ENTREVISTA A JUAN DE DIOS LARRÚ

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Vocación a la felicidad
Curso de Formación en Matrimonio y Familia
Lugo, 12 de noviembre 2014
ENTREVISTA A JUAN DE DIOS LARRÚ
Ponente 5ª jornada del CFMF
“Identificar amor con emoción impide el crecimiento
y la maduración de la persona”
El sacerdote y teólogo Juan de Dios Larrú será el ponente de la 5ª jornada del Curso de formación
en matrimonio y familia que se celebra en Silleda. Su intervención lleva por título “La familia y la
educación en virtudes”. Juan de Dios Larrú es Doctor en Teología y Decano del Instituto Juan Pablo II
en España.
1. En la sociedad actual se habla mucho de valores ¿Es lo mismo hablar de virtudes que de
valores?
Virtudes y valores no son términos sinónimos. Las virtudes son hábitos operativos buenos y
configuran la fisonomía moral de la persona que actúa. El valor es un concepto vinculado a la
motivación. Es un contenido esencial del acto humano dentro de su dimensión de especificación. Por
ello, más que una definición del mismo, existe una caracterización de sus elementos definitorios
mediante una vía más descriptiva de la experiencia.
2. ¿Qué son las virtudes y por qué es importante hablar hoy de virtudes en la educación de los
hijos?
Las virtudes son los modos de recibir los dones de Dios. Indican, pues, la inmensa capacidad
receptiva humana, que hace crecer y madurar a las personas. Tienen un estructura comunional, pues
la plenitud a la que apuntan es la comunión de las personas.
3. ¿La cultura en la que vivimos condiciona el modo en que pensamos, vivimos y nos
relacionamos con otros ¿por qué es negativo identificar amor y emoción?
Porque es una reducción del amor, que impide el crecimiento y la maduración de la persona en su
distensión espacio-temporal. El amor se encuentra en el origen de los afectos, y es además también
una virtud y una acción de toda la persona. Nadie niega la importancia del sentir, pero la persona es
más grande que sus emociones.
4. Ante los medios de comunicación, el whastapp, el twitter, los amigos… Muchos padres se
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sienten débiles en su capacidad para educar a los hijos ¿Realmente tiene la familia capacidad
para influir en la educación de los hijos o son otros los que educan?
La educación en el uso de los medios de comunicación es singularmente relevante y delicada, pues
estos medios han cambiado nuestro modo de relacionarnos. La familia sigue teniendo un indudable
protagonismo en toda la tarea educativa, y es preciso que aprenda a introducir prácticas concretas
que ayuden a usar estos medios según la edad y madurez de los hijos, de un modo virtuoso.
5. Usted lleva años acompañando de cerca a muchas familias, conoce sus dificultades y su
realidad, ¿Cuál es, en su opinión, la dificultad mayor para educar hoy?
Por un lado, educar es siempre un desafío, y siempre ha habido dificultades. Desde mi punto de
vista, quizás sea la crisis de generatividad la que más dificulta la tarea educativa hoy. Es preciso, por
consiguiente, revitalizar este nexo entre generación y educación de modo que se promueva una
verdadera alianza educativa que haga madurar a las personas.
6. Hemos vivido el mes pasado un acontecimiento importante en la Iglesia, el Sínodo de la
Familia, ¿en qué cree usted que es importante que la Iglesia avance en su forma de hacer
Pastoral Familiar?
Considero que es clave que la Iglesia siga avanzando en la pastoral, y que considere cada vez más
que la pastoral familiar es una dimensión esencial de toda evangelización.
7. Son muchos los ecos que los medios de comunicación han realizado sobre las conclusiones
del Sínodo de la Familia, ¿Qué es lo que usted destacaría del documento conclusivo del
Sínodo de la Familia, como más novedoso o importante?
El documento conclusivo es todavía poco concluyente. Refleja el camino que se ha realizado, pero
desde mi punto de vista aún debe ser más trabajado, perfilado y enriquecido para que pueda ser un
faro para el futuro de las familias en el mundo contemporáneo.
Ser buen educador es un don y un
arte. Educar es siempre un riesgo, pues el encuentro de libertades es siempre impredecible. La familia
educativa se distingue radicalmente de la familia “líquida” o emotiva, porque la primera busca lo que
hace grande la vida de las personas y las conduce a la plenitud, mientras que la segunda se
preocupa exclusivamente por el bienestar emotivo de sus miembros y acaba replegada en sí misma,
débil y privatizada.
8. ¿Qué experiencias pueden llevar a unos padres a ser buenos educadores o a convertirse en
una familia “líquida”, usando la expresión del conocido sociólogo polaco Zygmunt Bauman,
Premio Príncipe de Asturias 2010?
Ser buen educador es un don y un arte. Educar es siempre un riesgo, pues el encuentro de
libertades es siempre impredecible. La familia educativa se distingue radicalmente de la familia
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“líquida” o emotiva, porque la primera busca lo que hace grande la vida de las personas y las
conduce a la plenitud, mientras que la segunda se preocupa exclusivamente por el bienestar emotivo
de sus miembros y acaba replegada en sí misma, débil y privatizada.
9. La familia es para la Iglesia la escuela del amor, de las virtudes ¿Qué sucede si nos ha tocado
crecer en una familia desestructurada? ¿estamos determinados por nuestra experiencia
familiar de origen?
Nunca estamos determinados, pero siempre condicionados por nuestra biografía y nuestra intrínseca
identidad narrativa. Si nos toca vivir en una familia desestructurada necesitamos más todavía que
otros de una compañía cercana, firme y tierna a la vez, que nos permita ir integrando con paciencia
nuestras carencias y sufrimientos en un marco de sentido más amplio. A la luz de la fe necesitamos
siempre testigos del amor de Dios, que consientan que podamos vivir nuestra vocación al amor en
plenitud.
10.
A modo de síntesis final, ¿Cuáles serían los pilares básicos para educar en una verdadera
madurez afectiva?
Educar en el amor es la tarea más necesaria y noble que todo hombre puede realizar. Amar de
verdad a otros, hacerlos crecer y madurar, afectiva y efectivamente es una obra que dura toda la
vida. Para educar no hay recetas pues cada persona es diferente, pero los pilares de la educación se
encuentran siempre vinculados a verdaderos educadores, personas que con sus virtudes afrontan el
desafío, conscientes de sus límites, pero fiados en que siempre es posible educar, que Cristo es el
Pedagogo del amor, de quien podemos todos a aprender a amar, porque nos dona su Espíritu.
Más información en
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Gabinete de comunicación
Directora: María José Campo
Obispado. Pl. de Santa María, 1. 27080. Lugo.
Móvil: 671 27 66 50
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