La arquitectura barroca en España e Hispanoamérica En España el barroco se beneficia del mecenazgo del clero y la nobleza. Es el arte de la Contrarreforma, de la cual España es la campeona, por lo que predominarán los edificios religiosos. Sin embargo, España está perdiendo su hegemonía mundial y la crisis económica se hace patente. Las fachadas vuelven a decorarse profusamente. Pero no sólo la Corte es un centro importante, sino también Sevilla, Valencia, Toledo y Valladolid, además de la importancia que el barroco adquiere para la consolidación de la conquista en las Indias. También la burguesía será uno de los promotores del nuevo estilo. Si en todo el mundo el barroco atiende a preocupaciones urbanísticas, en España lo hace de una manera singular. Se crean, ahora, las grandes plazas mayores, rectangulares y asoportaladas, se amplían las viejas ciudades y se construyen otras nuevas, principalmente en América. A imitación de Versalles se construyen en España los reales sitios, sobre todo Aranjuez. No obstante, en el primer tercio del siglo XVII pervive el estilo herreriano, con fachadas y plantas simples, materiales pobres y un aspecto austero y sombrío. En este período destacan Francisco de Mora, Juan de Nantes, Giovanni Battista Crescenzi , Francisco Bautista, representante del estilo jesuítico: iglesia de San Isidro en Madrid, Alonso Carbonell que diseña el Buen Retiro y Juan Gómez de Mora, el más representativo. Trabaja en la corte de los Austrias, en Madrid: plaza Mayor, la cárcel de la Corte, colegio de los jesuitas en Salamanca. En el período del barroco pleno encontramos una mayor tendencia a la decoración, y a la eliminación de los elementos herrerianos. Son importantes arquitectos como Alonso Cano, aunque más conocido como pintor y escultor es el arquitecto más importante de momento. Construye la fachada de la catedral de Granada, Francisco Hurtado Izquierdo, que realiza sus mejores obras en Andalucía: Cartuja de Granada. Jiménez Donoso: casa de la Panadería en la plaza Mayor de Madrid, Sebastián de Herrera Barnuevo, el Parnaso, José Peña de Toro, en Salamanca, a quien se le encargó dar un aspecto barroco a la catedral de Compostela, Domingo de Andrade: torre del reloj en Compostela, Melchor Velasco de Agüero: Salvador de Celanova y Felipe Berrojo: iglesia de la Pasión en Valladolid. En el Pilar de Zaragoza trabajarán Francisco Sánchez, Francisco Herrera, el Joven, Ventura Rodríguez y Domingo Yarza. En el siglo XVIII se desarrolla el estilo churrigueresco, el rococó español, ya con la dinastía borbónica entronizada. Se trata de un estilo extraordinariamente decorativo, sobre todo en el exterior. El más importante de todos los arquitectos de esta época es José Benito de Churriguera, el auténtico creador del estilo: San Cayetano, Santo Tomás, y la ciudad de Nuevo Baztán, junto con sus hermanos Joaquín de Churriguera: colegio de Calatrava en Salamanca y Alberto de Churriguera: plaza Mayor de Salamanca. Pero si los Churriguera crearon el estilo, sus sucesores lo llevaron a extremos delirantes. Pedro de Ribera, trabaja en Madrid, en numerosas casas, fuentes y obras públicas: puente de Toledo, hospicio de Madrid. Narciso Tomé, el de mayor imaginación decorativa, ya que integra arquitectura, escultura y pintura: transparente de la catedral de Toledo. Leonardo de Figueroa, que trabaja en Sevilla. Reviste los edificios de ladrillo vidriado, yeso y piedra blanca, que recuerda a la mezquita de Córdoba: hospital de los Venerables, seminario de San Telmo. Y Fernando de Casas Novoa, que hace la fachada del Obradoiro en Compostela. Entre otros muchos. Pero no toda la arquitectura española del siglo XVIII es churrigueresca. La nueva corte borbónica tiene un gusto más clásico, de tipo francés, muy alejado de los excesos decorativos churriguerescos. En sus edificios predomina el ritmo ordenado y claro y el gusto por el equilibrio. Los dos grandes proyectos de la corte borbónica son la granja de San Ildefonso, residencia de verano de la Corte, encargada a Teodoro Ardemáns, y Aranjuez, donde trabajó Santiago Bonavía. También se construyó el Palacio Real, encargado a los italianos Fillippo Juvara y Giovanni Battista Sacchetti. También son plenamente barrocos Ventura Rodríguez: Salesas reales, y Francesco Sabatini: puerta deAlcalá, real aduana. Los dos son arquitectos representativos del barroco tardío del gusto de la corte borbónica y el estilo francés, aunque sus obras prescinden tanto de la decoración exterior que frecuentemente se les considera dentro del neoclasicismo, del que sin duda son precursores. Hispanoamérica Durante los siglos XVII y XVIII la conquista y dominación de las Indias llega a su apogeo. Se crean nuevas ciudades y se reconstruyen las ya existentes. La estética básica con que se crean es la del barroco, la que muestra el poder de España. Pero en América el barroco encuentra su propio estilo, gracias a la fusión del nuevo estilo con el sustrato indígena y la tradición mudéjar. Tres son los impulsores del barroco en América: la Corona, la burguesía y los jesuitas como representantes de la Iglesia. La arquitectura también fue un vehículo para la evangelización. Los primeros conventos y las primeras iglesias americanas, de estilo renacentista, tendrán aspecto de fortaleza, debido al carácter de frontera de las Indias, como el convento de Acolmán en el valle de Teotihuacán, o el convento de Actopán, en Hidalgo, México. Pero es en los siglos XVII y XVIII cuando se construyeron los mejores ejemplos de la arquitectura americana, sobre todo gracias a las catedrales. En la catedral de México, trabajan Claudio Arciniega y Juan Miguel Agüero, donde trabajó, también, Lorenzo Rodríguez: fachada del Sagrario, y Luis Gómez de Trasmonte: fachada central. La catedral de México se convertirá en el paradigma de la arquitectura colonial. Francisco Becerra levantará la catedral de Puebla según este modelo. A Becerra le debemos los planes de las catedrales de Cuzco, Quito y Lima. Otro de los grandes arquitectos mexicanos es Francisco Antonio Guerrero y Torres: capilla del Pocito, en Puebla, que gusta del colorido brillante de los ladrillos vidriados y la cerámica; además construye numerosas casas señoriales para la burguesía mexicana: palacio de Jaral de Berrio. Su decoración recuerda los motivos aztecas. En Puebla aparece una escuela barroca tan activa como poco conocida. De su mano salieron los santuarios de Ocotlán en Tlaxcala, y de San Francisco de Acatepec, dos magníficos ejemplos del rococó mexicano de autor desconocido. El barroco en el virreinato del Perú está marcado por el terremoto de Lima de 1746. La ciudad quedó totalmente destruida y de su reconstrucción surgieron los edificios más representativos del barroco. Francisco Antonio Guerrero y Torres trabajó, también, en este virreinato: catedrales de Lima, Cuzco y Quito. También trabaja en Lima el portugués Constantino de Vasconcellos: convento de San Francisco. Este es el monumento arquetípico de la arquitectura limeña. José de la Sida: convento de San Agustín. En Arequipa aparecerá una escuela de fuertes reminiscencias indígenas. Destacan la iglesia de los jesuitas de Diego Felipe, el convento de Santo Domingo y el convento de San Agustín. En Colombia destaca Simón Schenherr, un jesuita de origen alemán: iglesia de los jesuitas de Cartagena de Indias y Popopayán. En Bolivia destaca la catedral de Potosí. Y en Argentina hay que reseñar a Juan Kraus, jesuita de origen alemán: iglesia de San Ignacio en Buenos Aires, y Andrés Blanqui: catedral de Córdoba. Lamentablemente, muchas de las obras americanas, sobre todo si son casas señoriales, son de autor anónimo; como el palacio de los marqueses de Torre-Tagle.