Actualidad de Platón

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Actualidad de Platón
L
a filosofía de Platón ha sido sin duda extraordinariamente influyente en la
cultura occidental. El camino filosófico emprendido por nuestro filósofo supuso la
madurez y el esplendor de la nueva forma de saber en oposición al mito, la filosofía,
que se había iniciado dos siglos atrás. Hasta tal punto ha sido determinante la obra de
Platón en el pensamiento occidental que un filósofo del siglo pasado, Whitehead llega
a describir la historia de la filosofía como una simple “serie de anotaciones de la
filosofía de Platón”, y que los momentos de florecimiento de la cultura Occidental
coinciden
con
el
redescubrimiento
del
pensamiento.
Recientemente, Lou Marinoff ha publicado dos libros de divulgación filosófica que han
sido notables best-sellers y tienen como protagonista del título al insigne filósofo griego:
“Más Platón y menos Prozac” y “Pregúntale a Platón”. Se ofrecen como textos de
autoayuda y se basan en el pensamiento filosófico como conjunto de herramientas
útiles a la problemática del hombre actual. Lo primero que llama la atención es,
precisamente, el éxito editorial que ha constituido el poner sobre la mesa a la filosofía,
como caja de remedios contra el malestar personal y colectivo, y el haber utilizado a
Platón como introductor, presentador o reclamo del pensamiento filosófico. Lo que nos
lleva a una doble pregunta, ¿qué aporta la Filosofía al hombre actual? y más
concretamente ¿qué de bueno puede extraerse de Platón ante la compleja y diversa
problemática que puede tener ante sí un ciudadano normal?
Platón es el primer filósofo que sintetiza las diversas temáticas que habían ocupado a
los filósofos anteriores a él, recogiendo en su filosofía y dando una explicación unitaria
de la filosofía de la naturaleza de los primeros filósofos, la ontología de Parménides y
Heráclito, las matemáticas de los pitagóricos, las teorías ético-políticas de los sofistas y
Sócrates,…
Toda la filosofía que sigue después de Platón y hasta nuestros días, tomará la forma
dada por el filósofo a las distintas temáticas objeto de reflexión filosófica: cosmología,
metafísica, epistemología, ética,…
Por otra parte, aunque es indudable que actualmente Platón ha perdido gran parte
de su antigua influencia, no obstante aún hoy hay filósofos que se reclaman
platónicos. Así ha sido, por ejemplo, en la universidad de Oxford, en la durante
prácticamente todo el siglo XX ha existido un grupo de profesores a quienes se les
conocía como platónicos.
La diversidad de su temática: la política, la moral, el amor, la justicia,…, expuesta por
medio de personajes que representan distintos puntos de vista, a través de la técnica
del diálogo, son aún hoy una fuente de inspiración y reflexión, dado que muchos de
sus planteamientos son defendidos en la actualidad. Un ejemplo claro de esto es el
diálogo sobre las distintas maneras de entender el amor en el diálogo El Banquete.
En otro campo donde sin duda el platonismo ha sido de una importancia
transcendental ocurrió en el cristianismo. Agustín de Hipona entre otros teólogos
cristianos, vio en la filosofía platónica la fuente fundamental para crear una filosofía
cristiana. Elementos importantes de la religión cristiana de hoy tienen un origen
platónico.
Existen hallazgos en Platón que tienen vigencia en nuestros días. Es el caso del papel
que Platón concede a la educación. El filósofo por boca de Sócrates pone de
manifiesto en multitud de ocasiones la importancia de la educación para el hombre.
Su idea de la trascendencia de la educación de los jóvenes para alcanzar la sociedad
buena no está nada alejado de la importancia que tiene el proceso educativo hoy.
Sobre este mismo tema de la educación, la importancia que Platón concede a la
“educación en valores” para conformar al futuro hombre y ciudadano, es algo que
desde hace unas décadas constituye uno de los ejes vertebrales del proceso
educativo.
Como hemos dicho más arriba, muchas de las ideas del pensamiento platónico
carecen de actualidad e interés descriptivo, así su concepción de dos mundos
radicalmente distintos y separados, su concepción dualista del hombre y su
consideración negativa del cuerpo, su separación radical entre el conocimiento
sensible y el racional,…. Igualmente, es inasumible hoy la infravaloración del
conocimiento sensible para alcanzar la verdad. Sin embargo, en algo de esto último
Platón no andaba totalmente desencaminado, tal y como nos lo pone de manifiesto
la ciencia moderna: la idea de que es preciso para alcanzar el conocimiento
científico de la realidad, una cierta desconfianza ante las “apariencias” que
percibimos a través de nuestros sentidos. La ciencia nos pone de manifiesto
experimentalmente que la información que recibimos de los sentidos no siempre es
veraz, como por ejemplo, el movimiento “aparente” del sol alrededor de la tierra.
Platón, al afirmar la existencia independiente de las Ideas, se sitúa en el extremo
opuesto del relativismo moral que caracteriza a las sociedades occidentales. Platón
considera que los valores intelectuales, morales y políticos son objetivos, universales y,
por supuesto, cognoscibles. A diferencia de este planteamiento, lo que hoy
encontramos como postura mayoritaria al respecto en nuestra sociedad es el
relativismo moral: no todos entendemos lo mismo cuando hablamos del bien o de la
justicia. Pero este problema plantea la dificultad de cómo alcanzar el consenso social
en determinadas cuestiones éticas que afectan al conjunto de la sociedad. Dicho
consenso, al no fundamentarse hoy en la existencia objetiva de los valores, como
pensaba Platón, sólo es posible mediante el acuerdo –algo ya defendido en tiempos
de Platón por los sofistas–, que, por el destacado papel de los medios de
comunicación social como generadores de opinión, siempre puede ser objeto de
manipulación interesada. El relativismo actual tiene como valor fundamental la
tolerancia, pero, ¿debemos ser tolerantes con todas las manifestaciones culturales?
Indudablemente que no, no podemos consentir que, por ejemplo, un marido o un
padre pueda golpear brutalmente a la mujer porque esto haya sido tolerado por esa
cultura. Ante estos problemas y dado que, contra lo que pensaba nuestro filósofo, no
existen valores absolutos, la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que ha
sido firmada por prácticamente todos los países, debería ser una tabla de derechos y
valores que todos los países deberían de respetar.
Es igualmente evidente que aunque Platón admiró el saber matemático, al que
colocaba en importancia sólo por debajo de las ideas de Bien, Belleza, Justicia y
Verdad, sin embargo, confería a la matemática un carácter quasi-religioso, y no supo
ver en ella, como por otra parte ocurrió a todos los filósofos y científicos hasta que
Galileo realizó su genial descubrimiento: la idea de que la matemática es un
instrumento imprescindible para el conocimiento científico de la realidad, que las leyes
que regulan la naturaleza se pueden expresar en términos matemáticos.
Tampoco su concepción aristocrática de la sociedad y sus posturas antidemocráticas,
pueden ser hoy tenidas en cuenta; ni su concepción del Estado y el gobierno justo,
pero es obvio, por ejemplo, que la consideración de que la mejor medida para
suprimir o disminuir la delincuencia juvenil es una buena educación en valores de la
población infantil y juvenil, tiene su origen en el “intelectualismo moral” platónico que
nos dice que el mal es producto de la ignorancia y de la irreflexión al no darnos cuenta
de que no hemos actuado buscando nuestro auténtico bien.
Pero a pesar de la “inactualidad” de muchas de sus ideas, hay que algo que perdura
y es probable que lo siga haciendo en el futuro: la aspiración de su saber, el intento de
responder a través del “personaje” Sócrates, que representa el pensamiento platónico,
en debate con sus antagonistas en los diálogos, a interrogantes fundamentales que el
hombre se ha hecho a través de la historia y que nunca se han podido contestar
definitivamente:
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¿cómo podemos conocer la verdad del mundo?
¿cómo conseguir la paz y la justicia social?
¿cómo ser auténticamente feliz?
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