CONTRIBUCIÓN A UNA TEORÍA MAS REALISTA DEL CRECIMIENTO Y EL DESARROLLO ECONÓMICOS Gunnar Myrdaí* I La aparición y el éxito de la teoría de la utilidad marginal y su materialización en la concepción del equilibrio estático, que ocurrió hace unos cien años, marcó el fin del interés que habían demostrado los autores clásicos —y por supuesto Marx— en el problema a largo plazo del crecimiento y el desarrollo. Se enfocaron entonces problemas relativos a la eficiencia estática y la asignación estática de los recursos, tomando como dadas las preferencias de los consumidores expresadas en la demanda. Cuando se desarrolló posteriormente una teoría dinámica, se analizó el cambio como un problema a corto plazo que cada vez se concentró más en las regularidades de las relaciones económicas recíprocas, de mes a mes y de año a año, examinadas por la floreciente teoría del ciclo económico. Gustav Cassel fue uno de los primeros autores de la escuela neoclásica que prestaron atención de nuevo al crecimiento a largo plazo. En el primer capítulo de su Theoretische Sozialdkonomie^^ cuyo manuscrito se entregó en 1914 aunque se publicó por primera vez en 1918, desarrolló su teoría del gleichmdssig fortschreitende Wirtschaft. En realidad, se entendía que su crecimiento a largo plazo construido teóricamente se rompía, y luego se condicionaba, por los cambios a corto plazo, estudiados por Cassel en la cuarta parte de su obra, dedicada a las fluctuaciones económicas.'^ * El profesor Myrdal, imparte el curso de Economía Internacional en la Universidad de Eslocolmo. Es uno de los economistas más conocidos por su trabajo teórico y práctico en el campo del desarrollo. Es autor de The Asían Drama, y recientemente, de The Challenge of World Poverty. [Versión al castellano de Eduardo L. Suárez.] 1 TS'intersche \'erlag, Leipzig, 1918, pp, 27 ss. 2 Cassel consideraba que las fluctuaciones económicas —que se rehusó a estudiar en épocas anteriores al decenio de 1870— reflejaban fundamentalmente el reajuste de las economías occidentales a la industrialización continua. Durante este periodo de transición, la reserva de fuerza de trabajo existente en el sector agrícola que se reducía condicionaba el desarrollo del auge. Los ciclos reflejaban también el efecto de las políticas aplicadas comúnmente. Cassel era fundamentalmente escéptico en cuanto al tipo de teoría generalizada y sólida de los ciclos económicos que entonces estaba en voga entre los economistas. La primera Guerra Mundial, que en su tiempo se llamó la Gran Guerra, sin número, alteró fundamentalmente todas las condiciones y políticas, en opinión de Cassel, de modo que lo que se podía decir acerca de las regularidades de las fluctuaciones económicas hasta la guerra era esencialmente historia económica y no una teoría que tendría gran aplicación e importancia en el futuro. También en otros sentidos, esta cuarta parte contiene contribuciones originales, ahora olvidadas a menudo. 217 2m EL TRIMESTRE ECONÓMICO En relación con el crecimiento, Cassel presentó por primera vez, hasta donde yo sé, lo que después de la segunda Guerra Mundial se ha venido a llamar el modelo de capital-producto.^ Este modelo, y otros similares que aparecieron en gran diversidad después de la segunda Guerra Mundial, se elaboraron como herramientas para el estudio del crecimiento, pero más específicamente del estancamiento y la inestabilidad en Gran Bretaña y otros países desarrollados. Sin embargo, durante algún tiempo, y aun ahora a menudo, se han utilizado tales modelos en el estudio del problema a largo plazo de la planeación para el crecimiento, particularmente en los países subdesarrollados, que es muy diferente. Pero el impulso más importante en la renovación del interés de los economistas por los problemas a largo plazo del crecimiento y el desarrollo fue sin duda la importancia concedida al concepto del "producto nacional bruto", al cual se relaciona el del ingreso nacional. No es exagerado afirmar que al separar el PNB en sus partes constitutivas y buscar sus determinantes causales y las relaciones recíprocas existentes entre ellas emergió una teoría nueva, diferente de la teoría neoclásica del equilibrio y que desborda también el marco de la teoría tradicional del ciclo económico. Se realizaron investigaciones completas en diversos países, que en el caso de los países desarrollados comprendieron un siglo o más hacia atrás, con el objeto de llenar las cajas vacías de los conceptos utilizados en esta teoría. Gracias a estos esfuerzos, el crecimiento económico, definido como un incremento del PNB, pasó a ocupar el lugar central en forma natural y necesaria. La Academia Sueca de Ciencias galardonó el año pasado a Simón Kuznets con el Premio Nobel de Economía por su trabajo inicial en este campo tan vasto. II Estoy firmemente convencido de que la evolución de la teoría económica no se detendrá en el punto que ha alcanzado hasta ahora, y que su desarrollo posterior tomará como uno de sus puntos de partida el examen crítico del concepto central del PNB. Aunque este concepto se utiliza comúnmente sin ningún escrutinio, está aumentando el convencimiento de que no es adecuado a la realidad y a los problemas de política originados en esta realidad, en lo que se refiere al crecimiento y el desarrollo a largo plazo. Trataré de enumerar brevemente los defectos del concepto del PNB 3 Myrdal, The Asían Drama. An Inquiry into the Poverty of Nadons, Pantheon Books, Nueva York, 1968, p. 1969, nota 3. Agradezco a Paul Streeten su colaboración para esta nota y aun por recordarme las ideas de Cassel sobre este punto. UNA TEORÍA MAS REALISTA DEL CRECIMIENTO 219 desde el punto de vista del realismo en el sentido anterior. Al principio me referiré sólo a los países desarrollados, pero al final del artículo analizaré el problema tal como se presenta en los países subdesarrollados. En primer lugar, varios de los muchos millares de categorías de elementos del ingreso que se suman en el PNB se han definido individualmente en forma arbitraria. Las definiciones dependen de los arreglos institucionales que pueden cambiar con el tiempo y, más frecuentemente, son diferentes en diversos países, lo que en particular vuelve más o menos inválidas las comparaciones entre países. Es claro, por ejemplo, que la eliminación del tiempo ocioso como elemento del ingreso y el consumo es muy arbitraria. En sus negociaciones colectivas, los empleados deben sopesar regularmente si habrán de presionar por jornadas de trabajo más cortas o por salarios más altos. Es igualmente arbitraria la exclusión de los bienes y servicios que producen los individuos para su propio consumo. En estos dos campos hay cambios a través del tiempo y diferencias entre los países. El trabajo de las amas de casa —y en ocasiones el de los esposos— en su propio hogar es un gran elemento del ingreso que se excluye arbitrariamente. Se ha señalado que si se estimaran salarios para el trabajo hogareño y se incluyeran, sin ningún cambio sustancial en las relaciones internas de la institución familiar, el PNB aumentaría mucho, aunque en forma variable a través del tiempo y en diferentes países. Con estas y otras muchas salvedades, todavía sería posible estimar y registrar, en términos de los precios de mercado, el ingreso privado —y también el consumo y la inversión—, pero no lo que obtienen los ciudadanos en forma de consumo público. Estos ingresos se estiman simplemente en términos del gasto público por concepto de salarios y de otros costos. Obviamente, ésta es una determinación muy arbitraria de esa parte del PNB, Su valor verdadero depende de lo que en el sentido más amplio del término podríamos llamar la "eficacia" de los servicios públicos, y en realidad de toda la organización de la sociedad, que está cambiando y también varía entre los países, como la magnitud del sector público en sentido específico. Aparte de estos ejemplos seleccionados hay un gran número de otros elementos del ingreso que no se incluyen o se calculan en forma arbitraria. Quienes realizan las observaciones estadísticas primarias, las estimaciones a menudo burdas involucradas en sus cálculos, y por último la suma en una cifra total del PNB y de sus principales elementos constitutivos, suelen estar conscientes de esa situación. En ocasiones expresan sus reservas, aun- 220 EL TRIMESTRE ECONÓMICO que raras veces lo hacen en forma muy completa. Pero luego los economistas utilizan las cifras tomándolas por su valor aparente y mostrando escaso interés en las salvedades, en el supuesto de que tales salvedades se hayan descubierto y registrado. La especialización profesional de dos tipos de investigadores, quienes elaboran las cifras y quienes las utilizan en el análisis económico, es una de las explicaciones principales del uso indebido que se hace comúnmente del concepto del PNB en los problemas del crecimiento y el desarrollo a largo plazo. A menudo he pensado que necesitamos poner más en contacto a estos dos grupos de investigadores, y obtener como resultado un análisis más cuidadoso de la forma en que estas estadísticas se elaboran generalmente y de la manera en que debieran elaborarse. III Estos tipos de defectos pueden considerarse como las reservas convencionales al concepto acordado del PNB. Pero esto es sólo el principio del escrutinio científico al que debieran someterse este concepto y su uso común. Por ejemplo, muchos renglones del ingreso representan gastos que deben hacerse para enfrentarse a condiciones y acontecimientos desfavorables. Algunos de ellos son gastos y pérdidas que sufren los ciudadanos privados. Otros son gastos públicos. Un país que carezca de barrios miserables no tendrá los ingresos relacionados con los gastos públicos de la protección policiaca y contra incendios de los barrios miserables de los Estados Unidos en constante crecimiento, para sólo citar un ejemplo más; los barrios miserables causan también pérdidas y gastos privados. También el alto nivel de la criminalidad de los Estados Unidos causa mayores gastos y pérdidas públicos y privados. En toda comparación internacional, estos tipos de ingresos mayores, causados por gastos mayores, debieran justamente restarse. Si el orden social de un país mejora o empeora, surgen problemas semejantes en cuanto a la necesidad de corregir las cifras burdas del PNB tal como ordinariamente se calculan. Estas observaciones sólo pretenden señalar un campo muy grande de incertidumbre y arbitrariedad existente en la definición del PNB. El intento de corregir las cifras del PNB en tales sentidos plantearía problemas relacionados con casi la totalidad de las relaciones y tendencias sociales de un país. UNA TEORÍA M.4S REALISTA DEL CRECIMIENTO 221 Se nos presentan problemas de naturaleza un tanto similar en relación con el consumo y la inversión conspicuos, públicos y privados, definidos como gastos de los que no se espera un rendimiento normal de consumo o producción según la definición ordinaria. En el caso del consumo conspicuo público, no debiera incluirse en el PNB de los Estados unidos el gasto enorme de los viajes espaciales, de las guerras y los armamentos, cuando se hacen comparaciones con un país que desdeña tal empleo de sus recursos productivos o lo realiza en medida mucho menor. En realidad, las cifras del PNB no deben ser válidas para la minoría considerable y ahora creciente de congresistas liberales de los Estados Unidos y para sus representados. En términos más generales, un cambio de la política a este respecto, hacia arriba o hacia abajo, debe requerir una corrección correspondiente de las series de tiempo del PNB. Hasta la opinión pública ha advertido que las cifras del PNB no consideran racionalmente el agotamiento de los recursos, gracias al debate de los años recientes. El problema ha adquirido un acento especialmente perturbador cuando se ha hecho hincapié en la parte desproporcionadamente irrande de los recursos del miundo que explota ahora la pequeña minoría de habitantes de los países desarrollados. Esto hace virtualmente imposible creer en un desarrollo a largo plazo de los países subdesarrollados, y esforzarse por lograrlo, sin suponer una disminución radical de lo que ahora contamos como ingreso, inversión, producción y consumo de los países desarrollados, lo que no está a la vista. También en años recientes, la opinión pública se ha enterado del rápido aumento de la contaminación del aire, el agua y el suelo. Las estadísticas del PNB no toman esto en cuenta. Si suponemos que no hemos de permitir inconscientemente que el desastre barra con nosotros, habrá necesidad de descontar el PNB, tal como se presenta ordinariamente, en la misma forma que en el caso del agotamiento de recursos. Quizá podamos definir in abstracto los términos de la corrección necesaria como los costos de la preservación del statu quo en los estados individuales: 1) los costos que estarían implícitos en las miedidas que impidiesen el mayor agotamiento o encontrasen sustitutos; 2) los costos del impedimento de mayor contaminación. Pero tales cálculos no toman en cuenta el aspecto internacional de estos problemas. Es seguro que deben hacerse consideraciones internacionales en una u otra medida. En virtud de que estas consideraciones, como los cálculos simples de los intereses nacionales, tendrán que decidirse por un proceso político cuyo curso no EL TRIMESTRE ECONÓMICO está trazado por adelantado, por esta sola razón todos los cómputos tendrán que ser hipotéticos. Además, los hechos reales que acontecen en los campos del agotamiento y la contaminación en proceso son muy inciertos y en gran medida discutibles. Por esta sola razón no tenemos, ni podemos tener en el futuro cercano, los conocimientos necesarios para el cálculo de los costos que racionalmente debieran restarse de las cifras burdas del PNB que ahora se publican. Sólo sabemos que debe suponerse muy sustancial su magnitud, lo que se observa también en los pocos intentos, en su mayor parte especulativos, que los economistas han hecho por estudiar estos problemas una vez que se han percatado de su existencia. Los defectos mencionados en esta sección tienen en común su extrema gravedad y el hecho de que no tenemos esperanzas de estimar los términos de la corrección. IV Ocasionalmente, los economistas tratan de defender el concepto tradicional del PNB afirmando que el mismo mide solamente la producción de bienes y servicios, mientras que otras cosas son las que determinan la "calidad de la vida". Pero este último concepto es totalmente confuso e inútil para ese propósito. Todos los renglones que hemos enumerado como excluidos o tratados en forma arbitraria tienen importancia en la producción de bienes y servicios, y todos los renglones que sí se incluyen tienen también una importancia obvia para la "calidad de la vida", cualquiera que sea su significado. Por lo tanto, no podemos aceptar que ese término nos permita distinguir entre lo que se incluye y lo que no se incluye en el PNB. Sólo plantea en forma vaga problemas relativos a lo que obtiene la gente con su actividad productiva y en verdad a la dirección de toda su vida. El problema es ciertamente importante, pero la definición convencional y burdamente arbitraria del PNB ni siquiera lo plantea ni lo define correctamente. Una expresión más ilustrada de un pensamiento semejante es la que hace uso de la "teoría del bienestar", que la teoría económica ha heredado y preservado con espíritu conservador, y observa que en lo que se refiere al bienestar no debe otorgarse el mismo peso a todas las clases de ingresoPero no se puede pensar que la cuestión de su importancia para el bienestar de los individuos dependa de que un renglón se incluya debidamente en el PNB, o se excluya, o se calcule en forma arbitraria. Esta razón es concluyente. Pero aparte de esto, la teoría moderna del UNA TEORÍA MAS REALISTA DEL CRECI^^ENTO 223 bienestar es tan metafísica como la antigua/ A pesar de la terminología fantasiosa que la teoría de la utilidad marginal desarrolló desde el principio, si la misma significa algo sólo lo hace en la psicología de la asociación hedonista de hace cien años, y en la filosofía moral igualmente obsoleta del utilitarismo. Los intentos muy escasos que se han hecho por estudiar el comportamiento de los individuos como ganadores de ingresos, consumidores e inversionistas en términos de la moderna psicología social no se han integrado, ni se pueden integrar, en una teoría del bienestar del tipo heredado. Por supuesto, ésta es una de las razones de su olvido completo por parte de la teoría económica convencional. También se ha intentado el rescate del concepto del PNB haciendo una distinción entre el "crecimiento" y el "desarrollo". Se afirma que el PNB sólo mide el aumento de la producción mientras que el desarrollo representa otra categoría más amplia. Es cierto que debe concebirse el desarrollo como algo más que el incremento de la producción. Yo lo entiendo como el desplazamiento hacia arriba de todo el sistema social, que incluye al lado de la producción y la distribución del producto los modos de producción, los niveles de vida, las instituciones y las actitudes. Hay relaciones recíprocas entre todos los factores de este sistema social, y el sistema avanza —o en ocasiones no avanza— por un proceso que yo llamo de causación circular con efectos acumulativos.^ En virtud de que los coeficientes de las influencias recíprocas de los diversos factores se desconocen en su mayor parte aun en los países desarrollados, y en todo caso no existen en forma precisa, no se contempla la posibilidad de elaborar un índice del desarrollo. El enfoque, que se significa por el planteamiento de una distinción entre el crecimiento y el desarrollo, sólo define un problema complejo para su análisis. Sin embargo, queda por verse si no se puede defender el PNB como una medida del nivel y el cambio de un conjunto importante de factores del sistema social, o sea los que se refieren a la producción. Abandonando la pretensión de que el PNB mide lo que debamos entender por desarrollo, podría sin embargo tener importancia científica para el estudio del problema más amplio el conocimiento del factor particular que supuestamente podría determinarse con mayor precisión en forma cuantitativa. * Myrdal, The Political Element in the Developmcnt of Economic Theoiy, Roulledge & Kegan Paul Ltd., Londres, 1953, Capítulos 4 y 5. Véase también a Paul Streeten, "Inlroduction", en Myrdal, Valué in Social Theory, Routledge & Kegan Paul Ltd., Londres, 1958. " Asian Drama, Apéndice 2. 224 EL TRIMESTRE ECONÓMICO Por supuesto, la primera razón para no aceptar el PNB tradicional ni siquiera con este papel menos ambicioso consiste en que expresa el nivel y el crecimiento de la producción con una precisión totalmente injustificada. Me refiero aquí a la lista de renglones excluidos del cálculo del PNB o que se miden en forma arbitraria. La segunda razón, la principal, proviene directamente de la concepción de un sistema social. Todos los factores de ese sistema se influyen recíprocamente, aun la producción, si pudiese medirse correctamente, lo que no sucede en el concepto convencional del PNB. La verdadera situación es que nos enfrentamos a un problema inmensamente complicado de desarrollo en el sentido antes citado como el movimiento del sistema social, donde la producción se relaciona recíprocamente ton otros factores, de los cuales depende. Resulta difícil encontrar algún significado en la manipulación de estadísticas para la elaboración de una sola cifra representativa de uno de los factores dependientes, el crecimiento de la producción, mientras que casi no se presta atención al concepto más amplio, el del desarrollo. Esto equivale a la comisión de un pecado que infortunadamente es muy común en la economía contemporánea: la precisión injustificada. Por supuesto, tal precisión se vuelve particularmente falaz a causa de las imperfecciones tan grandes que antes mencionamos. Para los elementos que se encuentren por debajo del nivel del PNB podemos calcular cifras dotadas de algún significado. Si las definimos correctamente, se justifica plenamente la utilización en nuestro análisis del problema del desarrollo de cualesquiera cifras que tengamos relativas a la producción en varios campos, el consumo de varios tipos y en varias clases sociales, las inversiones de tipos diferentes, los precios y salarios, las exportaciones e importaciones, etc. Pero para campos más amplios no tenemos cifras, sino acaso estimaciones muy burdas. El problema del crecimiento de la producción, y el del desarrollo en el sentido más amplio, es inmensamente complicado. Y los factores que intervienen en las relaciones causales recíprocas por estudiar no pueden limitarse a lo que los economistas han llamado tradicionalmente los factores "económicos'*. El estudio debe ser lo que yo llamo institucional. Gran parte de las estadísticas detalladas que produce la contabilidad nacional será seguramente de utilidad en tal estudio. Pero debe ser complementada por muchos materiales de otra clase que van mucho más allá de la economía convencional. UNA TEORÍA MAS REALISTA DEL CRECIMIENTO 225 Y todavía no he mencionado el problema de la distribución. El concepto convencional del PNB, la teoría económica construida a su alrededor, y las cifras que se calculan comúnmente, no toman en cuenta la distribución. A este respecto, la especulación económica sigue una línea tradicional.*^ A partir de los clásicos, y más explícitamente desde John Stuart Mili, la teoría económica ha distinguido entre dos tipos de problemas: los de la producción (incluyendo el intercambio) y los de la distribución. Esta separación es ilógica para los fines en que se ha utilizado, porque la producción y la distribución dependen una de la otra y se determinan por las relaciones recíprocas existentes dentro del mismo macrosistema. Además, también en forma más particular a partir de John Stuart Mili, los economistas han utilizado esta distinción como un escape de los problemas de la distribución al concentrarse en los problemas de la producción, normalmente con una sola salvedad general en cuanto a la distribución. Este enfoque ha producido un sesgo en la teoría económica que se observa desde los clásicos, según el cual se entiende que las reformas igualitarias son necesariamente costosas en términos del crecimiento económico, y definitivamente no productivas. Ya se ha demostrado que bajo la influencia de este sesgo toda la estructura de la teoría económica ha sido determinada por la necesidad de aislar y anular las premisas igualitarias que se encontraban en su base de acuerdo con las filosofías de la Ilustración donde se originó esa teoría. Sólo en decenios recientes, y en los estados benefactores más adelantados, se ha suavizado y ocasionalmente invertido este supuesto heredado que plantea un antagonismo entre el crecimiento y la igualdad. Este antiguo supuesto se ha defendido continuamente con bases especulativas. Aun en los países desarrollados y en los periodos más recientes se han realizado escasas investigaciones empíricas a cuestiones económicas tan relativamente sencillas como el efecto de los cambios ocurridos en la distribución de los ingresos y la riqueza sobre el insumo de trabajo y el ahorro, y por lo tanto sobre la producción. '' Lo que sigiie puede consultarse en Myrdal, The Political Element in the Development of Economic Theory, en particular el capitulo 5, y en Economic Theory and Underdeveloped Regions, Duckworth & Co. Ltd., Londre?, 1957, Parte 11. [Existe versión castellana del Fondo de Cultura Económica.] 226 EL TRIMESTRE ECONÓMICO VI Me pareció necesario hacer estas observaciones breves sobre el marco general de la especulación económica durante más de un siglo antes de pasar al examen de esa debilidad particular del PNB consistente en que no toma en cuenta la distribución. Aparentemente, la mayoría de los economistas contemporáneos sigue sosteniendo la posición antigua, heredada, de que se puede determinar primero lo que se produce y luego la forma en que se distribuya el producto. La falacia de tal enfoque consiste en la falta de consideración de la dependencia recíproca existente entre la producción y la distribución; cuando no se olvida por completo esa dependencia recíproca, la vieja idea del antagonismo existente entre el crecimiento y la política igualitaria está latente. No puedo examinar en detalle esta cuestión en el presente contexto, pero quiero señalar que hay modificaciones de la distribución determinadas por la política económica que aumentan el crecimiento de la producción. Tales cambios de la distribución, como los que tienen el resultado opuesto y disminuyen el crecimiento de la producción, invalidan por sí mismos las comparaciones del PNB de un país a través del tiempo y más aún las que se refieren a países que siguen lincamientos diferentes en cuanto a la distribución. Las reformas sociales bien planeadas son preventivas, profilácticas, y por lo tanto productivas. Tienen el carácter de **inversiones", que no conducen a una "justicia" mayor sino a una producción mayor. Tales "inversiones" pueden requerir a menudo un lapso considerable para empezar a generar rendimientos, pero ésta no es razón para que las pasemos por alto, como no lo es en el caso de otras inversiones con un periodo largo de maduración. Para ilustrar mi tesis me referiré de nuevo a las condiciones prevalecientes en los Estados Unidos, un país cuyo desarrollo he seguido más de cerca que el de otros países desarrollados. Uno de los aspectos del problema de la pobreza que enfrenta ese país es que la fuerza de trabajo que crece en los barrios miserables se convierte en gran medida en una "clase de segunda", que no se "demanda", porque no tiene los niveles que exige la sociedad moderna. Podemos advertir, de paso, que los economistas norteamericanos negaban hasta hace pocos años, o por lo menos pasaban por alto, la existencia del llamado "desempleo estructural", que ya habían señalado los trabajadores sociales y otros investigadores más en contacto con la realidad. UNA TEORÍA MAS REALISTA DEL CRECIMIENTO 227 En este sentido debe otorgarse importancia al hecho de que las condiciones de los barrios miserables urbanos, y también de los rurales, no están mejorando ahora sustancialmente en los Estados Unidos, y en muchos lugares pueden estarse deteriorando continuamente. La *'guerra incondicional contra la pobreza", declarada por el ex presidente Johnson, desde el principio tuvo una magnitud insuficiente, se planeó sin cuidado y se administró mal. Bajo las presiones morales, psicológicas y financieras de la guerra de Indochina —y de la continuación de los enormes gastos de consumo público conspicuo antes mencionados—, el programa contra la pobreza ha perdido su ímpetu desde hace varios años. Éste es un asunto muy grave. Los estudiosos de las cuestiones norteamericanas reconocen generalmente que el problema de la pobreza debe atacarse en forma vigorosa y sistemática. La posposición continua de su solución puede poner en peligro la paz social y la continuación de una sociedad ordenadamente democrática. Se requieren reformas enormes, que van desde la reconstrucción de las ciudades que ahora se deterioran en forma continua y rápida hasta la fijación de niveles mínimos para las escuelas y todos los servicios sociales. El sistema de transporte, la división distrital para fines impositivos, y todo el sistema tributario, deben ser cambiados. No sólo deben modificarse radicalmente las condiciones materiales, sino que, además, debe reconstruirse el contenido humano de los barrios miserables cambiando todas las condiciones ambientales. En términos financieros, los gastos públicos necesarios para la ejecución de estas reformas tendrán una magnitud cercana al trillón de dólares o más, y las reformas se llevarían una generación antes de que se obtuvieran los efectos beneficiosos plenos, aunque se iniciaran en gran escala en el futuro cercano. Las reformas son absolutamente necesarias si no se quiere que los Estados Unidos se enfrenten a peligros graves para su estabilidad como una democracia ordenada y progresista. Así pues, en términos reales los costos de estas reformas sociales representan una "deuda para los pobres" de los Estados Unidos, que debe amortizarse y, finalmente, pagarse por entero. Cuando no se toma en cuenta esta deuda enorme en el cálculo del PNB, y la forma totalmente inadecuada en que por ahora se acepta y se paga, se incurre en una gran exageración de la magnitud del PNB de los Estados Unidos. Esta es una situación de hecho, cuya consecuencia es que los norteamericanos en general, aun los que advierten la necesidad y urgencia de reformas en gran escala, exageran grandemente el nivel a que funciona 228 EL TRIMESTRE ECONÓMICO SU economía. Liberales y conservadores por igual proclaman en forma totalmente injustificada la riqueza de su país. Y se fundan para ello en las cifras convencionales del PNB. En comparación con un país como Suecia, que también conozco muy bien, y que desde el principio tuvo menos desigualdades y ahora cuenta con una historia de varios decenios de reformas sociales aceleradas, el ingreso y la producción de los Estados Unidos deben ser mayores en 20 o 25 %, de acuerdo con las cifras del PNB. Si tomamos en cuenta el enorme consumo conspicuo de varias clases en que incurren los norteamericanos, y su deuda hacia los pobres, la cifra anterior nos da una concepción enteramente errada de la realidad. Y hasta en Suecia hay todavía algunas reformas igualitarias por realizar, que tienen el carácter de una necesidad social y política. VII Hasta aquí me he referido a la situación existente en los países desarrollados. En los países subdesarroUados se aplican todas las observaciones críticas anteriores, algunas con mayor fuerza que otras.'^ Por ejemplo, debido al clima de las zonas tropicales y subtropicales donde se encuentran situados, y a la explosión demográfica, el problema de la contaminación es a menudo más grave. En parte debido a los niveles de ingresos más bajos, los problemas relacionados con la distribución son más apremiantes. Por lo tanto, los modelos de crecimiento de Occidente, que no consideran las consecuencias de los niveles de consumo sobre la productividad, tenderán a conducir a errores. Sin reformas igualitarias radicales en lo relativo a la propiedad y tenencia de la tierra, la educación, la eliminación de la corrupción y, en general, la imposición de una disciplina social más estricta, estos países tienen escasas esperanzas de alcanzar un crecimiento y un desarrollo sostenidos. Aparte de estas cosas, que pueden resumirse en el tipo de examen crítico que hicimos antes en relación con los países desarrollados, hay debilidades adicionales y específicas en el concepto convencional del PNB cuando se aplica a los países subdesarroUados. El proceso de agregación es más difícil porque, entre otras cosas, no hay mercados o los hay muy imperfectos. Los servicios estadísticos son también mucho menos eficientes. Pero lo inadecuado de sus estadísticas se debe en gran medida al hecho de que han sido recabadas, compiladas y analizadas mediante ca^ Lo que siírue puede consultarse en Asían Drama y en Challenge nf World Poverty, A World Anti-Povcrtx Program in Outline, Pantheon Books, Nueva York, 1970. UNA TEORÍA MÁS REALISTA DEL CRECIMIENTO 229 tegorías totalmente inadecuadas, tomadas del análisis económico de los países desarrollados, aunque las condiciones son muy diferentes en los países subdesarrollados. El resultado es que las cifras del PNB que se publican, que desempeíían continuamente un papel tan grande en la bibliografía de los problemas del desarrollo de los países subdesarrollados, no son confiables. En general, los libros y artículos que estudian tales problemas están salpicados de cifras estadísticas que a menudo no valen ni el papel en que están impresas. Los economistas han demostrado un gran descuido en el uso de las estadísticas y ni siquiera han presionado eficazmente por el mejoramiento de las mismas. La necesidad primordial es en cierto sentido teórica: establecer categorías para la recolección de datos adecuados a la realidad de los países subdesarrollados. Debe prestarse atención a lo que los economistas llaman factores *'no económicos", que tienen una importancia mucho mayor que en los países desarrollados, no sólo para el desarrollo, sino, fundamentalmente, para el crecimiento de la producción. Más importante aún que en el caso de los países desarrollados es la necesidad de que se utilice el enfoque institucional en el sentido que hemos definido. Ciertamente, no debe cejarse en los esfuerzos tendientes a cuantificar nuestros conocimientos, sino, por el contrario, impulsarlos vigorosamente. Pero la mayoría de las cifras que se utilizan ahora sin espíritu crítico en el análisis del crecimiento y el desarrollo de los países subdesarrollados no son sólo estadísticamente débiles en el sentido ordinario, sino que además están muy mal concebidas. Es seguro que las cifras del PNB que ahora se compilan comúnmente no deben seguir constituyendo el punto central de ese análisis. Para finalizar, debo confesar que fue sólo la grave conmoción que experimenté cuando investigué la forma en que se computan en los países subdesarrollados las cifras del PNB lo que me puso en el camino de mis ideas generalmente críticas, que antes expuse en forma breve. Temo que ?in esa experiencia de investigación me habría comportado como la mayoría de mis colegas: habría tomado esas cifras por su valor aparente, apenas con vagos presentimientos de que contenían algunas inexactitudes.