Viernes – 2ª semana T.O. ª semana T.O. – 2016

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Viernes – 2 ª semana T.O. – 201 6
Vicente, diácono y mártir (304) – Beata Laura Vicuña (1904)
1 Samuel 24, 3-21 / Salmo 56 / Marcos 3, 13-19
Oración inicial
Dios todopoderoso, que gobiernas a un tiempo cielo y tierra, escucha paternalmente la oración de tu pueblo,
y haz que los días de nuestra vida se fundamenten en tu paz. Por nuestro Señor. Amén.
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (3,13-19)
Los Doce
(Mt 10,1-4; Lc 6,12-16)
13
Subió a la montaña, fue llamando a los que él quiso y se fueron con él.
Nombró a doce [a quienes llamó apóstoles] para que convivieran con él y para enviarlos a predicar
15
con poder para expulsar demonios.
16
[Nombró, pues, a los Doce]. A Simón lo llamó Pedro;
17
a Santiago de Zebedeo y a su hermano Juan, a quienes llamó Boanerges, que significa: Hijos del
trueno;
18
a Andrés y Felipe; a Bartolomé y Mateo; a Tomás, Santiago de Alfeo y Tadeo; a Simón el cananeo 19
y a Judas Iscariote, el que incluso le traicionó.
14
CLAVES para la LECTURA
- También en este pasaje del evangelio vemos desplegarse la iniciativa de Dios, que, deseando vincular de
una manera más estrecha consigo a la humanidad, elige -a través de Jesús- a algunos que experimenten de
una manera más profunda su amor y se conviertan en testigos, anunciadores de la nueva alianza entre los
hermanos. Las características de esta llamada responden al criterio de una libertad absoluta por parte del
Maestro, que llamó “a los que quiso” (v.13), es decir, a los que amaba. Con todo, la elección se hace
siempre a favor de todos los hermanos. Marcos lo subraya inmediatamente después. Los eligió antes que
nada “para que lo acompañaran” (v.14), aprendiendo así a conocer el corazón del Padre manifestado en
Jesús. Sólo a partir del vínculo profundo establecido con él son enviados los discípulos a anunciar a todos la
“Buena Nueva” del amor del Padre. Jesús les confiere también el poder de vencer el mal y, por consiguiente,
todo miedo, expulsando a los demonios (v.15).
- Los escogidos son doce, número entrañable en Israel; son, por tanto, los patriarcas del nuevo pueblo de
Dios, testigos ante todos de todo lo que dice y hace Jesús. El primero es Simón, que recibe el nombre de
Pedro-Roca, imagen de la fidelidad de Dios a su alianza (v.16). Le siguen Santiago y Juan, a quienes dio
Jesús, tal vez a causa de su carácter, el sobrenombre de “hijos del trueno” (v.17) y después todos los otros
hasta llegar a Judas Iscariote, el traidor: también él fue elegido por ser amado. Los Doce son gente normal,
sin prerrogativas excepcionales, bien al contrario; y, sin embargo, precisamente a ellos confió Dios dar
testimonio de su amor a los hombres.
CLAVES para la VIDA
- Poco a poco, aquel grupo cercano a Jesús, con el que comparten, especialmente, el corazón del Padre y sus
“sueños” y proyectos, van creyendo en Él y le van reconociendo como el Maestro esperado. Pues de entre
ese grupo, Jesús “llamó a los que quiso”; esto es, la iniciativa sigue siendo de Él y los eligió “para que lo
acompañaran”: y es que es necesario seguir madurando juntos en el proyecto que vive y transmite. Es la
EXPERIENCIA del ENCUENTRO.
- Y aquí nace todo; también el ENVÍO. Y es que no es para que se queden con él, sino para compartir la tarea
que Jesús ha vivido y que sus amigos lo han experimentado de cerca: “expulsar demonios”, esto es, la
lucha abierta contra el mal, contra lo que esclaviza al hombre en cualquiera de sus dimensiones. Porque éste
es el proyecto del Padre. También hoy sigue llamando. Es verdad: de formas diferentes; pero la Misión sigue
siendo la misma. ¡Queda mucha tarea por realizar y su obra está a medias! “Estar con Él”, para luego “ser
enviados a...” es la experiencia que necesitamos renovar cada día. ¡Imprescindible! ¿Cómo te sientes de
experiencia de ENCUENTRO y de MISIÓN...?
ORACIÓN PARA ESTE DÍA
“Señor, líbrame de la prisa irracional y de la improvisación irresponsable en el cumplimiento
de la misión que tengo confiada”.
1. Este relato tiene una importancia singular, no tanto por la institución de "los Doce", sino por lo que
significa la teología del episcopado en la Iglesia, ya que los obispos se explican y se justifican a partir de
los apóstoles de Jesús (Y. Congar). Aquellos "Doce", como tales, no tuvieron una significación especial en la
Iglesia naciente. Duraron hasta Pentecostés. Por eso se suplió la ausencia de Judas con la elección de
Matías (Hech 1,15-26). Pero después, fueron muriendo y nadie pensó en completar el número de "doce" (H.
D. Betz).
2. Sin embargo, el relato está pensado como la reproducción de un acontecimiento importante. Por eso todo
empieza indicando que Jesús "subió al monte" ("anabainein eis to oros") (Mc 3,13). Los montes significan,
en los evangelios, lugares donde se realizan acontecimientos de revelación que permanecen ocultos a la
gente: la elección de los Doce (Mc 3,13; Lc 6,12), la transfiguración (Mc 9,2.9; Mt 17,1.9; Lc 9,28. 37),
discursos de enorme alcance (Mt 5-7; Mc 13,3 par), el lugar donde Jesús se retira para la oración (Mc 6,46;
Mt 14,23), el Monte de los Olivos (Mc 13,3 par) (H. Kleine). La indicación de "subir al monte" para algo
trascendente aparece hasta 24 veces en la traducción de los LXX (S. C. Allison).
3. ¿Qué significa todo esto? La experiencia de Dios, representada en el "monte", y la decisión de "separarse"
("apêlthon" = "se fueron con él") (Mc 3,13) o sea, dejar lo que habían tenido hasta entonces (Joel Marcus)
indican con fuerza que lo que Jesús pone en marcha, exige un cambio en la vida de una persona. Un
cambio tan hondo, tan a fondo, que los valores rectores de la vida empiezan a ser otros. ¿Por qué ocurre,
con tanta frecuencia, que mucha gente reduce su fe a practicar ciertas observancias solamente en ciertos
días y a ciertas horas? ¿Por qué el Evangelio nos resbala y no entra en nuestras vidas? Jesús allí cambió
hasta el nombre de aquellos hombres. Es decir, ya se les distinguía, no por lo que fueron hasta entonces,
sino por lo que desde entonces empezaron a ser. Si Jesús no nos cambia así, el Evangelio nos resbala, no
entra en nosotros.
José María Castillo - La religión de Jesús Ciclo C – Comentario al Evangelio diario – 2015-2016
Queridos hermanos:
Los apóstoles. Con artículo. Porque apóstoles somos todos. Pero “los apóstoles” son los doce, cuyos
nombres aparecen, explícita y claramente, en el breve evangelio de hoy. A ellos solos describe esta lectura
evangélica como “compañeros”. La liturgia cristiana los llama “roca sobre la que está cimentada la Iglesia”.
Y le pide a Dios que “tu rebaño tenga siempre por guía la palabra de aquellos mismos pastores a quienes tu
Hijo dio la misión de anunciar el Evangelio”. Se me ha ocurrido subrayarlo porque volver a los apóstoles es
volver a la alegría de los comienzos de la Iglesia. En imágenes clásicas, es volver a la fuente donde las aguas
son más puras, es volver a la raíces, signo de fecundidad.
Podemos componer la escena: Jesús en el centro. En torno, loa apóstoles; viene el círculo de los
discípulos, en los que vemos la Iglesia; cerrando el círculo, el conjunto de todas la gentes, hasta los
extranjeros de Tiro y Sidón. A los apóstoles los acoge con estos tres tiempos: para estar con él, para
anunciar la Buena Nueva y para curar y sanar tanto dolor. Es decir, les convoca a participar de su misma
vida y misión. Jesús convoca a otros a su misión, la mies es mucha. Quiere “hacer con otros” (S. Antonio Mª
Claret). Es claro que el número que se ha marcado Jesús no es casual. Evoca las doce tribus de Israel; los
apóstoles son continuadores de una historia, pero con una novedad total.
Es la grandeza de la tradición apostólica. En el Antiguo Testamento, la continuidad era garantizada por la
prolongación de ciertas estructuras, instituciones, leyes. En la Iglesia, la tradición apostólica vive de la
comunión con su Maestro. La tradición permite que el mensaje que se trasmite sea fundamentalmente el
mismo de los orígenes. Es cierto que el paso de la historia deja su huella impura; son las ambigüedades
humanas. Nos toca estar siempre en actitud de purificación.
También, en el principio, se dejó ver la humana fragilidad. Apunta el Evangelio que Jesús llamó “a los que
quiso”. No fueron los méritos personales de los llamados sino la pura gratuidad divina. Uno será el traidor
que entregará a su Maestro a los verdugos.
Solemos insistir más en la misión y en “los poderes” que les acompañan que en otro de los motivos
anunciados en el llamamiento: “Estar con Él”. Estar con él evoca intimidad, amistad, “ser compañeros”.
Podríamos aludir aquí a una dimensión, tan querida de Papa Francisco: “Ser adoradores de Jesús”. Más allá
de rezar, agradecer, pedir, ponernos en adoración es ponernos delante y junto a Dios. Es contemplación, es
dejarse envolver en el océano de Dios.
Conrado Bueno, cmf
• Estar con Jesús e ir en misión es la doble finalidad de la comunidad cristiana. ¿Cómo
asumes tú este compromiso en la comunidad a la que perteneces?
• Jesús llamó a los discípulos por el nombre. Tú, yo, todos nosotros existimos, porque
Dios nos llama por el nombre. ¡Piensa en esto!
"Jesús mientras subía a la montaña,
fue llamando a los que Él quiso, y se fueron con Él”
(Mc 3,13)
Jesús llama por su nombre y hace compañeros de su tarea
a personas que por oficio y mentalidad son de extracción diversa.
Lo importante es aprender a convivir con Jesús;
de ahí arrancará la misión.
Si escuchas la voz de Jesús,
brotará en ti una capacidad de amar a los que antes no eran de los tuyos.
Orar es escuchar la palabra de Jesús y seguirle de cerca
para aprender a vivir en libertad y entrega de la vida.
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