INFORMACIONES DE INTERES GENERAL Descanso en cama Reposo en cama...pero sin excesos Aunque hasta no hace mucho tiempo, parecía una obviedad el utilizar el reposo en cama como tratamiento frente a casi cualquier tipo de situación clínica, diversos estudios han ido demostrando a lo largo de los últimos años, que en determinados casos, más que un beneficio lo que puede aportar es un perjuicio para el paciente. El sueño es un requerimiento diario para el normal funcionamiento del ser humano. Aquellos pacientes que se encuentran débiles debido a una reciente enfermedad, no encuentran nada mejor que el reposo en cama, tal vez debido al hecho asumido desde hace muchos años de que el reposo en cama es aconsejable en casi cualquier circunstancia clínica. Ya de la desde la época de Hipócrates se empezó a postular el hecho de que cualquier dolor provocado por el movimiento de un individuo, podía ser aliviado por el reposo. En épocas posteriores se ha enfatizado la importancia del reposo en cama como medida de tratamiento para muchas enfermedades. Esta idea del reposo como medida ineludible contra casi cualquier enfermedad, ha permanecido hasta nuestros días, incluso reflejada en el hecho de medir la capacidad de los hospitales por su número de camas. Pero lo que tal vez se ha olvidado ha sido que ese reposo en cama no deja de ser una medida de tratamiento y como tal debe de ser evaluado, para mostrar su eficacia real. Ya a partir de los años 40 empezaron a surgir voces discordantes respecto al hecho de que se debiese aplicar reposo de forma indiscriminada, mostrándose con diversos estudios la ineficacia de reposos prolongados tras cirugía. Así se ha ido evolucionando en este sentido, acortando de semanas a días el tiempo de reposo en cama postoperatorio. El presente estudio ha analizado la bibliografía existente en la que se hubiese trabajado sobre la eficacia real de la prescripción de reposo en cama para cualquier indicación, intentando averiguar si su aplicación indiscriminada puede ser más un perjuicio que un beneficio. Se han analizado estudios publicados desde 1966, habiéndose registrado 39 estudios que analizaron el reposo en cama frente a 15 situaciones clínicas diferentes. De los 24 estudios que analizaron el reposo después de un procedimiento médico, en ninguno se registro clara mejora, mientras que en 8 de ellos se registró un empeoramiento de determinados síntomas. Por otro lado, en 15 estudios que analizaron la eficacia de la prescripción de reposo como primera medida de tratamiento, en ninguno se registró un beneficio real, mientras que en 9 se empeoró de forma significativa. Los estudios analizados proporcionan una escasa base para afirmar que el reposo en cama deba ser utilizado de una forma amplia, en distintos tipos de circunstancias. Más bien al contrario, puede provocar un retraso de la recuperación e incluso perjudicar al propio paciente. Así por ejemplo, parecía un hecho evidente el utilizar el reposo prolongado tras un infarto de miocardio como primera medida, para reducir el riesgo de recaída. Ya desde 1938, se empezaron a realizar estudios que demostraron que un reposo en cama prolongado no era beneficioso, sino más bien al contrario; perjudicial. Muchos estudios posteriores han mostrado la ineficacia de un reposo en cama prolongado tras un infarto, e incluso alguno ha sugerido un peligro potencial. Así, actualmente únicamente se recomiendan 12 horas de reposo en cama tras un infarto. Por tanto, podríamos afirmar (Dock W,1944) que "el reposo en cama es una forma de terapia no fisiológica y potencialmente peligrosa, que solo debe ser prescrita para indicaciones concretas y retirada lo antes posible". No obstante son necesarios más estudios que analicen el reposo en cama como medida de tratamiento, como variable del estudio, ya que a parte de los estudios revisados existen otros trabajos interesantes que aportan datos importantes y que han sido rechazados por haber sido diseñado el estudio en base a otros criterios. Allen C, Glasziou P, Del Mar C. Bed rest: a potentially harmful treatment needing more careful evaluation. Lancet 1999;354:1229-33.