la turba llamando estremecida.
f) Priapeos, en cuya traducción los endecasílabos pares riman en
asonante:
O Colonia, quae cupis ponte ludere longo,
Et salire paratum habes, sed uereris inepta
Crura ponticuli aesuleis stantis in redivivis,
Ne supinus eat cavaque in palude recumbat;
Sic tibi bonus ex tua pons libídine fíat.
In quo uel Salisubsali sacra suscipiantur :
Munus hoc mihi maximi da, Colonia, risus. (C. 17)
Colonia, que en tu puente jugar quieres,
Y aun en él a bailar estás dispuesta,
Y que al ver vacilar del puente el arco,
Que con viejos maderos construyeran,
Temes que en el pantano caiga y se hunda,
¡Ojalá que un buen puente tener puedas
Que aun de los salios el bailar resista!
Mas déjame a mi risa darle suelta.
g) Los dísticos elegiacos65; en estos casos también, como ocurría
en la traducción de los hexámetros, los endecasílabos pares riman en
asonante:
Multas per gentes et multa per aequora vectus
Advenio has miseras, frater, ad inferías,
Vt te postremo donarem muñere mortis
Et mutam nequicquam alloquerer cinerem. (C 101)
Yo vengo, hermano mío, a tu sepulcro,
Después de recorrer tierras y mares,
<>5
Así están traducidos la mayoría de los Carmina en dísticos elegiacos (65-116);
hay algunos traducidos en versos octosílabos y unos pocos que incluyen el
heptasílabo entre los endecasílabos.
EL PRIMER ACERCAMIENTO FILOLóGICO EN LENGUA CASTELLANA A CATULO
209
A hablar en vano a tus cenizas mudas
Y a darte mis postreros homenajes.
2. ENDECASÍLABOS COMBINADOS CON HEPTASÍLABOS.
Los utiliza J. D. Casasús para traducir:
a) Trímetros yámbicos escazontes; lo hace en una suerte de
estrofa, en que alternan (EEHHEH), con rima asonante en los pares:
Num te leaena montibus Libystinis
Aut Scylla latrans ínfima inguinum parte
Tam mente dura procreavit ac taetra
Vt supplicis uocem in nouissimo casu
Contemptam haberes, a nimis fero corde? (C. 60)
¿De los montes de Libia una leona,
Scilla que en monstruo ladrador remata,
Engendró tu alma acaso
Tan dura e inhumana
Que a quien te ruega en su aflicción, desprecias?
¡Oh! ¡Qué feroz es tu alma!
En el poema 39 sólo se incluye un heptasílabo, el segundo 66 :
Egnatius, quod candidos habet dentes,
Renidet usque quaque: sei ad reí uentum est
Subsellium, cum orator excitat fletum,
Renidet ille. (...)
Porque Ignacio los dientes tiene blancos
Se ríe eternamente.
Si un orador, de un reo en la presencia,
Al pueblo hasta las lágrimas conmueve
Él ríe (...)
b) Tetrámetros yámbicos catalécticos67:
Cinaede Thalle, mollior cuniculi capillo
66
También conrimaasonante en los pares.
Todos traducidos en endecasílabos, menos dos heptasílabos en los versos 2 y 4 de
la traducción de J. D. Casasús.
67
210
FRANCISCA MOYA DEL BAñO
Vel anseris medullula uel imula oricilla
Vel pene lánguido senis situque araneoso,
Idemque, Thalle, túrbida rapacior proceda, (C. 25)
Mas suave que el extremo de una oreja
¡Oh tú, lascivo Talo!
Más que piel de conejo o telaraña,
Más que pluma de ganso,
Y a la vez más rapaz que una borrasca.
c) Dísticos elegiacos, formando estrofas de dos endecasílabos y
dos heptasílabos, rimando los pares en asonante:
Si quoi quid cupido optantique optigit unquam
Insperanti hoc est gratum animo proprie.
Quare hoc est gratum, Lido quoque carius auro,
Quod te restituís, Lesbia, mi cupido. ( C 107)
Cuando uno logra realizar un día
Cuanto deseara y esperara en vano,
Goza el alma de veras
De incomparable encanto;
Por eso nada para mí es tan dulce
Ni es más que el oro para mi alma caro,
Que el ver hoy, Lesbia mía,
Que vuelves a mi lado.
En el C. 90 sólo se inserta un heptasílabo en el segundo verso:
Nascatur Magus ex Gelli matrisque nefando
Coniugio et discat Persicum aruspicium.
Que un Mago nazca de la unión nefanda
De Gelio con su madre
Y que aprenda del persa los agüeros!
3. ESTROFA SÁFICA. La utiliza J. D. Casasús para traducir las
siguientes estrofas:
a) la estrofa sáfica68:
EL PRIMER ACERCAMIENTO FILOLóGICO EN LENGUA CASTELLANA A CATULO
Ule mi par esse deo uidetur,
lile, si fas est, superare diuos,
Qui sedens aduersus identidem te
Spectat et audit. (C. 51)
Un dios, y acaso más que un dios parece,
Si a un dios al hombre superar fue dado
El que se sienta frente a ti y te escucha
Dulce riendo.
b) la estrofa compuesta por tres gliconios y un ferecracio:
Dianae sumus in fide
Puellae et pueri integri
Dianam pueri integri
Puellae que canamus. (C. 34)
Niñas y niños de pureza llenos,
Que a honrar a Diana consagrados fuimos,
A Diana todos elevemos cantos,
Niños y niñas.
c) La estrofa compuesta de cuatro gliconios y un ferecracio:
Collis o Heliconiei
Cultor Vraniae genus,
Qui rapis teneram ad uirum
Virginem, o Hymenaee Hymen,
Hymen o Hymenaee;
Cinge témpora floribus
Suave olentis amaraci,
Flammeum cape laetus, huc
Huc veni niveo gerens
Luteum pede soccum (C. 61)
Tú, que el collado de Helicón habitas,
Hijo de Urania, que a la tierna virgen
Robas y entregas del varón en brazos,
Dios Himeneo;
Ciñe tus sienes con fragantes flores
De mejorana; y a tomar ve el flameo;
211
212
FRANCISCA MOYA DEL BAñO
Que tus pies niveos el zapato calcen
Y alegre vente.
4. OCTOSÍLABOS: utilizados para traducir dísticos elegiacos 69 ;
muestra rima en asonante de los pares.
Odi et amo: quare id faciam, fortasse requiris.
Nescio, sed fieri sentio et excrucior. (C. 85)
Odio y amo; tú preguntas:
¿Será esto posible acaso?
Yo no lo sé; el hecho es cierto,
¡Y con ello sufro tanto!
De temática diferente es este otro ejemplo:
Cum puero bello praeconem qui uidet ipse,
Quid credat, nisi se uendere discupere? (C. 106)
Al lado de un pregonero,
Mirando a ese hermoso niño,
¿no he de pensar que desea
Prontamente ser vendido?
5. HEPTASÍLABOS: traducen trímetros yámbicos escazontes;
los versos pares riman en asonante:
Bononiensis Rufa Rufulum fellat,
Vxor Meneni, saepe quam in sepulcretis
Vidistis ipso rapere de rogo cenam. (C. 59)
Acaricia a Rúfulo
La esposa de Menenio,
Rufa la Bolonesa,
A quien veis su alimento
Recoger de las piras.
Esta prolija relación permite conclusiones evidentes y
esperables, como es la de destacar la preferencia de J. D. Casasús por
el endecasílabo, a veces combinado con el heptasílabo. El traductor
69
Así traduce los Carmina 78, 85, 89. 93, 94, 105, 106, 112, 113 y 115.
E L PRIMER ACERCAMIENTO FILOLóGICO EN LENGUA CASTELLANA A CATULO
213
no por eso deja de frecuentar, de vez en cuando, otros esquemas
métricos: bien para ser fiel al original, en el caso de la estrofa sáfica,
o por acercarse lo más posible a ella en versos castellanos, en el caso
de la traducción de los gliconios; bien, acudiendo a esquemas
castizos españoles como el romance, para verter contenidos que casi
lo exigen. Ciertamente, los versos de ocho sílabas, con rima en
asonante de los versos pares, ostentan una presencia significativa en
estas traducciones; al tratarse del verso castellano por excelencia, se
adecúa a los temas más variados; su carácter popular conviene, sin
duda, a la temática de estos poemas catulianos.
También se ha comprobado cómo hay respeto al original cuando
no se aumenta el número de versos, lo que, sin embargo, conlleva
inexorablemente la pérdida de algún término o expresión, pero,
desde luego, no yendo más allá de lo correcto. Y también se percibe
ese sabor a obra propia, que es el mejor elogio que se puede hacer de
una traducción en verso; se logra una obra propia y repleta de
aciertos, una obra que lleva la marca de su tiempo, porque es hija de
ese momento, de la sociedad ilustrada del México de finales del XIX
y principios del XX.
En fin, la naturaleza de las traducciones, aunque, limitadas a los
primeros versos, pienso, puede ser apreciada en los ejemplos que,
por causa de la métrica, se han ido recogiendo; cualquiera de estas
traducciones merecería, ya se ha dicho, un amplio comentario, que
en esta ocasión es imposible. Pero sí parece oportuno poner algún
ejemplo de cómo resuelve J. D. Casasús los problemas que le
planteaban las expresiones "obscenas" o de "dudoso gusto", que,
como se sabe, no son pocas en Catulo. Valga de ejemplo que en el
poema 59 antes citado, "fellat" lo traduce por "acaricia", o que en el
poema 25, que he citado a propósito de la traducción de los
escazontes, vierte "cinaede" por "lascivo", además de no traducir
pene lánguido senis o transformar el verso 5.
En el Carmen 94, moechatur lo traducirá J. D. Casasús por
"hace el amor":
Méntula moechatur. moechatur Méntula certe.
Hoc est quod dicunt ipsa olera olla legit. (C 94)
214
FRANCISCA MOYA DEL BAñO
El amor hace Méntula,
Méntula no hace otra cosa;
Su nombre esto significa.
Las legumbres van a la olla.
O, en el Carmen 112, pathicus se traduce por "hombre afeminado":
Multus homo es, Naso, ñeque tecum multus homo qui
Descendit: Naso multus es et pathicus.
Mujer y hombre a un tiempo eres;
Muchos van tras de ti, Naso,
Y con todos placer hallas;
Tú eres hombre afeminado.
Traducir novem fututiones en el Carmen 32, dedicado a Ipsitilla,
por "jurar el amor nueve veces" es una "libertad" no pequeña:
Amabo, mea dulcís Ipsithilla,
Meae deliciae, mei lepores,
lube ad te veniam meridiatum.
Et si iusseris, illud adiuvato,
Ne quis liminis obseret tabellam,
Neu tibi lubeat foras abire,
Sed domi maneas paresque nobis
Novem continuas fututiones.
Verum si quid ages statim iubeto.
Nam pransus iaceo et satur supinus
Pertundo tunicamque palliumque.
¡Oh mi dulce Ipsitila, si tú me amas,
Tú, que mi encanto y mis delicias eres,
Manda que a verte vaya al mediodía.
Y esto agrega, si en verme tú consientes;
Que nada cierre para mí tu puerta,
Que no en marcharte de tu casa pienses,
Y en ella permanezcas esperando
Que mi amor yo te jure nueve veces.
Si aceptas, da tus órdenes al punto;
Que después de comer y ansiando verte
Yo mi palio y mi túnica atravieso
Ya recostado sobre el lecho muelle.
EL PRIMER ACERCAMIENTO FILOLóGICO EN LENGUA CASTELLANA A CATULO
215
El poema a Aufílena, es un alarde de ingenio; cuivis
succumbere en la traducción de J. D. Casasús es "ser de todos", o
fratres concipere expatruo, "ser madre de sus primos":
Aufílena, uiro contentam uiuere solo,
Nuptarum laus ex laudibus eximiis:
Sed cuivis quamvis potius succumbere par est,
Quam matrem fratres concipere ex patruo. (C. 111)
Con un solo varón vivir contenta
Para una esposa es el mejor elogio;
Pero antes que ser madre de sus primos,
Es mejor, Aufílena, ser de todos.
Más lejanía existe entre el texto latino y la traducción en el
poema 16, en que, por ejemplo, "convencer de ser hombre" traduce
los verbos pedicare e irrumare, o aleja mucho la significación de
pathicus o cinaedus:
Pedicabo ego uos et irrumabo,
Aureli pathice et cinaede Furi,
Yo os de de convencer de que soy hombre,
Cínico Furio, afeminado Aurelio70.
Es verdad que J. D. Casasús suaviza, a veces extremadamente,
los poemas; pero no menos cierto es que el sentido que resulta es
evidente: los versos elegidos, la certera traducción del conjunto, el
acierto de la versión, por ejemplo del dictum del c. 94, el ingenio de
la versión del poema a Aufílena, etc., compensan la "infidelidad" a
un texto, cuyas razones explica y se explican en esta obra, y, por
supuesto, estas libertades no empecen la bondad y belleza del
conjunto. J. D. Casasús pudo con esta traducción hacer que la
juventud sobre todo, a la que dedica sus obras, conociese y gozase de
la belleza de la poesía clásica; consiguió hacerle amar la poesía, y
todavía más, que la fecunda semilla del mundo clásico pudiese
germinar y dar nuevos frutos. No se trataba de nada lejano; era fácil
70
Se trata de los mismos personajes que aparecen en el poema 11 como falsos
camaradas de Catulo, encargados de transmitirle a Lesbia los más duros reproches
por su desvergüenza y desamor, motivo de ruptura definitiva con el poeta.
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FRANCISCA MOYA DEL BAñO
identificarse con Catulo, porque, como decía J. D. Casasús, los
sentimientos del hombre son siempre idénticos; encontrarnos
reflejados en una palabra sabia y hermosa lo confirma. Y de ejemplo
valgan estos versos, con los que vamos terminando, que expresan
amor y despecho; el despecho que rezuma el lamento de Ariadna, del
que se seleccionan unos versos, lo situamos en medio de los poemas
que cantan el amor:
Huc est mens deducta tua, mea Lesbia, culpa
Atque ita se officio perdidit ipsa suo,
Vt iam nec bene uelle queat tibi, si óptima fias,
Nec desistere amare, omnia si facías. (C. 75)
Mira, Lesbia, tus culpas do me arrastran,
Porque perdí la fe con que te adoro,
Que ni puedo estimarte aunque al bien vuelvas,
Ni dejar de quererte aunque hagas todo.
Perfide, deserto liquisti in litore, Theseu?
Siccine discedens neglecto numine divum,
Immemor ah devota domum periuria portas?
Nullane res potuit crudelis flectere mentís
Consilium? tibi nulla fuit clementia praesto,
Inmite ut nostri uellet miserescere pectus?
At non haec quondam blanda promissa dedisti
Voce: mihi non haec miserae sperare iubebas,
Sed conubia laeta, sed optatos hymenaeos,
Quae cuneta aerii discerpunt irrita uenti.
Tum iam nulla viro iuranti femina credat,
Nulla viri speret sermones esse fideles. (C. 64.133-144)
"Pérfido, ¿así arrancada de mis lares
Sola hoy me dejas en desierta playa?
¿Así, ingrato, a despecho de los dioses,
Con el perjurio vuelves a tu patria?
¿Tu propósito nada vencer pudo?
¿No hubo clemencia en ti para que tu alma
De mi compadecerse al fin quisiera?
A mí no esperar esto me mandabas,
EL PRIMER ACERCAMIENTO FILOLóGICO EN LENGUA CASTELLANA A CATULO
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Ni esas tampoco tus promesas fueron,
Que una unión largamente ambicionada
Conforme con los ritos, me ofreciste;
Mas todas fueron, ¡ay! vanas palabras.
No en un hombre que jure mujer crea;
Jamás fidelidad un hombre guarda.
El final de verdad no puede ser otro que el Carmen 5, una
hermosísima versión de este humanista de principios del siglo XX, a
quien se debe el primer acercamiento científico, serio y filológico, en
lengua española, a Catulo, así como la segunda, pero superior en
calidad, versión castellana.
Vivamus, mea Lesbia, atque amemus,
rumoresque senum severiorum
omnes unius aestimemus assis.
soles occidere et rediré possunt:
nobis cum semel occidit brevis lux,
nox est perpetua una dormienda.
da mi basia mille, deinde centum,
dein mille altera dein secunda centum
deinde usque altera mille, deinde centum
dein, cum milia multa fecerimus,7I
conturbabimus illa ne sciamus,
aut ne quis malus invidere possit
cum tantum sciat esse basiorum. (C 5)
Vivamos para amarnos, Lesbia mía,
Y mientes no paremos en lo que hablen
De nosotros los viejos pudibundos;
Pueden soles ponerse y levantarse;
Dormiremos los dos perpetua noche
cuando por siempre nuestra luz se apague.
Ven y dame mil besos, luego ciento,
Otros mil y otros cien al punto dame,
Y otra vez cien y mil dame enseguida;
Y al ir a completar muchos millares,
71
Cf. C. 7 y C.
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FRANCISCA MOYA DEL BAñO
La cuenta equivoquemos, que ignorando
Cuantos besos a darme al fin llegaste,
Por lo menos, ¡oh Lesbia!, a algún celoso
Le ahorraremos la pena de envidiarme.
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