Aspectos psicológicos del dolor provocado por el cáncer

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Aspectos psicológicos del dolor provocado por el cáncer
Los desafíos psicológicos del dolor provocado por el cáncer
El dolor es un problema común en pacientes a quienes se diagnostica cáncer por primera vez y en
supervivientes de cáncer [6]. Se calcula que entre el 50% y el 90% de los pacientes con cáncer sufren dolor [1,7].
Desde una perspectiva psicológica, el dolor provocado por el cáncer representa un desafío por varios motivos [6].
En primer lugar, para muchos pacientes y supervivientes de cáncer, la aparición de dolor puede generar
preocupación por el avance de la enfermedad. En segundo lugar, si bien a menudo se cree que el dolor
provocado por el cáncer se relaciona con factores biológicos (por ejemplo: progresión e invasión tumoral o
tratamientos relacionados con el cáncer), con frecuencia persiste durante mucho tiempo después de que se cree
que los pacientes están curados del cáncer. Por último, dado que el dolor provocado por el cáncer en general se
trata médicamente, los pacientes y los profesionales de la salud con frecuencia subestiman el efecto que el dolor
provocado por el cáncer tiene en la angustia psicológica y no consideran los posibles beneficios de utilizar
tratamientos psicológicos para ayudar a manejar el dolor provocado por el cáncer.
La relación del dolor con la angustia psicológica
Durante las dos últimas décadas, se ha reconocido cada vez más la importancia de la relación de la experiencia
del dolor provocado por el cáncer con factores psicológicos, tales como ansiedad y depresión [10]. Se han
realizado numerosos estudios de investigación a través de los cuales se ha demostrado que existe una fuerte
asociación entre el dolor provocado por el cáncer y el funcionamiento psicológico. A continuación describimos
algunos de los principales resultados de estos estudios:
• En comparación con los pacientes que con cáncer sin dolor, los pacientes con cáncer con dolor
presentaron niveles de ansiedad, depresión e ira mucho más elevados. Los pacientes con mayor
intensidad de dolor y mayor duración de dolor presentaron los niveles más elevados de alteración del
estado de ánimo [3].
• En el caso de los pacientes con pronóstico de supervivencia de menos de 6 meses, aquellos que
tuvieron niveles de dolor más elevados mostraron muchas más probabilidades de informar ansiedad y
depresión [5].
• Entre los pacientes hospitalizados con cáncer avanzado, aquellos que experimentaron más dolor
presentaron niveles mucho más elevados de preocupación por el dolor, miedo al futuro y miedo a la
progresión del dolor [8].
• En los pacientes con cáncer derivados para tratamientos especializados para el dolor, los individuos que
tenían niveles de dolor más elevados mostraron muchas más probabilidades de informar niveles más
elevados de pensamientos negativos y niveles más bajos de pensamientos positivos [9].
En conjunto, estos resultados indican que la experiencia del dolor provocado por el cáncer a menudo está
relacionada con niveles elevados de angustia psicológica, lo que incluye niveles elevados de depresión,
ansiedad, miedo y estado negativo de ánimo. Los pacientes con cáncer deben saber que durante los episodios
de dolor intenso son frecuentes los cambios en el estado de ánimo y en las emociones. Buscar y conseguir alivio
eficaz del dolor puede ayudar a aliviar la angustia psicológica. Además, tomar medidas para reducir la angustia
psicológica —a través de los propios esfuerzos, del uso de medicamentos o del tratamiento psicológico— puede
mejorar el manejo del dolor. Los profesionales de la salud que trabajan con pacientes con cáncer deben estar
alertas a las señales de angustia psicológica en pacientes que experimentan dolor. La evaluación y el tratamiento
cuidadosos de la angustia psicológica representan un componente importante del manejo del dolor provocado
por el cáncer [4].
Estrategias para afrontar el dolor
Las personas que sufren dolor provocado por el cáncer en general desarrollan y usan varias estrategias para
afrontar, manejar o minimizar los efectos del dolor [6]. Estas estrategias pueden incluir estrategias conductuales
(por ejemplo: descansar, aplicar calor húmedo, cambiar de postura, cambiar el ritmo de las actividades, o usar
métodos de relajación) o estrategias para hacer cara al dolor en las que se busca cambiar la manera de pensar
(por ejemplo: concentrarse en algo para distraerse, repetir autoafirmaciones para calmarse o practicar meditación
o rezar).
Las observaciones clínicas sugieren que los pacientes con cáncer a menudo informan que usan estrategias para
manejar el dolor [2,10]. Los pacientes con cáncer informan que estas estrategias son útiles no solamente porque
reducen el dolor, sino también porque les permiten mantenerse activos y manejar su angustia psicológica. Los
estudios realizados sobre estrategias para afrontar el dolor en pacientes que padecen cáncer no han permitido
identificar una estrategia en particular o un grupo de estrategias en particular que funcionen siempre de la misma
manera. Sin embargo, cada vez hay más pruebas de que los pacientes con cáncer que confían en su propia
capacidad para afrontar y controlar el dolor provocado por el cáncer experimentan menos dolor [2]. Además, los
estudios demuestran que los pacientes con cáncer y que viven el dolor como algo catastrófico (es decir, que no
paran de pensar en el dolor y se sienten desamparados) tienen muchas más probabilidades de experimentar
niveles más elevados de dolor, ansiedad y problemas con el dolor que interfieren en sus actividades diarias [2].
Los pacientes con cáncer deben reconocer que la manera de afrontar el dolor puede influir en su experiencia con
relación al dolor. Es importante desarrollar distintas estrategias para afrontar el dolor y para evitar pensamientos
demasiado negativos cuando se hace cara al dolor. Los profesionales de la salud deben esforzarse por entender
la manera en que cada paciente afronta el dolor y por apoyar y animar al paciente para que desarrolle estrategias
para afrontar el dolor. También es importante el apoyo de la familia y de los cuidadores, ya que pueden ayudar a
los pacientes a identificar estrategias eficaces y animarlos a que las utilicen cuando experimentan dolor. Los
pacientes que tienen particular dificultad para manejar el dolor pueden beneficiarse con tratamientos educativos
o psicosociales pensados para mejorar sus habilidades para afrontar el dolor.
© 2009 International Association for the Study of Pain®
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