Bajo techo

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Bajo techo
No sólo conocieron la calle: fueron por años parte de ella. Presos del alcohol o las drogas,
lograron dejar atrás una existencia errante y decirle “sí” al apoyo del Programa Techo
de la Alcaldía de Chacao, una iniciativa que desde 2004 ofrece atención integral a la indigencia.
+salud presenta las historias de Raúl León Pérez, Luis Pandare, Henry Ortega, Luis Martínez
y Matheus González, cinco hombres que rescataron su don de gente
Silvia Martins
| Fotografía Roberto Mata
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Raúl León Pérez | 37 años
Vivió 4 años en la calle | Hoy trabaja en el Programa Techo de la Alcaldía de Chacao
“Cuando me metía mi droga
me sentía Superman, como
si alrededor no hubiera ningún
peligro. Vivía en mi mundo
de consumo, en el que no tenía
a nadie que me dijera nada:
me mandaba yo mismo. Era como
si hubiera nacido en la calle
y solo”.
“Cuando tenía como año y medio
en la calle me empezó a pegar
la soledad, el no importarle
a nadie. A veces me obstinaba
de tanto consumir y me
preguntaba ‘¿a dónde voy
a llegar?’. Hasta pensé
en matarme”.
“Los primeros tres meses
en el centro de rehabilitación
fueron caóticos: me la pasaba
viendo hacia afuera y deseando
estar en la calle. El enemigo
es uno mismo: las ganas de irse,
los malos pensamientos,
las tentaciones…”.
“Ahora me siento una nueva
criatura, una persona que volvió
a nacer. El Raúl de antes estaba
perdido en un hoyo… pensé
que no tenía salvación”.
“Antes no le tenía miedo a nada:
ahorita sí porque siento
que mi vida vale, me estoy
valorando como persona”.
“El temor de volver a la calle
siempre está al lado de uno. Pero
sé que no lo voy a hacer porque
tengo compañeros que me dan
fortaleza”.
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Luis Martínez | 52 años
Vivió en la calle por 12 años | Hoy trabaja en la Dirección de Obras Públicas en la Alcaldía de Chacao
“Tenía diez años viviendo con
una pareja, pero tuvimos
problemas por mi bebedera
de alcohol. Cuando nos
separamos, pasé un tiempo
viviendo en el trabajo. Después
me fui de esa empresa
y no me preocupé por buscar
otro empleo”.
“Si hubiera estado más
consciente de lo que hacía,
me hubiera integrado antes
a un centro… pero cuando se está
así, a la deriva, uno sólo piensa
en vivir el día”.
“Al ver a personas que tienen
más de diez años fuera de la calle
y ya ni beben licor siento que yo
también puedo seguir ese buen
camino. Me sirven de ejemplo”.
“Parece mentira, pero
las responsabilidades son muy
beneficiosas, porque uno tiene
un ‘algo’ para salir adelante.
Yo no tenía trabajo, no me
importaba nada. Sólo pensaba
en tener comida y bebida”.
“Ahora me gusta tanto mi vida
que estoy enamorado de ella. Me
encanta mi trabajo, la vivienda
donde estoy, estar al día con mi
ropa y mi aseo personal. No tengo
ningún gran sueño: sólo pienso
en seguir viviendo y, dentro de lo
posible, superarme”.
“Para superar la calle hace falta
reconocer que vivir en ella
es una cosa muy peligrosa y tener
fuerza de voluntad. Con eso casi
todo se logra. A lo negativo
hay que decirle ‘no, no y no’”.
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Henry Ortega | 50 años
Vivió 21 años en la calle | Hoy trabaja en la Dirección de Obras Públicas de la Alcaldía de Chacao
“Cada vez que tenía dinero
iba a la casa y se lo daba
a mi mamá. Me bañaba, me
vestía y regresaba a la calle.
Decía que volvería, pero duraba
hasta seis meses sin ir. La calle
me quitó a mi familia…
pero cuando todos vieron
que de verdad le puse empeño,
los fui recuperando poco
a poco”.
“Siempre tuve ganas de salir
de esa mala racha, pero nunca
tuve a alguien que me dijera
‘vente, vamos’. Hasta que un día
en la plaza Bolívar de Chacao
dos personas se me acercaron
y hablaron conmigo. Yo estaba
negado. Me dejaron tranquilo
y volvieron a insistir”.
“Me empecé a recuperar
en el año 2004. Ya había
llevado muchos golpes:
los policías me habían pegado,
había tenido problemas
con drogadictos, estuve a punto
de que me mataran por líos
con una banda…”.
“La primera noche que dormí
bajo techo me sentí preso,
nunca me había gustado estar
encerrado… quería irme.
Me pegaba la ansiedad,
pero pude controlarla”.
“No cualquiera supera este
problema: sólo el que quiere
cambiar de verdad. Mi mayor
logro es haber tenido la voluntad
de dejar de consumir drogas”.
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Luis Pandare | 50 años
Vivió en la calle durante 10 años | Hoy trabaja como asistente de cocina en un restaurante
“Pasé dos años y medio viviendo
en una montaña, en el relleno
sanitario La Bonanza. Dormía
como los animales, a todo
riesgo. Decía que estaba ahí
para sobrevivir, pero lo que
estaba era prácticamente
huyendo de mí mismo”.
“Me hacía falta mi madre,
pero estaba muerta; mi esposa,
pero sabía que no la podía
recuperar. Entonces me portaba
peor, buscando que me mataran:
no tenía nada que perder”.
“Cuando veía que me estaba
poniendo ‘feíto’ me iba
a El Ávila. Allá me bañaba, lavaba
la ropa… trataba de aparentar
algo que era mentira. Terminaba
con la ropa limpia, pero el alma
sucia”.
“Había algo que me decía
que ése no era yo… algo dentro
de mí que me reclamaba lo
que hacía… pero me intoxicaba
y se me olvidaba todo. Aun así,
sabía que no había nacido para
estar en la calle”.
“Todo tiene un límite y el mío
lo puse yo: decidí no recaer más.
Sí se puede salir de la calle,
pero uno tiene que creer
en sí mismo. En lo primero
que yo creo es en mí, porque
de mí sale todo: lo positivo
y lo negativo”.
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Matheus González | 37 años
Vivió 14 años en la calle | Hoy trabaja por su cuenta en Valera (estado Trujillo)
“Empecé a consumir droga
a los 14 años… tuve una niñez
difícil. Me crié con mi abuela,
pero mis tíos me maltrataban:
me decían que era un recogido,
trataban de golpearme cuando
ella no estaba y cuando iban
a visitar a sus amigos
en la cárcel me metían la droga
en los interiores para que
yo la pasara”.
“No me gustaba estar en la calle,
pero ya estaba sumergido en
la droga. De día me comportaba
normal, pero en la noche me
transformaba: era otro bicho…
y en cada sitio tenía
un sobrenombre distinto”.
“Yo tenía la voluntad, pero era
como decir ‘voy a ir Siberia’:
uno sabe que está ahí, pero está
muy lejos. Además pensaba:
‘ajá, llego y ¿qué voy a hacer?’.
Nunca había conocido el mundo
sano: siempre conviví con gente
drogadicta, estableciendo
conversaciones drogadictas,
teniendo enfermedades
drogadictas…”.
“Hasta que llegué al centro
no había conocido a alguien
que me diera una explicación
científica de la adicción
a las drogas y de sus efectos
en el cuerpo. Entender lo que me
estaba ocurriendo me ayudó…
y me motivó. Hoy puedo decir
que sí existe la cura. Estoy dando
fe de eso”.
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