Notas sobre la Conferencia Ministerial de la OMC en Hong Kong Por Miguel Rodríguez Mendoza • El encuentro de Hong Kong no produjo ni pena ni gloria. Los ministros de comercio de los 149 miembros de la OMC se reunieron en la pequeña, pero superpoblada ciudad del sudeste asiático, a mediados de diciembre de 2005, con el propósito declarado de impulsar en forma decisiva la negociaciones comerciales del llamado Programa de Doha para el Desarrollo. No lo lograron. La Declaración Ministerial adoptada en Hong Kong refleja los escasos resultados alcanzados: nuevas fechas para la definición de las “modalidades” de las negociaciones agrícolas y de acceso a los mercados para los bienes industriales; un compromiso vago para orientar las negociaciones de servicios; y algunas medidas, más concretas, pero no necesariamente de gran envergadura, a favor de los países en desarrollo más pobres. • En materia agrícola, el tema más sensible políticamente y más difícil desde el punto de vista técnico, los resultados fueron bastante mediocres. En el “pilar” de las negociaciones agrícolas relacionados con las subvenciones a las exportaciones el logro más significativo fue la adopción de una fecha – 2013 – para la eliminación de todos los tipos de subvenciones (incentivos y créditos a las exportaciones, algunos aspectos de la ayuda alimentaría y algunas operaciones de las empresas comercializadoras de los estados). Aunque no se puede desconocer la importancia de este compromiso, hay que señalar que el acuerdo para la “eliminación” de las subvenciones ya había sido alcanzado en Agosto de 2004 (en el llamado “compromiso de Julio”) y que la fecha del 2013 – coincidente con los cambios previstos en las políticas agrícolas de la Unión Europea – es menos ambiciosa que la del 2010 que se había mencionado insistentemente en los días previos al encuentro de Hong Kong (e incluso menos ambiciosa que el periodo definido durante la Ronda Uruguay para que los países industrializados pusiesen en práctica sus compromisos en materia agrícola). • En los otros dos “pilares” de las negociaciones: ayudas internas y acceso a los mercados, los resultados fueron aún mas limitados, pues el acuerdo alcanzado consistió, básicamente, en la adopción de una nueva fecha (abril 2006) para la definición de las “modalidades” de las negociaciones (montos, fórmulas y coeficientes para las reducciones de los subsidios internos y los aranceles agrícolas) y de otra fecha (julio 2006) para que los países presenten sus “schedules” (sus compromisos específicos según las modalidades acordadas). Ambas fechas son muy ambiciosas y poco realistas, sobre todo si se toma en cuenta la experiencia desde el inicio de las negociaciones de Doha, en que prácticamente no se ha cumplido ninguna de las metas acordadas (por ejemplo, la fecha inicial para acordar las “modalidades” de las negociaciones agrícolas era marzo de 2003!). Cabe destacar que el tema agrícola fue discutido intensamente durante el período previo a la Conferencia Ministerial de Hong Kong y fue objeto de numerosas propuestas de negociación, entre las cuales recibió un amplio respaldo la presentada por el Grupo de los 20, liderado por Brasil e India y en el que participan numerosos países de América Latina (Argentina, Chile, México, Venezuela, Uruguay y otros). Esta propuesta se ubicó en un punto intermedio entre la más ambiciosa en términos de liberalización del comercio agrícola, presentada por Estados Unidos, y las más moderadas presentadas por la Unión Europea y otros países como Japón, Noruega, Corea y Suiza. La propuesta del G20 en materia de acceso a los mercados – el aspecto más crítico de las negociaciones – resulta atractiva porque refleja, en cierta forma, un compromiso más o menos balanceado entre los intereses conflictivos de los miembros de este grupo, con países como Brasil impulsando una apertura significativa de los mercados agrícolas y la India resistiendo la apertura de su propio mercado. El punto débil de esta propuesta es, sin embargo, que exige mucho de los países industrializados, pero muy poco de los países en desarrollo, esto es, los miembros del G20. En todo caso, en lo que respecta a los resultados de Hong Kong no puede negarse que la Unión Europea salió airosa en esta rueda de discusiones. Había sido sometida a fuertes presiones por parte de Estados Unidos y el G20 para que presentara una nueva oferta en materia de acceso a los mercados (había ya presentado dos en el período anterior) y no sólo se negó a hacerlo, sino que logró que su propia dinámica interna en cuanto al calendario de cambios en su Política Agrícola Común (PAC) se reflejase en la Declaración Ministerial (la fecha para la eliminación de las subvenciones a las exportaciones coincide con el fin del compromiso aceptado por los países miembros de la UE de mantener el actual presupuesto de ayudas a los agricultores europeos). • En lo que respecta al tema de acceso a los mercados para productos industriales, que es el otro tema crítico de las negociaciones de Doha, los acuerdos de Hong Kong apuntan, básicamente, a la adopción de una “formula suiza” para inducir las reducciones de aranceles que se acuerden en las negociaciones. Estas reducciones van a estar determinadas por el coeficiente o los coeficientes (en función de los niveles de desarrollo) que se utilice(n) en las fórmulas, pues el mismo determina el nivel de arancel máximo que resultará al final del período de desgravación. Los coeficientes, sin embargo no se definieron en Hong Kong y, de nuevo, se fijó una fecha tope (abril 2006) para ello. La principal virtud de la fórmula suiza es que permite que se logre una cierta nivelación de los aranceles, pues induce reducciones mayores en los aranceles mas elevados. Hay que señalar que este acuerdo sobre la fórmula suiza es apenas un aspecto de los temas pendientes en las negociaciones sobre acceso a los mercados. Otro tiene que ver con las flexibilidades que serán otorgadas a los países en desarrollo (en torno a las cuales se lograron algunos avances en Hong Kong), así como el tratamiento para las economías más pequeñas y vulnerables y para los países de reciente adhesión a la OMC. El tema de los coeficientes, es sin embargo, el mas espinoso, pues dado que se ha acordado que el arancel de base para las reducciones arancelarias es el nivel “consolidado” en la OMC y no los aranceles aplicados, un coeficiente muy alto para los países en desarrollo (donde, en general, los aranceles consolidados son muy superiores a los aplicados), implicará que no se producirá ninguna apertura real de los mercados de estos países, que son de gran importancia tanto para los países industrializados, como para otros países en desarrollo. Los países industrializados también tendrán que aceptar un coeficiente bajo – no superior a 5 ó10, por ejemplo – para que sus mercados se abran efectivamente (reduciendo, de paso, las crestas arancelarias y mitigando la progresividad arancelaria existente en muchos de estos países). • Si los resultados de Hong Kong fueron mediocres en agricultura y acceso a los mercados, en el tema de servicios fueron casi inexistentes. A diferencia del tema agrícola, en donde, como se ha señalado, se han presentado importantes propuestas de negociación, en las negociaciones de servicios la práctica de los países ha sido más bien la de presentar ofertas bastante tímidas. Los países en desarrollo, en particular, han sido muy renuentes a abrir sus mercados de servicios y, liderados por India, han focalizado sus esfuerzos en demandar un mayor acceso de sus profesionales a otros países para la prestación de servicios (modo 4). La posibilidad de fijar algunas metas cualitativas para las negociaciones y de estimular acuerdos plurilaterales de servicios fueron vigorosamente opuestas por numerosos países en desarrollo y, al final, el acuerdo alcanzado se limita a fijar nuevas fechas para la presentación de nuevas ofertas de negociación siguiendo la metodología utilizada con tan pocos resultados hasta ahora. • En los llamados temas de desarrollo el balance es un tanto más positivo. Los países menos adelantados (PMAs) lograron un acuerdo de acceso libre de aranceles y cuotas para sus productos de exportación en los mercados de los países industrializados (con algunas limitaciones en el caso de Estados Unidos, temeroso de enojar a su lobby agrícola y, principalmente textil) y en los de países en desarrollo en condiciones de ofrecer este acceso. También obtuvieron un compromiso para aumentar los recursos del Programa Integrado para PMAs. Igualmente, se les otorgó a estos países una serie de flexibilidades para el manejo de sus políticas de inversiones y propiedad intelectual. Por otra parte, los cuatro países africanos de la Iniciativa del Algodón (Burkina Faso, Mali, Benin y Chad) consiguieron también un compromiso de eliminación de subvenciones a las exportaciones de algodón (en 2006), un compromiso de acceso a los mercados libre de aranceles y cuotas para sus exportaciones de algodón (al final de las negociaciones de Doha) y un compromiso de eliminar en forma acelerada los apoyos internos a la productores de algodón de los países industrializados, principalmente Estados Unidos, en el marco de los acuerdos agrícolas que sean alcanzados en las negociaciones de Doha. En materia de desarrollo también revistió una cierta importancia, principalmente por su potencial impacto futuro, el acuerdo alcanzado para examinar la posibilidad de establecer un mecanismo de Ayuda para el Comercio (“Aid for Trade”) que facilite a los países en desarrollo su participación en el sistema multilateral de comercio y, en general, en la economía mundial. Con este propósito, se establecerá una Task Force, el Director General de la OMC consultará con las instituciones multilaterales y regionales relevantes y se celebrará una sesión del Consejo General de la OMC dedicada al tema en julio de 2006. • Finalmente, a manera de conclusión, habría que subrayar que le reunión de Hong Kong dejó a la OMC en una situación bastante crítica, dado lo ambicioso de las nuevas metas acordadas y la persistencia de amplias diferencias entre los países miembros en prácticamente todas las áreas de las negociaciones. Ha llegado el momento de completar las negociaciones, so pena de que estas languidezcan indefinidamente, afectando la credibilidad de la OMC y dañando su capacidad para continuar impulsando la liberalización y la transparencia de los intercambios comerciales mundiales.