Valoración de la importancia de la base personal de las instituciones de inversión colectiva para la configuración de su régimen fiscal JOSÉ URBANO TIENDA Agencia Estatal de Administración Tributaria SUMARIO I. CONSIDERACIONES PREVIAS.—II. REGULACIÓN. CLASES DE INSTITUCIONES DE INVERSIÓN COLECTIVA. REQUISITOS EN ESPECIALIDADES PARA EL CASO DE LAS INSTITUCIONES DE INVERSIÓN COLECTIVA INMOBILIARIA. RESERVA DE DENOMINACIÓN.—III. BREVE REFERENCIA AL RÉGIMEN FISCAL EN LOS IMPUESTOS PERSONALES DE LAS INSTITUCIONES DE INVERSIÓN COLECTIVA Y DE SUS SOCIOS O PARTÍCIPES.—IV. VALORA­ CIÓN Y CONCLUSIONES.—BIBLIOGRAFÍA. CUANTO A NÚMERO DE PARTÍCIPES Y AL PATRIMONIO MÍNIMO. Palabras clave: Fiscalidad financiera, Impuesto sobre Sociedades, Instituciones de Inversión Colectiva. I. CONSIDERACIONES PREVIAS Las Instituciones de Inversión Colectiva tienen por objeto la captación de fondos, bienes o dere­ chos del público para gestionarlos e invertirlos en bienes, derechos, valores u otros instrumentos, financieros o no, siempre que el rendimiento de la inversión se establezca en función de los resultados colectivos. Este carácter colectivo les confieren una signifi­ cación especial en su doble condición de formula de financiación y de instrumento de ahorro de los inversores minoristas, de tal modo que la inversión colectiva es el cauce natural para la participación de los hogares españoles en los mercados de capi­ tales de una forma profesionalizada. Estas circunstancias determinan que el legisla­ dor haya prestado una especial atención a la regu­ lación jurídica de estas Instituciones con la finalidad de facilitar el desarrollo pleno de la inversión colec­ tiva en España, sin perder de vista la adecuada pro­ tección del inversor minorista. Si bien la primera normativa al respecto se remonta al año 1952, fue con la hasta hace poco vigente Ley 46/1984, de 26 de diciembre, cuando se realizó un planteamiento moderno y sistemático tanto de la tipología de Instituciones susceptibles de ser creadas como por los activos que podían formar parte de su cartera de inversión. No obstante, las sucesivas modificaciones legis­ lativas, que han dificultado un tratamiento sistemá­ tico de todas las materias esenciales, y la necesidad de trasposición de la Directiva 2001/107/CE, de 21 de enero de 2002, en relación con las Sociedades de Gestión, extendiendo el pasaporte comunitario a las mismas, y de la Directiva 2001/108/CE, de igual fecha que la anterior, que ha ampliado la gama de activos y de instrumentos financieros en los que pueden invertir las Instituciones de Inversión Colectiva, han determinado la conveniencia de contar con una nueva norma de rango legal que regule la materia La regulación actual, en su aspecto mercantil y financiero, se encuentra en la Ley 35/2003, de 4 de noviembre, de Instituciones de Inversión Colectiva, en vigor desde el 5 de febrero de 2004, y en el reglamento que la desarrolla, aprobado por Real Decreto 1309/2005, de 4 de noviembre (BOE del 8 de noviembre). Por lo que se refiere al aspecto fiscal, tanto el Real Decreto Legislativo 4/2004, por el que se aprueba el Texto Refundido de la Ley del Impuesto 103 Cuadernos de Formación. Colaboración 16/06. Volumen 2/2006 sobre Sociedades, como el Real Decreto Legislativo 3/2004, por el que se aprueba el Texto Refundido de la Ley del Impuesto sobre la Renta de las Perso­ nas Físicas, contienen en sus respectivos articulados la regulación del régimen fiscal de las Instituciones de Inversión Colectiva y de sus socios o participes. No obstante, pese a esta separación formal, la apli­ cación del régimen fiscal se apoya en el cumpli­ miento de requisitos mercantiles y financieros. Dentro de esta regulación, y por lo que aquí interesa, tiene especial trascendencia la configura­ ción del régimen fiscal de las Instituciones de Inver­ sión Colectiva y de sus socios y participes, que se basa en dos pilares básicos, sobre los que más abajo se insistirá: — Las Instituciones de Inversión Colectiva, sean Sociedades de Inversión o Fondos de Inversión, son sujetos pasivos del Impues­ to sobre Sociedades que tributan, bajo el cumplimiento de ciertos requisitos, al tipo de gravamen del 1 por 100. — Los partícipes no van a tributar sobre la renta acumulada en la Institución de Inver­ sión Colectiva mientras no reembolsen la participación o la trasmitan y, si son perso­ nas físicas, la renta obtenida se califica como ganancia patrimonial, tributando al 15 por 100, cuando medie una antigüedad superior al año (art. 95 del Texto Refundi­ do del Impuesto sobre la Renta de las Per­ sonas Físicas). En esta norma se mantiene la aplicación de un tipo impositivo especial reducido en el Impuesto sobre Sociedades para las Instituciones de Inver­ sión Colectiva, a través de una nueva redacción del artículo 26.5 de la Ley reguladora del Impuesto mediante la Disposición Final Segunda de la Ley 35/2003. De las tres condiciones esenciales que se establecían en la anterior normativa y cuyo cumpli­ miento conllevaba la sujeción al régimen fiscal especial, cifra mínima de accionistas y de capital, así como la necesidad de la admisión a cotización en Bolsa de Valores de los títulos representativos de su capital (para el caso de Sociedades de Inver­ sión), sólo se mantiene en la nueva normativa como requisito el del numero mínimo de accionis­ tas o participes, que con carácter general, no podrá ser inferior a cien, elevando a rango de Ley una exi­ gencia que ya se contemplaba anteriormente pero por vía de remisión a la normativa bursátil. De la regulación actual se deduce la importan­ cia que el legislador concede a la base personal de las Instituciones de Inversión Colectiva para su configuración de su régimen fiscal. No cabe duda de que se está en presencia de un régimen fiscal que se puede calificar como “beneficioso o privilegiado” y que solo puede tener su justificación en el interés del legislador de incen­ tivar la inversión financiera del publico en general en este tipo de instituciones. Este carácter beneficioso se ha acentuado, aún más, tras la admisión, en el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas, del diferimiento por reinver­ sión de las ganancias patrimoniales derivadas de las transmisiones o reembolsos de las acciones o partici­ paciones de las Instituciones de Inversión Colectiva. II. REGULACIÓN. CLASES DE INSTITUCIONES DE INVERSIÓN COLECTIVA. REQUISITOS EN CUANTO A NÚMERO DE PARTÍCIPES Y AL PATRIMONIO MÍNIMO. ESPECIALIDADES PARA EL CASO DE LAS INSTITUCIONES DE INVERSIÓN COLECTIVA INMOBILIARIA. RESERVA DE DENOMINACIÓN Por su forma jurídica la Ley 35/2003 contempla dos modalidades de Instituciones de Inversión Colectiva: Fondos y Sociedades de Inversión; y por la clase de activos en los que materialicen sus inver­ siones podrán ser de Inversión Mobiliaria o Inmo­ biliaria. Como novedad de la nueva regulación cabe destacar la posibilidad de que se creen Institucio­ nes de Inversión Colectiva por compartimentos y de que existan diferentes clases de participaciones o de series de acciones. Los Fondos de Inversión son Instituciones de Inversión Colectiva configurados como patrimo­ nios separados sin personalidad jurídica pertene­ cientes a una pluralidad de inversores, incluidos entre ellos otras Instituciones de Inversión Colecti­ va, cuya gestión y representación corresponde a una sociedad gestora, que ejerce las facultades de dominio sin ser propietaria del Fondo, con el con­ curso de un depositario y cuyo objeto es la capta­ ción de fondos, bienes o derechos del público para gestionarlos e invertirlos en bienes, derechos, valo­ res u otros instrumentos, financieros o no, siempre que el rendimiento del inversor se establezca en función de los resultados colectivos. Por su parte, las Sociedades de Inversión son Ins­ tituciones de Inversión Colectiva, con personalidad jurídica, que adoptan la forma jurídica de sociedad anónima y cuyo objeto social es también la capta­ ción de fondos, bienes o derechos del público para gestionarlos e invertirlos en bienes, derechos, valo­ res u otros instrumentos, financieros o no, siempre 104 Valoración de la importancia de la base personal de las instituciones de inversión colectiva para la configuración de su régimen fiscal J OSÉ U RBANO TIENDA que el rendimiento del inversor se establezca en función de los resultados colectivos. En estos términos se pronuncian respectiva­ mente los artículos 3 y 9 de la Ley 35/2003, de 4 de noviembre, de Instituciones de Inversión Colectiva. Participes de los Fondos y de las Sociedades de Inversión.—El numero de participes de un Fondo o de una Sociedad de Inversión no podrá ser inferior a 100, si bien se deja la previsión reglamentaria de que podrá disponerse un umbral distinto, atendien­ do a los distintos tipos de activos en los que se materialicen sus inversiones, a la naturaleza de los participes o a la liquidez del Fondo. Asimismo, la Ley contempla la posibilidad de que reglamentaria­ mente podrán establecerse requisitos adicionales de distribución del patrimonio entre los participes (artículos 5.4 y 9.4 de la Ley, respectivamente). La Ley contempla la posibilidad de crear Fondos y Sociedades de Inversión por compartimentos. Cada uno de los compartimentos creados emitirá sus propias participaciones o acciones, que podrán ser de diferentes clases y serán representativas de la parte del patrimonio del Fondo o capital social que le sea atribuido. La Ley deja también al desarrollo reglamentario la determinación del número mínimo de participes o socios de cada compartimiento, el patrimonio mínimo o capital social mínimo y los requisitos de distribución del mismo entre los parti­ cipes o socios (arts. 3.2 y 9.1 de la Ley 35/2003). Los artículos 3 y 6 del Reglamento de la Ley 35/2003, aprobado por el Real Decreto 1309/2005 de y de noviembre, después de recordar de nuevo que el número de participes o socios de un Fondo o de una Sociedad de Inversión Colectiva no será inferior a 100, en su párrafo 2.o establecen que en el caso de Fondos o Sociedades de Inversión por compartimentos, el número mínimo de partícipes o socios en cada uno de los compartimentos no podrá ser inferior a 20, sin que, en ningún caso, el número de participes o socios totales que integren el Fondo o Sociedad sea inferior a 100. No obstante esta norma se excepciona en dos casos: 1. Cuando se trate de Fondos cuya política de inversión se base en la inversión en un único Fondo de Inversión. Se trata de Instituciones de Inversión Colectiva que deben invertir al menos el 80 por 100 de su patrimonio en un único Fondo, que deberá estar identificado en los folletos informativos de la Institución de Inversión. El resto del patrimonio lo podrán invertir en valores de renta fija nego­ ciados. Estos fondos aparecen regulados en el artículo 45 del Reglamento. 2. Fondos o Sociedades de Inversión libre que, según el articulo 43 c) del Reglamento, tendrán como mínimo 25 participes o socios y tienen la peculiaridad de que las participaciones o acciones de estos fondos podrán adquirirse o suscribirse mediante un desembolso mínimo de 50.000 euros. La regulación actual, en este aspecto, supone una cierta modificación respecto a la situación anterior a la Ley 35/2003. En efecto, la base perso­ nal de las Instituciones de Inversión colectiva se encontraba regulada con anterioridad en el artícu­ lo 15 del Real Decreto 1393/1990, de 2 de noviem­ bre, por el que se aprobó el Reglamento de la Ley reguladora de las Instituciones de Inversión Colec­ tiva, que, a la hora de determinar el número míni­ mo de socios o partícipes, se limitaba a señalar que el número de accionistas de las sociedades de inversión y de partícipes en fondos no podrá ser inferior a los que en cada momento sea necesario para la admisión y permanencia de las acciones de una sociedad a negociación en Bolsa. Ello implicaba la exigencia, en el momento de la constitución, de un número mínimo de 100 socios o partícipes; pero esta exigencia mínima se refería, exclusiva­ mente, al momento de su constitución de la enti­ dad, ya que no existía ningún impedimento para que, con posterioridad, pudiera verse reducido el número de socios o participes. En la nueva regulación, por el contrario, el numero mínimo de partícipes o de socios debe mantenerse de forma permanente, si bien en el articulo 16 del Reglamento se establece un periodo de un año para recomponer ese mínimo en el supuesto de que por cualquier circunstancia baje del mismo. Patrimonio mínimo.—Con carácter general el patrimonio mínimo de los Fondos de Inversión Colectiva de carácter financiero será de 3 millones de euros, según establece el artículo 46 del Regla­ mento de desarrollo de la Ley 35/2003. Este patri­ monio deberá ser mantenido mientras estén inscritos en los registros de la Comisión Nacional del Mercado de Valores. En caso de fondos por compartimentos cada uno de ellos deberá tener un patrimonio mínimo de 600.000 euros, sin que en ningún caso el patri­ monio total del fondo sea inferior a 3 millones de euros. No obstante, según se detalla en el párrafo ter­ cero del referido artículo 46 del Reglamento, podrán constituirse Fondos de Inversión y compar­ timentos con un patrimonio inferior que, en el caso de los Fondos, no será inferior a los 300.000 euros 105 Cuadernos de Formación. Colaboración 16/06. Volumen 2/2006 y, en el de los compartimentos, a 60.000 euros; siempre que en el plazo máximo de seis meses, contados a partir de su inscripción en el registro de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, alcancen el patrimonio mínimo establecido con carácter general. En caso contrario, el Fondo o, en su caso, el compartimiento deberá disolverse y liquidarse. Tratándose de Sociedades de Inversión Colecti­ va, según el artículo 50.2 del Reglamento, el capital mínimo desembolsado debe ser de 2.400.000 euros y deberá ser mantenido mientras la Sociedad figure inscrita en el registro, sin perjuicio de lo pre­ visto en el artículo 16.1 del Reglamento. El capital mínimo deberá estar íntegramente suscrito y des­ embolsado desde el momento de la constitución de la sociedad. En el caso de Sociedades de Inversión por com­ partimentos, cada uno de ellos deberá tener un capital mínimo desembolsado de 480.000 euros, sin que, en ningún caso, el capital total mínimo des­ embolsado pueda ser inferior a 2.400.000 euros. Además de estas normas de flexibilización, en el artículo 16 del Reglamento se establece que si el patrimonio o el número de partícipes de un Fondo, o de uno de sus compartimentos, o el capital o el número de accionistas de una Sociedad de Inver­ sión o de uno de sus compartimentos, descendie­ ran de los mínimos establecidos con carácter general en el reglamento, dicha entidad gozará del plazo de un año durante el que podrán continuar operando como tal. Dentro de dicho periodo anual deberán llevar a efecto la reconstitución perma­ nente del capital o del patrimonio y del número de accionistas o partícipes, bien decidir su disolución o bien, únicamente en el caso de Sociedades, renun­ ciar a la autorización concedida y solicitar la exclu­ sión del registro administrativo correspondiente con las consiguientes modificaciones estatutarias y de su actividad. Como ya se dijo antes, la Ley establecía un ele­ mento novedoso de flexibilidad al establecer la posibilidad de que por vía reglamentaria se podrían establecer requisitos adicionales de distribución del patrimonio o del capital social entre los partícipes o socios de las Instituciones de Inversión Colectiva (artículos 5.4 y 9.4 de la Ley). Sin embargo resulta altamente significativo el silencio del Reglamento sobre este concreto aspecto. Salvo la mención del desembolso mínimo de 50.000 euros que se con­ templa para los accionistas o partícipes en las Insti­ tuciones de Inversión Colectiva de Inversión Libre, nada se dice en el Reglamento sobre el importe mínimo de cada partícipe en el patrimonio de Fondo. El silencio del reglamento es aún más significati­ vo, si cabe, si se tiene en cuenta que en la tramita­ ción parlamentaria de la Ley, con la finalidad de no pervertir el fin de incentivar el ahorro colectivo, el Grupo Parlamentario Socialista propuso una enmienda para determinar que el número de accionistas de las sociedades de inversión o, en su caso, en cada uno de sus compartimentos, no podrá ser inferior a cien y que, no obstante, regla­ mentariamente podrían establecerse requisitos adicionales de distribución del capital social entre los accionistas. En todo caso, se proponía, el por­ centaje de participación de un solo accionista, su cónyuge, familiares hasta el segundo grado o de entidades vinculadas al mismo no podría exceder del 5 por 100 del capital de la sociedad o, en su caso, de la parte de capital de cada compartimien­ to. Esta enmienda no prosperó, pero tampoco ha tenido reflejo en la norma reglamentaria aprobada por un gobierno apoyado por el grupo parlamenta­ rio, en su día, proponente. Especialidades para el caso de las Sociedades y Fondos de Inversión inmobiliaria.—Son Instituciones de Inversión Colectiva que no tienen carácter financiero y que tienen por objeto la inversión en bienes inmuebles de naturaleza urbana para su arrendamiento. Las Sociedades de Inversión Inmobiliaria (SII), según el artículo 62 del Reglamento de la Ley 35/2003, serán sociedades anónimas que sólo podrán adoptar la forma de sociedad de capital fijo. El capital mínimo de las Sociedades y de los Fondos de Inversión Inmobiliaria será de 9 millones de euros y para el caso de Sociedades o Fondos por compartimentos, cada uno de estos deberá tener un capital mínimo de 2,4 millones de euros, sin que en ningún caso el capital social de la entidad sea inferior a 9 millones de euros. Reserva de denominación.—Finalmente hacer mención que en el artículo 18 del Reglamento se establece una reserva de denominación para las distintas Instituciones de Inversión Colectiva: Instituciones de Inversión Colectiva ................. IIC Fondo de Inversión de carácter financiero ........ FI Sociedad de Inversión de Capital Variable .... SICAV Institución de Inversión Colectiva de Inversión Libre .......................................... IICIL Sociedad de Inversión Libre ............................. SIL Fondo de Inversión Libre ................................. FIL IIC de IIC de Inversión Libre .................... IICIICIL Sociedad de Inversión Inmobiliaria .................... SII Fondo de Inversión Inmobiliaria ....................... FII 106 Valoración de la importancia de la base personal de las instituciones de inversión colectiva para la configuración de su régimen fiscal J OSÉ U RBANO TIENDA III. BREVE REFERENCIA AL RÉGIMEN FISCAL EN LOS IMPUESTOS PERSONALES DE LAS INSTITUCIONES DE INVERSIÓN COLECTIVA Y DE SUS SOCIOS O PARTÍCIPES Aunque los fondos de inversión mobiliaria care­ cen de personalidad jurídica el artículo 7.1.b) del Texto Refundido de la Ley del Impuesto sobre Sociedades les confiere la consideración de sujeto pasivo de dicho impuesto. Ello ha motivado que la ausencia de personalidad jurídica no les ha impedi­ do que la Ley les confiera de un régimen fiscal idén­ tico al que resulta aplicable a las Sociedades de Inversión Mobiliaria. Únicamente, debe indicarse, por lo que se refiere al régimen fiscal de las Sociedades de Inver­ sión mobiliaria, que, hasta la entrada en vigor de la Ley 35/2003, la aplicación del régimen fiscal espe­ cial se encontraba condicionada a la admisión a negociación en Bolsa de Valores de las acciones representativas de las acciones de tales sociedades. En la actualidad, dado que la Ley 35/2003, no exige este requisito, no es necesaria la admisión a cotiza­ ción para que las sociedades gocen de la aplicación del régimen privilegiado. El régimen especial especifico de la Instituciones de Inversión Colectiva conlleva cuatro peculiarida­ des en el ámbito del Impuesto sobre Sociedades: En primer lugar, el tipo de gravamen aplicable es el 1 por 100. Dicho tipo contrasta con el gene­ ral del Impuesto sobre sociedades del 35 por 100. Sin duda esta peculiaridad es la piedra angular del régimen fiscal privilegiado de estas Instituciones. La aplicación de este tipo reducido se condicio­ na al mantenimiento del numero mínimo de socios o participes previsto en la Ley reguladora de las Instituciones de Inversión Colectiva. En efecto, el artículo 28 5 a) y b) del Real Decreto Legislativo 4/2004 por el que se aprueba el Texto Refundido de la Ley del Impuesto sobre Sociedades establece que tributarán al tipo del 1 por 100 las sociedades de inversión de capital variable y los fondos de inversión de carácter financiero, regulados por la Ley de Instituciones de inversión colectiva, siempre que el número de accionistas o de participes requeridos sea como mínimo el previsto en el apartado cuarto del articulo 9 o en el apartado 4 del artículo 5 de dicha Ley, respectivamente. La aplicación del tipo del 1 por 100 a las socie­ dades y a los fondos de inversión inmobiliaria se condiciona, además, a su objeto exclusivo de inver­ sión en cualquier tipo de inmuebles de naturaleza urbana para su arrendamiento y a una determinada composición de sus patrimonios, de acuerdo con lo previsto en la letra c) del apartado 5 del artículo 28 del Texto Refundido de la Ley del Impuesto sobre Sociedades. No cabe duda que la exigencia de estos requisitos adicionales para que las Institucio­ nes de Inversión Inmobiliaria gocen del régimen fis­ cal especial viene motivado por el hecho de que a través de las mismas se pretende favorecer el arrendamiento de inmuebles y resultando especial­ mente incentivado el arrendamiento de viviendas. En correspondencia con lo anterior, y como segunda peculiaridad, cabe destacar que las Institu­ ciones de Inversión Colectiva no tienen derecho a deducción alguna sobre la cuota. Si se tiene en cuenta que las deducciones establecidas en la cuota del Impuesto sobre Sociedades tratan generalmen­ te de atenuar la tributación como consecuencia de la realización por los sujetos pasivos de determina­ das actividades que se pretenden favorecer desde el punto de vista fiscal, en el caso de las Institucio­ nes de Inversión Colectiva se considera que la ate­ nuación de la tributación se produce de modo suficiente con la aplicación del tipo de gravamen reducido. Por otra parte el artículo 57.1 del Texto Refun­ dido de la Ley del Impuesto sobre Sociedades esta­ blece y aclara que en ningún caso resultará aplicable a las Instituciones de Inversión Colectiva el régimen de las sociedades patrimoniales. De la lectura de este precepto se puede llegar a la conclusión de que expulsa del régimen de las sociedades patrimo­ niales a todas las Instituciones de Inversión Colecti­ va, incluso a aquellas que no disfrutan del tipo especial de gravamen del 1 por 100. En tercer lugar, los rendimientos obtenidos por las Instituciones están sujetos a retención, de acuerdo con la normativa general de los impuestos personales, con determinadas excepciones. Como en el régimen general, cuando el impor­ te de las retenciones practicadas supere la cuota resultante, después de aplicar el tipo del 1 por 100, la Administración procederá a devolver de oficio el exceso, según dispone el artículo 57. 2 del Texto Refundido de la Ley del Impuesto sobre Socieda­ des, sin que se contemple un procedimiento de devolución rápida de esas devoluciones. En último lugar, los dividendos que distribuyan las Instituciones de Inversión Colectiva están sometidos a retención, salvo que sean percibidos por residentes en países comunitarios distintos de España, en cuyo caso de aplicará la exención esta­ blecida para los rendimientos del capital mobiliario e incrementos de patrimonio obtenidos por resi­ dentes comunitarios por el artículo 14.1 c) del Texto Refundido de la Ley del Impuesto sobre la 107 Cuadernos de Formación. Colaboración 16/06. Volumen 2/2006 Renta de No Residentes, aprobado por el Real Decreto Legislativo 5/2004, de 5 de marzo. Cabe destacar que los socios o partícipes serán los beneficiarios últimos del régimen fiscal de privi­ legio aplicable a la imposición personal de las Insti­ tuciones de Inversión Colectiva. En efecto, la aplicación a éstas últimas de una tributación reduci­ da implicará que puedan repartirse mayores bene­ ficios a los socios o participes y que aumente el valor liquidativo de las acciones o participaciones. Los socios o participes pueden obtener dos tipos de rentas de su participación en Instituciones de Inversión Colectiva. Si la Institución opta por repartir los beneficios obtenidos, el socio o participe obtendrá rentas en concepto de dividendos, que tendrán la considera­ ción de rendimientos de capital mobiliario en su impuesto personal sometidos a retención, sin que el preceptor tenga derecho a practicar deducción por doble imposición de dividendos. Esta última exclusión es lógica si se tiene en cuenta que la tri­ butación de la Institución es muy reducida, por lo que no se produciría doble tributación que justifi­ caría la aplicación de la deducción en sede de la imposición personal del socio o participe. Pero tal vez cuando se produce un beneficio adicional en la imposición personal del inversor colectivo, persona física, sobre el inversor indivi­ dual, es cuando la Institución de Inversión no reparte los beneficios obtenidos, sino que los acu­ mula a reservas. En este caso el inversor, socio o partícipe de la Institución, tendrá rentas solo en el caso de que transmita las acciones o participacio­ nes: se generan ganancias o pérdidas de patrimonio por la diferencia entre el valor de transmisión o reembolso y el valor de suscripción o adquisición de las acciones o participaciones. Estas ganancias de patrimonio, en la actualidad están sometidas al tipo de retención del 15 por 100 y para el caso de que haya transcurrido más de un año, entre la fecha de adquisición o suscripción de las acciones o participaciones y la de enajenación o reembolso, el importe de las mismas se integran en la parte especial de la base imponible y tributarán al tipo del 15 por 100. Finalmente conviene hacer una referencia al régimen de diferimiento por inversión que para los socios o participes, personas físicas, se encuentra regulado actualmente en el artículo 95.1 a) del Real Decreto Legislativo 3/2004, de 5 de marzo, por el que se aprueba el Texto Refundido de la Ley del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas. En efecto, como novedad introducida por la Ley 46/2002, concurriendo determinados requisi­ tos, cuando el importe obtenido como consecuen­ cia del reembolso o transmisión de participaciones o acciones en Instituciones de Inversión Colectiva se destine, de acuerdo con el procedimiento regla­ mentariamente establecido, a la adquisición o sus­ cripción de otras acciones o participaciones en Instituciones de Inversión Colectiva, no procederá computar la ganancia o pérdida patrimonial, y las nuevas acciones o participaciones suscritas conser­ varán el valor y la fecha de adquisición de las accio­ nes o participaciones transmitidas o reembolsadas. Pues bien, por lo que aquí interesa, cuando se trata de trasmisiones de acciones de Instituciones de Inversión Colectiva con forma societaria, para gozar de este régimen tratamiento especial de diferimiento, se exigen la concurrencia de dos requisitos o condiciones. De una parte, que el número de socios de la Institución de Inversión Colectiva cuyas acciones se transmitan sea supe­ rior a 500 socios; y de otra, la que se considera más significativa, que el contribuyente no haya partici­ pado, en algún momento dentro de los 12 meses anteriores a la fecha de la transmisión, en más del 5 por 100 del capital de la Institución de Inversión Colectiva. Aunque pareciera más lógico que los requisitos mencionados se exigieran tanto respecto de las acciones transmitidas como respecto de las adqui­ ridas, la Dirección General de Tributos, en contes­ tación de fecha 5 de septiembre de 2003, ha manifestado, de acuerdo con una interpretación literal del precepto, que los requisitos relativos al número de socios y al porcentaje mínimo de parti­ cipación, se exigen exclusivamente para las socie­ dades cuyas acciones se transmitan y no para las que se adquieran por reinversión. IV. VALORACIÓN Y CONCLUSIONES Se considera que los motivos en los que se ha basado nuestro legislador a la hora de regular las Instituciones de Inversión Colectiva obedece, más que a razones de justicia tributaria, a razones de política económica, de política social y de eficacia. En efecto, el Estado a través de las Instituciones de Inversión Colectiva de carácter mobiliario trata fundamentalmente de potenciar el desarrollo del sistema financiero; en particular, se pretende ampliar el mercado secundario monetario y de capital que, a su vez, es necesario para el desarro­ llo del mercado primario o de emisiones. Se trata de contribuir a sufragar las necesidades de finan­ ciación de la economía de modo indirecto, mediante la potenciación del mercado secundario, 108 Valoración de la importancia de la base personal de las instituciones de inversión colectiva para la configuración de su régimen fiscal J OSÉ U RBANO TIENDA sin cuya existencia difícilmente potenciarse el mer­ cado primario, al no existir una plaza organizada donde los inversores pudieran comercializar sus inversiones. Para la consecución de esta finalidad hace falta ahorro y en especial de aquel que, por carecer su titular de los recursos económicos y conocimien­ tos técnicos adecuados, permanece al margen del mercado monetario o de capitales. Este ahorro es el que puede producir o está en manos del peque­ ño ahorrador que en la mayoría de los casos se encuentra con diversos obstáculos que desincenti­ van un comportamiento ahorrador o le impiden realizar una inversión eficaz del mismo. Con esta finalidad se puede decir que surgen las Instituciones de Inversión Colectiva de carácter financiero. Son entidades al servicio del ahorro, especialmente el derivado de sujetos con un nivel económico medio. A través de estas Instituciones se pretende fomentar la creación de ahorro y cana­ lizarlo de forma racional hacia los mercados orga­ nizados de valores para que su ampliación sirva a las necesidades de financiación de la economía en general. En cuanto a las Instituciones de Inversión Colectiva de carácter inmobiliario, se trata de cubrir fundamentalmente necesidades de tipo social. Se pretende que las mismas presten una contribución especial a la política de vivienda del Estado, mediante el fomento del alquiler de inmue­ bles destinados a vivienda. Prueba de ello es que únicamente disfrutan de un régimen tributario especial aquellas cuyo activo esté formado por inmuebles que total o parcialmente se destinen al alquiler de viviendas. Y esto se consigue a través del fomento o atracción del ahorro hacia estas Ins­ tituciones y en especial el ahorro procedente del pequeño o mediano ahorrador. En definitiva, estas últimas, cumplen una fun­ ción de estímulo para el ahorro y de intermedia­ ción inmobiliaria. Se trata de incentivar la creación de ahorro y canalizarlo hacía aquella parte del mer­ cado inmobiliario destinada al arrendamiento de viviendas. Lo que al mismo tiempo debería contri­ buir a la consecución del derecho de todos los españoles a disfrutar de una vivienda digna y ade­ cuada, según reconoce el artículo 46 de la Consti­ tución Española. Además, existe otra razón poderosa de política económica que justificaría la existencia de un régi­ men tributario especial, fundamentado en la tribu­ tación al 1 por 100 por la Instituciones de Inversión Colectiva, en especial las de carácter financiero. Es la de evitar la deslocalización del ahorro financiero motivada por la libre circulación de capitales y la falta de armonización fiscal en el ámbito comunita­ rio. En efecto, al producirse en el ámbito comunita­ rio la normalización del principio de la libre circula­ ción de capitales, así como la entrada de la moneda única en el espacio comunitario, que evita riesgo de tipo de cambio monetario, y a su vez no existir una armonización fiscal de la imposición directa en el ámbito comunitario, la fiscalidad ha pasado a tener una importancia muy relevante para evitar una posible deslocalización del ahorro, y por ello el régimen tributario especial se ha utilizado como un instrumento que ayude a situarlas en una posición que les permita competir principalmente con aquellas constituidas en otros países de la Comuni­ dad Europea. No obstante, conviene realizar una importante matización en el sentido de que no todas las Insti­ tuciones de Inversión Colectiva cumplen en la practica todas las funciones que, en principio, justi­ ficarían un tratamiento fiscal beneficioso. En efecto, en especial las antiguas SIMCAV (con la nueva Ley las siglas serían SICAV) presentaban dudas en lo que se refiere a su finalidad de canali­ zar el ahorro del pequeño ahorrador al mercado financiero. Tales dudas eran motivadas principal­ mente por el escaso número de accionistas que realmente integraban tales entidades, según esta­ dísticas pasadas en este sentido; lo que ponía de manifiesto que esas entidades estaban siendo utili­ zadas principalmente por grupos familiares o pequeños grupos inversores con grandes fortunas que poseían importantes carteras de valores y que, por tanto contaban con los recursos necesarios para contratar una gestión individual y profesional de su patrimonio mobiliario y lo hacían con el único fin de que las rentas fruto de su inversión tributa­ sen únicamente al tipo del 1 por 100 evitando con ello la tributación por el tipo más alto de la escala de gravamen. De esta forma sus condiciones finan­ cieras mejoran de forma considerable y fiscalmen­ te muchas de las rentas obtenidas, en concreto los intereses y ganancias de patrimonio a corto plazo, tributan de forma más ventajosa que si se hubiesen obtenido de forma directa. En definitiva, tales grupos de inversores se aprovechan de las ventajas fiscales que se ofrecen a las Instituciones de Inversión Colectiva sometidas al régimen de tributación especial mediante la utili­ zación de una fórmula jurídica societaria, puesto que les permite ejercer el control de su política de inversiones, bien de forma directa, bien contratan­ do los servicios de un tercer gestor profesional, a 109 Cuadernos de Formación. Colaboración 16/06. Volumen 2/2006 diferencia de los Fondos de Inversión en los que las facultades de dominio corresponden a la Sociedad Gestora del Fondo; y lo hacían de una manera muy sencilla, esquivando el requisito que supone el hecho de contar al menos con cien accionistas, mediante la contratación de accionistas meramen­ te simbólicos o formales, es decir, con una partici­ pación mínima que no supone ninguna distorsión en el volumen del patrimonio de los titulares reales de las Sociedades de Inversión mobiliaria. En realidad este abuso torticero de las antiguas SIMCAV las convertía en la práctica en un instru­ mento de gestión de grandes fortunas sobre el que la Administración Tributaria ha mantenido siempre viejas sospechas, figurando de hecho en el plan de actuaciones de la misma. En efecto, en la Resolu­ ción de 15 de enero de 2003, de la Dirección General de la Agencia Estatal de la Administración Tributaria, en la que se aprueban las directrices generales del Plan General de Control Tributario para el ejercicio 2003, se establecía que “... en el ámbito de control, sobre los activos financieros se refuerzan las actuaciones en las áreas consideradas de especial riesgo fiscal, entre las que se pueden citar las siguientes: ... abuso de estructuras finan­ cieras como instrumento de inversión colectiva pero utilizadas para fines distintos de los que le son propios...”. En parecidos términos se pronunciaba la Resolución de 28 de enero de 2004 que aprobó las directrices generales del Plan General de Con­ trol Tributario para el ejercicio 2004. Dicha situación se podría haber evitado fácil­ mente, estableciendo con carácter general, o sim­ plemente para disfrutar del régimen fiscal especial, un porcentaje máximo de participación en el capi­ tal de las Sociedades de Inversión para cada accio­ nista que garantizara una dispersión real del accionariado e impidiera la utilización de tales enti­ dades por grupos familiares o de inversores con grandes fortunas con fines eminentemente fiscales. Además esta medida se ha establecido para las Sociedades de Inversión Inmobiliaria cuyos accio­ nistas no pueden poseer más del 1 por 100 del capital de la entidad. Esta utilización contraria a la propia esencia de las Instituciones de Inversión Colectiva ha sido tenida en cuenta, sin embargo, con relación a la medida fiscal especial introducida por la Ley 46/2002, consistente en el diferimiento de la tribu­ tación de la ganancia o pérdida de patrimonio obtenida por la transmisión o reembolso de parti­ cipaciones o acciones de una Institución de Inver­ sión cuando la totalidad del importe obtenido es reinvertido en otra Institución de Inversión Colec­ tiva, debido a que para disfrutar de esta ventaja fis­ cal se exige que estas entidades tengan más de 500 socios y que el accionista que pretenda beneficiar­ se no posea en los doce meses anteriores a la transmisión una participación superior al 5 por 100. En realidad detrás de este abuso en el uso de las Sociedades de Inversión Colectiva se esconde un conflicto que sin duda ha debido influir en el Legis­ lador y en el Gobierno a la hora de la configuración del régimen tributario de las Instituciones de Inver­ sión Colectiva. Se hace referencia al conflicto entre quienes entienden que el régimen fiscal privilegia­ do de la inversión colectiva exige preservar la característica de que la institución sea el instru­ mento abierto a la colectividad de inversores, y aquellos que creen que la norma debe adaptarse a la realidad, aunque éste no sintonice bien con la nota de la colectividad, en aras de una pretendida protección del ahorro a largo plazo. Ley y el Reglamento que regulan en la actuali­ dad esta materia son reflejo de este conflicto. La Ley 35/2003 abrió el camino para cortar el abuso en la utilización de las Instituciones de Inversión Colectiva con fines distintos de los que les son pro­ pios, tanto por su inconveniencia financiera como por lo que suponía de desdén o burla de la norma fiscal, como ya había sido puesto de manifiesto por la Administración Tributaria al incluir entre los pla­ nes de actuación el abuso en la utilización de estas entidades, y, a tal efecto, estableció, de una parte, que por lo que se refiere al número de socios o partícipes reglamentariamente; “... podrá dispo­ nerse de un umbral distinto...”, lo que podría llevar a un número de socios o partícipes tanto mayor como menor de 100, y de otra, y esto era lo ver­ daderamente interesante y esperanzador para garantizar los principios básicos que informan nuestro ordenamiento tributario, que también reglamentariamente, “... podrán establecerse requisitos adicionales de distribución del patrimo­ nio entre los partícipes o entre los socios...” (ar­ tículos 5.o 4. y 9.o 4 de la Ley 35/2003). Las esperanzas se han visto frustradas porque el Reglamento de la Ley 35/2003, de una parte, en uso de la habilitación relativa al número de socios o participes, ha establecido que puede ser de 20 por cada compartimiento en los Fondos y Sociedades de inversión compartimentadas y en los fondos y sociedades de inversión libre el requisito del núme­ ro de socios o partícipes se reduce a 25; y de otra, lo que llama poderosamente la atención, no ha hecho uso de la habilitación relativa a la distribución del patrimonio entre dichos socios o partícipes. 110 Valoración de la importancia de la base personal de las instituciones de inversión colectiva para la configuración de su régimen fiscal J OSÉ U RBANO TIENDA Era precisamente la regulación de la distribu­ ción o la exigencia de algunos requisitos respecto a la concentración de la participación en el patrimo­ nio de las Instituciones de Inversión Colectiva, la que hubiera podido insuflar ciertas dosis de colec­ tividad a determinados sectores de la inversión colectiva y al mismo tiempo garantizar el respeto a los principios básicos que informan nuestro orde­ namiento tributario. La puerta que entreabrió la Ley 35/2003, de 4 de noviembre, la ha cerrado su Reglamento, apro­ bado por Real Decreto 1309/2005, de 4 de noviembre. No cabe duda de que en el desarrollo reglamentario han primado más razones pragmáti­ cas de política económica y de eficiencia en la pro­ tección del sistema financiero que razones de neutralidad y de justicia tributaria. En este contexto también resultan significativo, de una parte, el silencio sobre este asunto en las directrices generales del Plan General de Control Tributario para los ejercicios 2005 y 2006 y de otra, la extraña Disposición Adicional Tercera de la Ley 23/2005, de 18 de noviembre, de reformas en materia tributaria para el impulso a la productivi­ dad (BOE de 19 de noviembre), que contiene un procedimiento para encauzar la acción comproba­ dora de la Administración tributaria en relación con aquellos requisitos de carácter financiero que, establecidos en la Ley 35/2003 o su Reglamento, han de cumplirse para disfrutar del régimen fiscal privilegiado relativo al tipo de gravamen de la Insti­ tución de Inversión Colectiva en el Impuesto sobre Sociedades. En este procedimiento, el pronuncia­ miento de la Comisión Nacional del Mercado de Valores tendrá carácter decisivo, y al mismo debe­ rá atenerse la Administración Tributaria, lo que supone una restricción de la facultad de calificación que, para el ejercicio de las potestades y funciones de comprobación e investigación, otorga el artícu­ lo 115 de la Ley General Tributaria a la Administra­ ción Tributaria. Parece que con esta regulación se cierran las puestas a la lucha “al abuso de estructuras financie­ ras como instrumento de inversión colectiva pero utilizadas para fines distintos de los que le son pro­ pios”. Las Instituciones de Inversión Colectiva tienen por objeto la captación de fondos, bienes o dere­ chos del público para gestionarlos e invertirlos en bienes, derechos, valores u otros instrumentos, financieros o no, siempre que el rendimiento de la inversión se establezca en función de los resulta­ dos colectivos, siendo del cauce natural para la participación de los hogares españoles en los mercados de capitales de una forma profesionali­ zada. Este carácter colectivo de las Instituciones de Inversión Colectiva, se considera, que debe primar en la configuración, en su caso, de un régimen de tributación favorable para las mismas y para el inversor colectivo frente al individual. No obstante, la realidad ha sido bien distinta. Los hechos demuestran que la gran parte de las Instituciones de Inversión Colectiva, y en especial las adoptaban forma de Sociedad, contaban entre sus partícipes o accionistas un nutrido numero de “comparsas” y un reducido número de “actores principales”, convirtiendo estas entidades, más que canalizadoras del ahorro colectivo del pequeño inversor, en instrumentos de gestión de grandes fortunas para aprovechar los beneficios del régi­ men fiscal de privilegio. Si bien la Ley 35/2003, de, 4 de noviembre, de Instituciones de Inversión Colectiva, en vigor desde el 5 de febrero de 2004, abrió en camino para cor­ tar este abuso, al establecer que reglamentaria­ mente podrían establecerse requisitos adicionales de distribución del patrimonio entre los participes o socios. De esta manera la Ley establecía la posi­ bilidad de que existiera una dispersión real del accionariado, lo que impediría la utilización de tales entidades por grupos familiares o de inversores con grandes fortunas con fines eminentemente fis­ cales. No obstante, el Reglamento de la Ley 35/2003, aprobado por Real Decreto 1309/2005, de 4 de noviembre, no ha hecho uso de la habilitación legal relativa a la distribución del patrimonio entre los accionistas o participes. Se considera que en esta decisión han primado argumentos de política económica y de protección del sistema financiero, más que principios de neu­ tralidad y de justicia tributaria. Con la nueva regulación, en definitiva, se está primando la inversión colectiva de baja intensidad colectiva y se acompaña con el establecimiento de procedimientos nuevos que encauzan la actuación inspectora de la Administración Tributaria, como el previsto en la disposición adicional tercera de la Ley 23/2005, de 18 de noviembre, y con el olvido de referencias expresas en la Resoluciones que aprueban las directrices generales del Plan General de Control Tributario para los ejercicios 2005 y 2006 a cualquier tipo de actuación de control al abuso de estructuras financieras como instrumen­ to de inversión colectiva pero utilizadas para fines distintos de los que les sean propios. 111 Cuadernos de Formación. Colaboración 16/06. Volumen 2/2006 BIBLIOGRAFÍA CAÑO ALONSO, Julio César: Tributación de las Instituciones de Inversión Colectiva y de sus accionistas y partícipes. Aranza­ di 2004. ESTEBAN PAÚL, Ángel: Fiscalidad de los productos financieros, Manuales de la Escuela de la Hacienda Pública. Instituto de Estudios Fiscales. 2005. YAWAR NAZIR. La incidencia de la Ley 35/2003, de 4 de noviembre, reguladora de las Instituciones de Inversión Colectiva, en relación con la tributación de las Sociedades de Inversión de Capital Variable (SICAV) en el Impuesto sobre Sociedades. “Impuesto sobre Sociedades. Normas aparecidas durante 2006”, Revista de Contabilidad y Tributación del Centro de Estudios Financieros. Marzo de 2006. 112