Guía Lección I

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Lección Primera. Ética, moral y Derecho.
Pregunta guía: ¿qué papel respectivo corresponde desempeñar a la ética y al Derecho en
relación con la actividad de los profesionales?.
Contenidos:
1. Ética y moral. Moral positiva, moral crítica y moral legalizada.
Antes de plantearnos el modo en el que la ética y el Derecho pretenden condicionar el
ejercicio profesional y la actividad de las empresas y de las organizaciones, es necesario
realizar algunas precisiones terminológicas que nos permiten entender de qué estamos
hablando (LO-B001).
Efectivamente, los términos ética y moral pueden adquirir distintos significados; incluso en
algunos contextos y en ciertas acepciones ética se utiliza como sinónimo de moral. De este
modo, a veces se utiliza el término ética para hacer referencia a la disciplina que estudia la
moral y se reserva moral para referirse a las pautas que tratan de vincular el comportamiento
humano (LO-B003, pp. 183 y ss.). La ética puede ser descriptiva (trata de dar cuenta de las
pautas de moralidad) o normativa (propone pautas morales) y puede también adquirir un
sentido teórico. Salvo que se indique otra cosa, en el curso se utilizarán ética y moral como
sinónimos.
Por su parte, resulta de utilidad a nuestros efectos diferenciar entre ética o moral positiva,
moral legalizada y moral crítica. La moral positiva, que también puede denominarse moral
social vigente, es la que predomina en un grupo social; la moral legalizada es la que se
incorpora al Derecho; y, por último, la moral crítica se utiliza como referencia a la ‘moral
correcta’. La distinción es importante porque las pautas que proceden de cada uno de estos
ámbitos pueden no coincidir (aun cuando la eficacia del Derecho requiere de un cierto grado
de sintonía entre la moral legalizada y la moral social vigente).
2. Derecho y moral. Las normas técnicas. La deontología profesional.
Por tanto, el modo en el que entendamos que el Derecho se relaciona con la moral dependerá
de qué entendemos por Derecho, pero también de la acepción de moral que se utilice. Las
mayores discusiones se producen cuando se relaciona el Derecho con la moral correcta que,
cuando se refiere al Derecho, se suele denominar justicia (LO-B.002).
Además del Derecho y de la moral, existe otro orden normativo relevante a nuestros efectos
que es el constituido por las reglas de trato social. Las reglas de trato social (usos sociales
normativos) son similares al Derecho en algunos aspectos (son heterónomas –proceden de
una instancia ajena al sujeto obligado- , se refieren a la manifestación externa de la conducta y
la sanción también es externa), pero difieren del Derecho en que la sanción no está
institucionalizada.
Autora: Mª del Carmen Barranco Avilés
Algunos de los criterios de distinción que se establecen en nuestro contexto entre el Derecho y
la moral se orientan a delimitar el ámbito dentro del cual se considera legítimo que el poder
político utilice la fuerza para limitar la libertad de los seres humanos. Por esta razón se dice
que el Derecho y la moral se diferencian en función del objeto (el Derecho se refiere a la
manifestación externa del comportamiento, la moral también a las intenciones), del fin (el
Derecho se orienta a la organización de la sociedad, la moral a la realización individual), y del
origen (las normas jurídicas nos vienen impuestas, las morales son autónomas –el
comportamiento sólo es conforme a la norma moral cuando ésta es aceptada por el
destinatario-).
No obstante lo anterior, los contenidos de los tres tipos de normas pueden coincidir, por lo
que el criterio que permite distinguirlas no se refiere al contenido, sino al modo en el que
operan como instrumentos de control social. La eficacia de las normas jurídicas está
respaldada por la instancia que monopoliza el uso legítimo de la fuerza en un territorio y,
finalmente, la sanción jurídica está institucionalizada (existen reglas que establecen quién
aplicará la sanción, en qué circunstancias…).
Un aspecto que conviene no olvidar es que usualmente el Derecho se asocia con la idea de
justicia. Sobre esta cuestión es posible identificar dos grandes formas de ver el Derecho que
nos permiten identificar un concepto amplio y un concepto restringido. Los primeros
consideran que es más útil pensar que las normas no tiene por qué ser justas para ser
Derecho; los segundos opinan que las normas injustas no deben considerarse jurídicas. La
actividad sobre la película Vencedores o Vencidos que se propone trata de ilustrar ambas
posiciones y las conclusiones a las que llevarían en el momento de decidir conforme a Derecho
(LO-B-004).
En el ejercicio de ciertas profesiones, como la Ingeniería, son relevantes también las llamadas
normas técnicas. Las normas técnicas establecen los medios que hay que utilizar para
conseguir determinados fines. En nuestro ámbito se utiliza la expresión ‘normas técnicas’ para
aludir a los documentos que aprueban ciertos organismos reconocidos como autoridades en
la materia (organismos de normalización), con especificaciones técnicas que deben respetar
los procesos, productos y servicios a los que se refieren. Algunas normas jurídicas establecen
requisitos que deben cumplir ciertos procesos, productos o servicios y estos requisitos son
luego trasladados a normas técnicas. En ocasiones, además, las normas jurídicas refuerzan la
eficacia de las normas técnicas.
Finalmente, si trasladamos la distinción establecida en el apartado 1.3 al ámbito de estudio
del curso, nos encontramos con que los profesionales están vinculados por pautas morales que
se generan dentro de la propia profesión; es usual denominar a este conjunto de normas
‘deontología profesional’. Las normas deontológicas pueden estar también incluidas en
normas jurídicas y pueden resultar correctas o incorrectas si las valoramos desde una
perspectiva crítica.
Autora: Mª del Carmen Barranco Avilés
3. Ética pública y ética privada
A lo largo de la historia, la distinción del Derecho y la moral se ha justificado como una
necesidad de respeto a la conciencia individual y ha llevado a la defensa de la neutralidad del
Poder Político. Después de la Segunda Guerra Mundial, se vuelve a reclamar una
‘moralización del Estado’, pero no se abandona la necesidad de respeto a las conciencias. Un
intento de hacer compatible las exigencias de ambas ideas es la distinción entre ética pública
y ética privada (LO-B-001). En definitiva, parece que se exige que a través del Derecho se
impongan aquellas condiciones que hacen posible la libre elección entre planes de vida y la
posibilidad de actuar de acuerdo con el plan de vida elegido (siempre que éste sea
generalizable y no perjudique la posibilidad de optar de un tercero o del propio sujeto)
A pesar de que en la teoría la distinción parece clara, en determinados supuestos se
producen dificultades. La ‘objeción de conciencia’ supone una solución en relación con
determinados conflictos entre ética pública y ética privada que plantean al individuo la
necesidad de optar entre el cumplimiento de sus obligaciones morales y la obediencia al
Derecho.
La polémica sobre estos temas (que en parte nos pone en contacto con el siguiente tema)
nos remite de nuevo a la necesidad de reflexionar sobre la condiciones en que está
justificado que el Derecho se utilice para imponer contenidos de moralidad. Esta polémica
enfrenta al moralismo y al liberalismo legal (LO-E-001).
El liberalismo supone, a grandes rasgos, que los límites a la libertad natural de los sujetos
sólo se justifican para evitar el daño a otros sujetos. El moralismo afirma que la libertad
puede limitarse para evitar comportamientos contrarios con las pautas de la moral social. La
pornografía, la prostitución o la homosexualidad, reciben un tratamiento diferente desde
uno y otro planteamiento.
También la discusión sobre el perfeccionismo y el paternalismo tiene sentido en este esquema.
Ambas denominaciones aluden a situaciones en las que el Derecho se utiliza para imponer la
realización de comportamientos al margen de la autonomía de los sujetos, aunque no se trate
de proteger a terceros. En el caso del perfeccionismo, el Estado se reserva la posibilidad de
determinar cuáles son los ideales de felicidad que se pueden perseguir. En el caso del
paternalismo el Estado protege a los individuos contra actos u omisiones que considera
contrarios a sus propios intereses (problemas como los que plantea la legalización del
consumo de drogas o la regulación del uso del cinturón de seguridad o, en otro orden de
cuestiones, las restricciones al pacto en el ámbito laboral...pueden abordarse desde este punto
de vista).
En la Actividad II se proponen ejemplos para discutir sobre estos conceptos.
Autora: Mª del Carmen Barranco Avilés
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