VISTOS: Que se ha deducido por don Pedro Gutiérrez Álvarez, defensor de confianza, en representación del condenado LUIS FERNANDO ÁLVAREZ ASTORGA, recurso de nulidad en contra de la sentencia de fecha 8 de marzo del 2016, dictada por la sala única del Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de Ovale, constituída por los jueces doña Samantha Blanco Guzmán, quien la presidió, don Claudio Weishaupt Milner y doña Eugenia Gallardo Labraña, en virtud de la cual se condenó al nombrado presidio Álvarez Astorga mayor en su a la pena grado de diez medio, años y accesorias un día de legales de inhabilitación absoluta perpetua para cargos y oficios públicos y derechos políticos, en calidad de autor del delito de homicidio simple previsto y sancionado en el artículo 391 N° 2 del Código Penal, en grado de consumado, perpetrado en la persona de Omar Díaz Figueroa, con fecha 28 de febrero del 2015, en la comuna de Ovalle. Funda el contemplada en recurso, el en artículo primer término, 374 letra e) del en la causal Código Procesal Penal, en relación a los artículos 342 letra c) y 297 del mismo texto legal, esto es, por haberse omitido en la sentencia la exposición clara, lógica y completa de cada uno de los hechos y circunstancias que se dieren por probados, fueren ellos favorables o desfavorables al acusado, y de la valoración de los medios de prueba que fundamentaren dichas conclusiones; y, en subsidio, en la causal prevista en el artículo 373 letra b) del citado código, vale decir, porque en el pronunciamiento de la sentencia se ha hecho una errónea aplicación del derecho que ha influido sustancialmente en lo dispositivo del fallo, solicitando, en definitiva, en relación a la primera causal, que se invalide el juicio y la sentencia recurrida y se ordene la realización de un nuevo juicio; o en subsidio, sea anule el fallo y se dicte fallo de remplazo que estime muy calificada la atenuante del numeral 9 del artículo 11 del Código Punitivo, rebajándose la pena en un grado, conforme a lo dispuesto en el artículo 68 bis del mismo cuerpo, y se imponga al enjuiciado la sanción de cinco años y un día de presidio mayor en su grado mínimo, con las accesorias legales correspondiente. Declarado admisible el recurso, se llevó a efecto la audiencia correspondiente y se fijó para la lectura del fallo el día 2 de mayo del 2016, a las 12 horas. CON LO RELACIONADO Y CONSIDERANDO: PRIMERO: Que el defensor del encausado LUIS ÁLVAREZ ASTORGA invoca como causal principal del recurso el motivo establecido en el artículo 374 letra e) del Código Procesal Penal, en relación con lo dispuesto en los artículos 342 letra c) y 297, ambos del mismo código. Fundando el arbitrio, el recurrente sostiene que el fallo impugnado no se hace cargo en su fundamentación de toda la prueba producida en la audiencia de juicio oral y, por tanto, tampoco indica las razones que se han considerado para desestimar la prueba que la sentencia omite. Añade que ello se puede constatar al confrontar lo señalado en los motivos noveno, decimo y undécimo del fallo, con el audio de la declaración del único testigo que depuso en la audiencia, don Christian Ara Rojas, y luego de reproducir lo señalado por el referido testigo en distintos minutos de registro de audio, refiere que ninguna de esas declaraciones es mencionada en la sentencia impugnada, excluyendo toda alusión al consumo de pasta base de cocaína por parte de la víctima en la madrugada en que ocurrieron los hechos, circunstancia que infringe el artículo 297 inciso 2° del Código de Enjuiciamiento Penal, que obliga al juzgador a hacerse cargo en su fundamentación de toda la prueba producida; por tanto, a su juicio, el Tribunal, no indica las razones que tuvo para desestimar dicha prueba, en cuanto resulta concordante con lo declarado por el condenado, quien señaló que la víctima estaba bajo los efectos de la droga al momento de producirse el hecho imputado. Agrega que, además, de omitir esa prueba, los sentenciadores en el párrafo segundo del considerando undécimo del fallo la tergiversa, al presentarla de modo incompleto, ya que indica que “cerca de las 3.00 de la madrugada, Omar Díaz volvió al mismo lugar y le encargó nuevamente a Fabricio que le comprara unos papelillos, este se los compró, se los entregó...”, dando a entender que lo adquirido eran simplemente papelillos, que es como se conoce a los papeles para envolver tabaco artesanalmente, en circunstancias de que lo comprado era pasta base de cocaína, como afirmó el testigo Ara Rojas. Asimismo, el defensor aduce sentencia, que tampoco el tribunal se hace en cargo la fundamentación de prueba que de ha la sido desestimada, en cuanto es plenamente concordante con lo declarado por el acusado, adicionando al respecto que al omitir toda mención al consumo de droga por parte de la víctima, los jueces al fundar el fallo no entregan un razonamiento lógico que permita entender porqué dicha circunstancia no es un indicio suficiente para dotar de veracidad a la declaración del encartado, en cuanto a que la víctima le habría tocado el pecho a su pareja, dándose inicio de esta forma a los fatales acontecimientos, en especial, en atención a lo dicho por el testigo Cristián Ara Rojas, quien sostuvo que los dos testigos presenciales de los hechos por él entrevistado, estuvieron contestes en que previo a la puñalada que provocó la muerte de la víctima, observaron un altercado entre el occiso y el acusado y su pareja, relatado por el encausado en su incidente que fue confesión, antecedente que tampoco es descartado razonadamente en cuanto es concordante con lo declarado por el acusado. Asevera que, en consecuencia, los juzgadores, al fundamentar el fallo, omitieron prueba que era claramente concordante con lo declarado por el acusado y la desestiman sin indicar razones, no obstante señalar en la sentencia que previo a la puñalada mortal, los testigos vieron un altercado entre la víctima por un lado y el acusado y su pareja por otro, versión corroborada con el relato del encausado. Adiciona el defensor que en este aspecto el tribunal se limitó a aseverar que las motivaciones del incidente que derivó en la muerte de la víctima pueden ser tan diversas como la lógica junto con la imaginación lo permitan, afirmación que, en concepto del recurrente, carece de lógica, puesto que, lo lógico hubiera sido establecer los hechos que se dan por probados extrayéndolos de los antecedentes presentados en juicio y no omitir el señalamiento y análisis de la prueba presentada para simplemente concluir que nada se acreditó. Prosigue, por otra parte, el defensor exponiendo que la sentencia reprochada incurre en el mismo vicio antes señalado, en el considerando decimocuarto, párrafo final, toda vez que para desestimar como muy calificada la colaboración del condenado, se limitó a señalar que si bien su defendido reconoció la acción homicida, “intento atribuirle una justificación que no logró ser acreditada ni someramente en juicio, desviando la atención del Tribunal al debate de atenuantes sin asidero factico” (sic), en circunstancias que el fallo omite mencionar, analizar e indicar las razones que tuvo en consideración para descartar aquella prueba que era concordante con la declaración del acusado, es decir, el consumo de pasta base de cocaína por parte de la víctima al momento de ocurrir los hechos y el altercado previo a la puñalada homicida, suscitado entre la víctima por una parte y el acusado y su pareja por otra, antecedentes que claramente permiten dotar de credibilidad al relato del enjuiciado. Por este motivo, a juicio de la defensa, la sentencia recurrida no se hace cargo en su fundamentación de toda la prueba producida, sino que considera sólo aquella prueba que es útil para fundar su decisión, omitiendo incluso señalar la prueba que siendo concordante con la versión del acusado, servía para dotar de credibilidad a su relato y para sustentar la concesión de la atenuante del artículo 11 N° 9 del Código Penal como muy calificada. Concluye expresando que los vicios que denuncia influyen en lo dispositivo del fallo, puesto que, en el caso del primero de ellos, si el Tribunal se hubiese hecho cargo de toda la prueba rendida sin omitir aquella que era concordante con los dichos del acusado, en particular el hecho que la víctima se encontraba bajo el efecto de la pasta base de cocaína y que previo a la puñalada homicida existió el mencionado altercado, se habría visto en la obligación de fundamentar de forma lógica la negativa a dar credibilidad al relato del encartado respecto del inicio del incidente que tuvo con él fallecido, lo que le habría resultado imposible atendida la prueba rendida, por lo que, en definitiva, habría tenido que acoger la atenuante invocada. Enseguida, además, el recurrente arguye que el vicio denunciado en relación a la decisión de no calificar la atenuante del artículo 11 N° 9 del Código Penal, tiene una influencia evidente en lo dispositivo del fallo, puesto que, para tal rechazo, el Tribunal señala que el acusado intentó atribuirle a su acción homicida una justificación que no logró ser acreditada ni someramente en el juicio, afirmación que, según el parecer del defensor, es errada puesto que las pruebas excluidas y desestimadas eran justamente aquellas necesarias para estimar veraz el relato del condenado, agregando que en la especie, era plenamente justificada la aplicación del artículo 68 bis del Código Penal, ya que el acusado prestó declaraciones reconociendo derechamente su participación en el hecho imputado, aun sabiendo que a la audiencia de juicio no se había presentado ningún testigo presencial de los hechos y que el ministerio público no pidió la detención de los testigos ausentes en la oportunidad procesal correspondiente, compareciendo al juicio solo un testigo de oídas, no obstante lo cual su defendido insistió en entregar su versión, auto inculpatoria, por lo que se debió estimar la atenuante como muy calificada. Añade, finalmente, que resulta evidente el agravio causado al acusado, toda vez que de no mediar los vicios que reclama, el condenado “habría contado con dos minorantes, en el primer caso o con una muy calificada, en el segundo” (sic), pudiendo rebajarse la pena a la de 5 años y un día de presidio mayor en su grado mínimo. SEGUNDO: Que, subsidiariamente, la defensa alega la causal contemplada en el artículo 373 letra b) del Código Procesal Penal, solicitando la invalidación de la sentencia, de conformidad con lo previsto en el artículo 385 del mismo cuerpo legal, por haberse impuesto una pena superior a la que legalmente correspondía. En sustento del referido motivo abrogatorio, señala que en la especie se rechazó la petición de estimar como muy calificada la atenuante del artículo 11 N' 9 del Código Penal, decisión que se ha fundado en que no se habría acreditado en juicio la justificación que dio el acusado para su acción homicida, razonamiento que resulta ser contrario a derecho, por cuanto lo que exige la norma del citado artículo en relación con el artículo 68 bis del mismo código, es que la colaboración al esclarecimiento de los hechos sea sustancial, lo que debe presentarse con una intensidad aún mayor para calificar la minorante. Al respecto, reitera que la declaración del encausado en juicio no fue contrastada por el ministerio público ni por el querellante, habiendo reconocido su participación en el hecho imputado, por el que claramente correspondía conceder la minorante. Insiste el recurrente en que de no haber mediado la declaración del acusado auto incriminándose, no habría sido posible condenarlo con la prueba aportada con el ente persecutor, consistente solo en un testigo de oídas y una perito del Servicio Médico Legal. Termina exponiendo que el perjuicio sufrido por el acusado se produce, porque al no calificarse la atenuante no se pudo rebajar en un grado la pena, y por lo tanto, se impuso la sanción en un grado superior al que correspondía en conformidad a la Ley. En cuanto a la causal de nulidad principal, esgrimida en relación al motivo absoluto previsto en el artículo 374 letra e) del Código Procesal Penal, en relación con los artículos 342 letra c) y 297, ambos del mismo texto legal. TERCERO: infiere que Que en de el la revisión motivo de noveno la sentencia del fallo recurrida recurrido, se los sentenciadores del grado, en virtud de las probanzas incorporadas al juicio por el órgano persecutor, vale decir, la declaración del funcionario de la Policía de Investigaciones don Cristián Ara Rojas, los dichos doña Katia Cabrera Briceño en torno a la pericia consistente en el informe de autopsia y el set de fotografías correspondiente a la autopsia N° 65-2015 captadas por el Servicio Médico Legal, analizadas, según refieren, de conformidad a lo dispuesto en el artículo 297 del Estatuto de Enjuiciamiento Criminal, tuvieron por acreditado que el día 28 de febrero de 2015, alrededor de las 3 horas de la madrugada, en las proximidades de la calle Soldado Sánchez esquina con el pasaje Quechereguas, Luis Fernando Álvarez Astorga agredió a Omar Sebastián Díaz Figueroa con un objeto corto punzante, clavándole el arma blanca en el cuerpo en dos oportunidades, la primera a la altura del tercio superior del brazo izquierdo, lo que le ocasionó una herida corto penetrante de tres centímetros de recorrido intracorporal, y la segunda a la altura del tórax, provocándole una herida tóraco cardiaca con un recorrido intracorporal de 17 centímetros, lesión esta última que le causó la muerte al nombrado Díaz Figueroa. En el considerando siguiente, los jugadores del grado consignan que en el juicio no existió controversia en relación a la fecha, hora y lugar de ocurrencia del ilícito, agregando que el acusado se situó en el mismo sector del que dieron cuenta los testigos presenciales en las diligencias de investigación, conforme a lo declarado por el policía Christian Ara, quien reprodujo la versión entregada por Fabricio Calderón y Víctor Rivera, amigos del occiso, que estaban con la víctima al momento de la agresión, y le aportaron durante circunstancia en que el las referidas diligencias, las nombrado Díaz Figueroa fue acometido con el arma blanca, precisando los jueces, en el fundamento undécimo, que la dinámica del delito, las heridas provocadas con el arma corto punzante y el resultado mortal, han sido consolidadas con la valoración integrada del relato de oídas del funcionario policial, Ara Rojas, reproduciendo las declaraciones entregadas por testigos presenciales del hecho, que en lo medular resultan concordantes con lo relatado por el encausado y con las conclusiones objetivas y científicas de la pericia médico legal. Luego los falladores, ponderando lo expuesto por el mencionado funcionario de la PDI don Christian Ara, en especial, en relación a los dichos de los dos testigos presenciales individualizados durante la investigación, esto es, los aludidos Calderón y Rivera, reiteran que el testimonio del policía logró reproducir detalladamente las versiones de dichos testigos, los cuales coincidieron en que existió un altercado entre el sujeto al que conocían como el Chino Lalo y el occiso Omar Díaz, encontrándose presente, además, la pareja del Chino Lalo, apodada la Negra, y que en esta circunstancia ambos apreciaron un ataque directo del primero al cuerpo de la víctima. Agregan los juzgadores del tribunal oral que la pericia médico legal expuesta por doña Katia Cabrera corroboró el uso de un arma cortante como el medio para ocasionar las lesiones en el cuerpo del fallecido, constatando izquierdo la en existencia la cara de dos externa heridas, del tercio una en el superior brazo con una profundidad de 3 centímetros y otra, la que ubicada en el tórax izquierdo, en la zona inferior de la aréola mamaria, la que medía 3 centímetros de ancho, con un recorrido intracorporal de 17 centímetros de profundidad, la que dañó la piel, el tejido celular subcutáneo, que atravesaba el cuarto espacio intercostal izquierdo y que provocó una herida en la pleura de un centímetro, causando un hemotórax en la cavidad izquierda de un litro y en la cavidad derecha de medio litro, lesionando, además, la cara externa del pericardio y la cara externa distal del ventrículo izquierdo, dejando una herida de un centímetro en ese sector, concluyendo que esta última herida principal en el tórax produjo un colapso pulmonar izquierdo, estableciéndose como causa de muerte una herida corto penetrante toraco cardiaca, reciente, vital y necesariamente mortal aun con socorros oportunos y eficaces, producida por un elemento corto penetrante, y que en atención a su trayectoria se trató de una herida del tipo homicida. CUARTO: Que, enseguida, en el motivo duodécimo los jueces a quo consignan que hechos que se tuvieron por acreditados, configuran el delito de homicidio simple, previsto y sancionado en el artículo 391 N° 2 del Código Penal, en grado de consumado, perpetrado en la persona de Omar Díaz Figueroa, puesto que en la acción desplegada por el encartado “se utilizó un arma idónea para causar el resultado mortal imprimiéndole tal energía que lesionó órganos vitales a raíz de lo cual la víctima falleció.” (sic). Agregan, en el considerando que continúa, que la participación del acusado se ha logrado acreditar, más allá de toda duda razonable, con la declaración del citado testigo Ara Rojas, en cuanto dio cuenta de las diligencias policiales que condujeron a sindicarlo como el autor de los hechos, haciendo presente, además, que el propio encausado, en la audiencia de juicio, asumió haber tenido un incidente con la víctima y que a raíz de ello tomó un cuchillo cocinero que llevaba consigo y le propinó una puñalada en el pecho, por lo que su conducta se encuadra en la norma contemplada en el Nº 1 del artículo 15 del Código Punitivo. QUINTO: Que en la motivación decimocuarta del fallo impugnado, haciéndose cargo de las pretensiones del defensor en cuanto a considerar en favor del encartado la atenuante prevista en el numeral 1 del artículo 11 del Código Penal, esto es, la legítima defensa incompleta, en relación con el artículo 10 N° 4 del mismo texto legal y la morigerante contemplada en el numeral 5 del precitado código, vale decir, la de obrar impulsado por estímulos tan poderosos que naturalmente hayan producido arrebato y obcecación, argumentando probar el los que sentenciadores respecto supuesto fáctico de del ninguna de en que grado las desestiman ellas se ha logrado se intentan sustentar, es decir, que el motivo del altercado entre la víctima y el acusado hubiere sido provocado porque aquel habría tocado los pechos de la polola del segundo, añadiendo que, como lo ha indicado el propio defensor, lo más lógico es que existió una motivación para el incidente producido y, además, agregan al respecto que “tales motivaciones pueden ser tan diversas como la imaginación junto con la lógica lo permitan” (sic). Asimismo consignan que no existe antecedente probatorio alguno que permita corroborar la versión entregada adicionando que por los el acusado elementos como de hecho medio de de las defensa, eximentes y atenuantes invocadas deben ser acreditadas por la parte que las alega, razones por las cuales se desechan ambas minorantes esgrimidas. SEXTO: Que, por otra parte, prosiguiendo sus razonamiento en el mismo fundamento concurrente la decimocuarto, atenuante de los juzgadores colaboración estiman sustancial al esclarecimiento de los hechos, prevista en el artículo 11 N° 9 del Código Penal, teniendo en consideración que el encartado en su declaración como medio defensa, se situó en el lugar de los hechos y se atribuyó una agresión con arma blanca en contra de la víctima, elementos que, a su juicio, estimaron relevantes, atendida la calidad de la prueba de cargo aportada. Por último, considerar términos respecto a la como muy calificada del artículo 68 solicitud de la defensa la aludida morigerante en bis del Código Penal, de los la rechazan, aduciendo que no obstante que el acusado reconoció su acción homicida, intentó atribuirle una justificación que no logró ser acreditada ni someramente en el juicio, “desviando de esa forma la atención del Tribunal al debate de atenuantes de responsabilidad sin asidero fáctico.” (sic) SÉPTIMO: Que a fin de resolver acerca de la procedencia de la causal de nulidad invocada por el recurrente, conveniente es recordar que, de conformidad a lo dispuesto en el artículo 297 del Código Procesal Penal, en relación con lo previsto en el 342 letra c) del mismo texto legal, la fijación que se hace de los hechos y circunstancias que se tuvieren por probadas, favorables o desfavorables al acusado, corresponde al ejercicio de una labor soberana de los jueces del fondo, aunque forzosamente ella debe ir precedida de la debida valoración de toda la prueba producida en el juicio, sea de cargo o descargo, lo cual conduce a que los juzgadores deban examinar y ponderar cada uno de los medios de prueba aportados por los intervinientes, valorándolos libremente, pero sujetos a las normas de la lógica, las máximas de la experiencia y los conocimiento científicamente afianzados. OCTAVO: Que, en el caso sub lite, del exhaustivo examen del fallo recurrido se desprende que los elementos de convicción ponderados estuvieron sometidos a los principios de contradicción, oralidad e inmediación que constituyen la garantía fundamental para el derecho de defensa, conforme lo determinan los artículos 296 y 340 inciso 2° del Estatuto Persecutorio Criminal y cuya valoración cae, como se señaló, en el ámbito de las atribuciones grado, que debiéndose le son privativas tener en a los consideración, falladores además, del que la sentencia los analiza a través de una exposición clara, lógica y completa de los establecidos, hechos y que, y circunstancias asimismo, fueron que se dieron apreciados por libremente, conforme a lo dispuesto en el artículo 297 del citado Código, no divisándose, de modo alguno, que hayan infringido los principios de la lógica, las máximas de la experiencia ni los conocimientos científicamente afianzados, todo lo cual permitió a los sentenciadores a quo determinar, en primer término, la forma de ocurrencia de los hechos, los cuales, según su fundado y convincente razonamiento, satisfacen íntegramente los elementos propios del tipo penal del delito de homicidio simple, en grado de consumado; y, también, la participación culpable que le ha cabido al enjuiciado Álvarez Astorga en calidad de autor del referido ilícito. NOVENO: Que, al respecto, se advierte que los sentenciadores del tribunal del juicio oral procedieron a efectuar la valoración de los medios persecutor, establecer probatorios que los arrimados al resultaron hechos, esto relevantes es, los juicio por y el órgano suficientes atestados del para testigo Christian Ara Rojas, los dichos de la médico legista doña Katia Cabrera Briceño y las fotografía captadas en el procedimiento de autopsia, que por ser coherentes y armónicos entre sí, permitieron al tribunal establecer un cuadro conexo acerca de la reconstrucción histórica de lo ocurrido, corroboración que no pudo ser desvirtuada por prueba de descargo, toda vez que la defensa no allegó medio de convicción alguno, no existiendo en la causa otros elementos que permitan demostrar que el razonamiento empleado por el tribunal reposado por ha en resultado apreciaciones consiguiente, público falaz, respecto las de o que puramente proposiciones la acción la valoración subjetivas, fácticas delictiva hubiese verificándose, del ministerio desplegada por el encausado Álvarez Astorga. DÉCIMO: Que, además, preciso consignar, en primer término, que la responsabilidad atribuida al encartado en el ilícito por el que fue condenado ha sido establecida conforme al ponderado juicio de los juzgadores, sustentados en un razonado análisis de los elementos crítica y probatorios, con las acorde propias con las declaraciones reglas de la formuladas sana por el encausado en el juicio, quien se situó en el lugar de los hechos, reconociendo asimismo que luego de un altercado con la víctima, la acometió premunido de un cuchillo de cocina propinándole una estocada, ponderación que les permitió arribar a la conclusión de que aquel obró de manera contraria a derecho y en forma culpable, colmando necesaria las exigencias del tipo normativas delictivo que respecto le de la incrimina actividad el órgano persecutor, interviniendo directamente en su ejecución, en los términos del artículo 15 Nº 1 del Código Penal; y, en segundo lugar, que asimismo reflexivamente desestimaron las pretensiones del defensor relativas a la concurrencia en favor de enjuiciado de las minorantes de los números 1 y 5 del artículo 11 del Código Penal, o bien, que se estimara como muy calificada la atenuante de colaboración sustancial al esclarecimiento de los hechos, sosteniendo que la versión entregada por el acusado, destinada a morigerar su responsabilidad en los hechos y que constituye el fundamento fáctico de dichas alegaciones, esto es, que previo a la agresión, el occiso habría procedido a efectuar tocaciones en el pecho de su polola, como se ha señalado, no ha sido corroborada con elemento de convicción alguno, siendo del caso tener en consideración que, por lo demás, tampoco el defensor ofreció prueba para acreditar la causal de nulidad impetrada. UNDÉCIMO: Que, por otra parte, útil resulta dejar establecido, frente a las aseveraciones de la defensa, en cuanto reclama una ponderación sesgada de los antecedentes probatorios en la sentencia impugnada, que la valoración completa de los medios de prueba no importa la exigencia de una descripción minuciosa de los elementos de convicción. En efecto, si bien el artículo 374 letra e), en relación con el artículo 342 letra c) ambos del Código Procesal Penal, dispone que la sentencia deberá contener la exposición clara, lógica y completa de cada uno de los hechos y circunstancias que se dieren por probadas, fueren ellos favorables o desfavorables al acusado, y de la valoración de los medios de prueba que fundamentaren dichas conclusiones de acuerdo a lo dispuesto en el artículo 297 del mismo Código, lo que se hechos traduce y en una exposición cabal y exhaustiva de circunstancias que se dieren obstante, dicho no exige una minucioso de de convicción, precepto los medios por acreditados; descripción sino o que los no detalle únicamente encierra una descripción fáctica de todos y cada uno de los hechos y circunstancias acreditadas, y una valoración de ellos con libertad, sin contradecir, según se ha dicho, los principios de la lógica, las máximas de la experiencia y los conocimientos científicamente afianzados, pero no resulta indispensable una exposición completa y cabal del medio de prueba, con una trascripción íntegra y textual del contenido de los documentos o de los dichos de cada uno de los testigos que han depuesto en el juicio. Así, por lo demás, lo ha establecido la jurisprudencia en el sentido que el legislador no ha exigido que la valoración de las pruebas se haga pormenorizadamente, sino que contenga el señalamiento del o de los medios de prueba mediante los cuales se dieron por acreditados cada uno de los hechos y circunstancias. (Excma. C. Suprema, sent. 10 de agosto 2004, Gaceta N° 290). DUODÉCIMO: Que en la especie, según se ha indicado, de la revisión de los considerandos de la sentencia se colige que los sentenciadores del tribunal oral efectuaron la ponderación de las pruebas producidas en el juicio, valorando los contenidos que han realizando, estimado además, relevantes un para análisis formar global de su las convicción, mismas, en relación tanto a la consistencia de los relatos del testigo Ara Rojas y de la médico legista Katia Cabrera, como a la forma de ocurrencia de los hechos y que como colofón de de su fundado y convincente razonamiento tuvieron por acreditadas las circunstancias fácticas que tipifican el delito incriminado y a la participación del encausado en el mismo, haciéndose cargo, además, de las alegaciones formuladas por su defensa, desestimándolas. DECIMOTERCERO: Que, en consecuencia, conforme a lo meditado en los motivos precedentes, de manera alguna se ha infringido la normativa establecida en el artículo 374 letra e) del Código Procesal Penal, que la recurrente estima vulnerada, en relación con lo dispuesto en los artículos 342 letras c) y 297 del mismo texto legal; y, por tanto, solo resta desestimar el motivo abrogatorio intentado de forma principal. Respecto de la causal de nulidad formulada subsidiariamente, contemplada en el artículo 373 letra b) del Estatuto Persecutorio Criminal. DECIMOCUARTO: Que en relación al fundamento de la causal subsidiaria impetrada, esto es, la errónea aplicación del artículo 68 bis en relación al artículo 11 N° 9, ambos del Código Penal, como se ha señalado en el motivo sexto del precedente fallo, si bien los falladores del grado consideraron concurrente la atenuante de colaboración sustancial al esclarecimiento de los hechos, prevista en el artículo 11 N° 9 del Código Penal, teniendo en cuenta al respecto que el encausado, al prestar declaración en el juicio, se situó en el lugar de los hechos y se atribuyó una agresión con un cuchillo cocinero en contra de la víctima, dichos que apreciaron como relevantes y, por tanto, apta para producir el efecto morigerador, en atención a la calidad de la prueba de cargo aportada; sin embargo, enseguida, desestiman apreciarla como muy calificada, aduciendo que no obstante que el acusado reconoció su acción homicida, intentó atribuirle una justificación que no logró ser acreditada ni someramente en el juicio, desviando de esa forma la atención del Tribunal al debate de atenuantes de responsabilidad sin asidero fáctico. DECIMOQUINTO: Que la regla de determinación legal de la pena contenida en el artículo 68 bis del compendio punitivo, previene que sin perjuicio de lo dispuesto en los artículos 65 a 68 del citado código, cuando solo concurra una atenuante muy calificada el tribunal podrá imponer la pena inferior en un grado al mínimo de la señalada al delito. DECIMOSEXTO: Que a fin de discernir sobre la procedencia de la aplicación del referido artículo 68 bis en relación a la atenuante reconocida colaboración preciso al sustancial enjuiciado Álvarez, esto al de esclarecimiento es, los la de hechos, es consignar que el mérito de muy calificada o de gran entidad de la minorante queda librada al arbitrio de los sentenciadores, por lo cual no puede constituir un error in iudicando calificarla o no, en otros términos, correspondiendo la calificación a los jueces del fondo no puede ser materia de nulidad sustantiva. En efecto, atendida la redacción del citado artículo 68 bis, no cabe sino concluir que dicho precepto sólo contempla una mera facultad o prerrogativa otorgada a los sentenciadores de la que pueden o no hacer uso respecto de la posibilidad de estimar como muy calificada la única circunstancia atenuante concurrente para imponer la pena inferior en un grado al mínimo de la señalada al delito, toda vez que el empleo de la forma verbal “podrá”, revela una potestad de los magistrados y no un imperativo, por lo que dentro de sus atribuciones privativas se encontraban autorizados para no determinar una pena disminuida, como ocurrió en la especie, por lo que la extensión de la pena privativa de libertad impuesta al encartado corresponde legalmente a aquella determinada por los juzgadores, conforme a lo dispuesto en el artículo 391 N° 2 en concordancia con lo previsto en el inciso 2° ambos del Código Penal. DECIMOSÉPTIMO: Que, en consecuencia, atendido lo razonado en los motivos precedentes, en el caso sub lite no es posible advertir la existencia del error de derecho invocado respecto del artículo 68 bis del Código Punitivo que el recurrente pretende infringido en relación al artículo 11 N° 9 del mismo texto legal, lo cual conduce necesariamente a colegir que la causal de nulidad impetrada, en forma subsidiaria y que se ha fundado en el artículo 373 letra b) del código de enjuiciamiento del ramo, carece de sustento jurídico, debiendo, por tanto, también ser desechada. Por estas consideraciones y visto, además, lo dispuesto en los artículos 352, 372, 376 y 384 del Código Procesal Penal, se RECHAZA, sin costas, el recurso de nulidad interpuesto por el defensor penal de confianza don Pedro Gutiérrez Álvarez, en representación del condenado LUIS FERNANDO ÁLVAREZ ASTORGA, en contra de la sentencia definitiva de fecha ocho de marzo del dos mil dieciséis, declarándose que dicha sentencia no es nula. Incorpórese a la carpeta digital, debiendo mantenerse su original en el correspondiente Registro del señor Secretario. Redacción del ministro Infante. Rol N° 110-2016-REF titular, don Fernando Ramírez Pronunciado por la Primera Sala integrada por los Ministros Titulares señor Fernando Ramírez Infante, señora Marta Maldonado Navarro y señor Christian LeCerf Raby. Lila Vega Espejo Secretaria Ad Hoc