La imago como causa y sus efectos psíquicos Anselmo Kozak La imago permite al sujeto identificarse, quedar cautivado y fascinado por la imagen del otro en el estadio del espejo. Según el diccionario latino castellano Vox la imago se define según estas acepciones: imagen representación-retrato, busto de un antepasado, estatua, sombra de un muerto, aparición, eco, fantasma, copia, reproducción, apariencia. El concepto fue introducido en psicoanálisis a raíz del titulo de una novela de Carl Spitteler quien obtuvo el premio Nobel de Literatura en 1919. Imago es un personaje imaginario de la novela, con la cual el protagonista se relaciona, luego de haber sido decepcionado por el amor no correspondido de una mujer “real”. En Jung, el término está vinculado con el concepto de complejo. En su libro Metamorfosis y símbolos de la libido la imago se liga al arquetipo. Dios y el diablo son restos de los arquetipos en el alma. La imago en Freud, en cambio, se relaciona con las improntas primordiales de las figuras parentales en el complejo edípico. En La Familia Jacques Lacan sostiene que el desarrollo psíquico se estructura a través de tres complejos fundamentales: el complejo de destete, el complejo de intrusión y el complejo de Edipo. Cada uno de estos complejos está sostenido por una imago particular, que marca un momento significativo en la historia del psiquismo. Constituye el núcleo del complejo y es una representación inconsciente, lo que la diferencia del complejo, que es parcialmente consciente, mientras que Freud lo caracterizó como esencialmente inconsciente. El cuerpo se estructura mediante una imagen en oposición a la fragmentación primordial del organismo. “La función del estadio del espejo se nos revela, entonces, como un caso particular de la función de la imago, que es la de establecer una relación del organismo con su realidad, o, como se ha dicho de su Innenwelt con el Umwelt.”Y agrega que “La imago es ilusión de unidad, unidad que se realiza a través de la imago del semejante, dará lugar a la heterogeneidad constitutiva del yo”. Es más constituyente que constituida. Lacan diferencia el organismo, el ser viviente del cuerpo. Un cuerpo se produce con un organismo y una imagen; la imago articula los registros de lo imaginario y lo simbólico. En el seminario III se hablará de la relación del cuerpo con el lenguaje en lugar de la imago. Si tenemos en cuenta los escritos posteriores de Lacan veremos que la idea de imago no se circunscribe al plano imaginario: tiene una determinación simbólica que Lacan nombrará de distintas maneras: espejo plano en la experiencia del florero invertido y posición del sujeto en la experiencia del ramillete invertido. Es así que la imago se articulará con otros conceptos, una vez que Lacan instituya al sujeto como efecto del significante. Para Lacan, el objeto de la psicología es la imago. Esta es benéfica en su función estructurante del psiquismo pero su efecto de alienación puede ser causa de patología si no es sublimada. La clínica se puede ordenar entonces, desde el concepto de imago y el de complejo. Lacan aplica este modelo en el segundo capítulo de La Familia. Al complejo de destete le corresponde la imago del pecho materno, pudiendo dar lugar a la anorexia mental y a las toxicomanías. El complejo de intrusión está determinado por la imago del semejante y sus posibles patologías son: la perversión y la paranoia. En cuanto al complejo de Edipo, su imago predominante es la del padre, y sus eventuales patologías son la neurosis de transferencia y la neurosis de carácter. En La agresividad en psicoanálisis, un texto de 1948, la imago es un concepto operativo en la experiencia analítica. El sujeto puede proyectar en ella sus imagos constituyentes, a condición de que el psicoanalista se ofrezca al analizante como un “espejo puro de una superficie sin accidentes.” Se produce entonces una regresión, que permite revelar las identificaciones ideales en las que el sujeto se ha fijado. La imago es operativa porque se relaciona con la historia y la regresión. La historia debe ser entendida no en términos de pasado, ni en términos evolutivos, sino como aquella parte del pasado que es actual, efectiva. El tiempo no es un tiempo cronológico sino subjetivo. Las imagos son las unidades constitutivas de esta historia, en la cual se remarca la influencia de lo simbólico. Cuando se introducen los tres registros, el concepto de historia se equipara al de inconsciente. En su texto Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis, Lacan afirma que “lo que enseñamos al sujeto a reconocer como su inconsciente es su historia; es decir que le ayudamos a perfeccionar la historización actual de los hechos que determinaron ya en su existencia cierto número de vuelcos históricos” La imago es la causa del sujeto, mediante la identificación; sus efectos enajenan y metamorfosean al sujeto en el estadio del espejo. Se opone de esta manera a la concepción del yo como percepción-conciencia, como aparatos sistemáticos de adaptación al principio de realidad. La imago es un intento de fundamentar la psicología en un supuesto que no sea biológico. Desde esa perspectiva se trabajan temas como el estadio del espejo y la función paterna en la constitución del psiquismo humano. Esta es una constante en la enseñanza de Lacan: el antibiologismo. En La Familia, son más importantes los lazos sociales, que los vínculos biológicos. El yo debe ser entendido en términos de una estructura imaginaria y con valor libidinal. El yo no equivale al ser del sujeto y tampoco es la síntesis de las funciones de relación del organismo, es radicalmente imaginario en su unidad porque es ilusorio en relación al caos propioceptivo del cuerpo y por otra parte porque es fundamentalmente visual. En Lacan, el yo no es el representante de la realidad y las prohibiciones sociales, sino que es fundamentalmente un objeto de amor: el yo se amaría a sí mismo, a veces hasta la locura y la muerte. Freud denominó a esto amor narcisista. La libido toda podría ser libido yoica porque alternadamente es cedida a los objetos, los ocupa y la retira de los mismos. De esta manera, el objeto de amor sería en realidad un objeto narcisista y también se puede homologar con el deseo hegeliano, la Begierde. El mal de Narciso es una pasión mortal, tal como lo muestra el mito: es un enorme sentimiento de culpa que culmina en la necesidad de castigo a sí mismo. En el Discurso de Roma de 1953 Lacan ya no sostiene lo mismo en relación al analista como espejo puro, o superficie sin accidentes. Devolverle al sujeto su propia imagen no es desalienarlo, sino todo lo contrario, “[es] su captura en una objetivación, no menos imaginaria que antes, de su estática, o aun de su estatua, en un estatuto renovado de su alienación” y también agrega en relación a la palabra vacía, imaginaria, que “el sujeto parece hablar en vano de alguien que, aunque se le pareciese hasta la confusión, nunca se unirá a él en la asunción de su deseo”. Lacan concluye su ponencia en Bonneval afirmando que la imago es “una amenaza para el hombre, porque el haber reconocido la distancia incuantificable de la imago y el ínfimo corte de la libertad como decisivos de la locura” (ACP, 117). No nos permite curar la locura, pero agrega que tal vez no esté lejano el momento en que nos permitirá provocarla. Bibliografía ⇒ Borch-Jacobsen, M. (LAA) Lacan, el Amo absoluto. Buenos Aires, Amorrortu,1995. ⇒ Cena, D. “La función de la Imago en la Obra de Jacques Lacan”, Revista Freudiana, nº 2, 1991. ⇒ Ey, H. Les limites de la Psychiatrie. Le probleme de la Psychogenese. Francia, Bonneval, 1946. ⇒ Fleischer, D. « Fantasía e Imago », Incidencias del Psicoanálisis, entre el saber textual y la clínica. Buenos Aires, Anáfora, 1994. ⇒ Freud, S. “Psicología de las masas y análisis del yo”, Obras completas, Tomo XVIII. Buenos Aires, Amorrortu, 1998. ⇒ Kojeve, A. La Dialéctica del amo y el esclavo en Hegel. Buenos Aires, La Pleyade, 1975. ⇒ Kojeve, A. 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Anselmo kosak Psicoanalista, Licenciado en Psicología Universidad de Buenos Aires. Profesor de Enseñanza Media y Superior de Psicología (UBA). Profesor Adjunto del Departamento de Psicoanálisis de la Universidad Argentina John F. Kennedy. Docente de la Facultad de Psicología (UBA). Jefe de Sección del Dpto. 3 del Hospital J. T. Borda. Coordinador de la Comisión de Investigación del Centro Descartes.