La delegación multipaís formada por representantes de Bolivia

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Del dicho al hecho: la delegación multipaís visita las
experiencias del MIS en Agua Blanca y Las Barrancas
El encuentro de Guatemala concluirá esta semana con una nueva
fase de talleres que cederá el testigo a Bolivia y Perú.
La delegación multipaís formada por representantes de Bolivia,
Perú, Navarra y Guatemala dio continuidad los pasados días 27 y
28 de abril a los talleres teóricos sobre el diseño del nuevo
modelo de salud integral e incluyente financiado por la UE y el
Gobierno de Navarra con sendas visitas a terreno donde se pudo
conocer la experiencia del MIS (Modelo Incluyente de Salud)
que es una referencia y antecedente clave para esta propuesta de
sistema de salud a nivel de gran parte de Latinoamérica. Las
comunidades de Aguablanca (Quetzaltenango) y Las Barrancas
(Quetzaltenango) fueron los dos destinos elegidos después de que
las protestas del activo Comité de Unidad Campesina contra la
apropiación de sus tierras por parte de las multinacionales
frustran otra visita programada en Boca Costa Sololá (San Juan de
Ostunalco). La experiencia, según los participantes, fue muy
positiva ya que supuso escuchar de los propios protagonistas
(personas sociosanitario y población) la realidad del modelo así
como ver con los propios ojos el calado de esta experiencia en sus
tres niveles (atención individual, familiar y comunitaria) y con sus
cuatro componentes (interculturalidad, género, derecho a la salud
y medio ambiente). El grupo formado por Medicus Mundi y sus
socios locales de los tres países (ISIS, CEDEC, ASI y Salud Sin
Límites) y los representantes del Ministerio de Salud
guatemalteco invitados cerrarán esta semana este taller celebrado
en Antigua con nuevas sesiones teóricas para avanzar en un
proyecto compartido a tres años vista.
Salud comunitaria entre la niebla
La comunidad de Agua Blanca sobresale, a más de 2.000 metros
de altura entre la niebla que la da su nombre. Guatemala es un
país de colores y contrastes. Los más de 100.000 km cuadrados
abrazados entre el Pacífico y el Caribe pareciera que se hubieran
arrugado para acoger los valles y alturas, los lagos y los volcanes,
los altiplanos y barrancos que conforman un terreno en otro
momento ideal para la lucha guerrillera y actualmente complicado
para las comunicaciones. Quetzaltenango fue una zona que
padeció en sus carnes la crudeza de un conflicto de más de 30
años que dejó casi 200.000 víctimas. Pero en estas comunidades
rurales hoy no se habla de guerras sino de paz, no se mira hacia
atrás sino hacia el futuro. Y la salud es un derecho básico para
caminar hacia él por lo que hace ocho años ISIS-Medicus Mundi
asumió el reto de poner en marcha el entonces modelo
experimental MIS hoy convertido en una referencia no solo
estatal sino posiblemente internacional. Y el Modelo Incluyente
de Salud no son cuadros y documentos, power points y gráficas.
Son personas de carne y hueso que desde su vocación profesional
y su compromiso social buscan mejorar la salud de este pueblo.
Gentes como las auxiliares de enfermería Lucía Reina Cortes,
Donitilia López y Lidia Cabrera; la médico Gaudí López o el
director del sector José Abel Gómez que al pie de la posta de
salud de Agua Blanca tratan día a día de sacar adelante su trabajo
y atender a la población de la zona. Ellas fueron quienes
recibieron a la delegación multipaís en una visita inesperada y
alargaron su ya prolongada jornada laboral para tratar de explicar
cuál es su trabajo. Durante casi dos horas fueron desgranando
distintas facetas de lo que es el modelo. El MIS en vivo y en
directo. Un sistema con rostros y nombres propios.
Aunque centraron sus relatos en lo que es el nivel de
atención individual (el realizado cuando las personas acuden al
centro de salud) dejaron caer distintas experiencias de atención
familiar (aún tienen reciente un parto de una mujer que no podía
llegar al hospital situado a más de dos horas de pista forestal) o
incluso comunitaria, como la coordinación con los terapeutas
mayas para lograr un doble sistema de referencias y
contrarreferencias aprovechando la sabiduría tradicional en
dolencias como el “ojeado” (con síntomas como la diarrea,
fiebre…) , “caída de mollera”, “el susto” (impacto psicológico por
algún trauma), o el “hechizo”, enfermedades catalogadas con sus
propias fichas que permiten un doble diagnóstico de cara a una
curación efectiva en el que la biomedicina y la medicina
tradicional suman desde sus diferencias y ámbitos. Estos
contactos con los terapeutas tradicionales sólo son una parte de
todo un programa de salud comunitaria en el que los Consejos
Comunitarios de Desarrollo o los Planes de Emergencia
Comunitarias son fundamentales para logar que la propia
comunidad trabaja sobre aspectos con grandes consecuencias en
la salud como el agua, la gestión de residuos, el uso de
plaguicidas…
Al calor de la posta de salud construida en su día con fondos
de la Unión Europea, el Gobierno de Navarra y Cordaid, entre
otros, las tres auxiliares de enfermería –auténtico motor humano
del MIS- y la médica repasan desde su hacer diario distintos
componentes del modelo como la propia interculturalidad ya que
Guatemala es un país donde la minorías étnicas son casi mayoría
(un 40% según algunos estudios). La lengua “mam” (como el
k’iche en Boca Costa) es fundamental para este trabajo que
requiere entender y respetar también la manera distinta de ver el
mundo de estas comunidades. Las plantas medicinales como la
hierba mora, la malva…) han recuperado su estatus en el
autocuidado, entre otras cuestiones. El enfoque de género también
está muy presente ya las profesionales no ocultan las dificultades
para que los hombres también acudan a la consulta y la realidad
del problema de la violencia doméstica. Todo ello sin olvidar la
influencia del medio ambiente o el derecho a la salud, un derecho
que la comunidad de Agua Blanca ya ha hecho suyo y que está
dispuesta a exigir a su gobierno cuando los fondos de la
cooperación desaparezcan.
El reino de las Pick Up
Después de sentir cerca el techo de cielo de Guatemala en
Quetzaltenango el vertiginoso descenso a la zona de Las
Barrancas es un viaje en el tiempo desde el altiplano a la selva,
desde el turístico lago Atitlán a una comunidad que vive mirando
a la naturaleza. El tipo de vegetación va cambiando conforme el
todo terreno –único vehículo que se puede adentrar en este lugartoma una curva tras otra hacia el fondo del valle. Las dos horas
largas de viaje se pasan volando aderezadas con los recuerdos del
personal de ISIS que ha conocido estos caminos sacudidos por el
huracán Stan, las lluvias torrenciales y las tormentas tropicales
que lo convertían en una ratonera. Sin embargo, las condiciones
meteorológicas respetan a la delegación multipaís que va viendo a
través de la ventanilla del 4x4 cómo los inclinados campos de
papas se transforman en una frondosa selva con plataneros
quebrada por ostentosas viviendas de bloques y cemento
construidas gracias a las remesas de los emigrantes guatemaltecos
a EEUU. Casi cada familia tiene un pariente en los Estados
Unidos y no es raro ver la bandera de las barras y estrellas
tapando algún precioso y colorido huipil que cubre a las mujeres
y niños que caminan hacia arriba y hacia abajo llevando el peso
de mucha tareas básicas. Los hombres, en su gran mayoría, se
encuentran trabajando en el campo. Las tareas de limpieza del
bosque les ocupan desde las cinco de la mañana hasta que el sol
calienta hasta convertir el profundo barranco en una caldera.
Rosendo y Eduardo, dos jóvenes que no han querido emigrar por
la frontera mexicana, retornan a sus casas machete en mano con
rostros sudorosos y el transistor, único medio de comunicación
que acompaña sus vidas, colgando del hombro. El día ya está
hecho. Por el camino se cruzan con Jovita Morales, auxiliar de la
casa de salud de la Barranca (Quetzaltenango) que, mochila a la
espalda, se dirige a la casa de Florentina Ramírez.
La historia de Jovita y Florentina
Jovita Morales nació en esta misma comunidad. Hace 8 años
decidió formarse como auxiliar de enfermería al entender que
podía ayudar a sus vecinos y vecinas en algo tan importante como
la salud. El MIS le dio esa oportunidad. Hoy es junto con otros
compañeros de la casa de salud (con Lisandro Vail Díaz y Aura
Marina Fuentes forma el Equipo) el primer escalón de atención
sanitaria de la comunidad. Como todas las mañanas, Jovita
recoge el material básico, las fichas con los casos y toma el
camino hacia una ladera de Las Barrancas. El calor aprieta y el
sendero, entre la maleza, se empina. Pero está de suerte. Apenas
cuesta un cuarto de hora llegar a la modesta vivienda habitada por
Florentina Ramírez, su esposo Enrique Agustín y sus cuatro hijos.
Solo los dos menores (de 10 y 12 años) están con ella en ese
momento. Jovita la saluda en su lengua y comienza la visita
familiar ante la mirada de unos visitantes no habituales. El
exhaustivo sistema de información y vigilancia del MIS permite
que el personal sanitario tenga uno datos sobre el estado salud de
la familia que para sí quisieran muchos consultorios de Occidente.
En este caso no se trata de nada grave. Jovita había detectado que
la familia no tenía una adecuada atención a distintos riesgos que
tiene que ver con la nutrición de los hijos menores. El bajo pesaje
fue la señal de alarma. Durante más de media hora las dos
mujeres, ante la atenta mirada de los pequeños, cruzan preguntas
y respuestas. La visita se resuelve con unas largas
recomendaciones y la entrega de un suero. La familia de
Florentina es de las que suele acudir a la casa de salud
comunitaria por lo que Jovita Morales se va tranquila. Ésta es una
de las cuatro visitas que suelen realizar al día que en ocasiones les
suponen dos horas de caminata de ida y otras dos de vuelta. El
año pasado fueron 256, cuenta la auxiliar de enfermería que como
muchas otras y muchos otros se han convertido en una pieza
fundamental para el futuro sistema de salud de un país de colores
y de palabras. Pero también de hechos. Como lo ha demostrado el
MIS, germen de un futuro modelo de salud integral e incluyente
para Guatemala, Perú y Bolivia. Y quizá para gran parte de
Latinoamérica. Jovita y otras tantas personas más hace ya tiempo
que recorrieron ese sinuoso trecho que va del dicho al hecho.
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