Reflexiones sobre el 60 aniversario de la CEDH

Anuncio
Reflexiones sobre el 60 aniversario de la CEDH
Santiago Ripol Carulla
Catedrático de Derecho internacional público de la Universidad
Pompeu Fabra (Barcelona) y Letrado del Tribunal Constitucional
La Convención Europea para la protección de los derechos humanos y las libertades
fundamentales (CEDH) se abrió a la firma el 4 de noviembre de 1950 y entró en vigor el
3 de septiembre de 1953, tras la ratificación por diez Estados: Reino Unido (1951),
Noruega, Suecia, R.F. de Alemania (1952), Sarre, Irlanda, Grecia, Dinamarca, Islandia
y Luxemburgo (1953). A fecha de 31 de enero de 2006, los 47 Estados miembros del
Consejo de Europa son partes en la CEDH. Mónaco, que ratificó el Convenio el día 30
de noviembre de 2005, es por el momento el último Estado en adherirse al mismo.
La CEDH consta de 59 artículos, agrupados en tres Títulos: Derechos y Libertades,
Tribunal Europeo de Derechos Humanos y Disposiciones diversas.
El Título I recoge un catálogo de derechos y libertades que los Estados partes se obligan
a reconocer “a toda persona dependiente de su jurisdicción” (art. 1). Retomando la
clasificación realizada por R. Cassin en relación a la DUDH, los derechos y libertades
incluidos en la Convención Europea pueden ordenarse en tres grupos:
- derechos que se reconocen al individuo en tanto que personas: derecho a la vida (Art.
2); prohibición de la tortura (Art. 3); prohibición de la esclavitud y del trabajo forzado
(Art. 4); derecho a la libertad y a la seguridad (Art. 5); prohibición de discriminación
(Art. 14);
- derechos que corresponden al individuo en sus relaciones con los grupos sociales de
los que forma parte: derecho a un proceso equitativo (Art. 6); no hay pena sin ley (Art.
7); derecho al respeto a la vida privada y familiar (Art. 8); derecho a contraer
matrimonio (Art. 12); derecho a un recurso efectivo (Art. 13);
- derechos encaminados a permitir que la persona pueda contribuir a la formación de los
órganos del Estado y participar en sus actividades: libertad de pensamiento, de
conciencia y de religión (Art. 9); libertad de expresión (Art. 10); libertad de reunión y
de asociación (Art. 11).
El catálogo de derechos protegidos por la Convención fue, inicialmente, muy reducido:
sólo los derechos fundamentales que se entendían indispensables en cualquier Estado
democrático fueron incluidos en un primer momento. Tal era la intención inicial de los
1
redactores de la Convención: establecer el estándar mínimo de derechos fundamentales
que debía ser respetado por todos los Estados europeos que aspiraran a ingresar en el
Consejo de Europa. Pero este catálogo de derechos humanos y libertades fundamentales
se ha visto progresivamente ampliado a través, fundamentalmente, de la aprobación de
sucesivos protocolos adicionales cuyo contenido consiste en la protección de nuevos
derechos y libertades.
Este modo de actuar – añadir nuevos derechos al CEDH a través de la aprobación de
protocolos - ha permitido superar las dificultades vividas durante el proceso negociador
del CEDH en relación con los derechos a la propiedad privada, a la instrucción y a la
celebración periódica de las elecciones libres, pues éstos fueron reconocidos por el
Protocolo adicional (primero). Con posterioridad, se ha abolido la pena de muerte
(Protocolos adicionales 6 y 13) y se han reconocido los siguientes derechos: prohibición
de prisión por deudas, libertad de circulación, prohibición de la expulsión de los
nacionales, prohibición de las expulsiones colectivas de extranjeros (Protocolo adicional
4); garantías del procedimiento en caso de expulsión de extranjeros, derecho al doble
grado de jurisdicción en materia penal, derecho a indemnización en caso de error
judicial, derecho a no ser juzgado o castigado dos veces, igualdad entre esposos
(Protocolo adicional 7); prohibición de la discriminación (Protocolo adicional 12).
Por otra parte, el Consejo de Europa ha adoptado otros tratados de protección de
determinados derechos humanos, entre los que destaca la Carta Social Europea (1961),
el Convenio Europeo para la Prevención de la Tortura y de las Penas o Tratos
Inhumanos o Degradantes (1989), la Convención marco para la protección de las
minorías nacionales (1995), etc..., que cuentan en muchos casos con su propio órgano
de control internacional (Comité Europeo de Derechos Sociales, Comité Europeo para
la Prevención de la Tortura). A todos ellos debe añadirse la figura del Comisario de
Derechos Humanos- creada en 1999-para promover la educación y la sensibilización en
los derechos humanos, así como para proteger su respeto y velar por la observancia
efectiva de los instrumentos adoptados por el Consejo de Europa. En atención a todo lo
dicho, es posible hablar del Programa de Derechos humanos del Consejo de Europa.
………………………..
Pero el elemento más característico del Convenio de Roma es el mecanismo de control
establecido; mecanismo a cuya cabeza figura el Tribunal Europeo de Derechos
Humanos. La creación del Tribunal resulta consustancial al sistema europeo, pues desde
los primeros trabajos preparatorios de la Convención se indicaba la necesidad de su
presencia. Estos textos, por otra parte, contemplaban el Tribunal como un órgano
singular – distinto a los órganos de control del cumplimiento propios de otros tratados
de protección de los derechos humanos (ej., Convención para la prevención y sanción
del delito de genocidio) – pues había de ser “capaz de aplicar las sanciones necesarias”
para que se respetase el catálogo de derechos humanos (Mensaje a los Europeos, 1948).
2
Cierto es que en su configuración original el sistema de garantía del respeto de los
derechos y libertades contenidos en la CEDH era responsabilidad de tres instituciones:
- la Comisión Europea (establecida en 1954), que era el órgano ante el que los
individuos o los Estados partes formulaban su demanda y al que correspondía la tarea
de: 1) pronunciarse sobre la admisibilidad de tales demandas, 2) establecer los hechos,
3) intentar, en su caso, un arreglo amistoso entre las partes, y 4) de no lograrse éste,
emitir un informe jurídico pronunciándose sobre la existencia o no de vulneración por el
Estado demandado de alguna de las disposiciones del Convenio;
- el Tribunal Europeo (1959), encargado de pronunciarse sobre los casos que le fueran
planteados por medio de una sentencia definitiva y de carácter declarativo;
- el Comité de Ministros del Consejo de Europa, órgano encargado de efectuar el
seguimiento de la ejecución de las sentencias del Tribunal y de adoptar decisiones
definitivas sobre las demandas examinadas por la Comisión que no hubieran sido
deferidas al Tribunal.
Esta estructura fue modificada en determinados aspectos en sucesivas ocasiones hasta la
adopción del Protocolo Adicional núm. 11 al Convenio, que sustituye todas las
disposiciones modificadas o añadidas por dichos protocolos y deroga el Protocolo núm.
9, como expresamente señala la nota aclaratoria que acompaña el texto definitivo del
Convenio tras su enmienda por el Protocolo 11. Entrado en vigor el 1 de noviembre de
1998, el Protocolo núm. 11 establece un único órgano (que sustituye a la Comisión y al
anterior Tribunal): un nuevo tribunal, de carácter permanente, con jurisdicción
obligatoria en todos los asuntos que versan sobre la interpretación y aplicación del
Convenio y con jurisdicción exclusiva, pues las competencias del Comité de Ministros
se reducen en la actualidad a controlar la ejecución de sus sentencias; un órgano, por
otra parte, que, aun con las peculiaridades propias de ser un órgano internacional (por
ejemplo, presencia del Juez nacional), goza de las características de un órgano
jurisdiccional.
El TEDH ha manifestado reiteradamente que su función ha de consistir en realizar una
interpretación dinámica del CEDH al que define como “un instrumento vivo que ha de
interpretarse a la luz de las condiciones de vida actuales”. En buena medida, esta
concepción de su propia función como intérprete de un texto vivo es resultado del papel
jugado por las demandas individuales mediante las cuales se ha formulado al TEDH una
casuística que excede de las previsiones iniciales de los redactores de la CEDH y que ha
requerido del TEDH “un ejercicio de profundización del significado de un mismo texto
invariable”.
Pues bien, esta interpretación dinámica ha sido, junto a la aprobación de Protocolos
Adicionales, la segunda vía de expansión del contenido del catálogo de derechos y
libertades recogidos en la Convención de Roma. La consideración de dos ejemplos ha
3
de servir para hacer evidente la importancia práctica de este aspecto. En el asunto Vogt
c. Alemania (Sentencia de 26 de septiembre de 1995), el TEDH reconoció que el
derecho de una funcionaria alemana, Sra. Vogt, a permanecer en su puesto de trabajo
había sido conculcado como consecuencia de la adopción de una sanción administrativa
contra ella por su militancia activa en el Partido Comunista alemán. Esta sanción
carecía, en opinión del Tribunal, de proporcionalidad en relación con el objetivo
perseguido, a saber, el respeto de la obligación del principio de lealtad constitucional de
los funcionarios públicos alemanes. Pero el Tribunal constató la vulneración del art. 10
CEDH (libertad de expresión), utilizando este artículo como pretexto para proteger un
derecho – el derecho de acceso a la función pública – no recogido en el Convenio. En el
asunto López Ostra c. España (Sentencia de 9 de diciembre de 1994), el Tribunal
realizó una interpretación extensiva del art. 8 CEDH (derecho a la vida privada y
familiar) para deducir del mismo la existencia de un derecho al medio ambiente sano.
………………………….
España se adhirió al Convenio Europeo de Derechos Humanos y aceptó la competencia
de los órganos de garantía del Convenio el 4 de octubre de 1979. Desde esa fecha hasta
el 31 de diciembre de 2012, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha dictado 113
Sentencias en las que España ha sido parte demandada. Dos de estos asuntos
concluyeron mediante la vía del arreglo amistoso prevista en el art. 39 CEDH; otras dos
sentencias se refieren a la cuestión de la satisfacción equitativa prevista en el art. 41
CEDH (antiguo art. 50). Por lo que respecta a las sentencias de fondo, debe indicarse
que en 35 ocasiones el Tribunal de Estrasburgo ha dictado una sentencia constatando
que no se ha producido la vulneración alegada por el demandante; en otras 74
ocasiones, en cambio, el TEDH ha declarado que España vulneró uno de los derechos y
libertades reconocidos en el Convenio.
Esta jurisprudencia ha tenido gran influencia en el Derecho español, bien porque el
legislador ha adecuado determinadas leyes a la misma (así, a modo de ejemplo, las
Sentencias TEDH dictadas en los asuntos Iglesias Gil, Ruiz Mateos y Dacosta Silva han
sido causa material, respectivamente, de las reformas del Código Penal, la Ley Orgánica
del Tribunal Constitucional, y la Ley de Régimen disciplinario de la Guardia Civil),
bien porque los jueces españoles han aplicado los criterios fijados por el TEDH para
precisar ciertos conceptos como los de plazo razonable de la duración de la prisión
provisional (asunto Scott), plazo razonable para la interposición de un recurso (Stone
Court Shipping), grado de razonabilidad de la duración de un proceso (Unión
Alimentaria Sanders), imparcialidad del juez (Perote Pellón), etcétera.
Es fácil concluir la importancia de la jurisprudencia del TEDH que no sólo “ha hecho
del Convenio un instrumento dinámico y poderoso para enfrentar los nuevos desafíos y
consolidar el Estado de Derecho y la democracia en Europa”, sino que también se ha
convertido en un punto de referencia para los particulares, que ven en él una institución
principal para la protección de sus derechos fundamentales.
4
Descargar