Sobre la Nulidad de Cesión de Derechos Hereditarios

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DESPACHO ARIAS BOJÓRQUEZ
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NULIDAD DE CESION DE DERECHOS HEREDITARIOS SOBRE BIENES
DETERMINADOS.
Siempre se ha sostenido, que la venta de derechos hereditarios sobre bienes determinados,
mientras no se haya partido formalmente la masa hereditaria entre una pluralidad de herederos,
adolece de nulidad absoluta, por las razones siguientes:
a) El Derecho Real de Herencia o la Indivisión Hereditaria.
Es de suma importancia conocer con toda exactitud, para el caso que nos ocupa, cuando es que
realmente termina la transmisión de bienes en una herencia, puesto que hasta entonces concluye
la comunidad que se forma entre los herederos de una herencia, entidad jurídica que también es
conocida con el nombre de Sucesión.
Producido el fallecimiento del causante nace el Derecho Real de Herencia (Art. 567 C.) y con él,
si hay varios herederos, la indivisión hereditaria, a la que según varios tratadistas nacionales e
internacionales del Derecho, adelante mencionados, se le pone término hasta verificada la
partición de esos bienes, es decir, hasta entonces sucede la liquidación de la comunidad y las
adjudicaciones correspondientes.
El maestro chileno Manuel Somarriva Undurraga, en su Derecho Sucesorio, Pág. 43, quien
entiende a la sucesión por causa de muerte como un modo de adquirir el Derecho Real de
Herencia, y cuyo acto declara producirse “ipso jure”, o sea por el solo fallecimiento del causante,
aclarando más adelante, a Pág. 61 de su mismo Libro, que los herederos no pueden disponer de
los bienes inmuebles hereditarios sin efectuar previamente tres requisitos registrales, los cuales
son:
a) Que el testamento y la declaratoria de heredero, (el la llama posesión efectiva) deben
estar formalmente inscritos en el Registro de la Propiedad Raíz e Hipotecas
correspondiente;
b) Que sea inscrita la declaratoria de heredero en cada uno de los inmuebles dejados por el
causante ( el lo llama inscripción especial de herencia), y finalmente;
c) Que previamente se inscriba en el Registro correspondiente la adjudicación de las
hijuelas hecha en virtud de la partición, a nombre del respectivo adjudicatario.
Mediante esta adjudicación, dice el citado maestro, el inmueble que antes pertenecía a la
comunidad pasa a radicarse a manos del heredero, quien podrá hasta entonces disponer
libremente de él.
En otras palabras, es hasta que los herederos, en una indivisión hereditaria, inscriben la partición
de la masa herencial, sea judicial o voluntaria, pueden vender libremente bienes determinados.
Este mismo criterio es sostenido por el maestro salvadoreño Roberto Romero Carrillo en sus
Nociones de Derecho Hereditario, Pàg. 28, cuando al hablar del acto jurídico de la traslación de
bienes por causa de muerte, a la letra dice: “En este acto jurídico que es la transmisión, se
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distinguen en nuestro derecho tres fases o momentos, perfectamente diferenciados: a) la
apertura de la sucesión; b) la delación; y c) la aceptación o adición, en este orden, por manera
que no se puede aceptar si no ha habido apertura de la sucesión y delación. Pero cuando
existe pluralidad de herederos el proceso de la transmisión no termina con la aceptación,
siguen otros dos momentos más: d) la indivisión hereditaria, y e) la partición”.
Confirma más adelante el citado maestro, a Pàg. 66, que “cuando existe pluralidad de herederos
la transmisión no termina con la aceptación, sino que continúa con la indivisión hereditaria y
se agota con la partición”, y esto es así, puesto que hasta entonces los herederos conocen con
exactitud cuáles son los bienes que realmente les corresponderá dentro del caudal relicto o masa
hereditaria y hasta entonces pueden disponer de ellos con entera libertad.
Nuestra legislación comparte similar criterio, en cuanto al caso analizado, conforme a las
siguientes disposiciones legales: el Art. 669 del Código Civil, es claro en manifestar, que “La
tradición de la herencia se verifica por ministerio de ley a los herederos, en el momento en que
es aceptada; pero éstos no podrán enajenar los bienes raíces ni constituir sobre ellos ningún
derecho real sin que preceda la inscripción del dominio de dichos bienes a su favor,
presentando al registro el título de su antecesor, sino constare a favor de éste la inscripción, y
los documentos auténticos que comprueben la declaratoria de su calidad de herederos, o la
adjudicación de tales bienes al que pretenda su inscripción.” Tal norma legal, al manifestar “o
la adjudicación de tales bienes”, no puede ser otra que la adjudicación de los bienes por medio
de la partición.
Procede entonces pasar a estudiar la interrogante de si se pueden vender bienes determinados
cuando aún subsiste el Derecho Real de Herencia o la Indivisión de bienes herenciales.
b)? Pueden cederse bienes determinados cuando aún subsiste la indivisión hereditaria ¿
Las anteriores fundamentaciones legales y doctrinarias dan base suficiente para sostener con toda
precisión que no, puesto que el objeto de la tradición o cesión de derechos hereditarios no son
bienes determinados, sino que lo que se transfiere es la universalidad de la herencia o una cuota
de ella.
Los estudios doctrinarios y las prescripciones legales citadas nos aclaran, que la tradición o
cesión de un derecho hereditario solamente se puede realizar mediante la tradición de la totalidad
o una cuota de el, más nunca se puede transferir un bien determinado perteneciente a la masa
hereditaria, ya que el objeto de la tradición o cesión de los derechos no son bienes determinados,
sino que la universalidad de la herencia o una cuota de ella. Esto es así porque el efecto
fundamental es que el cesionario pase a ocupar la misma situación jurídica del cedente.
El heredero que vende o cede su derecho hereditario, no transfiere propiedad particular alguna en
los bienes de la herencia. Es por esta razón que el Art. 1.699 del Código Civil dispone, que
cediéndose a título oneroso un derecho de herencia o legado, el heredero o legatario no responde
sino de su calidad de heredero, lo cual viene a confirmar que se transfiere la universalidad de la
herencia y no bienes determinados.
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Por esto es que el maestro Somarriva Undurraga en su referido Libro a página 70, dice: “que si
el heredero cede a un tercero un inmueble determinado comprendido en la masa hereditaria,
no existe tradición del derecho de herencia”.
En conclusión, las diferentes transferencias que uno o algunos de los herederos de la sucesión
han realizado de determinados inmuebles o parte de los mismos y que forman parte de la masa
sucesoral, son legalmente indebidos, y sus efectos no pueden producir la tradición del derecho
real de herencia. Por ello nuestro Código Civil, en su Art. 1700 nos aclara, que si el heredero se
hubiere aprovechado de los frutos o percibido créditos o vendido efectos hereditarios, será
obligado a rembolsar su valor al cesionario o tradente.
c) Acciones Judiciales a Incoar.
Como fuera aclarado anteriormente, tanto la ley (Art. 669C.) como la doctrina, son unánimes en
disponer, que los herederos no podrán enajenar los bienes raíces ni constituir sobre ellos
ningún derecho real sin que preceda la inscripción del dominio de dichos bienes a su favor,
presentando al Registro el título de su antecesor y los documentos auténticos que comprueben la
declaratoria de su calidad de herederos o la adjudicación de tales bienes resultantes de la
partición.
Clara y expresamente la ley dispone una prohibición a los herederos de enajenar los bienes
herenciales mientras no se hayan cumplido con determinados requisitos, y la violación a dicha
norma legal es sancionada con la nulidad del referido acto.
En relación con lo anterior, el Art. 10 del Código Civil dispone que, “Los actos que prohíbe la
ley son nulos y de ningún valor, salvo en cuanto designe expresamente otro efecto que el de la
nulidad para el caso de contravención.” pero la ley al referirse al caso discutido no dispone
ninguna otra sanción distinta al de la nulidad.
Vemos entonces, la ley prohíbe a los herederos la enajenación de los bienes herenciales mientras
no se han llenado los requisitos apuntados, y más claro aún, que todos los actos que prohíbe la
ley son nulos y de ningún valor, existiendo entonces conforme lo aclara el Art. 1.333 del Código
Civil un “objeto ilícito en todo lo que contraviene al derecho público salvadoreño,” y la ley es
uno de ellos.
Finalmente, el Art. 1.552 del Código Civil dispone que, “La nulidad producida por un objeto o
causa ilícita, y la nulidad producida por la omisión de algún requisito o formalidad que las
leyes prescriben para el valor de ciertos actos o contratos, en consideración a la naturaleza de
ellos, y no a la calidad o estado de las personas que los ejecutan o acuerden, son nulidades
absolutas.”
CONCLUYENDO. La relación de las disposiciones legales antes apuntadas con los
considerandos doctrinales realizados nos llevan a concluir, que la venta que uno o algunos de los
herederos puedan hacer a un tercero, cuando aún no había sido partida formalmente la masa
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hereditaria adolece de nulidad absoluta, y así deberá plantearse ante un tribunal competente que
conozca del caso, y así deberá declararlo.
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