DOCTOR GABRIEL GASPAR TAPIA Sr. Ministro y querido amigo, autoridades civiles y militares presentes. Permítanme en primer lugar agradecer la oportunidad que se nos brinda a Chile y al Ministerio de Defensa Nacional de poder compartir con ustedes algunas reflexiones. La presente exposición intenta responder a dos preguntas estrechamente relacionadas: ¿Cuáles son los rasgos esenciales del actual escenario internacional? ¿Cuáles son las necesidades en materia de seguridad y defensa que demanda hoy la realidad de nuestra región? Sin lugar a duda que un elemento fundamental de esta realidad y lo primero que podemos controlar y que llevamos ya casi una década y media es el fin del enfrentamiento bipolar. Fue la modalidad más cercana de un equilibrio de poder a escala global. En este corto lapso de tiempo histórico América Latina ha vivido una paradoja: es la zona de mayor estabilidad estratégica y lo ha logrado en la gran mayoría de los casos sin emplear los mecanismos de seguridad vigentes en la época de la Guerra Fría. Ello explica la redistribución de los mecanismos de la doctrina y los instrumentos de la seguridad nacional. Hace pocos días en la reunión sobre seguridad hemisférica efectuada en México, acababa de concluir el primer paso del proceso que necesariamente tendría que durar más. La dificultad para enfrentar los desafíos de nuestros problemas de seguridad con los mecanismos surgidos en la Guerra Fría explican el surgimiento de un conjunto de mecanismos de variada configuración que han permitido poner fin a muchos de nuestros conflictos y construir nuevas relaciones interestatales; fue el caso del grupo CONTAMORA, del mecanismo que estipula la constitución del grupo de Río. Los acuerdos políticos en el marco de acuerdos de integración económica como el referido a la cláusula democrática del MERCOSUR, junto a un proceso de medidas de confianza mutua de caracteres bilaterales por nombrar algunos, los que han permitido arribar a este nuevo desafío de seguridad regional. Es a este conjunto de mecanismos inevitablemente heterogéneo pero en su conjunto contribuyente a la pacificación regional a la cual nos referimos con el concepto de arquitectura flexible de seguridad. A más de una década del fin de la Guerra Fría asistimos a un proceso de recomposición de hegemonías a escala global. Un dato relevante de este proceso es el que en el nuevo cuadro y en configuración desempeñan los Estados Unidos. Virtualmente constituye una nueva era y su denominación será materia del futuro. En la presente fase histórica se han acentuado las asimetrías estratégicas a escala global, lo anterior provoca un incremento por parte de algunas potencias emergentes por elevar su potencial estratégico, lo que es particularmente visible en algunas regiones del Asia. También en estos quince años se ha incrementado el nivel de conflictividad por diversas razones en varias zonas del planeta, lo que refuerza la peculiaridad de América como zona de creciente pacificación. Han emergido nuevas amenazas en la convivencia civilizada; de ellas se destaca por ejemplo la que representa el terrorismo internacional. En realidad lo nuevo se centra en la magnitud, en el blanco y en los medios utilizados, ya que hace algunos años los atentados contra la AMIA y contra la Embajada de Israel nos demostraron a los latinoamericanos los alcances de estas nuevas amenazas. En la actualidad todos estos procesos han desembocado en la consolidación de áreas de estabilidad en el planeta que conviven con diversos grados de inestabilidad a lo largo de todo el sistema internacional. Ahora bien, en estos quince años también es posible observar que se han acentuado las asimetrías estratégicas lo que permite alcanzar con relativa rapidez los objetivos militares. Para los países de mayor poderío bélico y tecnológico la experiencia de estos años también demuestra que para alcanzar dichos objetivos políticos y militares, se requiere necesariamente de cooperación internacional y de las prácticas multilaterales. ¿Cuál es el espacio y la modalidad que puede y debe asumir el multilateralismo en medio de tan profundas asimetrías estratégicas? Esa es una de las principales respuestas que tendremos que construir en las relaciones internacionales de los años venideros. Nuestra América Latina en este período. Nuestra región es una zona geográfica donde se hace más evidente la asimetría estratégica global en el escenario post Guerra Fría. Constituye un primer dato novedoso: los Estados Unidos se convierten en potencia dominante no solo del hemisferio sino también a escala global; la única superpotencia. En tiempos de la Guerra Fría se generó un tipo de relación entre los Estados Unidos y los países de la región que colocó a los problemas de seguridad en la agenda hemisférica pero muy influidos por la resonancia del enfrentamiento bipolar. En esa lógica, no fueron pocos los distanciamientos entre las dos Américas. Por ejemplo recordemos los distintos enfoques para tratar la crisis centroamericana y el tema cubano. Sin embargo la desaparición del enfrentamiento bipolar a escala global recompone el cuadro, se homogeiniza la agenda. Todos los países compartimos valores de tipo común: democracia, derechos humanos, gran imperio del derecho en las relaciones entre los estados, apertura económica e inserción internacional. En estos quince años podemos constatar con satisfacción que es una de las regiones que más avanza en materia de pacificación en el concierto mundial. El tiempo de las transiciones hacia la democracia es una forma de poner fin a la guerra civil o de salir de regímenes autoritarios. La reafirmación de la organización plena de las Fuerzas Armadas es un resultado de esta normalización. Es necesario consolidar evitando la ampliación de roles y un eventual retorno a la agenda interior de cada país. También en estos quince años las diferentes subregiones de nuestro continente se hjan diferenciado en su problemática de seguridad; para algunas regiones como en Centroamérica necesitan concentrarse en los temas de integración y reconstrucción después de la guerra. Otras zonas como el mundo andino viven caracterizadas por diversos fenómenos de inestabilidad donde se mezcla el narcotráfico con la inestabilidad política y la violencia guerrillera. En el cono sur avanzamos en el desafío de construir una integración, cooperación y confianza mutua, por lo mismo realismo y experiencia enseñan la forma de consolidar este bien colectivo que hemos construido. Y ser la zona de mayor estabilidad estratégica pasa por proteger los enfoques que lo han permitido, es decir reconocer la diversidad subregional, asumir la arquitectura flexible, precisando principios de objetivos compartidos. Permítanme para ir concluyendo algunas palabras desde Chile. ¿Qué ha pasado en Chile en estos años? Hemos avanzado en la pacificación de nuestro país, en su constitución institucional, y en superar los complejos temas de la transición. Al mismo tiempo hemos avanzado en la dirección de una nueva política de defensa propia de los tiempos de la post Guerra Fría y de la Globalización. Para ello tuvimos que asumir que la defensa es una materia de la política pública y con rasgos de política de estado, destinada a fortalecer los objetivos nacionales. De ello habla la publicación de los libros de defensa en este período; de la suscripción de diversos regímenes internacionales, de la Convención de Ottawa y la proscripción de armas de destrucción masiva. Así también como una política categórica de construir confianza mutua y transparencia con nuestro país. Al mismo tiempo, en la medida de los esfuerzos hemos profundizado en estos años nuestro compromiso con la paz, escenario indispensable para el pleno ejercicio de los derechos básicos de todo ser humano y al mismo tiempo escenario para difundir los beneficios de la globalización y del libre comercio particularmente de nuestro país que apuesta a una plenitud de la economía internacional. El principal aporte a la paz mundial es resolver el problema de Chile. En esto hemos avanzado y hemos aprendido en estos años de nuestra historia reciente que los países divididos son países vulnerables, y también son países que permiten, favorecen y crean condiciones desfavorables. Por tanto, construir la unión nacional y los principios democráticos son algunos de los principales pisos, los más sólidos, sobre los cuales nosotros hemos construido nuestro proceso de democratización. Nuestro segundo aporte es cooperar, y en primer lugar eso se refiere a la paz y a la estabilidad. Chile tiene su casa en América Latina, hacemos política exterior desde allí y desde el hemisferio sur nos relacionamos con el mundo de una manera cooperativa y no excluyente. Finalmente en estos quince años se ha encabezado un proceso de recomposición a escala global que aún no concluye pero que ya esboza su final. En este contexto la agenda de seguridad de nuestra región se unifica en cuanto a su objetivo, pero se diversifica en cuanto a sus prioridades por cada una de las subregiones que compone nuestra América. En ese contexto el Cono Sur y el área MERCOSUR son algunas de las zonas donde se trenza con mayor fuerza la agenda de cooperación y confianza mutua. En el contexto global en el que vivimos, esta cualidad no solo nos potencia respecto a nuestros temas de seguridad sino que al mismo tiempo constituye uno de nuestros principales puntos de capitales para nuestra común inserción internacional. En el medio de un mundo sacudido por diversos tipos de conflictos hemos construido un lugar donde impera crecientemente la confianza mutua, la cooperación y la concertación para participar en materia internacional. América Latina es la zona de mayor estabilidad estratégica del planeta; el Cono Sur es la zona de mayor cooperación y confianza en nuestra región. Y con ello hemos construido una de las bases más sólidas e indispensables de nuestra común seguridad, condición indispensable para nuestro común desarrollo. Cabe preguntarse qué reflexiones nos haremos dentro de quince años, cómo serán los balances de treinta años después, cuál será el horizonte de los estrategas argentinos y chilenos en el año 2020. La historia nos ha colocado en un momento fundamental y en donde ella no termina sino que se potencia hacia una nueva era. Son muchas las incertidumbres que tenemos por delante, la labor de la academia y el pensamiento deberán contribuir a resumir la experiencia que nos ayuda a enfrentar los nuevos y complejos desafíos que tenemos por delante. Permítanme sugerir que en este mar de desafíos e incertidumbres que nos trae el mañana, construyamos con certeza basada no en el idealismo sino en un examen riguroso dado que hemos construido estos quince años de post Guerra Fría en el Cono Sur. Sigamos construyendo y brindemos la certeza de que en el 2020 continuaremos siendo la región más confiable y cooperativa donde impere la confianza para resolver nuestros desafíos. Así seguiremos sentando bases más sólidas para el porvenir de nuestra gente y el de nuestro territorio y sus riquezas, fortaleciendo la capacidad para decidir soberanamente sobre nuestro destino. Así como lo soñaron nuestros libertadores, a nosotros nos corresponde construir los sueños del Cono Sur en el siglo XXI. Muchas Gracias.
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