Agua, un elemento esencial para la vida

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Pontificio Consejo de Justicia y Paz
El agua,
un elemento esencial para la vida
Adoptar soluciones eficaces.
Una actualización
Contribución de la Santa Sede al Sexto Foro Mundial del Agua
Marsella, Francia, marzo 2012
CUIDAD DEL VATICANO – 2012
A. Introducción
I. La contribución de la Iglesia Católica en el debate internacional……………..3
II. El tiempo para establecer un presupuesto para soluciones futuras…………...4
B. La situación actual
I. Avances realizados en la declaración del derecho al agua y el reconocimiento
de la necesidad de actualizarlo…………………………………………………...5
II. Hay todavía mucho que hacer………………………………………………...6
III. La adopción de una necesaria visión integral y a distintos niveles en la
búsqueda de soluciones apoyadas por estructuras internacionales ad hoc………9
IV. Una creciente demanda……………………………………………………..10
C. Soluciones Sostenibles
I. La necesidad de soluciones inmediatas………………………………………11
II. Estructura y gobierno………………………………………………………..12
III. Nuevas Políticas…………………………………………………………….13
IV. Sobriedad y Justicia………………………………………………………...15
D. Conclusión…………………………………………………………………………..16
2
A. INTRODUCCIÓN
I. Contribución de la Iglesia Católica al debate internacional
Con motivo del Foro Mundial del Agua en 2003, 2006 y 2009, la Santa Sede ha
realizado algunas reflexiones. En base a su competencia, que es predominantemente
moral, ha puesto de relieve varias cuestiones relacionadas con el agua, haciendo
hincapié en su importancia y haciendo un llamamiento a la acción para mejorar su uso y
su protección en todo el mundo.
1. Kyoto, 2003
En el Foro de Kyoto, el documento del “agua, un elemento esencial para la vida” de la
Santa Sede1 señalaba que el agua es un factor común a tres pilares-económico, social y
medioambiental- del desarrollo sostenible. En cuanto a la difícil situación que enfrentan
las personas que no tienen agua potable, se puso de relieve tanto el predominio de los
problemas de acceso y de gestión de los recursos en comparación con la disponibilidad
global, como de los problemas causados por el uso excesivo e irresponsable del agua en
los países desarrollados en comparación con los causados por la demanda creciente
motivada por el aumento de la población.
El documento define al agua como un bien triple, bien social, relacionado con la salud,
la alimentación y los conflictos; bien económico, necesario para la producción de otros
bienes. Se correlacionó con la energía, pero no puede considerarse como cualquier otro
bien comercial debido a que es indispensable para la vida y un don de Dios; bien
ambiental en el sentido de que está vinculado a la sostenibilidad del medio ambiente y
los desastres naturales.
Por otra parte, la Santa Sede, con ocasión del Foro de Kyoto, pidió el reconocimiento
formal del derecho al agua potable como un derecho humano fundamental e inalienable,
fundado en la dignidad humana. El agua es de hecho un requisito indispensable para la
vida y para el crecimiento humano completo. Por último, destacó la importancia
religiosa y los múltiples vínculos con los problemas de la pobreza.
2. Méjico, 2006
En la reunión de Ciudad de México, y para actualizar el documento anterior2, la Santa
Sede ha considerado el agua como una responsabilidad de todos, por ser un bien
fundamental de la creación de Dios destinado a toda persona y a todos los pueblos. Su
acceso es un factor clave para la paz y la seguridad.
El nuevo documento viene a abogar por la promoción de una cultura del agua que la
aprecie, respete y tener en cuenta ya que no es una simple mercancía, sino un bien
destinado a todos.
Esta cultura es esencial para la gestión del agua, según criterios de justicia y
responsabilidad, también en referencia a los desastres naturales.
1
Ver PONTIFICIO CONSEJO JUSTICIA Y PAZ, Agua, un elemento esencial para la vida, Ciudad del Vaticano
2003.
2
Ver PONTIFICIO CONSEJO JUSTICIA Y PAZ, Agua, un elemento esencial para la vida - Una actualización,
Ciudad del Vaticano 2006.
3
3.
Estambul, 2009
Por último, en la perspectiva del V Foro de Estambul, el documento original ha sido
actualizado con el subtitulo: Y ahora un asunto de mayor urgencia. En particular, el
nuevo texto3 anima a analizar el agua potable y el saneamiento en la óptica de una sola e
importante cuestión, en tanto ambos son fundamentales para determinar los contenidos
del mismo derecho. Sobre el derecho al agua, la Santa Sede señaló la afirmación
jurídica poco explícita y aún insuficientemente establecida, si bien se reconoce
indirectamente en diversos tratados internacionales. Sugirió solicitar de nuevo que este
derecho -que hunde sus raíces en la dignidad humana- sea explícitamente promovido y
reconocido.
Por último, mirando a las tendencias estadísticas, la Santa Sede señaló que es poco
probable que los Objetivos de Desarrollo del Milenio4 relacionados con el agua se
logren en 2015 y que, en caso de fracaso, cualquier porcentaje de su logro representaría
una grave falta de la comunidad internacional.
II. TIEMPO DE BALANCE PARA PROPONER
SOLUCIONES DE FUTURO
En 1990, el beato Juan Pablo II lanzó una llamada ferviente sobre "la crisis ecológica
(que) pone de manifiesto la necesidad moral urgente de una nueva solidaridad"5 y la
explotación justa de los recursos naturales. Dos años más tarde, la ONU organizó en
Río de Janeiro una cumbre sobre "Medio Ambiente y Desarrollo", un acontecimiento
histórico que tuvo influencia e impacto a nivel mundial. Contribuyó de manera
significativa a estructurar las reflexiones y planes de acción en materia de desarrollo
para los próximos veinte años.
La función especial del agua en el desarrollo ha sido ampliamente reconocida, como lo
prueban diversas iniciativas, tales como: las primeras actividades del Consejo Mundial
del Agua en la mitad de los años 90, la decisión de Naciones Unidas de declarar el
Decenio del Agua para la Vida (2005-2015), la creación - dentro de varios gobiernos y
organizaciones internacionales - de estructuras encargadas de los problemas complejos
del agua.
Hoy en día, tras el estallido de una severa crisis económica -también ligada a la
explotación de los recursos naturales y a la brecha producida entre las finanzas y la
economía real, entre el beneficio y la sostenibilidad-, es hora de hacer balance de la
situación actual para instaurar urgentemente soluciones efectivas a los problemas que
siguen sin resolverse, en vista de la Conferencia Río +20 que se celebrará en junio de
este año, así como de reflexiones posteriores necesarias para el agua en el cuadro del
desarrollo integral de los pueblos.
El hecho de que los organizadores hayan elegido por título “Tiempo de soluciones” para
este VI Foro Mundial del Agua es una fuente de esperanza. La Santa Sede espera que en
3
Ver PONTIFICIO CONSEJO JUSTICIA Y PAZ, Agua, un elemento esencial para la vida y ahora un asunto de
mayor urgencia - una actualización, Ciudad del Vaticano 2009.
4
Objetivo 7.c.
5
Ver JUAN PABLO II, Mensaje para la XXIII Jornada Mundial de la Paz (1 de enero de 1990), nª. 10.
4
2012 se tomen decisiones incisivas fundadas en sanos principios y sean compartidas
prácticas "virtuosas" para institucionalizar y universalizar en la medida de lo posible a
partir del próximo año, que Naciones Unidas ha dedicado a la cooperación en el
contexto de los problemas del agua6.
En esta misma óptica, la Santa Sede espera que este documento pueda ofrecer una
contribución útil.
B. SITUACIÓN ACTUAL
I. Avances realizados en la declaración del derecho al agua y
el reconocimiento de la necesidad de actualizarlo
1. La Santa Sede y la propuesta de derechos relativos a los bienes
colectivos, incluyendo el agua
En 1990, el beato Juan Pablo II habló del "derecho a la seguridad en el medio ambiente,
como un derecho que debería incluirse en una actualización de la Carta de los Derechos
Humanos."7 Al año siguiente, en su encíclica Centesimus Annus, este derecho se
presenta como un derecho que corresponde a un "bien público", cuya protección no se
puede lograr por los simples mecanismos del mercado8, sino gracias a la cooperación de
todos los hombres.
Aún Juan Pablo II, en 2003, reflexionaba sobre la afirmación de una brecha creciente y
preocupante entre una serie de nuevos derechos promovidos en las sociedades
tecnológicamente avanzadas y consumistas, y los derechos humanos elementales aún no
respetados, sobre todo en situaciones de subdesarrollo, como el derecho al agua
potable9.
En el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, publicado en 2004, se afirma que
"el derecho al agua, al igual que todos los derechos humanos, está fundado en la
dignidad y no en estimaciones de carácter puramente cuantitativo", y se aclara que se
trata de "un derecho universal e inalienable"10.
En el año 2009, destacando su relación con otros derechos, Su Santidad Benedicto XVI
ha hecho hincapié en que cumple un papel importante en el logro de éstos, ya desde el
derecho primero a la vida11.
6
ASAMBLEA GENERAL DE LA ONU, Resolución aprobada por la Asamblea General 65/154. Año
Internacional de Cooperación para el Agua, de 2013, A/RES/65/154, 11 de febrero de 2011.
7
JUAN PABLO II, Mensaje para la XXIII Jornada Mundial de la Paz (1 de enero de 1990), no. 9.
8
JUAN PABLO II, Centesimus Annus, n. 40.
9
Ver JUAN PABLO II, Mensaje para la Jornada Mundial de la XXXVI de la Paz (1 de enero de 2003), no.
5.
10
PONTIFICIO CONSEJO JUSTICIA Y PAZ, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, Librería Editrice
Vaticana, Ciudad del Vaticano 2004, n. 485.
11
Ver BENEDICTO XVI, Caritas in veritate, n. 27.
5
2.
El camino de las Naciones Unidas.
En los últimos años, la Asamblea General de la ONU también se ha interesado en
repetidas ocasiones por el derecho al agua y lo ha consagrado de forma explícita en el
año 2010, definiendo el "derecho a un agua potable sana y limpia y al saneamiento"12.
En la misma resolución, se reconoce como un derecho fundamental y esencial para el
pleno ejercicio del derecho a la vida y de todos los derechos humanos. Por otra parte, en
el preámbulo de esta histórica resolución, la Asamblea General recuerda la Observación
general nº 15 (2002) del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales
(ECOSOC), donde son precisados el contenido normativo del derecho al agua, las
obligaciones de los Estados Partes en el Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales, y las de los actores no estatales involucrados, incluyendo las
instituciones financieras internacionales13.
Al año siguiente, la Sra. Catarina de Albuquerque14, Relatora Especial sobre el Derecho
al Agua, contribuyó enormemente en la comprensión de las posibilidades prácticas para
la realización de este derecho, presentando una serie de buenas prácticas y las
condiciones para el éxito, a través de, entre otros, una identificación clara de las
responsabilidades.
En el año 2011, a raíz de este reconocimiento y basándose en el informe antes citado, el
Consejo de Derechos Humanos ha hecho un llamamiento a los Estados para su
aplicación efectiva15.
II. Hay todavía mucho que hacer
1. Hay demasiadas personas que no tienen acceso al agua potable
Incluso hoy en día, en diferentes contextos, son muchas las personas que no pueden
vivir dignamente y son particularmente vulnerables a las enfermedades y a la
mortalidad. En efecto, el acceso al agua potable en cantidad y calidad adecuadas es
insuficiente. Además, debemos tener en cuenta que las cifras de este acceso, que
generalmente se citan en las reuniones internacionales, no reflejan la complejidad del
fenómeno. Por otra parte, la distribución geográfica de las personas que todavía tienen
necesidad de acceso a agua adecuada, puede hacer que los problemas sean más difíciles
de resolver.
a.
El acceso al agua potable en cantidad inadecuada
Algunas comunidades no tienen agua suficiente para satisfacer sus necesidades, o no
12
ASAMBLEA GENERAL DE LA ONU, El derecho humano al agua y saneamiento, A/64/L.63/Rev.1 *, 26
de julio de 2010.
13
Véase CONSEJO ECONÓMICO Y SOCIAL, Observación General 15 (2002). El derecho al agua (arts. 11 y
12 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales), E/C.12/2002/11, 20 de enero
de 2003.
14
Ver ASAMBLEA GENERAL DE LA ONU, Informe de la Relatora Especial sobre el derecho humano al
agua potable y el saneamiento, Catarina de Albuquerque, A/HRC/18/33, 4 de julio de 2011.
15
Ver ASAMBLEA GENERAL DE LA ONU, el derecho humano al agua potable y el saneamiento,
A/HRC/18/L.1, 23 de septiembre de 2011.
6
tienen agua cerca, por lo que la gente tiene que viajar largas distancias para obtenerla16.
O bien, dependen de recursos que varían según la estación y las precipitaciones. A estas
restricciones naturales, se suman otras de carácter humano y técnico, tales como: la falta
de instituciones adecuadas; la incapacidad para mantener o pagar el agua potable; la
falta repentina de las fuentes habituales o de las estructuras de gestión del agua debido a
conflictos o actividades nuevas con un alto consumo17.
b.
El acceso al agua potable de mala calidad
La buena calidad del agua potable no está garantizada si no se cuenta con mecanismos
eficaces de saneamiento y alcantarillado adecuado. Sucede lo mismo cuando falta la
información para distinguir entre el agua potable y la aparentemente potable que, por
contra, es necesario tratar para que sea potable18. En otros contextos, algunas
comunidades poseen y controlan mecanismos efectivos de depuración y saneamiento
adecuados a su nivel tecnológico y económico, pero insuficientes para el tratamiento de
aguas altamente contaminadas, tales como aguas residuales o aguas residuales
industriales.
c.
La subestimación de los números de la sed
Estas situaciones se refieren a unos 800/900 millones de personas, según las estadísticas
internacionales ampliamente disponibles, incluidas las de las Naciones Unidas. Pero si
se adopta una definición más amplia del acceso al agua -un acceso regular y constante
de agua potable desde el punto de vista económico, legal y efectivo, y aceptable en
términos de placer- la realidad descrita en algunos estudios es una fuente de
preocupación aún mayor: 1,9 millones de personas sólo disponen de agua insalubre,
mientras que 3,4 millones de personas utilizan de vez en cuando agua de dudosa
calidad. Según estadísticas recientes, en definitiva, el acceso al agua potable no se
garantiza aproximadamente a la mitad de la población mundial19.
d.
Una distribución geográfica compleja
La mayoría de las personas sin acceso regular a agua potable -el 84% de acuerdo a la
Organización Mundial de la Salud20- viven en zonas rurales, es decir, en áreas donde las
oportunidades para proporcionar agua potable son limitadas. En estas áreas, diversos
factores -como la lejanía de algunas comunidades y los costes de infraestructura – hacen
que una mejora clara y rápida de la situación sea poco probable.
16
Con la consiguiente reducción en el tiempo disponible para las actividades básicas tales como la
educación y el trabajo.
17
El agua bombeada para uso industrial y agrícola.
18
Es emblemática la actividad de los educadores de la salud que consiste, en los países en desarrollo, en
explicar a las personas que el agua corriente o agua transportada por camiones cisterna no es
necesariamente agua potable, con independencia de que es proporcionada por las autoridades públicas
locales o por entidades privadas.
19
Ver GÉRARD PAYEN Les besoins en eau dans le monde sont potable sous-estimés: miles de millones de
des personnes sont concernées AA.VV. Implementación del derecho al agua potable y saneamiento en
Europa, Académie de l'Eau, Francia 2011, p. 26.
20
Ver ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD, Estadísticas Sanitarias Mundiales 2011, 2011, p.
18.
7
Además, problemas de difícil resolución también pueden ocurrir en zonas urbanas. De
hecho, millones de personas tienen agua corriente insalubre debido a que viven en
contextos que requieren importantes inversiones en infraestructura y tecnología para
hacer que el agua corriente sea potable.
La distribución geográfica de los sedientos – así se podría definir a todas las personas
que no pueden acceder al agua de forma regular- hace que la situación sea
especialmente preocupante porque los progresos son lentos y costosos. Por otra parte,
en algunas zonas urbanas del mundo, hay un gran desequilibrio entre el crecimiento de
la población y el aumento de la infraestructura hídrica.
2.
El retraso en el saneamiento
Los avances en el sector de saneamiento parecen insuficientes. Más de mil millones de
personas no tienen acceso a ningún tipo de saneamiento21 y las tendencias actuales
sugieren que el progreso será lento en esta materia.
El fenómeno es preocupante porque, como la depuración, el saneamiento juega un papel
clave en el proceso de reutilización del agua y la oposición a posibles riesgos para la
salud humana debidos al agua contaminada o estancada. La falta de sistemas de
saneamiento y de depuración adecuada son una grave amenaza para el medio ambiente,
especialmente en las grandes ciudades con alta densidad de población, ya que grandes
cantidades de agua contaminada se vierten en el medio ambiente, dentro de un espacio
limitado.
3.
Los riesgos de una visión mercantil
Las reglas y las negociaciones comerciales internacionales deberían buscar el bien de
todos, especialmente de los pobres y vulnerables, y asegurar a las personas medios de
subsistencia22. La naturaleza esencial para la existencia humana del agua, don de Dios23,
requiere no considerarla como un bien comercial cualquiera.
Por desgracia, en la práctica, se constata aún a veces una concepción del agua
excesivamente mercantil, lo que puede llevar al error de considerarlo como una
mercancía cualquiera, planificando las inversiones de acuerdo a los criterios de lucro y
sin tener en cuenta el valor público del agua.
Una visión y una actitud demasiado mercantil también puede llevar a programar las
inversiones en infraestructura sólo en las zonas donde parece rentable realizarlas, es
decir, allí donde parecen generar una ganancia, allí donde viven muchas personas.
Existe el riesgo de no percibir a nuestros hermanos y hermanas como seres humanos
que tienen derecho a una existencia digna, sino más bien considerarlos como meros
clientes. Este enfoque mercantilista induce a crear una dependencia innecesaria (redes
de dependencia, procedimientos, patentes) y predispone para abastecer de agua sólo a
quienes la pueden pagar. Otra limitación del enfoque de mercado para la gestión del
21
Ver ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD, Estadísticas Sanitarias Mundiales 2011, 2011, p.
18.
22
Ver Declaración de la Santa Sede ante el Consejo de los Aspectos Relacionados con el Comercio
Mundial de Derechos de Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio, Ginebra 8 de junio de
2010.
23
.
8
agua (y otros recursos naturales) es tratar y proteger el medio ambiente, asumiendo sus
propias responsabilidades sólo cuando le conviene económicamente.
4.
Un derecho a proteger y promover
Una vez reconocido, un derecho debe ser protegido y promovido en un marco jurídico
específico con las instituciones adecuadas para definir claramente las responsabilidades,
establecer las circunstancias en las que el derecho no está garantizado y obtener
reparación en caso de incumplimiento.
Varios países han introducido el derecho al agua en su ordenamiento jurídico interno,
especificando los criterios de calidad y cantidad para diferentes sujetos e identificando
las estructuras responsables de su ejecución. Esto es importante porque, en su propio
territorio, el Estado es responsable de garantizar los derechos y el bienestar de las
personas, así como la gestión adecuada de los recursos naturales.
Es lamentable que todos los estados no hayan introducido el derecho al agua en su
ordenamiento jurídico nacional. Algunos estados toleran o realizan en sus territorios
acciones que directa o indirectamente, violan el derecho de las comunidades
pertenecientes a los estados vecinos, o incluso llegan a usar el agua para ejercer presión
política o económica. Por otra parte, en el ámbito internacional, después de que un
derecho tan importante haya sido reconocido, es aún más evidente la insuficiencia de
"todas las instituciones que estructuran jurídicamente"24 los derechos y están destinadas
a garantizarlos. La necesidad de mejorar y fortalecer las instituciones internacionales
existentes "parece (además) evidente si tenemos en cuenta el hecho de que los temas del
programa que deben abordarse a nivel mundial son cada vez más numerosos"25, y que
algunas cuestiones ya no pueden ser gestionados por un estado individual.
Esto es especialmente cierto para el agua que, por su propia naturaleza,
discurre, tanto en superficie como en profundidad, independientemente de las fronteras
establecidas por los hombres. Además de la falta de instituciones, "es necesario
desgraciadamente constatar las frecuentes dudas de la comunidad internacional en
relación con el deber de respetar y hacer respetar los derechos humanos."26
III. La adopción de una necesaria visión integral y a
distintos niveles en la búsqueda de soluciones apoyadas
por estructuras internacionales ad hoc
La Santa Sede aprecia la toma de conciencia de que es casi imposible buscar y mucho
menos encontrar y aplicar soluciones a los problemas del agua considerada
independientemente de los diversos problemas ligados al desarrollo, ni siquiera
limitándose a un solo nivel de intervención.
En los últimos años, se han registrado avances alentadores en estas áreas. La aparición
de algunas estructuras multinacionales o internacionales –que sin embargo, deben ser
24
BENEDETTO XVI, Caritas in veritate, n. 7.
PONTIFICIO CONSEJO JUSTICIA Y PAZ, Por una reforma del sistema monetario y financiero
internacional desde la perspectiva de una autoridad pública con competencia universal, Librería Editrice
Vaticana, Ciudad del Vaticano 2011, n. 3.
26
JUAN PABLO II, Mensaje para la Jornada Mundial de la XXXVI de la Paz (1 de enero de 2003), no.
5.
25
9
reforzadas- refleja la toma de conciencia progresiva asumida por la comunidad
internacional en cuanto a su necesidad.
1.
El agua en un enfoque global del desarrollo
Ahora sabemos que es imposible analizar y tratar de resolver el problema del agua de
forma aislada, sin relación con otras cuestiones sociales, económicas y ambientales
relacionadas con ella27. Esta cuestión se asocia comúnmente con la del hambre y la
desnutrición, la economía y las finanzas, la energía, el medio ambiente en sentido
amplio, la producción y la industria, la higiene, la agricultura, la urbanización, los
desastres naturales, las "devastadoras sequías y del aumento del nivel de las aguas"28.
Todos estos problemas son muy interdependientes. Deben afrontarse en conjunto, para
un auténtico desarrollo integral y sostenible.
2.
Los diferentes niveles de análisis
El análisis interdisciplinar es una práctica común -y debe seguir siéndolo- en diferentes
niveles a la hora de interpretar los problemas mencionados anteriormente de una manera
adecuada. Esto se hace teniendo en cuenta lo global y lo local, la estructura regional y la
nacional, como exige el principio de subsidiariedad. Las redes internacionales de los
acuíferos, los ríos y lagos transnacionales, así como las actividades que tienen un
impacto potencial sobre la disponibilidad de agua en otro estado son naturalmente, un
asunto supranacional. La prevención y la gestión de las crisis en las zonas de tensión
también requieren de un análisis a diferentes niveles, ya que las decisiones nacionales
pueden afectar a las situaciones locales, así como los posibles conflictos locales pueden
causar inestabilidad en el plano regional.
3. Las nuevas
insuficientes
estructuras
intergubernamentales
también
La Santa Sede agradece la creación, dentro de Naciones Unidas y las estructuras
intergubernamentales regionales, de los grupos de asesoramiento, organización y
coordinación que se dedican a las cuestiones del agua. Esta tendencia, que comenzó a
inicios del año 2000, demuestra la creciente atención prestada al "bien público", que es
el agua. No obstante, para la gestión equitativa del agua a nivel internacional, quedan
por hacer nuevos progresos institucionales.
IV. Una creciente demanda
1. Las razones
En el futuro habrá una creciente demanda de agua a escala global, ya que la población
del mundo aumenta.
27
Ver SECRETARIO GENERAL DEL GRUPO DE ALTO NIVEL SOBRE LA SOSTENIBILIDAD
Personas resilientes, planeta Resiliente: La elección de un futuro
digno, 30 de enero de 2012, p. 6.
28
BENEDICTO XVI, Discurso de acogida de la Jornada Mundial de la Juventud, Viaje apostólico a
Sydney, 17 de julio 2008.
GLOBAL DE NACIONES UNIDAS,
10
Por otro lado, independientemente del aumento de la población, se produce el aumento
del nivel de vida y consumo en varios países. La creciente demanda de agua y la
energía, para uso no esencial en la producción de bienes de consumo no siempre es
necesaria. En este sentido, son especialmente preocupantes, "el derroche de recursos
[destinados] a alimentar un consumismo insaciable"29 y "la acumulación ilimitada de
bienes (...) reservada a un pequeño número de personas y propuesta como modelo de
masas”30.
2. Recursos comprometidos
Una mayor demanda de agua, sin embargo, refleja la carencia de ese bien, y se
manifiestan las "crecientes preocupaciones sobre la decreciente disponibilidad de
agua"31. De hecho, los recursos hídricos también se ven afectados por las actividades
directamente atribuibles a la mala gestión, a saber: la contaminación que actúa en
diversos niveles en el ciclo del agua; el bombeo excesivo, que no considera
adecuadamente el momento de la regeneración de los recursos hídricos. También se
producen pérdidas por los sistemas mal diseñados o mal gestionados y por el consumo
irresponsable.
El calentamiento global, en algunas zonas especialmente afectadas por el cambio
climático, reduce los recursos disponibles. Este fenómeno será más probable y
mayormente percibido en las zonas habitadas por poblaciones vulnerables. Millones de
personas32 podrían verse privadas de agua para beber y para ver que su producción
agrícola, que depende principalmente de la abundancia de lluvias, está en peligro.
Algunos países también han usado en exceso el agua poniendo en peligro las reservas
de agua disponibles y llegando a los límites de sostenibilidad33. La seguridad y la
sostenibilidad de los recursos hídricos, por lo tanto, son una cuestión que se debe
abordar con urgencia34.
C. SOLUICONES SOSTENIBLES
Estamos en un contexto en el que el derecho al agua ha sido reconocido
internacionalmente, pero los progresos en su aplicación, en diferentes contextos de
desarrollo, son lentos.
Ante tal desafío, cada vez es más necesario que la comunidad internacional reporte
soluciones sostenibles y que se apliquen de manera efectiva en los distintos niveles.
I. La necesidad de soluciones inmediatas
La Santa Sede insiste en el aspecto de "urgencia" del problema y espera que la constante
búsqueda de soluciones en la comunidad internacional se exprese no sólo en
29
BENEDICTO XVI, Discurso de acogida de la Jornada Mundial de la Juventud, Viaje apostólico a
Sydney, 17 de julio 2008.
30
BENEDICTO XVI, Discurso a los nuevos embajadores ante la Santa Sede durante la presentación
colectiva de las cartas credenciales, 17 de diciembre 2009.
31
Intervención de la Santa Sede en la 37 ª reunión de la Conferencia de la FAO, 28 de junio 2011.
32
El Informe resumido “Cambio climático 2007” del GRUPO DE EXPERTOS SOBRE EL CLIMA
(IPCC), estima incluso que entre 75 y 250 millones de personas más sufrirán de escasez de agua en África
en 2020 a causa del cambio climático.
33
Ver Informe de los Objetivos de Desarrollo del Milenio de Naciones Unidas de 2011, p. 52.
34
Ver Informe de los Objetivos de Desarrollo del Milenio de Naciones Unidas de 2010, p. 4.
11
declaraciones de intención sino que también sea apoyada por numerosos estudios. En la
planificación y la economía sostenible a medio y largo plazo, no debemos ignorar las
cuestiones controvertidas en las que es difícil encontrar un consenso, pero que todavía
requieren atención, y medidas urgentes y efectivas, encaminadas a proteger la dignidad
humana y la vida de millones de personas.
"Cuando la vida humana está en juego, el tiempo se está acortando: en efecto, el mundo
ha siso testigo de los enormes recursos que los gobiernos están reuniendo para rescatar a
las instituciones financieras consideradas "demasiado grandes para quebrar".
Ciertamente, el desarrollo integral de los pueblos de la tierra no es menos importante: es
una empresa digna de todo el mundo"35.
II. Estructura y gobierno
Surge la necesidad de una gobernabilidad internacional36 con referencia a varios
problemas supranacionales, incluyendo los del medio ambiente y el agua. Este gobierno
no se debe entender como un principio superior que oprime las iniciativas locales o
estatales, sino como una necesidad de coordinación y orientación para el desarrollo y
uso armónico y sostenible de los recursos naturales y del medio ambiente para la
realización del bien común mundial.
1. La tarea de la gobernabilidad
Lo que se necesita es una estructura de institución que asegure a todos y en todas partes
un acceso regular y adecuado al agua37, que responda a los déficits ya señalados: indicar
estándares de calidad y cantidad, ofrecer criterios que ayuden a promover una
legislación nacional compatible con el derecho al agua reconocido internacionalmente,
el control de los Estados para el cumplimiento de sus compromisos.
Otra tarea importante es la de promover diversas formas de cooperación: la cooperación
científica y la transferencia de tecnología, la cooperación empresarial y administrativa.
También son comunes las medidas necesarias para controlar la corrupción y la
contaminación, y para prevenir y gestionar conflictos. En particular, el fomento de la
creación de autoridades regionales y transfronterizas responsables de la gestión conjunta
e integrada, equitativa, racional y solidaria de los recursos comunes.
El gobierno también debe garantizar la primacía de la política -responsable del bien
común- en la economía y las finanzas. Hay que llevarlas a los confines de su verdadera
vocación y su función, en vista de sus claras responsabilidades hacia el medio ambiente,
el bien público que es el agua, y la sociedad, para crear mercados e instituciones
financieras que se encuentren al servicio de las personas, que sean capaces de responder
a las necesidades del bien común y la fraternidad universal38 y no estén motivados
únicamente por intereses comerciales con fines de lucro.
35
BENEDICTO XVI,, Discurso en la reunión con las autoridades civiles en Westminster Hall, viaje
apostólico al Reino Unido, 17 de septiembre de 2010.
36
Ver BENEDICTO XVI, Caritas in veritate, n. 67.
37
Ver BENEDICTO XVI, Caritas in veritate, n. 27.
38
Ver PONTIFICIO CONSEJO JUSTICIA Y PAZ, Por una reforma del sistema monetario y financiero
internacional desde la perspectiva de una autoridad pública con competencia universal, Librería Editrice
Vaticana, Ciudad del Vaticano 2011, n. 4.
12
2. Razón de ser del gobierno: garantizar el destino universal de los
bienes
La humanidad ha recibido de Dios la misión de tratar y manejar sabiamente los recursos
del medio ambiente, agua y otros, que son "bienes públicos" y como tales contribuyen a
la "bien común global" y para llevarlo a cabo son esenciales instituciones
proporcionales. Estas instituciones deben hacerse cargo de asegurar a nivel mundial el
destino universal de los bienes.
La Doctrina Social de la Iglesia, de hecho, fundó la ética de las relaciones de propiedad
con respecto a los bienes de la tierra en la perspectiva bíblica que indica el conjunto
como un regalo de Dios para todos los seres humanos: "Dios ha destinado la tierra y
cuanto ella contiene para el uso de todos los hombres y todos los pueblos, y por lo tanto
los bienes creados deben ser para todos en abundancia, según la regla de justicia,
inseparable de la caridad. Por lo tanto, cualesquiera que sean las formas de propiedad,
adaptadas a las instituciones legítimas de los pueblos según las circunstancias diferentes
y cambiantes, siempre se debe tener en cuenta este destino universal de los bienes. Al
hacer uso de estos bienes se deben considerar las cosas externas que legítimamente se
poseen no sólo como tal, sino también como comunes, en el sentido de que pueden
beneficiar no sólo al poseedor sino también a los demás"39.
El uso correcto de los bienes materiales, incluido el uso de agua, es un derecho natural e
inviolable, de valor universal, en cuanto a que es para todo ser humano. Debe ser
protegido y hecho efectivo con leyes e instituciones adecuadas40.
III. Nuevas políticas
1. Políticas para el agua
La promoción del bien común -que incluye la creación de condiciones sobre protección
y promoción del derecho al agua- es un "deber de las autoridades civiles"41.
Necesitamos, por lo tanto, las políticas que protejan el derecho antes mencionado, en
sus condiciones actuales de aplicación. En este sentido, la Santa Sede es consciente de
que las situaciones son muy diferentes. Esto obligará a pensar en políticas que son
válidas y eficaces para diferentes contextos.
a. Los agentes privados
Teniendo en cuenta que la autoridad pública tiene la función de regulación y control, en
el caso de los agentes privados para el agua, hay que decir que es imposible establecer
reglas o normas universales de asociación público-privada. Si bien es comprensible y
lógico que los agentes privados tiendan a desarrollar actividades rentables, no hay que
olvidar que el agua tiene un valor social y debe ser accesible a todos. En este sentido,
39
CONCILIO VATICANO II, Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual Gaudium et spes, n.
69.
40
Ver PONTIFICIO CONSEJO JUSTICIA Y PAZ, Para una mejor distribución de la tierra, Librería Editrice
Vaticana, Ciudad del Vaticano 1997, n. 28.
41
Ver BENEDICTO XVI, Discurso en la reunión con las autoridades civiles en Westminster Hall, viaje
apostólico al Reino Unido, 17 de septiembre de 2010.
13
las autoridades deben garantizar, mediante una legislación adecuada, que el agua
conserva su destino universal, "prestando especial atención a los sectores más
vulnerables de la sociedad"42.
Los actores privados tienen un papel vital en el desarrollo continuo y la gestión de
diversos recursos naturales y, por lo tanto, no serán excluidos de antemano. Sin
embargo no deben comportarse como si el agua fuera un bien puramente comercial y no
un "bien público". Se trata de seguir un comportamiento "virtuoso", es decir, gestionar
los servicios de distribución de agua para la satisfacción del bien común.
b. Las políticas públicas
Deben promoverse políticas "valientes", diseñadas con previsión, no influenciadas por
intereses particulares o realizadas de forma oportunista para lograr el éxito electoral. En
cuanto al agua, el mundo político debe actuar de manera responsable, evitando los
intereses económicos inmediatos o ideologías que en última instancia, humillan la
dignidad humana. El derecho positivo debe basarse en los principios de la ley moral
natural para garantizar el respeto de la dignidad y el valor de la persona humana43 que
puede verse afectada si el derecho al agua no está garantizado y promovido. Por tanto,
la legislación y las estructuras deben estar al servicio del derecho al agua. Pero sobre
todo, impulsadas por personas rectas, o personas con una fuerte conciencia del bien
común y del "bien público", que es el agua.
2. Políticas basadas en la solidaridad
Las políticas deben ser una expresión de la “solidaridad inter e infra generacional”*,
entendidas como preocupación por el bien común, generosas, unánimes, sistemáticas,
dependientes de los contextos históricos. Por lo tanto, deben ser diseñadas teniendo en
cuenta las condiciones concretas de su realización, para atender a la necesidad de
proporcionar a todos, el acceso al agua.
La Santa Sede reafirma la urgente necesidad moral de una nueva solidaridad44 respecto
a los recursos naturales y la gestión del medio ambiente, en particular del agua, de
acuerdo con una dimensión internacional, que abarca los países más pobres, y que
implica un uso conservador de los recursos del planeta. Recuerda, también, que para
traducirla "en una acción eficaz, necesitamos nuevas ideas, que mejoren las condiciones
de vida en áreas importantes”45, así como decisiones éticamente cualificadas.
Sin una solidaridad real, no podemos concebir mecanismos financieros o políticas de
diseño funcional para poner en práctica el derecho al agua. La solidaridad, de hecho, es
una virtud de carácter ético, que promueve una vida digna para todos, facilitando el
acceso a los bienes básicos.
Si se descuida la dignidad humana, son vanas las reformas de las estructuras de
gobierno y la orientación que ofrecen los grandes principios morales.
* empuja a una particular atención hacia las condiciones futuras del Planeta y reclama
sobre todo "la responsabilidad histórica de los Países industrializados"
42
Ver JUAN PABLO II, Mensaje para la XXIII Jornada Mundial de la Paz (1 de enero de 1990), nº. 9.
Ver BENEDICTO XVI, Mensaje para la XLIV Jornada Mundial de la Paz (1 de enero de 2011), nº. 12.
44
Ver JUAN PABLO II, Mensaje para la XXIII Jornada Mundial de la Paz (1 de enero de 1990), nº. 10.
45
BENEDICTO XVI, Discurso en la reunión con las autoridades civiles en Westminster Hall, viaje
apostólico al Reino Unido, 17 de septiembre de 2010.
43
14
3. La participación de la sociedad civil
La Santa Sede, en esta ocasión, no olvida que la gestión del agua no es un problema
sólo con algunos técnicos, políticos o administradores. Es y debe ser una preocupación
de todos, de la sociedad civil en su conjunto. Esta última utiliza en particular la ayuda
de la comunidad política para lograr sus propósitos. Sin embargo, esto no quiere decir
que la sociedad civil pueda ser sustituida de su responsabilidad primaria. La comunidad
política está para servir a los fines de la sociedad civil y recibe de ella la tarea de
producir todas las políticas e instituciones que son necesarias para el bien común46.
La autoridad política realiza bien su tarea si la protección y promoción del derecho al
agua refuerza la contribución de la sociedad civil, e insta a que se organice. La gestión
adecuada de la propiedad pública, que es el agua, se lleva a cabo según la solidaridad y
la subsidiariedad. La sociedad civil es la responsable final cuando la comunidad política
no se presenta a sí misma capaz de realizar su tarea y debe movilizarse para que esto
suceda.
IV. Sobriedad y justicia
En una sociedad que persigue el objetivo de desarrollo sostenible e inclusivo, todos
estamos llamados a vivir en sobriedad y justicia47.
1. Moderación en el consumo
Algunas sociedades tienen la posibilidad y el hábito de consumir, por muchas
cuestiones más o menos esenciales, varias veces al día, la cantidad de agua necesaria
para una vida digna mientras que otras sociedades carecen trágicamente de ella. No se
puede aprobar esta desigualdad en el acceso y consumo de agua.
No se puede felicitar a las sociedades que utilizan el agua para fines innecesarios, presas
de un consumismo cada vez más desenfrenado, impulsado la acumulación ilimitada de
bienes48, ya que estas prácticas son contrarias al desarrollo sostenible. El consumo o el
ahorro de agua en un determinado lugar, especialmente en un país avanzado, podría
tener consecuencias en otros lugares, particularmente en los países en desarrollo.
El agua constituye un "sistema" a escala mundial e, incluso si no existe una relación
directa entre su consumo y disponibilidad en dos lugares diferentes, hay otros vínculos
indirectos que deben considerarse: transportar, depurar y consumir agua cuesta y
requiere energía. Sin embargo, las sumas requeridas podrían ser más útiles invertidas en
ayudar a los más pobres. No sin olvidar el hecho de que dicha energía a veces se extrae
de las regiones que más lo necesitan.
La Santa Sede, por lo tanto, reitera la importancia de la moderación en el consumo,
invoca la responsabilidad de los gobiernos, empresas y particulares. Esta sobriedad se
apoya en valores como el altruismo, la solidaridad y la justicia.
46
Ver CONCILIO VATICANO II, Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual Gaudium et spes,
n. 74.
47
47 Ver Tito 2, 12.
48
BENEDICTO XVI, Discurso a los nuevos embajadores ante la Santa Sede durante la presentación
colectiva de las credenciales, Ciudad del Vaticano, 17 de diciembre de 2009.
15
2. Principio de justicia
El principio de justicia, que consiste en aspectos conmutativos, contributivos,
distributivos, o como justicia social, debe inspirar las soluciones de la problemática del
agua.
Este mismo principio debe, por ejemplo, orientar la distribución equitativa de las
inversiones necesarias para desarrollar y promover la aplicación del derecho al agua.
Los países en desarrollo y las economías emergentes deben contribuir a estas
inversiones, en proporción a su capacidad, complementando así a los países donantes
tradicionales. La comunidad internacional, por su parte, está llamada a adoptar formas
innovadoras de financiación. Entre éstas puede ser incluida la representada por el capital
derivado de un posible impuesto a las transacciones financieras.
El principio de justicia también debe ayudar a determinar los daños causados al agua y
proponer posibles reparaciones o sanciones. Para ello aparecen los tribunales
funcionales facultados para recibir quejas de las personas cuyo derecho al agua no está
garantizado.
Asimismo, el referido principio constituye la distribución equitativa del agua. La Santa
Sede, a este respecto, subraya que existen unos niveles mínimos para una existencia
digna, que no estaba garantizada en muchos países en desarrollo, que se deben cumplir
prioritariamente en comparación con otros altos niveles de consumo, típicos de los
países más desarrollados.
Por otra parte, para la Santa Sede, la justicia, en armonía con el principio de
subsidiariedad, debería funcionar en todos los niveles, desde el nivel local al
transfronterizo, desde el nacional hasta el regional, desde el continental hasta el
internacional. Como la solidaridad, debe ser inter e infra generacional.
El principio de justicia, desde el momento que debe salvaguardar los derechos de todos,
especialmente de los más vulnerables, nos invita a considerar que ciertas políticas de
control de la natalidad impuestas a estos últimos no son una solución justa. Tales
fuerzas políticas, de hecho, impiden el crecimiento demográfico de estas poblaciones
para permitir a otras sociedades mantener sus niveles excesivos de consumo.
D. CONCLUSIONES
Miles de millones de personas siguen sin tener agua en cantidad o calidad suficiente
para una vida digna, segura y cómoda. La Santa Sede, confiando en el sentido de la
responsabilidad de los diferentes actores involucrados en la gestión del agua, quieren
compartir sus puntos de vista con los gobiernos y con todas las personas de buena
voluntad. Recuerda el deber de solidaridad, y la esperanza para que estos compromisos
se cumplan y que se adopten soluciones sostenibles con urgencia y con especial
atención a los más vulnerables y a las generaciones futuras. Los próximos eventos
internacionales podrán ofrecer estas soluciones, justas y medioambientalmente
sostenibles, con el apoyo de mecanismos innovadores que garanticen el cumplimiento y
la rápida aplicación. No se puede ignorar que en la aplicación del derecho al agua
influye la diferencia entre la financiación que se considera necesaria y la que es
movilizada en realidad. El agua es con demasiada frecuencia objeto de contaminación,
despilfarro y especulación, de controversia y causa de conflicto persistente. Más bien,
debería conservarse como un bien universal que es esencial para el desarrollo integral
de los pueblos y para la paz.
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