grupo: la verdad es que uno nunca se siente tan contento y de acuerdo con la vida como cuando goza, pero si se olvida de todo lo demás puede no durar mucho vivo. La existencia humana ha sido en toda época y momento un juego peligroso y eso vale para las primeras tribus que se agruparon junto al fuego hace millares de años y para quienes hoy tenemos que cruzar la calle cuando vamos a comprar el periódico. El placer nos distrae a veces más de la cuenta, cosa que puede resultarnos fatal. Por eso los placeres se han visto siempre acosados por tabúes y restricciones, cuidadosamente racionados, permitidos sólo en ciertas fechas, etc.: se trata de precauciones sociales (que a veces perduran aun cuando ya no hacen falta) para que nadie se distraiga demasiado del peligro de vivir. Por otro lado están quienes sólo disfrutan no dejando disfrutar. Tienen tanto miedo a que el placer les resulte irresistible, se angustian tanto pensando lo que les puede pasar si un día le dan de verdad gusto al cuerpo, que se convierten en calumniadores profesionales del placer. Que si el sexo esto, que si la comida y la bebida lo otro, que si el juego lo de más allá, que si basta de risas Y fiestas con lo triste que es el mundo, etc. Tú, ni caso. Todo puede llegar a sentar mal o servir para hacer el mal, pero nada es malo sólo por el hecho de que te dé gusto hacerlo. A los calumniadores profesionales del placer se les llama «puritanos». ¿Sabes quién es puritano? El que asegura que la señal de que algo es bueno consiste en que no nos gusta hacerlo. El que sostiene que siempre tiene más mérito sufrir que gozar (cuando en realidad puede ser más meritorio gozar bien que sufrir mal). Y lo peor de todo: el puritano cree que cuando uno vive bien tiene que pasarlo mal y que cuando uno lo pasa mal es porque está viviendo bien. Por supuesto, los puritanos se consideran la gente más «moral» del mundo y además guardianes de la moralidad de sus vecinos. No quiero ser exagerado, aunque suelo serlo, pero yo te diría que es más «decente» y más «moral» el sinvergüenza corriente que el puritano oficial. Su modelo suele ser la señora de aquel cuento... ¿te acuerdas? Llamó a la policía para protestar de que había unos chicos desnudos bañándose delante de su casa. La policía alejó a los chicos, pero la señora volvió a llamar diciendo que se estaban bañando (desnudos, siempre desnudos) un poco más arriba y que seguía el escándalo. Vuelta a alejarlos la policía y vuelta a protestar la señora. «Pero señora -dijo el inspector-, si los hemos mandado a más de un kilómetro y medio de distancia ... » Y la puritana contestó, «virtuosamente» indignada: «¡Si, pero con los gemelos todavía sigo viéndoles! » 69