Hola chicos espero que todos se encuentren bien¡¡¡ A continuación les mando un TP a entregar para la primera semana de clases. LEER EL MATERIAL BIBLIOGRAFICO Y CONTESTAR Lenguajes comunicacionales Las portadas de los diarios. 1. Explicar en qué consiste el “orden de contacto” 2. Según Eliseo Verón, qué es el “contrato de lectura” 3. Como se construye el “contrato de lectura” según el semiólogo, Eliseo Verón 4. Cómo establece el Diario Página 12, un vínculo de complicidad. 5. Por qué son elementos importantes los títulos de los diarios. 6. Redactar un título similar al ejemplo de Tony Trew. Géneros discursivos 1. Según Mijail Bajtin, qué son los géneros discursivos y por qué podemos reconocerlos. 2. Qué distinción podemos hacer de diferentes géneros del discurso periodístico clásico. 3. Qué diferencias encontramos en las distintas definiciones de crónica. 4. Qué características tienen la editorial y la nota de opinión. MATERIAL BIBLIOGRAFICO GUIA PARA ANALIZAR MEDIOS MASIVOS Las portadas de los diarios En nuestra lectura cotidiana del diario, llevamos a cabo acciones de interpretación complejas. Interpretamos imágenes, modos de organización de la información, niveles de importancia adjudicados a las noticias, todo en forma simultánea. La familiaridad que tenemos con el diario hace que la complejidad de estas operaciones nos pase, por lo general, desapercibida. Por lo tanto, para analizar un diario en la clase es necesario “construir una distancia analítica” mediante conceptos y modelos que permita superar el nivel de sentido común o anécdota de una primera mirada. El primer impacto que recibimos de un diario lo produce la portada. Aun antes de comenzar a leer, con sólo dar una ojeada podemos comenzar a formarnos una idea del modo en que el diario se va a dirigir a nosotros, los lectores. La portada es un espacio donde se condensa el estilo y el contrato que propone el diario a sus lectores. Un principio metodológico sumamente útil es trabajar de manera comparativa. Esto sirve para ayudarnos a detectar los rasgos específicos de cada medio, aquellos que, a fuerza de verlos todos los días, nos pueden resultar casi imperceptibles. Por ejemplo, dos portadas diferentes del diario La Nación, una de fines del siglo XIX, la otra reciente. Aun sin leerlas, notamos que tienen diferencias profundas, relacionadas con los cambios tecnológicos e históricos y, además, determinadas por la influencia de la estética de los medios audiovisuales: Entre otras diferencias podemos destacar: La densidad del texto, casi sin blancos en la edición antigua e interrumpida y fragmentada en la edición contemporánea. En la edición contemporánea aparecen más blancos, que hacen más amigable la portada para nuestra manera de mirar. En la edición contemporánea las imágenes ilustran las notas. En la edición contemporánea, los titulares, mediante diferentes tamaños de letra y posiciones en la página, van guiando nuestra mirada y nos hablan de la diferente jerarquía que el diario asigna a las noticias. En la edición contemporánea, la franja de pequeñas pastillas informativas que aparece sobre el nombre del periódico actual, nos invita –a modo de “avance”– a recorrer otras secciones, anticipando notas deportivas, del espectáculo y de interés general. El orden del contacto Este primer nivel de lectura, percibido a la primera “ojeada” corresponde al “orden del contacto”. Se denomina así –a partir del modelo de comunicación propuesto por el lingüista Roman Jacobson– a la función del mensaje que tiene como objetivo central llamar la atención del destinatario, y controlar que el canal de comunicación esté funcionando. Como cuando chistamos alguien para llamar su atención, la portada “nos chista” para que atendamos a lo que tiene para contarnos. Cada medio organiza la portada –y hace lo propio con las páginas interiores– de diferente modo, es decir, ordena los contenidos de una manera relativamente estable, lo que le confiere cierta identidad que resulta familiar a sus lectores: ofrece más o menos títulos en su portada, los jerarquizar con mayor o menor claridad, incluye más o menos ilustraciones. Este conjunto de operaciones se llama la “puesta en página”. El orden del contacto tiene que ver con lo corporal y nos habla del tipo de vínculo que se propone al lector. En los medios gráficos, en los que la presencia física del emisor desaparece, el orden del contacto apela al cuerpo del receptor, guía su mirada y su atención mediante recursos verbales y no verbales, con los que construye las relaciones de cercanía y distancia o de apertura y clausura. El semiólogo Eliseo Verón ha relatado que, durante una visita que hizo a la ciudad de Sofía, Bulgaria, en tiempos del régimen comunista, cuando observó la prensa del país – cuya lengua desconocía– sólo pudo captar las “proposiciones del contacto”. Le llamaba la atención que se trataba de “un discurso masivo, sin intersticios. Un discurso liso, que ocupa la totalidad del espacio disponible, lo contrario del discurso fragmentado que caracteriza los medios modernos. Un discurso que postula una verdad sin intervalos, sin blancos, sin reposo”. La diferencia que señala el autor es similar a la de las dos portadas de La Nación que vimos mas arriba. En el caso de estas portadas, la diferencia obedece a la evolución técnica y a la modernización de la prensa. Verón considera que, en el caso de la prensa búlgara de hace unas décadas, en cambio, la disposición abigarrada es un indicio del discurso autoritario propio de régimen estalinista, que deja poco margen de movimiento al lector y clausura los resquicios que permitirían ingresar otras voces. Si analizamos comparativamente La Nación y –por ejemplo– Diario Popular (http://www.popularonline.com.ar) o Crónica (http://www.cronica.com.ar), notaremos que los recursos que usan los segundos para llamar nuestra atención son más agresivos: variedad de colores fuertes, abundancia de títulos y subtítulos de gran tamaño, tipografía variable, abundancia de imágenes que remiten al espectáculo o al entretenimiento –por encima de la política o la economía–, signos de admiración u interrogación, todo nos da la sensación de ingresar en un mundo más caótico, en el que es difícil orientarse más allá del título principal. Los impactos se superponen, pero no llegan a establecer una jerarquía clara entre las notas de entretenimiento y la información sobre temas más “serios” o –mejor dicho– la establecen de una manera diferente a la que estilan los diarios “serios”. Si lo comparamos con el tipo de organización de La Nación, veremos que el ordenamiento y la jerarquía asignada a los diferentes temas es mucho más nítida, más aireada, y que nos permite circular por la página de una manera más reposada. Para acceder a una http://www.diariosmundo.com amplia lista de diarios del mundo: Para buscar diarios de http://prensahistorica.mcu.es. diferentes épocas y de diversos países: El contrato de lectura Diferencias como las de la comparación entre un diario “tradicional” y uno sensacionalista tienen que ver con el perfil de lector que cada medio trata de captar. Según en qué estilo nos reconozcamos más, elegimos seguir a uno o a otro. Este mecanismo ha sido denominado “contrato de lectura” por el semiólogo Eliseo Verón. “El éxito de un soporte de la prensa escrita –dice el autor– se mide por su capacidad de proponer un contrato que se articule correctamente a las expectativas, motivaciones, intereses y a los contenidos del imaginario.” ¿Cómo se construye el contrato de lectura? Subraya Verón que lo central no es tanto qué se dice sino cómo: debemos fijarnos más en el plano de la enunciación que en el del enunciado. La enunciación es el nivel del texto en el que se construye una imagen del que habla (el enunciador: en este caso el medio), un vínculo con lo dicho (afirmar, dudar, preguntar), un tipo de relación con el destinatario (pedagógica, cómplice, más o menos distante, más o menos neutra frente a lo que se dice). El autor ejemplifica con algunas revistas femeninas y establece algunos rasgos característicos del contrato “pedagógico”, para diferenciarlo del contrato “de complicidad”. Veamos de una manera simplificada algunos de ellos, ilustrados con ejemplos de revistas femeninas actuales (Vogue, Para Ti, Cosmopolitan). Nos atenemos a los ejemplos tomados de revistas porque en éstas la variedad de contratos puede verse de manera más nítida. Sin embargo, debemos aclarar dos cuestiones: en primer lugar, que estos recursos se pueden rastrear en todo tipo de discurso y, por supuesto, también en los diarios. En segundo término, que es necesario tener en cuenta que los modelos de contrato de lectura muchas veces no se dan de manera pura. Es frecuente que en un mismo medio convivan “zonas” en las que se prioriza lo pedagógico con otras de mayor complicidad. El discurso del enunciador “pedagógico” Emplea un tono impersonal. Afirma o niega en tercera persona: Mujeres de 40: la nueva edad de oro Usa con frecuencia un recurso pedagógico por excelencia como la foma interrogativa: ¿Por qué es tan difícil adelgazar? ¿Quién es Diana Daonde? Recurre a cuantificaciones que nos hablan de la exactitud de lo dicho y a enumeraciones que sugieren una idea de recorrido exhaustivo del tema: Ocho maquilladores y ocho estilos para el próximo otoño-invierno Desmechados, rectos, flequillos y ondas para cabellos chocolate, dorados y miel Ofrece consejos directos o indirectos, manteniendo sin embargo una distancia frente a su destinataria: Hay que dejar que los chicos jueguen libremente sin miedo a ensuciarse Cuando predomina el pacto pedagógico –explica Verón– se postula un vínculo entre “dos partes desiguales, una que aconseja, informa, propone, advierte. En suma, una parte que sabe; la otra que no sabe y es definida como destinatario receptivo, o más o menos pasivo, que aprovecha ese saber.” El discurso del enunciador “de complicidad” Los medios (revistas o diarios) que privilegian un pacto de complicidad proponen una relación más simétrica (entre iguales): marcan la cercanía con el/la lectora hablándole en segunda persona, incluyéndolo/a en un nosotros (yo y tú), hacen referencia a saberes compartidos por el destinatario (lo que comúnmente se llama “guiños”) retoman lo que dan por sentado que éste diría (“se hacen eco” de su voz). El enunciador de un discurso de complicidad: Usa más verbos en segunda persona, interpela directamente a la destinataria: Trabaja desde tu casa y asegura la economía familiar A veces utiliza un nosotros/as que incluye a la destinataria o establece con ella diálogos imaginarios: ¿Por que nos cuesta adelagazar? “¡No, es no!” (y entonces, ¿por qué dice sí?) En otros casos pone en escena la supuesta voz de las lectoras: Cosmosondeo: Yo de mayor quiero ser como... Alude a través de guiños a saberes, supuestos y códigos compartidos Ellos no piensan (sólo) en sexo La complicidad en los diarios Como dijimos, en el caso de los diarios, también podemos rastrear elementos de este tipo. Por ejemplo, las portadas del diario Página 12 establecen un vínculo mas marcado por la complicidad. ¿Cómo? Por ejemplo: Hay un espacio de humor en la tapa. Los títulos que ilustran la nota central suelen usar el humor y la ironía. Con frecuencia hacen referencia a títulos de filmes, referencias literarias, canciones o dichos populares. Estos guiños refuerzan la idea de un universo cultural compartido con los lectores, capaces de decodificar la cita y divertirse con ella. Además, por lo general, las tapas implican una valoración explícita de los temas, una renuncia al mandato de neutralidad informativa. Todo lo que dice un título Los titulares son elementos muy importantes en la redacción de un medio gráfico dado que son lo primero –o quizá lo único– en lo que los lectores reparan. El lingüista Tony Trew analizó en un famoso artículo el tratamiento que la prensa dio a la represión de un motín de la población negra de Salisbury, Sudáfrica, en tiempos del apartheid. El autor analizó: la importancia que tiene la organización sintáctica, la terminología elegida, el orden de los elementos que componen un título. Veamos a vuelo de pájaro ese análisis: En The Times el título era: Negros amotinados muertos a tiros por la policía durante reunión de líderes del CNA La misma noticia, publicada por The Guardian, llevaba este título: La policía mata a tiros a 11 personas en Salisbury ¿Qué diferencias se pueden observar de acuerdo con el análisis de Trew? “La utilización de la voz pasiva –señala Trew– coloca a los agentes (sintácticos) de las muertes, “la policía”, en una posición menos focal que si apareciera como sujeto. Al día siguiente la tendencia se incrementa: no sólo está en voz pasiva, sino que el agente sintáctico está suprimido [...]. No hay ya ninguna referencia directa a quién llevó a cabo la acción: Negros amotinados muertos a tiros.” Ambos periódicos describen la circunstancia en la que tuvieron lugar los disparos como un “motín” (...) Esto establece un marco de referencia para explicar lo que sucedió. No legitima por sí mismo la intervención “armada” o el hecho de matar; pero es un paso que abre la vía hacia su justificación. Nótense las maneras en que son caracterizados los diferentes participantes en los procesos relatados. Si miramos los fragmentos citados en primer lugar, encontramos que los agentes son “policías”. Las víctimas son categorizadas como “africanos” y como “negros”, y se los describe como “amotinados”. Aun en informaciones que refieren a temáticas menos trágicas, estos recursos son una vía muy productiva para analizar los titulares de prensa. Por ejemplo, ante la sanción de una ley podemos pensar entre opciones que focalizan diferentes aspectos del tema: El senado sancionó la ley X La ley X fue sancionada ayer Sanción de la ley X También es importante prestar atención a cómo se denomina a los actores involucrados en un hecho. Por ejemplo: Ambientalistas cortaron la ruta X. Manifestantes cortaron la ruta X. Las connotaciones asociadas a uno u otro término –ambos son verdaderos y no falsean la realidad– implican valoraciones distintas del hecho. Mientras que “ambientalistas” se asocia a significados preponderantemente positivos –como la defensa del medio ambiente y la expresión pacífica de sus reclamos–, el segundo término resulta potencialmente más agresivo. Los géneros discursivos Se suele hablar –por lo general, de manera crítica– de “el” discurso de los medios. Sin embargo, si miramos detenidamente alguno de ellos, veremos que está conformado por materiales muy diferentes entre sí, desde las crónicas hasta el horóscopo, pasando por la historieta, los avisos publicitarios y los editoriales. Todos ellos son géneros discursivos. Los géneros discursivos son –según la definición del lingüista soviético Mijail Bajtín– “tipos relativamente estables de enunciados”, es decir, tienen rasgos que se mantienen de manera más o menos constante, lo que nos permite distinguirlos y a los que resulta útil considerar a la hora de analizarlos. Cualquier medio de comunicación es, por lo tanto, un conjunto complejo de géneros discursivos diferentes. Yendo puntualmente al discurso clásico periodístico, se puede establecer una primera distinción: Géneros narrativos, que cuentan un suceso de actualidad (como la crónica o la noticia de interés general) y géneros argumentativos, en los que se evalúa un evento o una situación consideran ya conocida y fundamentan sus puntos de vista (como el editorial o la nota de opinión). Vamos a detenernos a comentar las características centrales de algunos de ellos, como la crónica periodística, el editorial, las notas de opinión o las imágenes, que también conforman un género discursivo. ¿Qué es una crónica periodística? La crónica es tal vez el género más versátil de cuantos conviven en las páginas de los diarios y también aquel sobre el que encontramos definimos más contradictorias y variadas. En parte, estas discordancias se deben a que la crónica se emplea en todas las secciones del diario, desde la política hasta el deporte y resulta –como la mayoría de los formatos narrativos– permeable a variaciones de estilo asociadas a la línea del diario o al gusto personal del cronista. Crónica viene del griego chronos, el tiempo. El origen del género está asociado, mucho antes de que la prensa existiera, a la literatura y la historia (las crónicas de reyes, de viajes, de la conquista de América, entre otros ejemplos). De modo que encontramos definiciones que enfocan más la presentación ordenada de los hechos y otras que destacan que se trata de un relato marcado de manera explicita por el punto de vista y las valoraciones e interpretaciones del cronista. Por ejemplo, entre las definiciones recopiladas por el periodista Juan Gargurevich (http://tiojuan.perublogs.com) encontramos la de William Pepper, que la considera “el relato simple de hechos en el orden en que ocurrieron”. Gonzalo Martín Vivaldi, en cambio, destaca que lo característico de una verdadera crónica es la valoración del hecho al tiempo que se va narrando. Quienes privilegian esta perspectiva distinguen la noticia de la crónica con criterios que podemos esquematizar de la siguiente manera: Crónica Narra y evalúa Estilo mas literario y personal. Incluye marcas de acercamiento al lector. Con firma. Noticia Solo presenta los hechos. Estilo escueto y neutro. Sin firma ¿Como analizar una crónica? El manejo del tiempo ¿se atiene a la cronología? ¿Empieza por un punto que no es el del comienzo cronológico y luego se remonta hacia atrás en el tiempo? ¿Cómo organiza? ¿En qué momentos el tiempo se acelera o se hace más lento para dar lugar a una descripción o a una reflexión? ¿Cuáles son las marcas gramaticales que nos orientan, como el cambio de tiempos verbales o el uso de adverbios de tiempo? El manejo del espacio. ¿Desde donde habla el cronista? ¿Desde un espacio familiar que se supone conocido por el lector o desde una región remota del planeta que tiene el desafío de “hacernos ver” con su pluma? ¿Cómo organiza esa presentación? ¿Qué cosas da por sabidas? ¿Cómo incluye su punto de vista personal? ¿Se formula peguntas? ¿Opina directamente? ¿Usa adjetivos que califican lo que ve? ¿Presenta a los actores con términos cargados de valoración? ¿Hace aparecer otros puntos de vista? ¿Cita otras voces? ¿Cómo les da la palabra? ¿Usa citas directas o indirectas? Por ejemplo, el fragmento que transcribiremos corresponde a una crónica de Hinde Pomeraniec, enviada especial del diario Clarín a Ucrania durante el proceso que culmino con la elección de Viktor Yuschenko. La autora decide comenzar el panorama de la situación personal y política que enfrentará el nuevo Presidente a partir de una consideración personal que marca la distancia que la separa del personaje, a la vez que la acerca al punto de vista del lector. Su objetivo ya no es sólo contarnos el resultado de la elección. La información está, pero lo más importante no es el resultado electoral sino la presentación del dato en su contexto y la mirada personal de la cronista. El protagonista no es nombrado de inmediato, se crea un pequeño momento de suspenso antes de presentarnos al presidente electo. La presentación recapitula rápidamente algunos episodios de su trayecto al poder (envenenamiento, deudas políticas) que refrescan la memoria de los lectores que –se supone– ya conocen los hechos. Y también nos proyecta hacia el futuro presentando someramente los desafíos políticos que lo esperan. Quién sabe si el hombre habrá dormido tranquilo anoche. Es que, en rigor, lo que se avecina para Viktor Yuschenko —un economista de 50 años conocedor de los resortes del poder— no será fácil. Una salud quebrantada por envenenamiento, deudas políticas con quienes lo apoyaron desde afuera de su país; un futuro a la cabeza de una sociedad partida brutalmente por dos proyectos de nación y un coro de ex funcionarios resentidos ansiosos por verlo caer en picada. Hacia el final de la nota, la autora presenta escenas de la euforia de los partidarios de Yuschenko: Ayer, en la capital, no importó no poder sacar dinero del banco. Diversos y hasta contradictorios — chicos malos que hablan de tomar el poder, señoras elegantes que quieren vivir en libertad y sin mafias, profesionales cultos que quieren terminar con el aislamiento—, los manifestantes ayer liberaron la avenida principal de carpas y tiendas para que los autos puedan volver a circular. “Basta de Este y Oeste”, dice Jaroslav, unos 47 bien bebidos, semicalvo y pelo al ras. Lleva cintas naranjas en los brazos y saca una Biblia de su maletín para mostrar que es muy religioso. (...) Un enorme globo aerostático cruza el cielo de Kiev. Y no hace falta decir cuál es su color. La galería de personajes nos permite ver a la “multitud” de cerca, como suma de individuos, como una cámara que de pronto deja el plano general para enfocar de cerca de los participantes. La selección que hace y los adjetivos elegidos para caracterizarlos da una idea de la variedad social que compone el movimiento que se dio en llamar “revolución naranja”: por otra parte podemos notar el pasaje del pasado al presente, de lo narrativo a lo descriptivo. Finalmente, las marcas de complicidad con el lector son abundantes: desde los “47 bien bebidos” de Jaroslav hasta la frase final que nos invita a reponer un dato que, a esa altura de la presentación, podemos deducir nosotros mismos, porque “ya conocemos” el clima que se vivía en esos días en la ya no tan lejana Kiev. Para ampliar información sobre la crónica periodística http://periodismoreporte.blogspot.com/2006/08/ques-una-crnica.html. El editorial y la nota de opinión El editorial es un texto argumentativo que expresa el punto de vista institucional del medio de comunicación. ¿Cómo podemos caracterizarlo? No lleva firma. Se utiliza el “nosotros”, nunca el yo. Aparece siempre en la misma página y con la misma diagramación. Se suele emplear un cuerpo de letra y una tipografía de título diferentes de los que se emplean en el resto del diario. Una nota de opinión es un texto argumentativo que expresa y demuestra la opinión de quien la firma. A diferencia del editorial, la nota de opinión: Lleva firma, Hay un sujeto individual –el que firma– que se hace cargo de los argumentos. Puede tratarse de un columnista habitual del diario o de un sujeto “autorizado” por su saber sobre determinado tema, ya sea por méritos académicos, por experiencia, por su rol de liderazgo en determinada área, entre otros motivos. Puede usar, por lo tanto, la primera persona del singular. Editorial y nota de opinión exponen una hipótesis y una demostración o fundamentación de la postura del enunciador. El hilo argumentativo se articula mediante conectores lógicos (por lo tanto, sin embargo, porque, puesto que, pese a que, pero, entre otros).