It was in the midst of that turmoil that I encountered the Lord.

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in
ALEX LAMBIS
Mercy
PRE-THEOLOGY II
DIOCESE OF ORLANDO
“Trust in God’s mercy,” were the consoling words my
spiritual director spoke to me as I sat in his office. I was a frustrated seminarian
struggling with scrupulosity and the anxiety to be perfect. My first year in
seminary was difficult. Every day I was being exposed to my weaknesses and I
was starting to get discouraged. I was having trouble understanding philosophy
and getting used to living in a house of over 90 men. I began to think, “is this
what the rest of my year is going to look like, a perpetual cycle of long study
sessions, desolate prayer, and inner turmoil!?” Sensitive souls like me can be
quickly disillusioned. We are a bit dramatic and are easily overwhelmed. This
turmoil led to multiple trips to the community room, which often resulted in
devouring any food in sight. At least for those ten seconds I could “escape” and
savor in the cheap consolation of a sweet glazed donut!
This wasn’t a healthy route of course, and by the grace of God I was guided down
a different path. Later that week, I went to confession with another priest who
spoke the same words to me, “Alex, trust in God’s mercy.” I began to ponder the
to altar serve or write a paper properly! But overall, it was my imperfect nature
and struggle with sin that highlighted my need for mercy. But what is mercy?
According to Pope Francis, mercy stems from the Latin word misericordia,
whose “etymological meaning is ‘miseriscor dare’, to ‘give the heart to the
wretched,’ those in need, those who are suffering.”1 I often believed that my
sins and limitations were a barrier to the grace of God. I would look at my
weaknesses and be discouraged. I started to compare myself to others and
believed that something was wrong with me. But it was in the midst of that
It was in the midst
of that turmoil that I
encountered the Lord.
turmoil that I encountered the Lord. Jesus is drawn to our weakness. He is
not repulsed by our poverty but it is exactly what attracts his mercy to us. The
Gospels present a man that had compassion for the poor. He spoke life into
them, healed their wounds, and gazed at them with love. Jesus wanted to do the
same for me; I just had to let Him.
Alex (middle) spending some time with his siblings while they visit him at the seminary.
meaning of this. Obviously, the Lord was trying to communicate something!
In God’s eyes, we are all poor. We are a fragile and vulnerable creation. All of
us carry baggage and the burden of our sins and insecurities. Formation was
a humbling experience, because it exposed me to my poverty. Amongst the
brothers I was not the smartest, nor the most athletic. I didn’t even know how
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Slowly, I began to see that seminary was not a competition of perfection. The
purpose of my time in seminary is not to be the best preacher, philosopher, or
athlete. My purpose is to be a man of Jesus Christ. Therefore, I am thankful for
my failures, for they have made my relationship with
the Lord all the more fruitful. I am also thankful for my
smallness and humiliations, for they remind me of my
need for God. And it is God who knows the depths of
my heart and desires to give me the grace to live every
moment.
I once heard a priest say “The hardest thing is not to
love God, but to allow ourselves to be loved by Him.”
It’s easy to invite God into the aspects of our lives that
are unbroken and beautiful, but to invite Him into our
mess and imperfection is a different story. Receiving
mercy is difficult because it knocks down the walls of
our pride. It is a vulnerable endeavor that requires us
to be naked before God, allowing Him to love us as we
are. This is essential to our human formation, because
mercy is at the center of our existence. Every day we
are completely at the mercy of God. Every breath, every
heartbeat is a gift from Him.
Mercy is what carries us throughout our lives. It is the
Lord’s compassionate heart constantly reaching out to
us. It reminds us that our vocation in life is not to be
strong and capable. Rather it is to embrace weakness
and to be docile to God’s strength. And His strength is
not rooted in pride. It is rooted in love, and it is all that
we will ever need.
1 https://w2.vatican.va/content/francesco/en/speeches/2014/june/documents/papa-francesco_20140614_confederaz-misericordie-d-italia.html
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Spring 2016
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C AMINAR En la
MISERICORDIA
ALEX LAMBIS
ESTUDIANTE DE PRE-TEOLOGÍA II
DIÓCESIS DE ORLANDO
“Confía en la misericordia de Dios.”
Èstas fueron las palabras de mi director espiritual cuando me sentía un
seminarista frustrado y luchaba contra la presión de ser perfecto. Mi primer
año en el seminario fue muy difícil. Comencé a perder la esperanza porque cada
día enfrentaba mis pecados y debilidades. No podía comprender la Filosofía
ni acostumbrarme a vivir en una casa llena de hombres. Me puse a pensar si
así sería para el resto de mi vida: un ciclo perpetuo de desolación, angustia,
y estudios. Las almas sensibles como yo somos muy fáciles de desilusionar.
Somos muy dramáticos y nos frustramos fácilmente. Mi reacción ante esto
fue empezar a comer cualquier cosa que veía en el salón comunitario. Al
menos por esos pocos segundos sentía que “escapaba”, encontrando la falsa
consolación en un pedazo de algo dulce.
Por supuesto, este no era el camino correcto para mí y, por la gracia de Dios,
encontré otro mucho mejor. Unas semanas después me confesé con otro
sacerdote que me dijo las mismas palabras que el anterior: “Alex, confía
en la misericordia de Dios.” Empecé a contemplar el significado de esto.
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Obviamente el Señor estaba tratando de comunicarme algo. En los ojos de Dios
todos somos pobres. Somos una creación frágil y vulnerable. Todos hemos
cargado el peso de nuestros pecados e inseguridades. Mi formación en el
seminario me ha expuesto a mis vulnerabilidades y pobrezas. Entre todos mis
hermanos seminaristas yo no era el más inteligente ni el más atlético, ni sabía
cómo servir de monaguillo, o la manera más correcta de escribir un ensayo
en las clases. Mi lucha contra el pecado y mis imperfecciones mostraron mi
necesidad de recurrir a la misericordia. Pero, ¿qué es la Misericordia?
El Papa Francisco dice que esta palabra proviene del latín misericordia, formado
de miser (miserable, desdichado) y cor, cordis (corazón). Esto se refiere a la
capacidad de sentir la desdicha de los demás, de dar el corazón a los afligidos,
a los necesitados, a los que están sufriendo.”1 Siempre pensaba que mis pecados
y limitaciones eran un obstáculo para la gracia de Dios. Veía mis debilidades y
me ponía triste. Me comparaba con los demás y pensaba que algo no estaba bien
conmigo. Pero en medio de esta tormenta el Señor me encontró y me extendió su
1 https://w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2014/june/documents/papa-francesco_20140614_confederazmisericordie-d-italia.html
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Él no nos rechaza
por nuestros
pecados; al
contrario, su
misericordia es
exactamente la que
nos sana.
Alex meditando sobre la misericordia de Dios en su vida.
mano. Jesús tiene compasión por nosotros. Él no nos rechaza por
nuestros pecados; al contrario, su misericordia es exactamente
la que nos sana. Los Evangelios nos muestran su compasión por
los desamparados, cómo él sanaba sus heridas y los miraba con
amor. Jesús quería hacer lo mismo por mí, solamente tenía que
dejarlo entrar.
demanda que nos dejemos ser amados por Dios. Cada día estamos completamente expuestos
a su misericordia. Cada latido de nuestro corazón es un regalo de Él. Esto es esencial para
nuestra formación humana, porque la misericordia está en el centro de nuestra existencia
humana. Todo esto me recuerda que nuestra vocación en la vida no es ser prepotentes y querer
pelear sólo con nuestras fuerzas, sino confiar también en el poder de Dios que nos lleva a
construir su Reino de amor, justicia y paz.
Nuestra cultura nos dice que la debilidad es un problema que
debería de ser erradicado. Siempre aplaudimos a los “fuertes y
famosos” del mundo, por eso nos obsesionamos con la idea de
ganar y recibir el aplauso de los demás. Aquí comencé a ver que
el seminario no era una competencia de perfección. El propósito
no era ser el mejor filósofo, ni el mejor predicador o atleta. Mi
propósito es ser un hombre de Jesucristo. Por eso, en el fondo
le doy gracias a Dios por todas las maneras en que he fallado,
porque las heridas han dado mucho fruto en mi relación con
Dios. Hasta siento gratitud por mis humillaciones, porque me
recuerdan mi necesidad de Èl. Es Dios quien conoce los deseos
de mi corazón, y quien me dará la gracia y el amor, que es lo que
necesitamos para vivir cada momento de nuestra vida.
Al vivir la misericordia, nos convertimos en sirvientes de ella.
Pero, ¿cómo podemos extender la misericordia si no la hemos
recibido nosotros mismos primero? Algunos de los sacerdotes
más admirables que he conocido son aquellos que admiten su
pobreza. Saben lo que es estar en el otro lado del confesionario.
Una vez escuché a un sacerdote decir: “Lo más difícil no es amar
a Dios, sino dejarnos ser amados por él”. Es fácil invitar a Dios
a los aspectos de nuestras vidas que no necesitan arreglo, pero
invitarlo a nuestro desorden es un cuento diferente. Recibir la
misericordia es difícil porque destruye las paredes que hemos
puesto en nuestro corazón. Es un esfuerzo vulnerable que
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Alex y su familia durante el fin de semana dedicado a las familias.
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