En la edad media el concepto de “belleza” dentro de la estética estaba ligado estrechamente con lo religioso, por lo tanto en el arte se representaba una gran cantidad de íconos ligados con todo lo que en ese tiempo se veneraba y se entendía que tenía relación con Dios, como las iglesias, santos… Tomás de Aquino toma mucha importancia en éste pensamiento de estética ya que es él quien propone los parámetros para considerar bello un objeto dentro de la Edad Media que son . La integridad o perfección que tiene relación con que el hombre debe ser considerado como un todo, no dividido en partes, no puede haber un objeto roto ni incompleto porque estos son considerados feos y alteran la divinidad que se propone crear el arte medieval. El cuerpo debe ser considerado como un todo para poder ser asociado dentro de la época como un objeto divino. Se pensaba que el cuerpo era el ser que reunía todo lo bello de la grandiosidad de Dios. La proporción dentro del arte tiene que ver con el objeto y el espectador que percibe la obra, el objeto tiene que estar bien compuesto para que el espectador se sienta satisfecho y pueda sumergirse a la perfección dentro de la obra de arte. Y por último, la luz dentro del cuadro es la encargada de darle el ambiente que necesita la obra para lograr su objetivo de maravillar ante la grandiosidad de Dios. De la edad media se espera que este cuerpo sea perfecto, debe estar en perfecta dimensión y proporción, cada parte va en su lugar por lógica numérica y en un orden especifico. El número, la proporción y la luz son de gran importancia para la estética Este orden y proporción perfecta lleva directamente a la veneración de Dios, a la similitud, buscando la semejanza que éste representa para la época. Mediante estas proporciones tan importantes en la edad media se establecen parámetros o prototipos como los heredados de Grecia que son aceptados como belleza. Era lógico entonces que dentro del estándar de belleza, donde se valoraba más la interior que la exterior existiera la forma de potenciarla, mediante la iluminación que creaba esta atmosfera de divinidad y con la composición que siempre trata de sacar la mayor ventaja del objeto para que el espectador pueda observarlo de la mejor manera posible, o de la formas más fidedigna para lograr la mimesis del contexto y del pensamiento cultural que el arte siempre ha querido expresar. En ésta época dentro de la sociedad el hombre mayoritariamente se preocupaba de fortalecer la cultura, el arte y su inteligencia basados solamente en el pensamiento religioso, en la unión con Dios. Al valorizar el arte en ésa época medieval los espectadores se fijaban en la relación entre el objeto y el cosmos del cuadro que de la belleza misma de éste, ya que es más importante la unión que tiene con Dios, que solo valorar sus colores, su luz o la belleza del objeto. La belleza dentro de la estética de la Edad Media era una suma de belleza física y virtud, esos dos componentes debían llevar a las personas a un estado de recuerdo de divinidades, asociar el cuadro que representa realidad con Dios y su perfección. La idea de la Edad Media era alcanzar la plenitud máxima en la tierra, la perfección dentro de ésta belleza para poder ir al cielo, tener un alma virtuosa y un cuerpo bello, todo eso los acercaría a la salvación. Por Dante el arte fue tomado como una especie de símbolo, ya que el comenzó a cuestionarse el porqué de la escritura y la consecuencia de esto fueron las metáforas, tomando al arte y convirtiendo cada pieza como una metáfora de la realidad, no todo tenía que ser exactamente literal. El renacimiento busca representar la realidad tal como se le presenta ante sus ojos, sin intención de mejorarla ni metaforizarla, ya que este enfoque se había perdido en las anteriores épocas. En ésta época a pesar de ser tan parecida con la Edad Media se continua buscando la belleza relacionada con Dios, se busca una belleza externa, la idea era representar la belleza mediante el objeto de una forma inmediata y no dándole una razón especial con el cosmos, lo que se ve debe ser bello en primera instancia. La belleza seguía siendo un concepto insondable a pesar de los parámetros que se propusieron en la Edad Media, sin embargo, en el Renacimiento vuelven a tomar fuerza e importancia volviéndose palpables y necesaria la perfección en cuanto a proporción dentro de un objeto o de un cuerpo para que éste sea bello, por eso el dibujo comienza a ser mucho más importante, se convierte en una técnica exacta, gracias a Leonardo Da Vinci, representando matemáticamente la belleza. El Renacimiento plantea el desafío en los artistas de encontrar e imponer los cánones de belleza perfectos para sus representaciones artísticas, mediante teorías de proporciones perfectas, gracias a este desafío llegaron a la utilización del método conocido como la proporción Áurea, La proporción áurea postula lo siguiente, “El lado mayor es al menor, como la suma de ellos es al menor”. En resumen, la Edad Media crea los parámetros de belleza basados en que el cuerpo es la representación y la unión de todo lo bello, que su forma será vista de una forma divina, proveniente directamente de Dios y tendrá un peso emocional muy grande para el espectador, más tarde el Renacimiento podrá retomar para crear una teoría de perfección mediante la proporción áurea, si objetivo es representar un cuerpo o un objeto en la proporción adecuada para que ésta sea perfecta desde todo punto de vista.