Lo viejo, lo nuevo y diez años de retraso. Julio G. Sequeiros Tizón El Euro entró en España hace ya algo más de diez años. En estos diez años se debieron acometer una serie de reformas internas para acomodarse al Euro, reformas que todavía no se han realizado. Simplemente, España sustituyó la antigua Peseta por el actual Euro (a 166,386 Ptas. por Euro) y todo el resto aún sigue igual. Unas notas previas. Cada moneda lleva asociada una tasa de inflación, un tipo de interés, y una tasa de cambio: es un trípode que tiene que estar permanentemente en equilibrio. En España las inflaciones han sido tradicionalmente más altas que en el resto de las economías europeas. Esta mayor inflación española se neutralizaba con devaluaciones de la peseta frente al Marco alemán y al Dólar U.S.A., recuperando así una competitividad exterior perdida por los mayores precios españoles. Al mismo tiempo, el tipo de interés jugaba un rol parecido. Las mayores inflaciones españolas, normalmente consecuencia de una demanda interna excesiva, se regulaban con un tipo de interés al alza, consiguiendo dos efectos colaterales positivos para la economía española: controlar la inflación y recuperar el equilibrio exterior al ofrecer a los inversores extranjeros mayores rendimientos en las inversiones nacionales (deuda pública, por ejemplo). Los ajustes de la economía española siempre fueron muy ortodoxos: devaluaciones de la peseta, incremento en los tipos de interés, recuperación del equilibrio exterior, todo ello como resultado de una contracción del mercado interno que podía durar dos o tres años (como en la crisis de 1993, por ejemplo). Contracción que, al mismo tiempo, generaba una tasa de desempleo frecuentemente insoportable. En el momento en el cual España sustituye la Peseta por el Euro, se tendrían que afrontar todas las demás medidas anexas a esta operación. No es la simple sustitución de una moneda por otra. Si se adopta el Euro como moneda nacional, obligatoriamente tenemos que adoptar también el tipo de interés que está asociado el Euro y las inflaciones que están, también, asociadas al Euro. En este caso, adoptar el Euro y su tipo de interés fue automático: el Euro sustituye a la Peseta y el Euribor sustituye al Mibor (el Banco Central Europeo desplaza al Banco de España, esto es, Frankfort por Madrid). En otros términos, la política monetaria queda centralizada a nivel europeo. Pero, al mismo tiempo, la inflación queda huérfana, cada país gestionando la suya. A partir de aquí la historia se complica un poco. Los países de la antigua área Marco alemán (los países de la Europa central, Holanda y, frecuentemente, Francia) no tienen problemas. Siguen con inflaciones muy bajas (esto es, muy próximas a la inflación alemana) y la entrada del Euro significó dar por buena una situación que se vivía de hecho desde décadas atrás. Sin embargo, en los países del sur de Europa, España ahí incluida, la situación no es la misma. La mayor inflación de estos países les llevó a entrar en el Sistema Monetario Europeo (el antiguo S.M.E.) por la banda ancha con fluctuaciones del más menos seis por ciento sobre el Marco alemán, cuando los países de la Europa central estaban en la banda estrecha con el mas menos 2,25 por ciento sobre el Marco. Y la situación sigue siendo la misma años después. España adopta el Euro y, por lo tanto el Euribor y sigue adelante con la inflación que tenía asociada a la Peseta. Este es un problema cardinal de la economía española en 2010. La tarea a realizar es sencilla de formular: rebajar la inflación española, por lo menos, hasta la media comunitaria. El Gráfico adjunto nos informa como, desde 1996 en adelante, los precios en España han crecido un 45 por ciento, frente a una media comunitaria del 30 por ciento y frente a una inflación en el núcleo del sistema (Alemania) del 22 por ciento acumulada durante todo el periodo. Estos datos recogen la magnitud del problema: la inflación española es vez y media la inflación en la zona Euro y es el doble de la inflación alemana. Y estamos todos compartiendo, mercados, moneda y tipos de interés. Un juego muy sencillo: de entrar hoy en el Euro, lo haríamos a una paridad irrevocable de 200 Ptas. por Euro, esto es, un 20 por ciento más alto de lo que lo hicimos en 1999. Ese es el porcentaje de competitividad perdida frente al exterior vía precios. En resumen, hace diez años España adopta la moneda europea (léase, alemana), los tipos de interés europeos (léase, dos por ciento anual) y sigue conservando la misma inflación que mantenía en la época de la peseta (cuatro, cinco por ciento anual), sin que los sucesivos gobiernos (de distinto color político, por cierto) planteen una política contra la inflación creíble y eficaz. En un contexto de este tipo, los tipos de interés nominales eran frecuentemente inferiores a la inflación (en la jerga de mi oficio, los tipos de interés reales eran negativos) con lo cual los incentivos a endeudarse eran absolutamente atractivos y la penalización al ahorro muy visible. Y los españoles aprovecharon la ocasión. A partir de los años del cambio de siglo, se inicia en el sur de Europa, y en España en particular, un proceso de endeudamiento de las familias y las empresas, que llega a la actualidad, diez años más tarde, alcanzando unos volúmenes del trescientos por ciento del P.I.B. español a finales de 2009. Debemos tener en cuenta, además, que las facilidades de crédito funcionan como un incremento adicional de renta: la demanda depende de la renta de los ciudadanos y de las posibilidades de crédito a corto plazo que la banca pone a la disposición de éstos. La inflación tenía también sus ventajas, sobre todo en términos de deuda pública. En porcentaje del P.I.B., una deuda constante en términos absolutos, en términos relativos disminuía (gratis) simplemente porque la inflación aumentaba el P.I.B. nominal y el cociente disminuía. Este mecanismo fue utilizado muy intensamente por España hasta la entrada del Euro. Y no solo por España. Estados Unidos y el Reino Unido lo están utilizando ahora mismo. En resumen, la economía española adopta el Euro y su tipo de interés (Euribor) y continúa con la inflación que tenía con la peseta. Y esto nos ha perjudicado a todos de una forma muy notable. La corrección está clara: tarde o temprano la economía española tendrá que adoptar también las inflaciones del centro de la zona Euro, si quiere permanecer y crecer en este nuevo contexto. Debemos renunciar a la inflación y quitarla del centro de la estructura económica de España. Las altas inflaciones que ha tenido España desde siempre, han dado lugar a mecanismos de defensa que, desde la entrada en el Euro, ya no son necesarios y, esto es importante, generan por si mismos, mayores inflaciones. Me estoy refiriendo a todas aquellas magnitudes macroeconómicas cuya evolución está determinada por la inflación. Concretamente me refiero a los salarios en convenio (sobre todo los convenios plurianuales), a las pensiones, a los alquileres, etc. que están indexados por la inflación para mantener una capacidad adquisitiva que la inflación ya no amenaza. Si se me permite, una pequeña historia. Hasta los Pactos de la Moncloa (1977), estas magnitudes estaban indexadas por la inflación pasada: los salarios de un año se actualizaban con la inflación del año anterior. A partir de 1977 los salarios, las pensiones, etc., se indexan con la inflación esperada para el ejercicio, habitualmente con un elemento corrector para compensar la diferencia que puede existir entre la inflación esperada y la que realmente sucede. Con la entrada del Euro, como mínimo, de continuar indexando, deberíamos hacerlo con la inflación esperada para el conjunto de la zona Euro y no con la inflación esperada para España como estamos haciendo ahora. Y todavía mejor, no indexar. Sobre todo debido a que estos mecanismos de indexación son los responsables de un segmento importante de la mayor inflación en España frente a la eurozona. Por ejemplo, mecanismos de este tipo nos explican cómo, en 2008 y 2009, los salarios reales han aumentado más del cuatro por ciento mientras se estaban perdiendo dos millones de puestos de trabajo. Paradojas de la economía española. El otro gran responsable de la mayor inflación de España frente a la zona Euro es la enorme dependencia energética que tiene nuestro país. En otras palabras, la evolución de los precios energéticos en los mercados internacionales afecta frontal y violentamente a la inflación en España. Es más, la inflación subyacente en España tiene un perfil mucho más razonable (y europeo) que la inflación total y la diferencia entre ambas es, principalmente, la energía (importaciones de petróleo, gas y carbón). Aquí el debate es también un viejo debate: la pertinencia, y en qué condiciones, de la energía nuclear. Julio Sequeiros es Catedrático de Economía en la UDC. 150,0 Inflación en España, en Alemania y en la Eurozona: 1996 = 100 145,0 140,0 135,0 130,0 125,0 Euro Area España Alemania 120,0 115,0 110,0 105,0 100,0 95,0 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 25,00 Míbor a un año y Euríbor a un año (datos mensuales) 20,00 15,00 Míbor a un año Euríbor a un año 10,00 5,00 0,00 1979 1982 1985 1988 1991 1994 1997 2000 2003 2006 2009 7,00 España: Tipos de interés reales (Inflacion anual adelantada menos Míbor a un año) 6,00 5,00 4,00 3,00 2,00 1,00 0,00 1996 -1,00 -2,00 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010