Documento 535524

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¿REQUIEM POR LA DEMOCRACIA Y EL HUMANISMO?
(Adaptado a propósito del fallo del señor Procurador General de la Nación en contra de
la Senadora Piedad Córdoba).
A manera de justificación.
El perfil del señor Procurador General de la Nación, Alejandro Ordóñez es muy parecido al perfil
del doctor Álvaro Uribe Vélez, expresidente de la República de Colombia.
Ambos manejan el mismo discurso ampuloso acerca del sentido de patria. En ellos, esa palabra,
los convoca a ver en cualquier expresión de disidencia con respecto a los principios y valores
que los acompañan, un símil de la traición.
Además, para hacernos más onerosa sus figuras corporales y espirituales, sus expresiones no
son otra cosa que la anti-ética; por cuanto ambos están cruzados por comportamientos y
decisiones que pretenden hacer aparecer como insumos de moralidad y de humanismo. Cuando,
por el contrario, son extravíos perdularios. Porque, los dos, son partícipes de esa versión de las
verdades soportadas en actitudes mendaces. El uno, el señor expresidente Álvaro Uribe Vélez,
creó la opción de ejercer como mago en su praxis política. Orquestó y dirigió, a manera de
ejemplo, todo el proceso de compra-venta de votos en el Congreso de la República, para lograr
el aval para su reelección; condujo todo lo relacionado con el espionaje a los opositores y a las
opositoras, con centro en el Departamento Administrativo de Seguridad. Sus escuderos han
caído y han sido o están siendo procesados; pero él sigue incólume. Él y el actual presidente,
doctor Juan Manuel Santos Calderón, fundaron el ejercicio de arrasar a quien o a quienes sea,
con el objeto de lograr lo que se denomina la vigencia y necesidad de la política de Seguridad
Democrática. En ese contexto, invadieron y lo justificaron, al Ecuador. Con ese mismo
referente-principio, recibieron la mano de uno de los comandantes de las FARC, presentada
como prueba de su muerte por un disidente traidor, igual de venal a ellos mismos. También
promovieron y validaron la lógica en la cual se soportan los falsos positivos.
Y, el señor Procurador General de la Nación Alejandro Ordóñez, es católico absoluto. Se rasga
las vestiduras ante el fallo de la Honorable Corte Constitucional ante los casos en los cuales las
mujeres pueden abortar y la obligación constitucional de promover la educación sexual entre las
y los jóvenes; pero (en plena coincidencia con Benedicto XVI) no se sonroja ante las historia
infame de la actuación de la Iglesia Católica con los Tribunales de la Santa Inquisición.
Independientemente de las diferencias que tengo con la Honorable Senadora Piedad Córdoba,
admiro su capacidad para enfrentar los retos propios de una disidente, en este espectro de
democracia a sangre y fuego de los paramilitares y de sus inspiradores políticos Álvaro Uribe
Vélez, Juan Manuel Santos Calderón y Alejandro Ordóñez.
Sus gestiones en la perspectiva de una salida dialogada al conflicto interno y su interés y
sensibilidad ante el dolor efectivo de quienes sufren el secuestro físico; no son otra cosa que
una posición coherente con sus principios. Una posición ética que, de por sí, invita a la
solidaridad.
A ella le dedico este texto escrito por mí en 2009.
1. El universo y los conceptos.
Ha sido un largo camino. Como laberinto que agobia. Pero que, por lo mismo, ha permitido
localizar los términos de referencia necesarios para enfrentar la soledad del ser que emerge
consolidado, a partir de descifrar los códigos de la vida societaria. Porque viene de esa
dispersión que lo había inhibido, para enfrentar vicisitudes. Hacerlo sólo le había significado, en
el tiempo, no entender la dinámica asociada a sentir a los otros y a las otras. Un estar ahí,
situado en su compartimento. Mirándose. Como quien no ha construido el enlace, entre si
mismo y el escenario. Actor cuyo libreto son palabras para sí. Pero que, en perspectiva, se
siente aislado. Avasallado; al límite de su capacidad para discernir acerca de su rol colectivo.
Posicionarse, al margen de lo inhóspito, supone un avance. Es adquirir la noción de estar en
otras condiciones. Diferentes a aquellas en las que prevalecía la zozobra. Lo azaroso. Como
cuando se percibe que la exterioridad acecha, como potencia ajena a cada sujeto. Como
incierta posibilidad. Como expectante gendarme que rodea y asfixia. Una figura parecida a
aquellas sombras del inicio; cuando no éramos otra cosa que expresiones minimizadas, al
garete. Próximas al desequilibrio, por la vía de los extravíos propios de la selección natural.
Sentirse vinculado a un proyecto de la naturaleza. Sin haber sido consultado o consultada; es
tanto como una sumisión indescifrable; como quiera que se da sin que hubiésemos conocido la
hoja de ruta inherente a ese proyecto. Tal vez, por esto mismo, llevamos la marca de la
angustia. Porque no entendimos su soporte. Angustia e inquietud, que se tornan en el hilo
conductor de esa sensación de impotencia. Esa misma que ha estado con nosotros y nosotras,
desde el origen. En ese entonces, lo que percibíamos no iba más allá de la inmediatez que no s
envolvía. Como burbuja que asfixia. Y que nos rodeaba y nos colocaba en condiciones de in
ferioridad.
Un choque de expectaciones. Mientras la naturaleza, exhibe una lógica interna. Que va, desde
los organismos simples primarios; hasta las cimas que confirieron las condiciones próximas a la
civilización. Todo eso como una envoltura que nos inhibía. Desde ese tiempo procede nuestra
sujeción involuntaria a ese proyecto. Siendo, este, mucho más amplio en los espacios
universales; mucho más complejos. Mucho más ajenos a nuestra interpretación en esa infancia
temprana, como sujetos. Ya, ahí, estaba latente la soledad y sus implicaciones.
Entonces, necesitábamos compañía. Pero no del tipo de compañía en la cual los otros y las
otras estaban ahí. Al alcance físico de cada quien. Pero sin ese hilo de Ariadna que nos
permitiera descifrar los códigos asociados al entorno colectivo, como sujeto en sí. Es decir, en
una perspectiva de concretar expresiones concientes de organización. No como sumatoria
simple de sujetos. Más bien como conciencia que se recrea y recrea. Una opción en la cual se
acumulan saberes. En un concepto de acumulación emparentado con la vertebración de lo
conciente como colectivo. Con todas sus implicaciones. Es decir, siendo concientes de la
necesidad de crear instituciones, con los insumos de los saberes. Fundamentalmente, con esos
que nos otorgan la vitalidad indispensable para re-conocernos. Como agentes de
transformación. Como expresiones hacia el equilibrio. Desde la soledad inhóspita de lo
individual; hasta el acompañamiento en lo colectivo.
Eso de buscar el equilibrio y trascender la soledad; por la vía de sumar opciones de vida. Desde
lo primario individual; hasta lo conciente colectivo; debe ser entendido como esa condición que
permite acceder a una interpretación de los y las sujetos; vinculados y vinculadas a un proyecto;
mucho más cercano y comprensible que aquel que tiene la naturaleza.
Es, entonces, ese proyecto nuestro, el punto de comienzo y soporte de la nueva identidad.
Colectiva e individual. La nueva identidad, así alcanzada, no era otra cosa que la noción de lo
humano. Como categoría propia que nos situaba en el camino habilitado para transitar la vida,
la historia. Con referentes definidos a partir de la necesidad inicial de asociarnos. Transfiriendo,
a través de estos referentes, principios y valores. Son posibles y necesarios; habida cuenta de
nuestra condición de animales superiores. Superioridad no anclada, únicamente, en la
capacidad para discernir acerca del reto primario de la naturaleza; sino en nuestra capacidad
para convertir ese discernimiento en, fortaleza latente para trascender la mecánica inherente a
la naturaleza.
En consecuencia no opera ya aquello de la selección natural. Venimos de ahí. Somos
resultantes de ese proceso. Pero no somos simplemente eso. Somos sujetos que alcanzamos la
independencia; que trascendimos aquello de seres naturales específicos, en cadena; para
acceder a la condición de sujetos que realizamos hechos y acciones. En capacidad para
entender eso que hacemos. Sujetos de colectivización coherente. No como manadas que, en el
reino animal, simplemente juntan individuos. Lo nuestro es una opción mucho más compleja;
en razón a nuestra capacidad para asumir, direccionar y redefinir objetivos. Un ejercicio
conciente que nos ha convocado y nos convoca a no erosionar los valores y principios
adquiridos. Porque, de no ser así, volveríamos a la opción de vida de las manadas.
2. El poder y su propuesta de regresión.
Una vez logrado el equilibrio, soportado en la opción de vida societaria; que nos ha permitido
llegar hasta el trazo del horizonte de procedimientos e instituciones en función de soportar la
civilización. Una vez adquiridas la noción y la praxis relacionadas con el quehacer colectivo y
que devino en la consolidación de los referentes inherentes a la humanización del conciente
individual y colectivo. Por caminos siempre de dificultad; como quiera que este equilibrio,
acceder a el, ha sido una apuesta por la vida. Soportando guerras, arrasamientos,
aniquilaciones, etc. Decantando los logros acumulados. En una constante depuración; en
términos de efectuar una disección precisa de los contenidos de los saberes acumulados.
Habiendo soportado las ofensivas vulneradoras de poderes paralelos asociados a la mixtura
religión-conservadurismo. Habiendo efectuado, como lo hemos hecho, acciones de profundo
contenido transformador en casi todos los ámbitos. Habiendo sufrido la persecución y
exterminio, a nombre de la tradición y de la moral.
Nos encontramos con constantes que ejercen y han ejercido posturas y acciones de no
reconocimiento de las opciones de vida; ni de los avances en el proceso de validar insumos
mínimos de respeto y tolerancia. Han aparecido, en ese contexto, personajes perversos
absolutos. Sujetos que siguen atados a la prehistoria del quehacer social. Cuando, cada quien al
garete, efectuaba una interpretación individual de sus requerimientos. Y, posicionaba los
mismos como iconos para si. Sin reconocer a los otros y a las otras como sujetos con derechos.
Simplemente, porque la noción de derechos es punto de comienzo de la vida societaria.
Personajes nefandos, que han hecho de los suyos principios preeminentes que deben ser
acatados. Los Césares; los reyes de Occidente; los faraones; los papas; los Zares, Stalin, Hitler,
Mussolini, Franco, Ronald Reagan; los Bush; Álvaro Uribe, etc. Todos ellos en contravía de los
logros alcanzados en incesantes tropeles. Porque la historia ha conocido del día a día. De esos
tejidos sociales, individuales y colectivos, que se han ido consolidando a pesar de las guerras
impulsadas por esos y otros, también como ellos, perversos registradores de la destrucción de
valores.
Construyendo aureolas en su alrededor. Como magos que convocan a la confusión; a la
inversión de la noción de verdad y de justeza. Garantes de la lucha por restaurar lo primario.
Como cuando éramos absorbidos por la dinámica de los proyectos de la naturaleza. En los
cuales, ésta, imprimía su marca. Ese tipo de sensación de impotencia, de temor, de soledad;
nos acecha a cada paso; ahora, cuando reviven los piratas vulneradores. Que imprimen,
también, su marca. Chaamanes que delinquen con los principios; que convocan a santos oficios
en procura de imponer sus instintos, como figuras y posiciones; a partir de sus esquemas
mentales, enfermizos. Delirantes. Su significante es pariente de la desolación y de la ausencia
de posibilidades libertarias. Su ética es la barbarie. Su poder es la manipulación. A manera de
mercaderes del trueque y la engañifa. Sin ningún agregado de calidad humano; absolutamente
ninguno.
Una escenografía que confunde al público. Como bufos que desorientan. Que crean horizontes
enfermizos; a partir de exhibir niveles de aceptación. En esto, Hitler y Mussolini fueron
maestros y a ellos les debe Álvaro Uribe sus fuentes teóricas y conceptuales. Pueblos enteros
confundidos. Masas vergonzantes que (como en el caso de Álvaro Uribe) permiten justificar
todo tipo de tropelías. Ese tipo de franjas de población que han claudicado en su dignidad; la
han endosado al mago manipulador.
Lo cierto es que tenemos todo el derecho, quienes no hemos claudicado, a convocar a la acción
conciente. Que nos permita acceder a la derrota del Emperador Pigmeo; que es esto en razón a
su incapacidad para percibir la vida a través del día a día que junta quehaceres. Todos ellos
emparentados con la vulneración de la vida y con sus soportes. Pigmeo que saldó su deuda con
la vida y con la dignidad inherente, por la vía de refrendar su compromiso con la muerte; por la
vía de cambiar la lógica que conduce a la verdad y venderla, ofrecerla y postularla como
referente único para la vigencia de su visión de democracia. Que es a la mentira, como el Sol es
a las mañanas.
Diré a mis hijos. Y, a mi mismo cuando muera, que seré feliz, el día en que el Emperador
Pigmeo sea derrotado, por la fuerza de las acciones, precisas, transparentes; que desemboquen
en su aniquilación…y la de sus postulados pútridos, soportes de su vesania y de sus tropelías en
contra de la humanidad. Caerá; como cayeron los Césares. Su nombre será borrado de la
historia de la humanidad. Entre otras cosas, porque nunca participó de ella, ni de sus principios.
Porque, siempre, propugnó por la vigencia de la oscurana de los gendarmes; hacedores de
verdades. Como aquella de hacer creer que existen sobornados sin sobornadores. Y Que
existen asesinatos sin asesinos. Y que existen desapariciones sin bandidos que las concreten.
En fin, derrotaremos el tejido del absurdo, por la vía de la confrontación….Así nos cueste la vida.
Es ¡ahora, o nunca¡
Parmenio, noviembre de 2009
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