“twelfth night or what you will” de william shakespeare

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REBELIÓN MORAL CONTRA EL LENGUAJE EN
“TWELFTH NIGHT OR WHAT YOU WILL” DE WILLIAM
SHAKESPEARE
Por Dante Oliva León
En Feste, el bufón de Twelfth Night or What You Will de William
Shakespeare podemos observar un conjunto de características éticas
propias de lo que llamamos en época contemporánea: “modernidad”. Nos
interesa observar cómo a partir de este espectro ético nuestro bufón pone
de manifiesto una particular construcción “teórica” sobre el lenguaje, siendo
ella al mismo tiempo el motor básico de sus actitudes.
Para iniciar nuestra interpretación ética a Feste el bufón hemos optado por
el empleo de un término que nos viene del existencialismo de Camus:
“rebelde”.
1
CAMUS Y EL “REBELDE MORAL”
Dada la atmósfera violentista y el escepticismo consecuente del siglo XX,
no es difícil comprender el por qué del surgimiento del existencialismo en
Occidente, que aparece como una voz de lucha contra la angustia humana
y contra el absurdo que la época ha encontrado en su naturaleza, surge
casi, como diría Sartre, “como un humanismo”, como una rebelión. Al igual
que en el voluntarismo nietzscheanoii , el existencialismo tiene como
necesario correlato la propuesta de un cómo actuar, saltando, entonces, de
la gnosis a la praxis. Pues bien, el concepto de voluntad rebelde adquiere
en este punto su carácter y definición. Ser rebelde significa luchar contra el
determinismo, luchar contra la angustia, luchar contra el absurdo y
proponer un sentido al “sin sentido” de las cosas a partir del hacer uso de la
libertad humana, la cual comprobaría su existencia en cualquier situación
práctica en la que el hombre debe tomar decisiones.
La idea de rebelión, en el sentido existencialista, es acuñada por Albert
Camus en su muy lúcido ensayo “El mito de Sísifo”, publicado en 1942, y
desarrollada con mayores detalles en “El hombre rebelde”, publicada años
después. La reflexiones de Camus se aproximan con enfática decisión al
lugar donde se encuentra el germen de sus propósitos, la existencia misma.
Ante la suposición de un estado contingente y finito para el hombre, Camus
se interroga sobre la existencia de Dios, si Dios existiese, entonces cómo
podría existir la angustia y la libertad humanas al mismo tiempo. Camus
opta por considerar que la existencia de Diosiii frente a la libertad
inmanente al hombre son incompatibles y por tanto o una de las dos no es
real o la existencia es un absurdo esencial:
“(...) o no somos libres y el responsable del mal es Dios todopoderoso,
o
somos libres y responsables, pero Dios no es todopoderoso.”
De lo anterior, el mismo Camus propone que ante el ser humano
angustiado y conciente de los propios problemas y límites inherentes a su
existencia (al cual le atribuye el nombre de hombre absurdo), aparece una
encrucijada ética, de la cual deberá optar por uno de los dos caminos que
ante sí aparecerían (nótese el papel de la libertad en este aspecto)... ¿Ser
suicida o ser rebelde? Ésta es la pregunta.
“El único dato para mí es lo absurdo. El problema está en saber
cómo salir
de él y en saber si el suicidio debe deducirse de ese absurdo”.
Camus descarta que sea el suicidio la mejor de las dos posibilidades a
optar frente a la encrucijada ética planteada, es decir ante la angustia, ante
el da-sein. Para nuestro filósofo el suicido representa resolver el problema
sólo por evasión y no, por el contrario, por haberle hecho frente, sería no
resolverlo. Camus, pues, apuesta por la otra posibilidad, la de ser rebelde,
la de luchar contra el absurdo, es decir, la de adoptar una actitud que
permita imponerle un sentido a las cosas a partir del uso de la libertad y la
voluntad en pos del vencimiento de ese “maleficio” que aqueja al hombre,
de la enfermedad mortal, diría Kierkegaard.
“Vivir es hacer que viva lo absurdo. Hacer vivir es ante todo contemplarlo.
(...). Por eso
una de las pocas posiciones filosóficas coherentes es la
rebelión”.
“Esta rebelión da valor a la vida.
Extendida a lo largo de toda una
existencia, le restituye su grandeza ”.
Nuestra reflexión requiere de estos lineamientos, delimitaciones generales,
sólo en función de una finalidad ajena a sí misma (ya el título de nuestro
ensayo sugiere otros temas de fondo). Pues, el término rebelde,
esperamos dilucidado en su carácter necesario para el presente, nos
servirá de lente en la observación de cierto fenómeno shakespeareano.
Pasemos, pues, a Shakespeare.
2
SHAKESPEARE Y LA “REBELDÍA” DE SU TIEMPO
La época de Shakespeare está construida por la convergencia de cambios
importantes para la configuración de la modernidad Occidental. Poca cosa
no significaba el derrumbe del modelo cosmológico de Tolomeo, acuñado
en la moral y las mentalidades europeas a lo largo de más mil años, por el
contrario, el resultado moral parecía angustiante. Las ideas copernicanas
publicadas en 1543 fueron el detonante de aquella bomba. El modelo
geocéntrico, donde el hombre (entiéndase, el europeo) era el centro del
universo, y donde se justificó su procedencia divina y cobraron vida su
filosofía y sus verdades se derrumba catastróficamente. Interrogantes
filosóficas como “¿qué somos?” o “¿a dónde vamos?” se hacen más
patentes durante la época y resultan casi su natural consecuencia. El
modelo heliocéntrico copernicano se imponía, entonces, sin pedir permiso
al status quo moral de la época.
No será motivo de angustia que sea el sol el nuevo centro, de la galaxia,
del universo, o de lo que fuere. La angustia renacentista (¿barroca?), la
vorágine plagada de escepticismo, la produce el hecho de que ya no es
más la Tierra, o sea el hombre, el centro de la existencia, como si su Dios
lo hubiese abandonado y ya no hubiese que seguir “una ley”, sino que
había que decidir. El cambio de modelo cosmológico marca un hito
importante para el desarrollo ético del hombre occidental.
Theodore Spencer, en su “Shakespeare y la naturaleza del hombre”,
explica la génesis del shock histórico producido en la época de fines del
renacimiento considerando tres hechos de fundamental relevancia. Uno de
ellos lo constituye el pensamiento de Nicolás Maquiaveloviii , con un
discurso que indudablemente sirve de antesala a los posteriores estados
liberales europeosix . En segundo término; el propio Spencer, alude a
Montaigne y las ideas vertidas en sus “Ensayos”, quien tira por la borda al
pensamiento escolástico y su tolomeica cosmovisión, planteando al
escepticismo como necesario filtro para el entendimiento de las cosas. Sin
embargo, es recién con Copérnico con quien se consolidaría de modo
abrumador la presencia, más aún, audacia y agresión, de las ideas que se
ocuparon de derruir las concepciones medievales implicadas aún en la
época. La revolución copernicana, con el modelo heliocéntrico en
reemplazo del geo(ego)céntrico ortodoxo, se ocupa de promover el
desorden existencial de la época. Resulta muy significativo, entonces, el
quiebre gnoseológico y moral que producen las ideas de Copérnico
(corroboradas tiempo después por Galileox , a punto de ser quemado vivo
por la Iglesia Romana dadas sus “blasfemias”). Spencer recrea palabras del
poeta John Done ante la sorpresa de los nuevos vientos, post CopérnicoGalileo, de su “Primer Aniversario” (1611):
«La “nueva filosofía”, decía, “pone todo en duda, (...); el mundo, ahora que
tantos nuevos mundos han sido descubiertos es (...) desmenuzado en
átomos; el orden en el estado y en la familia
no existe y todos se creen un
individuo único, sin relación con nada más.»
Abría que agregar a la propuesta, tripartita, de Spencer las ideas de Francis
Bacon. En efecto, el derrumbe del medioevo, el quiebre con el pasado,
posee en la figura de Bacon un dibujo de presencia imprescindible, pues
fue él el gestor conciente, el ideólogo, de la lucha frontal contra los antiguos
paradigmas medievalesxii , básicamente en el ámbito de lo científico y
filosófico. Es, pues, el “Novum Organum” (en oposición al “Organon” de
Aristóteles para referir su antiescolasticismo) el manifiesto ideológico que
promoverá consideraciones tales como que la naturaleza sirve para ser
transformada en beneficio del hombre y que el método científico, la gnosis,
debía tener un sustento empírico y por tanto un método inductivo (contrario
al silogismo aristotélico clásico)xiii . Claramente se observa el rechazo de las
ideas tolomeicas, que consideran a Dios como justificador de toda su
cosmología, y de la vieja idea aristotélica que considera que el
conocimiento es un fin en sí mismo, que la gnosis es autotélica.
De igual modo, el sistema político también se debilitaba (se ha mencionado
ya la importancia de Maquiavelo en este sentido), la monarquía se
debilitaba y los tiempos exigían nuevas alternativas políticas. El discurso
baconiano en este sentido lo encontramos en su “La nueva Atlántida”,
donde el conocimiento adquiere ese carácter nuevo, moderno, de servir
para algo, instrumental, para transformar la naturaleza, para “el progreso”
del hombre (este mito, gestado en los anales de la modernidad, se
desmorona durante los días del existencialismo... Los efectos, aunque
sugeridos por diferentes contextos son, como vemos, muy similares). Por
otro lado, Tomas Moro en su “Utopía”, aunque con viso menos moderno,
recrea también ideas sobre un estado con una mejor ordenación políticaxiv .
Como se observa, pareciera que la época de Shakespeare es una época
3
de cambio en todo orden y calibre, morales, científicos, religiosos, políticos,
etc. Pareciera que estos cambios se suscitaran aceleradamente.
Resulta de vital importancia hacer alusión a estos cambios precisamente
por la impronta que ejercen en la constitución moral del hombre de la época
(lo cual desarrollaremos en el caso de Feste). Desde lo profundo de las
entrañas de nuestro dramaturgo gritará Feste, rebelde existencial,
pletórico de escepticismo, dubitativo y desconfiado. Dice Descartes, en sus
“Meditaciones metafísicas”, sólido manifiesto del escepticismo de la época,
al plantear su “duda metódica” para como requisito previo a todo
conocimiento:
“(...) me veo obligado a reconocer que de todas las opiniones que en otro
tiempo había creído
verdaderas, no hay ni siquiera una de la que no pueda
ahora dudar (...)” .
El final del renacimiento, inicio del barroco, es muy similar al contexto
histórico del siglo XX. Incluso en las guerrasxvi , incluso en las revueltas
socialesxvii .
Dos guerras mundiales, durante la primera mitad del siglo XX no fueron
poca cosa para cuestionar y convertir al progreso en un mito, y derruir la
ceguera cientificista occidental procesada a lo largo de la modernidad y
encumbrada durante el positivismo del siglo XIX; los paradigmas se
quiebran y aparecen las consecuentes dudas y angustias existenciales. De
igual modo, aunque cuatrocientos años antes, el derrumbe del sistema
tolomeico, producía la angustia de John Done, al igual que la duda y el
escepticismo cartesianos. En ambos casos la abrupta transformación de la
gnosis acarrea una, también abrupta, transformación en el nivel de la
praxis... ¿Cómo actuar cuando no hay un rumbo establecido? Decidir se
convierte en un asunto obligatorio, he aquí el sentido para referirnos al
concepto de voluntad rebelde.
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FESTE Y EL LENGUAJE, LA REBELIÓN MORAL:
El dramaturgo elige para la construcción del relato un lugar imaginario,
Illyria, y en el cual encontramos el desarrollo de historias de amores no
correspondidos que se entrelazan paulatinamente; así, tenemos el amor
que Viola siente por el Duque Orsino, el amor de Olivia por Cesario (que en
realidad es Viola) o el amor que siente Malvolio por Olivia luego de los
engaños de María y Sir Tobías. El drama está lleno de situaciones jocosas,
impulsadas básicamente por los personajes que en el escalafón social
tejido en el mismo conforman algo que podríamos llamar el bajo pueblo. En
este sentido, destacan Sir Tobías y su alcoholismo, Malvolio y su
puritanismo, la cobardía y habladurías de Sir Andrés, etc. Por supuesto, en
este contexto, no podemos dejar de lado al bufón de Olivia, Feste.
Feste, el bufón agudo, en todo momento se muestra perspicaz y poseedor
de una habilidad retórica arrolladora. A diferencia de lo que ocurre con los
otros personajes, Feste parece actuar moralmente –queremos decir– con
voluntad; pareciera, haciendo uso concientemente de algo que percibe
como elemento constitutivo de su naturaleza humana, su libertad. Es de
vital importancia esta consideración porque de ella se deviene la
consideración de interpretar a Feste como un rebelde. Pues, nuestra
hipótesis es que tanto esta mencionada rebeldía moral aparece
íntimamente ligadas, o mejor dicho, íntimamente motivada, a partir de las
especulaciones que nuestro mismo personaje elucubra sobre el lenguaje
(incluso, su habilidad retórica, entendida en esta consideración, no nos
parece gratuita). La exposición fundamental que alude a este desarrollo
metalingüístico en Feste, es expuesta en la Escena I del Acto Tercero de la
comedia –la cual revisaremos un poco más adelante.
Los parlamentos de Feste, como se ve en todo momento, están teñidos de
burla y de sarcasmo, no es difícil observar en él una personalidad marcada
radicalmente por la oposición a los demás personajes. Así, al inicio, no
necesariamente, su conducta de marcada oposición al resto hace a Feste
conciente de la misma o, más aún, a partir de esta supuesta conciencia una
supuesta decisión, en sentido ético, que lo haya impulsado a actuar como
finalmente actúa. Pues, para nosotros, Feste actúa moralmente, es decir,
decidiendo; y actúa como un rebelde, en tanto que no opta por el suicidio ni
físico ni metafísico, sino por desarrollar su posición a partir de haber
reflexionado previamente sobre ella.
En principio observemos las consecuencias de sus decisiones. Feste, con
su burlona elocuencia, opaca la inteligencia de los demás personajes en
todo momento. Luego de una breve estrategia de preguntas ambiguas
formuladas por nuestro bufón, Olivia queda en ridículo, “she´s the fool”:
«-“Good madonna, why mournest thou?”.
-“Good fool, for my brother´s death.” [responde Olivia.]
-“I think his soul is in hell.”
-“I know his soul is in heaven, fool.” [le replica Olivia.]
“The more fool, madonna, to mourn for your brother´s soul beign in heaven.”
[dictamina Feste]» (Escena V, Acto Primero).
Como se observa en la cita, la audacia de Feste se burla de los límites de
la muerte representados en la congoja que en la presunta desaparición de
su hermano le genera en Olivia. Recordemos otra burla a la muerte (y de
pasada a la institución del matrimonio) cuando le dice a María, luego de
que ésta lo previene de manera amenazante de un posible ahorcamiento
dada su actitud tan mordazmente burlona y su larga temporada de
ausencia:
«Yet you will be hanged for being so long absent, or to be turned away –is
not that as good a hanging to you? [le dice María]
“Many a good hanging prevents a bad marriage” [y, ante la amenaza de
despido de su oficio bufonesco, responde:]
“and for turning away, let summer bear it out”» (Escena V, Acto Primero).
¿La vida? ¿La muerte? ¿El oficio bufonesco? ¿Qué son para Feste dichas
cuestiones sino más que preocupaciones contingentes e irrelevantes?
Aquello importante para el mortal común no deja de ser para Feste una
mera apariencia de algo relevante, en suma, algo sin importancia. Feste se
burla de la muerte de los demás, del dolor que los demás pueden sentir por
la muerte, se burla de la posibilidad de quedar sin empleo y de la
posibilidad de su ahorcamiento.
Hasta el momento encontramos en Feste, en su conducta y sus palabras,
alguien que se desplaza contra la corriente, contra el puritanismo de
xviii
Malvolio, el cual incluso lo llama “diablo”
, por ejemplo, contra el “natural”
5
dolor que Olivia siente por la muerte de su hermano –como hemos
considerado. Pareciera que Feste se comportara sólo a partir de oponerse
a los demás, en principio sólo eso parece. Por lo pronto, sus principios
morales parecen los de un nihilista, pareciera que actuara sólo por
negación al status quo. Cuando en el acato final entran Orsino, Viola y un
grupo de personas como séquito, Orsino se dirige a Feste:
«Duke: Belong you to the Lady Olivia, friends?
Clown: Ay, sir, we are some of her trappings.» (Escena única, Acto Quinto).
Su habilidad retórica, que nos recuerda por momentos ese “el hombre es la
xix
medida de todas las cosas” de los antiguos sofistas , nos resulta también,
como mencionamos, significativo. La conducta de Feste con respecto al
lenguaje no es más que una actitud voluntaria frente algo que podríamos
llamar “defectos”, bajo la perspectiva ética que observamos en el mismo
Feste. Pareciera pues que el “nihilismo” de Feste está claramente motivado
a partir de los “defectos” que ciertas características que él encuentra
xx
inmanentes al lenguaje parece imponerle en su vida práctica . De lo
anterior, tanto la habilidad retórica, como las burlas inherentes del bufón,
xxi
ambas cuestiones riquísimas en contradicciones , pues, están claramente
motivadas por estas concepciones que Feste ha intuido sobre cierta
“naturaleza del lenguaje”. El siguiente diálogo, entre Feste y Viola
(fingiendo ser Cesario), nos resulta muy importante. Luego de que Viola,
travestido en Cesario, le hiciera un comentario sobre el lugar donde nuestro
bufón vive, responde Feste:
“(...) A sentence is but a chev´ril glove to a good wit. How quickly the wrong
side may be turned outward! (Escena I, Acto Tercero).
Este es el inicio de una breve pero clara exposición de Feste frente al
fenómeno de “the words”. La importancia de señalar esta conversación
reside en que a partir de las opiniones vertidas por Feste podremos
explicarnos la génesis de su toda su “foolness”, de su burlesca
personalidad, de su “nihilismo”. En la cita, Feste alude a la naturaleza
cambiante e inestable de las palabras, dígase del lenguaje, como
mecanismo de transmisión de información. En este sentido, Feste no
considera que existan relaciones necesarias o esenciales entre los
enunciados y sus contenidos, lo que en jerga saussureana podríamos
llamar “arbitrariedad del signo lingüístico” –lo cual es una característica de
pero grullo para la lingüística contemporánea a la par que para la
fenomenología del lenguaje. Resulta muy significativo que Feste observe
con escepticismo la función comunicativa del lenguaje, pues pareciera que
nuestro bufón transpola su escepticismo a todos los ámbitos de la vida
humana en tanto que el lenguaje es su inevitable mediador social. En ese
mismo diálogo del Acto III, Viola le contesta:
“(...) They that dally nicely with words may quickly make them
wanton”.(Ibid.).
Pareciera que Viola se hace cómplice de Feste, pero ello sólo por un
momento. Feste ha desarrollado la idea de que el lenguaje en tanto que
elemento susceptible “cambios” no sirve, para él las palabras “se
corrompen”. Luego:
6
«“(...) I would therefore my sister had had no name (...) Why, sir, her name´s
a word, and to dally with that word might make my sister wanton. But indeed
words are very rascals (...).”
Notemos cómo con esta última frase, Feste nos coloca de manifiesto al que
parece angustiarlo, el hecho de que “the words are very rascals”, colocando
al lenguaje en una posición que va más allá de la hechura humana, casi
como la visión tan desarraigada del ser humano que Saussure construyó
para su término “lengua”, en donde el acto de habla –único espacio dentro
de su especulación donde el hablante individual tenía activa participaciónquedaba relegado a un último plano, más aún, fuera del estudio de la
xxii
lingüística, dado su carácter “irregular” y “asistemático” . Para Feste, el
lenguaje es autotélico y determinista, él se rebela, siguiendo a Camus,
contra eso.
“Thy reasons, man?”[ interroga Viola-Cesario.]
“En troth, sir, I can yield you none without words (...)”[responde Feste]»
(Escena I, Acto Tercero).
La última respuesta de Feste recrea lo que es el lenguaje para Feste, un
elemento absurdo “determinista”. Para Feste el lenguaje es una trampa que
no permite ver las cosas en su sentido esencial, ése es el problema del
lenguaje para Feste, no le permite verdades esenciales, su conciencia
metalingüística lo ha llevado a especular sobre la “mutabilidad” y
“arbitrariedad” del signo, empleando la jerga saussureana. Él dice no poder
dar razones sin el lenguaje, “I can yield you none without words”. Al
terminar de responder a Viola-Cesario, manifiesta su malestar y desagrado
ante semejante situación:
“(...) and wors are grown so false I am loath to prove reason with
them”.(Escena I, Acto Tercero).
Aquí el detonante de su “foolness”. Antes que un estúpido, Feste posee un
raciocinio extremo comparado con el resto de personajes –los cuales ni
siquiera asoman visos de actitudes voluntarias y más bien sucumben a sus
amores ciegos y a sus vicios. Este detonante no es otra cosa que la
decisión moral de restarle importancia esencial a todo a través de sus
burlas. Pues, su locura es su rebelión, su manera de enfrentarse a los
límites que el lenguaje le impone para constreñirlo. Como vemos, la
rebelión moral de Feste es contra el lenguaje, contra lo que él considera
que es el lenguaje, instrumento incapaz de transmitir verdades duraderas y
esenciales. Las palabras constituyen su absurdo circundante. Feste hace
patente su decisión y se autodeclara, pone de manifiesto que él ha
decidido. Le dice a Viola:
“I am indeed not her fool, but her corrupter of words” (Escena I, Acto
Tercero).
Feste se desnuda con estas palabras, se dilucida para nosotros su
rebelión, el uso de su voluntad, de su capacidad de actuar con
convicciones propias, en un medio en el que casi todos sucumben ante su
pasiones (como el Duque y su amor por Olivia, como Olivia y su amor por
Cesario, como Sir Tobías y su dependencia alcohólica) o se dejan arrastrar
por los acontecimientos contingentes sin hacer uso de una voluntad
autoconciente (como Sebastián ante la propuesta de matrimonio, por
ejemplo).
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En cuanto a su génesis, la rebelión de Feste tiene gran relación con su
saber metalingüístico y nace, precisamente, contra el lenguaje, que le
engaña y le constriñe. Feste pues, actúa moralmente como un rebelde.
Dice nuestro bufón a Sebastián en la escena primera del acto cuarto:
“Nothing that is, so is so”
Shakespeare construye en Feste un personaje altamente moderno. Resulta
muy interesante las breves, pero significativas, elucubraciones
metalingüísticas del bufón para desarrollar una interpretación de su propia
conducta. Así, nuestro personaje “angustiado”, quizá en su retirada al inicio
de la comedia, haya tomado la decisión de rebelarse, nos parece con las
características que nuestro personaje alude inmanentes al lenguaje.
También nos resulta también relevante la consideración histórica de
nuestra introducción como preludio al escepticismo moderno que acusa
nuestro personaje.
Finalmente, se nos antoja interesante considerar que para la “lingüística”
del siglo XVII europea, nos referimos a los gramáticos de Port Royal, las
estructuras del lenguaje son un innato producto de la razón. De lo anterior,
Feste se nos muestra como un tonto, loco, como un voluntario “sin-razón”.
Entendido de esta manera, pues, ha negado al lenguaje.
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Dante Oliva León (Lima, Perú, 1978)
Lingüista, narrador y poeta. Especialista en lenguas andinas y español
colonial. Como narrador ha ganado numerosos concursos literarios. Como
ensayista ha publicado en diversas revistas limeñas. Prepara la publicación
del libro de cuentos Camuflaje.
BIBLIOGRAFÍA
CAMUS, Albert
[1942] 1999 El mito de Sísifo. Madrid: Alianza Editorial.
[1944] 1982 El hombre rebelde. Madrid: Alianza Editorial.
CROCE, Benedetto
1944 Shakespeare. Buenos Aires: Imán.
KOTT, Jan
1969 Apuntes sobre Shakespeare. Barcelona: Seix Barral.
PATRÓN, Pepi, Rizo Patrón y Tubino
1990 Recopilación de materiales de enseñanza de filosofía
moderna. Lima: PUCP.
SHAKESPEARE, William
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9
[1601] 1973 Twelfth Night, or What You Will. Edited by Louis
Wright and Virginia La Mar. New York: Pockety Books.
SPENCER, Theodore
1954 Shakespeare y la naturaleza del hombre. Buenos Aires:
Losada.
NOTAS:
i
El presente ensayo fue leído en el Coloquio de Estudiantes Literatura de la Pontificia Universidad Católica del
Perú realizado en 2003.
ii
En “El hombre rebelde”, Camus hace largas especulaciones sobre el nihilismo y sus reminiscencias en
Nietzsche. Cabe destacar en ese sentido, que la “rebelión” que Camus propone como horizonte ético no es la
sola negación de cualquier propuesta moral, no es ser nihilista (en el capítulo número 2 hay un desarrollo de
estas ideas en función de la poesía francesa del siglo XIX -Lautréamont, Maldoror, Rimbaud, etc.).
iii
En el sentido judeocristiano del término “Dios” (omnipotente, omnipresente, omnisciente, creador del hombre,
etc).
iv
CAMUS, Albert. El mito de Sísifo. Alianza Editorial, Madrid: 1996. Página 75.
v
Ibid. Pág. 46.
vi
Ibid. Pag. 72.
vii
Ibid. Pag. 73.
viii
Maquiavelo (Florencia, 1469-1527) aleja a la voluntad divina de la especulación sobre la sociedad y el estado
(nótese el consecuente alejamiento de la cosmología tolomeica de la época) y, más bien, explica estas variables
en virtud de causas naturales.
ix
El primer estado liberal europeo aparece en la misma Inglaterra con la revolución liderada por Oliver Cromwell
(nótese la celeridad del accionar de las ideas de la época en el medio inglés, el medio de Shakespeare).
x
Recién con Galileo (“Siderius nuncius”, 1610) y su perfección del telescopio, lo que inicialmente eran hipótesis,
como las de Copérnico, logra ser comprobado empíricamente (se descubren cuatro nuevos planetas, la causa
física de la Vía Láctea, etc).
xi
SPENCER, Theodore. Shakespeare y la naturaleza del hombre. (Traducción de Miguel Alfredo Olivera).
Losada, Buenos Aires. 1954. Pag. 49.
xii
Contra los ídolos, “Novum Organum” (1620).
xiii
Esta idea sirve de antesala al posterior empirismo inglés inaugurado por John Locke.
xiv
Cabe destacar que tanto Bacon como Moro emplean la misma figura, la de la isla, para recrear sus sociedades
“mejores”. Cabe la mención porque, en “La tempestad”, Shakespeare emplea la misma figura para recrear un
mundo particular. La asociación, por otro lado, de la isla con el atomismo mencionado de la época no se nos
sugiere gratuitamente.
xv
DESCARTES, René. Meditaciones metafísicas. En: Filosofía Moderna. (Recopilación de materiales de
enseñanza: Pepi Patrón, Rosemary Rizo Patrón y Fidel Tubino). PUCP, 1990. Pag. 26.
xvi
Como la de España contra Inglaterra, con claras reminiscencias en “Troilo y Cressida”.
xvii
Como la primera revolución moderna, burguesa, al mando de Oliver Cromwell “homologable” en su forma –no
en su contenido- a las revoluciones socialistas.
xviii
Y en la mitología judeocristiana, Satanás fue el primer “rebelde”.
xix
Con lo cual percibimos ya un cuestionamiento intuitivo sobre algún esencialismo para el lenguaje, cosa
importante.
xx
Eugenio Coseriu nos habla del “sistema lingüístico” como un diasistema de “caminos abiertos”. Como veremos,
para Feste, el lenguaje es más bien lo opuesto, le constriñe. Feste
xxi
No olvidemos que fue Aristóteles quien recrea la idea del razonar sin contradicción, con su famoso principio
de no contradicción, en la “Metafísica” y la época reclamaba atacar el medioevo y acabar con los ídolos.
xxii
Ya mencionamos el papel que tiene Eugenio Coseriu en relación con estas ideas de Saussure, para el primero
el “sistema lingüístico” es un conjunto de posibilidades abiertas. Saussure en cambio nos plantea un sistema
autotélico que prácticamente se impone al ser humano. En este sentido, Feste siente al lenguaje más
cercanamente desde la posición saussureana, pero de manera conciente.
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