Una nueva población en Bolonia: el proyecto de Juan

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ALJARANDA
Una nueva población en Bolonia:
el proyecto de Juan Bernardino de Ahumada
de 1664 (I)
r
Angel J. Sáez Rodríguez
a crítica situación de las finanzas y de la polí­
tica española en los últimos años de ejercicio
del poder por el conde-duque de Olivares tuvieron
destacado reflejo en el sur de Andalucía. Aparte del
descabellado intento secesionista del duque de
Medina Sidonia y del marqués de Ayamonte en 1641,
que pretendiera independizar Andalucía con el pri­
mero de ellos como rey siguiendo el reciente ejem­
plo de catalanes y portugueses, las alianzas inter­
nacionales determinaron un cambio fundamental en
el statu quo del Estrecho de Gibraltar. En diciembre
L
9
de 1640 estalló un motín popular auspiciado por la
nobleza en Portugal que, tras deponer a Margarita
de Saboya, gobernadora del Reino, proclamó al du­
que de Braganza como rey de un estado indepen­
diente, tras sesenta años de unión dinástica con
España. Juan IV de Portugal mantuvo la Guerra de
Restauración Portuguesa con la España de Feli­
pe IV durante décadas, apoyándose en la alianza
con Inglaterra y Francia y en la debilidad que para
su vecino suponían las insurrecciones interiores, las
guerras europeas -con los holandeses y la Guerra
HISTORIA
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de los Treinta Años-, el agotamiento castellano y
las dificultades financieras.
En este contexto, el tradicional dominio espa­
ñol del estrecho de Gibraltar, basado tanto en la costa
andaluza -Málaga-Gibraltar-Cádiz- como en las pla­
zas norteafricanas, se vería seriamente alterado por
la alianza del verano de 1661 entre Portugal e Ingla­
terra. El nuevo monarca estuardo, Carlos II, aportó
a la causa lusa un respaldo militar que resultó deter­
minante en el conflicto (1). Las diferentes alternati­
vas de los primeros veinte años de guerra se fueron
resolviendo decididamente a favor de Portugal con
las sucesivas victorias en Ameixal del conde de VilaF lory Schomberg sobre Juan de Austria -1663-, en
Almeida de Pedro Jacobo de Magalhaes sobre el
duque de Osuna -1664- y en Villaviciosa del marqués
de Marialva sobre el marqués de Caracena -1665-. A
cambio, Portugal concedió a Inglaterra ventajas co­
merciales y le entregó Bombay y Tánger. Esta úl­
tima adquisición, obtenida como dote de Catalina de
Braganza, esposa de Carlos II, supuso el estableci­
miento inglés en la zona del Estrecho durante dos
décadas. Parecían concretarse sus tentativas de
establecer una escala permanente para sus navios
en la ruta del Mediterráneo y del Atlántico Sur, más
allá de las acciones depredatorias ejercidas frecuen­
temente en la costa meridional española, especial­
mente los asaltos a Cádiz de 1587 -Drake-, 1596 Essex- y 1624 -Cecil y Nassau-, El control de Tán­
ger puede ponerse en relación con las pretensiones
inglesas respecto a Gibraltar, expresadas reiterada­
mente durante el siglo XVII (2).
En este contexto se planteó el peligro de la
proximidad inglesa a las aguas tarifeñas, habitual­
mente surcadas por corsarios berberiscos y por flo­
tas inglesas, francesas y holandesas. El Consejo de
Guerra barajó el proyecto de fortificar la costa de
Bolonia con un fuerte, un puerto y un enclave co­
mercial y poblacional que nunca se llevaría a efecto
(3). La propuesta había sido realizada en 1664 por
Juan Bernardino de Ahumada (4) quien comunicó al
rey que en el estrecho de Gibraltar había un puesto
que está enfrente de Tánger, muy a propósito para
fortificarse y conservarse a muy poca costa y de
mucho útil al Real Servicio y que, siendo el estrecho
de la grande importancia que se ve, (...) no podía
haber en él cosa despreciable por pequeña que fue­
se (5). El proponente pasaría a reconocer el lugar
por orden real en compañía del capitán e ingeniero
Juan de Somovilla Tejada, quien a su vez redactaría
un informe técnico y levantaría unos planos del pro­
yecto. Juan Bernardino de Ahumada, impulsado por
su deseo de servir al rey y de recibir la merced que
por este servicio tuviese S. M. por bien hacerle (6),
remitió un detallado memorándum en el que se en­
salzaban las ventajas del lugar, pero no sus incon­
venientes. Se trataba de un lugar capaz, fondable y
limpio, sin varra, bajos ni piedras que lo impidan para
surgir y dar fondo alli cualquier armada; refiriendo
los vientos de que está cubierto... (7). Por los mis­
mos años a sis tim o s a las d e n u n cia s de los
desembarcos de marinos ingleses en la costa occi­
dental tarifeña para abastecerse de madera (8) para
la fortificación de Tánger, leña para aprovisionar
aquella plaza, construían galeras e introducían gé­
neros de contrabando (9).
El Consejo de Guerra, a pesar de estar acos­
tumbrado a recibir demandas y peticiones sin cuen­
to, se mostró receptivo a la sugerente carta. El es­
crito, entre expresiones de ¡Ay de mí!, ¡Ay de mí!
¡Con qué dolor traslado estos avisos, mirando a In­
glaterra señora del Estrecho y la boca abierta de
Castilla para ser tragada...! (10), insiste sobremane­
ra en la delicada situación. Extraemos otro fragmen­
to de la argumentación del solicitante, tan elocuente
y plástica como el resto del escrito, que parecía lla­
mado a obtener la aprobación por las más altas ins­
tancias del Estado:
Y la población o sitio del Camarina! que re­
presento a V M .e s más inexpugnable, desierto como
está, si le encabalgan unas piezas de batir sin más
arte que Gibraltar con todas sus fortificaciones y sin
embarazo, socorrido y auxiliado de Tánger, pudiendo, la una plaza con la otra unidas, ser por sí solas
reino y hacer sus contribuyentes a todos los reinos
que necesitaran del uso del Estrecho (11).
Las posturas más reticentes, expresadas por
el marqués de Montalbán, quedaron superadas en
el seno del Consejo, que considera que, aunque el
lugar se encuentra inerme ante los vientos vendava­
les, es indudable su interés ante el riesgo de su ocu­
pación por el enemigo. El inconveniente principal para
fortificar el lugar sería el habitual en la época, la ca­
rencia de medios para llevar a cabo el proyecto, cuyo
presupuesto se elevaba a la importante cifra de cien
mil ducados.
El emplazamiento exacto de la fortificación
había de ser punta Camarinal, para que su artillería
cerrase el acceso a la ensenada de Bolonia. El lugar
suponía un ventajoso emplazamiento por la frondo­
sidad de la vegetación y las rocas circundantes y
por su elevación sobre el mar. La punta de Camarinal
es un llano aislado, hasta de dos millas en círculo,
g u a rd a d o de una cerca de peña, ig u a l y de
desproporcionada altura que lo hace inexpugnable,
rodeándola el mar por la mayor altura y lo que mira a
10
HISTORIA
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La Ensenada de Bolonia desde Punta Camarinal. (Foto de! autor).
la sierra un arroyo profundo (12). Este entorno se­
guirá valorado como destacado enclave estratégico
durante tres siglos, por lo que surgirán diversos pro­
yectos para su fortificación, como señalamos más
adelante. En su playa hay unas ruinas de ciudad cuyo
nombre no se sabe, (...) cuyos materiales y cimien­
tos dan testimonio de lo que fue, aunque no hay mas
memoria de ella que la que el cielo parece guarda
(13). La nueva población había de aprovechar las
construcciones de Baelo Claudia, con edificios que
parecen modernos en la entereza, antiquísimos en
la fortaleza (14).
Inicialmente, la propuesta parece que contó
con las simpatías reales (15). No debió resultar aje­
na a la opinión del rey el recuerdo de la visita que en
1624, en los primeros años de su reinado, girara con
el conde-duque de Olivares a sus fortalezas de la
orilla norte dei Estrecho. Proveniente del Guadalqui­
vir estuvo en Cádiz y recorrió las fragosas tierras
que separan a esta ciudad de Gibraltar, donde ocu­
rriera la conocida anécdota de la carroza que no
cabía por la Puerta de Tierra.
Juan Bernardino de Ahumada buscaba enno­
blecer su casa prestando al rey un servicio tan con­
veniente para la causa del Estado como para la suya
propia. Su propuesta incluía una fórmula de finan­
ciación que despejase las dudas que en ese aspec­
to pudieran esgrimirse. De su propio caudal habían
de correr los gastos de erección de ¡a primera igle­
sia, ofreciéndose incluso a adelantar- al erario públi­
co dinero para la fortificación, esperando la remune­
ración de lo que fuere dinero en honras a lo que V.
M. gustare para mis hijos cuyos son. Y la demas
11
población se conseguirá con
las franquezas y libertades y
privilegios que aV.M. pareciere
(16). Su inusitado interés por
lograr la aprobación del proyec­
to es la causa de otra carta,
fechada en Vejer el 10 de no­
viembre de 1665, en la que el
asunto anteriormente conside­
rado esencial -la base inglesa
de Tánger- queda marginado
de su argumentación. Las ra­
zones ahora esgrimidas son
variadas y contundentes: el
control mi'itar de la ensenada
de Bolonia impediría las nume­
rosas aprensiones realizadas
por los piratas berberiscos en
la zona, con lo que podría aho­
rrarse mucho dinero hasta aho­
ra destinado a la redención de cautivos; evitando sus
capturas se ahorra al Reino, además, el sufrimiento
de sus vasallos y la disminución de sus patrimonios,
que repercute directamente en la Real Hacienda;
disminuiría la reputación de la plaza de Tánger al
resultar casi inútil para Inglaterra, perdiendo fuerza
la oaza negociadora del país enemigo; aumentaría
el tránsito de embarcaciones menores al amparo de
los cañones ce la nueva fortaleza; se dispondría de
un enclave privilegiado para fomentar el comercio
de Gibraltar, hasta ahora encarecido y dificultado por
la fragosidad del territorio que circundaba al Peñón;
la exportación por vía marítima de la madera prove­
niente de tierra adentro quedaría abaratada con la
construcción del nuevo asentamiento, ya que aho­
rraría su transporte en carretas hasta Cádiz; la po­
blación y el comercio del nuevo enclave, así como la
puesta en cultivo de sus excelentes campos, aumen­
tarían la recaudación de impuestos; los barcos de
otras potencias perderían la oportunidad de obtener
carne y agua recalando en Bolonia; quedaría, por
último, eliminado el riesgo de que un desembarco
enemigo pudiese poner tropas en tierra que no ha­
llaban obstáculo en su camino hasta Jerez o Sevilla
(17).
En septiembre de 1666, la reina regente,
Mariana de Austria, pidió opinión al Consejo de Gue­
rra sobre el asunto, en el que se expusieron diver­
sas dificultades para su ejecución, a pesar de los
importantes riesgos que estaba dispuesto a asumir
el proponente. Se encontraban entre éstos el armar
la almadraba de Sancti Petri, arruinada a finales del
siglo anterior por un ataque inglés, con lo que obte-
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ner rentas para aplicar a la puesta en marcha del
estubiese asegurado con gente de guerra, que es
proyecto. Sin embargo, era general la opinión de que
tan imposible como se deja considerar (19).
el coste de su puesta de nuevo en explotación era
Se argumentan, seguidamente, otras dificul­
demasiado elevado para hacerla rentable (18). la
tades, tanto para la uoicación de una aduana en el
conclusión del Consejo era, asimismo, contraria a la
nuevo puesto, como posibles conflictos con Vejer,
petición, por las siguientes razones:
amén de lo dificultosa que había de ser la repobla­
Desde que se destruyeron las Algeciras en
ción del nuevo término por la debiiidad demográfica
tiempo dei Señor Rey Don Enrique segundo no ha
del país. No obstante, se consideró e! peligro del
habido en aquella parte de la costa de España mas
aprovechamiento por el enemigo de tan ventajoso
fortificación que la de Gibraltar y Tarifa, y con estas
desembarcadero, a lo que el marqués de Montalbán
se ha asegurado siempre su defensa, sin que se
propuso dos posibles soluciones, respaldado por
haya tratado de hacer Fuerte nuevo, y se ha consi­
otros consejeros: cegar el puerto natural hundiendo
derado en tantos Siglos, teniendo estos
Reynos los Señores Reyes de Castilla, y
habiéndose agregado tantos después y Se­
ñoríos tan diferentes y tenido en todos tiem­
pos enemigos esta Corona, que han pro­
curado por todos caminos hacer hostilidad
a daño a estos Reynos: y en tiempo del
Rey Nuestro Señor -Felipe IV- (que Santa
Gloria haya) ocupaba a Tánger el Reve Idc
de Portugal, que estaba unido con Fran­
ceses y Yngleses, y antecedentemente con
Olandeses, antes que con ellos se hicie­
ses paces; y nunca ha entendido el Con­
sejo se tratase de hacer nueva fortificación,
y sólo se procuraba la tubiese Tarifa, y en
particular Gibraltar, por depender de su
defensa el asegurarse la de este Reyno
por aueiia parte, y si entonces se hubiera
tenido por conveniente habría las mismas
razones que ahora se consideran para su
egecución.
Asiéntase por presupuesto durará
tres ó cuatro años la fábrica de este Fuer­
te y cuando no se alargase más tiempo
que éste, hasta ponerle en perfección, es
muy verosímil, y se puede tener por cierto
que los Yngleses que están tan cerca en
Tánger, esperen a que se pongan a
vastante altura las fortificaciones y estan­
do en este estado lo ocupen con tanta fa­
cilidad como pueden; y se puede creer con
seguridad que lo harán con la mesma ra­
zón que han ocupado ahora ju n to a
portovelo la Ysla de Santa Cataiina. al mis­
mo tiempo que en lo público profesan de­
sear tanta unión y amistad con esta Coro­
na y entrando la Artillería y gente le pongán
en defensa, de manera que el recobrarlo
La Torre del Cabo de Gracia es una almenara del siglo XVI, que aparece citada
tenga la dificultad que se considera, y para en la documentaación histórica comoTorre Nueva, de Cabo de Plata, de Aguas
prevenir este riesgo sería menester que de Enmedio, Graciosa, del Cabo de Bolonia y del Ancón de Bolonia. (Foto dei
todo ei tiem po que durase su fábrica autor).
12
HISTORIA
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to en el Estrecho de Gibraltar”. En APARICI GARCÍA,
J. Opus Cit. Vol. 24. Fol. 121.
(6) Ibídem. Fol. 121 v.
(7) Ibídem. Fols. 121v. y 122.
(8) A.G.S. Estado. Leg. 2.688. Citado por SÁNCHEZ
BELÉN, J. A. Opus Cit. p. 41.
(9) A.G.S. Registro del Consejo. Andalucía. Libro N9.
304. Hoja 101.1669. "Cédula de S. M. sobre la fortifi­
cación del Puerto de Bolonia, de 19 de Abril de 1669” .
En APARICI GARCÍA, J. Opus Cit. Vol. 24. Fols. 163 y
163v.
(10) A.G.S. Negociado de Guerra. Andalucía. Leg.
2.084. 1665. “Carta de don Juan Bernardino de Ahu­
mada, manifestando a S. M. la importancia y conve­
niencia de fortificar un puesto en el Estrecho de Gi­
braltar'’. En APARICI GARCÍA, J. Opus Cit. Vol. 24. Fol.
127.
(11) Ibídem. Fol. 126v.
(12) Ibídem. Fols. 125 y 125v.
(13) Ibídem. Fol. 124v.
(14) Ibídem. Fol. 125.
(15) El marqués de Trocifal dijo que el Rey Nuestro
Señor mostró particular deseo de que se llegase a for­
tificar este punto y así mandó que se reconociese su
situación y hacer las otras diligencias que contienen
las ordenanzas que vajaron sobre esto. En A.G.S. Ne­
gociado de Guerra. Andalucía. Leg. 2.111. 1666. "Con­
sulta del Consejo de Guerra de 22 de noviembre de
1666 sobre la fortificación del surgidero de Bolonia, en
el Estrecho de Gibraltar”. En APARICI GARCÍA, J. Opus
Cit. Vol. 24. Fol. 143v.
(16) Ibídem. Fol. 128.
(17) A.G.S. Negociado de Guerra. Andalucía. Leg.
2.084. 1665. "Carta de don Juan Bernardino de Ahu­
mada, de 10 de noviembre de 1665 sobre la fortifica­
ción de un puesto en el Estrecho de Gibraltar” . En
APARICI GARCÍA, J. Opus Cit. Vol. 24. Fols. 130 y ss.
(18) A.G.S. Negociado de Guerra. Andalucía. Leg. 2.132.
1666. “Consulta del Consejo de 26 de octubre de 1666
sobre la fortificación de la ensenada de Bolonia, en el
Estrecho de Gibraltar” . En APARICI GARCÍA, J. Opus Cit.
Fol. 135v. Véase también A.G.S. Negociado de Guerra.
Andalucía. Leg. 2.111. 1666. “Consulta del Consejo de
Guerra de 22 de noviembre de 1666 sobre la fortificación
del surgidero de Bolonia, en el Estrecho de Gibraltar” . En
APARICI GARCÍA, J. Opus Cit. Vol. 24. Fols. 141 y ss,
donde figuran los votos y opiniones particulares de los
diferentes consejeros.
(19) A.G.S. Negociado de Guerra. Andalucía. Leg.
2.132. 1666 “Consulta del Consejo de 26 de octubre
de 1666 sobre la fortificación de la ensenada de
Bolonia, en el Estrecho de Gibraltar” . En APARICI
GARCÍA, J. Opus Cit. Vol. 24. Fols. 137 y 137v.
(20) A.G.S. Negociado de Guerra. Andalucía. Leg.
2.111. 1666. “Consulta del Consejo de Guerra de 22
de noviem bre de 1666 sobre la fo rtific a c ió n del
surgidero de Bolonia, en el Estrecho de Gibraltar”. En
APARICI GARCÍA, J. Opus Cit. Vol. 24. Fol. 144v.
(21) Ibídem. Fol. 148.
dos o tres navios para impedir la navegación de bu­
ques de cierto calado o construir una pequeña forti­
ficación, que requiriese poco tiempo y dinero, sin
contemplar población, puerto ni aduana (20). Defini­
tivamente, se desestimó la propuesta de Ahumada
de ejecutar el proyecto a su costa, obteniendo a cam­
bio la jurisdicción, señorío y vasallaje de la nueva
población, entre otras mercedes, porque sería de
gran inconveniente concederle a un particular un
Puerto de tanta importancia como representa, con
fortificación y población nueva, pudiéndose temer con
gran provavilidad la ocupasen fácilmente enemigos
de esta Corona, de donde se pudiera temer gran
perjuicio y travajo a estos Rey nos (21).
REFERENCIAS Y BIBLIOGRAFÍA
(1) De nada sirvió la deuda de gratitud que Carlos II
mantenía con Felipe IV, quien lo había acogido duran­
te su destierro de la Inglaterra de Cromwell. Tampoco
la relación familiar del monarca francés, Luis XIV, con
el español, quien le entregara en matrimonio a su hija
María Teresa como parte de los acuerdos que termi­
narían rubricados en la Paz de los Pirineos de 1659.
Para guardar las formas, las tropas francesas llegaron
a combatir contra las españolas con uniforme inglés.
(2) En 1625, el coronel Bruce presentó al príncipe de
Gales un proyecto para conquistar la plaza. Años des­
pués, en 1656, Oliver Cromwell encargó al almirante
Montague que estudiase la misma posibilidad. LÓPEZ
DE AYALA, I., Historia de Gibraltar. Madrid 1782. p.
272; MONTERO, F. M. Historia de Gibraltar y de su
campo, Imprenta de la Revista Médica. Cádiz 1860. p.
250; LUNA, J. C. de. Historia de Gibraltar. Madrid 1944.
pp. 287-288. Véase también SÁNCHEZ BELÉN, J. A.
"La presencia inglesa en el Estrecho a fines del siglo
XVII”. En Actas del Congreso Internacional El Estre­
cho de Gibraltar. Vol 3. U.N.E.D. Madrid 1988. pp. 29-44.
(3) Archivo General de Simancas (A.G.S.). Negociado
de Guerra. Andalucía, Leg. 2.084, 1665. En APARICI
GARCÍA, J., "Colección de Documentos Copiados en
el Archivo de Simancas como datos para escribir la
historia del Cuerpo de Ingenieros, por el Coronel
Don...". Vol. 24. Slgn. 1-4-8. Fols. 121 y ss. VALLADA­
RES RAMÍREZ, R., “El proyecto del Fuerte de Bolonia
(1665): un capítulo en la historia del Estrecho, Arqui­
tectura e iconografía artística militar en España y
América (siglos XV-XVIII)”. En III Jornadas Naciona­
les de Historia Militar, Cátedra “ General Castaños".
Sevilla 1999. pp. 491-500.
(4) Juan Bernardino de Ahumada, vecino de Vélez-Málaga, estaba afincado en Gibraltar. Allí contrajo matri­
m onio en 1662 con Isabel de Bohórquez, joven
gaditana hija de Bartolomé Álvarez de Bohórquez, ca­
ballero de la orden de Calatrava y conde de San Remi.
(5) A.G.S. Negociado de Guerra. Andalucía. Leg. 2.084.
1665. “Consulta del Consejo de Guerra de 4 de diciem­
bre de 1665 sobre la importancia de fortificar un pues­
13
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