Didáctica de la comunicación radiofónica

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Didáctica de la comunicación radiofónica
Arturo Merayo Pérez ∗
Índice
1 La radio en la universidad
2
2 La enseñanza universitaria de la radio 4
3 Los instrumentos para la docencia y ll
9
investigacion
4 A modo de conclusión: criterio, crea15
tividad y honradez
Descriptor: En este artículo se reflexiona sobre el sentido y los procedimientos
para una docencia universitaria de calidad.
Si bien se centra en la docencia de la radio,
la mayor parte de las propuestas y sugerencias que aquí se realizan puede ser aplicada
a la docencia de cualquier materia impartida
en las Facultades de Comunicación.
"A la radio se llega por vocación. Es pasión, es virus, es contagio, es entusiasmo
y es libertad. Es, desde luego, complicarse la vida. Desde que empecé a cortejarla, con tanta alegría como inexperiencia, comprendí que debía trabajar duro si
quería llegar a lo más hondo de ella. Por
eso desde entonces he sido a la vez Casanova, Don Juan y Lord Byron. Por eso he
∗
Profesor de Comunicación e Información Radiofónica, Facultad de Comunicación, Universidad Pontificia de Salamanca. Artículo publicado en Sphera
Publica, Revista de Ciencias Sociales y de la Comunicación, Universidad Católica de Murcia, Murcia,
num. 0, 2000, pp. 45-64.
escrito para ella cartas de amor y he cantado baladas apasionadas. Por eso le he
dicho te quiero y te odio con todas las entonaciones posibles, y me he disfrazado
de juglar y de miserable. Por eso, no sin
mi pesar, he descubierto que mientras yo
encanecía y convertía mi romance en un
bastón, para ella ese amor se trucaba en
varita mágica que la hacía cada día más
lozana, más cautivadora: la reina de la
fiesta, la más bella del baile".
Con estas palabras resumía Luis del Olmo
su vida radiofónica. Pueden parecer excesivamente vehementes y hasta desmedidas
para cualquiera que tenga de la radio un conocimiento superficial. Pero quien la ha vivido por dentro, quien se ha acercado a ella
con algo más que curiosidad podrá atestiguar que, efectivamente, a la radio se llega
por vocación y se permanece en ella en virtud de una llamada intangible que lejos de limitarse a una mera actividad laboral reclama
una correspondencia apasionada. La vida del
comunicador radiofónico exige unas cualidades específicas que, no obstante, son siempre insuficientes si no se afianzan sobre
la vocación profesional.
Reflexionar sobre la didáctica de la radio es mucho más que definir el contenido
de unas asignaturas y la metodología académica que precisan para ser impartidas y
aprendidas con eficacia. Es además -y so-
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Arturo Merayo Pérez
bre todo- estimular a los futuros profesionales para que descubran si en ellos existe
o no una verdadera vocación por la radio.
Elegir la radio sin vocación puede suponer
un paso en falso de lamentables consecuencias en la vida profesional y personal; no optar por la radio cuando se siente pasión por
el medio puede convertir la vida profesional
en una actividad insulsa y carente de sentido. Este planteamiento aparentemente tan
radical puede sin duda ser refrendado por la
mayor parte de los profesionales de la radiodifusión.
Por ello es absolutamente imprescindible
que la docencia académica de la radio afecte
no sólo a los conocimientos intelectuales de
los alumnos, sino que tenga muy en cuenta
también las actitudes profesionales del futuro periodista radiofónico, para estimularlas
y orientarlas oportunamente.
1
La radio en la universidad
Tradicionalmente las Facultades de Ciencias
de la Información han venido considerando a
la radio como una actividad docente marginal, más próxima a lo anecdótico que al rigor
académico. Con las excepciones de algunos
centros universitarios, la radio ha ocupado en
los planes de estudio de Periodismo muy pocas horas lectivas, menos que las que se dedican a la mayor parte de las materias humanísticas que se imparten y por supuesto siempre menos que a las propias del periodismo
impreso. Una concepción notablemente alejada de la realidad ha venido entendiendo en
no pocos casos que el periodismo se hacía
en las agencias, los periódicos y las revistas y que radio y televisión eran a lo sumo
un complemento que se podía brindar a los
alumnos para que pudieran llevar a cabo en
la Universidad sus incesantemente reclamadas clases prácticas.
En la sección de Imagen y Sonido tampoco se le ha otorgado a la radio el lugar que
merecía. Supeditada a la omnipresencia de
la televisión, la radio ha quedado limitada
casi siempre a sus aspectos puramente técnicos, con lo que la formación del periodista
de radio tampoco ha tenido un marco académico adecuado. Que este planteamiento supone un grave error lo demuestran los mismos profesionales y las empresas audiovisuales que durante muchos años han mirado
con cierto escepticismo la formación universitaria, conscientes de que los jóvenes licenciados que procedían de las Facultades de
Ciencias de la Información podían saber de
muchas cosas pero no desde luego de radio.
En los últimos años se han introducido
notables cambios en este sentido. No obstante, cuando se trata de impartir adecuadamente las asignaturas relacionadas con radio
y televisión, la mayor parte de las Facultades de Comunicación siguen enfrentándose
a los eternos problemas de la elevada inversión que requiere el instrumental técnico específico y de una endémica y contagiosa masificación que acaba dificultando cuando no
haciendo imposible la realización de prácticas eficaces en pequeños grupos.
Por eso, si se pretende apostar por una actividad académica de calidad es necesario superar las dificultades mencionadas. Dicho de
otro modo: para llevar a cabo una docencia excelente en materia de radiodifusión se
necesita en primer lugar contar con estudios
de radio bien dotados; en segundo término
han de evitarse procesos masificadores que
impidan una dedicación personal al alumno
y que acaben convirtiendo la enseñanza en
un trámite sin mejores resultados que la exwww.bocc.ubi.pt
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pedición de títulos; en tercer lugar, las Facultades deben esforzarse para conseguir que
sus alumnos realicen prácticas profesionales
en distintas empresas no sólo de prensa sino
también de radio y televisión; se necesita finalmente y sobre todo, un cambio de mentalidad y de perspectiva que integre a la radio
en los planes de estudio de Comunicación en
igualdad de condiciones y no como un arbitrario complemento. Está en juego no sólo
el prestigio de la Universidad misma, sino la
formación de generaciones de periodistas y,
por ende, la calidad de los productos que éstos elaboren en el futuro y, en última instancia, el derecho a la información de la sociedad a la que Facultades, empresas y profesionales están llamados a servir.
Una excesiva e inadecuada reglamentación oficial impuso en su día la existencia de
materias académicas que con el adjetivo "audiovisual"pretendían incluir tanto los aspectos radiofónicos como los televisuales. No
es a mi juicio aconsejable considerar a la radio y a la televisión como un mismo objeto
de estudio. De hecho, la realidad demuestra permanentemente que ambos son medios
distintos en lo que se refiere a producción,
lenguaje, programación, planteamientos empresariales, técnica, audiencias, etc. Hablar
de lo audiovisual como si se tratara de un
único objeto es obligar a la realidad a dejar
de serlo. Es preciso, por consiguiente distinguir con claridad lo específico de la radio y lo
que es propio de la televisión, como se está
haciendo en la mayor parte de los planes de
estudio actuales. Una vez más -y en ello no
parece haber mal alguno, antes al contrariola vida se ha impuesto a la norma.
Pero precisamente ahora, cuando la formación radiofónica empieza a tomar entidad
por sí misma, cuando la investigación en Eswww.bocc.ubi.pt
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paña y los cuerpos de doctrina comienzan
a estar mínimamente consolidados, se nos
echa encima un nuevo término que amenaza
con arrasar la labor llevada a cabo hasta el
momento. El concepto se llama convergencia. Los medios -se dice cada día más- tienden a convertirse en multimedia; en el futuro
no habrá distinción entre la radio, la prensa
y la televisión, porque la tecnología hará posible que se nos ofrezcan en idénticos soportes.
Es posible, yo no lo niego. Y por eso pienso que es conveniente que los alumnos de
las Facultades de Comunicación adquieran la
versatilidad suficiente para desempeñarse en
un panorama multimediático. Pero a la vez
sostengo que es imprescindible, sobre todo
en los primeros años de formación, el conocimiento pormenorizado de cada uno de
los medios. Por una parte, porque la convergencia multimedia ha de partir del conocimiento de cada medio por separado, del mismo
modo que para conocer el todo es preciso
distinguir cada una de sus partes. Por otra,
la mayoría de los medios actuales no son -ni
lo serán en un futuro próximo- multimediáticos: sus peculiaridades expresivas, sus diferentes lenguajes, sus estrategias de programación, sus audiencias y hasta su legislación
son precisamente eso, peculiares, distintos, a
veces radicalmente distintos. Es preciso que
la universidad sea capaz de formar comunicadores para el futuro, no hay duda, pero es
imprescindible que los forme también para
el presente.
No hay por tanto el más mínimo peligro
en defender la convergencia siempre y cuando eso no signifique que la expresividad
radiofónica acabe siendo devorada por la televisión, o ésta por el uso de los ordenadores. Las herramientas tienden a unificarse,
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Arturo Merayo Pérez
es cierto, pero las peculiaridades comunicativas inherentes a cada medio serán durante
mucho tiempo distintas
2
La enseñanza universitaria de
la radio
Cabría parafrasear al filósofo Maritain y
señalar que la radio necesita triunfar siempre
de su adversario íntimo: el profesor. Debe
ser esta la primera reflexión cuando se trata
de plantear cómo ejercer la docencia de un
ámbito como radiofónico, ya que de lo contrario -en un exceso de celo por una actitud
desmedidamente escolar- podría correrse el
riesgo de perder el aspecto más entrañable de
la radio. Este no es otro que la búsqueda del
estilo personal con el que el alumno debe impregnar su actividad periodística en general y
su comunicación radiofónica en particular.
Este presupuesto no exime del esfuerzo
activo por ser buenos maestros, ya que, evidentemente, el conocimiento de la radio es
comunicativo y puede enseñarse.
Dos peligros
La enseñanza -cualquiera que sea su objetosupone una iniciación en la verdad mediante
la intercomunicación personal. Ahora bien,
cuando se pretende precisar la naturaleza de
la docencia se plantean dos peligros extremos. Uno de ellos consiste en pensar que la
labor docente es algo así como la tarea del
escultor que labra y conforma una materia
inerte. Por laborioso que resulte el trabajo,
siempre está en sus manos la posibilidad de
configurarlo de distintos modos, puesto que
el material se comporta siempre de forma pasiva. No ocurre así en la enseñanza y mucho
menos cuando ésta se realiza a estudiantes de
comunicación. Otro de los peligros -menos
habitual- consiste en creer que el alumno tiene en sí virtualmente la ciencia, y que la
labor docente se reduce al asentimiento del
despliegue espontáneo de su saber.
En ambos casos la enseñanza no se concibe como intercomunicación, pues o bien
no existe una verdadera comunicación o, si
existe, no se establece en el plano de la igualdad. Sin embargo, la auténtica docencia implica -con todas su exigencias- la comunicación personal: dos personas se abren una a
la otra y se comunican personalmente el saber. Docencia y discencia son actitudes complementarias que sólo se actualizan auténticamente cuando a través de todo medio objetivo se logra contacto personal en la búsqueda y descubrimiento de la realidad.
El maestro debe realizar la docencia de la
sabiduría y de la virtud por una explicación
de la palabra. Sin embargo, el que aprende
no debe limitarse simplemente a recibir la
enseñanza, sino que ha de contrastarla dentro de sí mismo, de manera que -a la luz de
sus anteriores conocimientos y experiencias
e iluminado por su reflexión personal- interiorice y comprenda sin renunciar a la crítica. El descubrimiento de la realidad es una
obra conjunta, realizada desde el interior y
el exterior, desde la palabra ajena del maestro y desde la luz de la propia intimidad.
En este sentido, el maestro no tiene ante sí
una cosa inerte en la que debe infundir una
luz esclarecedora de la inteligencia, sino que
cuenta con una persona dotada de una poderosa capacidad para iluminar y captar la
realidad. La docencia, por consiguiente, es
un estímulo para que el discípulo actualice
su luz con sus propias fuerzas y capte desde
dentro lo que el maestro le ha manifestado.
Es el discípulo, por tanto, el protagonista
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de la enseñanza. En él debe centrarse la labor
docente, no como objeto al que hay que tratar, sino como sujeto con el que hay que comunicarse y dialogar. Igual que sucede en la
iniciación a la virtud, en el saber se parte de
un poder activo del que no debe prescindirse.
La inteligencia no es una capacidad pasiva o
meramente receptiva, sino dinámica y penetrante. Cuando la inteligencia es atraída hacia su actualización (e-ducere) puede penetrar en el conocimiento de la realidad.
La apertura a la enseñanza y docilidad que
debe mostrar el alumno no consisten en una
ciega aceptación, sino en una reflexiva disponibilidad para el descubrimiento conjunto
de la realidad. Disponibilidad para estar liberado de una única perspectiva -de prejuicios de cualquier tipo- que podrían limitar
su capacidad de recepción; al mismo tiempo,
el alumno debe disponerse a buscar el saber, para lo que habitualmente se requiere
esfuerzo y tenacidad. Aquí debemos entender la docilidad como cooperación y colaboración, como la actualización constante del
sentido crítico. Además, no debe olvidarse
que este proceso de aprendizaje no sólo es
obra de la inteligencia sino del hombre íntegramente considerado, de lo que se deduce
que es necesario partir de la situación personal del alumno, que no sólo está inserto
en una sociedad tecnificada y compleja, sino
que, desde su esencia de universitario, pretende consolidar un proyecto personal.
El profesor también es causa activa -de carácter externo- pero suscitante a su vez de
una causa interior. Para explicarlo se ha recurrido tradicionalmente al ejemplo de la curación de un enfermo: se necesita el auxilio de la medicina, pero su eficacia requiere
la correspondencia y co-laboración del paciente; es, por tanto, un esfuerzo común, y
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en el caso de la radio, un esfuerzo común
por descubrir la realidad, el medio radiofónico y el tratamiento periodístico -el estilo
personal- con que debe comunicarse el mensaje.
La docencia es co-operación, ayuda de la
capacidad interior del alumno mediante el
fortalecimiento y desarrollo de su inteligencia. Por ello la enseñanza discurre en una
doble vertiente: por una parte, el profesor
propone al alumno el material y los instrumentos de la investigación; por otra, le ofrecerá un proceso riguroso y recto que se dirija
de los principios a las conclusiones. El discípulo tiene capacidad para conocerlos -tal vez
los conozca ya- pero por sí mismo ha de adquirir la visión conclusiva.
Tres aspectos básicos en la
formación
Alumno y profesor se mantienen así en una
estrecha cooperación en la búsqueda y descubrimiento de la verdad. Hacia este punto
debe orientarse todo proceso docente y toda
relación personal maestro-discípulo. Desde
la verdad han de ser interpretados los objetivos, las metas y los fines. Teniendo en cuenta
estos tres elementos cabe preguntarse: ¿Cuáles son las exigencias de la docencia respecto
al alumno, al profesor y a la radio misma?
"La educación tiene ante sí la inmensa tarea
de determinar los valores y criterios esenciales que nos permitirán comportarnos en la
vida". En este sentido, la docencia no puede
prescindir de tres aspectos nucleares insertos
en el aprendizaje mismo del alumno:
a) la autonomía moral incipiente, exigida
por una mayor capacidad de reflexión sobre
sí mismo y sobre el entorno. El alumno no
vive únicamente un momento de introspec-
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ción, sino también de manifestación y expresividad verbal e imaginativa;
b) la capacidad para el pensar objetivo; su
racionalidad se exterioriza y expresa intelectual y afectivamente;
c) la búsqueda de un carácter firme y seguro, desde el despertar de su conciencia social, que le conduce a una orientación profesional concreta.
En este proyecto puede y debe colaborar el
profesor respondiendo adecuadamente a su
tarea desde tres objetivos básicos: conocimiento de la verdad, su vida en la verdad y su
comunicación de la verdad.
Por el hecho de que enseñar es una actuación de la ciencia, el profesor debe poseer
ésta en acto. La actualidad exige actualización actuando y, por consiguiente, no basta
una dinamización, sino una constante profundización en la materia científica que le
ocupe. No se trata tan sólo de poseer unos
esquemas generales sino de tener los fundamentos de la verdad científica, incluidas sus
virtualidades y el conocimiento de las posibilidades explicativas que brinda la didáctica, aplicadas a la materia objeto de estudio.
Sobre el profesor siempre se cierne un peligro: el adocenamiento intelectual, la reducción de su pensar a un saber muerto, a
unas explicaciones invariables, a unos apuntes perpetuos. En la medida en que esto suceda, la radio es materia muerta, fruto de un
espíritu esquemático que se comunica recetaria y formulariamente. Sólo en la medida
en que se mantiene la tensión entre el saber
y la realidad se ahonda en lo importante y
se convierte esto en interesante. Así pues,
actualización investigadora y perfeccionamiento docente son dos exigencias fundamentales del profesor universitario.
Surge aquí aquel falso problema con el
Arturo Merayo Pérez
que en ocasiones ha tenido que enfrentarse
la docencia universitaria: ¿Es incompatible
la calidad de investigación con la calidad de
docencia? La respuesta no es fácil, y tanto la
historia como la propia experiencia personal
podría mostrar ejemplos muy variados. Sin
embargo, no es suficiente responder a esta
pregunta con la experiencia que todos tenemos, sino que para encontrar una solución
al interrogante debe partirse de la naturaleza
misma de la docencia universitaria. La enseñanza ha de realizarse a un nivel que permita a los alumnos conocer no solamente los
últimos resultados de la investigación en la
materia, sino el camino mismo que los ha
hecho posibles. No se puede presentar el
saber científico pormenorizadamente y hasta
sus últimos resultados si no se existe una eficaz y profunda familiaridad con la investigación.
El eterno dualismo entre teoría y práctica
que suele plantearse en la Universidad - mucho más en materias periodísticas como la
que nos ocupa- se resuelve si nos preguntamos acerca de la naturaleza misma de la enseñanza y del aprendizaje. ¿Son actos de la
vida activa o de la vida contemplativa? La
respuesta está ya claramente expuesta desde
hace siglos: la enseñanza y el aprendizaje
son realidades con doble aspecto. No sólo
es una contemplación - una inspección de
la realidad-, sino también una comunicación
de lo que se ha contemplado. Si estas dos
dimensiones no se plantean estrechamente
asistiremos a un tráfico de conocimientos
pero no a una transmisión que transfunda
personalmente la verdad. Por ello, debe entenderse que el adiestramiento en las cuestiones relacionadas con la radio ha de partir de la contemplación - análisis de la realidad, del entorno periodístico en su más amwww.bocc.ubi.pt
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plio sentido y de las peculiaridades del medio radiofónico- y sólo a partir de ella plantear un segundo estadio del que brota la comunicación radiofónica.
De estos dos aspectos, el activo ha de ser
el predominante, porque el fin verdadero de
la enseñanza es la formación del alumno.
Es esta la meta que condiciona el método.
El aula no es el lugar para exponer las últimas investigaciones del profesor o los últimos productos radiofónicos aparecidos en el
mercado, sino un lugar para el servicio de la
formación científica, profesional y humana
de los alumnos. Para que resulte fecunda, la
realidad radiofónica debe contemplarse, por
tanto, no únicamente en sí misma, sino de
acuerdo con las necesidades y capacidades
de los alumnos.
Si hablamos de la vida en la verdad es porque el profesor es referencia ejemplar. Cuando la autoridad del profesor no queda anclada en el encumbramiento o la distancia,
sino en el testimonio científico y en su ejemplaridad, entonces es cuando puede fructificar una amistad. El profesor no es una
máquina que expone teorías a otras máquinas que a su vez las convierten en apuntes
para olvidarlas una vez realizado el examen.
El profesor debe comprender el ánimo y el
ánima de los alumnos, es decir, conocer sus
luchas, sus aspiraciones, sus dificultades y
sus necesidades. La personalidad del maestro no tiene únicamente el valor de una
causalidad extrínseca, sino que su eficiencia
es la de una causalidad final. Los valores
de la personalidad magisterial solicitan, animan, espolean y arrastran al alumno a trabajar en su propio perfeccionamiento individual. Además, el profesor ha de ser y actuar como causalidad ejemplar: debe constituir un paradigma vivo y concreto de la perwww.bocc.ubi.pt
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fección -humana en general y profesional en
particular- a la que también está llamado el
alumno.
El quehacer universitario exige una gran
entrega por parte del profesor. A veces se
entiende que la enseñanza universitaria debe
girar en torno al profesor y a su arbitrio,
aprendiendo y estudiando según él vaya exigiendo. Si la enseñanza universitaria estuviera centrada en el alumno y en su formación personal, profesional y humana, la misión más propia del profesor será la de prestar un servicio a la verdad; es decir, enseñar
es servir y servir es entregarse.
Además de la ejemplaridad exigible al
profesor, este servicio debe materializarse en
las sesiones científicas de los seminarios, durante los múltiple contactos personales diarios, en explicaciones y orientaciones tutoriales, así como en la justa valoración de los
ejercicios, trabajos y pruebas. La docencia
ocupa así la vida entera en un constante dualismo entre contemplación y comunicación,
investigación y docencia, teoría y práctica,
verdad y testimonio.
Por lo que respecta a la comunicación de
la verdad quiero subrayar un aspecto imprescindible en cualquier docente y específicamente en un profesor de comunicación: la
capacidad de comunicar. En la medida de lo
posible, la lección debe ser para el alumno
un tiempo en el que no sólo se enfrente ante
nuevas realidades, sino en el que la misma
adquisición de nuevos conocimientos le reporte satisfacción y placer intelectual. Lograr que el alumno disfrute durante la lección es responsabilidad -obligación casi- del
profesor, quien para ello debe considerar no
sólo el interés que la materia despierta en el
estudiante, sino también la forma de presentarla.
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Una vez más, el permanente dualismo periodístico entre el fondo y la forma, entre
el contenido del mensaje y el tratamiento
que el mensaje mismo recibe, se hace patente en la tarea comunicativa de la docencia. El profesor debe despertar el interés del
alumno, incitando su curiosidad intelectual,
mostrando cómo la materia objeto de explicación guarda relación con el ejercicio profesional del futuro comunicador. Conseguir
esto no será habitualmente tarea excesivamente difícil, sobre todo si el profesor es o
conoce profesionalmente el interior de la actividad periodística.
Pero cuando el interés sobre el contenido
sea difícil de captar, el profesor -antes de
emitir cualquier juicio- deberá preguntarse
si efectivamente está explicando cuestiones
que un estudiante de Comunicación debe conocer. Adaptarse a las necesidades formativas que demanda el futuro profesional es
una tarea absolutamente imprescindible en el
profesor universitario. Pero cuando la sistematización científica es tan reciente como en
el caso de Ciencias de la Información, esta
exigencia debe ser aún -si cabe- más radical, puesto que mayor es también la tentación del profesor a explicar cuestiones interesantes quizá, pero accidentales para el futuro profesional de la comunicación.
El profesor debe cuidar también -y
esmeradamente- la forma que toma su explicación. Quiere decirse con ello que la didáctica alcanza en cualquier materia periodística o comunicativa una importancia decisiva. El adecuado tratamiento de los contenidos -aspecto fundamental de la práctica
profesional- es también imprescindible cuando se trata de enseñar a futuros comunicadores. No sólo por la dimensión "ejemplar"de lo que debe ser una comunicación
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eficaz del mensaje, sino para proporcionar también desde la forma- placer intelectual.
Un mensaje -una lección- amena y agradable
no sólo facilita la comprensión sino que estimula el grado de motivación y de esfuerzo
en el alumno.
Los objetivos de la docencia
En el futuro, el reto de la docencia ya
no será suministrar instrucción universitaria, sino proporcionar las claves para poder encontrar la información más fidedigna,
comprenderla y transmitirla adecuadamente.
Esto significa que los grandes retos del docente han de orientarse en las siguientes direcciones:
a) Enseñar a buscar, para poder investigar con discernimiento en una oferta desbordante.
b) Enseñar a entender, captando la esencia
de los conceptos, relacionando causas y consecuencias, infiriendo conclusiones de interés e integrando lo aprehendido en los conocimientos de los que anteriormente ya se
disponía.
c) Enseñar a aplicar el sentido crítico para
discernir, para matizar, para avanzar, y aplicar dicho sentido crítico a uno mismo y a su
propia actuación personal.
d) Enseñar a comunicar, a expresar las
propias ideas en un marco abierto al diálogo
y al respeto mutuo.
Específicamente, las asignaturas de Radio
han de orientarse a cumplir al menos los siguientes objetivos generales:
1. Conocer y reflexionar sobre aquellos
aspectos básicos del proceso comunicativo radiofónico, de manera que los
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• Dominar el uso del instrumental técnico
básico para la realización de los productos radiofónicos.
futuros periodistas estén en condiciones de juzgar con criterios profesionales la propia actividad radiofónica y la
de otros colegas;
2. Conocer y dominar los conceptos y las
técnicas necesarios para la realización
de productos radiofónicos.
Estos objetivos generales -análisis y
producción- se precisan y concretan en otros
de carácter específico que vienen determinados por cada uno de los temas o lecciones y
que, desde un planteamiento genérico, se resumen en:
• Conocer aquellos aspectos estructurales
básicos de la comunicación radiofónica
relativos a sus funciones y efectos, las
singularidades del profesional y de la
empresa de radio, la legislación específica, la naturaleza del canal radiofónico
y la composición de las audiencias;
• Conocer las peculiaridades y elementos
del mensaje radiofónico, así como sus
programas, géneros y estilos más destacados;
• Practicar la realización de productos radiofónicos propios adiestrando las habilidades comunicativas personales;
• Someter a crítica, a través de planteamientos coherentes y sistemáticos, los propios productos radiofónicos y los que
actualmente están en el mercado;
• Analizar y debatir aspectos relativos a
las técnicas de búsqueda, selección, valoración y tratamiento de la información radiofónica;
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Los instrumentos para la
docencia y ll investigacion
Para la realización de los anteriores objetivos
ha de contarse con los siguientes instrumentos de docencia e investigación:
3.1
La lección
No es necesario que nos remontemos al diálogo socrático o a la lectio medieval a través de la cual el maestro comentaba un texto.
Tampoco me parece que la lección consista
en la simple difusión de un discurso, pues
su finalidad consiste en iniciar a la radicalidad, fundamentalidad y universalidad de la
reflexión personal. Con la lección se realiza una formación de carácter sistemáticoestructural mediante la que se exponen las
líneas generales de los distintos temas, su estructura interna y conexión lógica.
La exposición puede hacerse de forma significativa, presentando un conjunto de aspectos ya conseguidos y formulados definitivamente, o por medio del denominado método
por descubrimiento, es decir a través de un
proceso de esclarecimiento, ex-plicación y
des-cubrimiento, fruto de la curiosidad universitaria que, a su vez, da lugar y estimula a
la investigación científica. En el primer caso,
el alumno puede dar respuesta a una serie de
cuestiones que no ha visto nacer desde dentro; en el segundo, asiste a su doctrina y elaboración. De esta forma, no sólo se le facilita
la asimilación, sino que se le introduce en
el proceso mismo de la creación, de lo que
es oportuno o inconveniente, para que esta
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reflexión acompañe toda la actividad de su
aprendizaje.
La lección puede estructurarse al menos
de dos modos muy diferentes. Cabe buscar
la conexión entre sus distintos elementos y
proceder a ordenarlos según las exigencias
racionales y sistemáticas. Siguiendo un proceso deductivo, puede partirse de las definiciones y principios para descender posteriormente hasta sus aplicaciones. Este método
puede asegurar una excelente economía intelectual, pero corre el riesgo de presentar la
radio como un fenómeno momificado. Cabe
también partir de la experiencia diaria del
alumno para llegar después al nivel especulativo y sistemático. El recurso a uno u otro
modo está en función del tema que se pretenda abordar, aunque, teniendo en cuenta
el conjunto de la materia, será el segundo el
más usual.
De todas formas, y siempre que sea posible, conviene comenzar la lección con un
análisis fenomenológico que arranque de una
situación o problema radiofónico inmediato,
con el fin de que la reflexión nazca a su vez
de la vida misma y de los problemas profesionales que los alumnos se plantean o se plantearán en el futuro. Es decir, se trata de partir
de un hecho o experiencia básica e intentar
determinar desde él su estructura formal, su
grado de oportunidad y sus efectos; posteriormente vendrá el momento discursivo que
ex-plica la razón última de la realidad que se
trata de investigar, mostrando sus causas, su
sentido y su fundamentación racional.
Con ello, la lección sigue un camino de
ida y vuelta. Además debe permanecer abierta al diálogo, de manera que la confianza
y la sinceridad sea el caldo de cultivo de la
actitud periodística. Es entonces cuando la
lección se dirige a personas concretas. Si,
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además, el número de alumnos lo permite y
sus preguntas se realizan con sinceridad pueden desaparecer las sospechas que sobre segundas intenciones alberguen algunos otros
estudiantes. Es muy importante que el profesor posibilite un ambiente de confianza y sinceridad si se pretende incidir con eficacia en
determinados aspectos conflictivos. Si este
ambiente no existe, debe ser provocado por
el profesor, sirviéndose de las posibilidades
que la retórica (no la sofística) le ofrece, preguntando e interpelando a quienes, como él,
forman parte del grupo. Con este ambiente
de diálogo, el alumno puede sentirse confiadamente acogido y será capaz de participar
de un problema común.
3.2
Los materiales de apoyo
Por consiguiente, en una materia como la radiofónica resulta absolutamente imprescindible el uso de medios audiovisuales, de los
cuales, la experiencia aconseja al menos los
siguientes:
a) Audiciones: No es posible enseñar la
radio ni reflexionar con lucidez acerca de ella
-no es posible explicar ni aprender radio- si
se prescinde de la escucha abundante y frecuente de productos radiofónicos. Las audiciones son los mejores materiales de apoyo
para el profesor. Sin ellas se pierde tiempo y
no se transmiten los conceptos con la misma
eficacia. Las audiciones son igualmente necesarias para el alumno, ya que ilustran las
explicaciones y vigorizan las clases haciéndolas más vivas, dinámicas y atractivas.
Si las audiciones corresponden a programas completos o simplemente -como sucederá casi siempre- a secciones o fragmentos
significativos, será algo que dependa de las
necesidades de cada lección.
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Didáctica de la comunicación radiofónica
De cualquier modo conviene que en todas las sesiones los alumnos puedan escuchar algunos ejemplos radiofónicos, ya sea
para mostrar cómo han de hacerse las cosas
o por qué determinadas producciones carecen de calidad.
Es recomendable que la mayoría de las audiciones sean relativamente recientes y que
los ejemplos seleccionados procedan de muy
distintas cadenas y emisoras.
Para proceder con eficacia al análisis de
audiciones debe contarse con un aula en la
que las condiciones acústicas sean adecuadas.
b) Proyecciones de texto: La experiencia ha demostrado que el uso del material
audiovisual puede tener efectos didácticos
muy positivos. Si la explicación de la lección se acompaña no sólo con un repertorio
bien seleccionado de audiciones, sino también con algunas proyecciones (diapositivas,
transparencias o proyecciones informáticas),
el grado de atención, el de memorización -y,
por consiguiente, el de aprovechamiento- se
verán notablemente incrementado.
Las diapositivas o transparencias presentan
esquemas de la lección que se está explicando, de manera que -sin apenas esfuerzo por parte del alumno- éste recibe en el
mismo tiempo dos estímulos: el auditivo y
el visual. Este último es más fácil de captar y, habitualmente, es retenido con más
facilidad. Si los esquemas subrayan aquellos aspectos más destacados de la lección, el
alumno aprenderá más, más rápidamente y
con mayor satisfacción.
c) Vídeos: Disponer de conferencias, debates y coloquios con expertos en la materia puede resultar de sumo interés para el
complemento de la actividad docente, aunque no resulten imprescindibles. Efectivawww.bocc.ubi.pt
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mente, en muchas ocasiones, las opiniones
de expertos, profesionales y estudiosos del
medio no se recogen en libros y artículos y
sí, sin embargo, en intervenciones orales, habitualmente más espontáneas y en ocasiones
más sinceras.
3.3
Algunos apuntes acerca de la
práctica radiofónica
El adiestramiento de las habilidades comunicativas del alumno de Radio sólo se realiza
eficazmente si se cuenta con Laboratorios de
Radio. Éstos han de estar dotados de un instrumental técnico que al menos les asemeje
a una emisora tipo de las existentes en el
entorno socio-cultural del estudiante. Si un
centro universitario no dispone de Laboratorios de Radio, no podrá facilitar una formación completa y de calidad en la materia que
nos ocupa. Y aún contando con ellos, lo que
indudablemente supone un elevado desembolso económico, las prácticas profesionales
en empresas de radiodifusión resultarán imprescindibles para familiarizar al alumno con
su futura actividad profesional.
Estos Laboratorios han de tener una función docente prioritaria, lo que no es obstáculo para que pueda servir como emisora
universitaria o centro de producción de programas. Sin embargo, estas actividades son
siempre complemento de la académica y dependientes del objetivo docente. De lo contrario, es fácil acabar convirtiendo el Laboratorio de Radio en una emisora y no en un
instrumento orientado a la formación.
Cualquier actividad radiofónica de producción ha de desarrollarse en pequeño grupos. Mi experiencia indica que lo ideal es
constituir equipos de seis personas (que pueden trabajar individualmente, por parejas,
12
tríos o en conjunto) y no sobrepasar nunca el
número de diez. Importa mucho que el profesor sepa incentivar y orientar el trabajo en
equipo, de modo que los alumnos ejerciten
también funciones de liderazgo y aprendan a
cooperar en la consecución de objetivos comunes.
Las clases prácticas suelen tener más eficacia cuando se desarrollan en tiempos continuos que rondan las dos horas de duración.
Segmentos de una hora acaban por resultar
menos aprovechables.
Es importante asimismo que los alumnos
dispongan de una sala de redacción, suficientemente dotada con material informático, donde puedan elaborar sus productos,
realizar búsquedas en fuentes informáticas,
recurrir a Internet, llevar a cabo tareas de
edición digital personalizada. . . El coste económico condiciona la adquisición de estos
equipos, si bien el espacio físico de una "redacción"debe existir siempre, así como una
dotación informática básica.
Conviene que los alumnos se acostumbren
a trabajar en tiempo real y con supuestos reales y que se adiestren en la consecución de
informaciones propias.
El momento más importante de los ejercicios prácticos no es, como pudieran pensar
los alumnos, el de la producción (preparación y grabación del producto); siendo éstas
etapas fundamentales, la decisiva es la del
análisis de los resultados, en la que el profesor debe suministrar el criterio de lo que
es correcto e inoportuno, ofrecer fórmulas
alternativas, hacer reflexionar, brindar sugerencias, corregir y estimular. Mi experiencia aconseja dedicar por regla general no menos de un tercio de la sesión de prácticas al
análisis y comentario crítico: "No hay que
confundir la práctica con el empleo de téc-
Arturo Merayo Pérez
nicas. Así como hay una teoría criteriológica, y con aplicación específica y clara que
es necesario tener muy en cuenta, y otra, meramente teorética que hay que desechar, se
puede dar una práctica realizada con sentido,
con un por qué, un cómo y un para qué determinados -que es a la que nos referimos-,
y las prácticas que abundan en muchas Facultades, consistentes en dejar a los alumnos
que jueguen con los aparatitos y que hagan
cosas".
3.4
Las lecturas
En orden a la estimación que el papel de los
libros de texto pueden desempeñar, no está
de más tener presentes las reflexiones que
al respecto enunciara Platón, quien consideraba que la letra paraliza e inmoviliza lo que
vive latiendo en la palabra fluyente. En este
sentido, cabe decir que la palabra viva de la
enseñanza es la que mejor inicia la marcha
del pensamiento.
El objetivo principal de las lecturas debe
ser la reflexión personal, en la medida en éstas pueden servir para que el alumno lleve a
cabo un encuentro sin mediaciones con los
textos de radio o con fragmentos especialmente ilustrativos y reveladores. En este sentido existen tres tipos de materiales de lectura:
a) Textos básicos: Puede ocurrir que las
explicaciones realizadas en el aula no le sean
suficientes al alumno. Por ello ha de considerarse la posibilidad de un texto que conserve el contenido básico de la materia. Esto
evita que el alumno se limite exclusivamente
a la explicación y perspectiva del profesor,
así como de la posible infidelidad o fragmentariedad de las notas que haya tomado durante la lección.
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Didáctica de la comunicación radiofónica
Lo ideal sería que el profesor pudiese elaborar su libro de texto en el que recoja fielmente sus explicaciones, dotándole continuamente de la vitalidad necesaria. En ese
caso, parece recomendable que el alumno
acuda a la explicación tras haber realizado
una somera lectura sobre lo que previamente
se ha anunciado como tema de la sesión. El
libro podrá enseñar el esquema fundamental,
mientras que las clases complementan, aclaran dudas, recogen sugerencias, apuntan reflexiones, muestran ejemplos y dan lugar al
diálogo abierto.
Si los alumnos cuentan con un manual de
texto realizado por su profesor éste podrá entregar a comienzo del curso una planificación
en la que se correspondan las unidades del
texto con determinadas fechas, de modo que
el estudiante puede acudir a la clase habiendo leído previamente el manual. La lección se aleja así por completo del desgraciadamente frecuente método del "dictado".
Antes al contrario, sirve para afianzar las
ideas fundamentales de forma gráfica a través de las proyecciones, permite que en ella
se dedique tiempo para los análisis de las audiciones y aún deja un margen para poder
aclarar, debatir o escuchar las impresiones
que los alumnos han obtenido de la lectura,
la explicación y la percepción de los ejemplos sonoros.
b) Textos clásicos: Hablar de textos clásicos en una materia tan reciente como la radiodifusión, en la que el cuerpo de doctrina no
está aún completamente definido y en la que
la bibliografía resulta todavía escasa, es sin
duda un tanto pretencioso. Por textos clásicos se entienden aquí aquéllas obras ya consagradas y singularmente significativas, ya
sea en razón de la influencia que han ejercido
históricamente en la investigación o por hawww.bocc.ubi.pt
13
ber servido de referencia constante durante
generaciones a los profesionales de la radio.
La dificultad especial que presenta este
tipo de textos es su escasa variedad: son pocas las obras -y aún menos las publicadas en
castellano- que, pudiendo calificarse como
"clásicas", mantienen interés y actualidad.
No hay que olvidar -como se ha expuestoque nos enfrentamos a una disciplina de no
más de setenta años de existencia, en permanente cambio, y cuya bibliografía y sistematización académica son aún muy recientes.
El carácter de estas lecturas ha de ser voluntario. Esto no significa que no deban recomendarse vivamente; pero se trata de evitar que el alumno se acerque a ellas como
consecuencia de la imposición en vez de moverse por la curiosidad científica. En este
sentido, se pretende conseguir en lo posible
que el alumno no incurra en el picaresco procedimiento del cumplo y miento, y motivar
en positivo para un responsable y libre aprovechamiento de la asignatura en función de
los intereses personales.
c) Fragmentos: Sobre determinados aspectos puntuales tratados en cada sesión,
el profesor puede hacer entrega de uno o
dos materiales ilustrativos de breve extensión que sirvan como complemento, amplíen
perspectivas o sugieran matices acerca del
tema analizado. Con este tipo de textos se
trata de invitar a la reflexión utilizando claves distintas a las del libro de texto o a las
enunciadas durante la clase, y que inviten o
puedan invitar al comentario del alumno.
Sobre todos ellos, o sobre alguno de ellos
el profesor puede encargar la preparación de
una breve síntesis para que en los primeros
minutos de la clase siguiente un alumno realice la exposición oral de las ideas contenidas y sugeridas por el fragmento. Siempre y
14
Arturo Merayo Pérez
cuando sirva para premiar el interés y el esfuerzo y no para castigar, esta actividad refuerza el grado de motivación, facilita el debate
público y supone un ejercicio de expresión
oral.
3.5
Paneles y seminarios
Entiendo aquí por Panel lo que tradicionalmente ha sido designado como Seminario, es
decir un equipo de personas que trabaja de
forma voluntaria y que, sobre la base de una
amistosa y abierta intercomunicación personal, profundiza en la materia de estudio. Sin
la rigidez académica propia de la clase, el Seminario crea un ambiente de trabajo distinto
que fomenta una nueva actitud ante la actividad radiofónica y que estimula las técnicas del trabajo en equipo sobre la base de la
convivencia directa, la amistad, el diálogo y
la consecución de objetivos comunes. Existen paneles de debate, de investigación y con
profesionales.
En el Panel, el análisis de la radio no se
presenta como un factum, sino como un faciendum; es decir, la simple asistencia del
alumno no basta para obtener el máximo
aprovechamiento, sino que se hace imprescindible su colaboración y participación activa para que pueda actuar como una actividad en la que se susciten dudas y reflexiones.
La apertura, magnanimidad, paciencia y
comprensión del profesor puede colaborar
eficazmente a la formación de sus alumnos.
La participación debe ser libre y no debe por
ello implicar un trato de preferencia en la calificación final del curso. El trabajo del Panel
responde a un ánimo esforzado que repercutirá en la formación personal; de ahí se deriva
la necesidad de que el número de los asistentes al Seminario sea reducido y de que todos
participen -con la mediación del profesor- de
forma activa.
Si los Paneles, tal y como los entiende la
Real Academia de la Lengua, son grupos de
personas que discuten un asunto en público,
cabe distinguir diferentes tipos de paneles,
atendiendo a la finalidad particular para la
que cada uno se constituya:
a) Paneles de debate: La estructuración
del Seminario debe ser ágil. Podría constar
de una parte expositiva breve seguida de un
diálogo. Todos los miembros deben preparar
de antemano el tema, de cuya exposición se
encarga un participante, que ha de preparar el
trabajo en estrecho contacto con el profesor.
Sobre las ventajas pedagógicas de la exposición, baste recordar que con ella el alumno
se ve forzado a sintetizar sus ideas y precisar
sus palabras. Esta actividad le capacita para
actuar en la vida profesional, y de un modo
especial para comunicar.
El diálogo que sigue a la exposición debe
constituir la parte más amplia del Seminario. Importa especialmente que el profesor
suscite las intervenciones de los alumnos y
favorezca su libre expresión. El profesor puede, finalmente, recoger los resultados de todas las reflexiones y aportar su propio punto
de vista.
b) Paneles de investigación: Además de
la formación sistemática y de la reflexión
personal, este tipo de seminarios puede conseguir la iniciación en la investigación, ya
que su misión es también la de familiarizar
a los alumnos con los métodos de investigación científica. El profesor dispone aquí de
un espacio desde el que puede ayudar a consultar revistas y monografías, realizar fichas
bibliográficas y de contenido, manejar diccionarios y colecciones bibliográficas, orientar
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Didáctica de la comunicación radiofónica
en la selección de las audiciones o de los métodos de estudio empírico.
Pero, simultáneamente, el profesor es también, en este tipo de actividades, un buscador
más que tan sólo atisba un camino, y que se
dispone a recorrerlo en el mismo nivel y al
mismo paso que sus alumnos. Sólo así despertará sus capacidades y facilitará la libre
expresión de sus opiniones, tanto las relativas a los métodos de investigación, como a
la materia de la misma y a sus conclusiones.
c) Paneles con profesionales: El Seminario puede ser también un instrumento para
conocer y debatir diferentes cuestiones profesionales. El diálogo sobre ellas se desarrolla con base en un ciclo de conferencias y
encuentros con expertos y profesionales de
la radiodifusión. Éstos disertan sobre aspectos relacionados con su actividad habitual y,
posteriormente, se establece un coloquio.
La eficacia de este tipo de Paneles es triple: por una parte, los alumnos toman contacto con otros puntos de vista, otras perspectivas y opiniones distintas a las que han
recibido en clase; por otro lado, conocen sin
mediación alguna los proyectos, dificultades
y modos de trabajo de los profesionales de
la radio; finalmente, les ayuda a situar con
realismo las cuestiones académicas en el terreno de la vida profesional, lo que redunda
en un mejor conocimiento del medio y en un
incremento de la motivación personal.
3.6
Las tutorías
Las tutorías son un instrumento imprescindible en la docencia universitaria. En ellas el
profesor puede asesorar al alumno en cuestiones metodológicas, aclarar posibles dudas
o problemas que se hayan podido plantear en
el estudio, orientar las lecturas, asesorarle,
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estimularle y corregirle, ayudar a que se determine metas, elevarle sus objetivos personales y su grado de motivación... Su carácter
es habitualmente académico y significa una
interesante posibilidad con la que el alumno
puede rentabilizar y personalizar al máximo
su aprendizaje.
4
A modo de conclusión:
criterio, creatividad y
honradez
Esta nueva dimensión personalizada de la didáctica radiofónica que he venido sosteniendo no será posible si no se fundamenta en
el cariño. El componente afectivo en el proceso de aprendizaje no es algo que deba limitarse a la enseñanza primaria; un profesor
que aprecia sinceramente a sus alumnos, siempre sabe encontrar la manera de ayudarles
en su desarrollo personal e intelectual. Por
el contrario, si demuestra una actitud indiferente nunca logrará enseñar lo verdaderamente importante: quizás tan sólo logre -y
eso en el mejor de los casos- transmitir conocimientos, lo que resulta algo interesante
pero a todas luces insuficiente.
La cuestión -insisto- no radica tanto en
la transmisión de conocimientos como en
la configuración de actitudes. Es preciso
que cada uno de los futuros comunicadores
demuestre rasgos de personalidad definidos:
adaptabilidad a las nuevas circunstancias, capacidad de iniciativa, autoestima, sociabilidad, disciplina y fortaleza, dinamismo, resistencia a la frustración, madurez intelectual y emocional, capacidad de trabajar en
equipo. . . Al mismo tiempo es preciso adiestrar en aptitudes y habilidades tales como la
fluidez y la flexibilidad verbal, la creatividad,
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la capacidad de observar y escuchar, la comprensión verbal, la empatía, la capacidad de
motivación y de persuasión. . . Nada de esto
se puede enseñar a otros si no se tiene: el
mejor predicador -dicen- es Fray Ejemplo.
La tarea, como puede suponerse, no es
en absoluto sencilla pero el reto es sin duda
atractivo. La ha sido siempre y lo es hoy
también, pero resultará imprescindible en el
futuro. El cambio en los próximos años
será sustancial pues en el próximo milenio la
comunicación social se adivina progresivamente más personalizada: cada lector, cada
oyente, cada espectador dispondrá no sólo de
más ofertas a su alcance, sino de más tiempo
para el consumo; es de esperar que demuestre también mayores niveles de exigencia
con respecto a la calidad de la información
y el entretenimiento. Por eso la nueva sociedad de la información demandará de los
comunicadores básicamente tres cosas: criterio, creatividad y honradez. Eso es lo que
a mi juicio tienen que enseñar los centros
universitarios por medio de cada una de sus
asignaturas y atendiendo a las singularidades
específicas del ámbito de cada materia.
Todo lo anterior se ha escrito con la esperanza de contribuir a perfilar los aspectos
esenciales propios de la docencia universitaria en materia de comunicación y particularmente de la docencia radiofónica. No obstante, las propuestas aquí apuntadas han de
permanecer siempre limitadas y abiertas: limitadas por la novedad de una asignatura
universitaria que todavía no ha sido consolidada definitivamente y que parece expuesta
aún a frecuentes modificaciones legales; propuestas abiertas, en la medida en que esta
materia debe estar siempre receptiva y atenta
a los constantes cambios estructurales y novedades del sector radiofónico, el cual se
Arturo Merayo Pérez
muestra, indudablemente, como uno de los
ámbitos de la comunicación periodística de
mayor dinamismo y en permanente estado de
evolución.
La Universidad ha de apostar decididamente por una formación así para los nuevos
profesionales, haciéndoles capaces de servir
con eficacia a los públicos. Sólo de este
modo podrá sentirse orgullosa de sí misma,
colaborando activamente -lejos de actitudes
cansinas, escépticas o rutinarias- al desarrollo individual y al progreso social.
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