La parábola de la Caja de Ahorros pródiga Utilizar el orden para enfrentarse al desorden, utilizar la calma para enfrentarse a los que se agitan, esto es dominar el corazón. Maestro Sun. El viernes 19 de junio de 2009 el Consejo de Ministros aprobó una dotación máxima de 90.000 millones de euros (tope, ya que la dotación inicial son 9.000 millones) para el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB). El objetivo es reorganizar el Sistema Financiero español dado que algunas entidades, únicamente Cajas de Ahorros, están atravesando graves dificultades. Hasta aquí todos conformes si no nos hacemos algunas preguntas como las siguientes: ¿es preciso salvar el Sistema Financiero?, de serlo ¿es esta la medida adecuada? Y si respondemos afirmativamente a estas dos preguntas nos quedan aún otras dos más: ¿por qué este comportamiento asimétrico salvando a unas empresas, los Bancos y Cajas no son en definitiva más que empresas, y dejando caer a otras y a particulares? Y, por último, nos preguntamos ¿alguien va a responder de las graves irresponsabilidades cometidas en esas instituciones financieras? Vayamos por partes. La respuesta a la primera pregunta es evidente: cualquier economía desarrollada necesita un sistema financiero solvente para funcionar. Es imposible, salvo que volviésemos a una economía de trueque, llevar a cabo los intercambios que regulan la economía capitalista sin mantener un sistema financiero cuya misión es precisamente la intermediación entre los que poseen recursos y los que los necesitan. Así que, en ese sentido, nada que objetar, salvemos el Sistema. La segunda de las preguntas formuladas requiere una contestación muy matizada, ya que el gobierno podría haber optado por multitud de soluciones. Una es, lógicamente, la que ha adoptado, prestarle dinero público, es decir de todos, a unas instituciones que lo utilizarán para sanear sus balances –privados– y luego probablemente para volver a su negocio inicial, vendérselo a usted y a nosotros –nunca prestar y si no miren la definición de este término en el Diccionario de la Real Academia– muy caro. El gobierno podría también haber optado por otra un poco más radical y probablemente más socialista y eficiente, aunque ya la han puesto en práctica en Estados Unidos y el Reino Unido: nacionalizar las entidades financieras en dificultades a partir de su situación de balance actual y crear una banca pública que incluso una vez saneada podría haber sido vendida nuevamente al sector privado. Eso habría estado más en consonancia con el origen del dinero, público, pudiéndose haber obtenido incluso un beneficio a medio y largo plazo. Y entre medias hay toda una pléyade de soluciones que se podrían haber aceptado. Porque, y este es el quid de la cuestión que hace que los ciudadanos contemplemos con estupor la actitud del gobierno, la situación es totalmente asimétrica. Si es usted un empresario/particular que en la época de las vacas gordas y el dinero fácil decidió acometer inversiones arriesgadas ahora debe hacer frente a su locura y pagar sus deudas o bien perder el negocio/casa. Pero si es usted una entidad financiera, y en concreto una Caja de Ahorros, no se preocupe, su negocio está a salvo porque entre todos, con los 90.000 millones, vamos a pagar su nefasta gestión económica. Dicho con un ejemplo, si usted compró una casa por valor de 300.000 euros financiada en su totalidad por una Caja de Ahorros y ahora solo vale 250.000 es irrelevante, porque usted debe seguir asumiendo su deuda total. Pero la Caja no, la Caja puede descontar esa operación fallida y acudir al dinero público para solventar esa operación. Y llegamos así a la última de las preguntas. Las Cajas de Ahorro en España tienen una morosidad más elevada que los Bancos (5,05 frente a 3,85) debida a su alta relación con el sector inmobiliario. Las Cajas de Ahorro son entidades que no se rigen exactamente por los criterios de buena gestión económica, obtención de beneficios, sino que tienen un componente social y político muy importante. Y si bien en una empresa la dirección responde de sus actos ante los accionistas, en las Cajas de Ahorros parecen no responder ante nadie. Y nosotros nos preguntamos: ¿ante quién responden los directivos poco eficientes de las Cajas problemáticas o de las entidades financieras, en general? ¿Cómo justifican los elevados sueldos que tienen? ¿Qué grado de responsabilidad tienen en el desarrollo de la crisis en España? Porque si se justifica el empleo de dinero público para el rescate de las entidades con dificultades, habrá que decir, también, que el Presidente Obama sí ha dejado clara la respuesta a estas preguntas. ¿Lo haremos aquí también? De hecho uno de los grandes caballos de batalla del FROB era conseguir una profesionalización de la actividad de las Cajas que supusiera la salida, o al menos una pérdida sustancial de poder, de los representantes políticos en sus Consejos de Administración. Esta batalla la ha perdido el gobierno, principalmente contra dos de las autonomías en las que gobierna, Andalucía y Cataluña. Esta última Comunidad tiene 10 Cajas, la fusión ideal sería la de las siete Cajas comarcales exceptuando Caixa Penedés o también fusionar Caixa Catalunya, Caixa Girona y Caixa Tarragona. En Andalucía, lo lógico sería fusionar la malagueña Unicaja y la cordobesa CajaSur y en Castilla y León se debería formalizar la fusión de Caja Duero y Caja España. En realidad vamos a una reconversión del sector: de las 45 Cajas existentes en la actualidad quedará la mitad, probablemente. Y es que, al final, las Cajas de Ahorros van a ser como el hijo pródigo de la parábola: una vez dilapidada su fortuna retornan al hogar donde el padre le devuelve todos los bienes que ha malgastado. Eso sí, a costa de los otros hijos. Como dice la parábola, al hijo que se quedó en casa se le debió quedar la misma cara de tonto con la que nos hemos quedado todos los españoles que pagamos religiosamente nuestra hipoteca cada mes. O como dice Jesús en el Evangelio de Mateo: “Al que tiene se le dará y al que no tiene por eso mismo se le quitará”.Definición afortunada que ha tenido notable reflejo en la literatura económica sobre redistribución de la renta: el Efecto Mateo. ¡Quién fuera directivo de una Caja de Ahorros!