El poder de Dios o la fuerza de la carne. (Lo divino y lo terrenal en

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El poder de Dios o la fuerza de la carne.
(Lo divino y lo terrenal en el imaginario de
Sabaneta de jujure: 1807)
Emad Aboaasi El Nimer*
Resumen
En el presente trabajo se evalúa un caso de concubinato entre dos
primos hermanos ocurrido en 1807, en Sabaneta de Jujure (hoy
Municipio Turén, estado Portuguesa), en el cual se evidencia la
lucha entre la iglesia y la corona española por vigilar las conductas
individuales y sociales en dicha población, a principios del siglo XIX.
Palabras clave: Sabaneta de Yujure, Turén, Concubinato, Iglesia,
Poder Secular.
THE GOD’S POWER OR THE FLESH’S STRENGTH.
(THE DIVINE AND THE EARTH IN THE IMAGERY
OF SABANETA OF JUJURE: 1807)
Abstract
This paper evaluates a case of cohabitation between two cousins
occurred in 1807, in Sabaneta de Jujure (now Municipality Turen,
Portuguesa), which is evident in the struggle between the church
and the Spanish crown to monitor individual behavior and social
conditions in this population, early nineteenth century.
Key words: Sabaneta de Yujure, Turen, Concubinage, Church,
Secular Power.
*
Lic. en Historia, Lic. en Educación: Mención Historia, Abogado, Dr. en Historia. Profesor de la Escuela de
Historia (U.L.A.). E-mail: [email protected]
Recibido: marzo 2010
Aceptado: abril 2010
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1.- Preliminar
Desde el mismo proceso colonial hispánico, en América –y particularmente en Venezuela- los pecados de la carne y las uniones ilícitas
fueron vistos como males que acechaban a los individuos de distintos
estratos sociales, conminándolos a subvertir las normas que los reprimían, generando dolores de cabeza a las autoridades eclesiásticas
y civiles encargadas de vigilar los cuerpos para evitar que se desbordaran de pasión.
En ese periodo colonial, la única forma de pareja aceptada por las
leyes divinas y terrenales, entre un hombre y una mujer, era la del
matrimonio. Una de las maneras de vulnerarla era a través del concubinato o amancebamiento, que consistía en que un hombre y una
mujer llevaran una relación íntima “(...) sin haber cumplido con el
rito ni con las formalidades impuestas por la iglesia católica”1.
Por tanto, el amancebamiento era considerado una transgresión social
que minaba las normas eclesiásticas y las buenas costumbres; y en la
sociedad, era visto con vergüenza por su carácter ilegal y pecaminoso,
pues llevaba implícita la práctica del sexo, que no se concebía fuera
del lecho nupcial; por cuanto sólo debía ser realizado entre cónyuges.
El concubinato, entonces, era escandaloso –y más– cuando la pareja
unida tenía lazos de consanguinidad de segundo grado, es decir, eran
primos hermanos. Ello en virtud de que por mandato legal, no podían
unirse –ni casarse– por tener Impedimentos impedientes2, salvo que
obtuviesen dispensa expresa del Obispo Diocesano. Ante esta realidad
socio-jurídica, hubo hombres casados que quebrantaron la norma,
1
Victoria E. Pawels T. “El Destierro en la Colonia”. Boletín de Historia, pág. 104.
2
Impedimentos impedientes son los obstáculos que prohibían la realización del matrimonio sin previa autorización
de la Iglesia. Era ésta quien otorgaba la dispensa de acuerdo a las leyes eclesiásticas e indianas. Pero
si el matrimonio ya se hubiese contraído, no se anulaba, quedaba legalizado como tal. En el caso de
los primos hermanos sólo se dispensaba bajo ciertas circunstancias consideradas por la Iglesia. Vid:
Avendaño Cerrada, Elizabeth y Rodríguez, Cerrada Marisela. Los Impedimentos al Matrimonio en
la Diócesis de Mérida 1802-1812, págs. 48-53.
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sosteniendo –paralelamente– una relación de amancebamiento, que
al ser descubiertos, fueron objeto de sanción legal, religiosa y pública.
En este sentido, en las páginas subsiguientes, se pretende hacer una
lectura inductiva a un caso de concubinato entre los primos hermanos
Juan Sosa y Matea Sosa, a fin de comprender la lucha suscitada entre
la iglesia y la corona española por controlar los comportamientos
individuales y sociales, la cual nos permitirá acercarnos al imaginario
colectivo de Sabaneta de Jujure de principios del siglo XIX.
2.- Narración del hecho delictuoso
El 31 de marzo de 1807, Andrés de Los Ríos, Capellán de Sabaneta
de Jujure3, (hoy día, Villa Bruzual, capital del Municipio Turén,
estado Portuguesa), dirigió un Escrito de Queja ante el Teniente
Justicia Mayor, Don Alonzo Luis Escalona, informándole que bajo
sus instrucciones, el Comisionado de Justicia interino procedió a
llevar a prisión a Juan Sosa, con la custodia necesaria y a la disposición del Tribunal, por el delito de concubinato que éste, desde
hacía varios años, mantenía públicamente con su prima hermana
Matea Sosa4, pese a ser un hombre casado. Ello en atención a que
según las Siete Partidas de Alfonso el sabio, yacer con una parienta
3
D. Joseph Luis De Cisneros, en su obra Descripción exacta de la Provincia de Benezuela (pág. 130),
la denomina Yugure; el Obispo Mariano Martí en Documentos relativos a su visita Pastoral de la
Diócesis de Caracas: 1771-1784. Libro Personal (Vol. 96, T. II, Pág. 585) la llama Jujure, alias Turén;
el Hermano Nectario María en Historia del estado Portuguesa (Pág. 41) la denomina San Antonio de
Yujure, y nos informa que el pueblo de Sabaneta es el nombre originario de Villa Bruzual, la capital del
actual Municipio Turén, estado Portuguesa. Álvaro García Castro, en “Centros poblados”, Apéndice
1 del Diccionario de Historia de Venezuela, de la Fundación Polar (Vol. 4, 2da. Edición, 1997, págs.
446-449) nos dice que el pueblo de indios San Antonio de Padua de Jujure de Turén, fundado en 1724
por Fray Francisco de Campillo, corresponde al actual Municipio Turén; y luego nos informa que el
pueblo de indios Sabaneta de Turén o Jujure, fundado en 1797 por Juan de Alhama, actualmente es
Villa Bruzual. Este nombre se debe al valiente sin miedo Ezequiel Bruzual, quien durante la guerra
federal acampó en sus predios y desató la batalla de El Guasdual en 1861. A partir de 1864, con la
Ley de división político territorial de ese momento se le cambió el nombre a Sabaneta por el de Villa
Bruzual, nombre que aún lleva actualmente.
4
El documento analizado no señala la edad de los concubinos, ni la clase social. Sin embargo, presumimos
que eran mayores de edad y posiblemente pertenecían a la clase criolla o peninsular.
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hasta el cuarto grado de consanguinidad era considerado pecado, y
por ende, incestuoso:
Yacer ome con su parienta, ó cuñada, es pecado que pesa
mucho á Dios, é que tienenn los omes por muy gran mal, é llamando en latin incaestus, que quiere tanto decir, como pecado
que es fecho contra castidad, é cae en este pecado el que yace
a sabiendas con su parienta fasta el cuarto grado, ó con
su cuñada que fuesse muger de su pariente hasta en esse mesmo
grado5. (Negritas nuestras).
Además, le informó que aun y cuando hizo todo lo posible para que
Juan se encarrilase en su vida nupcial, sus “(...) requerimientos y amonestaciones amorosas, las reprensiones verbales de la justicia y tiempo
demasiado que se le ha concedido para efectuar ó practicar las diligencias
concernientes á6 su matrimonio”7 fueron infructuosas. Debido a que
Juan le hizo caso omiso a todas sus reprimendas y siguió manteniendo su relación concubinaria con Matea. Obviamente, el Pastor
actúa “(...) con oportunos remedios a tan grave mal; (...) (para extinguir
tal) excomunión, (...)”8, porque según el Concilio de Trento, Sesión
XXIV, referente al Decreto de Reforma sobre el Matrimonio, Capítulo VIII, en el procedimiento eclesiástico contra las uniones ilícitas,
si después de ser amonestados tres veces por el Ordinario –aun de
oficio– no se apartasen de su concubina los mal entretenidos; se les
debía seguir reprendiendo hasta que obedecieran la corrección que
se les hubiese impuesto9.
5
Don Joseph Berni y Catalá. Apuntamientos sobre las leyes de Partida al tenor de leyes recopiladas,
Autos acordados, autores españoles y practica (sic) moderna, que escribe el doctor Don Joseph
Berni, y Catalá, Abogado de los Reales Consejos, y de pobres en esta ciudad de Valencia con
dos copiosos indices, (sic) uno del texto, y otro de los Apuntamientos. Partida VII, págs. 86-87.
6
Se ha de advertir que se utilizaron las normas de Transcripción de Washington de 1961, respetándose en términos generales la ortografía original del documento analizado y citado, despejándose las abreviaturas.
7
Archivo Histórico Arquidiocesano de Caracas. “Carta enviada por el Bachiller Andrés de Los Ríos al
Teniente Justicia Mayor Don Alonzo Luis Escalona”, folio 1, fte.
8
Sacrosanto, Ecuménico y General Concilio de Trento. El Sacramento del Matrimonio, Sesión XXIV, VIII celebrada en tiempo del sumo Pontífice Pío IV en 11 de noviembre de 1563. Doctrina sobre el Sacramento
del Matrimonio, Cánones del Sacramento del Matrimonio, Decreto de Reforma Sobre el Matrimonio.
9
Idem.
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Al mismo tiempo, resaltó que el día Viernes Santo, a las once de la
noche, dicho Comisionado de Instancia de Sabaneta de Jujure, verificó
la prisión de los mencionados primos hermanos a quienes sorprendió
“(...) durmiendo ya baxo un mismo techo, en un mismo aposento, y con
tal reposo y tranquilidad, como si aquella su exêcrable criminal union la
hubiese aprobado la Yglesia, (...)”10. Razón por la cual, se alarmó tanto
que los sermoneó seriamente, porque consideraba que con tal delito
criminal y público, de transgresión sexual, estaban desafiando la misericordia del Todopoderoso, y obviamente, vulnerando el orden del
comportamiento social impuesto por la Iglesia a sus feligreses. No
olvidemos que:
Los Curas o Presbíteros encargados de velar por las ovejas
del rebaño del Señor, estaban pendientes de todas las irregularidades que se daban en sus jurisdicciones eclesiásticas,
tratando de poner “a buen vivir” a las parejas que por ciertas
circunstancias no habían podido hacer vida matrimonial según los preceptos de la Madre Iglesia11.
Por tanto,
(...) tenían el objetivo de fomentar el estudio y predicar la
doctrina católica con el objeto de actuar sobre la conciencia colectiva, por medio de la creación de preceptos morales
coercitivos y condicionantes de las actitudes de los pobladores para impedir el relajamiento sexual de los diversos estratos sociales12.
En tal sentido, Andrés de Los Ríos, al notar que los infractores se
habían unido carnalmente en la festividad de la Semana Santa sin
la preocupación del castigo de Dios, los reprendió para que tuviesen
10
Archivo Histórico Arquidiocesano de Caracas. Doc. cit., folio 1, fte.
11
Vid: Avendaño Cerrada, Elizabeth y Rodríguez, Cerrada Marisela. Op. Cit., pág. 67.
12
Jenifer Piñerúa N. “De casorios y conveniencias. Transgresiones sexuales, leyes divinas y terrenales”.
Tierra Firme, pág. 219.
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conciencia de la hondura de su pecado y supieran del sacrilegio cometido, “(...) y hecholes ver la enormidad de su delito, cometido publicamente
sin temor de Dios, ni respeto á aquel dia tan sagrado; (...)”13. Pues, según
la Iglesia Católica, se debía guardar abstinencia sexual porque se
rememoraba con dolor, la crucifixión de Jesucristo. Ninguna ovejita
cristiana debía fornicar.
El Capellán indicó que luego de que Juan y Matea fueron aprehendidos,
él confirmó las formalidades legales que exigía el caso, tales como: la privación de libertad para Juan, así como la pena pecuniaria en su contra
mediante el embargo de sus bienes; y el depósito de Matea en casa de
familia honesta, tal como lo ordenaba el Sínodo Diocesano. Este tipo
de castigo es: (...) una muestra (...) del poder que impone el hombre como
ser dominante de la sociedad. A la mujer que lleva una vida de ‘escándalo’ y
alegre se le aparta de la sociedad14. En este caso, Matea quedó aislada, recayendo todo el peso de la ley sobre ella, porque luego, Juan fue puesto
en libertad15. Cuando en realidad la Ley III, del Título XVIII de la VII
Partida de Alfonso el sabio, merecía una pena más severa. Leamos:
E por si aventura alguno cassase á sabienda con su parienta quel perteneciesse fasta el grado sobredicho, ó fe
ayuntasse á ella carnalmente, si fuere ome honrado
debe perder la honra, é el lugar que tenia, é ser desterrado
para siempre en alguna isla. E si fijos non oviere legitimos
de otro casamiento, deven ser todos sus bienes de la Camara del Rey: fueras ende, si tal casamiento como este fuesse
otorgado por dispensacion del Papa, é si aquel que ficiesse el
casamiento fuere ome vil, devenle dar açotes publicamente,
é después destarrarlo para siempre, (…)16.
13
Archivo Histórico Arquidiocesano de Caracas. Doc. cit., folio 1, fte.
14
Oscar Hernando Guarín. “La prostitución en la Colonia”. Boletín de Historia, pág. 96.
15
Hasta los momentos no nos ha sido posible hallar el expediente judicial instruido contra estos infractores, por
tanto, no tenemos mayor información sobre el destino de María, los bienes embargados a Juan, el nombre
de su esposa e hijos, el número de hijos, entre otros datos que cualquier lector quisiera tener presentes
a los efectos de seguir ampliando su visión acerca del desarrollo de este caso en el contexto histórico.
16
Doctor Don Joseph Berni y Catalá. Op. Cit., pág. 87.
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El anterior procedimiento no le fue aplicado a Juan, pues no perdió la honra, ni fue desterrado. Ante esta realidad jurídica cabe
preguntarse: ¿Acaso la justicia fue indulgente con Juan porque
era hombre? ¿O porque era casado y así, quizás podía regresar a su
hogar nupcial? ¿Quién aseguraba que no siguiera buscando a otra
prima hermana –o cualquier otra– para conminarla a fusionar su
pasión con la de él?..
3.- Escarmiento público contra la deliberada sexualidad…
Evidentemente, la actitud indulgente de la justicia terrena –nefasta
a los ojos de la Iglesia– molestó al representante de la Iglesia Católica
de Sabaneta de Jujure, Capellán Andrés de Los Ríos. Por lo que se
quejó al considerar que esa unión carnal pervertía los sanos hábitos
del entorno y debía ser castigada notoriamente. Así lo expresa textualmente en su Escrito de Queja:
Quando yo y todo el mundo esperaba que Vuestras Mercedes
en vista de la delinqüencia de éstos reos (tanto mas porque
quanto mas contumaces y escandalosa) y en desempeño de
la recta administración de justicia que se lo ha confiado, hubiese procedido á la corrección de ellos para dar una publica
satisfacción á este vecindario altamantemente escandalizado con sus delitos, y que sirviere de escarmiento á los demás,
(...)17.
Nótese que, “(...) la mayor condena social era originada en el escándalo
público y no en la transgresión por sí sola”18. Porque (...) el problema moral de la sociedad no radica en el delito por sí mismo, sino en el hecho de
hacerse público (...)”19. El rumor que se generaba en la calle era lo que
hacía actuar a las autoridades, porque se sentían burladas. Cuando la
relación pasional de dos seres no se ceñía al corpiño de la exigencia
17
Archivo Histórico Arquidiocesano de Caracas. Doc. cit., folio 1, vto.
18
Jenifer Piñerúa N. Art. cit., pág. 217.
19
Ibidem, pág. 221.
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social, quedaba oculto en lo privado; y tal vez no tenía trascendencia.
Por la sencilla razón de que al hacerse:
(...) públicos los adulterios, amancebamientos y concubinatos las autoridades se constituyen en protectoras de la moral
colectiva, pero mientras estos permanecen en lo subterráneo
de las relaciones no causan estupor, se podría decir que las
autoridades se cuidan más de ejercer un poder de facto que
de administrar una justicia correctiva; para la justicia, su rectitud y moralidad no pueden quedar en entre dicho, y se convierte así en una institución reguladora de las necesidades
sociales y de las necesidades morales20.
Entonces, se recurría al sermón de desaprobación pública para amonestar y corregir la deliberada sexualidad extramarital. Porque el sexo
no se concebía fuera del lecho nupcial; sólo debía ser realizado entre
cónyuges. También, se aplicaba el castigo por fuerza de ley, a través
de los funcionarios de justicia de la realeza española. Con la severa
sanción, la autoridad laica cooperaría más en el control social, estaría
informada de los vecinos mal entretenidos poniéndoles mano dura.
Así las cosas, quien tenía urgencia de unirse en cuerpo y alma a otra
persona, debía hacerlo mediante el patrón eclesiástico y legal, y en
consecuencia, que viviera –de modo notorio y público–, su relación de
pareja, pero casado. Así no tendría que estar propiciando encuentros
a hurtadillas, poniendo en entredicho a las autoridades que tanto vigilaban estas conductas. Además, “(...) se consideraba que por medio del
matrimonio se desterraba la sexualidad pecaminosa, ya que la finalidad del
matrimonio era la procreación sin placer, ni deseo”21. Concebir el sexo sin
el patrón nupcial, era una evidente y expresa contravención al orden
social. Amén de ser objeto de intolerancia religiosa. Por cuanto, “(...)
una transgresión sexual implicaba delito y pecado a la vez, lo que quiere
20
Oscar Hernando Guarín. Art. cit., pág. 96.
21
Jenifer Piñerúa N. Art. cit., pág. 221.
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decir que ningún cuerpo legal de la época aceptaba la sexualidad fuera
del matrimonio”22.
En este orden de ideas, Andrés de Los Ríos, al ver que la autoridad
secular no fue severa con Juan Sosa, se alarmó de que la decisión
siguiera dando pie a la corrupción de la carne, pervirtiendo así, los
principios de la moral cristiana en cuanto a la sagrada unión del hombre y la mujer en matrimonio, como una manera de glorificar a Dios
en el propio cuerpo, huyendo de la fornicación23. Por tanto, cree que
la actitud tan permisiva de la autoridad secular, podía ser una tácita
aprobación a tales excesos contra la natura nupcial, única forma de
unión lícita. Por ello, increpó lo siguiente:
(…) solo veo que se recibe con la mayor indiferencia un asunto de tanta gravedad por su naturaleza y circunstancias, el
reo en libertad burlado el Ministro que representa aquí la
persona de Vuestra Merced, infructuosas mis instancias,
desatendidos mis clamores, y una tacita aprobación o salvo
conducto á estos y demas delinquentes para que continuen
en sus crímenes y exêsos24.
El Capellán no exige de la autoridad Real “(...) represión del desorden,
(...) (sino una) mejoría ordenada de las fuerzas colectivas e individuales
(...) es decir, no el rigor de una prohibición sino la necesidad de reglamentar el sexo mediante discursos útiles y públicos”25. Porque ello fungiría
de moraleja a los vecinos de Sabaneta de Jujure. Serviría de lección
para el colectivo y sería el mejor premio para quienes creían en la
continencia de la práctica sexual extramarital, como sinónimo de
orden y respeto por las normas de Dios y del hombre.
22
Ibidem, pág. 218.
23
Vid: La Santa Biblia. Primera Epístola del Apóstol San Pablo a los Corintios, Capítulo 6, Versículo 18, pág. 1057.
24
Archivo Histórico Arquidiocesano de Caracas. Doc. cit., folio 1, vto.
25
Michel Foucault. Historia de la sexualidad. Vol. 1: La voluntad de saber, pág. 34.
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4.- La preocupación del Capellán Andrés…
La preocupación del Capellán Andrés, en el Escrito de Queja del 31 de
marzo de 1807, dirigido al teniente Justicia Mayor, Don Alonzo Luis
Escalona, se evidencia a través de tres inquietudes. La primera, que
su trabajo no fuese cumplido a cabalidad y sus sermones no llegasen
a incitar al buen comportamiento de su feligresía en Sabaneta de Jujure. Por ello, invocaba el castigo como único medio para imponer el
orden en la sociedad: “(...) Si estos no se castigan ¿De qué servirá que yo
declame vivamente contra ellos desde la Catedra del Espiritu Santo? (...)”26
La segunda inquietud recae en la falta de ayuda de los funcionarios
de justicia de la Corona española, para controlar y castigar las violaciones a las normas sociales y morales. Entonces, con súplicas de un
pastor de iglesia preocupado ante el descarrío de sus ovejas, expresó:
(...) ¿De que aprovecharán mis paternales exortaciones, si los
Padres de la Patria los toleran? ni de que mis débiles amenazas si viven satisfechos de que todos mis esfuerzos serán
inútiles, y que sus delitos quedarán impunes? Si no se hace
un exemplar, si no se les persigue con el mayor andar (...)27.
(Subrayado nuestro).
Es necesario abrir un paréntesis discursivo para resaltar un elemento
sumamente curioso presente en la anterior cita del documento en
estudio. A tres años del inicio de la gesta emancipadora, el Capellán Andrés utiliza la nomenclatura: “los Padres de la Patria”, para
referirse a los funcionarios del orden civil colonial establecido.
¿Acaso el ambiente prebélico había generado el empleo de estas
categorizaciones? De ser así, la frase se utilizó en un contexto para
evocar otros significados distintos al que se ha utilizado luego de
la guerra de independencia.
26
Archivo Histórico Arquidiocesano de Caracas. Doc. cit., folios 1, vto.
27
Ibidem, folios 1, vto. y 2, fte.
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Ahora bien, retomando el orden discursivo, señalaremos que el Capellán manifiesta como tercera y última inquietud, la zozobra ante
la inestabilidad social y familiar a la que podía conllevar el descarrío
de las ovejitas en Sabaneta, que pública y escandalosamente viven
su ardiente relación. Así lo reflejó, cuando en la misiva en estudio,
le preguntó a Don Alonzo: “(...) ¿quando se persuade Vuestra Merced
que una multitud de infelices que viven aquí revolcandose públicamente
en el cenagal de sus impurezas dexarán sus escandalos? (...)28
Además, se observa que pese a su labor de mantener –desde su ministerio– el control sexual del colectivo en Sabaneta de Jujure, devela
intranquilidad por la impunidad que estaba notando ante este tipo de
conductas pasionales fuera de orden, que ponían en jaque a la institución matrimonial. Recuérdese que la Ley I, del Título II de la IV Partida
del Rey Alfonso X, señala que el matrimonio es el: “ayuntamiento
de marido et de muger fecho con tal entencion de vevir siempre en
uno, et de non se partir guardando lealtad cada uno dellos al otro”29.
Por su parte, el Concilio de Trento, en su Sesión XXIV, referente a
Cánones del Sacramento del Matrimonio, Canon II, condenaba las
relaciones ilícitas en los términos que siguen: “(...) Si alguno dijere,
que es lícito a los cristianos tener a un mismo tiempo muchas mujeres, y
que esto no está prohibido por ninguna ley divina; sea excomulgado” 30.
Por tal motivo, el Capellán exigió al Teniente Justicia Mayor mano
dura para frenar el numeroso descarrío de los cristianos de su jurisdicción, pues consideraba que de no corregirse estas actitudes de
hombres casados y mal entretenidos, se socavaría más la relación
nupcial, sin la esperanza de que los Donjuanes retornasen a su hogar a
atender a su cónyuge e hijos. Muestra a la mujer como un alma débil,
digna de ser consolada y protegida. Amén de decir que, si la justicia
terrenal no resultaba ser el eficaz remedio social, entonces, ¿sería por
obra de Dios? Por tanto, arguyó textualmente:
28
Ibidem, folio 2 fte.
29
Don Joseph Berni y Catalá. Op. Cit. Partida IV, págs. 86-87.
30
Sacrosanto, ecuménico y general Concilio de Trento… Doc. Cit…
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¿quando volverá aquel casado malentretenido á atender á sus
obligaciones, y consolar á su pobre consorte, é hijos muchos
tiempos há abandonados? ¿quando cesarán los suspiros y el
llanto de aquella madre desconsolada que no puede contener
los excêsos de sus hijas, porque teme (y con razon) las violencias y furores de los complices de ellas que la amenazan?
¿Quando?; quando...? Si la justicia no trata de poner el remedio, quando Dios obre estos milagros31.
Culminó su misiva expresándole al Teniente Justicia Mayor, que aun
y cuando –en este caso– la decisión judicial había sido endeble ante
los pecados de la carne, él –en su obligación como Pastor– continuaría lidiando por combatir los pecados del cuerpo social, sobre todo,
los que fuesen notorios y públicos. Y si el orden laico menguase su
rectitud, él redoblaría sus cuidados y pediría nuevos remedios legales:
Señor Teniente: Yo no puedo oír sin dolor las justas quexas de
mis feligreses, ni dexar de horrorizarme en vista de la seguridad con que viven estos delinqüentes en medio de sus escandalos: yo no puedo dexar de cumplir con una de mis principales obligaciones: yo debo esforzarme hasta lo último para que
se eviten los pecados, y mucho mas los pecados publicos; y así
no extrañe Vuestra Merced que yo haga esta demostración, ni
cese de levantar la voz hasta que logre en lo posible su total
exterminio. Solo deseo que me diga, si Vuestra Merced continuará oyendo con la frialdad e indiferencia que hasta aquí mis
reclamos, no para desmayar en la empresa, antes bien para redoblar mis cuidados, y solicitar nuevos remedios.
Suplicº á Vuestra Merced se digne contestarme:
Deseo á Vuestra Merced la mas cumplida salud, y que Nuestro Señor le guarde muchos años.
32.-
Archivo Histórico Arquidiocesano de Caracas. Doc. cit., folio 2, fte.
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Queda de Vuestra Merced afectuosísimo Segurº Servidor
Capellán
que besa sus manos.
(Firmado y rubricado)
Bachiller Andres de Los Ríos32.
5.- Finalmente...
Ante situaciones de delito por concubinato público y notorio, como
la de Juan Sosa y Matea Sosa, era necesario imponer una pena y un
castigo como demostración de que cualquier alteración del orden
social y sexual era sumamente abominable, y la vulnerabilidad institucional se hacía respetar.
El Capellán de la Iglesia Católica de Sabaneta de Jujure, Andrés de Los
Ríos, así lo denunció en su Escrito de Queja de 1807, donde exhortó
al buen comportamiento y a las buenas conductas individuales en el
entorno social. El escarmiento público le permitiría a la iglesia garantizar el miedo hacia los castigos de Dios. De lo contrario, no habría
legitimidad en el imaginario colectivo. El escudo eclesiástico era la
palabra de Dios, y debía respetarse. Subvertirla era pecado. Para el
orden Real era delito.
Indiscutiblemente, se palpa la disputa entre el poder de la Iglesia
versus la justicia terrenal… La autoridad Real se legitima mediante
el castigo al infractor del orden moral, por contravenir la conducta
del eros. Cuando dicha autoridad se hacía de la vista gorda –en casos
pasionales– y su actuación se hacía un tanto blandengue, molestaba
a la iglesia. La transgresión ante la realidad colectiva en torno a la
expresión deliberada de los instintos carnales, generaba conflictos
entre el orden religioso y los funcionarios de la realeza en materia
criminal33, porque si se vulneraba la norma era por falta de autoridad,
y tal vez un tácito consentimiento del desorden.
32
Ibidem, folio 2, vto.
33
Para la época en estudio (1807), el concubinato era considerado delito de carácter criminal, nomenclatura
que hoy día llamaríamos delito penal.
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Es obvio que estamos en presencia de un ambiente donde se socava
el orden social impuesto por la iglesia y que requiere de la autoridad
de la realeza española, porque en los (...) casos de transgresiones los dos
entes regidores podían actuar conjuntamente para castigar al pecador”34.
Y cual “policía del sexo”35, podían poner coto a las actitudes libidinosas
consumadas. El sexo era visto como asunto realizado entre marido y
mujer. Por tanto, “Romper con las leyes del matrimonio o buscar placeres
extraños significaba, (...) condenación”36.
Se debía acatar lo impuesto en las normas eclesiásticas y seculares
como una muestra de que: “Todos los poseedores de una parte de autoridad están en un estado de alerta perpetua, reavivado sin descanso por
las disposiciones, las precauciones y el juego de los castigos y las responsabilidades”37.
Finalmente, el Escrito de Queja de 1807 del Capellán Andrés, permite
hallar ciertos elementos para comprender el discurso de este eclesiástico en torno al descarrío sexual suscitado a principios del siglo XIX
en Sabaneta de Jujure; además, devela la función de la justicia en el
plano terrenal y la función de la iglesia en el ámbito divino por controlar los comportamientos individuales y sociales, donde el miedo
a la furia de Dios debía ir acompañado del castigo al delito entre los
hombres. Así entonces, se infiere que la fragilidad de la carne es vista
como de humanos, y la tentación como acción del demonio, que la
fe en Dios calma...
FUENTES CONSULTADAS
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por el Bachiller Andrés de Los Ríos al Teniente Justicia Mayor
Don Alonzo Luis Escalona”. Sabaneta, 3 de marzo de 1807.
Sección: Turén, Carpeta: Parroquias 169.
34
Jenifer Piñerúa N. Art. Cit., pág. 219.
35
Esta nomenclatura es usada por Michel Foucault, al referir que: “En el siglo XVIII el sexo llegó a ser asunto
de policía”. Cfr. Su libro: Historia de … Op. cit., pág. 34.
36
Michel Foucault. Op. cit., pág. 26.
37
Ibidem, pág. 38.
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