distritos serpentinícolas con alturas superiores a 1000 m. A partir del

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LÓPEZ ALMIRALL & al. - El endemismo vegetal en Moa-Baracoa
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distritos serpentinícolas con alturas superiores a 1000 m.
A partir del distrito 33, hay una disminución en el número de endemismos esrictos en las
serpentinas, en que siguen: Sierra de Ñipe y Sierra de Cristal - SAMEK (1973b 1973c),
B E R A Z A Í N (1976), B O R H I D I & M U Ñ I Z (1980), B O R H I D I ( 1 9 8 8 ) - , seguidos
por
Cajálbana - L Ó P E Z & al. (1985), BERAZAÍN (1987b)-, la mayor elevación de este tipo
fuera de Cuba oriental (fig. 1, anexo 1), y una superficie de 70 km , SAMEK (1973a).
Después están los demás distritos, que no alcanzan 400 m, SAMEK (1973c), BERAZAÍN
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(1976), BORHIDI & M U Ñ I Z (1980).
Esta relación se puede demostrar matemáticamente por la correlación tan alta (fig. 9a)
que hay, lo cual no existe entre el área de los distritos y el número de táxones. Otra
correlación semejante, como vimos se puede demostrar entre la altitud máxima alcanzada
por los grupos orográficos no serpentinícolas y el número de endemismos estrictos que allí
viven (figs. 9b); lo cual evidencia que el principal factor de especiación es éste y no el
sustrato. La presión de selección ejercida por sutrato, según nuestra opinión, refuerza la
complejidad del relieve.
La antigüedad de una región en Cuba, a los efectos de los organismos vivos terrestres
que allí se asientan, dependen del tiempo que lleve emergida, lo cual no tienen
necesariamente que ser igual a la edad geológica, ITURRALDE VINENT (1982). La altitud
puede ser de suma importancia en ese sentido, puesto que mientras más alto es un lugar,
menor es la posibilidad de que haya quedado sumergido por alguna de las múltiples
transgresiones marinas que han afectado nuestro archipiélago, desde sus orígenes. Esto
apoyaría en cierta forma la hipótesis de BORHIDI (1988) sobre la antigüedad de las
serpentinas como factor de especiación, algo que trataremos más adelante.
En este análisis no se han tenido en cuenta los afloramientos serpentinas del grupo
orográfico Guamuhaya, ya que MONTES & al. (1989) no señalan cuantos de los 85
endemismos estrictos de este macizo montañoso viven sobre estas rocas. Tampoco tales
afloramientos son mencionados por BERAZAÍN (1976) y BORHIDI (1988). BORHIDI (1988,
1991) considera los afloramientos serpentinícolas del grupo orográfico Guamuhaya dentro
del mismo distrito que las serpentinas de Santa Clara.
Resumiendo, podemos decir que en las montañas cubanas, los cambios bruscos
producidos en los componentes del ambiente, como suelos, climas, - DAVITAYA &
T R U S O V (1965), INSTITUTO D E SUELOS (1973), LAPINEL (1989), G U A G U A & al. (1989),
IZQUIERDO (1989), etc. - debidos a la complejidad del relieve, parecen jugar el papel
fundamental en la especiación, y en tal caso las serpentinas tendrían una acción sinérgica
sobre la presión de selección, de ahí el inusitado endemismo estricto en las montañas más
altas compuestas por ese tipo de rocas.
Esta hipótesis estaría de acuerdo con lo enunciado por STEBBINS (1959), quien señala
que para la existencia de grandes avances en la evolución, un grupo de plantas, con un alto
nivel de variabilidad debe estar situado en un lugar donde existan características
ambientales diversas. En este caso se cumple por lo menos la última condición.
CARABIA (1945), como dijimos, fue el primero en admitir de manera implícita que la
mayor acumulación de antófitos endemismos ocurría en las montañas, al indicar que el
endemismo en Cuba se concentraba en tres sistemas orográficos, cordillera de los Órganos
en occidente, el grupo orográfico Sagua Baracoa y la Sierra Maestra, en el este. Por
entonces, el grupo orográfico Guamuhaya, situado en el centro del país, era florísticamente
poco conocido. De hecho, hasta MONTES & al. (1989), ningún autor pensó que en el
distrito Escambray (Guamuhaya) hubiera más endemismos estrictos que en cualquiera otro
de Cuba occidental o central, por lo que, al parecer, nadie tomó en cuenta las
aseveraciones de CARABIA (1945).
Además de las diferencias altitudinales, el distrito Moa-Baracoa aparecía emergido en el
eoceno, O R O ALFONSO (1989), época en que ITURRALDE VINENT (1982) sitúa la aparición
de los primeros biotopos actuales. El clima allí ha variado poco desde el terciario, ORTEGA
& A R C I A (1982). Tales condiciones son ideales para la formación de una flora por
acumulación, con un mínimo de pérdidas por extinción. BORHIDI (1988) da mucho peso a
la antigüedad y estabilidad de las regiones en el proceso de especiación, pero circunscribe
esto a las serpentinas. Opinamos que la acción de la edad, al igual que la altitud, no
depende del sustrato.
No compartimos exactamente los criterios de BORHIDI (1988) sobre el papel de la
antigüedad de los biotopos en la especiación, pues consideramos que su importancia ha
sido muy grande en la conservación de las especies, pero no tanto en su formación. Con
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