«El Canarias corría el riesgo de ser torpedeado al acercarse al

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Oficina de
Comunicación Social
Gabinete AJEMA 04
10 de junio de 2014
Núm. De Página:
«El Canarias corría el riesgo de ser torpedeado al
acercarse al Bismarck»
El acorazado nazi «Bismarck» fue atacado por la Royal Navy en
el Atlántico. Su comandante, previniendo el fatal desenlace,
reclamó el auxilio del barco español «Canarias», al mando del
padre de González-Aller. Pero los españoles sólo pudieron
rescatar cadáveres
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10 de junio de 2014
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El contraalmirante José Ignacio González-Aller Hierro tenía seis años cuando se
hundió el Bismarck, pero aún recuerda la salida del «Canarias» y lo que contó su
padre, comandante del barco español. Con el objetivo de contar la historia del rescate
«sin imprecisiones», el que fuera director del Museo Naval en 1991, ha investigado
durante varios meses el parte de campaña del «Canarias», archivos personales del
comandante y el Archivo Nacional de El Ferrol, entre otros. El resultado está publicado
en la Revista de Historia Naval.
¿Por qué decidió escribir un artículo sobre el rescate llevado a cabo por el
«Canarias»?
El hecho de ver que todas las informaciones al respecto de esta aventura no eran muy
exactas o bien que les faltaban datos. No quería que se perdiese la historia. Y creo
que investigar en los archivos es fundamental para conocer la verdad de la historia,
porque a través de terceros siempre es más inexacta.
¿Usted vio partir al «Canarias»? ¿Conocía la epopeya del «Bismarck» siendo
niño?
Sí, claro que la conocía. Yo tenia 6 años y vivíamos en El Ferrol. Vi la salida del barco
desde el muelle de Punta del Martillo. Era un día muy nublado, con mucho viento, muy
desagradable. Salió pasadas las diez y media. Aquella mañana me despedí de mi
padre en mi casa, muy temprano. Le pedí a su repostero, por aquel entonces los
comandantes tenían uno en su casa, que me llevara, sin pedirle permiso ni nada.
La historia de la salida del «Canarias» se comentó muchísimo en El Ferrol. Y luego el
hallazgo de los cadáveres. También recuerdo otro episodio muy recordado entonces:
un avión inglés se metió en la ría para buscar submarinos alemanes, y la artillería
antiaérea de los barcos atracados en Punta del Martillo hicieron fuego de
ametralladoras. Fue un espectáculo.
¿Le contó su padre cómo vivió aquellos días?
Sí, entendí que habia sido muy emocionante. Y una acción peligrosa. El «Canarias»
podría haber sido torpedeado. Para evitarlo iba perfectamente iluminado, con la
bandera nacional pintada en las amuras y las aletas y se había dado aviso a la Royal
Navy. De hecho, Towey, el almirante de la flota que hundió al «Bismarck», cita al
«Canarias».
Mi padre era un excelente profesional que había mandado 10 barcos. Fue comandante
del «Vulcano», del «Ciudad de Alicante», del «Canalejas»... Había luchado en la
Guerra Civil y era muy apreciado en la Marina. Era muy consciente de la
responsabilidad de mandar un barco con 1.000 hombres a bordo en plena Segunda
Guerra Mundial.
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Habló con un superviviente del «Bismarck»...
Conocí a un mecánico del acorazado, Kurt Heinz Trenkmann, en un encuentro en
Cartagena en el que los supervivientes del Bismarck homenajearon a la Armada por el
intento de rescate realizado por el «Canarias». Me contó que cuando el acorazado se
hundía por fin, con la quilla al aire, él y todos los que estaban a su alrededor se
pusieron a cantar el «Deutschland über alles» (el himno alemán) con el brazo en alto.
Se le saltaban las lágrimas.
Otro de los supervivientes, el oficial Müllenheim-Rechberg, escribió sus experiencias a
bordo del «Bismarck». Contó los últimos momentos de Lindemann, el comandante del
acorazado. Cuando los británicos dejaron de disparar y el barco ya se hundía, se fue
hacia la proa con la gorra y todas las condecoraciones en el uniforme, mientras los
supervivientes intentaban abandonar el barco. Un repostero que tenía al lado se negó
a abandonarlo y continuó al lado de su comandante. Cuando el barco se iba a dar la
vuelta, Lindemann saludó en dirección a los barcos británicos y se quedó así hasta
que la escora de arrojó al agua, desapareciendo entre las olas.
¿Qué opina de la actuación de los buques británicos que dejaron en el agua a la
mayoría de los náufragos, supuestamente debido a una alarma submarina?
Por entonces, no se respetaba a nadie en el mar. Por ejemplo, varios barcos
españoles fueron torpedeados y hundidos. El comandante del Dorsetshire –el crucero
británico que rescató a 85 de los 114 supervivientes del «Bismarck»– ante el temor a
sufrir un ataque de submarinos, dio el avante. Abandonaron la zona a gran velocidad y
efectuando un fuerte zigzag. Decía Trekmann que los gritos angutiosos de la gente del
agua los tenia en la cabeza, que fue una escena espantosa.
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¿Cree que el comandante del «Bismarck» podría haber rendido el barco para
evitar la muerte de los marinos?
El acorazado no se rindió nunca y se hundió con la bandera izada. Un barco de esa
categoria no podía rendirse, aunque yo no soy quien para juzgar. Cuando recibió el
impacto del torpedo en el timón, era muy difícil maniobrar, estaba perdido. En fin, hay
que tener en cuenta la responsabilidad tremenda que era comandar ese barco. La
Kriegsmarine tenía grandes profesionales, a pesar de sus errores.
-Según algunos, el almirante al mando de la operación, Lütjens, tomó varias
decisiones cuestionables. Cuando el acorazado sufrió daños en los depósitos de
combustible y se vio obligado a reducir su velocidad para disminuir el consumo,
no volvió a Noruega a repostar.
Es muy fácil juzgar desde una mesa de despacho. Yo creo que Lütjens y Lindemann
no se llevaban muy bien. Pero bueno, el almirante tenia mucha experiencia. Tuvo la
mala suerte de recibir el torpedo en el timón, y así el «Bismarck» quedó condenado.
Pero también es verdad que en un principio consiguió escapar de la caza británica
gracias a Lütjens.
Entonces, ¿estaban los acorazados obsoletos?
No. Intervinieron en Vietnam y Corea, como base de artillería y como protección
antiaérea. Son un tipo de barco muy caro, y ya no tienen suficiente poder para
aguantar un ataque de misiles. Aún así, son naves muy poderosas. En un museo de
Corregidor, vi un proyectil del Yamato. Me llegaba a la barbilla. Tenía cañones de 460
milímetros de calibre, y un alcance de 42 kilómetros... Cuando los cañones de 406
milímetros americanos disparan con proyectiles de proximidad, podían hacer una
elipse de impacto de más de 1.600 metros de longitud. Donde caía quedaba todo
desmontado.
Cuando uno de estos cañones disparaba, ¿cómo se protegía la tripulación?
Se declaraba el zafarrancho de combate y todo el mundo se metía en zonas
protegidas. En el Bismarck los artilleros de las torres estaban protegidos por una
coraza de 300 milímetros de espesor. Pero aún así, era peligroso. Recuerdo que
estaba de director de tiro, en el «Alcalá Galiano», con un montaje de «52» a dos
metros de mi cabeza. El comandante no se dio cuenta, dio orden de fuego y pegaron
un «pepinazo»... estuve dos meses sin oir, y todavia tengo los oídos mal.
¿En qué barcos ha servido?
Estuve cinco años en destructores de la escuadrilla 21, en el patrullero «Gaviota»,
donde apresamos 64 pesqueros en el Sahara. Luego fui oficial en el destructor «Alcalá
Galiano». Serví 11 años en submarinos, fui segundo comandante del E-72 y
comandante del E-74, que participó en la campaña de la Marcha Verde. Serví en el
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transporte de ataque Castilla, que tiene un tonelaje de trece o catorce mil toneladas.
Ahora soy contraalmirante retirado
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