sucesión ejidae y comunal

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SUCESIÓN EJIDAE Y COMUNAL *
Por: Carlos
DE
PABLO
Notario del D.F.
* Ponencia presentada al XX Congreso Nacional de la A.N.N.M., A. C., realizado
en Puebla, Pue., octubre, 1992.
Revista de Derecho Notarial Mexicano, núm. 103, México, 1993.
DR © Asociación Nacional del Notariado Mexicano, A. C.
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La reforma al artículo 27 constitucional de 6 de enero de 1992 suprimió la
innecesaria y nociva tutela que se dio a ejidatarios y comuneros y les otorga
plena capacidad en cuanto a sus bienes y, en forma congruente con el sistema
jurídico mexicano de propiedad, les atribuye por, un lado derechos sobre sus
respectivas parcelas y porción de tierras dentro de las personas morales de
Derecho Agrario Ejido y Comunidad y, por el otro, el derecho de obtener el pleno dominio de ellas (art. 27.. . VII. Se reconoce la propiedad
jurídica de los núcleos de población ejidales y comunales y se proteje su
propiedad sobre la tierra. . . L a ley con respeto a la voluntad de los ejidatarios y comuneros para adoptar las condiciones que más les convengan.. .
regulará el ejercicio de los derechos de los comuneros sobre la tierra y de
cada ejidatario sobre su parcela. . . igualmente fijará los requisitos y procedimientos conforme a los cuales la asamblea ejidal otorgará al ejidatario el
dominio sobre su parcela. . . ) .
La Ley Reglamentaria correspondiente, la vigente Ley Agraria (Diarw
Oficial 26 de febrero de 1992), en congruencia con la mencionada disposición
constitucional. reconoce y precisa los derechos de ejidatarios al uso y disfrute,
aprovechamiento y usufructo de sus parcelas (Arts. 14, 62, 76 y 77), el que
podrán ceder y enajenar tales derechos (Art. 20, frac. la y Art. 80) ; si bien
establece un derecho de preferencia en la enajenación a favor de los cónyuges
y los hijos del enajenante y la obligación de que la enajenación sea a favor
de otros ejidatarios o avecindados del núcleo de población mismo; y establece (Art. 80) que los ejidatarios podrán asumir el dominio pleno de sus
parcelas.
L a propia Ley, hace extensivo el régimen aplicable a ejidatarios a los
comuneros (Art. 107) a los que en consecuencia confiere derechos perfectamente definidos y la posibilidad de adquirir el pleno dominio o propiedad
de sus tierras.
La misma Ley Agraria ahora vigente, en forma congruente con la definición que hace de derechos de ejidatarios o comuneros sobre las personas
morales ejido y comunidad, y la posibilidad de libre enajenación de ellas y
con la atribución en plena propiedad de parcelas y tierras comunitarias, así
como con el sistema jurídico sucesorio mexicano, atribuye a ejidatarios y
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comuneros (Art. 107) a los que en consecuencia confiere derechos perfectasumum del derecho de propiedad, en forma voluntaria o presunta.
ANTECEDENTES
REGÍMENES
A LA
LEY FEDERAL
DE
LA
REFORMA
AGRARIA
Y OTRAS LEGISLACIONES ANTERIORES
Las leyes de 6 de enero de 1915, la de Ejidos de 28 de diciembre de
1920, el Reglamento Agrario, las Leyes de Dotaciones y Restituciones de Tierras y Aguas de 27 de abril de 1927 y de 21 de marzo de 1929, la Ley del
Patrimonio Ejidal, y ya en el movimiento codificador, los Códigos Agrarios
de 22 de marzo de 1934, 23 de septiembre de 1940, y 31 de diciembre de
1942 y la recientemente abrogada Ley Federal de la Reforma Agraria, toda
vez no reconocieron con precisión los derechos de ejidatarios y comuneros
sobre las tierras que en propiedad atribuyeron a los núcleos de población,
y consiguientemente el poder de disponer de ellas, ni tampoco contuvieron
la posibilidad de que ejidatarios y comuneros fueran considerados como verdaderos y plenos propietarios, no incluyeron en su reglamentación a la institución de la sucesión mortis causa, sino cuando mucho una muy limitada
posibilidad de designación de adquirentes y dejaron al derecho común la
regulación de la transmisión por causa de muerte de los muy relativos derechos que se concedían al hombre del campo.
La posibilidad de transmisión de los precarios derechos del campesino se
restringió siempre a que el adquirente reuniera determinadas características,
entre otras, la de ser vecino del asentamiento o formar parte del núcleo de
población, la de ser pariente del enajenante o dependiente económico del mismo o estar en relación de concubinato con él. La circular núm. 48 de la
Secretaria General de la Comisión Nacional Agraria de 19 de septiembre
de 1921 sobre el régimen interior a que habría de sujetarse el aprovechamiento de los ejidos, así lo estableció y de la misma manera el artículo 113,
inciso 3 de la Ley de Dotaciones y Restituciones de Tierras y Aguas Reglamentaria del artículo 27 constitucional y los artículos 71, fracción 29 128, 133
y 306, fracción 79 del Código Agrario de 1940, los artículos 65, 134, 153, fracción 19, 156, 159, fracción 2" 162, 163, 164, 170, 171, 172, 338, fracción
129 del Código Agrario de 1942, los artículos 47, fracción 119, 52 penúltimo
párrafo, 72, 81 a 86 y 211 de la Ley Federal de la Reforma Agraria.
Tales disposiciones que regulan una incipiente transmisión mortis causa
de derechos agrarios, no claramente precisados, y de manera limitada, pueden
considerarse antecedentes de la legislación vigente.
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L a nueva Ley Agraria, como parte de nuestro sistema jurídico que sustenta la propiedad privada y el atributo de disposición de los bienes objeto
de ella, reconoce que la sucesión por causa de muerte logra fines personales,
familiares y sociales en tanto que obtiene la continuación de la personalidad
patrimonial del transmitente, da seguridad y estabilidad a la familia, da fijeza
a la economía y robustece a la libre y fácil circulación de bienes y derechos, y
por tanto, regula expresamente, para facilitarla, la sucesión mortk causa de
ejidatarios y comuneros, y remite el derecho común para la ordenación de lo
que no expresamente precisa.
La Ley reconoce el derecho de ejidatarios y comuneros de designar sucesores en forma irrestricta, reduce las formalidades de esta expresión de voluntad y establece un régimen de llamamientos para que opere la transmisión
por causa de muerte en el caso de que el ejidatario, en vida, no haya expresado su voluntad y además sujeta la materia sucesoria agraria al sistema
de justicia agraria que crea y reglamenta.
E n su articulo 15 la L,ey establece la posibilidad de srr ejidatario a los
herederos de otro ejidatario.
En el artículo 17, reguIa Ia facultad del ejidatario de designar quién
deba sucederle en los derechos sobre su parcela y los inherentes a su calidad de ejidatario, mediante la formulación de una "lista de sucesión", y
establece la forma de que deberá estar dotada tal emisión de voluntad para
su plena eficacia.
En su artículo 18 la Ley establece cómo habrán de transmitirse los derechos agrarios cuando el ejidatario no haya hecho designación de sucesores O
cuando habiéndola hecho ninguno de los señalados pueda heredar, con lo que
crea la sucesión intestamentaria agraria, y en e1 artículo 19 ~recisael último
de los llamamientos, cuando en el orden no haya persona determinada y la
manera de ejecutarlo.
Como ya antes se precisó, por disposición del artículo 107 del réyimen
sucesorio es aplicable a 10s comuneros también.
La lista de sucesión a que se refiere el artículo 17, como la designación
de sucesores del ejidatario y el instrumento que contiene a ésta, tiene la
naturaleza jurídica de un testamento, pues constituye un acto de última
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voluntad personalísimo esencialmente revocable y libre por el que se dispone
de bienes y derechos para después de la muerte. (Código Civil para el Distrito Federal y para toda la República en materia federal, Art. 1295.)
En atención a que ese testamento sólo puede ser otorgado por ejidatarios
o comuneros, debe considerarse como un testamento especial, a la manera
del militar o el marítimo y no ordinario (Arts. 1499-1501 del citado Código
Civil), y toda vez que los bienes objeto de la designación sólo pueden ser
los derechos agrarios y por tanto sólo puede contener disposiciones singulares debe, considerarse que el testamento especial se constituye de un
legado.
Desde luego existe una absoluta libertad de testamentifacción de ejidatarios
y comuneros, pues si bien la Ley establece que las designaciones se contendrán en una lista, y señala un orden de personas a quienes se podrán designar, también precisa en ese orden, que podrá designarse a cualquier otra
persona. Como consecuencia de la naturaleza jurídica que tiene la referida
"lista" de testamento y por remisión expresa que hace la Ley al Código Civil
en materia federal son de aplicarse a la institución sucesión testamentaria
agraria todas las disposiciones del derecho común y, por ende, el testador
puede hacer todas las sustituciones de las que autoriza el propio Código
Civil Federal.
Como se desprende de la aludida Ley sólo ejidatarios y comuneros están
legitimados para otorgar el testamento especial agrario, es decir es sólo a tales
personas a quienes se reconoce la posibilidad de realizar con eficacia el acto
testamentario especial. Ante la inexistencia de disposiciones especiales en la
Ley Agraria, como corresponde, la cqpacidad de testadores y herederos se rige
por lo dispuesto por el Código Civil, al que remite la propia Ley en su artículo 2 9 .
Por lo que se refiere a la forma, en atención al origen de la institución y
a los fines que persigue de simplificación y promoción de la transmisión
mortlis causa de bienes y derechos para asegurar su libre y efectiva circula-
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ción, la Ley no impone más formalidades que las de un escrito que sea depositado en el Registro Agr:irio Nacional, o la formalización ante fedatario
público (art. 1 7 ) .
Por lo que se refiere al escrito, que deberá ser depositado en el Registro
Agrario, tal depósito, no es sólo para efectos de guarda y custodia y eventualmmte publicitarios, sino que constituye un elemento de forma, de manera
que el mero escrito no depositado será ineficaz como testamento.
En cuanto a la formalización ante fedatario, en caso de ser notario, éste
deberá cumplir con las obligaciones que establecen las respectivas leyes que
rigen su actuación, entre otras la de adecuar a la forma legal la voluntad
y la de dar fe de conocimiento y capacidad, con lo que la seguridad del
acto se ve robustecida y su eficacia garantizada.
El testamento agrario o lista de sucesión como tal, sólo podrá contener la
designación de sucesores de derechos agrarios (Art. 17), por tanto cualquier
otra disposición de naturaleza testamentaria incluida en un testamento especial agrario con las solas formalidades de éste, carecerá de la solemnidad
requerida y estará afectada de ineficacia por lo que se refiere a lo que no sea
agrario. En cambio, un testamento ordinario, puede contener cualquier dis.
posición para después de la muerte, aún desde luego la de derechos agrarios
y será eficaz si cuenta con las solemnidades que imponen las leyes.
La modificación del testamento especial agrario o lista de sucesión, no
sólo por aplicación del principio general correspondiente, sino por disposición
del propio artículo 17 de la vigente Ley, para su eficacia deberá hacerse
con las mismas formalidades con las que se hizo el ~rimitivotestamento.
Es sucesión legitima la que se defiere por ministerio de la Ley cuando
falta o no puede cumplirse la voluntad testamentaria del autor de la sucesión (Arce y Cervantes, José, De las sucesiones, Editorial Porrúa, México,
1983, pág. 149).
A diierencia de la sucesión testamentaria, que se defiere por la voluntad
del testador, la legítima se defiere por la Ley y por eso se le aplica el nombre de legal o legítima, y por el de no existir un testamento que surta efectos,
el de intestado o "abintestato".
De acuerdo con lo anterior la sucesión testamentaria agraria es aquella
en la que existe una lista de sucesión o testamento especial agrario que surte
efectos, y que en consecuencia se defiere por voluntad del testador ( a la que
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~
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se alude en el Art. 17; y sucesión legal agraria, es aquella en que ante la
ausencia de voluntad expresada por el testador o inoperancia de ésta la sucesión se defiere por la Ley, régimen sucesorio regulado por el artículo 18 de
la vigente Ley Agraria.
En atención al objeto de la sucesión, los bienes agrarios, el orden de llamamientos o de personas a que la Ley atribuye vocación hereditaria es diferente
del Código Civil, para favorecer no sólo a parientes sino a dependientes económicos, y para lograr una más ágil y mejor explotación de los bienes
agrarios lo que es del interés de la sociedad toda.
En consecuencia son herederos legítimos agrarios del autor, su cónyuge,
la concubina o concubinano, uno sólo de sus hijos y uno sólo de los ascendientes o uno sólo cualquiera de los dependientes económicos. Los antes
nombrados excluyen a los designados con posterioridad, por aplicación del
principio de derecho civil.
Si bien por disposición de la Ley sólo un hijo, ascendiente o dependiente
económico es el llamado a heredar los derechos agrarios, ese que adquiere,
queda gravado con la obligación o carga de llegar a un convenio con aquellos que se encuentren en su mismo grado de llamamiento, respecto de a
quién de ellos corresponderá el derecho y consecuentemente el pago al otro
u otros de la compensación proporcional correspondiente, lo que se desprende
de lo que la Ley establece de que de no haber acuerdo el Tribunal Agrario
proveerá la venta de los bienes o derechos y repartirá el producto.
No existe el mal llamado derecho de representación ante la repudiación
de hijos y sobrinos. Se suprime la posibilidad de comunidades o copropietarios
en los derechos estableciéndose una unicidad en la adjudicación o imposibilidad de que los mismos puedan corresponder a varias personas, con la
obligación o carga antes aludida al adjudicatario de participar a los demás en
el mismo orden de llamamiento del valor económico de los derechos.
Varia también el régimen de llamamientos agrarios
del de derecho común
en que en el primer caso nunca será heredera la beneficencia pública, pues de
no haber sucesores, entonces el referido Tribunal Agrario hará vender los
derechos, sólo entre los ejidatarios y avecindados del núcleo de población,
únicos legitimados para adquirirlos, y el importe del precio corresponderá
al núcleo de población y no a la beneficencia pública.
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