Texto de presentación

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PRESENTACION DE ENCÍCLICA
CARITAS IN VERITATE
EN EL MARCO DEL MES DE LA SOLIDARIDAD
MONSEÑOR MARCO ANTONIO ORDENES F.
OBISPO DE IQUIQUE
Iquique, 21 de agosto del año 2009
Los comentarios especialmente del mundo financiero han estado manifestando lo
interesante que han resultado algunas de las ideas y propuestas que el Papa Benedicto
XVI plantea en su tercera encíclica “Caritas in Veritate”. En esta presentación, vamos a
tratar de ver qué hay de novedad, y más que novedoso, cuáles son los recuerdos que en
realidad realiza el Santo Padre. Se cumple en esta encíclica, lo que dice el Evangelio; que
siempre se saca cosas nuevas de cosas viejas. Podemos decir que no hay ninguna cosa
absolutamente nueva y sin embargo muchas de ellas se vuelven novedad para nosotros en
el modo del planteamiento.
Caritas in Veritate, la caridad en la verdad. El título de esta encíclica está inspirado en la
carta de san Pablo a los efesios. Su estructura está dividida en seis capítulos, y va
haciendo un recorrido en torno a una temática de fondo que intenta tocar este documento.
A la luz de la Populorum progressio de Pablo VI, se intenta tocar el tema del desarrollo,
pero ¿por qué volver a tocar el tema del desarrollo?, porque sin duda que el gran afán de
todos los pueblos es el avance, el desarrollo técnico, el plantearnos el nuevo estrato.
¿Cómo se produce hoy el desarrollo, frente al proceso de la globalización, que también es
producto del desarrollo técnico y en distintos aspectos? ¿Qué pasa con el desarrollo en
una ideología de estructura totalitaria, como la desaparecida después de la caída del muro
que dividió a Occidente? ¿Qué es lo que pasa hoy con el desarrollo frente a una realidad
que está marcada globalmente por el sistema de Mercado?.
Pablo VI en el año 67, tocaba el tema del desarrollo en un ambiente todavía muy marcado
por la guerra fría, por la lucha de dos grandes potencias, lucha por quien llegaba primero
a la luna, por quien en el fondo la dominaba. Actualmente el desarrollo sigue siendo una
cuestión tremendamente importante, pero han cambiado los ejes; El contexto social y
político sobre el cual se está planteando el tema del desarrollo, entonces Benedicto XVI
vuelve a tocarlos como una cuestión que le importa profundamente a la sociedad actual y
la quiere marcar en la realidad social que nos toca vivir, y eso entonces lo coloca en estos
seis capítulos, pero a partir de una cuestión fundamental.
¿Cuál es el principio de formulación que tiene el Papa en esta encíclica social?, es un
principio que mantenga, que la cuestión de la caridad y la verdad, son dos conceptos
fundamentales para que verdaderamente haya una contribución en el pensamiento,
también se requiere no solamente pensar las cosas desde una perspectiva filosófica o
técnica, sino que se plantea desde algo más de fondo: la necesidad de plantear la caridad
en una cuestión de verdad e inmediatamente, y acá se toma el pensamiento paulino, dice:
“la caridad sin la verdad es peligrosa, no tiene la total iluminación, y la verdad sin la
caridad se plantea como una cuestión fría, que no seduce a nadie”.
Sin duda que este planteamiento de la caridad en la verdad, implica una mirada de fe, este
es el corazón que plantea la encíclica, es un hecho que parte desde la fe. Enfrentar la
caridad en la verdad, es una perspectiva de una mirada mucho mayor, que es la mirada de
lo trascendente; la mirada de Dios.
Así, cuando hay unidad entre la caridad y la verdad entonces se puede producir un
desarrollo integral. Se ha planteado la cuestión del desarrollo como algo absolutamente
necesario para los pueblo, para el desarrollo de los estados, para los países que buscan
legítimamente alcanzar alturas mayores, y los que la han desarrollado, también plantean
los temas de cómo mantenerse en los procesos de desarrollo. Entonces Benedicto XVI,
dice “para que el desarrollo sea integral, para que el desarrollo toque la totalidad del ser
humano se requiere no solamente de elementos técnicos sino que se requiere de una
cuestión más de fondo todavía, que es la cuestión de la caridad”.
¿Porqué tocar el tema de la caridad?, dice el Santo Padre que la caridad es una
manifestación fundamental de la justicia para el hombre, pero ¿qué se entiende por
caridad? En definitiva, si coloco el texto que inspira Benedicto XVI “andando en verdad,
por caridad nos desarrollemos en todos los sentidos”. Esta frase del Apóstol Pablo
muestra que el desarrollo de la caridad, unido a la verdad produce esta integración de
caridad/verdad y del ser humano en todo aspecto ¿Por qué?, porque la caridad entendida
en términos teológicos, bíblicos y filosófico, y la verdad entendida en lo mismo, la
caridad es el “ágape”, es el acto más profundo y radical de la donación del Ser, y ésta
tiene que estar iluminada por la verdad; el “Logos”, es decir por la palabra. Una palabra
que implica la razón, el acto de pensar, de adherir a aquello que es auténticamente
verdadero y por tanto necesario para desarrollarse en el amor.
Entonces cuando hablamos de de caridad y de amor, son dos cuestiones que se integran
por que la caridad es donación, es radicalidad del Ser y el Ser que se dona en la verdad,
son auténticos para el ser humano y no son ficticios. Advierte Benedicto XVI que hoy día
hay muchos planteamiento ficticios, que parecen verdad pero que en el fondo no lo son,
entonces el ágape con el logos plantean una unidad que es tremendamente necesaria para
que la caridad no se pierda o no se confunda en el camino.
¿Cuáles son los planteamiento fundamentales de la Caritas in Veritate?
1.- Que la caridad y la verdad tiene su origen en Dios. No se desconoce por lo que tanto,
esta encíclica sin duda, nacida de la mano de un papa, es un texto que tiene un punto de
vista cristiano. Es la ideología cristiana la que se plantea, pero se plantea no solamente
para los cristianos, sino que también para todos los hombres y mujeres de buena voluntad
en una lógica que supera el mundo cristiano y que puede ser planteado en argumento de
razón. Frente a esto ¿dónde está la verdad definitiva, última del ser humano, del hombre?
¿y dónde está la radicalidad en la entrega de Dios?. Este es el planteamiento básico y
fundamental que tiene esta encíclica
2.- Por otra parte, el bien se encuentra asumiendo el proyecto dado al hombre por quien
está más allá del hombre. El proyecto que busca el bien, el bien en común, está dado por
un bien que está más allá del ser humano, por lo tanto uniéndonos a lo primero, el sentido
de trascendencia, es una cuestión fundamental para comprender lo humano.
El amor y la verdad siempre tienen un puesto en el corazón y en la mente de ser humano,
a pesar de que el hombre se desvirtúe, se desvíe por distintos caminos, a pesar de las
lógicas ilógicas de la racionalidad actual, siempre hay un espacio para la comprensión,
para la inquietud por la verdad en la entrega en todo corazón y de todo ser humano.
3.- La caridad, es decir la donación del Ser es la vía maestra, es como la gran avenida, por
donde se debe desarrollar y se desarrolla la Doctrina Social de la Iglesia. Tuve un
recuerdo muy importante en una perspectiva cuando, muchas veces, los principios de la
Doctrina Social de la Iglesia han querido basarse solamente en la estructura de la lógica
racional, que está basada en la justicia. Sin duda que esto es así, pero el desafío es
comprender la base de la justicia, de la solidaridad, de los principios de subsidiaridad, del
principio universal de los bienes que tienen su lógica en este punto fundamental: la
donación del Ser. Por eso esto, podríamos decir un gran aporte, una memoria, un
recuerdo, pero que es tremendamente novedoso en el replantear algunos elementos
fundamentales de la Doctrina Social de la Iglesia.
4.- Solo la verdad resplandece la caridad, dice Benedicto XVI. En la verdad, es decir en
el logos, brota el diálogo auténtico. Este es otra de las claves que se plantea en Caritas in
Veritate; la necesidad de dialogar pero buscando la verdad, aquellos elementos que
verdaderamente son los constituyentes de la razón y por tanto del cristianismo. Este
diálogo, es fundamental.
Entonces la verdad se une a la caridad, y la caridad con la verdad, plantea el diálogo. Es
decir, el intercambio del diálogo, de las palabras que se están buscando se encuentra en la
donación. En el fondo, el diálogo y sus procesos no serán nunca posible, si no hay
proceso de donación, es decir de querer entregarme, de querer acoger al otro. De aquí que
muchas veces tengamos diálogos en que, lamentablemente también en la vida social, no
nos escuchamos.
Quisiera hacer una cita del documento, dice “sin verdad, la caridad cae en mero
sentimentalismo. El amor se convierte en un envoltorio vacío que se rellena
arbitrariamente. Este es el riesgo fatal del amor, en una cultura sin verdad, es presa fácil
de las emociones y las opiniones contingentes de los sujetos. Una palabra que se abusa y
que se distorsiona, terminando por significar lo contrario. La verdad libera a la caridad
de la estreches de una emotividad que la priva de los contenidos relacionales y sociales,
así como de un fideísmo que mutila su horizonte humano y universal.
En la verdad, la caridad refleja la dimensión personal y al mismo tiempo pública de la fe
en el Dios bíblico, que es a la vez “ágape” y “logos”: Caridad y Verdad, Amor y
Palabra”. Esta es una de las tesis que está en la base para comprender el pensamiento de
Benedicto XVI. Una de las preocupaciones es que no entendamos el amor y la caridad
como una cuestión sentimental, que me brota del deseo que yo tengo hoy día de hacer el
bien. La caridad es muchísimo más profunda, está ligada a la verdad, por lo tanto, al
conocimiento.
Verdad y caridad, verdad o conocimiento, es lo que influye en el acto de la voluntad en la
caridad. Entonces la caridad no es una cuestión meramente sentimental, por eso que
cuando no está iluminada por el pensamiento, por el conocimiento, se puede transformar
en un acto que fácilmente se puede distorsionar. Yo diría que muchas veces nuestras
obras sociales, cuando no están iluminadas por el conocimiento y por la verdad, se
transforman en acciones emotivas y por eso que hay gente que entra y sale a los
voluntariados, pero que no permanece, porque está movida por el sentimentalismo y no
por la voluntad que se adhiere a una verdad que es mucho más profunda.
5.- El cristianismo por lo tanto, tiene un deber: decir estas cosas. Y por eso que la
encíclica, no la quiero restringir a los que somos creyentes, sino que se trasforma en un
diálogo que busca la verdad en la caridad, y este es un deber que tenemos los cristianos:
anunciar y ser testigos de la caridad, de la verdad, pero en la realidad de lo social, porque
ambos conceptos no son dos cuestiones universales que están flotando en el aire sino que
se viven en la realidad que nos toca vivir, en la acción social que tenemos que enfrentar.
Por eso, la Doctrina Social de la Iglesia es el modo que tenemos de hablar y expresar esta
verdad.
6.- por otra parte existen dos cuestiones básicas para comprender el desarrollo, para
seguir el pensamiento de Juan Pablo VI: una, el principio de la justicia y dos, el principio
del bien común.
El principio de la justicia está siempre inseparable del principio del bien común y como
primera vía de la caridad. Nuevamente, la caridad entendida como donación no es
solamente un acto que me brota de la emoción de lo que yo quiero hacer, sino que es
deber, es una demanda en el ser humano, y acá podemos entender las palabras de San
Alberto Hurtado: que la caridad comienza donde termina la justicia, pero hagámosle un
agregado: la justicia es una forma noble de caridad y donde comienza verdaderamente la
caridad.
Son inseparables, y por otro lado, la caridad supera la justicia porque, por una parte, yo
doy lo que corresponde, no me quito el principio de justicia, pero no basta con la justicia,
y esto es un poco lo que quiere demostrar Benedicto XVI: no basta con la justicia, se
requiere la caridad, porque el bien común exige, no solamente la constatación de una
cuestión de la realidad de lo que está pasando sino que se requiere de esfuerzo por el. Por
lo tanto, es exigencia de la justicia y de la caridad el bien común. No podemos solamente
pensar hacerlo, y decir que es importante el bien común, se le exige al ser humano
buscarlo, es de justicia, pero también es de caridad.
7.- La Iglesia no ofrece soluciones técnicas ni pretende mezclarse con la política de los
estados, pero tiene una misión social de verdad que cumplir. Por lo tanto estos
planteamientos de cuestiones sociales no son para decir lo que tiene que hacer el Estado,
sino para mostrar elementos de reflexión fundamentales para que nos ayuden a buscar en
serio y urgentemente; la verdad, porque sin verdad, dice el documento, “se cae en una
visión empirista y escéptica de la vida, incapaz de elevarse sobre la praxis, porque no está
interesada en tomar en consideración los valores –a veces ni siquiera el significado- con
los cuales juzgarla y orientarla. La fidelidad al hombre exige la fidelidad a la verdad, que
es la única garantía de libertad (cf Jn 8,32) y de la posibilidad de un desarrollo humano
integral”. ¿Porqué la verdad, porque es tan importante buscarla?, porque la verdad es lo
que ilumina, lo que fundamenta todo lo que nosotros hacemos.
Hoy día el pragmatismo, la velocidad de los acontecimientos muchas veces nos llevan a
perder de vista del porqué estamos haciendo lo que hacemos y entramos en una máquina
vertiginosa que nos hace perder de vista cuál es la razón, cuál es el sentido, hacia dónde
se dirige todo lo que estamos haciendo. De allí la importancia de los planes
programáticos, de las elecciones, por ejemplo de los planteamientos de los grandes
proyectos para que no nos perdamos en la cuestión diaria de los distintos movimientos
que tenemos que realizar, que las instituciones, el Estado y la sociedad tienen que revisa.
Necesitamos puntos de fundamentos y de horizontes y esos puntos son la verdad. Hoy día
aparece el tecnicismo, el pragmatismo que nos hacen mirar “nos basta solamente con que
las cuestiones funcionen, mientras funciones todo está bien”, pero dejamos de
preguntarnos porqué y para qué.
Algunos planteamientos a la luz de la caridad y la verdad plasmados en esta
encíclica
En la memoria que tiene la Populorum progressio podemos encontrar algunos
planteamiento que se recogen de la encíclica anterior, para hablar de desarrollo en estos
tiempos, entonces se mantienen algunos principios que son fundamentales.
El desarrollo de la persona integral. El desarrollo no es solamente técnico y abarca los
distintos aspectos de la vida humana: la familia, el hábitat, la ecología y el proceso de
desarrollo educacional, entre tantos otros.
Cuando estamos hablando de desarrollo, las instituciones por si solas no bastan. No basta
con exigir al Estado el desarrollo de un país, ni a la empresa privada el de un pueblo, sino
que es necesario que todos los actores sociales participen en el, y por otra parte exige el
desarrollo con capacidades humanas y su vocación a ser más. Se planteó en algunos
momentos que el desarrollo debía realizarse prescindiendo de la capacidad humana, para
quedarnos solamente con la capacidad técnica, eso es imposible. El desarrollo debe
implicar todo lo humano y su pensamiento. También el desarrollo exige, dice Benedicto
XVI, una visión trascendente.
Hasta ahora los procesos de desarrollo que se han dado implican miradas inmanentes, es
decir solamente en lo material, y hemos visto que muchas veces, y es demostrado por la
historia, es un desarrollo que se frustra. La caída de los regimenes totalitario, con una
ideología que buscaba sin duda el bien humano, hemos visto que cayó por el fracaso de
los planteamientos que tenían, pero qué pasa con occidente, qué pasa con el Mercado, qué
pasa con las políticas liberales de Mercado, dónde esta el desarrollo, cómo se plantea.
También estamos asistiendo a un desarrollo que no se plantea en lo trascendente, sino en
las cuotas de productividad, en los índices materiales, pero también hay algunas
estadísticas en Chile que van mostrando de que, a pesar del desarrollo, no siempre nos
sentimos más felices.
Cuando planteamos y se plantea un desarrollo en un humanismo, este humanismo no es
completo si no implica la trascendencia, el mirar más allá, lo que implica al mismo
tiempo un acto, sin dudas, de lealtad y de responsabilidad. El desarrollo, para que sea
auténtico y profundo; requiere libertad de los sujetos, pero responsabilidad en la libertad
de los sujetos, y vuelve a recordar Benedicto XVI que “sin la trascendencia no hay
verdadero desarrollo”. La trascendencia, es decir una mirada más allá del propio yo.
Entonces el desarrollo integral se concrete con la promoción de todos los hombres y de
todo el hombre. Es la totalidad de todos y del todo.
Porqué este desarrollo comprendido de esta manera, no ha sido posible para todos los
pueblos, cuáles son las causas, porqué entonces existe el subdesarrollo. Existen, dice, tres
causas fundamentales donde está el origen del subdesarrollo o la falta de desarrollo de los
pueblos: en la voluntad, en el pensamiento y en la falta de fraternidad. Fíjense que no
dice en la repartición injusta de los bienes, no está hablando de las diferencias sociales,
no está colocando elementos más técnicos, sino que está yendo al fundamento de
fundamentos ¿porqué?, porque en el fondo plantea Benedicto XVI el subdesarrollo, la
desigualdad, la desproporción en la repartición de los bienes y todos los elementos de
injusticia que existen, tienen su origen en la falta de voluntad por querer compartir las
cosas, en la falta de voluntad de poder donarse y donarse con generosidad, y así en la
falta de caridad, en la falta de voluntad.
También en el pensamiento. Un pensamiento que se va quedando encerrado en la
cuestión técnica, en el artificio del técnico, en su absolutismo que va desconociendo al
propio hombre, en la medida que se hace pragmático y frío. Entonces el problema no está
en la restructuración de las bases económicas sino en el modo cómo se estructura esta
base económica.
Y por otra parte, en la falta de fraternidad, es decir en la falta del conocimiento de que el
otro, tiene necesidad de mí. Que los otros, hablando de los países desarrollados frente a
los subdesarrollados o del Tercer Mundo, los países pobres, un desconocimiento de que
tienen necesidad de mi, porque muchos de los planteamientos, dice Benedicto XVI,
muchos de los modos de ayudas internacionales hoy día que se plantean, están basados
sobre el egoísmo y el interés de la búsqueda de algo que, en la medida que yo doy, estoy
buscando algo, y se transforma incluso la ayuda internacional en una forma de de
opresión y explotación. Entonces, hay una frase interesante en el documento que dice: “la
sociedad cada vez más globalizada nos hace más cercanos, pero no más hermanos”.
Entonces las causas de estos procesos están, digamos, la falta de desarrollo la colocan en
estos tres elementos. Voluntad, pensamiento y Falta de fraternidad.
Otro planteamiento que tiene, es el beneficio del bien común. Una de las cosas que marca
el Mercado de Occidente y hoy día marca la sociedad globalizada. Las políticas de
Mercado entonces son las que buscan sin duda el beneficio y la productividad, pero qué
pasa frente al beneficio, el producto que busca el Mercado frente la búsqueda del bien
común, entonces dice “el predominio de lo técnico sobre lo verdaderamente humano es
uno de los problemas que nos afecta profundamente. Cuando la mirada de lo técnico deja
de ser una mirada humaters, o deja de validar lo humano, y cuando deja se empieza a
mirar lo humano como una pieza, como un engranaje de un proceso productivo, entonces
así, la actividad financiera se transforma en especulación. Cuando se deja de mirar a lo
humano, se produce un desequilibrio de los bienes producto de una actividad financiera
exclusivamente técnica que produce un aumento de la desigualdad. La promoción solo de
lo económico termina produciendo más explotación que atraso.
La rentabilidad sin límite que busca un mercado sin ningún tipo de regulación, produce
reducción de la seguridad social y la centralidad de la producción, produce la
desvaloración de la asociatividad y de la movilidad laboral. El menosprecio por el
sindicalismo, por la estabilidad del trabajo, tiene que ver con el acento, dónde el hombre
deja de ser el centro del trabajo, para ser el centro del producto, y el hombre una pieza
para descansar el producto.
La mirada excesivamente técnica, termina produciendo grandes olvidos del bien común,
manifestado en estas situaciones. El primer capital, dice el documento, que se ha de
salvaguardar y valorar es el hombre. La persona en su integridad, pues el hombre es el
autor, el centro y el fin de toda la vida económica y social, pero no siempre es entendido
así. El Mercado, sin ningún tipo de regulación, lo ha ido demostrando a lo largo de estos
años, en que transforma al ser humano en una pieza de mercado y por tanto desechable.
El ser humano en una política no regulada del Mercado es simplemente una pieza de
engranaje.
Otro de los elementos que coloca esta encíclica es la mentalidad acrítica que se ha
producido sobre la técnica. Pareciera ser que la técnica es una cuestión hoy día
absolutamente incuestionable, lo que dice la documentación técnica, lo que se enseña no
tiene ningún tipo de recriminación y por tanto no se puede colocar en duda. Así entonces,
la técnica cuando domina, ignora un proceso de regulación de la técnica y el
pensamiento, entonces se produce relativismo en el pensamiento, se pierde el sentido de
lo humano. Es la máquina, por decirlo de alguna manera, pero es el pensamiento técnico
que domina el pensamiento del hombre o de lo humano. Y esto en qué se ve, en que en
grandes desarrollos técnicos y pensamientos financieros, seguimos teniendo mucho
hambre y pérdida por el respeto por la vida humana y por la ecología, seguimos con
grandes situaciones de violencia, con perdida de dignidad humana en distintos campos.
Entonces una técnica sin critica, que se absolutiza, termina produciendo grandes costos
humanos.
En este contexto, los costos humanos, dice la encíclica, son siempre costos económicos y
las disfunciones económicas comparten igualmente, costos humanos. En estos estudios
que ha estado haciendo sobre Chile de la CEPAL, se muestra, un poco de la pérdida de la
alegría, del entusiasmo, el aumento de la depresión, sin dudas que los costos humanos se
transforma también en costos económicos. Entonces plantea la encíclica, la necesidad de
la fraternidad y la gratuidad en el desarrollo. Que extraño plantear en una cuestión tan
social la palabra gratuidad.
Plantear el tema del amor, el tema de la caridad, ¿porqué la caridad?. “Creerse, dice la
encíclica, autosuficiente y capaz de eliminar por si mismo el mal de la historia, ha
inducido al hombre a confundir la felicidad y la salvación con formas inmanentes de
bienestar material y la cuestión social. Además la exigencia de la economía de ser
autónoma, de no estar sujeta a injerencias de carácter moral, ha llevado al hombre a
abusar de los instrumentos económicos, incluso de manera destructiva y no solamente la
exigencia de la economía de ser autónoma en la injerencia moral, sino también algunos
planteamiento de alguna escuela económica de la absoluta no injerencia del Estado, y de
cualquier otros tipo de regulación, sino que la regulación del Mercado solo por el
mercado.
Esta omnipotencia termina siendo tremendamente destructiva porque no es el instrumento
económico por si mismo, el instrumento que tiene el problema, sino que el instrumento
económico por las manos del otros, por la mano de un ser humano está marcado por una
línea, por una política, por un estilo del Ser. Entonces todo ser humano necesita de otro.
Por lo tanto, es absolutamente necesaria la forma de vinculación, y aquí planteó una cosa,
también la encíclica, que cuando se buscan las bases de la justicia para la regulación del
Mercado, se plantea la base de la justicia conmutativa, es decir: yo tengo que recibir en la
proporción de lo que doy. Esa es la justicia conmutativa, pero hoy el mercado no se
puede regular solamente con la justicia conmutativa, es necesario regularlo también por la
justicia distributiva. Es decir darle lo que corresponde al otro, no solamente en lo que el
otro da ¿Qué pasa con los pueblos que no tienen como dar para poder pagar la deuda
externa? ¿Qué pasa con la familia que no puede pagar porque no tiene los accesos
necesarios? No basta con la justicia conmutativa que plantea el Mercado. Entonces esta
justicia distributiva, también requiere de una justicia social. Una justicia que está
vinculada a la participación de las distintas instancias, que tiene la sociedad humana para
regularse. Así el Mercado requiere de una justicia completa y no solamente parcial.
¿Cuáles son las estructuras de regulación por las cuales deben desarrollarse el tema
financiero o el tema del mercado?
Se ha dicho que en la relación privados/Estado, el Estado debe regular el ámbito de lo
privado y lo privado debe estar en relación con el Estado. Agrega la encíclica que no
basta solamente con la regulación del Estado para lo privado. Es necesario que la
institucionalidad de lo social se haga más presente. Es decir las otras organizaciones del
Estado, las otras formas de regulación e incluso de control que posee, que permiten su
propio control y que son organizaciones propiamente civiles, son absolutamente
necesarias hoy día.
Las distintas formas de organización social son necesarias que se planteen y que tengan
voz para una verdadera regulación de los procesos económicos, no debemos dejar toda la
carga al Estado. La regulación del Estado, la regulación de todos estos procesos de la
estructura que requiere toda la sociedad, necesidad de la ética, de un marco regulador
fundamental que podamos tener como base común. Hoy día es impensable, podemos
discutir muchísimo si existe una ética común a nivel mundial, pero se hace necesario una
ética que nos pueda regular, pero cómo plantearlo. Sin duda que la fraternidad y la
gratuidad, son producto de la caridad, de la vinculación del darse, y este darse ¿sobre qué
lo fundamento?, sobre la justicia, es decir sobre la justicia social, sobre el derecho que
tiene el otro, de recibir parte de lo mío y el deber que tengo yo de dar parte de lo mío.
Pero para hoy comprender esta justicia, de esta manera, ¿sobre qué lo fundamento?, lo
fundamento sobre una base ética, es decir en la inscripción del corazón humano están
estas leyes de carácter natural.
Necesitamos una base ética, pero esta base ética ¿sobre qué se construye?. Se construye
precisamente sobre el derecho y el deber. Dice la encíclica que la formulación de un
derecho sin el deber, ha ocasionado y es causa de no comprender las cosas con total
profundidad, porque el derecho solo, cuando se vuelve absoluto, entonces desconoce el
deber, y por tanto el desconocimiento del deber, entonces nos perdemos en nuestra
responsabilidad en la justicia social.
Hoy día nosotros planteamos mucho los derechos, pero no estamos planteando los
deberes y en la medida en que no planteemos los deberes, no va a haber una verdeara
justicia social. Pero el derecho y el deber, ¿sobre qué lo planteamos?, y volvemos al tema
fundamental que está en la base de esta encíclica: la condición de considerar al ser
humano como una criatura, por lo tanto, como referente de algo trascendente a él, es decir
Dios.
¿Esto es posible plantearlo para todos, más allá de la frontera de los que creen en un ser
superior? Entonces qué hacer, el diálogo profundo, dice el texto, entre fe y razón, hace
más eficaz el ejercicio de la caridad en el ámbito social y es el marco más apropiado para
promover la colaboración fraterna entre creyentes y no creyentes en la perspectiva
compartida de trabajar con la justicia, y la paz de la humanidad, porque los creyentes
sabemos dónde está el fundamento último, pero podemos, y esto es urgente, encontrarnos
con los no creyentes en sociedades cada vez más plurales, pero ¿en qué ámbitos, dónde
nos podemos encontrar?: en la justicia, en la búsqueda de la justicia social, allí en las
bases de una fundamentación de una ética.
Finalmente, el documento plantea algunas cuestiones sobre la técnica y el desarrollo, dos
aspectos que iluminan: la técnica permite dominar la materia, reducir los riesgos, ahorrar
esfuerzos, mejorar las condiciones vida, responde a la misma vocación de trabajo
humano. En la técnica, como una obra propia del talento, el hombre se reconoce
asimismo y realiza su propia humanidad, la técnica no es nada, es una cuestión
absolutamente necesaria y que forma parte de la nobleza del corazón humano. El tema
está por otra parte, pero la técnica tiene un rostro ambigüo, nacido de la creatividad
humana como instrumento de la libertad de la persona, puede entenderse como elemento
de una libertad absoluta que desea prescindir de los límites inherentes a las cosas.
El proceso de globalización podría substituir las ideologías por la técnica, por lo que hoy
día parece que no tenemos sueños. Los planteamientos actuales de los grandes ideales e
ideologías, de las grandes banderas de lucha que se levantaron hasta los años 60 y 70
parecen hoy día no estar, y cuando escuchamos discursos políticos y distintos
planteamientos, uno puede ver que parece que estos buscan solo el desarrollo de lo
técnico en si mismo.
El problema de lo técnico se da cuando éste se absolutiza, cuando se hace una cuestión
que desconoce sus propios límites. Ahora, el problema del desarrollo está estrechamente
relacionado con el concepto que tengamos del alma del hombre, ya que nuestro yo, se ve
reducido muchas veces a la psique y la salud del alma, y la salud del alma se confunde
con el bienestar emotivo. Esta reducción tiene, en su origen, una profunda incomprensión
pero que es la vida espiritual y llevan a ignorar que el desarrollo del hombre y de los
pueblos depende también de las soluciones que se dan a los problemas de carácter
espiritual. El desarrollo debe arrastrar además de un progreso material, uno espiritual
porque el hombre es uno en cuerpo y alma.
La encíclica termina planteando que en definitiva el desarrollo no es sólo una cuestión de
la regulación de la técnica, de la regulación del Mercado porque, en el fondo, donde se
producen los grandes acontecimientos del pensamiento, de la voluntad, de la fraternidad,
donde se producen las grandes opciones por la justicia en todos sus elementos, es en el
interior del ser humano.
Las tesis que tiene Caritas in Veritate, es que el gran problema de la sociedad, de las
crisis, de enfrentar el desarrollo, no está en la técnica en sí misma, no está en las
vinculaciones que podamos realizar, sino que está oculto en el alma, en el corazón del ser
humano. Por eso hay que abordar el problema no solamente del punto de vista dogmático
sino que necesariamente hay que tocar el problema a nivel de las opciones que se están
haciendo ¿Por qué?, porque lo que hay de fondo es un problema antropológico de cómo
estamos comprendiendo al ser humano.
Para ello, termina diciendo Benedicto XVI, necesitamos unos ojos nuevos y un corazón
nuevo, que supere la visión materialista de los acontecimientos humanos y que vislumbre
en el desarrollo, ese algo más que la técnica no puede ofrecer. Por este camino se podrá
conseguir el desarrollo humano e integral, cuyo criterio alentador se haya en la fuerza
impulsora de la caridad y la verdad. Sin embargo, para el desarrollo de lo humano
integral y total, se requiere no solamente los elementos materiales que termina diciendo
el Papa, sino que también de elementos que van más allá.
La pregunta es si estamos dispuestos a reconocer que son necesarios elementos que van
más allá del hombre, ¿y cuáles son éstos?, primero la búsqueda de una justicia y de una
justicia ética, la búsqueda de la fraternidad, de la verdad y la caridad. El método está en el
alma del hombre, pero superan al mismo hombre. En definitiva tiene un Ser mucho más
transcendente.
Estos son los planteamientos de la encíclica, entonces para poder buscar el desarrollo, es
necesario buscar en el fondo, dos elementos fundamentales: buscar la entrega del ser
humano y buscar una muestra de porqué el ser humano se entrega a sí mismo. Con esta
lógica de justicia, de caridad, de fraternidad, de gratuidad, es en sí una entrega, pero que
esté buscando los principios de la verdad para que no se dirija para cualquier parte, sino
que vaya por aquello que es justo, por aquello que es bueno, por aquello que es necesario
para el desarrollo total del ser humano.
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