1 Mataron al hijo del Pastor

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Mataron al hijo del Pastor
Por Enrique Zapata
¿Hasta qué punto deben sufrir un pastor y su familia «a causa
del ministerio»? ¿Es legítimo presionar al pastor por medio de
su salario? ¿Cuándo puede y/o debe un pastor abandonar a las
ovejas sin sentirse fracasado? ¿Debe haber un contrato entre el
pastor y su iglesia, en el cual se describa el trabajo que se
espera del pastor y la iglesia se comprometa a aumentarle
periódicamente el salario? ¿Es mejor no tener pastores de
tiempo completo, sino que cada uno debe trabajar y hacer lo
que puede? Tras la consideración de la situación de estreches
que sufrió un pastor, el autor analiza la situación ofreciendo
respuesta a las preguntas arriba planteadas.
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El niño que luchaba por su vida fue finalmente vencido. El segundo hijo del
pastor estaba muerto y la congregación fue acusada por la tragedia, aunque
ninguno de los miembros aceptaría la culpa ni consideraría que alguien tendría
que sentirse mal por lo acontecido. Hubo algunas expresiones de consuelo
hacia los padres, pero la mayoría lo atribuía a la voluntad de Dios.
A los de afuera les encubrieron los detalles y verdaderos problemas, los de
fondo; es más fácil ocultar que explicar la falta de amor. Dentro de la
congregación hubo muchas justificaciones y excusas, frases sagradas tales
como: "Dios sabe", "La condición actual es dura", "Dios debe estar tratando de
enseñarles cosas" y "¿No hay que dar gracias en todo?" Sin embargo, las
expresiones no cambiaron los hechos, el hijo del pastor estaba muerto. Esto
pasó en una iglesia evangélica. Ocurrió en nuestro continente. En una iglesia
que era bien vista por los demás.
Los detalles
Durante cuatro años, la iglesia había crecido mucho. Más de veinte familias
nuevas habían entrado en comunión. Necesitaban un ministro que se dedicara
completamente al pastorado, que dirigiera a la congregación y ayudara a
"equipar a los santos para la obra del ministerio". Encontraron un pastor, Mario,
quien era un buen maestro de la Palabra y tenía un corazón misionero. Le
ofrecieron un buen salario. Después de varios meses de oración, Mario y su
esposa, Claudia, aceptaron el llamado.
En los años que siguieron se libraron muchas luchas, y la muerte de Felipe, el
segundo hijo de Mario y Claudia fue sólo una consecuencia de ellas.
La primera batalla comenzó contra y sobre Claudia. Ella no acompañaba a
Mario en las visitas de todos los días a las diferentes familias de la
congregación. Las mujeres se quejaban diciendo que la esposa del pastor
anterior las visitaba siempre, pero que esta «era perezosa y vaga». Al ser
criticada, Claudia se resentía y trataba de explicarles que no podía salir mucho
en invierno, porque tenía hijos pequeños, sobre todo por el bebé, el cual tenía
menos de un año.
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Cuando no aceptó ser presidente de la sociedad femenil, porque consideraba
que algunas de ellas podrían hacer un mejor trabajo (y porque era más joven
que la mayoría de las integrantes), se acrecentó la crítica. La gente se
preguntaba: "¿Acaso no es responsabilidad de la esposa del pastor el hacer
estas cosas?" "¿Qué clase de ejemplo es?" "Ella sólo quiere vivir una vida fácil,
le falta espiritualidad". Según doña María, "ella era mundana, materialista y
sobre protectora de sus niños" y sentía que era su ministerio perseverar en la
corrección de la esposa del pastor.
Por su parte, Mario invertía la mayoría de las mañanas estudiando y
preparando sus mensajes y los cursos para discipular y desarrollar otros
ministerios de la iglesia. Concentraba su tiempo en las personas dispuestas a
aprender y trabajar y así comenzó dos obras nuevas en pueblos cercanos
donde no había testimonio. Sin embargo algunos pensaron: "¿No le estamos
pagando al pastor para hacer la visitación, la evangelización y la enseñanza?
¿Para qué le pagamos? ¿Cómo es esto de que quiere que lo hagamos
nosotros?" Y como no visitaba pastoralmente a las familias que andaban bien
cada semana —o semana por medio, como lo hacía el pastor anterior— sino
que se dedicaba al discipulado, a los apartados y a los perdidos, decían:
"Nosotros también necesitamos un tiempo a solas con el pastor". Algunos
reclamaban: Dice que a la mañana estudia, y siempre está queriendo hacer
que otros trabajen; debe ser que él también es perezoso y sólo se está
aprovechando de nosotros para vivir una vida fácil.
El hijo del pastor no murió a causa de un ataque directo. Los ataques fueron
dirigidos hacia su padre y su madre. Él era una de las víctimas inocentes,
como ocurre en toda guerra donde sufren muchos la tragedia de pecados
ajenos. A medida que pasaron los meses, Mario y Claudia no recibieron un
aumento de sueldo. Al principio el sueldo era suficiente y bueno, pero por los
conflictos y ciertas voces en la congregación se quedó fijo, nunca fue
actualizado.
La inflación fue destruyendo su bienestar mes tras mes. Abandonaron la obra
social por no poder pagar las cuotas y empezaron a comprar comidas cada vez
más baratas, aunque ellos estaban cada vez más gordos.
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Esto último se debía a que comían pan y fideos para satisfacerse, porque no
podían comprar otra cosa. Ellos se preguntaban que debían hacer.
¿Abandonar a las ovejas y trabajar afuera? ¿Cómo poder ayudar a la gente a
comprender su situación? Oraban, pero no recibían respuesta concreta. En
momentos críticos, les llegaba alguna ofrenda que les mandaban amigos de su
iglesia anterior.
Finalmente su hijo se enfermó y murió. El médico lo atribuyó a la mala
alimentación. El niño se había ido debilitando y al fin no tuvo resistencia para
vencer una enfermedad. ¿Víctima de una mala nutrición o de una
congregación que lo mató al no pagar al pastor un salario digno?
Esta historia es verídica. Los datos han sido cambiados para proteger la
identificación de los inocentes.
Enfrentando el problema
Hay muchas preguntas difíciles que surgen de esta situación. ¿Hasta qué
punto deben sufrir un pastor y su familia "a causa del ministerio"? ¿Es legítimo
presionar al pastor por medio de su salario? ¿Cuándo puede y/o debe un
pastor abandonar a las ovejas sin sentirse fracasado? ¿Debe haber un
contrato entre el pastor y su iglesia, en el cual se describa el trabajo que se
espera del pastor y la iglesia se comprometa a aumentarle periódicamente el
salario? ¿Es mejor no tener pastores de tiempo completo, sino que cada uno
debe trabajar y hacer lo que puede?
La historia es más importante que las preguntas. Las respuestas teóricas que
podemos dar estando fuera de la situación no resuelven el conflicto. Hubo
personas reales que sufrieron porque se dejó de lado el amor práctico y
humano. Alguien puede decir: "Está exagerando", sin embargo no lo creo.
Yo he visto, en mis viajes, a muchos siervos del Señor, hombres de valor,
sufriendo a causa de la irresponsabilidad de las iglesias locales. Hombres y
mujeres dispuestos a sufrir por amor al Reino de los Cielos, sufriendo sin
embargo por causa de la insensibilidad de los hermanos innecesariamente.
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He visto ancianos, agotados física y emocionalmente, tratando de sostenerse
por medio de su trabajo y a la vez cumplir con su ministerio. Algunos de ellos
con grandes problemas de salud, otros con problemas familiares o conflictos
internos debidos a la irresponsabilidad de sus prójimos.
Y he estado en la casa de los que, con gran dolor, han abandonado la iglesia,
la obra y han quedado con cierto resentimiento en sus corazones. Los he
escuchado decir a los jóvenes "que no se dediquen al ministerio, a menos que
deseen morir de hambre".
Conozco misioneros enviados por algunas iglesias a comenzar una nueva
iglesia en otra parte de la nación que apenas tienen para vestir a sus niños; sin
embargo, fueron enviados por iglesias que tenían recursos.
He compartido un sólo plato de arroz con huevo entre el pastor, su familia de
cinco y yo. Estas son realidades de cientos de pastores, ancianos, misioneros
y obreros del Señor en toda Latinoamérica.
¿Qué podemos hacer?
Los diferentes casos requieren diferentes soluciones. Debemos recordar que
hay situaciones donde es necesario sufrir necesidad por amor al Reino. Aun
Pablo tuvo períodos en que pasó hambre. Cuando una obra está comenzando o
una región está pasando un tiempo de problemas, como sequía, inundación,
etcétera, es lógico que el obrero padezca junto al pueblo.
Lo serio, lo pecaminoso son los casos donde no es necesario y sin embargo
ocurre.
Amado esperamos que está narración porque lamentablemente no
podemos decir parábola haya conmovido tus cimientos y que
verdaderamente, este Testimonio de nuestro hermano Pastor te Bendiga
y te lleve a la reflexión en lo que el espíritu santo te este revelando.
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Ministros del Señor que en este 2011 Estemos Unidos Llenos
de Misericordia y Dios saque nuestros Velos espirituales.
Les Bendecimos y Gracias por todo el esfuerzo que realizan
por extender el reino de Dios en los diferentes lugares donde
fueron llamados.
PD: Ah… Nos olvidábamos de algo, Decidimos que esta era la
Mejor Tarjeta de Navidad que podíamos enviarte.
2011 Año de Gran Cosecha!!
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