hacer sociología a través de la teoría del actor-red

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HACER SOCIOLOGÍA A TRAVÉS DE LA TEORÍA DEL ACTOR-RED: DE LA
CARTOGRAFÍA IMPRESIONISTA A LA SUCIEDAD DE LAS
MEDIACIONES
Daniel Muriel
Centro de Estudios sobre la Identidad Colectiva
Dept. de Sociología 2
Universidad del País Vasco
[email protected]
http://www.identidadcolectiva.es
Esta propuesta no es más que un esbozo de ciertos problemas que me he
encontrado en el transcurro de mi investigación cuando he intentado seguir algunas de
las principales tramas del complejo entramado ANT, y de algunas posibles soluciones
que planteo a modo de reflexión para que sean discutidas. No me preocupa tanto la
validación o perfeccionamiento de estas ideas, como la problematización de los
conceptos metodológicos a los que apunta, que afectan, en parte, al propio núcleo de la
ANT como herramienta, en este caso, para hacer sociología.
Es una propuesta que se hace además desde cierta distancia respecto al manejo y
conocimiento de la teoría del actor-red, sus autores y sus últimas corrientes, ya que
seguramente otros potenciales participantes en el encuentro estén en mejores
condiciones para discutir en mayor profundidad sobre las nuevas tendencias que lo
circundan y las investigaciones que se han realizado y se están realizando partiendo de
los mecanismos de los que provee la ANT. Pero para lo que propongo quizás sea más
una ventaja que un hándicap.
Es importante remarcar que la investigación en la que he intentado —estoy
intentando— utilizar algunos de los preceptos de esa forma de hacer ciencia, se enmarca
en las lógicas de la producción de una tesis doctoral que conducen a la obtención del
título de doctor, y por lo tanto, está sujeta a ciertos rigores propios de ese rito académico
que hacen aún más específica esta reflexión. Ser doctor en una ciencia supone dominar
sus principales referentes y mecanismos, por lo que a la hora de utilizar ciertos recursos
teóricos y metodológicos éstos tienen que responder adecuadamente a los requisitos que
impone su dominio. Y en este caso, con la ANT me he encontrado con algunos
problemas, seguramente magnificados por preferencias personales pero también por
algunas inseguridades propias, para poder suplir esos requerimientos a los que me
enfrento como doctorando. A continuación, me limitaré a enunciar y describir
brevemente los dos principales problemas y las dos posibles respuestas que elaboro,
todas ellas, siempre entendidas en el contexto al que estoy haciendo referencia en estos
primeros párrafos. Se enunciaran de modo contundente, es decir, con pocas
matizaciones —que se dejaran para la presentación en el encuentro— con el fin de
facilitar la comprensión del planteamiento.
En primer lugar, me encuentro con la imposibilidad de teorizar o describir
realidades que no se ciñan a unas coordenadas espaciales y temporales muy
concretas. La ANT conduce al estudio de casos muy específicos, muy concretos, con
descripciones muy ricas y detalladas, pero que impide realizar, no ya una serie de
generalizaciones que funcionen como si fueran tipos ideales, modelos o explicaciones a
nivel macro, sino que incluso se olvida del nivel meso y de cierto nivel micro, de unas
mínimas interacciones entre agentes, espacios y dispositivos que se escapan más allá de
áreas muy concretas del tiempo y del espacio. No se trata tanto de definir la realidad en
cortes de envergadura (micro, meso, macro), sino de poder responder a determinadas
preguntas que indefectiblemente llevarán a realizar determinados saltos y obviar
numerosas conexiones —en eso consiste al final cualquier ejercicio de traducción si se
quiere que éste sea efectivo para la ciencia— que en el caso de la sociología requiere al
menos salirse de la pura descripción de un caso: ¿cómo es que vivimos juntos, cómo
llegamos a hacerlo? ¿cómo nos pensamos a nosotros mismos, qué mecanismos,
procesos, dispositivos, tecnologías, prácticas y discursos están involucrados en ello?
Esas son las preguntas básicas que al final recorren todo acercamiento sociólogo, y
resulta difícil perderlas de vista.
Se tome el caso que se tome, y sabiendo de antemano que no es posible escribir
La Gran Teoría, la sociología requiere entonces de ciertos abstracciones que le permitan
teorizar y describir con cierta perspectiva aquello que estudia, que siempre le exige algo
más de lo que la ANT le puede ofrecer como metodología. Quizás, con cierto ánimo de
polemizar, y a sabiendas de que es una afirmación injusta y errónea, se podría decir que
la teoría del actor-red, llevada al extremo, no es más que una especie de sofisticada
etnometodología que muere en el mismo momento en el que se pierden las conexiones
que sigue. Si bien en otras ciencias como la antropología social o la psicología, puede
que más acostumbrada a la descripción de objetos más cerrados y específicos, con
límites muy concretos, la ANT no fuerce tanto sus premisas básicas, en la sociología —
e imagino que en otras disciplinas como la economía o la politología— sí lo hace y
mucho.
¿Qué respuesta se puede dar a este primer problema? La elaboración de una
cartografía impresionista de lo social. Lo ideal sería poder dibujar, como lo hacen los
cartógrafos, una detallada cartografía de la realidad social estudiada, con todos sus
accidentes y aristas, pero lo laborioso del ejercicio, y la imposibilidad material de
llevarlo a cabo (al menos con el detalle que la ANT demanda), me lleva a proponer una
descripción, centrada en el presente y en el caso estudiado, pero que tenga un carácter
impresionista. Se trata de trazar una imagen que de una idea de lo investigado con el
suficiente detalle para comprender su complejidad al menos a grandes rasgos y, al
mismo tiempo, permita elaborar una sociología en base al caso estudiado, aventurando
teorías de alcance intermedio y proponiendo nuevas hipótesis de estudio.
En segundo lugar, un problema menos madurado y en parte en dirección
contraria al planteado anteriormente, y por que el me encuentro con el exceso de
claridad en los procesos de mediación o traducción que en ocasiones se describen en
la ANT. Fruto quizás del exceso de “hacer plano lo real”, o de una pura estrategia
narrativa, la ANT nos lleva en ocasiones a representaciones tan claras, bien conectadas
y, lo que es más grave, higiénicas, como aquellas que ha criticado con ferocidad en
algunos de los textos fundantes de lo que hoy es una interesantísima herramienta de
análisis en ciencias sociales (y en otros campos). Esta problemática, mucho más técnica
que la anterior, que estaba muy condicionada por las especificidades de la disciplina
sociológica, se viene a plantear porque, después de la insistencia en la fidelidad de las
descripciones, de la búsqueda de las chispas que saltan en las asociaciones y que son tan
difíciles de seguir cuando se enfrían o desaparecen, después, en la última traducción, la
del texto que nos presenta las descripciones, se peca de exceso de higiene, de
depuración.
¿Qué respuesta esbozo para este segundo problema? Partir de la premisa de la
suciedad de las mediaciones y traducciones, una lógica por la que toda mediación es
necesariamente sucia, genera rastros y es menos clara de lo que en principio se puede
llegar a pensar. Y va más lejos: en principio no sería posible recuperar la cadena de
traducciones de un lugar a otro, de un agente a otro, salvo con el uso de nuevas
mediaciones y traducciones que hay que actualizar en cada ocasión, lo que, de nuevo,
lleva a más mediaciones sobre mediaciones y abunda en su suciedad. Esto indica que
hay que ser muy cuidadoso con los textos finales que intentan mostrar la descripción del
caso estudiado, y hacer más hincapié en las componendas que ocurren en los procesos
de asociación y enrolamiento entre distintos actantes.
Por supuesto, sobre las contradicciones entre los dos problemas principales que
aquí he propuesto, que las hay, intentaré también decir algo: quiero recuperar ciertas
tensiones que la ANT parece rehuir con su, puede que esté exagerando, asepsia
narrativa.
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