Escenarios del caos Entre la hipertextualidad y la performance en la era electrónica '. ESCENARIOS DEL CAOS. ENTRE LA HIPERTEXTUALIDAD y LA PERFORMANCE EN LA ERA ELECTRÓNICA / / A.Nxo ABUfN GONZÁLEZ Universidade de Santiago de Compostela tlront lo blHaftch Valencia, 2006 '. Copyright ® 2006 Todos los der~chos reservados. Ni la totalidad ni parte de este Iíbro pueúe reproducirse o transmitirse por ningún procedimiento electró­ nico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación magnética, o cual­ quier almacenamiento de información y sistema de recuperación sin permiso escrito del autor y del ediLor. Para Antón y Tere En caso de erratas v adualizacione~, la Editorial Tirant lo Blancn public¡¡rá la pertine~te cOITeeci6n en la página web www.tinH\Lcom (http://www.tirant.com). / Director de la colección: MANUEL ASENSI PÉREZ ID ANXO ABUÍN GO:-rZÁLE.Z © TIRANT LO BLA-'J.CH EDITA: TIRANT LO BLANCH el Artes Gráneas. 14 - 46010 Valencia TELFS.: 96/3610048 - 50 FAX: 96/36941 51 Email:tlb@tírant.com hup://www.tírant.com Librería virtual: http://www.tir¡¡nLeS DEPOSITO LEGAL: V ) 5 - 2006 LS.B.N".: 84 8456 - 524 6 IMPRIME: GUADA IMPRESORES, S.L. PMc Media, S.L. 1"'" " '. Agradecimientos Mi agradecimiento está con quienes en algún momento de este viaje me han ayudado a orientarme o a dirigirme por el camino más adecua­ do. En especial, tengo palabras de gratítud para Víctor M. Langa, que me allanó el recorrido con su agudo sentido critico. No puedo olvidar­ me tampoco de José AntonÉo Sánchez, fabuloso maestrQ, y de Carmen Becerra: a ambos se debió el impulso inicial necesario para llevar ade­ esta empresa. Me dieron palabras de ánimo en instantes que las necesitaban Ósear Comago, Juan J. López Rivera, Lorenzo Vilches, Daría Villanueva, José L. Sánchez Noriega y Manuel Asen ,i, quien ade­ más me ofreció la oportunidad de que este libro llegase a buen puerto. Nada hubiera sido posible sin la colaboración y estímulo de mis compañeros en el área de Teoría de la Literatura y Literatura Compara­ da de la Universidad de Santiago de Compostela. Queda para el final la mención a los alumnos de licenciatura y Tercer Ciclo. Ellos fueron en realidad los primeros. '. Alice \vas just begínning to say «There'" a mistake somewheren, when the Queen began to screaming, so loud that she had to leave the sentence unfinished, .Oh, oh, ohl», shouted the Queen, [,.,]. «My finger's blceding! [ ... ]». «What is the matter?, she rAlke 1 said r. .. l. «Have you pricked yaU!' ,<1 havcn't pricked it yet», Ihe Queen saíd, .but 1 soon shall oh, oh!. (Lewis Carroll, «Through the Looking-Glass») SO THAr WHEN ONE SAYS THAT THERE)S NO CAUSE AND EFFECT, WHAT 1S MEANr rs THERE ARE AN INCALCULABLE INFIN1TY OF CAUSES AND EFFECTS, THAT IN FACT EACH AND EVERY THING IN ALL OF TIME AND SPACE 15 RELATED ro EACH AND EVERY OTHER rHING IN ALL OF TIME AND SPACE, (Joho Cage, Silence. Lectures and Writirzgs) MALCOLM You see:> rhe tyrannosaur doesn't obe:v sc1 patteros or park schedules, 11'5 the essence of Chaos. ELLIE I'm still no! clear on Chaos. MALCOLM It símply deal:;; with unpredictability in complex systems. 1t':;; only principIe is tile Butterfly Effect. A butterfly can flap its wings in Peking and in Central Park you get rain instead of sunshine. Eliíe gestures with her hand lo show this in{ormation has gane right over her head, MALCOLM I made a fly 1 """wunO' out o(fhe opposite window, Grant sees movement at He sits 0011 uprighl, trying lo get a better look. Maleo/m, {or anorher example. MALCOLM (cunt'd) (poirzts (o the glass uf water) Here. Give me your gla¡;,,> of water, He dips his hand into the glass ofwater. He takes Ellíe's hand in his O1VI1, MALCOLM (eO/u'd) Make like hieroglyphics. Now watch the way the drop of water falls on 1'our hand. He flicks his fingers and a drop (alls on the baek of Etlies hundo MALCOLM Ready? Freeze your hand, No\\! I'm going to do the same cxa<.:t same place. Which way i50 the drop going to 1'011 orr? will thc drop roll? Over which finger'? Dr down your Uh, thurnb! (or) The same way. ". .. 12 MALCOLM lt changed. Why? (or) Okay, back over your wrist (then) Because and here is the principie of tiny variations - the orientations of the haírs. ELLlE Ajan, listen to this. MALCOLM _ on your hand. the amount of blood distending in your vesse1s, imperfections in the skin. ELLlE Oh, imperfections? MALCOLM Microscopic - - never repeat, and vastly affect the outcome. That's what? ELLlE Unpredictability.... MALCOLM And even if we haven't seen jt yet, I'm quite sure ¡t's going on in this park right now. There's definitely something out in that field. and Grant has to see it. He jerks on the door handle artd opens his door a few inches. He looks outside towards freedom, lhen looles around la is anybodys watchíng hím. Malcalm lowers his voice, becomíng more seduclíve now. MALCOLM (cont'd) Life's a 10t like thal, isn't it? You meet someone by chance you'lI never meet again, and ¡he course of your whole future changes. !t's dynamic. it's exciting. 1 think. (Steven SpielberglMichael Crichton, Jurassic Park) "Mañana», les dije, _escribiré mi cuento sobre lo que ha pasado hoy aquí y lo acabaré con 10 que ha dicho esta señora, sus palabras me han recorda­ do que yo siempre tengo una gran alegria cuando no entiendo algo y al revés: cuando leo algo que entiendo perfectamente, lo abandono desílusio­ nado. No me gustan los relatos con historias comprensibles. Porque entender puede ser una condena. Y no entender, la puerta que se abre». (Enrique Vila-Matas, París no se acaba nunca) Asumir el caos es tomar conciencia del desorden en que vivimos como un todo orgánico alrededor del nuestro Objetivarlo quiere decir ponerlo frente a nuestros ojos, como algo global y orgánico. Como algo que es y que, en cierto modo, nos complace. dado que cada vez estamos más adentro de él. El caos es potencial de nuevas formas. es potencial de un nuevo formalismo, o mejor dicho, de una voluntad de forma que responda a un hecho concreto. [ ...] El caos puede ser el potencial de un nuevo orden. Pero como lo desconocemos en absoluto, sólo tenemos el caos como t:videncia y como punto de partida. (Luis Felipe Noé, Antiestética) íNDICE - Introducción 15 " - El signo de nuestro tiempo 17 ,­ - Teoria del caos 21 ,­ Complejidad y literatura 2S La unidad de las ciencias 27 In facettdo: un universo procesual 3t - <­ ~ / Impredecibilidad 35 Scíem,a nuova 37 Caos y literatura 39 • - Fractales y modularidad 43 - Caos e ironía 45 - Caosmos: una idea de la creatividad literaria ........................... . 47 • - Caos y teatro contemporáneo 51 El laberinto del caos 55 \ Otras dramaturgias del caos 59 - Creación y sensibilidad a las condiciones iniciales 63 - Paréntesis: lectura y comprensión 67 ­ HipertextuaJidad electrónica 69 Posmodernismo y lenguaje rizomátíco 73 • - - ot' Explosión e imprevisibilidad 79 Videojuegos: problemas de control 81 , Drama hipertextual 85 .. - Drama interactivo ............................................ ,"" ........................ . 89 ~. - Historias multiformes 93 ' - Remediación 95 - • ¡fldice 14 ~ - Juegos de dados _ Principio de la intermitencia Principio de la heterogeneidad El caSo Resnais ... ~ _ La lógica de la base de datos ....................... ,,····.········· .... ·········· 103 105 107 117 125 Principio del bucle extraño (/ Cine interactivo ................... ··... ······.. ·····,,········ ........................... .. 131 .. Televisión y multinealidad: f1exinarrativas del fin de siglo ,..... . 133 Textos radicales 139 - 14] • - Ciberdelía • Distopías y posthumanidad: David Cronenb",rg 145 .. Performance y textualidad 151 ... - Teatro posdramático Poética de lo abyecto lIiI _ Liminalidad .... ,,,...................... ···· ..··· ........ ,,····:,· ... ", ........... " ....... . 167 169 Denegación y corporalidad - Formas espaciales Performance Ytecnología: Robert Wilson y Laurie Anderson .. Tipos de performance " Teatro energético y dramaturgías de la complejidad: Richard Foreman La cultura es un virus - Carnaval y dialogismo - Poética de la desestabilización • .. 161 165 - .. _ 159 Estructuras nalTatívas a)ógicas Flujos Poslinealidad Estética del ern,R Rcfercncia~ bibliográficas INTRODUCCiÓN 113 ., _ , • 17.1 177 183 189 191 197 201 211 215 217 219 Sería en realidad pretencioso afirmar que este libro aspíra a reproducir de algún modo la estructura de un hipertexto electrónico, compuesto de microfragmentos que guardan cier­ ta independencia, aun comunicándose intensamente entre sí. Quedaría para el lector el estabJecimiento de recorridos y de conexiones, siempre alrededor de la idea central del libro: la cultura de la fragmentación y del caos. Lo seria. Así que me Iimitp a solicitar la paciencia de quien esto lee, en el convenci­ miento de que al final algo sacará en limpio. También admito mí temeri¿ad al abordar una cuestión que, debe advertirse, está enfocada desde el terreno de]o comparatívo y, por momentos, lo metafórico: que se comprenda, si es posible, la ligereza en el manejo de algunos conceptos, propia del que ha buscado por su cuenta en mundos que le son parcialmente ajenos. Al presentar En busca de lo ordinario (1988), Diego Rives indicaba que una de las caractensticas de la escritura de Stanley Cavell es «la de ser un simple aperitivo no seguido de una comida cabal, y que Ja comida te la has de proporcionar, la tienes que hacer o completar tú» (27), y añadía una cita muy atinada de Heidegger con la que doy por cerrada esta introduc­ ción: «Un autor que ande por los caminos del pensar,lo único que puede hacer, en el mejor de los casos, es señalar (Weisen), sin que él mismo sea un sabio (Wer~er: el que señala»)}. Liberado de carga, el autor manifiesta su responsabilidad absoluta sobre lo escrito y la deuda con las voces y los ecos que, sin duda, han configurado los contornos borrosos del dibujo «espiritual» de nuestra época. No ha pretendido tampoco ser exhaustivo, sólo adentrarse por cam inos apasionantes ya la larga infinitos. Sus conocimientos son sin duda limitados, pero la voluntad perma­ nece e insiste en su anhelo de que este libro sea, más que una llegada. un punto de partida. :. ., EL SIGNO DE NUESTRO TIEMPO Frente a la concepción clásica de la obra, que valora el arte en términos de unidad y completitud, la época contem­ poránea ha acentuado el ínterés por el fragmento y la incoherencia. En nuestro siglo, la existencia de la obra de arte no necesariamente subordinada a su acaba­ miento; sólo el artista puede decidir cuándo su creación ha 1legado a su último estadio, en función de criterios que]e son a menudo exclusivos y que pueden resultar enigmáticos pára el espectador. Los valores son ahora, lo ha recordado Jacques Aumont (1998: 134-135) recientemente, la esponta­ neidad, la a1eatoriedad, lo inmediato y perecedero, lo mú]­ tiple. Inestabilidad, falta de acabamiento y azar constituyen criterios nuevos desde los que ejercer la crítica. Lo bel10 se ha vuelto también inactual frente al vigor de lo cotidiano o de lo virtual en cualquiera de sus variantes. No es muy arriesgado afirmar que vivimos en la era de la fragmentación y del caos, que ése es el signo de nuestro . El mundo se concibe cada vez en mayor medida como pérdida, recorte y destrucción, como polisemia, como desviación, en definitiva, de las reglas de integridad y uni­ dad estructural que hasta hace poco funcionaban dentro de las convenciones de cada época histórica. Múltiples son los ámbitos en que este fenómeno disgregador se manifiesta dentro de ]a vida cultural, desde el estallido de] relato hasta el desmenuzamiento físico de la corporalidad (piénsese en el desarro]]o de la performance como modalidad artística de lo I . Relativicemos: o uno deeHos. Es muy útil observar cómo desde la historia del arte se huye de todo reduecionismo unívoco. como puede conslatarse con la lectura del volumen coordinado por Domingo Hernández Sánchez • 18 Anxo Abuín González extremo). La fragmentaci6n y el caos suponen a veces la explosión en pedazos de la organicidad artística o incluso el descuartizamiento de lo humano en un ejercicio de anato­ mía fragmentada, como en el cine gore, tan dado a la representaci6n directa de la sangre y las vÍsceras¿. La ansie­ dad intertextual ha vuelto asimismo el texto artístico no sólo permeable a la voz de los demás sino dependiente de un juego de alusiones interminable, porque ya no existe un Adán mítico y solitario ajeno al discurso del Otro. En esta época superma;lierísta (Eco), sobre moderna (Augé), neobarroca (Ornar Calabrese), bizanTina (George Steiner), palimpsestuosa (Daría Villanueva), inestable y policéntríca (José Luis Sánchez Noriega. 1997), dominada por los crite­ rios antes periféricos de las masas, el productor de cultura se mueve a sus anchas entre la autoconsciencia y la metaficción, entre el modo satírico y el burlesco, alejado quizás para siempre de la pura neutralidad mimética. El mito cultural por antonomasia¡ como han recordado no hace mucho Raúl Rodríguez y Kiko Mora, es ahora el del monstruo de Frankenstein. «por consistir en un puzzle de varios cuerpos, por proceder de un despiece y montaje, por ser bricolaje de órganos»: así, la cultura podría verse como «yuxtaposici6n y mezcla de signos, de textos, de registros, de códigos extraídos de los más variados y dispares campos de 10 humano; de lo culto a 10 popular, de lo local a lo universaL de la física a la metafísica, de la abstracción a la hiperrealidad, de la naturaleza a lo sobrenatural. Despiece de arquHecturas previas y montaje inédito de esas piezas, dotado al instante de sentido, en primera instancia por un Herr Doktor crea­ dor, pero inmediatamente y de forma sin duda más relevan­ te, por ~l admirado público» (2002: 15-16). Allector-espec- Sigo aquí muy de cerca el extr.. ordinario trabajo de Vicente Sánchez­ Biosca ( 1995). Pu ede consul tarse tam bién el capítulo XV dcllíbro deJuan Antonio Ramírez (2003). iI' Escenarios del caos. Entre la hiperlextualidad ... 19 tador le corresponde COSer los retales, remendar la colcha, reconstruir los itinerarios y confeccionar e] mapa con todas estas piezas 3• Todo lo cual nos conduce al análisis de algunos productos contemporá­ neos: «CoJlage is a principie organizing strategy in the work of EJizabeth LeComple and the Wooster Group. the plays of Heiner Müeller. the theatre pieces of Robert Wilson, the choreography of Pina Bausch, the music of Jolm Zom. and the films of Jean-Luc Godard, StanJey Kuhrik. and Dusa Makavejeh (CopeJand, 2002: JI). . IJ TEORíA DEL CAOS r En ¿Tan sólo una ilusión? (1983), llya Prigogine intenta enfrentarse a los nuevos retos de una teoría del caos sin escatimar referencias a la 1iteratura y el teatro. El libro, una compilacíón de trabajos fundamentales del Premio Nobel de Química (1977), que comienza hecho con una significa­ tiva alusión al personaje de Hamlet y a su importancia cultural para aquilatar la realidad de la percepción y el significado de la realidad, se plantea básicamente el proble­ ma de la irreversibilidad del tiempo, entendido corno una mera cuestíón de ilusión: «Esta es una de raíces de la dicotomía en "dos culturas". Existe una oposición irreductible entre la raz.ón clásica, que es una visión atemporal, y nuestra existencia, con la consiguiente inter­ pretación del tiempo a modo del torbellino descrito por Vladimir Nabokov en Mira los arlequines» (1983: 18). De estas dos culturas y del redescubrimiento del tiempo vamos a ocuparnos en las páginas que siguen, con especial atención a los medios cinematográfíco y teatral, enfocados aquí desde los «procesos reversibles), aquel10s que, según la definición del propio Prigogine, «no se ven afectados por la flecha de] tiempo)) (1983: 158). ¿Por qué la naturaleza se mueve siempre en la misma dirección? ¿Por qué los aconte­ cimientos son unidireccionales? La respuesta remite sin más a un simple cálculo de probabílídades. Como expone Ornar Calabrese en La era neobarroca, a lo largo de la historia occidental han existido {(dos nociones: la de orden, regla, causa, cosmos, finitud, etc., y la de desor­ den, irregularidad, caos, azar, indefinido, etc.» (1987: 132). Es esta última la que más se ajusta al «aire de época» que caracteriza la posmodernidad, por lo que tiene de reconoci­ miento de la complejidad de la realidad y la cultura 4 • Haga­ l' • 22 Amo Abuín González mos un poco de historia. Los matemáticos y los físicos despreciaban los sistemas dinámicos no lineales por aleatorios e impredecibles; tan sólo los sistemas comprensibles a partir de la premisa newtoniana de causa­ efecto, que respondían a patrones de comportamiento predecibles, eran tenidos en consideración. Había que cam­ biar una tradición que desde siempre condenaba los siste­ mas dinámicos por entenderse como imperfectos. Las nue­ vas teorías científicas, en especial la teoría del caos, con la aparición de] concepto de entropía, hicieron que]a situación cambiara completamente. El reconocimiento de]a existen­ cia e importancia de los sistemas no lineales hizo imprescin­ dible la formación de una teoría que estudiara el desorden característico del mundo. En este sentido, la teoría del caos (aunque en su nombre sea un oxímoron y los estudiosos prefieran hablar de dinámicas no lineales) fue la respuesta: su objeto de estudio son ]05 patrones y organización de dichos sistemas, definidos sobre todo por su impredecibilidad (pensemos en el clima, la población o el mercado de valores, que son sistemas de este tipo). La teoría de) caos se ocupará del estudio del comportamiento aperiódico en sistemas dinámicos, o sea, sujetos a variables inconstantes e irrepetibles, sin que la predicción sobre su evolución sea posible. ~ Escenarios del caos. Entre la hipertextualidad ... 23 caída libre, de manera que se propiciaba la aparición de fenómenos de torbelJino: \1 y es que si no tuvieran por costum­ bre desviarse, todas las cosas hacia abajo como gotas de lluvia irían cayendo a través dé] hondo vacío, y no surgirían encuen­ tros ni se producirían golpes entre los prindpíos: de esta manera la naturaleza no produciría nada nunca» (1I, 220)5. La naturaleza es fluir y fluctuación de la que surgen los seres y las cosas, como pretendía la cosmología antigua al entender que el mito o los ritos son una respuesta al caos de un movimiento sin fin 6 • / Michel Serres (1977) ha recordado que estas cuestiones pueden remontarse al pensamiento de Lucredo, a su teoría de la desviación espontánea de los átomos o teoría del c1inamen. Mucho antes de que la termodinámica trastornase nuestra concepción del tiempo, De rerum natura planteaba, en el siglo 1 a. C., cómo la trayectoria de los átomos se modjficaba en su Steven Besl y Douglas Kellner hablan así de giro posmouerno en ciencia: «The postmodern turn in sdentlfic mapping began wíth the recognition of change, unpredictability, complexity, and nonlincarity in naturc» (2001: 11 O). Cito por la traducción de Francisco Socas (Madrid: Gredos, 2003). C( Georgc BaJandier (1988: 18). • " COMPLEJIDAD Y LITERATURA La ciencia utiliza hoy los conceptos de caos y orden con absoluta cautela. loel de Rosnay (1995: 50) advertía de cómo detrás de las oscilaciones aleatorias puede esconderse un mo­ vimiento estabilizado cuando se genera un flujo autoorganizado en ciclos. Una organización compleja puede mantenerse así existiendo en un océano de desorden y turbulencias: es el caso de la vida y de las organizaciones humanas. Para De Rosnay las zonas de transición son especialmente proclives a la emergenfenómenos complejos y de redés de todo tipo, como puede observarse en el siguiente esquema: anarquía dl~.atlón :. r An.xo Abuín González 26 A ambos lados del esquema se abren dos abismos, el del desorden total, «una turbulencia anárquica no generadora de organización», y el del orden esclerosado, la rigidez estática y la «congelación» (Gell-Mann, 1994: 76-77). Entre ambos apare­ cen dos fases de transición, caracterizadas por su fluidez, adapta bilidad y autoorganización de formas, por el ejercido de una «perpetua renovación autorregulada». Ahí se sitúa, según Dc Rosnay, la emergencia de los fenómenos que construyen la 7 vida como combinación de orden y desorden • Podría ilustrarse lo dicho con una breve alusión a los géneros literarios. escritura literaria se sitúa en las fronteras entre la norma, representada por las instituciones genéricas, y la diferencia, derivada de la libertad creativa irrenunciable del autor. más: lo dicho puede ampliarse al formato mismo de los géneros, pues de la desautomatización a la que los somete un autor depende también su renovación y vida. Los escritores producen sus obras en función del sistema de géneros del mapa de la literatura. Ante él. hay una actitud conservadora, según la cual el escritor se acomoda a los valores imperantes, escribien­ do con las reglas asentadas del género, aceptándolas sin más (es la posición los epígonos, por ejemplo). Y una actitud que podríamos denominar revolucionaria o de vanguardia, que intenta en diferente medida romper los moldes, aunque se esté igualmente escribiendo en función del género preexistente, esto es, teniendo un determinado marco genérico como punto de referencia. Repetidas veces, sobre todo desde la órbita formalista, se ha insistido en que el cambio literario se inicia precisamente con la insatisfacción de un escritor ante las reglas de un género. Se podría afirmar que este escritor introduce una dosis de caos en el orden, de manera que se garantíza la continuidad y la vitalidad de un fenómeno tan complejo como el rr¿nAT"A Cf Stevcn Johnson (200 1: 48-61 l. LA UNIDAD DE LAS CIENCIAS Desde un punto de vista disciplinar, Ilya Prigogine ha indi­ cado que la tarea de la unidad entre las ciencias depende de la existencia de un marco apropiado: «e) problema consiste en buscar un terreno en el que las ciencias naturales y las ciencias "humanas" puedan encontrarse útilmente» (1983: 102-103). La dinámica no linea] contribuye a crear un marco por e] que las distintas disciplinas independientes entre sí adoptan metodologías y concepciones epislemológicas en ]0 esencial comunes, instaurando un nuevo modelo de interdísciplinariedad. Por ello, í:'egún Gleick, puede afirmarse que «o caos atravessa as linhas de separa~ao entre as discipli­ nas científicas» (1987: 28). ciencias clásicas estaban asentadas en conceptos como los de linealidad, sumatividad, certeza, objetividad, orden y verdad 8• En tanto la ciencia se ocupó del estudío de las relacio­ nes lineales, unidireccionales y progresivas, de tipo causa­ efecto, una serie de fenómenos muy importantes permaneció fuera del inmenso territorio conquistado por el conocimiento científico durante los últimos cuatro siglos. Se trataba de dar una visión unificada del mundo, y ese objetivo debía cumplirse ¡¡ Nardone y Watzlawick (1999; J2). Sobre el mito del objetivísmo, Lakoff y Johnson (1980: 228-273). Sobre la unidad de las ciencias y la nece&aria cooperación entre ciencias humanas (y arte) y ciencias natura­ les. es imprescindible la consulta del libro de Edward O. Wilson Cor¡sílieltce (1998), en donde se explíca la idea de hechizo jónico como la creencia en que «el mundo es ordenado y puede ser explicado por un número de leyes naturales» (1998: 11) Yse defiende la necesidad de una cOl1siliel1ce. esto es. de un asaltar juntos» del conocimiento mediante la conexión de sucesos y de teolías basadas en fenómenos procedentes de varias disciplinas para crear un terreno común de explicacíón. . 28 Anxo Abu{n González aun cuando una parte de la realidad quedase excluida del análisis 9 • Como recuerda Víctor M.Longa (2004)enunexceJen­ te ensayo al que remite lo que sigue, no resulta aniesgado afirrnarque el método seguido por]a ciencia tradicional, lineal o monádica, fue la idealización y el reduccionísmo; la matemá­ tica clásica dominante podía atender únicamente a la resolu­ ción de ecuaciones lineales, Iinearizando por lo tanto lo no lineal, «rebajando la complejidad real de los fenómenos a la vez que simplificando las propiedades no sistematizables, hasta reducirlas a una sencillez aptapara su estudio y sistematiza­ ción». De acuerdo con Bueseu, los problemas con los que se había enfrentado la ciencia clásica dinhan sido pura e simplesmente varridos para debaixo do tapete do paradigma reinante» (1994: 14). El universo se convertía así en controlable y predecible. Sin embargo, corrientes como la teona de catás­ trofes, la del caos, la geometna fractal o, más recientemente, las ciencias de la complejidad, reunidas bajo el epígrafe común de dinámíca no líneal, ayudaron a aceptar la complejidad y sus importantes repercusiones metodológicas y epistemológicas. Gracias a eUas, «los problemas no Bneales [ ...] son considera­ dos por derecho propio, y no como molestas desviaciones de la linealidad» (Hayles, 1990: 29). La ciencia se acerca ba a)a imprevisible totalidad de las cosas en un brusco viraje en la filosofía de la dencia y en el modo en el que el hombre mira el mundo. En el mismo sentido se 9 Paul Watzlawick alude al papel de la cibernética en el cambio epistemológico. sobre todo gracias a la importancia de la noción de retroalimentación: «Una cadena en la que el hecho a afecta al hecho b. y b afecta luego a c y e a su vez trae consigo ad, etc" tendría las propiedades de un sistema lineal determinista. Sin embargo, si d lleva nuevamente a a, el sistema es drculary funciona de modo totalmente distinto» (1967: 31-32). La retroalimentación (en términos estrictos, la retroalimentación positiva) produce, según el autor, una situación de caos e inestabilidad. Puede verse por su interés el consiguiente análisis de Who's Affraid o{ Virginia Woolf?, de Edwa rd Al bee, reali zado por Watzlawicz en su Teoría de la comunicación humana (1967: 141-ss.). r Escenarios del caos, Entre la hipertextualído.d ... 29 pronuncia Georges Balandier, que habla de la entropologia como una manifestación de la quiebra del concepto de verdad: «La ciencia actual ya no intenta Hegar a una visión del mundo totalmente explicativa, la visión que produce es parcial y provisoria. Se enfrenta con una realidad incierta, con fronteras imprecisas o móviles, estudia "el juego de los posibles", explora lo complejo, Jo imprevisjbley lo inédito. Ya no tiene la obsesión de la armonía, le da un gran Jugar a la entropía y al desorden, y su argumentación, sí bien enriquecida con conceptos y metáforas nuevos, descubre progresivamente sus propias limi­ taciones» (1980; 10). En esas disciplinas se ha pasado, pues, de apreciar la naturaleza como una en tidad cerrada y determinista a verJa como impredecible, donde causa y efecto, frente a la concepción tradicional, no se corresponden: «El paradigma cJásico (dentro inc1uso de la física) no sólo ha cambiado, sino que se ha invertido. Lo naturalmente natural era antes lo detenninista y 10 reversible; 10 artificialmente excepcional era lo aleatorio y 10 irreversible. Hoy se acepta la idea exactamente opuesta» (Wagensberg, 1998: 12). ;' :. r IN FACENDO: UN UNIVERSO PROCESUAL El presente trabajo tiene como objetivo enfocar la literatura, el cine, el teatro, y la performance como procesos de gran complejidad, lo que implica el rechazo de una perspectiva determinista y lineal. en favor de la adopción de la imprededbilidad como factor central, vinculado tam bién, como veremos, a las nuevas tecnologías, que funcionarán en muchos casos corno un antídoto contra cualquier forma de narratividad; en otros términos, se trata de ilustrar el paso desde una concepción en la cual la naturaleza de la relación artística se simplificaba o idealizaba (en tanto que se reconocía que sólo elementos miméticos entraban en juego) a otra que la conside­ ra como un fenómeno altamente complejo y que la aborda como tal. Se busca ver el mundo corno es, no como uno quisiera (o ha aprendido) que fuera. Corno ha señalado Prigogine, «Jos procesos reversibles y deterministas que constituían la médula de la descriptiva clásica, actualmente se nos evidencian como idealizaciones desmesuradas, y podríamos decír que adolecen de artificiosidad» (1983: 5 Nuestra perspectiva representa, en síntesis, el alejamiento de un mundo lineal valorarolro impredecible, lo de la concepción actual cual nos lleva a una sobre la performance: la creatividad y sinl!ularidad de cada acto performativo, su naturaleza y ble, donde un pequeño cambio en puede acarrear la irrupción de itinerarios alternatIvos que darán lugar a resu]tados muy di feren tes 10. La líteratura, 10 Sobre la deriva procesual y <<leatralizante.. del arte del siglo XX, véase el panorama de Guasch (2000), :. 32 Anxo Abuín Gomále'l teatro y el cine así entendidos se conforman como vehículos especialmente dotados para la expresión de la libertad colecti­ va, en lucha contra la «cadavenzación» de los individuos. Lo esencial del arte consjstiría en crear los mecanismos adecuados para intervenir de algún modo en la vida irradiando una fonna de ser individual y colectiva, encarnando un ethos, unos valores que guían la vía del rechazo, de lo subversivo: esa es la prisión del hombre de arte, un lugar en donde se plantan semillas que sólo el otro (lector o espectador) hará florecer. La labor del artista es aventurarse en]o desconocido en busca del perfil de un hombre nuevo por la vía de la creatividad absoluta, con la urgencia de luchar contra una sensación de pérdida de existen­ cia a través de l1Zla fuerza vital descomunal. El artista represen­ ta la utopía del eterno comienzo, el míto de Sísifo; es también un antropófago que SI:: apropia y alimenta de lo que de humano le rodea. Una consecuencia inmediata de lo dicho es la valoración de la realidad desde una perspectiva procesual (in (acenda), que huye de toda predeterminación para configurar un territorio «rico en transformaciones inesperadas. provisto de relaciones no linea)es entre causa y efecto, pletórico de fracturas, flujos y turbulencias en formas complejas infinitamente variables») (Ravera, 1998: 51). La significación de todo fenómeno no sólo se percibe dentro de una situación comunicatíva siempre in statu nascendí sino que tampoco desatiende ahora, como vere­ mos al hablar de la lectura, lo que se despliega «entre», la betweenness, lo que conl1eva el reconocimiento de su carácter incompleto y fragmentario. Desde un punto de vista estrictamente literario, esto vale, digámoslo ya, para el fondo y la forma, en el convencimíento de que, quizás más que nunca, las contradicciones se presentan como problemas estéticos que la obra de arte misma intenta resolver. y su solución pasa obligadamente por realizar ajustes tanto en el nivel del contenido como en el de la forma, en ]a «semántica de la forma»; es decir, como condición para una verdadera obra de arte, forma y contenido literarios han de r Escenarios del caos. Entre la hipertex/utllidad '" 33 mostrarse «idénticos», ambos planos han de disfrutar de igual ímportancia de cara a )a significación global. Un contenido nuevo exige una forma nueva, por cuanto el contenido descu­ bierto por el artista tiene necesidad de una nueva forma para expresarse con el fin de evitar una posible y grave contradicción de estilo. • r IMPREDECIBILIDAD Ya hemos dicho que la propiedad más decisivamente afec­ tada en la diferenciación entre dinámica lineal y no lineal es la (im) predecibilidad. El carácter predecible o determinista cons­ tituye la esencia de la dinámica lineaJ; la no lineal se caracteriza por lo contrario: impredecibilidad y ausencia absoluta de detenninismo. En un sistema que responde a una dinámica no lineal, los efectos ya no pueden anticiparse a partir de unas causas determinadas. En la dinámica de carácter lineal, existe proporciónalidad rigurosa entre causas y efectos, de manera que una variaci 6n en aquéllas o en las condiciones iniciales provocará repercusiones de idéntica magnitud sobre el siste­ ma. Por contra, en la dinámica no lineál una diferencia en las causas, por mínima que sea, puede ocasionar efectos muy divergentes. Los fenómenos lineales son aprehensibles o anticipables desde el funcionamiento global del sistema (se habla de equipotencialidad entre causas y efectos); en los procesos no lineales, el sistema no responde a esos patrones sino a los de un comportamiento emergente: el todo di6ere cualitativamente de las partes. Esto es, causas pequeñas produ­ cen efectos muy variados, que no guardan proporción respecto de las condiciones iniciales: la sensibilidad extrema a ellas puede conllevar un crecimiento exponencial (por tanto, la aparición de la no linealidad) y la existencia de diferentes itinerarios posibles (diferentes condiciones iniciales provoca­ rán trayeclorias muy divergentes). Este proceso se ve acentua­ do por fenómenos de rctroalimenación por los que cualquier fluctuación inicial se amplífica dentro del propio sistema. Desde la nueva perspectiva, el arte también se convierte (quizás más que ningún otm ámbito) en un terreno que repre­ senta lo contrario de un campo reversible y determinista, transformándose en el espacio de incertidumbre por antono­ '. 36 r' Anxo Ahuín González masia, el espacio de los fenómenos no lineales, donde no hay necesaria correspondencia entre causas Y efectos, y donde las condiciones iniciales, variables en cada caso concreto, pueden desembocar en resultados muy diferentes. El teatro o el cine pueden, en este sentido, equipararse con cualquier ejemplo convencional de dinámíca no lineal, como la propia vida: el texto artístico no es predecible a partir de cada una de las condióones iniciales o de los factores implicados en él. sino que es cualítativamente diferente con respecto a cada una de las partes o factores constituyentes aislados. Una vez más, de la interacción de diferentes elementos surge una propiedad glo­ bal impredecible. Lo señalado tiene acusadas repercusiones desde una óptica estudio general: que el caos se identifique con una ausencia organización signifíca que, a la visión clásica, no puede entenderse como un vacío absoluto o corno una nega­ Clon. Hayles (1990: 28), el caos constituye una presencia, no una ausencia. Tal tesis pudiera provenir, según Víctor M. Longa (2004), de Claude Shannon, uno de los padres de la teoría de la información, responsable de ]a equiparación entre información Y entropía (grado de desorden). Información se asocia. así, con incertidumbre, con entropía, con desorden. Weaver (Shannon y Weaver 1949: 41) indicaba que asociar información a incertidumbre puede en un primer momento parecer «desafortunado y extravagante», pero los sistemas caóticos son en realidad un (Cmar de información», no una ausencia de ella. selENZA NUOVA En Introducción al pensamiento complejo (1990), Edgar Morin denomina paradigma de la simplicidad al conjunto de principios gobernados por la reducción, disyunción y abstrac­ ción: disyunción de campos y saberes; reducción de lo comple­ jo a lo simple; y anulación abstracta de la diversidad (unidimensionalización), de manera que resulta imposib]e con­ cebir la conjunción de]o uno y 10 mú] tiple (unitas multiplex). El pensamiento comp1ejo se ocupa del mundo fenoménico aten­ diendoa ]a realidad corno constituida de procesos de degrada­ ción y desorrlen. La complejidad no es sólo incertidumbre: «tiene que ver con sistemas semi-aleatoríos cuyo orden es inseparable de los azares que incluyen» (1990: 60). Es mezcla íntima de orden y desorden. La «ciencia clásica» expulsaba lo aleatorio, el accidente, lo individual. La «ciencia nueva» (expre­ sión que Vico utiliza en otro contexto) supera la oposición entre azar y necesidad, entre sujeto y objeto. entre unidad y diversi­ dad, se aleja del monismo epistemológico y se asienta en tres principios básicos: dialogismo (mantener la dualidad en el seno de la unidad, ]0 antagonista es complementario), recursividad (ruptura de la linealidad, confusión entre produc­ tores y productos) y representación hologramática (el holograma contiene en cada punto la tota1ídad de la información)11 . Alejada de paradigmas anteriores más dogmáticos, que apreciaban la existencia de hechos incontrovertibles desde el dominio de la Ciencia y el funcionamiento de una Verdad inmutable, la ciencia nueva se ha transmutado en pensamiento móvil y problematízador de la diferencia, abierto hada una ti 'k Pucdc VC1-St: u na interesante aplicación del paradigm<t de la complej id ad al concepto de hipertexlualidad en Clémcnt (1998) Yal de in~talación en Sánchcz Argilés (2004). '. 38 r Anxo Abuín González interrogatividad radical en la que una respuesta no agota jamás el enigma que todo conocimiento plantea. A la manera de un Nicolai Hartmann o de un Mario Bungc, por ejemplo, el interés está no tanto en la búsqueda de un sistema cerrado y último, sino en la presentación y valoración de los problemas de modo dialogístico y polifónico. alrededor de una voluntad epistemológica de ejercitar el criterio de lo incierto sobre la realidad mediante la consabida tensión entre lo particular y lo general. El punto de partida es el reconocimiento de la hetero­ geneidad del mundo, de su indefinición y de la irremediable pluralidad que acompaña su existir. Tal multiplicidad, difícil­ mente articulable en un todo, nos exime precisamente de la imposición de una razón total y totalítaria. Nuestra existencia está llena de mundos y submundos por descubrir, cambiantes e indetenninados. La complejidad de lo real, discutida por William James, J osé Ortega y Gasset o Nelson Goodman, surge de la tensión entre el orden y el desorden. de la falta de unidad, del carácter abierto y diverso del homhre y sus circunstancias. CAOS Y LITERATURA Algunas de las ideas mencionadas han sido aplicadas al ámbito literario por N. Katharine Hayles (1990), cuyo libro La evolución del caos es una piedra angular en el establecimiento de las relaciones entre ciencia y literatura: «Uno de los desafíos de la literatura y la ciencia es desarrollar metodologías que puedan iluminar convergencias entre las disciplinas, recono­ ciendo al mismo tiempo las diferencias muy reales que existen. En mi opinión, las analogías entre las versiones literaria y r científica del caos son importantes tanto por las similitudes que señal(1n como por las diferencias que revelan» (1990: 22). No se trata de una influencia directa sino más bien de la coincidencia entre ciertas experiencias de características delimitadas dentro de un campo interdisciplinario común: J. No linealidad. Se trata de una ruptura de la conexión causa-efecto, «una incongruencia sorprendente [... ) de modo que una causa pequeña puede dar origen a un efecto grande» (1990: 31). 2. Complejidad de la fonna. No todas las formas pueden ser medidas por la misma escala, como demuestra la geome­ tría fractal. 3. Recursividad. Existen diferentes niveles en los fenóme­ nos, unidos por puntos de acoplamiento, que a veces se soslayan sin más. 4. Sensibilidad a las condiciones iniciales. Si estas no pue­ den definirse con absoluta precisión (como sucede en todas las manifestaciones del arte), las consecuencias se vuelven impredecibles. Los paralelismos interdisciplinarios. que no pretenden dar apatiencia de totalidad, pueden ser cruzados con el código posmodernista, que, según la autora, implica "la comprensión I , \, ~ :. 40 Anxo Abuil1 Gunzález. de que los componentes de la experiencia humana que fueron siempre entendidos como esenCÍales e invariables no son he­ chos naturales de la vida sino construcciones sociales» (1990: 327). El proceso de desnaturalización se desarrolla en varios aspectos a saber: I 1. Desnaturalización del lenguaje, por la que ]a significa­ ción es considerada problemática, cuando no imposible de alcanzar, como quieren hacer ver ]05 movimientos dcconstruccionistas. 2. Desnaturalización del contexto, que se convierte en una construcción autogenerada por el sistema, sin conexio­ nes externas. r Escenarios del caos. Entre fa hipertextualidad ... restricciones de] poder delimitan los contornos físicos de la persona y marcan un dominio de cuerpos impensa­ bles, abyectos e invisibles. E] relato de] caos depende así de la desnaturalización global de la experiencia: «En una narración desnaturalizada seria de esperar que ]a lengua fuese autorreferencial; que el contexto fuese creado deliberadamente, quizás por la yuxtaposición de contextos dispares; que la progresión narrativa se diera a través de la evolución de estructuras subyacentes y no a través del tiempo cronológico; y que la construcción de los personajes tendiera a presentados como construcciones» (1990: 361). 3. Desnaturalización del espacio, entendido como mercan­ cía o simulacro, vuelto pura virtualidad. 4. Desnaturalización del tiempo, porque «vivir el posmodernismo es vivir como se dice que viven los esquizofrénicos, en un mundo de momentos presentes inconexos que se amontonansin formar nunca una progre­ sión continua (y mucho menos, lógica)>> (1990: 346). S. Desnaturalización de lo humano (y entrada en lo posthumano). A partir del (,Manifesto para cyborgs» de Donna Haraway (1995) podemos pensar en los indivi­ duos como mecanismos que pueden ser desmontados y armados de nuevo. Los cyborgs, criaturas que son má­ quinas y animales a la vez, ficción y realidad, seres construidos al margen de la heterosexualidad dominan­ te, pudiéramos ser todos, organismos híbridos y de indentidad fracturada dentro de un mundo post-genéri­ co 12 , Por su parte, Judith Butler (1993) recuerda que las 12 cf. Dery (1995), Hayles (1999) yel intere~antÍsjmo volumen colectivo coordinado por Domingo Hernánde/. Sánchez (2003), además del imprescindible The Cybnrg Handbnok, editado por Chris Hables Gray. Véast: la metáfora del "cibionteil creada por Joel de Rosnay 41 para definir una «vida híbrida. a un tiempo biológica, mecánica y electrónica_ (1996: 16), .. r FRACTALES Y MODULARIDAD Según su creador, Benolt Mandelbrot, el término fractal se aplica a toda forma o estructura que siempre es similar a sí misma, independientemente del nivel desde el que se la obser­ ve. Los fractales como formas irregulares y accidentadas (una costa o un copo de nieve), una mostruosidad «geométrica» según Mandelbrot, remiten a un carácter casua], gradual, multidimensional y teragónico (del gr. teras «monstruo») y a lo que en informática se llama randomización u ordenación al azar l3 . En términos culturales esto supone un acercamiento a los fenómenos de intermitencia y a la ruptura con las imágenes realistas, desde la música de John Cage hasta la ciencia-ficción de Star Trek. Luego hablaremos precisamente de la «(compleji­ dad de la inteligencia» del laberinto electrónico de los videojuegos o de la complejidad del relato pos moderno (Jorge el placer incon­ Luis Borges, ltalo Calvino o John Fow]es). mensurable del extravío y del enigma. Los fractales nos introducen en la cuestión de la modularidad o en el principio de la «estructura fractal de los nuevos medios», como señala Lev Manovich (2001: 30): como el fractal, que tiene la misma estructura en diferentes escalas, la estructura de un medio nuevo presenta la misma estructura modular. Las imágenes, los sonidos, las formas y los comportamientos se ofrecen como colecciones de muestras discretas (pixels, vuxels, personajes, scripts o guiones). Estos elementos se agrupan en objetos de escala mayor aunque contínóan manteniendo una identidad separada y propia. Los elementos se almacenan de manera independiente y pueden ser manipulados guardando su autonomía, de modo que podrían ser incorporados sin " c¡: Calabrese(1987: 1 Gíllespic (2003: 23)y Watzlawick (1976: 70-71). ". f' í 44 Anxo Abuín Gom.ález problemas a nuevos conjuntos. El mejor ejemplo de todo ello es el hipertexto o Internet, pero el llamado computer art da abundantes muestras de estas modalidades fractales 14 • CAOS E IRONíA Desde un punto de vista 1iterario. quizás sea aventurado establecer una conexión directa entre ironía y caos. Lo cierto es que el romanlicismo elevó el concepto de imaginación a funda­ mento del arte y la noción de genio a germen y motor de la nueva literatura. Los autores románticos buscaron medios inéditos para la expresión de sentimientos y provocaron así el surgi­ miento de géneros literarios que, como la novela gótica o de terror, representaban a personajes ahumanos y anormales, símbolos del eterno conflicto de] hombre con el mundo real. De la novela gustará que no se pueda reducir a las categorías normativas, como híbrido en continuo devenir, sin identidad fija, el género superior que permitirá la mezcla de géneros (la «transgenericidad» representada por el Quijote). La novela es multiplicidad e individualidad, equivale asimismo a la no­ genericidad, puesto que cada novela es un género en sí mismo, como dirá Friedrich Schlegel en referencia al Wilhelm Meister de Goethe. 14 Novela e ironía van de la mano: ambos representan el ansia de] infinito romántico y la desconfianza en la percepción de los sentidos. La realidad ya no se manifiesta como sólida, firme y digna de crédito, sino como precaria e insignificante ante la búsqueda de instancias superiores y absolutas que emprenden los poctas románticos. La ironía (parafraseo a Friedrich Schlegel) es la conciencia del caos en su infinita plenitud; es también la superación de cualquier forma narrativa convencio­ nal, sustituida por un pensamiento fragmentario y de ]0 frag­ mentario. Hablamos de una ironía como medio ofrecer una renovada visión de la realidad, más lúcida, desde la consciencia de un lenguaje insuficiente del que a menudo se desconfía. El artista se replantea así la esencia misma de su actívidad .crea­ dora, lejos de actitudes ingenuas o autocomplacientes. El poeta C{. Rosnay (1996: 30-31), Johmon (2001: 103-116), Birringcr(l993: 87­ ss.) y Carrillo (2004). ~ • 46 Anxo Abuín González. r romántico instalará así en su obra una serie de dispositivos de auto-revelación y auto-destrucción que pennitan relativizar cualquier afirmación sobre el mundo, estrategias que van desde la deliberada ruptura de la ilusión de realidad a la llamativa mezcla de tonos y estilos sin ninguna transición. Friedrich Schlegel. el menor de los hennanos, definía la ironía como «bufonería trascendental», un «soplo divino») que debía traspasar toda poesía J5 • Desde esta perspectiva, se entiende mejor, en mi opinión, la propuesta bajtíniana de «novelizar)} la literatura para ejercer una más adecuada comprensión del mundo en su totalidad. 15 CAOSMOS: UNA IDEA DE LA CREATIVIDAD LITERARIA Caos y creatividad, complejidad y arte son parejas que suelen ir de la mano. En su guía a la teoría del caos, Briggs y Peat dedican un último capítulo a estas relaciones: «La capacidad para saltar de un plano de referencia a otro mientras se acoplan diversos planos parece depender de la sensibilidad del creador a los matices. [...] Una caracteristica dístintiva d~ las personas creativas es su extrema sensibilidad a ciertos matices del sentimiento, la percepción y el pensamiento») (1989: 194). Lá literatura se entendería corno una puesta en juego de la tensión entre elementos similares y contrarios mediante el empleo de «reflectáforas}), recursos creativos que provocan el asombro y la inmersión del lector. Un poema se realimenta gracias a este juego de autosimilitudes yrecurrencias, al modo de, como diría Octavio Paz, una convergencia entre todos los puntos. Igual que en los fractales, en la diversidad está la unidad. En esta dirección se mueve el libro de Ira Ljvingston (1997), que se ocupa de los autores románticos y de su narrativa del flujo y de la discontinuidad, y los conecta con algunas preocupaciones propias de la posmodernidad dentro de lo que podría llamarse una «caología del conocimiento». Muchos ejemplos podrian aducirse para ilustrar estas ideas en el ámbito literario, pero podemos quedarnos tan sólo con los más evidentes. James Joyce ha sido considerado a menudo como paradigma de la relación entre literatura y caos. Philip Kuberski (1994) lo induyeen su estudio como representante de la noción de chaosmos: «by chaosmos I mean a unitary and yet untotalizcd, a chiasmicconceptofthe world as afield of mutual and simultaneous inlerference and convergence, an ínteranimation of the subjective and objectíve, an endless realm of chance which nevcrtheless displays a persistent De entre la amplí:,.ima bibliografía sobre la ironfa, me permito destacar las aportaciones de Pere Ballart (1994) YDomingo Hernández Sám:hez (2002). l .. 48 Anxo Abuín Gonzálel r tendency toward pattern and orden> (1994: 3). El sujeto, tal y como se manifiesta en Finnegans Wake y Ulysses, se fragmenta o deconstruye. Thomas Jackson Rice (1997) y Michae] Patrick GiUespie (2003) ven la gramática de estas dos obras como dominada por lo impredecible y sujeta a todo tipo de turbulen­ cias. Escenarios del caos. Entre la hiperlexwalidad ... 49 cómo un actor, Skat, hace pensar a su público del siglo XIV al interpretar la Muerte. Según Hawkins, el mismo Shakespeare frecuenta este tipo de geometrías recursivas o fractales, como las que se manejan en la programación de ordenadores. La acción de Romeo and Juliet está condicionada por componentes caóticos: «the actioD can be broken down into a sequence ofrepeti tions of itself, even as seeming]y haphazard accidents, encounters, incidents and actions, by old and young characters alike, occur too early or too late, andsmalleffectsare translatedintolargerones» (1995: 114). En Antony and Cleopatra, e! personaje de Cleopatra parecería funcionar como un «atractor extraño», una fuente de ine-<;¡tabilidad para quienes la rodean, una especie de remolino que captura todo aquello que se aproxima hacia él o está en sus cercanías. Así, el amor y la sexualidad femenina se asocian siempre al caos y a los procesos de impredecibilidad. Joyce no es, naturalmente, el único caso. En muchas de sus novelas, Alain Robbe-GriBet rompe con la idea de la naturaleza como mecanismo regular y previsible. Tampoco en el dominio histórico y político puede asociarse sin más linealidad y verdad. Al hablar de su cuarta novela, La Jalousie, Robbe-Grillet seña­ laba: « Instead ofhaving to deal with a series of scenes which are connected by causallinks, one has theimpressíon that the same / scene is constantlyrepeating itself, but with vanations» (Robbe­ Grillet, J 977: 3). La narración literaria y cinematográfica ex­ presa así una reaHdad incierta, incapaz de dar una versión definitiva de las cosas. Todo recomienza; cada relato vuelve a los anteriores; las estructuras se conciben como variables y en movimiento. Harriett Hawkins (1995), en una aportación que guarda indudables vínculos con el ensayo oe Hay]es, llega a relacionar la teoría del caos con la creatividad literaria en autores tan diversos como John Fowles (The Magus), Michael Crichton (Jurassic Park) , Milton (Paradíse Lost) y Shakespeare (The Tempest): «Art's complex nonlinear systems are, it is argued, inherently chaotic and therefore at odds with comparatively linear, critica!, aesthetic, moralistic and ideological ideals of order. Indeed, the signature of a complex nonlínearwork ofart may be that jt not only inspires diverse imitations and dialectícally opposite critical interpretations but, in effect, elidts succesive artistic and critica} efforts to smooth out and impose order on its structurally ideologicaBy ano moral1y chaotic components» (1995: 5). La misma tradición artística es no-1ineaL con tendencia al caos y a la recursividad. Las citas se extienden a películas como El séptimo sello (1957), de lngmar Bergman, donde )a Muerte hace pensar al espectador que ve I l '. CAOS Y TEATRO CONTEMPORÁNEO William W. Demastes (1998) hace un buen repaso de la presencia del caos en el género teatral. advirtiendo de entrada de que el caos no se opone al orden, sino que debe ser entendido como un factor de regeneración y una manifestación de los ciclos de la vida. Entre los dos extremos se encuentran las situaciones de inestabilidad que favorecen el cambio. Demastes remonta de nuevo estas cuestiones al pensamiento de Lucrecio, para quien las leyes del destino desafían la libre voluntad del hombre. Está además la plaga, la enrermedad, la epidemia, el virus, ante los que la medicina sólo consigue victorias parciales. y aunque Newlon pondria el énfasis más tarde en el comporta­ miento estático que se asocia al movimiento lineal, la perspec­ tiva marcada por la filosofía de Lucrecio nunca sería comple­ tamente abandonada, como demuestra la oposición a una VIsión mecánica del universo de Goethe, Wordsworth, Blake, Byron, Shelley y otros. La teoría del caos dio salida a partir de los años setenta del siglo XX a una concepción creativa del desequilibrio y a una cierta obsesión por conceptos como el de impredecibilidad, que ya está presente en el Antonin Artaud de Le Théiitre de la cruauté: «Si ron veut bien admettre maintenant cette image spirituelle de la peste, on consídérera les humeurs troublées du pesteux comme la face solídifiée et matérielle d'un désordre qui, sur d'autres plans, équivaut aux contlits, aux luttes. aux cataclysmes et aux débacles que nous apportent les événements. Et de méme qu'il n'est pas impossible que le désespoir inutilisé et les cris d'un aliéné dans un asile, ne soient cause de la peste, par une sm1e de ré'i:ersibilíté de sentiments et d'images. de méme on peut bien admettre que les événements extérieurs, les conflíts politiques, les catadysmes naturels. l'ordre de la révolution et le désordre de la guerre, en passant sur le pI a n du théátrc se déchargent dans la sensi bilité de qui les regardc avec la force d'une épidemie» (1935: 37). Estamos ante -. 52 Arzxo Abuín Gom:á[e¿ fuerzas oscuras y profundas que tienden a la destrucción a la vez que a la revelación de la realidad auténtíca l6 . Pero, para Demastes (1998: 34), no se trata tanto de minar las leyes newtonianas como de focal izar la atención hacia aspectos hasta ahora no tenidos en cuenta. Si la representación de lo racional en teatro puede ejemplificarse con el naturalismo a la manera de Zola, el nuevo teatro se caracterizarla por una hostili­ dad manifiesta ante la realidad. Los ejemplos aducidos son variados, desde lbsen hasta el Tom Stoppard de Hapgood (1988) o Arcadia (1993); «What Stoppard appears to suggest is thal cultural expectations should change to allow forthe more natural full integra tion of apparentJy (rationally) irreconcilable behaviors within each self¡¡ (1998: 48)17, Se aboga aSl por la riqueza de los opuestos, por su negación casi esquizofrénica, por la validación simultánea de realidades contrapuestas, corno ya sucedía en cierto modo en Death ofa Salesman (1949). Demastes no se olvida por supuesto de Samuel Beckett ni de su En attendant Codol, una especie de ínversiónde la utopía dcun edén situado in illo tempore, en la que orden y desorden se necesitan mutuamente: ({ Windows afarder reveal themselves in a Beckettian work when ane considers, for cxample, how order rises up when Estragon and Vladimir engage in word games, s1apstick routines, pantomime. and so on. Order nses out of the chaos of these characters, conditions, and, of course, chaotíc randomness surfaces out of moments ofarder. As order is created amid chaos within the works of Beckett, one can alsa mave up in scale and make a similar claim of Beckett's work in general: a metatheatrical observatian that out af thc chaos af existence his art crea tes orden) (1998: 59). No seria difícil aplicar 10 dicho a textos dramáticos comoNot 1, en donde el desorden se impone ante la ausencia de Dios como organiza­ lb 17 II II! C(. Kubiak (2002). Puede verse el libro dc Emily Zants (1996: 23-48), aunque en general el título nada tiene que vcr con su contenido, pues su autora se limita a estudiar (¿?) algunos casos de adaptación de novdas francesas el cine. Escenarios deT caos. Entre la hiperrexluafidad 53 dor absoluto '8 . Desde la perspectiva del caos, lo que Beckett consiguió es la integración de repetícíón y variación en una visión de la existencia que cae en el absurdo. La lógica de Beckett, cercana ala tautología (Levy, 1990: 10), apunta hacia una alegorización masiva por su alta carga de indeterminación y por el compromiso que pretende para su público. El teatro norteamericano abunda en este tipo de aproximaciones dramáticas: el David Rabe de Hurlyburly (1984) se rebela contra el determinismo las obras «bien hechas)); Sam Shepard, en A Lie ofthe Mind (1986), dramatiza cómo el pensamiento caótico de una enferma mental puede profundi­ zar mejor en el sentido de la vida. En Angels in Ameriea (1993), Tony Kushner se enfrenta a la plaga del sida desde posiciones parecidas: los personajes (de Prior Waltcr a, sobre todo, Harper Pitt) han salido defínítivamente del paraíso y habitan un mundo lleno de miedos, confusión e incertidumbre, buscando refugio en realidades oníricas o aislándose de los demás, pero siempre conscientes de un futuro apocalfptíco. La obra es también un grito contra la falsedad e intolerancia de la socie­ dad norteamericana. El teatro se alza aquí contra e] determinismo cultural propio de la American way oflife, susti­ tuido por un continuo fluir y emergencia de realidades '9 . 18 19 C{ Vanden Heuvel (1998: 67-ss.) y Fucbs (2002). Algunos críticos se han referido a la conexión entre el artista polaco WitckíewiczlWitcazyy Beckett por la vía del absurdo. lo grotesco, el sueño o lo irracional Podemos incorporar un tertium comparaLÍonis en la figura de Tadeusz Kanlor y su teatro de la memoria defonnada. en donde «estalla la continuidad de los acontecimientos escénicos* (1984: 3I) y se implanta «el estado fluido, cambiante. no durable, efímero, como la vida misma. (136). Cf: Klossowicz (1986). Seria injusto no citar aquí a Fernando Arrabal. Su «teatro pánico» surge con b voluntad de revisar la totalidad de un universo en confusión; cualquier intento de alcanzar un estado de orden (y así se entienden sus grandes ceremoniales) se erige en una empresa inhumana. Para Arrabal. la obra del artista será más rica y agitadora cuanto más esté informada del azar, de lo inesperado, de lo irracional. Geis (1993: 45-85,), Kubiak (2002: lBS·ss.) y Fuchs (2002: 37.40). • EL LABERINTO DEL CAOS El reciente libro coordinado por Nathalie Roe1ens e Yvcs Jeanneret (2004) es generoso en testimonios que vinculan las vanguardias, la impredecibilidad y la cibercultura, desde el futurismo hasta las perfonnances dadafstas, a partir de concep­ tos como collage o bricolage. A lo largo de la década de 1910, Marinetti insistió a menudo en la ruptura del lenguaje conven­ cional en todas las artes, en el poder de la analogía de contrastes o en la sucesión de opuestos, que algunos han relacionado con el desarrollo del montaje eisensteiniano y con una screen aesthetics que lo digital concretaría en grado extremo ya en el fin de siglo. Los poemas de Hans lean Arp del periodo dada (1916-1924) se basan en una lógica binaría e incluyen ]a presencia de lo aleatorio en el proceso de la creación, como luego harán Mina Layo lacques Roubaud, por poner dos ejemplos muy distantes entre sí20 , Añadamos por fin la atrac­ ción vanguardísta por la obra inacabada, en la línea de lo postulado por MaHarmé, como máximo exponente de la expe­ riencia inabarcable de ]a escritura (y de la vida), lejos de una concepción de una obra !iteraría como algo cerrado y definiti­ vo: la creación se vuelve búsqueda sin principio ni fin, tanto para el escritor como para el mismo lector. En términos de Georges BataiUe (en AAW, J999a: 217), la transgresión está en el instante brusco, no en la duraL'Íón. Los ejemplos podrían multiplicarse ad nauseam, más aun si penetrarnos en el ámbito de]a literatura posmodernista, uno de los terrenos más frecuentados para el estudio de lo que se ha 20, Para una mejor comprensión del movimiento futurista. el italiano y el ruso, y para un estuuio del collage, sigue sicnuo muy útil el libro Marjorie Perloff (1986), Allí se conectan Jos experimentos vanguardistas con las perfórmances de John Cagc o Latine Anderson (1986: 75). -. 56 Anxo Abuín Gorrzález dado en llamarproto-hiperlextualidad. Enrique Santos Unamuno (2002) h~asociado, en un excelente trabajo, las figuras de Jorge Luís Borges e Italo Calvino con el paradigma informático: en ambos autores encontrarnos un intento de plantear una «fractalízación?) del pensamiento, atento a lo infinitamente complejo;enambosexisteunamismaalenciónalacombinatoria potencialmente interminable de elementos finitos 21 • E] cronotopo del laberinto (la tensión entre el «mapa}} y el (extra­ vío>" diría Iván Almeída) está presente en Borges y Calvino (o en Umberto Eco) como ilustración de un tiempo «tennodiná­ mico» que corre hacia su destmcción (simultaneizadón) y de la ruptura con toda categorización lógica del espado (ubicui­ dad). El caos se entiende aquí «como complejidad cuyo orden existe, sí bien se trata de un orden complicado y escondido, una complejidad inteligente y ambigua, en cuanto se parte de la negación del orden global para llegar a una reconstrucción del mismo» (2002: ] 10). No menos radicales son otras propuestas. En J970 John Fowles publica The French Lieutenant Wornan, novela que incluye un narrador intrusivo dispuesto a jugar con el lector, a desconcertarlo con sus reflexiones metaficcionales e incluso a molestarlo con sus quíebros argumentales, que dan una apa­ riencia de interaccÍón. En su novela The Universal Baseball Association, [ne. (1971), Robert Coover presenta a un persona­ je, J. Henry Waugh, que dedica el tiempo libre a jugar los partidos de una liga de béisbol imaginaria, cuyo resultado se decide por una tirada de dados. El azar convierte ese universo alternativo en incontrolable, de manera que las emociones de J. Henry oscilan entre la desolación y el éxtasis, como ha señalado Mary-Laure Ryan (2001: 112). En el relato «The Kugelmass Episode}), Woody AUen cuenta el experimento de un aburrWo profesor de Literatura comparada que, mediante la máquina de un mago, consigue penetrar en la ficción de 21 I ,1 Cf. Ryan (200 1: 205-209.242-246) YVilarifio Picos (2004). 57 Escenarios del caos. Entre la hipertextualidad ... Madame Bovary (para regocijo de los estudiosos de Flaubert, que descubren en la novela un personaje nuevo) conquistar a Emrna, e incluso traerla al !Dundo «real,) de Manhattan. Con ello, además de las sospechas de su esposa, provoca un progre­ sivo desmantelamiento de su vida, hasta que decide devolverla al libro del que procede. i • OTRAS DRAMATURGIAS DEL CAOS Contamos en el ámbito hispánico con alguna reflexión que relaciona caos y teatro. El libro de Óscar Cornago Berna) sobre Miguel Romero Esteo dedica su capítulo final, «Imágenes del caos», a esa cuestión, y su alcance, corno el del resto del libro, traspasa los límites de un estudio destinado a analizar la trayectoria dramática de un único autor, ya que en realidad sirve como punto de lanzamiento de un discurso teórico com­ pacto: « Irregularidades, azares e indetennínaciones reapare­ cerán por doquier. La ciencia contempJránea comienza a señalar los errores de cálculo que tuvieron que ~er ignorados para poder llegar a unas ecuaciones matemáticas que tratan de reducir la realidad a modelos regulares. Sólo a través de un alto grado de abstracción es posible olvidar las condiciones "reales" en las que sucede un fenómeno físico, corno la fricción que produce el medio circundante o el porcentaje mínimo de error en el cálculo. La entropía, la disipación, las irregularidades, la fragmentación, el azar o la probabilidad pasan a ocupar un espacio central en el paisaje científico actual pero también en el pensamiento de la Historia y la Alosona de la vida» (2004: 36). Con una base teórica asentada en constantes referencias a autores como Edgar Morin (1990) oJean Baudrillard, entre otros muchos, Cornago se aproxima a ]a idea del caos como tensión creativa entre orden y desorden, construcción y des­ trucción: (,El orden no se opone al caos sino que nace en su seno» (2004: 240). La estética teatral de Romero Esteo, situada en el centro de la posmodernidad (si vale 1a paradoja), no escapa de la focalización de una realidad «compleja, huidiza y contradicto­ ria», que se desvanece en el momento en que se emprende el análisis. El teatro actual se movería en el desplazamiento entre el orden y el desorden, lo inteligible y lo confuso,]o equilibrado L • 60 Anxo Abu(n Gonzálel y lo exuberante, dentro de una estética del límite y lo fronterizo, un terrítorio en el que se encuentra tan a gusto José Sanchis Sinisterra. La incertidumbre y el reconocimiento de una no­ verdad caracterizan este pensamíento complejo (lo complejo como red, como entrelazado de elementos, como universo que crece a la vez que se destmye): «El pensamiento abandona su ambición de reflejar la realidad, para adoptar una estrategia transversal: reflejar su opacidad, proteger no ya Jo que el hombre cree haber entendido, reduciéndolo a principios y fórmulas matemáticas, sino aquello que seguro que sigue sin entender, el "punto ciego" del conocimiento, las contradiccio­ nes que mueven la vida, el caos de la naturaleza, pero también de la propia Historia; esto es lo más urgente, porque es también lo más pe1igroso, revelar Jos límites de la razón, la insuficiencia del entendimiento» (2004: 269). El volumen de Monique Martínez sobre la dramaturgia de José Sanchis Sinis leITa es asimismo relevante desde]a perspec­ tiva aquí analizada. En él se presenta su teatro como «un viaje por mundos distintos, desconocidos, mundos por descubrir y exploran) (2004: 13). Esta caracterización queda clara sobre todo en las apostillas de Sanchis que acompañan el texto de Martínez, que revelan la existencia de un escritor comprome­ tído con todas las facetas de]a realidad y en continua búsqueda y aprendizaje. Desde los inidos de su trayectoria dramática, Sanchis se ha planteado cuestiones como la siguiente: «¿puede existir una acción dramática que no sea vehículo de una historia, de una cadena de aeon tecimientos relacionados por el principio de causalídad?» (2004: 16). En Marsal, Marsal (1996, ahora retitulada Conspiración Carmín) al personaje protago­ nista se le acumula todo tipo de ruidos en la comunicación, lo que convierte su monólogo en un puzzle que el espectador debe reconstmir. En la Trilogía americana (1992) se juega con la dislocación temporal en contra de todo historicismo, en busca de un marco cronotópico «plástico, fluido, reversible, capaz de permitirme todas las libertades figurativas» (2004: 64), en la Hnea de lo establecido por la física cuántica. En una de sus :, 1 .~ " !/'¡I !¡ii!1 E.scenarios del caos. Entre la hr:pertextualidad ... 61 piezas más atrevidas, Perdida en los Apalaches (1991), se COn­ funden los espacios y 105 tiempos sin explicación racional, algo todavía más acentuado con la llegada de la llamada estética de lo translúcido. La raya del pelo de William Bolden (2002) y Sangre lunar (2003) ilustran la imposibilidad de la referencia ante el carácter enigmático de la realidad, según los principios de no-linealidad, discontinuidad, bifurcación y yuxtaposición espaciotemporal, incompletítud de las interacciones y los díá­ lagos y cambios bruscos de estilo: en palabras del propio Sanchis, «(\1 no es así como se nos aparece]a realidad cuando no nos obcecarnos en imponerle una clave explicativa y tranquilizadora, cuando aceptamos humildemente nuestra Jí­ mitación y su misterio?» (2004: 126). / -. CREACiÓN Y SENSIBILIDAD A LAS CONDICIONES INICIALES La creación artística es un proceso, un proceso en el que a menudo el artista descubre a dónde está yendo sólo por el proceso de ir hasta allí. Con frecuencia, el artista sólo conoce una pieza (ténnino aquí pleno de sentido) en el proceso de crearla. No necesita tener una idea exacta de la dirección que sigue. Esto puede ser algo que se consigue o se descubre de camino. Np decimos que el artista no tenga un plan determina­ do, sino sólo que un plan predeterminado. derivado de una concepción del propósito o fin de ]a obra en cuestión, no es un rasgo necesario o definidor del arte propiamente dicho. La obra de arte no surge de propósitos ni de fines preconcebidos. El arte es fundamentalmente un ejercicio exploratori022 • Quizás en pocos procesos se entiende tan bien como en el de la transducción teatral la noción de sensibilidad a las condicio­ nes ideales: «Esto quiere decir que un pequeño cambio en el estado del sistema en el instante cero produce un cambio posterior que crece exponencialmente con el tiempo. Así pues, una causa pequeña tiene un efecto grande)) (Ruelle, 1991: 46). En el ámbito teatral, los ensayos concretizan la apertura de un camino en cierto modo sín rumbo fijo, como queda claro, en tono humorístico, en este pequeño decálogo del grupo catalán EIs J oglars: 22 Sólo remitiré aquí al muy interesante ensayo de Luis Felipe Noé: .L<i estética como teoría del conocimiento debería partir de la obra como un por hacer permanente. Cada obra ya hecha no es otra cosa que un pequeño testimonio de una búsqueda a veces orientada, a veces no, y que sólo es valorizable en función de la búsqueda total y de la capacidad reveladora de esa búsqueda" (1988: 64-65). • 64 Anxo Itbuín González. 1. OPTIMISME GENERAL 2. FASE DE DESORlENTACIÓ 3. na FASE DE DESORIENTACIÓ 4. CONFUSIÓ TOTAL 5. PERÍODE DE «CACHONDEO)} IMPARABLE 6. RECERCA IMPARABLE DELS CULPABLES 7. CASTIG EXEMPLAR ALS INNOCENTS 8. SALVI'S QUI PUaUI 9. DISCRETARECUPERACIÓ DE L'OPTIMISME PERDUT 10. FINALITZACIÓ INEXPLICABLE DEL PROJECTE (en AAW, 1998b). El estreno es el momento culminante de un proceso creativo que ejemplifica la magia del teatro, pues, después de los nervios, de los enfrentamientos, de las dificultades de cualquier tipo, todo sale finalmente bien. Pero antes están los ensayos, que forman parte decisiva de ese productivo proceso interpretativo que precede a la puesta en escena de un texto dramático. Como actividad preparatoria de] espectáculo, el ensayo teatral incluye el trabajo de aprendizaje del texto, en un sentido lato. y de la actuación escénica. El ensayo comparte con la representación teatral el mismo caráctertempora] y espacial marcado por la contemporaneidad (aquí-ahora), y ambos, tal como señala Baker-White (1999), establecen una serie de oposiciones dialécticas que definen el teatro como un aconte­ cimiento provisional, contingente, impredecible, flexible. abjerto y procesual. El cine ha plasmado en diferentes registros esta situación: Opening Night () 978), de John Cassavetes; Le Dernier métro (1980), de Franl;ois Truffaut; Noü'es 0IT(1993), de Peter Bodganovich; Bullets over Broadway (1994), de Woody Allen; /n the Bleak Mid1.vinter (1995), de Kenneth Branagh; Shakespeare in wve (1997), de John Madden; Tite Cradle Will Rock (1999), de Tím Robbins; o Moulin Rouge (200 1), de Baz Luhrmann son Escenarios del caos. Entre la hipertextualidad ... 65 sólo unos ejemplos. El arte teatral sirve de contrapunto para otro, eJ cinematográfico, sometido inevitablemente a condicionamientos económicos y políticos que dificultan su expresión creativa en libertad: el arte auténtico se entiende así como manifestación individual de rebeldía y como ejercicio de responsabilidad social. De esta manera, el teatro se convierte en un medio prestigioso que se mira. no sin envidia. a través de los ojos de quien se sabe demasiado atado a aspectos industriales que no pueden ser controlados desde Ja autonomía del arte y desde la independencia del creador. • PARÉNTESIS: LECTURA Y COMPRENSiÓN Frente al modelo positivista, que entendía el texto como sometido a leyes detennínistas, a un principio de causaUdad, que quería evitar el peHgro de que el intérprete elevase a la categoría de norma su personal y propia comprensión del texto (a partir de la eliminación del intérprete), el punto de partida de la Hennenéutica es el reconocimiento de la intervención de un sujeto que, situado en un contexto histórico determinado, establece una suerte de diálogo con el texto. Para Hans-Georg Gadamer (1960), comprender es el movimiento básico de la humana. Para comprender un texto, el sujeto pone en juego sus propios conocimientos. de manera que la contri­ bución productiva del intérprete forma parte inexorablemente del sentido de la comprensión. El intérprete está determinado por unos presupuestos que se derivan de la situación en que se halla, los llamados prejuicios. que sólo son verdaderos si han surgido de una situación histórica intersubjetiva que los justi­ fica 23 • La comprensión de un texto se vincula al hecho de estar­ en-el-mundo, sometidos a los prejuicios y presuposiciones que nuestra situación determina. El intérprete está condicionado por unos prejuicios que se derivan de la situación en la que se 23 1I !' Gadamer insíste en la idea de tmer- o suprasubjetividad: el individuo no es independiente, sino que está siempre en relación con los demás. enmarcándose en un horizonte de experiencias comunes. Desde una perspectiva hermenéutica, la interpretación de los hechos humanos deja de caer en el subjetivismo si se remiten estos hechos a normas intcrsubjetivas; es decir, a normas que no se justifican desde el punto de vista índividual de la propia experiencia, sino que tienen que ser demos­ tradas intcrsubjetivamente. "Comprender es reencontrarse el yo con el t(u. dice Gadamer, es una historia compartida dentro del mundo liocial a que pertenecemos. -. 68 Anxo Abuín González, encuentra inmerso y que adelantan un primer contexto de sentido. El que lee un texto adelanta y proyecta significados, incluso antes de iniciar la lectura. De este modo, el significado del texto supera el que le ha querido dar el au tor, siempre. Cada momento entiende de una manera distinta un mismo texto. El conjunto de creencias de cada época abre un abanico nuevo de significados. La lectura no es pues un proceso de reproducción de sentido, sino de producción de sentido, de un sentido actual del texto. Michael Patrick Gillespie (2003) ha repasado los rastros de una teoría lineal del análisis de textos, sin duda la más prolífica, que aspira a encontrar un sentido unitario para la obra de arte literaria, que reconoce la existencia de mec'anismos lineales de aproximación interpretativa. No vale ese planteamiento para el Ulysses de Joyce, cuyas respuestas imaginativas son siempre diversas e inestables y cuya lectura es resistente a un ejercicio crítico tradicional. El nuevo lenguaje post-einsteiniano puesto en práctica por la ciencia deja su huella en la teoría de la literatura: piénsese en Bajtín y su concepto de heteroglosia en el ámbito de la novela, por no hablar de la Deconstrucción como negación de cualquier posibilidad de pensamiento estable y revelación de todas las contradicciones lextuales. Para Bajtín, en un universo diegétíco, los personajes representados enta­ blan entre sí relaciones de tipo interactivo que impiden tanto la hegemonía de la voz de un narrador en relación q:m ellas, como la concentración en un personaje de la posible función de portavoz ideológico del autor. La polifonía implica la existen­ cia de varios puntos de vista, completos y autónomos; los diferentes mundos, conciencias y perspectivas se asocian en una unidad superior que es la novela polifónica. HIPERTEXTUALIDAD ELECTRÓNICA Es bien conocida la afirmaCÍón de I1ya Prigogine según la cual «el corazón tiene que ser regular, de lo contrario morimos», mientras que «el cerebro tiene que ser irregular; de lo contrario tenemos epilepsia» (cit. en Briggs y Peat, 1989: 166). El com­ portamiento del cerebro es no lineal y así lo entendieron los primeros que abordaron la idea de hipertextualidad, Vannevar Bush y Theodor N. Nelson, que pretendieron crear un medío de almacenar datos más allá de la secuencialidad del libro. (Apud http://wv..W.hyperproject.blogspot.com) El hipertexto, representado por el cuadro de la derecha, es por lo tanto un tipo de texto interactivo, no secuencial, no lineal (o multi-lineal), esto es, no basado en una secuencia fija de letras, palabras o frases, un texto cuya secuencialidad pueda variar considerablemente a lo largo de la lectura. Según las teorías al uso, el término hipertexto valdría por dinamismo, indeterminabilidad, transitoriedad, maniobrabilidad y polifuncionalidad del texto (en relación al usuario )24. La irrup­ 24 1': C( Aarscth (1994: 82·R3; 1997: 41-42). • 70 Anxo Abuín González, ción de una literatura interactiva e hipertextual nos pone ante una nueva forma de escritura que juega en contra de la autori­ dad del autor (el autor cancela la polísemia del texto y, corno el 25 Dios de la cristiandad, deja poco espacio a la ambigüedad ) para convertir al lector en intérprete ({promiscuo» y creador de un texto abierto, de un organismo intertextua] conectado hasta el infinito con otros mensajes y glosas en evolución constante, un texto de textos (literarios, pero también fotográficos, fílmicos, pictóricos o musicales), quizás el Libro de los Libros con el que soñó Mallarmé. Ya se sabe que el hipertexto es un conjunto formado por textos y «documentos» (las llamadas lexias o scriptons) no jerarquiz.ados unidos entre ellos porenlaces (links o liens) q'ue el lector puede activar y que permiten un acceso rápído a cada uno de los elementos constitutivos de ese conjun­ t026 . Se habla también de cibertextos. obras cuyo contenido 15 2ó :,!I, ,I \11. I Burke (1998) y Vouillamoz (lOOO: 96). Los antecedentes literarios (i.e. impresos) de la literatura hiperlextual son innumerables: el 1 Ching o Libro de los cambios, Mallanné, Joyce (James), Borges, Cortázar, Burroughs, Woody AlIen. mucha de la narra­ tiva posmodemista (Fowles, por ejemplo). Piénl>ese en la Compositiol'l n° 1 de Marc Saporta, compuesta de ciento cincuenta páginas :.ueltas que el lector puede combinar a su antojo; o en los Cent mille milliards de poemes (t 961), de Raymond Queneau, En hegirascope. de Stuart Moulthrop, existen 175 páginas conectadas por más de setecientos enlaces. entre los que el lector se mueve presionado por la necel>idad de una lectura rápida, pues cada pantalla camhia pasados de 18 a 30 segundos. En Aftemoon (1987-1996), uno de los «hipertextos serios n de Eastgate. escrito por Michael Joyce, hay 539lexias y 950 enlaces; la que parece primenl podría ser la titulada 0:1 want to say» (<<1 wanl to say J may have seen my son die this moming»). Véase el comentario de Janet Murray: «Los leclores clan vuelta~ alrededor de una compleja red de lexias, cada una con varios enlaces posibles para continuar leyendo, incluyendo las lexias que se activan siempre por defecto al pulsarla tecla de "retorno". No hay ningún mapa de la esuuctura general de la obra, y los enlaces no ofrecen ninguna pista sobre adonde conducirán, Para complicar aún más las cosas, Joyce ha programado alguno dt: los enlaces para obligar al lector a volver a una lexia una y otra vez antes de que se le permita ir a lugares nuevos de la historia» (1997: 68), Clémcnt (1995: 63). Escenarios del caos. Entre la híperfextualidad ... 71 viene determinado por un guión que capacita al ordenador para desarrollar sus propias historias 27 • Como muy hien ha señalado Carlos Moreno (1998: 22), para el estudio de] hipertexto es habitual partir de la omnipresente noción barthesiana de texto como algo no computahle, no reducido a la buena literatura ni a sus jerarquías genéricas, «dilatorio respecto al significado», plural (pues puede leerse sin la garantía de] «padre» o creador), objeto de apropiación y juego, algo que convierte a su destinatario no enun consumidor sino en un productor del texto; algo, en fin, no sujeto tampoco a ]a idea tradicional de intriga que nos pone en ]a pista de un abandono del paradigma narrativo temporal en beneficio de otro espacial, pues]a elaboración de enlaces se produce casi en un marco puramente «geográfico» o «cartográfico», En las narraciones interactivas el principio corno comienzo prefijado o el final como cierre del relato desaparecen como ideas orientadoras de la lectura, sustituidas por las de detención o suspensión del relato. El hipertexto crearía así un texto más abierto en cuanto a sus límites, un texto que, en términos dcrrideanos, se {{desbordarla>; sin cesar. Por su parte, Landow (1992) vincula la hipertextualidad con laepisteme contemporá­ nea y añade al nombre de Barthes los de Bajtín, Jacques Derrida, Theodor Nelson (que acuñó en 1965 el término hipertexto) o MicheI Foucault, que en Arqueolog(a del saber señala que las fronteras del libro no están nunca claramente definidas, ya que se encuentra atrapado en un sistema de referencias constantes a otros libros, una red intertextual de términos que se implican mutuamente 2S • 27 C{ Douglas (2000: 4). 2~ En la misma línea, Teresa Vilariño Picos (200 1 Y2004) ha visto la lectura como un proceso de navegación que acaba por cuestionar las convencio­ nes y por interrogarse sobre cómo debemos organizar y estructurar la Ínformación. Un texto no lineal se organizaría hcgún ~lIn dinamismo rolundo)) y una -<indeterminación ah:,oIUla., que. de acuerdo con esta autora, altera los parámetros de temporalidad y espacialidad por su -. 72 Anxo Abu(n González POSMODERNISMO y LENGUAJE RIZOMÁTICO Para abordar la irrupción del lenguaje hipertextual en eJ ámbito de la literatura, interesará especialmente el significado de] término virtual, cuyas repercusiones en e] concepto de lectura han sido estudiadas por Mary-Laure Ryan (1999 y 2001). Esta autora se remonta a ]a escolástica medieval para retomar la idea de potencialidad (frente a la de actualidad). Al lado de este significado de virtual hay que poner el más moderno de "falso», «ilusorio) e «inexistente;) (en una línea muy parecida al simulacro de Baudrillard), creado a través de una máquina computadora. Desde un punto de vista positivo, como precisa PieITe Lévy (I 995), lo virtual da pie a la creación de una diversidad mayor de usos, interpretaciones y experien­ cias. En el terreno literario, si en un texto «tradicional» se distinguen dos niveles, los signos escritos por el autor y la construcción mental del lector, en un texto e]ectrónico «virtualízado» la aparición de niveles adicionales de presenta­ ción de los textos puede llegar al infinito. Por otra parte, sería muy interesante comparar la hipertextualidad como manifes­ tación máxima de la virtualidad textual con Jos rasgos que se atribuyen a la idea de posmodernismo, que representaremos en dos columnas (Ryan, 2001: 47): ¡­ maniobrabilidad Y por el empleo de una ínteract¡vidad exacerbada de carácter exploratorio (el lector decide qué camino seguir), dramático (el lector adopta el papel de un personaje), con(igurarivo (el lector puede escoger los módulos o las funciones transversales) y poético (sus eleccio­ nes pueden estar motivadas estéticamente). • 74 Anxo Abuín González TEXTO IMPRESO organización lineal libertad del lector significado predeterminado signíficado emergente texto como profundidad texto como superficie estructura centrada estructura descentrdda estructura jerárquica rizoma (crecimiento libre) --- coherencia local pensamiento lógico vagabundeo/navegación desordenada pensamiento analógico trabajo juego unidad orden monologismo diversidad caos progresión continua secuencialidad solidez heteroglosia/diaJogismo/carnavalesco salto;" discontinuidad paralelismo fluidez texto como retórica de persuasión texto como fuente representación estática del mundo simulación dinámica El lenguaje hipertexwal es «rizomático» en el sentido mane­ jado por Gilles Deleuze y Félix Guattari (1986), por cuanto funcionan en él el principio de conexión y de heterogeneidad (cualquier punto del rizoma puede conectar con cualquier otro), el principio de multiplicidad (no existe unidad, sólo inmensa variedad), el principio de ruptura significante (los cortes en el discurso no son interrupciones sino recomienzos de lo mismo y, a la vez, de algo totalmente nuevo) y el principio de cartografía (un rizoma no responde a ningún modelo estruc­ tural o generativo, es rigurosamente ajeno a toda idea de eje genético), de manera que «el mapa [hipertextual, podríamos añadir] es abierto, conectable en todas sus dimensiones, des­ montable, alterable, susceptible de realizar constantemente modificaciones. Puede ser roto, alterado. adaptarse a distin tos montajes, iniciado por un individuo, un gmpo, una formación 7S social. [ ... ] Un mapa es un asunto de performance» (Deleuze y Guattari, 1986: 18)29. Un rizoma no tiene inicio ni fin, «siempre está en el medio, entre las cosas, ínter-ser, íntermezzo») (1986: 29)30. TEXTO ELECTRÓNICO organización espacial autoridad autorial coherencia global finalidad y objetivo Escenarios del caos. Entre la hipertextualidad '" De entre todos los cambios producidos por la emergencia de esta «neoescritura» electrónica, rizomática y nomadizada (ergódica, la llamará Espen 1. Aarseth)31, han interesado especial­ mente a la teoría del hipertexto los procesos de desacralización de la escritura (piénsese en la posible manipulación de los textos, incluso ya no sólo de los informáticos sino también de los informatizados, cf. Miller, 1999), también desde la idea de tras­ cendencia cultural, porque ellexto infnrmático se vuelve precisa­ mente perfonnance, tiempo real e instantaneidad de e.ircución. El texto informático rompe además con las presunciones paratextuales, desmaterializándolas. y ello conlleva la ausencia de marcas que preparen la recepción del lector, en especial en lo que se refiere a la noción básica de género. En las narraciones hipertextuales, los personajes pierden además su papeL por así decirlo, sintáctico, absorbidos por la dimensión polifónica de un entramado de microtextos de alto contenido poético, como ha venido señalando Susana Pajares (1999), de voces tan múltiples como lejanas que ni siquiera siempre son atribuibles a una única 29 30 11 Para una comparación entre los géneros teatrales de la performance! happening y los mccanisnos ciberlexluales. puede consultarse el artículo de Markku Eskelinen y Ranghild Tronstad (2003). C{ Aarseth (1997: 6-7) y Murray (1997: 145-146). En un iluminador artú;ulo, Jean Clément (1998) ha analizado la hipertcxtualidad electróni­ ca en su relación con las ideas de complejidad, caos o fractalidad. Pard Aarseth (1997). los cibertextos dejan al lector con la sensación de caminos no recorridos en función de las decisiones tomadas. La palabra ergódico está tomada de la física (en griego ergon signirica crobra. y holas «camino») y apunta a aquellos diseños que no tienen sentido sin el esfuerzo del lector para atravesar el texto. Los lectores de cibertcxlos son jugadores en un mundo que hay que explorar. una topografía en la que descubrir significados ocultos. Cf, para unacatcgorb'ación de 10 ergódico, Ryan (2001: 251-254). . ' 76 Amo Abu{11 González entidad actancial. La literatura informátíca se reinventa siempre a sí misma desde el punto de vista de la lectura. ((Le texte jnformatique crée une forme nouvelle, sans incipit ni clóture, un texte qui, comme la parole, se déroule de son mouvement propre, un texte qui bouge, se déplace sous nos yeux, se fait el défait: un texte panoramique» (Balpe, 1995: 29). La experiencia rizomática de los hipertextos parecería apun­ tar a un juego de referencias prácticamente ilimitado, sin fronteras definidas, a un laberinto angustioso e irresoluble32 • Pero en un comentario sobre las estrategias del lenguaje hípertextual, conviene además recordar de nuevo lo obvio: que estamos ante una forma emergente de literatura, un soporte todavía inestable (se habla de incunabula o de proto­ hipertextualidad, cf Murray, 1997: 40-41), de convenciones difusas sobre todo en lo que afecta al papel de] productor y del receptor. Si el hipertexto promete a sus lectores una autonomía absoluta, este ofrecimiento se compagina con la proposición a los autores de un grado de control sobre los materiales impen­ sable en los textos impresos33 . Frente a las de estos, J. Yellowlees Douglas (2000: 43) señalaba algunas características que son propias del hipertexto: interruptibílidad, granularidad, limita­ da proyección temporal (lirnited look-ahead), pluralidad, acu­ mulación infinita de datos (o impresión de). Pero esa impresión puede no esconder que estas narraciones interactivas represen­ tan finalmente un espectro de diálogos entre el texto y el lector que, en cierto modo, debe haber sido considerado por el autor. Cabe resaltar cómo, después de repasar algunas de las diversas teorías sobre la celebrada «muerte)} del autor en la ficción hipertextual, Núria VouiHamoz, por ejemplo, concluye que Escenarios del caos. Entre ta hipertextualidad ... «desde el momento en que reconocemos que una obra hipermedia es capaz de suscitar múltiples experiencias en el lector a medida que éste la construye y va creando significados, e'stamos reconociendo la presencia de una voluntad que ha diseñado una estructura en nodos y ha determinado de qué manera es posible interrelacionados» (2000: 185). Así pues, eJ guión existe, aunque no suponga el reconocimiento de una versión ((autorizada» del texto, una lectura idónea entre mu­ chas, y conlleve una variación de las convenciones {(retóricas» que gobiernan el discurs0 34 • No olvidemos tampoco que las elecciones <mavegacionales» que se pueden realizar dependen del lugar donde se está y también de Jos Jugares donde ya se ha¡estado. En algunos hipertextos, el mapa topográfico permíle establecer vagas presunciones acerca de cuáles son las direcciones más prcductivas en nuestra explora­ ción. El lenguaje hipertextual incorpora un conjunto de significa­ dos más amplio y menos detenninado, porque pocos lectores llegarán a experimentar un mismo recorrido narrativo al moverse entre cientos o miles de conexiones posibles y porque, además, no existe en principio un camino más autorizado que otros. En las narraciones convencionales, los lectores son llamados a imaginar un mundo de multiplicidad desde la lectura de un medio lineal y exclusivo; los lectores de hipertextos parten de la situación inver­ sa: vérselas con un texto que juega con una serie indeterminada de permutaciones narrativas e i ntentar reducirlas de acuerdo con su propio compromiso en la Icctura l5 . 34 'ji JI :,1 32 Cf Murray (1997: 147-152). 33 «FOT example, Storyspace, lhe same hypertext software that provides writers with the capacity lo attach guardfield condítioos to segments of text, enabling thcm to dictatc more or les s fixed orden; in which texts can be also fcatures three intctfaces offering readers incrcdibly varied degrecs of autonomy» (Douglas, 2000: l26). 77 35 El autor es sin duda un creador de posibilidades narrativas, de unas reglas que detenninan el modo de participación del usuario: «El autor de narrativa electrónica es un coreógrafo que proporciona los ritmos, el contexto, y los pasos que se pueden bailar. El usuario, ya sea navegador, protagonista, explorador o constructor. símplemente utiliza este reper­ torio de pasos y ritmos posibles para ímprovisarun baile particular entre las muchas posibilidadcb que el autor le ha preparado» (Murray. 1997: 165). C( Stuart Mouhhrop, apud Douglas (2000; 73). '. 78 Aru:o Abuin Gom..ález Los textos electrónicos deben ser pensados en términos ya no de centro-margen o jerarquía sino a partir de nociones como multilinealidad, nodos, enlaces y redes. Los textos se vuelven puntos en un espacio que contiene otros puntos, sin que ninguno de ellos valga como principio o fin. La lectura es asociativa, igual que el pensamiento, sin límites precisos. De este modo, el hipertexto, como forma de escritura descontextualízada, deja más papel al1ector que ha de navegar en las estructuras disyuntivas del caos. EXPLOSiÓN E IMPREVISIBILIDAD La metáfora del hipertexto trae, sin embargo, a la memoria los instrumentos desplegados por la Semiótica de la Cultura de Yuri M. Lotman. Su distinción entre dos tipos de textos (TI y T2) es muy operativa en el estudio de los hipertextos. En el primero se incluyen «las situaciones en que el objetivo del acto comuni­ cativo es transmitir una información constante» (1998: 12). El texto se traslada sin pérdidas ni alteraciones; la comprensión aspira a ser máxima y cualquier diferencia de código es consi­ derada como una interf.erencia. Los T2 responden a «las situa­ ciones en que el objetivo del acto comunicativo es producir una nueva información» (1998: 13). En el proceso que conduce de emisora receptor hay un cambio de significado «no trivial», no unívocamente predecible. La ,(heterogeneidad semiótica» de Jos T2 se diferencia por su capacidad infinita de generar nuevos mensajes en la cadena comunicativa. La posibilidad de formar nuevos textos es establecida por casualidades y errores, pero también «por la diferencia y la intraducibilidad existente entre el código del texto inicial y el del texto en dirección al cual se realiza la recodificación)} (1998: 14-15). No es baladí, en este contexto, el empleo del término explo~ sión, acuñado para dar cuenta de los procesos de cambío social y cultural dentro de la semíosfera36 • Lotman, buen conocedor de la teoría del caos, distingue entre aquellos procesos dinámi­ cos explosivos y graduales. En el primer caso, que es el que aquí nos interesa, estamos ante la puesta en funcionamiento de un comportamiento indeterminado, inesperado o imprevisible. «El momento de la explosión es también el lugar de brusco aumento de informatividad en todo el sistema. La curva de 36 Véase el artículo de Kotov (2002). .. ' 80 Anxo Abu{n Cnmzález desarrollo salta aquí a una vía completamente nueva, imprevi­ sible y más compleja. Puede volverse el elemento dominante­ que surge como resultado de la explosión y determina el movimiento futuro- cualquier elemento del sistema, o hasta un elemento de otro sistema, casualmente atraído por la explo­ sión en la trama de las posibilidades del movimiento futuro» (Lotman, 1993: 28). La imprevisibilidad debe entenderse aquí no tanto como una infinitud de posibilidades que se abren sin más en el momento de la explosión, sino como un conjunto limitado de probabíHdades de las que sólo una se realizará (Lotman aplica este principio a la narrativa de Pushkin o a los sueños como «ventanas semióticas •• donde el relato puede dar un gira sorprendente). La explosión se produce en el interior de un espacio semiótico abierto, dentro del cual el intercambio de elementos favorece el dinamismo absoluto de] sistema. El arte prolonga el lugar d y lo imprevisible al mismo tiempo que configura un mundo convencional que se superpone a este principio. VIDEOJUEGOS: PROBLEMAS DE CONTROL La nueva disciplina de los Carne Studies tiene como objetivo el estudio ínterdisciplinar de los aspectos estéticos, culturales y comunicativos de los llamados juegos de ordenador o videojuegos. Según Espen J. Aarseth, director de ]a revista Game Studies, nacida en el 2001, en ellos y también en los MUDS (Multi-users Dungeonsldomains) y otras modalidades discursivas de naturaleza digital se percibe la confluencia interartística de viejos medios de masas, como la novela, el teatro, el o la televisión. Desde la invención de la Nintendo hasta la expansión de esta fonna audiovisual de entretenimiento a de CD-ROM o Internet, son muchos los ejemplos de textos basados en la simulación ínmersíva e interactiva de recorridos narrativos en los que el lector (lectautor, para algunos) puede circular de una manera creativa y no línea1. Torben Gradal (2003: 144-147) recuerda que la unicausalidad o la unílincalidad son en realidad mitos de la cultura occidental, que prefiere ignorar que un mismo efecto puede tener diversas causas. Con todo, Grodal no se muestra favorable a la consideración de los hipertextos o de los videojuegos como discursos no lineales, por cuanto en el10s encontraríamos más bien una acumulación o yuxtaposición de muchas historias lineales que se entrecruzan dependiendo de nuestras elecciones como jugadores. Los videojuegos serían lineales desde el punto de vista de la experiencia de la lectura y también como muestra de una trayectoria narrativa concreta en la que la libertad del lector es realmente muy parciaP7 . .17 La necesidad de explicación causal es experi mentada en gran medida por los niños, que se sienten más cómodos en este tipo de organización .• 82 Anxo Abuírr: González Esos textos se manifiestan como objetos a la vez que como procesos actanciales (obras abiertas o works-in-progress) en los que principio y el final pueden depender de la conexión del usuario y de la máquina. Es habitual que la mayor parte de los estudiosos, como Mary-Laure Ryan (1999), que prefiere hablarde ludologla, eche mano de la narratoJogía como instrumento de apoyo para el análisis, aunque no todos coinciden en el reconoci­ miento del carácter narrativo de algunos juegos de ordenador que, como Los Sims, no contarían historias y dispondrían de un lenguaje propio y autónomo asentado en una interactividad externa y ontológica en la que el usuario, como MUS ex machina . especificaría las cualidades de los personajes, tomaría decisiones por ellos y les crearla destinos diferentes alterando su entorno. , A comienzos de los 90, Will Wright lanzó el programa SimCity, que se convirtió rápidamente en un bestseller en la categoría de los videojuegos. Para Steven Johnson (2001: 60), en buena medida su novedad radicaba en )a aplicación de la idea de emergencia a la creación de una metrópoli entera en la pantalla: una trama de células interconectadas cuyo comporta­ miento varía según sea la interacción con otras células. Los usuarios construyen una ciudad virtual que evoluciona de manera impredecible; su control sobre ese universo es sólo relativo, pues nada garantiza que las cosas vayan de acuerdo con un plan preconcebí do: {<Para la mayoría de la gente es escalofriante ver el surgimiento de su primera ciudad digital con sus barrios altos v sus arrabales sumidos en la depresíón (Brooks, 1984). Las metáforas rigen nuestro comportamiento cotidiano, t<lnto en el ámbito del pensamiento como en el de la acción. Para George Lakoff y Mark Johnson (1980), el mundo, sobre todo los proyectos humanos. se estructura metafóricamt!nte en torno a fundamentos experiencíales. Una de las «metáforas ontológicas» de aparición más cOITicnte es la de la causaciól1. por la que se extiende la idea básica de causa, más allá de su uso directo y prulotípico (el propio de los niños. por ejemplo). En general, para una buena caracterización de la ludología como disciplina debe consultarse el volumen coordinado por Mark J. P. Wolfy Bernard Perron t:n el í.Jue se incluye este 31tículo de Gradal Escenarios del caos. Entre la hiperte.xtualidad ... 83 crónica, como si la ma temática dura de la computadora hubie­ ra generado una forma de vida, algo más orgánico y fluido, a mitad de camino entre los rígidos dictados de la programación y el puro azar» (Johnson. 2001: 80). ¿Hasta qué punto el desarrollo del juego depende de la creativídad de su autor? Parece que Los Sims no se basan como otros juegos en ]a búsqueda de una situaciÓnhomeostática. para utilizarel no procedente del Norbert Wiener de Cibernética, sino que Will Wright prefirió dejar más espacio a una «retroalimentación positiva)) que mantenga el sistema siempre en movimiento, generando alternativas imprevistas en una forma de aleatoriedad estructurada (¿autoestructurada?) o de control descentralíza­ do, como en StarLogo, el sistema autoorganízado creado por Mitch Resnick, que no pone al usuario en una actitud «creacionista» delante de un dios todopoderoso que arroja el programa a la existencia, o como el juego Zelda: Ocarina del tiempo, que presenta una estructura m u y compleja, a la manera de un rompecabezas. Según Johnson, los medios digitales se enfrentan cada vez en mayor medida a la cuestión del control: «¿Quién lleva las riendas, el ser humano o la máquina? ¿El programador o el usuario?») (2001: 156). No debemos olvidar, sin embargo, la célebre definición de Johan Huizinga: «El juego, en su aspecto formal, es una acción libre ejecutada "como y sentida como situada fuera de la vida corriente, pero que, a pesar de todo, puede absorber por completo al jugador, sin que haya en ella ningún interés material ni se obtenga en ella provecho alguno, que se ejecuta dentro de un determinado tiempo y un determinado espacio, que se desarro­ lla en un orden sometido a reglas y que da origen a asociaciones que propenden a rodearse de misterio o a disfrazarse para destacarse del mundo habituaJr¡ (1987: 26). El placer del juego deriva de la existencia de reglas y del sometimiento del jugador a ellas.l 8 , pero también será imprcscíndible incluir en ese 38 De manera general, así lo describe Sean Cubitt: «the playcr can not scape the mIes af the gamc, even when the game itsdf is one of the evolution '. 84 AtJXO Abuín González contexto ficcional una dosis de emergencia e imprevisibílidad, sin que por ello el usuario considere que el sistema se ha vuelto autónomo, lo que volvería la situación frustrante y haria caer al jugador en un desinterés absolut0 39 • / 39 of new rules. In the interpersonal dynamics of the playworld. lhe apparent llnarchy is govemed by a series of protocols: the permission to play, the repetition compulsion. the aUempt to gain, through magical control of others, magical control of the game-world. and through it of the self itself» 0998: 16). Richard Schechner (1988: 6-11.95-105) ha aplicado estas ideas a la performance, que, como todo juego, se caracte­ rizaría por una ordenación especial del tiempo, por el valor peculiar conferido a los objetos, por la no productividad en témlinos de bienes y por la existencia de reglas. El punto de partida del ensayo de Raquel Herrera Ferrcr (2003) es similar al aquí expuesto: la existencia de «otra manera de contar las cosas», más allá de la «causalidad eficiente» del relato tradicionaL cuya clave estriba en la implantación de la interactividad electrónica corno desafío para la creación del texto. Los ejemplos aducidos por la autora son variables desde el punto de vista de la promesa aleatoria que proclaman. cuestio­ mmdo tanto el papel del autor en el proce!';o como el de un "interactor» que puede vaciar de sentido el texto en un exceso compulsivo de diqueo. Poemas multimediales corno Gold. de Orit Kruglanski (http:// \\I\vw.iua.upf.esl-okruglan), parecen jugar en favor de la aleatoriedad lúdica. Las creaciones de Antonio Alvarado insisten en interrogarse sobre los límites del autor y sobre su papel una vez finalizado el producto (uno de sus títulos, ÚlS jaulas del demiurgo. es suficientemente explícito en lo que se refiere al juego con el lector y a la explorabilidad del espacio virtual). Pueden verse además los comentarios de Herrera Ferrer a los trabajos en CD-ROM de Pedro Soler (AlOrle), Mia Makela (Passenger) , Malgorzata S_ Szperling (Uncompmsed), José Trujillo (MadridMeMata), Russet Ledcnnan (NYC Thought Pictures) y Chris Hales (The J2 Lovdiest Things 1 Know). DRAMA HIPERTEXTUAL También en la teoría de los hipertextos ha de considerarse el funcionamiento explosivo de la realidad discursiva. En los últimos años, expresiones narrativas como el cine yel teatro han sufrido grandes cambios en su estructuración; la utiliza­ ción de ]a no linealidad corno recurso para contar historias le ha aportado un nuevo aire a la narrativa, en sentido amplio, interesando a un nuevo público en la complejidad de este tipo de relatos que desafían las concepciones de principio y fin, cuestionan los límites de la autoría y a la vez plantean posibilidad de ser continuados y conectados con otras hísto­ rias, formando un extenso mapa de posibilidades de reconidos y conceptos. La no linealidad se entiende como la ruptura de las convenciones relacionadas con los conceptos de tiempo, espa­ cío, principio y fin; se da en diversos medios y de diferentes formas; y se ha desarrollado de la mano de las artes y de las letras para encontrar su reino en Jos nuevos medios electróni­ cos como un recurso que explora la mutimedialidad y las redes conexión en el ciberespacio. Existe, aclarémoslo ya, un drama hipertextual, desarrollado. como explica Gonzalo Pontón, con cierta timidez, a causa sÍn duda de las convenciones especiales que gobiernan el hecho escéníco: «Ello no significa, sin embargo, que no existan tentati­ vas de redefinir las actividades dramáticas "tradicionales" y modelarlas según los parámetros que rigen en la nueva era digital: lo no secuencial, lo simultáneo, ]0 ubicuo y lo interactivo, en detrimento de lo líneal y lo pasivo. En sus grandes rasgos, el teatro se ha caractelizado por una mirada unitaria. En el espacio escénico se desarrollan de forma sucesiva distintas acciones que constituyen sólo una parte de ]a hipotética historia global subya­ cente a la obra, Sobre un conjunto de acontecímientos en princi­ pio abierto, el dramaturgo --corno hace el narrador, pero de '. 86 AnXil Abufl1 Gom,ález forma más acusada, por la mayor necesidad de síntesis que impone el medio- selecciona unos cuantos para presentarlos ante los ojos de] espectador, que únicamente puede atender a lo que se le 'muestra: cuando un personaje abandona la escena, se le pierde de vista y deja de existir -temporal o definitivamente­ para él. El hiperdrama, en cambio, es una obra teatra1 escrita en hipertexto en la que se sustituye el desarrollo linea] por la simultaneidad, y se convierte en materia representada aque]]o que en el teatro convencional no llega a elevarse a la escena: la vida de los personajes durante su ausencia de las tablas, De esta forma, el paradigma hipertextual brinda a los creadores teatrales una herramienta [ ...] con que resolver el anhelo de multiplicidad yel ansia por conocer todo lo que el telón oculta. ¿Y si nos fuese dado seguir a Yocasta cuando huye de escerÍa en Edipo rey, para ofr sus palabras y su terrible fin?; ¿y si ppdiésemos permane­ cer a lo largo de La tempestad sin separarnos de Próspero, acompañándolo durante todos sus manejos. mientras traza sus planes, mueve los hilos dela acción,lee sus libros de magia o sueña un inminente retomo a Milán, restituido en todo su poder?» (2003: 150-151). De entre los cultivadores del hiperdrama destaca Charles Deemer. Alguna de sus obras, como The Bnde o{Edgefield) está (http://ibiblio.orglcdeemer/intro.htm): ,{La disponible en la acción, que transcurre durante la celebración de una boda, requiere de ocho espacios distintos, p'ertenecientes a una mis­ ma casa, y cuenta con un elenco de trece personajes. Al iniciar la lectura se accede a un plano en que se detallan Jos distintos espacios en que transcurre la acción, y se señala que ésta se inicia simultáneamente en cuatro de esos ocho lugares. El lector-usuario escoge un punto de partida y la pantalla desplíe~ ga el texto del primer cuadro, cuya duración en tiempo de representación se estima equivalente a un minuto. Al término del cuadro se pregunta al lector qué opción desea: permanecer en el mismo o acompañar a un determinado personaje que lo abandona. elección supone el acceso a nuevas panta­ llas con otros. textos y otras opciones vinculadas, y así sucesiva- Escenarios del caos. Entre la h iperrextualidad ". 87 mente, hasta "recorrer" linealmente el tiempo de la obra. Un contador temporal permite saber qué cuadros transcurren simultáneamente en otros espacios (las acciones del primer acto duran veinte minutos, repartidos en veinte cuadros), y el puede acceder también a un esquema general en el que se señala la posición de los personajes en cada uno de los cuadros. De este modo le es posible incorporarse al punto la trama que más le apetezca y retornarla a su antojo}) (ibid.). diferencias con respecto a un texto narratÍvo no son relevantes, con la diferencia de que este texto está concebido para la representación, que plantea las dificultades técnicas de la simultaneidad de acciones no jerarquizadas, de la multiplici­ dad de espacios por los que el públíco puede desplazarse (no patio de butacas) o]a indefinición del fina]40. lPO<:lnllP 4U Para un estudio más pormenuri/.ado del hiperdrama y del cíbcrteatro véase el artículo de Emilio Blanco (2004), Cf G¡;mini (2003: 136). En este senlido, y añadiendo la idea de hipertextualidad, podemos citar como ejemplo el espectáculo de la compañía Patr6n Vázquez Dos personas diferentes dicen hace buen tiempo (1998), basado precisamente en textos entrecruzados de Rayrnond Carver (Shof1 Cuts) y comentado por Pally J. "Lo que llama la atención desde el principio en esta obra es la técnÍca empleada para llevar a cabo la puesta en escena: la utíleria es mínima y los personajes son a la vez personajes y narradores. Sin embargo, no narrdn eventos ni acciones. En cambio hacen comentarios rápidos sobre el estado de ánimo del otro o comenLan sobre sus gestos. El espectador se conVÍelte en lector: uno se siente como si estuviera leyendo a la vez que mÍldIlclol> ( 1999: 10 1). Sobre una historia simple se superponen situad ones fragmentadas en las que el azar juega un papel destacado y que el público debe hilvanar no sin dificultad. igual que sucede en algunos de sus espectáculos síguientes, como lA modesria (1999) o lA estupidez. Del mísmo modo podría hablarse de Madre e assassina (2003), de Teatrino Clande~lino, en donde Pictro Babina, a par1ir del mito de Medea. pone en marcha un juego de espectros en los que los cuerpos se desmaterializan y 101> interlextos escénicos se manifíestan ante el espectador. El dispositivo escéníco lo favorece a lravés de la ocultación de los actores y del uso de "dobles electrónicos» que emergen de la oscluidad gracias al empleo de dos pantallas transparentes y de proyectores binarios, creando un juego dialé· ctico entre distancia e inmersión, .. DRAMA INTERACTIVO / Aun así, en lo que se refiere a la textualidad electrónica, seguramente estamos ahora a punto de abandonar la era de los incunables, tal y como la ha definido Janet Murray. Quizás también el tiempo corra en contra de la literatura como escri­ tura(impresao digital, poco importa), yen favor de la literatura (no sé si debería llamársela así) como Realidad Virtual. como imaginación y conciencia exteriorizada en un afuera (no es extraño el parale1ísmo entre tal cosa y la mímesis aristotélica, utilizando la Poética como manual de uso informático, como en el caso de Brenda Laurel o Janet Murray)41. Víctor Bravo vaticinaba que pronto podrá estar en manos de la mayoría «crear y entrar en otra realidad)) (1999: 56) a través de una unidad de visualización que proporcione el entorno adecuado. Se trata del ciberespacio de William Gibson, una forma alucinatoria que se presenta como certeza de realidad. Es, retomando el título de Janet Murray que a su vez remite a un episodio de Star Trek: the NeXl Generation, Hamlet en la holocubierta, en donde los personajes emplean una máquina de fantasía universal para «participar en historias que cambian de 41 «Un mundo virtual es una base de datos gráficos interactivos, explorable y visualizable en tiempo real en forma de imágenes tridimensionales de síntesis capaces de provocar unasensación de inmersi6n en la imagen. En su.!:> formas más complejas, el entorno virtual es un verdadero "espacio de síntesis", en el que uno tiene la sensación de moverse "físicamente", Esta sensación de "movimiento físico" puede conseguirse de diferentes for­ mas; la más frecuente consiste en la combinación de dos estímulos sensoriales, uno basi:ulo en una visión estcrcoscópica total yel otro en una sensación de correlación muscular, llamada "propioceptiva", entre los movimientos reales del cuerpo y las modificaciones aparcntc~ del espa­ cio virtual en el que está inmersoll (Quéau, 1995: 15-16), Cf Carrillo (2004: 31-ss.) y Mayayo (2004). '. 90 Anxo Abu(11 González acuerdo con sus acciones» (1997: 27). Al capitán Jean-Luc Picard le gusta el dne negro o al androide Data las historias de Sherlock Holmes. Entran en una habitación virtual q~e trans­ forma sus órdenes en paisajes habitados, en un entorno senso­ ria] en el que los objetos pueden manipularse yen el que los personajes interactúan en una historia ficcionaL Pienso de nuevo en los juegos ordenador, o en los MUD CMuhi-User Dimension o Dungeon), juegos interactivos en los que pueden participar simultáneamente varios usuarios en Internet, juegos cuyos mecanismos h~m sido analizados por Mary-Laure Ryan (1999). En definitiva, por ese tercer espacio que se denomina ciberespacio podríamos entender, de manera más rcduccionista, una nueva fonna de interactividad e intersubjetividad que se desarrolla cuando el ordenador está conectado a la línea telefónica. Multiformidad, inmersión, actuación y transformación son algunas características, según Murray, de estos entornos digitalcs 42 • 42 I ¡, han de ser ajenas a n()~()tl'Os las cualidades de la lo que DelTick de Kerckhove denomina webness. la «metaconvergencia de hipertexto. multimedia, realidad virtual, redes neuronales [ordenadores que imitan el funcionamiento neuronal del cerebro humano, psicotecnologíasJ, agentes digitales y vida artificial~ (1999: 19), porque estamos abocados, según a una nueva condición cognitiva que surge de la conjunción de intcractividad (en] ace físico entre persa n as y en lomo digital), hipertextualidad (acceso interactivo a cualquier cosa desde cualquier parte) y conectividad (enlace mentaL «tendem:ia a juntar entidades separadas y sin conexiones previas mediante un vínculo o una relación». 1999: 176). La Red es un medio colectivo e interconectado que a<.:abará por crear nuevas variedades de estructuras psicológicas, nuevos modos de aprendizaje. Todas las tareas aquí esbozadas se sitúan en el ámbito de lo que Kerckhove denomina Inteligencia conectada, e insisto para aca bar en el sentido de la urgencia de emprenderlas, en la necesidad de ¡;re¡{r vínculos de conexión entre nosotros (gntpOS de trabajo). de configurar en lo po--.ible un área centrada en estas cuestiones, ¡;on materiales fácilmente accesibles para la investigación; de realizar una labor organizada que incluya, multidisciplinarmente, a una variedad de personas y procedencias; de poner en marcha proyectos reales que involucren tecnología, cullura y literatura. Cf: Can'iIlo (2004: 21-23). Escenario.> del caos. Entre la hipert.exrualidad ... 91 El teatro, la época de los rituales, no ha sido ajeno alas ídeas 'de inmersíón e interacción. Hoy se habla de drama interactivo para una forma de actuacíón dramática automati­ l.ada en la que los personajes asumen papeles en un contexto electrónico: «Como beneficíario de la producción, el ínteractor es el público; como participante activo en la trama y miembro imaginario de] mundo de ficción, es un personaje; como cuerpo físico cuyas acciones y discursos insuflan vida al personaje, es un actor; y como iniciador y fuente creativa de los discursos y acciones del personaje. es el coautor del argumento» (Ryan, 2001: 380). El Proyecto Placeholder (1993), de Brenda Laurel, Rachel Strickland y Rob Tow (http://www.tauzero.com/ Brenda LaureIlPlaceholder/Placeholder.html), es una inslaJaI ­ ción que utiliza elementos tridimensionales y un mundo ani­ mado graci.ls al empleo de un casco de Realidad Virtual, que pretende sobre todo crear en el usuario una sensación espacial, no tanto argumental. 02, de loe Bates (http://WVIlW-2.cs.cmu.eduJ afs/cs.cmu.edulproject/oz/web/oz.html) , elige otra opción: el usuario interactúa con actores humanos coordinados por un director en un mundo virtual que se asemeja en mayor medida al teatro convencional. Los actores l1evan cascos multisensoriales a través de los que recibe las instrucciones; los interactores no conocen el diseño global pero deben pasar por un esquema de exposición, nudo y desenlace, concebido por un guionista. Podrían añadirse otros nombres como el de Don Sandin, que exhibió su proyecto cueva en la Universidad de Illinois (1992)43 e incluso (sin los aditamentos tecnológicos) el del colombiano Enrique Vargas ysu Teatro delos sentidos. que, en la trilogía del laberinto, ha ensayado con un espacio escénico propicio para estimular las sensaciones del visitante. 41 Se trutaba de una habitación cúbica de tres metros cuadrados. un entorno digital de imágenes estereográficas con las que interactúa el vi~itante. habilitado con unas gafas oscuras estéreo. que le permiten ver a los compañeros de juego. y con una especie de ratón 3D (Rush. 1999: 212-213). :. HISTORIAS MULTIFORMES Creo que estas ideas están detrás de determinadas «pulsiones» cinematográficas donde pudiera percibirse una proximidad cada vez mayor con las ficciones numéricas, con la hipertextuaHdad y con las ideas de caos e imprevisibHidad. Estamos cerca de lo que Murray denomina historias multifor­ mes, «una obra escrita o dramática, que presenta una situación o argumento en múltiples versiones, versiones que serían mutuamente excluyentes en nuestra experiencia común}) (1997: 41-42). Piénsese en un amplio abanico de filmes, desde [t's a Wonderful Life (1946), de Frank Capra, o Rashomon (1950), de Akira Kurosawa, narrada desde el punto de vista de distintos personajes (incluso el de un muerto) sin coincidencia exacta entre ellos (en realidad, una verdadera apología de la mentira o una defensa de la inexistencia de la verdad)44, hasta las más recientes Short Cuts (1993), de Robert Altman4 \ Pulp Fiction (1994), de Quentin Tarantino, en donde varias historias se cruzan rompiendo el orden temporal lógico, una estructura en forma de capítulos 46 ;Lola Rennt (1998), deTomTykwer, en que diferentes decisiones desencadenan tres historias diferentes; o Hero (2002), de Zhang Yimou, en que la misma historia se 44 45 46 C{. Echazarreta (2003: 137-138). El espet:tador de la película de Altman deberá prestar atención a las conexiones asociativas entre las distintas historias que se entn:¡;rul.an, porque, como dice Marian sobre sus pinturas, .1 think they're about seeíng and the rcsponsabílíty that goes wilh jI­ Pulp Fíction cuenta básicamente tres historia~ asociadas a tres parejas de personajes: la de Vincent Vega (Jolm Travolta) y JuJes (Sam\ll:l L. Jackson); Vincent y Mia (Urna Thurman); y Bu1ch (Bruce Willis) y Marsellus Wallace (Ving Rhamcs). Cada histOlia se entremezcla con las otras y las tres configuran en un ir y venir una narración calt:idoscópica que el espectador ha de reconstmír. C{. Echazarreta (2003: 13~-141). '. 94 Anxo Aburn González. cuenta varias veces con distintas ramificaciones. En una Hsta interminable podríamos citar todavía Groundhog Day (1993), de HaroldRamis; Magnolia (1999), de Paul Thomas Anderson; Memento (2000), de Chistopher Nolan; Amores perros (2000) y 21 grams (2003), de Alejandro González Iñánitu;Snatch (2000), de Guy Ritchie, o Irreversible (2002), de Gaspar Noé ... Todas estas películas guardan relación con los relatos electrónicos y se podrían analizar en cuanto a su estructura a partir de la hipertextualidad. REMEDIACIÓN Richard J. Gerrig (1993: 10-11) es uno de los autores que ha explicado en qué consiste el acto de naITar desde el punto de vista de la lectura: mediante determinadas estrategias, el viaje­ ro-lector es transportado muy lejos de su mundo de origen. Se trata aquí de un fenómeno de inmersión, entendido como concentración, implicación imaginativa, encantamiento o adicción, como penetración en definitiva en un «mundo posi­ ble» (Ryan, 2001: 125-126). Las películas favorecen la inmer­ sión quizás como ningún otro medio lo había hecho con anterioridad, y no es ajeno a ello e1 empleo riguroso de una lógica lineal y trasparente. Para Mary-Laure Ryan (2001), la posmodernidad, al explo­ rar la condición reflexiva del relato, se ha apartado de los mecanismos inmersivos estándares, basados además en la idea de conflícto y suspense. La narrativa de ficción tradicional suele girar en torno a conflictos entre una serie de personajes posítivos con los que cJ lector debe identificarse. El estilo fílmico predominante desde 1910 (o 1917), el propio delllama­ do cine clásico de Hollywood, implica la existencia de una cadena causa-efecto absolutamente reconocible, motivada por los deseos de los persona,jes individuales y resuelta convencio­ nalmente en favor de su realización. David Bordwell subordina su descripción del cine clásico de Ho11ywood al factor causal: {(Observaríamos que el cine de Hollywood se ve a si mismo como constreñido por reglas que establecen límites rigurosos a la innovación individual; que narrar una historia es la preocu­ pación formal básica, que hace que el estudio cinematográfico se asemeje al scriptorium de un monasterio. el lugar de trans­ misión y transcripción de innumerables narrativas; que la unidad es un atributo básico de la forma filmica; que el cine de HolJywood pretende ser "realista" tanto en el sentido aristotélico " . 96 Anxo Abuín González (fidelidad a lo probable) como en el naturalista (fidelidad al hecho histórico); que el cine de Hollywood intenta disim ular su artificio por medio de técnicas de continuidad y una narrativa "invisible"; que la pelícu1a debe ser comprensible y no debe presentar ambigüedades; y que posee un atractivo emocional que trasciende clases y naciones» (1985: 3). De este modo, todos los elementos fílmicos se justifican por la definición causal y motivada de la trama ya desde los manuales de guión de los años 20: los personajes son agentes causales, siempre orientados hacia un objetivo, y de su cohe­ rencia, manifestada en el diálogo y en el comportamiento físico, depende que los nexos enlreJas acciones sean percibidos por el espectarJor; cada secuencia debe hacer avanzar la acción de manera clara y precisa; ]a unidad de ]a trama se concentra habitualmente en el desarrollo de un romance heterosexual, aunque puede haber una segunda acción interdependiente de la primera; la figura del narrador, así como la evidencia de una narración, permanece oculta; la temporalidad Hlmíca presupo­ ne que los acontecimientos surgen de una apertura para desa­ rrollarse sucesivamente a partir de ahí (con la úníca alteración posible de la incorporación de uno o varios flash-backs motíva­ dos); y la acción de la historia establece sus propios límites de duración y por ello ha de someter el conjunto de acontecimien­ tos a una selección47 • 47 El principio de causalídad se remonta en estos manuales a la PoéLÍca de Aristóteles, como uno de 105 elementos constitutivos de la mímesis (hay páginas muy ilustrativas en este sentido en el libro de Manuel Asellsi [1998: 75-ss]). Así se puede rastrear, como universal, en el pensamiento dasici~la que se consolida entre el Renacimiento y el Romanticismo. Sin embargo¡ el profesor César Domfnguez Prieto me recordaba que la particular lógica causal que preside la elaboración delmythos ~c confor­ mó como una sena de identidad de Occidente que, como resultado de su extrapolación eurocéntrica, favorecía la incomprensión de obras perte­ necientes a otros ámbitos culturales 0, incluso. de la propia tradición europea. A este respecto, conviene tener en cuenta la capacídad de la nan'ativa para integrar múltiples mythoi, en los que el tránsito de uno;., Escenarios del caos, Entre la hipertextualídad ... 97 Según Jacques Aumont (1995: 125-126), el cine clásico se parecería a un ritual que debe conducir al espectador al desvelamiento de una verdad o al ofrecimiento de una solución, en una intriga programada de antemano. Podrían añadirse muchas otras caracterfsticas de lo que David Bordwell denomi­ na una película-tipo, que responde, insistamos, a ese esquema estricto de causalidad, concretada de manera definitiva en el uso absoluto del montaje en continuidad (verosimilitud del espacio y cortes dramáticos y psicológicos)4B. La consecuencia del desarrollo de este estilo «neutro» de] cine clásico implica que su máxima ha de ser «iQue no se note!)} (Sangro, 2000: 282). Sin embargo,la transgresión a esta norma o principio de la invisibilidad es también habitual: la fragmen­ tación o el montaje vueltos evidentes pueden remitir a un efecto de dinamismo mental en el espectador o a un desplazamiento en la elección de perspectivas. El arte moderno puso en crisis desde principios del siglo XX la consideración positiva de la similítud y la continuidad como ejes de la creación, sustituidas por un cuestionamiento de la realidad y de su plasmacíón creativa. Por otra parle, al describir la peculiar espacialización de la cultura posmodema, Fredric J ameson mencionaba ]a mediatización como rasgo fundamental de las artes contempo­ ráneas: «that is, lhey now come to consdousness of themselves otro no se supedíta a lógica causal alguna, como ocurre en la práctica literaria china conSangua Zhi-yanyi (El relato de los tres reinos), así como las consecuencias de las digresíones en la estabilidad del In)'tho.s, con ejemplos clásicos como el Quijote o Tom Iones. 4~ Más abajo se verán exccpcíones a esta nonna, pero es justo advertir de que incluso el cine de Hollywood trabaja en el ámbito de ladife re ncia , por ejemplo en el caso del film rloir, tal y como reconoce;: el propio BOIdwcll (1985: 85-ss.); conciencia existencial del héroe (conflictos internos no asimilables a la causalidad de acciones), poca l'elcvancia del romance heterosexual. ataque al final feliz motivado y crítica a la técnica clásica (espadas inestables, iluminaciones nocturnas, rodaje en exterioreh .. J. q: asimismo el capítulo correspondiente dd manual de Pedro Sangro (2000). .• 98 Anxo Abuín González. as various media wíthin a mediatic system in which theÍr own internal production also constitutes a symbolic message and the taking ofa position on the status ofthe medium in question)) (1991: 162). El consabido corolario de este argumento fue la proliferación lúdica de las formas autoconscientcs y metaficcionales en los omnipresentes discursos audiovisuales (ahora dominantes sobre los puramente verbales), que, como se sabe, inundaron los universos de] vídeo (seguramente el medio posmodemo por definición), la televisión, la arquitectu­ ra, Ja novela, la pintura, elleatro y, por supuesto, el cine. Todos ellos participan. en cierto modo, de un proceso de desnaturalización de la experiencia humana a partir la comprensión de que nuestras vivencias no son esenciales e invariables sino construcciones sociales fluidas y problemáti­ cas. En las narraciones «desnaturalizadas}) el lenguaje se vuel­ ve autorreflexivo, el tiempo se aplana, el cuerpo se libera de lo humano y se hibridiza (el cyborg), la copja se confunde con el original (la des contextualización de lo hiperreal) y el texto diseminado se hace iteración (intertextualidad). Jay David Bolter y Richard Grusin (1999) transfirieron esta línea recurrente de pensamiento postestructuralista a los me­ dios digitales (desde el hipertexto electrónico hasta la realidad virtual) a través del concepto de remediación 49 • Boltery Grusín definen el término como «the formallogic by which new media refashion prior media forms,) (1999: 273). En la segunda edición de Writing Space (2001), de Jay David Boher, se incide de nuevo en los procesos por los que «3 newer medium takcs lhe place of an older one, borrowing and reorganizing the characteristics or writing in the o1der medium and reforming its cultural [ ... ] Remediation involves both homage and Escenarios del caos. Entre la hipertextualidad ... 99 rívalry, for the new medium imitates sorne features of the older medium. but also makes an implicitorexplicitclaím to improve the older one» (2001: 23)50. La rernediación p1;'esentaría dos estilos vísuales: la hipermedíación (hypennediacy), que tiene como objetivo recordarle al usuario la utilización explícita del medioS!; y la inmediación (transparent inmediacy), que preten­ de de aquél que olvide la presencia del medio y acepte la convención según la eua] está de verdad ante los objetos representados. Desde el punto de vista epistemológico, inme­ diación equivale a ausencia de mediación (o apariencia de ausencia): un medio es capaz de borrarse y desaparecer para el espectador, que puede contemplar los objetos directamente; hipcrmediacíón significaría por el contrario opacidad y cons­ ciencia del medio (el reconocimiento por parte del espectador de que el mundo se percibe a través de un filtro mediático). Desde una perspectiva psicológica, la inmediación y la hipermediación coinciden en querer crear la impresión de autenticidad, aunque en segundo caso la experiencia de lo real pasa por la aceptación y toma de consciencia de la lógica y las convenciones del medio s2 • 50 51 52 4~ la etimología de la palabra (dd lat. remedui, «curar,), «devolver la salud ~) inserta los procesos artísticos en la confianza de que cada medio remedia los anteriores, los mejora YSllpera: por ejemplo, la hípcrtextualidad nalTativa sería supelior a la novela por su añadido de intemctividad. 1 Puede compararse el término remediació11. con el de recapirulacíón, empleado por Bn.:nda Laurel en Compulers as Theatre:« rhe recapitulation of previous forms seems to be as intrinsic to the cvolution of media as it is to thl' development of human individual s in the womb: Human embryos have gills and tails befare they assume uniquely human shape; televísion emulatcd theatre, vaudeville, radío, and film. The cmergence of a new medíum is a dance between [he evolutionary pattern or recapitulation and the force of creatíve visions~ (1993: 193). Su definición de medio se vuelve casi tautológica: «A medium is that which remediates. It is tllat which appropiates thetechniqucs, fonns, and social significanceofothermeJia and allempts lo rival orretashion them in the name of the realn (1999: 65). Ryan (2001: 260-261. Resulta imprescindible para estas cuestiones la consulta del libro de Lev Manovich (2001), en donde el punto de comparación para el desarrollo de las nuevas tecnologías es la historia del cine. Ahí se encontrará una detalll:lda dcscripí:ión del nuevo cine digitalizado y de sus estrategias de inmediación por ejemplo las páginas 147-s$" 2B7-ss. y 30Y-ss.). ... 100 Amo Abuin CRmzález No creo que el fenómeno de la remedíación sea exclusivo del ámbito electrónico, aunque ciertamente este se manifieste como receptor universal de convertibilidad extrema. ni tampo­ co nuevo, tal y como puede comprobarse si aplicamos este concepto a la historia del desde sus mismos orígenes. operaciones del montaje buscan, de manera ciertamente para­ dójica, la transparencia enunciativa en lo que podríamos deno­ minar, con Eduardo Geada, cinema-espectáculo: {CO cinema­ espectáculo esfon;a-se pacientemente para que nada venha perturbar a maior transparencia possível entre o olhar do público e o universo da fÍCí;;ao, O trabalho primordial do cinema espectáculo consiste justamente em apagar todos os sinaís do seu trabaIho, em diluir todas as marcas da enuncia~ao do discurso fílmico, como se o próprio mundo estivesse aJi diante dos nossos olhos faJando e discorrendo por sí mesmo» (1987: 37). Alcanzar el grado cero de la escritura cinematográ­ fica, hacer olvidar la manipulación realizada por otros ojos antes que los nuestros, ocultar que un filme está hecho pedazos se-parados y luego reunidos artificialmen te, he aquí la ambición del espectáculo. Confrontemos lo dicho con lo antes apuntado por Jameson y veremos algunas divergencias entre la modernidad y la posmodernidad. Escenarios del caos. Entre la hiperlextualidad '" da de imágenes, sonídos y palabras, lo multimedia]), de multi­ plicídad (presencia de lo fractal, red de redes), de exterioridad (la red no responde a estímulos internos sino a un control externo), de topología (funcionamiento por contigüidad y aso­ ciación); y movilidad (o simultaneidad) de los centrosS 3 , En cierto modo, el cine también ha participado de una progresiva «hipertextualízación del saber» y de la cultura, en expresión magnífica de loel de Rosnay (1996), reacción ante una cultura enciclopédica lineal, plana y monótona. Hablando de lahipertextualidad, Pierre (1998: 122) explica el funcio­ namiento de los textos a través de los principios de metamorfo­ sis (una red que se renegoda continuamente, el cambio conti­ nuo, la construcción y la negociación), de heterogeneidad Entre las características definitorias de la cultura digital, Manovich y otros, por ejemplo Carrillo (2004: 62-64). han enumerado las siguiente!>; com hinabilidad. convertibilidad, varia bilídad/maleabjlídad. automatización, producción de simulacro!;, «customerización» del pro­ ducto por parte del usuario o rcmediación. 101 53 Sanlos ()namuno (2002: 154-! ". JUEGOS DE DADOS Los manuales de guión suelen dar fónnulas para la escritura de éxitos de taquilla. Algunos, como los de Robert McKee (2002) o Christopher Vogler(2002), no están exentos de interés. McKec, un gurú de la industria cinematográfica parodiado por Charlie Kaufmann en Adaptalion (2002), diferencia entre arquitramas, minitramas y antitramas. El diseño clásico de las películas hollywoodienses se basa en una historia construida alrededor de un protagonista activo que se enfrenta a una serie de decisiones. Las arquitramas se configuran alrededor de las ideas de causalidad, Anal cerrado, tiempo Hreal, conflicto externo y protagonista activo. La minitrama reduce esos ele­ mentos al mínimo y prefiere finales abiertos, conflictos inter­ nos y protagonistas pasivos y múltiples. Por suparte, la antitrama esos esquemas: resulta djficil averiguar qué sucede antes y qué después; las acciones no tienen motivación aparente; la realidad se muestra como incoherente. En El viaje del escritor (2002), Vogler se adelanta a posihles objeciones a su modelo narrativo al indicar en la introducción d «desafío de la compu­ tadora» y del pensamiento no lineal para el universalismo de la fórmula de los relatos mítícos, aunque según él el peligro es escaso, ya que el acto de contar bien una hístoria siempre seducirá al público. Lo cierto es que su análisis final de Pulp Fiction, de Quentin Tarantino (2002: 313-315), no está ni mucho menos a la altura del que antes había realizado de Titanic (1998), de James Cameron. Los avances y dificultades que sufre el protagonista a la hora de enfrentarse al conflicto consti tuyen lo que llamamos acción; casi siempre se trata de un conflicto específico con el que el espectador se identifica, pues su papel se límita en cierto modo a la ({espera del fin» (Demarcy, 1973: 329-349). No obstante, el caos se instaura en los fundamentos de algunas :. 104 Amo Abuín González manifestaciones cinematográficas. La «teona de] conflicto centraL. de Raoul Ruiz se asíenta precisamente en una defensa del azar que. a partir del pensamiento de Sigmund Freud, reconoce la existencia de zonas del espíritu dotadas de poderes independientes .incluso respecto del sujeto que actúa. De este modo, nuestro comportamiento se organiza según principios «ciegos» e imprevisibles. Si la teoría del conflicto se asocia a una decisión del sujeto, Raou) Ruiz propone un acercamiento «lúdico» a la acción en donde los protagonistas juegan al azar y al vértigo, al disfraz ya la mentira. Como, en otra dimensión, sucede en los textos del dramaturgo y cineasta David Mamet, la voluntad de los personajes queda dominada portres elementos: «comportement ludique"tricherie et attraction magnétíque» (2000: 20); sus viajes se vue1ven entonces erráticos o convergen­ tes hacia un único polo. Con r..tzón Adrian Martín (2000) ha llegado a afirmar que Ruiz «Ís the cinema's greatest poet of discontinuity, ofblack holes, empty spaces and alarming fissures riddlíng every hi story »54 • 54 Podriamo$ también referirnos al director alemán Alexandcr Kluge, cuya teoría del montaje da una importancia fundamental al intervalo, a lo que queda en el medio v no se muestra, en el convencimíento de que sólo así, mediante la apelación a la Phantasie oa la teoría del shock benjaminiano, el espectador abandonará su pasividad. Por ello se mezcla en sus filmes todo tipo de materiales. desde las fotografías O pintura~ hasta IOb cuento!> de hadas de los hermanos Grimm. Es el público quien debe establecer enlaces y conexiones entre los distintos elementos intertextuales y, por supuesto, darles el sentído oportuno. Existe traducción española de algunos diálogos de sus filmes, como ÚJs artistas bajo la carpa del circo: perplejos (1968; Madrid: Aliam.a, 1972). PRINCIPIO DE LA INTERMITENCIA Es habitual, como hemos visto, que lo simple y lo complejo alternen su presencia en una obra artística. En cine son muchos los ejemplos de este tipo de experimentación, que supone incorporación en el relato de algunos elementos desestabilizadores cuya aparición, aun quedando limitada muchas veces a un único plano intercalado. produce un efecto de desconcierto y duda en el espectador. Noel Bürch (1979: 160) acuñó la expresión pillow-shots para los planos disnarrativos, sin acción, digresivos, que caracterizaban el singular estilo de Yasujiro Ozu. Recuerdo ahora que esta intermitencia es utilizada por otros cineastas como Akira Kurosawa o Kristoff Kieslowski, un especialista en el cuidado de la imagen y en la atención al objeto. En su trilogía de los Trois couleurs (Rouge, blanc, bleu) (1993-1994), llena la acción de paralelismos y de coincidencias, cuya coherencia depende del reconocimienlO de los hilos que se entrecruzan a través de las tres historias narradas. ha~ta que llega un fina] en donde la justicia poética quiere compensar a los personajes por su sufrimiento {Montalt, 2003: 29)5S. En Blanc, Julie (Juliette Binoche), protagonista deBleu, irrumpe en la sala donde se está celebrando el juicio para el divorcio de Karol (Zbigniew Zamachowski) y Dominique (Julie Delpy). Hacia el final de Bleu se ve en primer plano a una Julie que pretende entrar en ss "Es en este sentido, por ejemplo, que Juli e, la protagonista deTr-es colores: Azul, aparct:c en Tres colores: Blanco, aunque sea fugazmente, y viceversa, Dominique, la mujer del peluquero polaco de esta última, tiene una aparición no menos fugaz en la pdmcra. Igualmente. el hecho de que Julie, Dominique y aun Valentine, la modelo de Tres colores: Rajo, coincidan en un final de trilogía apoteósico, inesperado y de carácter escatológico. no hace sino confirmar la unidad de la serie» (Montalt, 2003: 29). '. 106 Amo Abuín González esa sala en busca de la amante de su marido. En Rouge, finalmente, las tres parej~s protagonistas (Julie-Olivier, Dominique-Karol y Auguste-Valentine) se salvan del naufragio del King Edward en e1 Canal de la Mancha. y es también el caso de David Lynch de, por ejemplo, The Elephant Man (1980), que acostumbra a romper la linealidad con la inserción de imágenes desconcertantes y desubicadas. Aunque sobre este director volveremos más adelante, adelante­ mos ahora su preferencia por una escenografía laberíntica y por una estética del contraste que pretende envolver en el misterio al espectador56 • / i I¡ I 56 En el volumen editado por Chrís Rodle:; es habitual en contra r referencías al Ja beri nto y al papel del espectador: «Lo estupen do del cinc es que puede decir un poco más acerca de esas cosas, algo que las palabras no pueden hacer, Pero no lo dice todo. porque existen muchos sentimientos y mucha5 claves que lo convierten en un místerio, y misterio significa que hay que resolver un rompecabezas. Una vez que empiezas a pensar de esa manera, le acostumbras a buscarsigníficados'y hay muchas avenidas en la vida con indicadores que nos dicen que ese misterio se puede resolver. Obtenernos pequeñas pruebas, NoJa gran pmcba, sino pequeñas pruebas que nos hacen continuar" (Lynch, en Radley, 1997: 54). PRINCIPIO DE LA HETEROGENEIDAD En términos generales, André Gaudreault y Fran¡;;:ois Jost (1995) la cuestión de la narratividad en el cine de la siguiente manera: el relato cinematográfico se ordena de modo determinista, a diferencia del mundo, que no tiene principio ni fín; todo relato cinematográfico tiene una trama lógica, encie­ rra un discurso; es ordenado por un mostrador de imágenes, por un gran imaginador; el cine narra y a la vez representa, a diferencia del mundo, que simplemente cs. En el cine, la secuendalidad temporal es por tanto fundamental, aunque sobran los ejemplos en los que la narración se configura de algún modo atendiendo a una lógica disidente, por la que se acumulan diversos planos que se contradicen tan abiertamente resultan poco menos que incompatibles. Desde un punto se abre así el camino a una considerable variedad de interpretaciones. El cine de lean-Lue Godard, estandarte para muchos de la {pos)modernidad, constituye un buen ejemplo de ruptura con la idea de narratívidad a través de la Íntensificación de la discontinuidad y de la presencia del factor intertextual. En su monografía sobre el cineasta francés, Suzanne Liandrat y Jean-Louis Leutrat examinan algunos procedimientos en clave lucredana, algo, por otra parte nada extraño a la Nouvelle Vague: «acercamientos telescópicos y bombardeos de átomos visuales y sonoros, aceleraciones de partículas, fenómenos de reverberación, de superposición, que recuerdan a veces a Lucrecio o Epícurol> (1994: es: desplazamiento de fuerzas y búsqueda de la "';:)~<-1.wlidad ina1canzable de la forma, más al1á del movimiento continuo y de la disyunción entre las distintas percepciones. Para André Parente (1999: 59-60), filmes como La Glace a trois faces (Jean Epstein, 1927), Le Sang d'un poete (Jean Cocteau, 1930),Limite (MádoPeíxoto, 1930),Rashomon Kurosawa, 1950)y L'Annéedemierea Marienbad(Alajn Resnais, ... 108 Amo Abuín González 1961) explorarían una temporalidad en la cual lo que es vívido como simultáneo (el caso de los dos primeros) y paradójico (los dos últimos) queda representado secuencialmente. Para que esta temporalidad fuese vívída plenamente necesario un cine cuyos acontecimientos pudiesen ofrecerse de forma no­ secuencial. Algunos otros filmes se enfrentaron a este proble­ ma: Napoleón (1925), de Abel Ganee o, más recientemente, Smoking y No smokíng (Alain Resnais, 1993) Y The Pillow book (Peter Greenaway, 1996). En todos los textos citados funciona­ ria intensamente un principio de heterogeneidad, que revelaría que las cadenas semióticas no son de naturaleza exclusivamen­ te lingüística, o sea, del orden del significante: «Urna cadei8 semiótica é como um tubérculo que aglomera atas muitos diversos, lingüísticos, mas tambérn perceptivos, gestuais, cO'5nitivos. A rede hípertextual provoca urna hibridiza<;:ao entre as diversas mídias utilizadas» (1999: 95)57. En 1927, lean Epstein (1972: 181-182) afirmaba que, des­ pués de los dramas supuestamente sin final, podría haber un drama que no tendría exposición o apertura, y que acabaría con claridad. Los sucesos no irían uno tras otro y, en especial, no se corresponderían con exactitud. Los fragmentos de muchos El futuro se pasados vendrían a enterrarse en un solo mezclaría con los recuerdos, como en la cronología la mente humana. El cine no fue siempre como hoy lo conocemos. 57 Añade Parente: «Voltanuo 1:1-0 cinema, podemos evocar aquí um outro filme, desta vez, Uma leitora bem particular, de Michel Devíllc, no qual o que é colocado em cena é aquele objeto que, na tradic,;ao cinematográfica e de outrosregistros (audío) visuais, ~o tem se prestado a representa¡;:óes imagéticas, se nao com muita dificuldade: a palavra. Nele, a narrativa é o instrumento e ao mesmo tempo o objeto. O "hipertexto" de~se filme nos remete as páginas de vários Iivros (literalmente) o que t:spec.:tador a ímpressao de que a palavra assume, na urna dimensao física, visJve!. Um misto de resistencia e de atra¡;ao entre urna nova e urna velha tecnologia, quando urna resolve lan¡;ar um olhar investigativo sobre a outra, vencendo os limites da própría tecnología, rompendo com as barreiras dos suportes (analógicos)>>. Escenarios del caos. Entre la hiperlextualidad ... 109 Epsteín se entusiasmaba con una revolución estética que no tardaría en verse frustrada por la llegada del cine sonoro y por la imposición del modelo hollywoodiense. El cine es vida, yen la vida no hay historias que puedan ·ordenarse. El cine es escritura lumínica. La verdadera tragedia es la «tragedia en suspenso)} que a la acción dramática opone el «ritmo íntimo de las cosas,,58. Quiere esto decir, como ha indicado Jacques Aumont (1998: 98), que el tiempo cinematográfico es construcción, o, como ya defendían los fonnalistas rusos (Boris Eichenbaum a la cabe­ za), que el cine dispone de que permiten crear así una sensación de tiempo completamente original. Epstein indagó en la reversibilídad del tiempo, en su movilidad absoluta en el dispositivo-máquina que es el cinematógrafo. Nada más lejos del estilo de Hollywood que lo puesto en práctica por el director francés en filmes como La Glace a troís faces. a partir de una historia de Paul Morand, interrelacionando los tiempos pasa­ do, presente y futuro en las tres historias entrecruzadas de tres mujeres y un solo hombre. Los planos son muchas veces 58 .En general. el cine traduce mal la anécdota. y en él la "acción dramática" es un contrasentido. El drama que actúa está ya resuelto a medias y se desliza por la pendiente curativa de la crisis. La verdadera tragedia está en suspenso, Amenaza a todos los rostros. Está en el visillo de la ventana y en el cerrojo de la puerta. Cada gota de tinta puede hacerla norecer en la punta de la estilográfica. Se disuelve en el vaso de agua. Toda la habitación se satura de drama en todas sus fases. El cigarro puro humea como una amenaza sohre la garganta del cenícero. Polvo de traición. La alfombra despliega unos empowñados arabc~cos 'Y tiemblan los brazos del sillón. El sufri­ miento está ahora en sobrefusión. Aún no sc ve nada, pero el cristal trágico que creará el drama ha caído en cualquier Su onda avanza. Círculos concéntricos. Corre de relé en relé. Segunuos. Suena e1te!éfono. Todo está perdido. Entonces, hasta ese punto le interesa a usted saber si se casan al fina!. Pero ES OUE NO HAY películas que acaben maL y uno entra en la felicidad síg~:aendo el horario previsto. El cinc es verdad. Una historia es una mentira» (Epstcín. texto citado y comentauo en Ranciere, 2005: 9). .' '. 110 Anxo Abuín González índiferenciables desde el punto de vista argumenta), de manera parecida a lo que luego hará Alain Resnais enL:Année demiere aMarienbad (1961 )59. El cuarto segmento, que narra la muerte del hombre, tiene como el resto apariencia onírica, y contribu­ ye a concebir la película de Epstein como un ejercicio de antirradonalismo visual al que no es ajeno el «delirio de una máquina}) y, desde un punto de vista diegétíco¡ la colaboración del azar 60 . Podría hablarse también de Entr'acte (1924), de René Clair, un filme vanguardista que mezcla imágenes en una sucesión surrealista non-sense¡ con la participación activa de Francis Picabia (en el descanso de cuya ópera Relliche se mostraba el filme), Erik Satíe, Maree! Duchamp o Man Ray. Por esas mismas fechas Antonin Artaud hablaba de la superioridad del cine en función de su capacidad de introducir el azar en la vida del especlador: "He apreciado siempre en el cine una virtud propia en el movimiento secreto y en]a materia de las imágenes. Hay en el cine toda una parte de imprevisto. y de misterioso, que no se encuentra en las otras artes. [ ...]. El cine simple, tomado tal cual es, en lo abSlracto, desvela un poco de esa atmósfera de trance, eminentemente favorable a ciertas revelaciones. Utilizarlo para contar historias, una acción exte­ rior, es privarse del mejor de sus recursos, es ir en contra de su fin más profundo» (1973: 13- J4). Sin entrar ahora en ]a posible influencia sobre el filme de Buñuel de Artaud (y de su guión La Coquille et le Clergyman, realizado por Germaine Dulac en 1928), sobre la que ha vuelto recientemente Jenaro Talens (2000), Un Chien andalou o L'Age d'or se valen de un dispositivo cinematográfico en el que lo narrativo se basa en la libre creación en la mente de1 espectador de asociacíones poéticas, en un proceso que busca producir un «shock" óptico o un 59 Cf, para un análisis plano por plano, el artículo de Régis labourdette ( 1998), ~o Ep~tcin (1955: 34, 118, J 68-169). Para una aproximacióndc<.:onjunto, es muy útil la consulta de Sánchez-Bíosca (2004), 111 Escenan'os del caos. Entre la hiperlexlualidad '" «fogonazo fisiológico» a partir de la sustancia la mirada61 • Gonzalo Abril, que pone encima de la mesa, muy oportuna­ mente, los nombres de Sergei Eisenstein y Walter Benjamin, habla de la posibilidad de hablar en este caso de «discurso posnarrativo», basado en las cualidades de no 1inealídad, descentramiento y fragmentación: «El tíempo-espacio narrati­ vo aparece diseminado según puntos de vista analíticos, apreciativos y afectivos fragmentarios, no reintegrables como perspectivas complementarias en/sobre el curso de la acción, sobre sus orígenes y consecuencias y/o sobre el carácter ejem­ plar o contraejemplar que los nexos narrativos podrían soste­ ~ 61 Para Vicente Sánchez-Biosca. el «juego gratuito, humor, azar y espontaneísmo de las asociaciones. (2004: 91) son caractenstÍCas de Un perro andaluz que conectan la película de Buñue\ con la tradición de las performance.., dadaístas de Hugo Ball y Tristan Tzara. En La edad de oro subyace una estructura más reconocible, pero pervive esa misma presen­ cia de lo imprevisible, al lado de la idea de collage. Véanse. para un análisis de la intertextualidad en el filme de BuñueJ, los trabajos de Talens (1986) e lampolski (1998: 162-19U), quien insiste en el carácter metafó­ rico-enigmático de algunos planos y en la presencia obsesiva para los surrealistas del tema de la metamorfosis, Dice Bikandi-Mejias: "En Un pen"o andalu l, el tiempo se dislol-"a y se hace su bjetivo. "Hacia las tres de la madrugada" alguien llama ala puerta de Batcheff. nuestro protagonis­ ta. que está echado en su cama. El recién llegado lo castiga con los brazos en alto de cara a la pared; cuando se da la vuelta el intruso, comprobamos que es el mismo Batcheff más joven "dieciséis años antes", indica un rótulo), Batcheffdispara conlrasu "doble"; éste "salta" en despacio y cae herido en la campiña. Esta obra está permeada de brincos e.c;pacialcs y temporales: el personaje interpretado por Simonc Mareuil abre la puerta de su habitación para salir y se encuentra de súbito en una playa. Si todo texto delimita un recinto propío. en este filme buñueliano ese ámbito lúdico se remarca mucho más: los saltos temporales son constantes; las referencia:, espaciales son la excusa para crear una superficie textual; el real y Tderencíal se difuminan. (2000: 72). Lo dicho vale también para la obra literaria de BuñueL Víctor Fuentes (2000: 26-27) ha conec­ tado textos como La jirafa con la tradición vanguardista que conduce al happeningy laperfon1rance; su análisis de los filmes citados es igualmente revelador de la estética de la fragmentación propuesta por el aragonés. :. 112 Amo Abuíl1 González ner O insínuar» (2003: 158). Estaríamos aquí ante el mismo «giro (hacia el) interior» que reclamaba Artaud, porque la acción exteríor se vuelve irrelevante gracias al peso adquirido por los conflictos interiores y por la diversidad de perspectivas. Incluso cuando, por ejemplo en las pe1ículas de Buñuel, las acciones están efectivamente «exteriorizadas)) en toda su su­ perficia1ídad, su estatus puede quedar alterado por efectos de repetición inclasificables, como sucede en El ángel extermina­ dor (1962), donde los personajes, casi pirandellianos, desorien­ tados y desesperados en su inusitado autosecuestro, hacen Jo que hacen y dicen lo que dicen sin que se explique por qué (según los protocolos de la ortodoxia burguesa): marcharse sin más de la mansión de la Calle de la Providencia (sólo esa extraña servidumbre de Edmundo Nobile y su esposa Lucía lo consigue), hacer un brindis o subir simplemente unas escaleras se vuelven acciones confusas y enigmáticas que rompen por completo la coherencia del conjunto y se adentran en un mundo de pánico, incertidumbre y caos. El significado de este «Non exit» apocalíptico (Fuentes, 2000: 107) es, sin embargo, más claro: una crítica de la lógica propia de la clase burguesa, insolidaria e individualista, que es exagerada y luego invertida hasta el infinito a través de procedimientos como la animalización (el cordero y el oso) o, en general, la esperpentización de la realidad. El epílogo de El ángel extenní­ nadar amplía todavía esa crítica hacia el estamento eclesiásti­ co, responsabílízado de buena parte de los males morales y políticos que sufre el ser humano 62 . 62 Para las relaciones entre VaIle-Inclán y Buñuel puede consultarse el libro de Dianc M, Almeida (2000: especialmente 38-S5.). Sobre el uso del collage en Buñuel como mecanismo de destrucción de la identidad y de creación de una realidad nueva, véase Moncgal (1993) Y Bikandi-Mejias (2000). EL CASO RESNAIS El caso de Alain Resnaís es también el de un cineasta obsesionado 'por la naturaleza de su medio. El universo del francés, igual que e1 de Borges, configura un laberínto de posibilidades. de tiempos paralelos, de alternativas pasadas y futuras, como puede apreciarse en ese extraordinario docu­ mental titu1ado Toute la mémoiredu m.onde (1956) oen e1 fílme de ficciónProvidence (1977). Elinido del documental insiste en la idea de que las bibliotecas se crean para acumular todo el saber de los hombres, pero t.imbién para dar orden a esa acumulación infinita. El símbolo de la biblioteca sirve para aquilatar la importancia en su obra de la intertextualidadcomo fonna de interacción semiótica entre textos, entendida esen­ cialmente como fundamento dinámico de la producción litera­ ria pero también corno renegociación con un pasado o una tradición. Providence se presenta en su lógica quasi-onírica como una demostración de las maneras en que se crea o construye 1a ficción literario-cinematográfica a modo de juego (work -in-progress): a través de] proceso de escritura de la novela del viejo CHve Langham (John Gielgud) se reflexiona sobre las relaciones entre arte y vida, entre autor y personaje o sobre el papel todopoderoso de un narrador que manipula, dirige y transforma la ficdónsegún sus propios intereses; pero también sobre la idea de coherencia narrativa y de fragmentación. Como señala Carlos Losilla, los personajes de Resnais «vagan como fantasmas por una vida que no es vida, por un simulacro de la vida únicamente destinado a reconstruir los fragmentos de un pasado que a lo mejor ni siquiera existió» gracias a la persistencia de un «demiurgo constructor de sentido cuya obsesión es vencer 1a-realidad ampliando sus límites y convirtiéndola en otra cosa, otra realidad, su última frontera parece ser la muerte, el único límite que nunca se podrá traspasar impunemente» (en AAVV, '. 114 Anxo Abuín González 1998: 36). Así puede observarse en el ejercicio intertextuaJ realiza­ do en L'Année dernrere ti Marienbad con los universos ho]ográficos de La invención de Morel de Adolfo Bioy Casares, en donde los personajes, como fantasmas, parecen próvenir de reaJidades diversas, de temporaJidad confusa o quizás condensada (la de memoria), dentro de un decorado laberintíco, teatral y barroco, en trompe l'oeil, en el que se dan a ejercidos de ventriloquía enunciativa a diferentes voces63 • Leutrat (1994) y CarHer (1994) describen Hiroshima mon amour a través de la utilización de planos-secuencia en alternancia con otros fragmentos multipuntuados. El principio de la película es altamente signifi­ cativo. Los créditos (un minuto treinta) se desarrollan sobre una fotografía enigmática (luego habrá pistas: ¿un mapa de la desem­ bocaduradel Ota?, ¿una cicatriz?) y una música que repíte seis notas idénticas. Una de cuatro planos unidos por fundidos encadenados muestra unos cuerpos que se funden extrañamente. Siguen ocho minutos que nos tras]adan temporalmente aJ6 de agosto de 1945, al día de la bomba, y luego a sus consecuencias (todo ha sucedido ya, la Historia de la guerra y la historia de 63 Estos fenómenos se refieren a lo que Michel Chion llama ff<lCOUsmatique., un tipo de sonido .that is heard whitout íts cause or source being seen» (1992: 1 El del espectador consíste en muchos casos en la des­ acu..<;timación del sonido, el descubrimiento de su fuente, «the embodyPensemos en una película como TheMagnifi.cenl Ambersons, en Oonue una voz omnisciente, que se mantiene en relación muy conflic­ tiva con los se descubre en sus palabras como el propio director, en una secuencia mítica en donde un micro apunta hacia el propi o espectador (como por otra parte ya ha bía sucedido en el trai ler de CUt"err Kane). Pero, ¿dónde está Orson Welles? ¿Perdido en la las profundidades de la pantalla? Más bien, como señala el propio Michel Chion, parece estafen todas partes, sin localizarse en un lugar e¡"pecífi co, viéndolo todo, sin que nada escape a su poder, omnisciente yomnipoten­ te. Lal> voces que inauguran la ya citada Hiroshima trian uln()ur son estrictamente .over~: una pareja que dialoga literariamente yque remite quizás a los fragmentos de amantes jmercalados entre los cuerpos desfigurados '1 los espacios derruidos de Hiro.'.hima, que se suceden r.:asi con de documental. Escenarios del caos. Entre la hipertextualidad ... 115 Nevers). Las caras de la pareja no se ven: sólo unas manos femeninas y Ja espalda de un hombre. Una voz masculina y otra femenina recitari o parece que leen: «Tu n'as rien vu aHiroshima». El documentalismo de las primeras imágenes se ve contrarresta­ do por el lirismo de estas intervenciones, como de todo el diálogo. La impersonalidad cede a favor del compromiso del e'5pectador ante una pasión incomprensible e inexplicada; y la memoria va sustituyendo al olvidoM • Carlos F. Heredero ve en Smoking/No Smoking, filme reali­ zado a partir de seis piezas deAlan Ayckbourn. cada una con un doble fina], ]a puesta en marcha de los juegos virtuales del cine interactivo en un set muy teatral y antirrealista, que parodia los distintos lugares de un pueb10 típicamente inglés, con persona­ jes que son interpretados sólo por dos actores (Sabíne Azéma y Píerre Ardíti). En rea1idad, se trata de dos filmes multiformes y rompecabezas, cuya secuencialidad depende de elecciones como la de encender un pitillo o dejar de fumar. La historia está .mente fragmentada y cada una de ]as piezas no res­ ponde a una determinación causal; su orden podría variar sin que el resultado se viera afectado en su escncia y, además, Rcsnais con varios posibles finaJes igualmente autoriza­ dos por la voz narrativa sin 1ímites narrativos rígidos, el espectador se ve invitado a establecer relaciones y a sacar sus propias conclusiones, como observador privilegiado de doce historias divergentes 6s • 64 ~5 Son muy de la las relaciones de Alaio Resnais y otros directores vague, como Jacques Rivette o Jean-Lue Godard, con la Puede verse al respecto el libro de Edgardo Cozarinsky esp,eclal 87-$$. Para la linealidad aparente de muchas películas de Resnais queda desmentida por un montaje fragmentado, elíptico, a modo de mosaico, A propósito deSmokinglNo Smoking comenta: ({ Dans ce monde étroit Ol:! Ic~ personnagcs se croisent a jamais et se heurtent aux d'un décor intranchíssable, les arborescenccs finale" n'achevent aucun", lrame: cIleslaissenl une place al'incertilude, aI'ellipse, anl1détt-rrninalion :. 116 Anxo Abuín Gom.ález En la misma línea que Resnais (por algo colaboraron en varias ocasiones), Chris Marker sitúa su cine como experiencia de apertura significativa que h~ce pensar en el collage por su recurso a lo intertextual-multimediático y a la incorporación origínal de discursos ajenos 66 , En La Jetée (1963), un ejercicio de falso documental y ciencia-ficción sobre el tema de la memoria, que recuerda en cierto modo a Walter Ruttmann o Dziga Vertov, se acoge a una sucesión de fotos (con la única excepción de un plano de un ojo que se abre), unphoto-roman compuesto de momentos fijos ensamblados por una voice-over de dífícH ubicación cronológica. La imagen fija evoca para RaymondBeHour(2002) la inevitable cercaníadela muerte. Su inspiración hipertextual se verá culminada en el CD-ROM Immemory (1997), un museo de la memoria en el que/se encuentran abiertos homenajes a Vertigo (a ]a Madeleine com­ partida por Proust) o a Borges. Bellour (2000) considera este experimento Ja obra maestra de Marker, que resume amado de autorretrato toda su trayectoria y sirve de depósito de sus conocimientos culturales en unaforma fragmentaria, interactiva y abierta, en una topografía de la navegación aleatoria que anula la evolución del ti empo67. 66 67 des sentiments. Tout a caup, e'est I'ampleur du réseau d'hypotheses nécessaires pour couvrir les possiblcs du monde. e'est cette ampleur qui paraít ínfinie et parfaitement saugrenue la prétention d'en drcsser une liste" (2002: 17-18). Acabada la redacción de es1e libro, llega a mísmanos el finnado por Rubens Rewald, CaoslDramaturgia (2005), De título engañoso, el estudio de Rewald propone un interesante análisis de la teoría del caos aplicada al filme de Resnais, y un análisis detallado y muy interesante del "proceso de experimentación dramatúrgíca" que. a partir de las ideas de imprevisibilidad o incertidumbre, condujo a la redacción de dos'piezas teatrales de su autoría (Narraaoor)' Do gabinete de Joana). Cf Gauthier (2001). Véase el artículo dedicado al cineasta francés y a sus proyectos digitales en el volumen coordinado por Shaw y Weibe\ (2003: 328-331). Raquel HelTera Ferrer (2003: 157-159) se muestra más reticente a la hora de valorar este proyecto de Markcr, porque lo considera «farragoso .. a la par que desestructurado. LA LOGICA DE LA BASE DE DATOS Dziga Vertov, creador del movimiento «kinoksista)), se pre­ ocupó por la organización rítmica de los objetos en eJ espacio y por construir una realidad autónoma a través de la cámara: «Yo soy un cine-ojo. Yo soy un constructor. Yo te he puesto, a ti, a quien te he creado hoy, en una extraordinaria habitación que no existía hasta este momento y que yo he creado igualmen­ te. En esta habitación hay doce paredes que he cogido en las diversas partes del mundo. Yuxtaponiendo las vistas de las paredes y algunos detalles, he conseguido disponerlas en un orden que te gusta y edificar, en adecuada y debida forma, sobre los intervalos, una cine-frase que es, justamente, esta habitación)) (1974: 26). El ojo del espectador se manipula con la organización de los objetos cotidianos a través de la correla­ ción de planos para «montan) una nueva realidad: «Dentro del caos de los movimientos, el ojo, con toda simplicidad, entra en la vida junto a los que corren, huyen, se lanzan y se atropellan. Ha transcurrido un día de impresiones visuales. ¿Cómo recrear las impresiones de este día en un todo eficaz, en un estudio visual? Si hay que fotografiaren la película todo lo que ha visto e1 ojo, naturalmente el resultado será una barahúnda. Si se monta científicamente todo lo que se ha fotografiado, ya será algo más claro. Si se tiran ]05 escombros embarazosos, todo ello quedará aun mejor. Obtendremos un auxiliar de la memo­ ria organizado por impresiones visuales recibidas por el ojo ordinario» (1974: 27-28). De este modo, el ojo de la cámara, la «máquina-ojo)}, busca en el interíor del caos de los aconteci­ mientos sus propios ritmos y movimientos mediante la mani­ pulación del tiempo (alargamiento o compresión y elipsis)611. b8 Cf Sangro (2000: 35). Sobre la lógica narrativa del cine de Vertov es imprescindible la lectura del libro coordinado por Jean-Pien-e Esquenazi '. 118 Anxo Abuín GOl1zález La lógica de la narración ha sido sustituida, con la aparición de los medios digitales, por un patrón discursivo basado en el . desarrollo de una base de datos desde ]a que el usuario puede acceder a todo tipo de documentos. Dziga Vertov es quizás el primero (así lo afirma Lev Manovich) en tratar la rcaHdad desde una {(database logic», que luego será explotada por directores como Peter Greenaway. Después de que la novela, y más tarde el cine, hayan privilegiado la narrativa como forma básica de expresión cultura] en la nueva era, el computador introduce una variante importante, la base de datos. Los nuevos medios no cuentan historias; sus productos no tienen principio ni final; ni siquiera puede hablarse de desarrollo o progresión temática o formaJ ni de nad'} parecido a la organi­ zación de elementos en una secuencia. En su lugar encontra­ mos una colección (o varias) de items individuales, que guar­ dan un significado propio respecto de los otros elementos de la serie. Lev Manovich(2001 :218) utiliza aquí el término data base como una colección estructurada de datos que se organiza con e1 fin de facilitar una búsqueda rápida en un ordenador. Dziga Vertov, en El hombre de la cámara, explor~ los materiales de su base de da tos para descubrir el orden oculto del mundo y de la existencia: «Records drawn from a database and arranged in a particular order become a pícture of modero life but simultaneously an argument about this life, an interpretation of what these images, which we encounter every day, every second, actually mean» (2001: 240)69, 1>9 (1997), en e~pecial del artículo de Dominique Chateau, en donde se da cuenta de la ruptura del proceso nanalivo y de la temporalidad gracias al uso peculiar de la iteración. En la misma línea de los cineastas aquf citadus podríamos situar a otros bien conocidos. comO Pal O'Neill (Tlle Decay of Fictiorl, 2002), por su preferencia por la abslracción narrativa (de lo incierlo) o el collage. La presencia del azar es fundamental en Joho Cassavetes o Andv Warhol. A propósíto de Shadows (1959), una película que responde al mismo clima en el que aparecieron fenómenos como el happening y la per{onnance, Sánchc7-Biosca comenta: ,<lo que caracteriza Shadows es una suerte de Escenarios del caos. Entre la hipertexwalidad 119 El caso de Peter Greenaway es, según Manovkh, similar, de manera que su carrera iJustrana la necesidad de reconciliar en lo posible esta lógica de base de datos con formas narrativas más convencionales. Muchos de sus filmes se estructuran a partir de una lísta de objetos que se cuentan, a partir de un catálogo de orden explícito, corno los trece libros de Prospero 's Books. Greenaway intenta minar cualquier vestigio de causali­ dad: df a numerical, alphabetic color-codíng systern is employed, it is done deliberately as a device, a construct, to counteract, dHute, augment or complement the al1-pervading obsessive cinema interesl in plot, in narrative, in the "l'm now going to tell you a story' school of film-making")} (Greenaway, cit. en Manovich, 2001: 238). Los números son su sistema favorito para organizar los materiales de forma que el especta­ dor crea que está contemplando un ejercicio narrativo, aunque no haya conexión lógica entre las escenas. En una entrevista con Atan Woods, Peter Greenaway da las claves de esta estrate­ gia, entendida como una alternativa al dominio de la narración. «Fago películas-catálogo)l, añade a continuación, pues tiene muchas dudas sobre el uso de la narración en el cine. Si no se quiere asentar una película en el pílar de la narración, se han de buscar alternativas comprensibles para el espectador «¿Como podes desenvolver unha estructura neutral? O uso de números, numeración e códigos numéricos foi unha das caractensticas da arte do século vinle [ ... ]. Con frecuencia intenteí utiliza los como substitutos, ou mantelos paralelos á noción de narra­ cíón), (en AAVV, 1999: 39). Sobre Jos códigos numéricos se superponen narraciones estereotipadas, obvias, arquetípicas, desjerarquización que puede ser entendida como vuluntad de renunciar al direccionismo: primero, al direc¡;ionfsmo narrativo, foealizando de manera cambiante a los personajes [.. ,]; en segundo lugar, en el interior de las escenas, pormedío de un montaje que rompe la continuidad (jUlnP' cut) saltando de unos personajes a otros sin obedecer a ninguna razón inlema» (2004: 196). En The Chelsea Girls (l1J66), Warhol parece apuntar a la existencia de «un mundo incontrolado más allá de la pantalla» (2004: 204). ;. 120 AI1XO Abuín González que evitan el exceso de anécdota, especialmente el de la anéc­ dota psicológica. Se pretende así huir de un cine. textual o literario (la ilustración de un texto), sustituido por un arte visual. Lo narrativo se considera además supedicial: «Estamos a preparar unha nova película agora, chámase The Tulse Luper Suitcase (A maleta de Tulse Luper) e está baseada na historia do uranio, e o número atómico do uranio -92- vaí ser significa­ tivo -hai noventa e dous disto e noventa e dous daquHo. Unha das personaxes está a reescribí-los mil e un cantos de Sheherazade. Non o atopo difícil de facer -non escribín mil e un aínda, pero irnos polo setecentos. Non é difícil para min involucrarme coa narración, polo que me sinto moi sospeitoso. Así que todo ten que ver CO}1 ese sentido de inseguridade, supoño; quera termáís material non-anecdótico, máis material clásico, verdadeiro, relacionado cou verdades en oposición a superficialidades» (en AAW.: 1999: 39)70. Es así ya en sus experimentos iniciales, de carácter vanguar­ dista, como The Fafts (1980), pero también en sus peliculas más (e comerciales). The Draughtsman '5 Contraet (1982) gira alrede­ dor de los doce trabajos que se le encargan al dibujante. En la película de Greenaway, el dibujante decide «pintar ]0 que ve» y no lo que conoce, dejándose dominar por ]a necesidad de abolir los cambios, de fijar lo móvil, de prescindir de cualquier rastro de cambio en los doce cuadros en los que pinta los diversos paisajes del jardín, en un esfuerzo inútil por acotar el espacio en el marco de su atril. Una empresa soberbia condenada fracaso, como le hace ver en una secuencia central Mrs. Tal mann (Anne Louíse Lambert). Mr. Neville (Anthony Higgins) de­ muestra finalmente su ceguera atrapado en una conspiración de asesinato. En el fondo, tanto esta película como The Be/ly of an Architecl (1987) son reflexiones sobre la naturaleza del arte Escenarios deL caos. Entre la hipertextualidad ... cinematográfico, de modo que muy bien pudieran haberse titulado The Belly ofa Film Maker o The Film Maker's Contraet. Peter Greenaway se manifiesta como un maestro del sincretismo estétíco en Prospero '5 Books (1991), en cierto modo una obra de encargo (es la única vez que el director se ocupa de una historia ajena) del reputado actor británico J ohn Gielgud, un habitual en el papel de Próspero, que llevaba una década intentando ]]evar al cine The Tempesl con algún director de prestigio (Federico Fellini, Akira Kurosawa, Ingmar Bergman, Alain Resnais o Peter SeIlars). Peter Greenaway tenía todavía el prestigio dd éxito de The Draughtsman's Contrael (1982) y abordó el proyecto desde los presupuestos de hibridación habituales, según los cuales el cine confluye con la ópera y con la pintura en una obra casi hipCliextual, saturada visual y sonoramente, incrustada de toda suerte de imágenes y visio­ nes 7l . John Gielgud, desde el prólogo en la biblíoteca de los veinticuatro volúmenes, se atribuye el papeJ de «originador» de un mundo y asume todas las voces de la pieza teatral, corno si del propio Shakespeare se tratase, de manera que la misma acción surge de su pluma y de su verbum mírificum en planos de escritura constantemente intercalados o en ventanas que recuerdan la composición digital. Agnes Berthin-ScaiUet (] 994: 142) indica con razón el funcionamiento de ]0 acousmatique que pertenece a esas voces que erran por la superficie de la pantalla, ni del todo dentro, ni del todo fuera, que pertenecen en definitiva al ámbito del cine y sólo a él, como diría Miche1 Chion (1982). Los libros, que abandonan la forma tradicional para volverse obras en movimiento, parecen jugar con )a idea de un universo digitali zado, igual que esas pantallas-espejo que funcionan como televisiones enmarcadas dentro del filmen. 71 70 Esta particular historia del siglo XX a partir de la aparición del uranio ha tenido ya tres entregas: The Moab Story (2003), The Vaux to lhe Sea (2003) y The Antwerb (2004). Puede consultarse la página web hup:// W\vw.kasa11.derfilm. niltulseluperproduction/para más detalles. 121 72 e,: Pícon-Vallin (1997: 25). Dice Greenaway: .. Eu penso que, no curto espa~o de tempo dos úlrimos dez anos, as novas tecnologías come.;:aram certamen te a mudar as formas de arte já aceitas, e estou totalmente convencido de que todas as novas tt.:cnoJogias vísuais, as tecnologías pós-televísivas, váo sofrcr um .. 122 Anxo Abuin González Los libros son finalmente arrojados al agua, corno si se buscase simbolizar con este acto la muerte ]a «galaxia GUlenberg». Sólo se conseIVarán los dos últimos libros: las obras completas de Shakespeare y por supuesto La tempestad. Prospero 's Books es un magnífico ejemplo de la caducidad de una aproximacíón puramente narratológica al concepto deadaptacíón, debido a la ingente cantidad de materiales aportados por el imaginario de Greenaway. con continua presencia de referentes intertextuales pictóricos (Giorgione o Tiziano), literarios, mitológicos, filosó­ ficos, arquitectónicos, musicales o coreográficos73 • En The Píllow Book (1996). las nuevas tecnologías permiten a Peter Greenaway indagar en la noción de no-cronología temporal y en la posibilidad de un espectador interactivo. impaciente por dar sentido a una estética de la multiplicidad y de la asociación libre. El filme se transforma en una tela en la que Nagiko, la protagonista, va anolando en los márgenes. aunque, paradójicamente. la explícitación verbal sea rara. «Em O Lívro de Cabeceira, o espectador nao apenas experimenta a história contada, mas aprecia cada imagem, que parece cuida­ dosamente trabalhada, a semelhaDl;:a de urna pintura, isso sem mencionar o elemento sonoro. Note-se que a camara parece sempre imóvel: enquanto Nagiko aparece na teJa, os escritos orientais (que mais parecem desenhos) se movimentam pela imagem, emoldurando-a ou percorrendo-a como uma legenda; surgem telas menores; a trilha sonora configura-se em mais um elemento de composi9ao, a semelhan.;:a de um clip. Qulras vezes a imagem se superp5e a folha de um diário (o livro de cabeceira de Nagiko), reah;ando a sua riqueza de sentido além da narrativa. As imagens sucedem-se em preto e branco ou coloridas. sem haver para essas mudan~as urna lógica aparen­ te, além de o filme contar com pelo menos quatro idiomas 7.1 grande desenvolvimento. E acredito que, com isto, haverá urna rnudam;:a do cOllcei¡o que temas da rorma de ar1e do século XX chamada cinema» (dtado por Moreira Silva). C( Gorosti:la (1995: 167-177), Escenarios del caos. Entre la hiperle.xrualidad '" 123 (dialctos orienlais, ingles, japones), além das legendas em portugues, no caso do espectador brasiJeiro) (Moreíra Silva). Este arte de ]0 multimediático quiere unir lo cotidiano y vanguardia, la simplicidad ycl caos de manera permutativa. Lo no-lineal y la multiplicidad de telas significaría la ausencia de organización de los planos desde el punto de vista de la causalidad y sería un mecanismo de ruptura con lo narrativo74 • I 74 "The contemporary convergence of cinema with oew digital media provídes another such mOrnent for radical innovation. No! unly has it already generated a diverse range ofpopulardatabasenarratives (including Ground Hog Da)', Slackers. Natural Bom KilIers, Pulp Fiction, The Matrix, Mememo, Mulholland Time Cnde, Run Lota Rrm, Until the End uf ¡he lVorld, y/u mamá también) but, even more lelling, several ñlmmakers associaLed with Parisian Post-slrucLuralism are now refiguring Lhcir earlier lines of experimentation through the tropes of new medía. 1 am thinking ofChris Marker's CD·ROM lmmemory (1999) and his film IRvel 5 (J 999. [, ..]). AfurthercxampleisAlain Resnais's pairofmulti-branching Smokfrlg/No Smoking (1993) [." (Kinder, 2003: 349-350). mm:>. ,» . PRINCIPIO DEL BUCLE EXTRAÑO Michel Chion (2001) ha definido las películas de David Lynch por su dimensión imprevisible y desestructurada, ya desde sus primeras tentativas, como The Alphabel (1968), la cual se concibe como un encadenamiento no narrable de sonidos, imágenes, gestos y cuerpos, imposibles de entender si no es en su literalidad. Las reladoncs causa-efecto se vuelven misteriosas y no son ajenas a esta elección estética las influen­ cias de sus maestros Fellini o Bergman. La no-linealidad está más exacerbada en dos de sus películas, UJst Highway (1995) Y Mulholland Drive (2001), ambas en cierto rnodo fábulas en torno a la identidad. En ellas se obliga al espectador a una forma de percepción semejante a la de los hipertextos, combi­ nación de informaciones textuales e imágenes y sonidos. El carácter no-lineal del hipertexto lo vuelve no centralizado, un ejercicio de ramificación. Como ha explicado Moreira Silva, el espectador de ÚJst Highway, a la manera de un lector de hipertexto, acaba teniendo que decidir por sí sólo el camino que va a recorrer a partir de los link:; que la película incorpora, pistas que el espectador intenta reunir y relacionar (como en el caso de la frase «Dick Laurent está muerto,>, mencionada varias veces en los diálogos): "A cada vez que 15S0 acontece, o tador tende a tentar fazer um «link» com o outro momento em que a frase foi díta para, dcssa forma, tentar encontrar a «so)w;ao» do mistério. O fim que eje tende a procurar, ou seja, o que permitiría organizar lineannenle a narrativa, conferir­ ¡he unidade e concluir a história, no entanto, nao é dado, e o espectador permanece numa eterna reconstru<¡;:ao de sentido, semelhante a virtualizacao que acontece com o hipertexto, segundo Pierre Lévy>¡. Dentro de la extrema abundancia de conexiones intertextuales, el principio que funciona en Canelera perdida es .. 126 Al1xo Abuín González el de la metamorfosis, sobre todo a través de] doble Fred-Pete, en una estructura irreconstruible, porque ]a red hipertextual está siempre en renegociadón. Es el mismo esfuerzo recons­ trucción constante por e] que funcionan los sueños y el pensa­ miento. Como también afirma Iván Pintor lranzo, «moderna temporalidad efracta, exasperación del presente, ruptura de cadenas cronológicas y erosión de encadenamientos causales fuertes, suspensión narrativa de] sentido y anexión caótica de zonas de espacios y tiempos diferentes son constantes tematizadas en este relato sólo fonnalmente circular comú el Finnegans Wake de Joyce y en el cual cada acontecimiento manifíesta re]ación con otros y actualiza la simiJitud y la ausencia de novedad». Carretera Perdida, sería aSÍ. según este autor, «epítome de la crisis expresiva de esa cultura pop que está abriéndose paso a través de interactivos en CD-Rom o en red. de webs temáticas, de) nuevo underground del tebeo norteamericano, y del replanteamiento del rock que una serie de grupos musicales están obrando a la luz de la percepción inducida en el oyente -desplazada hacia el interactor- por nuevas tendencias musicales como el trance, el trip-bop u otras músicas techno y de baile». La estruclura en bucle necesita, como el hipertexto, de una infatigable relectura que descubra nuevos enlaces en otros textos, como los vídeos (la cámara omnipotente de Gran Hermano), los hiporrelatos o las repeticiones isotópicas de frases o personajes. como el del Hombre Misterioso. Michel Chion describe el cine de Lynch con la figura del anillo de Moebius, el bucle infinito que representa la espacÍalización-interiorización del tiempo. La historia de Lost Highway acaba por apuntar, finalmente, a un cuestion.amiento de ]a noción de autor, tematizada a través de Jos misteriosos vídeos y de la presencia de ese Hombre Misterioso que parece controlarlo todo. El nivel metaficciona] no está ausente en iHulholland Drive, en donde el mundo de Hollywood sirve de significativo telón de fondo para una historia que se asienta igualmente en una lógica Escenarios del caos. Entre la hiperlextualidad ... 127 onírica y de locura75 . Los personajes son seres extraños de difícil ubicación: asesinos chapuceros, policías obsesivos. directores de cine desquiciados por la mafia, mafiosos todopóderosos en el mundo del cine, cow-boys filósofos. La película, de gran comple­ jidad, se resiste a una aproximación inte]ectua] en búsqueda de interpretaciones que acaben con cualquier ambígüedad. Con todo, algunas exégesis se han empeñado en ver en MuOzolland Drive, de algún modo, una lógica narratíva sui generis. Todos los criticos coinciden en que la película se divíde en dos partes articuladas gradas a un eje muy claro, la secuencia de la misterio­ sa caja azul en]a que penetra la cámara, situada después de esa singular incursión en los infiernos que es la visita al Club Sílen­ 76 ci0 . Maximillian Le Caín (2001) considera el filme como un «cuento de hadas neo-noir~) en el que la ínocencia se enfrenta a] mal, con una estética subjetiviz;,dora propia de las pesadillas. Funciona además en este caso un constante juego de espejos, de manera que podría afirmarse que la primera parte es una fantasía que sucede en la mente de Diane Selwyn (¿después de su muerte, como en Sunset Boulevard?). actriz fracasada en todos los senti­ dos, humillada en e] terreno afectivo, que sólo encontrará la redención manipulando esa realidad inventada. Por eso, en la primera parte Diane se convierte en un personaje inocente, Betty, más propio de una aventura de ficción, con éxito en vistas. dominador en sus relaciones personales (y luego amorosas) con 75 76 El título evoca el de SUl1set Boulevard (1950) de Billy Wilder. Las dos calles de Los Ángeles no están muy alejadas entre sí. La amnesia del personaje de Rita pudiera asociarse con el mutismo de la protagonista de Persona (1966), de lngmar Bergman; ambas películas se centran en las cxtrañasrelacíoncs de una pareja de mujeres. Las conexiones intertextuales se extienden, sobre todo en la primera parte del filme, a Jacques RivcHc, Gilda, A Star is Born. Verrigo, Polansky, Raoul Ruiz ... Para Slavoj Zizek, hay detrás de la película toda una «teoría del agujcn> negro» como "desgarramíento en el tejido de la realidad" (1999: 206). conthnmndo la brecha entre acción y reacción que se encuentra siempre presente en Lynch. el cortocircuito entre causa y cfe¡;to y la existencia de relaciones anamórticas entre hombre y mujer. -. 128 Anxo Abu{n Gonyilet Escenarios del caos. Erttre la hipertextualidad ... 129 Piénsese en los citados canons de Bach, en las Manos que la amnésica Rita. Entre ambos mundos se establecen continuos escriben de Escher o en cualquiera de sus extrañas litografías, enlaces: la camarera que se llama Diane-Betty, la casera que es la que remiten a una autonomía casi absoluta del objeto artístico madre del cineasta, la bolsa del dinero que se le entreg~ al asesino, con respecto a una realidad nunca cerrada, un objeto artístico la llamada al contestador, )a pareja de viejecitos que introducen vuelto autorreferencial (sólo puede definirse en relación a sí a Betty en Los Ángeles y que finalmente la inducirán al suicidio..., mismo) o, mejor aún, a una abolición inmanente de la oposi­ de manera que el relato parece estar controlado en todo momento ción sujeto-objeto. Son los «círculos del diablo)} o «círculos por una instancia superior. Kirsten Ostherr y Arash Abizadeh creativos», de los que habla Francisco Varela: «elementos de (2001) insisten en que el filme de Lynch es una reflexión sobre la diversos planos se reúnen operacional mente y forman una inestabilidad de la identidad, algo muy obvio si atendernos a unidad a raíz de su interacción circular» (Varela, 1981: 254)18. algunos planos en donde se superponen las imágenes de las dos protagonistas: Betty y Diane (Naomi Watts) son en realídad los dos polos de una misma identidad; y en realidad la primera parte no es tanto un flash-back o un sueño sino una interpretación I maquilJada, una reconstrucción falseada, alucinatoria e idealiza­ da, del proceso de corrupción de Diane en manos de Camilla (Laura Elena Haning). La centralidad de Betty como investigado­ ra y protectora de Rita es sustituida en la segunda parte por una incapacidad absoluta de ejecutar su propia vida, rematada trági­ camente. Todo esto recuerda en efecto, como ya se ha dicho, lo que el A ES EL ORIGEN Y CONTEXTO DE B Premio PuHtzer Douglas R. Hofstadter denomina bucle extra­ ño, un concepto ejemplificado por el teorema de Godel, por la B ES EL ORIGEN Y CONTEXTO DE A música de Bach (en especial el canon per tonos de la Ofrenda musical) o las litografías de Escher: «El fenómeno de Bucle Extraño ocurre cada vez que, habiendo hacia arriba (o hacia abajo) un movimiento a través de los niveles de un nivel jerárquico dado, nos encontramos inopínadamente de vuelta en el punto de partida» (1979: 12). EIsistemade bucles extraños incorporación del autor a su propia ficcíón) en literaTUra, pintura, teatro (Strange Loops) implica la concretízación de una jerarquía y cine. En e\!a se percibe una considerable ampliación del significado del enredada y la idea de recursividad, además de un cierto efecto concepto, hasta solaparse en cierto modo con procedimientos propio6 de metaléptico, si seguimos la terminología de Gérard Genette lo metaficcional. (esto es, una imposible mezcla o salto de niveles de ficción)77, 78 Cf Ruelle (1991: 149-s5.) y Schmitz-Emans (2002). Uno de los mejores ejemplos de este procedimiento metaléptico se encuentra en el relato de 77 Gérard Genette (2004) ha dedicado su última monografía hasta la fecha a la cuestión de la metalepsis, en especial a la metalepsis de autor (la Julio Cortázar «Continuidad de los parques", recientemente analizado por Brian McHale (1987: 120) y Mary-Laure Ryan (2001: 202-205), que recuerda la litografía Prinl Ga/lery de Escher. Lo dicho vale también para ficciones de Borges, Barth o Calvino, o para algunos cartoon!> de Saul -. \30 Anxo Abuírt González Pero también me viene a la memoria, por una vía ciertamen­ te más hipertextual (ya que remite a las historias multiformes de un Borges o a la Rayuela de Cortázar), la compleja armazón narrativa de Lucía y el sexo (2000, de Julio Medem, Yese cuento que, de nuevo como mise en abime, le permite a Lorenzo narrar una historia con algunas ventajas tan poco «cinematográficas» como la vuelta del relato a su mitad (si el lector, convertido ahora en lectautor lo desea) en busca de un final feliz quizás merecido para sus sufridores protagonistas. En su presenta­ ción del filme en El País (31 de enero de 2004), Diego Galán recordaba que «ese agujero del que Medem habla es metafórico por cuanto sugiere la posibilidad de huida, pero de una huida que lleva hacia atrás, donde escapas, te caes, y llegas al sitio del que escapabas, pero con una opción nueva, la de poder rectifi­ car». y el mismo Medem añadía: ({Todos mis contlictos, como los que puede tener un escritor de historias, me sirvieron para sentirme más libre y menos culpable. Cuando el cuento llega al final no se acaba, sino que cae por un agujero... y el cuento reaparece en la mitad del cuento. Otra vc;ntaja, Yla más grande, es que desde el nuevo lugar se le puede cambiar el rumbo a la historia». Stcinberg. Sobre este último, esaibe Calvino: ({Chaque ligne suppose une plume guí la trace, etchaque plumeason tour une main refermée sur elle. La question est controversée de savoir ce qu'il y a apres la main: le je quí dessine s'identifie pour finÍr avec un je dessiné, non pas sujet mais objct du dessín en acte. Ou, mieux, c'est l'unívers du dessin qui se dessine, <explore. s'expérimente el se redéfinit chaque fois» (1984: 236). I, , l' 1 CINE INTERACTIVO i El impacto de lo tecnológico ha contribuido, ya lo hemos visto, a romper con la lealtad al viejo drama19. Johannes Birringer (1998) se refiere a la importancia de experimentos como Improvisation Technologies, del coreógrafo William Forsythe, una instalación interactiva convertida en CD-ROM por el ZKM y el Frankfurt Ballet ( t 994) con el fin de crear un sistema de hiperdanza o danza digital e interactiva so • El libro coordinado por Martín Rieser y Andrea Zapp, New Sereen Media, comienza con una afirmación tajante: «Weareentedng an age of narrative chaos, where traditional frameworks are being overthrown by emergent experimenta) and radical attempts to remaster the art of storytelling in developing technologies» (2002: XV)81. Podría añadirse a lo dicho el filme, estrenado en las salas de Nueva York y luego editado en DVD, J'm Your Man, dirigido por Bob Bejean en 1992 para las lnterfilm Technologies y descrito pm' Ryan (2001: 325-335) como un organigrama en donde se suceden, a la manera de un z.apeo, las elecciones del espectador respecto de determinadas perspectivas sobre los acontecimientos o del transcurrir de la acción. Ésta, una especie de enredo policiaco que tiene lugar en una fiesta, se ve interrumpida por los irónicos comentarios a cámara de los personajes; cada dos minutos el espectador ha de elegir el camino que prefiere: la pantalla muestra las opciones, casi siempre referidas a uno de los tres personajes principales (Jack, Leslie y Richard); cada elección supone el abandono de otras posibilidades narrativas. 7Y RO SI cy. Birringcr (1993). Sobre la trayectoria de William Forsythe, c( Lista (! 997: 78-80), Puede completarse lo dicho en este volumen con Future Cinema, coordi­ nado por Shaw y Weibel (2003). . Anxo Abuín Gom.ález. 132 Los ejemplos aducidos, en algún caso aún ingenuos y torpes, demuestran sin embargo la vitalidad de un arte interactivo e inmersivo que encuentra de nuevo su modelo en el Joyce de Finnegans Wake. La realidad no se representa sino que se genera; la obra de arte se vuelve «flotante" (<<floating"); el espectador se convierte en un viajero muy especial, que estruc­ tura con sus decisiones la cartografía del conjunto. La realidad se ha vuelto inderta y ambigua en los trabajos de Zoe Beloff, Michael Buckley, Luc Courchesne, Ken Feingold, Chris Hales, George Legrady ... 82 / 82 Cf, Rush (1999: 168-$s.). Sobre el concepto de interactividad. puede verse Popper (1993: 7-8, 175), Pool e (2000: 109-112), Y Wolf (2001: especial­ mente 107 -110). Para Mary-Laure Ryan (2001: 296-304), la intcractividad narrativa supone la puesta en práctica de nuevas estructuras: la red (la secuencia de nodos que el lector puede configurar multilinealmente), el árbol (explosión combinatoria). el vector con ramas la terales (que permi­ te algunas excursiones fuera de la linealidad). el laberinto (como en los juegos de avcntura, en donde el u>..uafÍo debe encontrar un recorrido del oógen a la meta), el organigrama (el usuario ticne cierta libertad para realilar ~onexiones entre nodos), la historia oculta (que el lector debe (perspectivas diferentes para los recon"truir) o el argumento mismos acontecimientos). TELEVISiÓN Y MULTILINEALIDAD: FLEXINARRATIVAS DEL FIN DE SIGLO Recordemos ahora algunos lugares comunes de «San McLuhan» (Horrocks, 2000). El medio es el mensaje: la estruc­ tura de los nuevos medios influye más que los contenidos en el desarrollo de la conciencia de los espectadores. La tecnología es una prótesis de la mentalidad humana. La experiencia humana es mu1tidimensional y se basa en la multiplicidad de los sentidos, que recrean la realidad a modo de mosaico. Sólo el desarrol1o de la tecnología del alfabeto y la cultura de la imprenta impone una lógica línea) y secuencial al privilegiar uno solo de los sentidos, el verbal o visual, por encima de otras maneras de pensar más imaginativas o yuxtapuestas. Los nuevos medios de masas (en especial la fotografía y el cómic) surgidos a partir del siglo XIX desafiarían el modo visual Hneal. La televisión implantaría el sonido y se mostraría como un medio en absoluto excluyente, completando «el ciclo de la sensíbilidad humana~)83. A partír de Jos años 80 se produce un cambio radical en la configuración de los procesos de producción y recepción televisivas, seguramente por la influencia de las nuevas tecno­ logías (vídeo, juegos de ordenador, CD-Rom y, sobre todo, Internet). La llegada de lacibercultura exigió una nueva aproxi­ mación de sentido que no obedecerla a los patrones hasta ahora tenidos por canónicos. Podríamos estar ingresando en un territorio casi ignoto de comunicación, socíabiJidad y orga­ nización, también en un nuevo mercado de información y de conocimiento. Como recuerda Pi erre Lévy (1995), manejamos una universaJídad sin totalidad, porque todo seria fragmento 83 Cf Carroll (1998: 14B-ss.). -. 134 Anxo Abuín González_ de un inmenso hipertexto móvil, condenado a reactuaJizarse siempre en un «baño bullente de vida» Entiéndase aquí por totalidad o totalización el cierre semántico. la unidad de la razón, la reducción a un común denominador, la estabilización de sentido de una diversidad. Cuanto más universal, menos totali zabl e , es el lema de esta de la Información. La sociedad civilizada de la modernidad, que tenía en la escritura (en la imprenta) su principal medio totalizador, habría sido sustituida por la cibercultura, el sujeto racional por un yo descentrado, disperso y multíplicado en un incesante balanceo. En este contexto introduce Robín Nelson la noción de flexinarrativa, como cuestionamiento de la idea misma de linealidad, acentuada por f,~nómenos como el z.apping, que supone una muestra más de la desaparición de los grandes relatos, de la mezcla de lo visual y 10 táctil, de un individualismo exacerbado que da el control, aparentemente, al espectador84 . En este caso, Nelson atribuye un efecto explosivo al éxito de la mítica ideada por David Lynch Twin Peaks (1990), un ejercicio de íntertextualidad irónica que juega con el conoci­ miento por parte de la audiencia de los discursos de la cultura popular: ({ The serial has been various]y descrihed as a cross between Peyton Place and Happy Days' and Columbo walking into StEIsewhere. There are quotations and allusions to specific films and film-styles (to Preminger's Laura and Hitchcock's Vertigo'), and to actors and their roles in previous movies (Beymer's role in West Side Story or Walter Neff, Frcd McMurray's character in Double Indernnity). Indeed thc series combines a considerable range of film and te1evision fiction modes: the soap opera, the detective series, the horror movíe, 84 «Sorne postmodernists accordingly suggest that digital tcchnology eithcr gives rise to a new episteme, a new way of mapping and knowing the of knowledge world, ur indeed herahls the end ot a humanist Indeed the new teclmologíes raíse a range of quite fundamental philosophicah, (Nelson. 1997: 11) Escenarios del caos. Entre la hiperte.xtualidad ... 135 the commercial, the sit-com, the western. Recyeling the tropes, styles and forms to make a new series, Twin Peaks may be experienced as a free-play of sígnifiers or a pastiche of tropes, and, accordingly, as postmodem television" (Nelson, 1997: 15). También Lorenzo Vilches ha insistido en la singularidad de esta serie, que proviene de un ejercicio de «hipertextualidad icónica) favorecida por una ambientación en atmósferas surreales, «con sobreimpresíones y manejos de escenas no lineales, jugando con la distorsión narrativa que provocan las saturaciones de coJor o las solariz.aciones fotográficas» (2001: de manera que se crea una especie de estructura-mosaico, «que permite reunir diferentes tiempos (movimientos) y espa­ cios (puntos de vista de la cámara) en una sola imagen en la que podemos seguir las huellas que han dejado los objetos acumu­ lándose en una especie de gran panóptico» (145). La cultura­ mosaico, precisa José Luis Sánchez Noriega (1997), que sigue a Abraham Moles, como forma atomizada de conocimiento, implica ausencia de jerarquías y de un sentido totalizador, sustituido por una mera superposición bajo la que se aplasta el significado. No es extraño este énfasis de la televisión en el factor intertextual o en el metaficcional. Cada vez en mayor medida, este medío se desarrolla como continuurn y flujo constante de autorreferendas que lo encierran en su propio contexto y que permiten además una explotación transnacional, por ]0 que tienen de uniformízadón y de ampliación de] mercad0 85 • La televisión se ha convertido en nuestra propia e iníntcrrumpida historia, un flujo sin fin de imágenes, sonidos, historias y acontecimientos en color en un contexto global dominado por la comunicación eJectróníca y por las redes de información. Pero, para nuestros propósítos, lo importante es insistir en la aparición de un nuevo modo de relato televisivo. ]a serie flexinarrativa o multinarrativa: «The cuuing rate and the rapid lurnover of narrative segments in aH drama have 8S c¡: Cortés (1999: 44-45) y Abruzzese y Miconi (1999: 246-2'50). • 136 Anxo AbuÍI1 González increased exponentially. Flexi-narrative' denotes the fast-cut, segmented, multi-narrative structure which yields the ninety­ second sound-and-vision byte form currently typical ofpopular drama. As noted, the narrative structure derives in part &om soaps but cross-cutting to gain pace and to juxtapose incidents and images has long since been a cinematic device. Besides telescoping time, the temporal and spatial ellipses serve to cut out what is deemed unimportant to leave "the significant"» (Nelson, 1997: 24). La flexinarrativa parece haberlo invadido todo en una tendencia perceptible, es cierto, desde los mismos orígenes del drama televisivo, en donde la senciHcz del plano no precisaba de una especial demora en el cambio de planos. Ya sucedía así en la soap opera y el culebrón o telenovela, aunque existe una diferencia fundamental: la introducción de un nú­ mero limitado de personajes que desarro)]an su micro historia en el transcurso de un episodio, acompañados por otros perso­ najes, muy pocos, que se mantienen regularmente de un capí­ tulo a otro en una cadena de acontecimientos nunca resuelta del todo; esto es, coexisten la narrativa autocontenida en un único episodio y la que se prolonga más allá, como medio de mantener la atención de un público fiel. «A serial sustains through its episodes a single, complete (though complex) story, based on a group of key, regular characters, and seeks to draw an audience by the power of a sustained narrative. A flexi­ narrative series has sornething ofthis attraction but, in contrast, avoids deterring those potential viewers who may not watch a serial jf they sense they might have lost out on something crucial to understanding by missing the previous episode» (1997: 34). Creo que otro posible modelo para este tipo de narrativa televisiva sería sin duda X Files (1993-2002), la serie ideada por Chrís 'Carter, dominante en los 90. Por otra parte, la capacidad de los espectadores para absorber con celeridad esta sucesión de imágenes y los saltos y elipsis narrativos que se les propon­ gan está mera de toda duda, más aun si lo acompañamos de un rasgo adicional evidente: la estetización de la imagen bajo el Escenarios del caos. Entre la hipertextualidad '" 137 dominio de la técnica del bricolage, según la cual cualquier tipo de asociaciones puede ocurrir, hasta llegar a la creación de una realidad multigenérica o a una semiótica del exceso que lo convierte todo en espectácul086. E] exceso constituye una dimensión de la textuaJidad cinematográfica y televisiva, radi­ cada en la multjplicidad de elementos que escapa a todo intento unificador recurriendo a «10 superfluo, el azar, lo fortuito>} (Darley, 2002: 180). Se trata, corno en el ámbito del vídeo-clip, de producir efectos de imagen deslumbrantes sin conceder atención a las nociones convencionales de creación de sentido. Gianní Vattimo ha hablado mucho de la ruptura de los discursos unitaríos del fin de) imperialismo y, con]a llegada de la sociedad de la información, de la «imposibilidad de pensar 86 Dentro de los procesos de lransnacionalización, no es difícil trasladar estas reflexiones al ámbíto hispánico, en donde el modelo norteamerica­ no ha sido sometido a un conveniente proceso de indigeni zaci6n o domestit1caciól1, esto es, a -un proceso por el cual formas y expresiones de culturas externas, elaboradas por otras sociedades, son apropiadas, reelaboradas y restituidas por unas o diversas sociedades locales en configuraciones consonantes y sintónicas con los propios, autóctonos, sistemas de significados, dando vida a formas y expresiones que en su naturaleza híbrida y sincrética, fruto de la mezcla de ingredientes nativos y no nalivos, aparecen reconociblemente marcadas por especificidades domésticas, y constituyen bajo cada perfil originales y auténticas crea­ ciones de la cultura loca!. (Buonanno, 1999: 20). Así puede entenderse, en un sentido amplio, que la serie gallega Mareas vivas ~revíssta» Nonhern Exposure o que Hospítal central reproduce con éK.ito la f1exi. narración de ER en un ejercicio reconocible pero complejo de homogeneización cultural: por una parte se lucha contra la importación directa de series; por otra se acepta que sólo con fórmulas americanas se puede conseguir un producto de calidad, sofocando de esta manera otros intentos de cariz más localista. Quizás podamos hablar aquí de glocalizaci6rt (Robertson, ] 995) (.,umo sinónimo de translocalización, recordando que muchos de los aspectos que tenemos porespeclficamente locales son en realidad creados por estrategias globales de mercado, de manera que, paradójicamente, el incremento de lo local es favorecido c.:omo estrategia por lo global: la glocalización expresa en realidad la pl'Oducción global de lo local y la localización de lo global. :. 138 -------- - - - - Anxo Abuín Gonzálf!" ---- la historia como un curso unitario}) (1989: 78). La sociedad de los mass media no está más instruida y es menos transparente (e] mundo se convierte en fábula); se produce la «liberación de )as diversidades}}, se alcanza el relativismo cultural, se vive en la nostalgia de una realidad única. Con la transformación de la experiencia estética en los últimos 20 años, «experimentamos que el mundo no es uno sino muchos, que lo que llamamos mundo es quizá sólo el ámbito residual y el horizonte regulador (con cuántos problemas además) en el que los mundos se articu]an» (1989: 164). La multíplicidad «heterotópica)) de modelos se impone por todas partes. TEXTOS RADICALES Desde los estudios de televisión, J ohn Físke (1987) ha anali­ zado la natura]eza de la comunicación y de los textos televisivos. El texto se perfilaría aquí como un conglomerado inestable de signos, por no decir, en la formulación barthesiana, cualquier práctica de producción de sentído, una práctica significante o una energía activa. una fuerza subversiva que va más allá de géneros, convenciones y jerarquías. A diferencia de lo que ocurre en los programas y seriales más realistas, aquellos en donde elnivellÍletadiscursívo está más oculto, una vezreprimi­ das sus operaciones y resueltas todas las contradicciones, en los llamados textos radicales los significados se vuelven problemá­ tícos y producen incomodidad, incerteza e jnseguridad en el espectador. de manera que no lo convierten en una entidad fija y pasiva, prefieren el distanciamiento a] placer emocíonal y no distinguen siquiera entre ficción y realidad, en el convenci­ miento de que, como construcciones, es imposible diferenciar­ los. En los textos radicales, el significado es algo por lo que el espectador debe luchar, porque nunca queda confinado en los límites de lo dominante y hegemónico. Las características textuales de este radicalismo tienden al mosaico, a lo episódico, a lo efímero, a lo social, a lo activo ya lo concreto (1987: 105). E] zapping es una muestra de cómo el uso de]a televisión busca asimismo lo fragmentario y lo discontinuo en detrimento de un pensamiento unitario. Es un ejercicio de «{láneur fin de siglo» que se deja atraer por la luminosidad de la pantalla, que recorre (en fugaz barrido» los canales, que se convierte en viajero sin moverse del salón de su casa a través del laberinto catódico 87 • El medio televisivo es terreno abonado para el descontrol y la ~7 I ¡ 1,:1 Rodríguez (2001: 343-347). '. 140 Aruo Abuín Gom:.ález. exageración carnavalesca, para la resistencia ideológica y la liberación temporal del orden establecid088 • CIBERDELIA Es obvia asimismo la relación de todo lo dicho con el ámbito hipertextual y con lo que Mark Dery (1995: 30) ha denominado ciberdelia, el lugar de las «alucinógenas simulaciones fractales» en la mente humana, la mezcla de lo cibernético y lo psicodélico. Roy Ascott ha investigado en las posibilidades de Internet como mecanismo de ampliación de las relaciones humanas. Con la creación de una red de comunicaciones (Artex) se conectaba a artistas del mundo entero en una especie de cuento ( de hadas; cada uno de eHos debía escoger un papel y desarrollar una raIte de la historia. Para Ascott, «el arte no es ya un asunto 1ineal. que tenga que ver con la armonía, la perfección, la resolución, la clausura y la finalidad predeterminada. En vez de ello, es algo abierto, fugaz, tentativo, virtuaL Conformador en vez de fonnado, celebra los procesos, encarna sistemas, se lanza al caos» (en Carrillo, 2004: 188). Los sistemas in fonnát icos sirven para que el artista pueda trascender los límites del cuerpo humano, del tiempo y del espacio, escapando también del lenguaje y de cualquier identidad homogénea. 88 José Ángel Cortés (1999: 93-94) menciona las formas diversas de consu­ mir televisión: grazÍng (<<el televidente salta de cadena en cadena hasta encontrar algo por azar-), zapping (cambio de cadena coincidente con la publicidad), flipping (<<saltar de una cadena a otra para saber qué está los progra­ ofreciendo cada una.), mr4ting (cortar el sonido), zipping mas grabados, hacer que las imágenes vayan a velocidad acelerada), crui.ssing (buscar el placer de a~ociaciones entre los distintQs programas mediante el uso del mando a distancia) y switch-hítling ("mirar varia,., emisiones simultáneamente,,). Puede consultarse para un análisis ex­ haustivo de los aspectos sociológicos y emocionales del zappíng el libro de Alberto Abruzzese y Andrea Micon; (1999). Podríamos recordar en este punto la actividad perforrnativa del australiano Stelarc y su concepto de ({obsolete body» , una reflexión crítica sobre las traumáticas relaciones entre ciencia y cuerpo humano. En piezas como Fractal Flesh (l995), Exoskeleton (1998) o Extended Arm (2000), la piel se entiende como limitación, sólo superable con el apoyo de la tecnología: «Ser humano significa estar en continuo proceso de redefinición) (Stelarc, en Carrillo, 2004: 185). En Ping Body (1996) Internet era utílizado como medio de trasladar al artista estímulos eléctricos procedentes de todo el mundo. En su página web (http://www.stelarc.va.com.au/) establece alguno de los p¡'incipjos de su arte interactívo que incorpora Internet y la Web, sonidos, música, vídeo y ordenadores: :. 142 Anxo Abuír/. Gonz.rilez 1. Cuerpos ausentes. El cuerpo está díseñado para interactuar con el entorno y debe mantener por 10 tanto una orientación hacia el exterior. 2. Cuerpos obsoletos. El cuerpo humano no dispone de una forma biológica adecuada, sino que es deficiente (un cuerpo que respira, con visión «binocular» ... ). 3. Rediseñar el cuerpo. El cuerpo debe dejar de ser contem­ plado como objeto de deseo o como un espacio psíquico o social. El cuerpo es un objeto para ser rediseñado; su arquitectura debe ser manipulada para que su concien­ cia de] mundo sea mayor. El cuerpo ha de poder ser ampliado, acelerado hasta alcanzar la velocidad de esca­ pe. 4. Cuerp0 anestesiado. La tecnología facilita la pacifica­ ción del cuerpo antes de alcanzar su condición híbrida. S. Al enchufarse a una máquina, el cuerpo queda desconec­ tado de sus funciones básicas para extender sus sistemas sensitivos. 6. Ilusión de Alta Fidelidad (<<High Fidelity musion)}). La ilusión de la teleexistencia se incrementa por ]a comple­ jidad y la interactividad del proceso. La performance multiplica sus parámetros y sus posibilidades operativas gracias a]a creación de un espacio electrónico no limita­ do por la fisiología ni por]a ubicación local. Los múscu­ los del cuerpo y la máquina se acoplan en la generación de movimiento puro. 7. La pérdida de la piel. La organización actual del cuerpo no es necesaria. Se hace imprescindible un cambio de piet una modificación en la superficie de] cuerpo. 8. Cuerpo fantasma. Las tecnologías se han vuelto el mejor soporte para generar las imágenes de nuestro cuerpo. Las imágenes son inmortales, los cuerpos son efímeros (Birrínger, 1998: 59-60). Escenarios del caos. En/re la hipertextualídad '" 143 Desde sus «suspensiones corporales» de los años sesenta hasta la ulterior instalación de prótesis, Stelarc ha buscado la condición de lo suprahumano. Véase en esta misma línea el trabajo de Orlan o de Kate Bomstein, que teorizan sobre la posibilidad de «descorporeizar» la identidad en el cíberespacío y critican los estándares culturales de la belleza, así como, por su carácter abiertamente opresivo, la sujeción a los géneros biológicos!:l9. Desde 1964, fecha de su primera perfonnance callejera, Orlan se ha movido en los márgenes de la identidad sexual, proclamando le suis un homme et une {emme. Luego vino Santa Orlan y su parodia del arte clásico utilizando el arma de la cultura de masas. Por fin, Orlan traspasó el mero juego con las imágenes modélicas de la cultura occidental para practicar en ella misma nueve operaciones quirúrgicas entre 1990 y 1998, en las que se acogía a los rasgos de algunos hitos de belleza femenina de la historia del arte (la barbilla de la Venus de BottícelH o la frente de la Gioconda), ínidando un proceso hasta entonces inédito en arte que ]a situaba en la estela de] mito de Frankenstein. Después de haber trabajado con los estándares de belleza de la escultura precolombina, Orlan ha buscado nuevas series de «Self-Hybridations)~ en las culturas del Afríca negra, realizando fotos y esculturas de seres rnutantes que mezclan las característícas físicas de los africanos y los europeos90 . Desde 1998, después de enfrentarse a los modelos del arte occidental, Orlan configura un mundo virtual en el que tiene cabida el arte pasado y el presente. 89 90 C( Auslandcr (1997: 132), Carríllo (2004: 185·186) y Mayayo (2004). Remito también al volumen coordinado por RoeIens y Strauven (2001), donde se hace un repaso de algunas manifestaciones del "homo orthopcdicus» a lo largo de la historia del arte del ~iglo XX. con especial atención dedicada a las vanguardias. Sobre Orlan. es de consulta obligatoria el capítulo XX dd libro de Juan Antonio Ramfrez (2003). q: Rush (1999: 54) y Rayner (2002). Patricia Mayayo (2004)comenta también las aportaciones del grupo SubRosa en Internet, una manifestación más de la reinvención de la identidad desde una perspectiva cíberfeminista. '. 144 Anxo Abuín González Mencionemos también las experiencias performativas de Marcel·li Antúnez, denominadas por Mathew Causey (1999) perfonnances mediadas, aquellas que parecen apuntar a «la muerte de la carne» merced a la interacción con un entorno virtua1 91 • Steve Dixon se refiere a estas prácticas (podrían añadírse los nombres de Guillermo GÓmez-Peña. Istvan Kantor, LauraKikaukaoMomoyaTurimitsu)cornometalperfonnances alrededor del tema de la humanización de los robots/ maquinización de los humanos enfocado desde la perspectiva de lo monstruoso, transgresivo. violento o sexual, con una mirada que no escapa de la exhibición de lo artificial y exage­ rado A lo tecnológico se añade aquí la evocación artaudiana de una disconformidad absoluta con el ser. Como señala García Cortés, dodala obra de Artaudes una constante reflexión sobre la disolución del yo, la angustia de la desposesión física, la experiencia de una vida perdida, de un pensamiento exiliado, de un cuerpo mal ensamblado que hay que reconstruir: Artaud permanecerá obsesionado por la idea de sentirse ines­ crutable a sí mismo, por la sensación de no pertenecerse, por la manía persecutoria que le lleva a una mente esquizoide que permanece constantemente preocupada por 10 que le acontece psicológicamente» (1997: 124-125). Esta actitud se ve acompa­ ñada del terror a lo corporal, por un miedo extremo a los órganos sexuales y las relaciones, por un deseo de autodestrucción y suicidio. Se trata de una «liquidación perso­ nah que dio lugar. como se sabe, a unos crueles dibujos quirúrgicos de cabezas separadas del cuerpo, carentes de cuello, ausentes de toda referencia, imágenes intensas yextra­ ñas. 9) (.1 Dcry (199S: 166-~s.). DISTOpíA y POSTHUMANIDAD: DAVID CRONENBERG La ciudad posmoderna es una ciudad porosa o discontinua. como ha sabido ver Giandomenico Amendola: (Ya no existen visiones o proyectos totaliz.adores corno la tone, el panorama, la vista a vuelo de pájaro, el cuadro de los paisajistas o las imágenes de los pintores renacentistas. La gran metrópolis contemporánea escapa a la visión global, se sustrae a la posibi­ lidad de ser aprehendida por el individuo» (Amendola. 1997: 38). Se habla así de ciudad bricolage ciudad débil éomo sistema indeterminado, anárquico y caótico de signos, de ciudad porosa, discontinua, fragmentaria, episódica e incohe­ rente en la que el caos y el azar marcan las relaciones entre el sujeto y su entorno. Al lugar corno cualidad central le ha suslituido «el no-lugar de la metrópolis difusa y de la dudad immaterial de redes», máximo exponente de la supramodernidad. Por otra parte, todo queda dominado po)' un pacto colectivo de simulación, corno diría Umberto Eco emu­ lando al RousseaudelÉmile. La ciudad seha vuelto escena y «es hasta difícil hablar de distorsión de la realidad. puesto que falta un parámetro devalidación al cual hacer referencia)) (Amendola, 1997: 85). Corno en Biade Runner, es imposible diferenciar el replicante del humano. En la ciudad posmodema la experien­ cia cotidiana se ha vuelto ilTcconocible, amenazante y perver­ sa. ° Hay, por otra parte, una larga lista de películas más o menos recientes que abordan el terna de un futuro digital distópico en el que se confunden realidad urbana y simulacro, teñidas de un abierlo pesimismo ({virtuah: The Lawnmower Man (1992), de Btett Leonard; Jonny Mnemonic (1995), de Robert Longo; Virtuosity (1995), de Brett Lconard; Strange Days (1995), de • 146 Anxo Abuín GonZJilez 92 Kathryn Bigelow; Dark City (1998), de Alex Proyas ; o The Matrix (1999), de Andy e Larry Wachowski. Podrian añadirse otras películas que se plantan asimismo en lo apocalíptico, en el antiutopismo del cyborg o en un paísaje futurista daustrofóbico: ]a ya citada Blade Runner (1982); Tenninator (1984), de James Cameron; Total Recall (1990) de Peter Verhoeven; Galtaca (1997), de Andrew Níccol; Cube (1997), de Víncenzo Natali; o A. 1. (2001), de Steven Spielberg. I Mención aparte merecen los filmes de David Cronen berg, en cuyo universo, de tendencia metafórica, es fácil encontrar a personajes aturdidos por la amenaza y el caos, desde la magní­ fica Videodrome (1982), una alegoría sobre la influencia perver­ sa de los media en las mentes sus consumídores, concretados en el personaje de Max Renn/James Woods, hasta su interesan­ te propuesta de posthumanidad en (1999)93 o Crash (1996), según la novela de J. G. Ballard94 • La corporalidad (un 92 93 94 Para Julio Ángel Olívares (2002), que ve en Dark Ci/y la conceptualización de las teorías de Prigogine, «la visión postmoderna de Proyas viene a subvertir y desestabilizar la estructura espacial (con ello, la social) para representar al sujeto descentralizado. A pesar de la fragmentación de la realidad objetiva y la sugerencia de dialogismo entre órdenes alternati­ vos, la sustanciación de lo caótico, de la contradicción, no 1Ieva, empero, a afirmar la absoluta autonomía del sujeto como ente aiSlado en el maremágnum de oposiciones, no al menos totalmente, porque. ya lo hemos cifrado, la identidad evasiva y no clausurable. no estructurable- se basa precisamente en el fértil encuentro de los significantes ---<::ada índice de especificidad-, una oposición de resolverse en un sentido ti otro -la certeza absoluta o destilación de lo bello-, lejos de ser tendenciosa al primar en consenso uno de los extremos de la polaridad, mantiene el desencuentro como germen de una significación incontrolable o inconmensurahle, esa pre­ cariedad de lo sublime que resulta ser fuera de la contextualización». Véase el aI1Jculo de Laura Borrás incluido en la bibliografía. Para una de David páginas iluminadoras frank Sobre la novela de que lo asocia con la obsesÍón compartida por 115-1 Escenarios del caos. Entre la hipertextualidad ... 147 cuerpo insatisfecho que sufre y se transforma en continuas metamorfosis, como en The Fly (1986) es a la vez origen de la ficción y fuente del virus que asola el mundo. En Dead Ríngers (f988) los (,fabulosos» gemelos Mantle (Elliott y Beverly, mag­ níficamente interpretados por Jeremy Irons) conviven armónicamente hasta que la irrupción de Claíre Niveau Beckett y Robbe-Grillet por crear "el accidente de la espontaneidad sobre lo posthumano, Sprínger (1996), Gubem El e!lcelente artículo de Palricia Mayayo (2004) traza una histOlia del concepto desde la exposición en Lausana por lente)' Deitch. Sobre la condición poslhumana señala Gennán Sierra: ocKatherine Hayles. cuyo libro Cómo nos herr;os convertido en posthumarws conside· ro una obra fundacional, describe dos versiones de la condición poslhumana. De ambas, aquella que nos resulta más familíar es la que ha ~ído planteada por teóricos de la cibernética como Hans MOF<lvec, Michael Dyer o Warrcn McCulloch, popularizada por los sectores más radicales del movimiento ciberpunk, narrada por autores como William Gibson y transformada en cultura de l)1asas a través de películas de gran difusÍón como Blade Runner, Matrix o la saga Terminalor. Estos relatos literarios o cinematográGws, símbolos de la ciencia ficción conlemponl­ nea, juegan a prevenirnos contra un .. posthumanidad adversa al ser humano; un futuro apocalíptico donde éste &ería desplar.ado, absorbido o esclaviwdo POI" máquinas inteligentes en las que, habría­ mos "descargado" nuestros conocimientos nueslra conciencia. Sin el citado ensayo emhargo, y ésle es el motivo por el que proceso que nos establece un punto de inflexión en la comprensión ocupa, Haylcs propone otro escenario, mucho más probable y mucho más acorde con la historia del hombre y la evolución de la vida en la Tierra: "Para algunos", escribe, "incluida yo misma, lo posthumano evoca la estimulante perspectiva de salir de algunos moldes y ahrir nuevos caminos para pensar acerca de lo que significa ser humano" r...] Esta segunda versión de la posthumanidad no se refiere a un proceso futuro por el cual el hombre dejará necesariamente de ser lo que es para transformarse en "otra cosa", sino a un proceso, en curso desde el principio de la humanidad y que, precisamente, nos hace ser lo que somos, cuyos mecanismos todavía estamos comenzando a comprender. No se t1'a ta de una mclamorFos i s al modo de los insectos, donde una larva, necesaria y unidireccionalmente, haya de convertirse en mariposa. La "Larva" humana, como nos emcfian, cada cual a su modo, Kafka y Julián Ríos, no sufre metamorfosis: es la metamorfosis». Sohre estas tecnofantasía~ puede leerse el libro de Don lhde (2002). '. 148 Anxo Abuín GomJile~ Escenarios del caos. Entre la hipertextualidad ... (Genevieve Bujold), una mujer con tres úteros, una «atrac­ ción», altera la distribución de sus papeles y los conduce a un proceso de autodestrucción inevitable. David Cronenberg ha­ bla también de un virus que afecta a los hermanos protagonis­ tas: «el virus es el espejo, el hecho de que hay dos que separa­ damente están completos. Y se están constantemente viendo a sí mismos y en un sentido extraño no hay privacidad cuando eres un gemelo, porque siempre te estás viendo a ti mismo» (cit. en Gorostiza y Pérez, 2003: 218). la célebre novela de J. G. Ballard, asocia la obsesión por los coches y por el sexo, y los personajes, desviados de la norma, anhelan íntimamente fundirse con sus automóviles. eXisteNz. multiplica los níveles narrativos e introduce a los personajes, que están enganchados a un extraño mecanismo umbílical llamado game-pod, en un laberinto de ficción que siempre acaba por descubrirse como realidad. Spíder (2002), a partir de la novela de Patrick McGrath, se adentra en la mente de un personaje esqujzofrénico que no diferencia entre sueño y rea­ lidad, en unaacertada combinación de tres tiempos cronológicos que no deja pasivo al espectador. The Naked Lunch (l991), según la novela de WilJiam S. Burroughs, es un relato sobre la angustia de la creación (Htera­ ria) que se süúa en la "interzona», la ciudad moderna entendi­ da como un contenedor de desperdicios, en la que todas las urbes, gentes y gobiernos del mundo están combinados en una gigantesca colmena de comercio, sexo, adicción, manipulación política y rivalidad; y desarrolla su argumento como remedo de la técnica del cut-up, por el que la palabra está dividida en unidades que existen todas en una pieza, pero dichas piezas pueden ser interpretadas en cualquier orden por medio del corle, el montaje. el collage o la yuxtaposición. para crear un nuevo tipo de imagen mental95 • En Crash (1996), adaptación de ~s 149 , El CUl-up «é urna técnica"., urna extensáo da lécnica de colagem, que já era urna prcciosidade no dominio da pintura". A colagem recupera razoavelmenle bem a realidade da percep\,8.o, Suponhamos que me instalo diantc de urna paisagem para pintar; estou vallado a ignorar () factor tempo. En quanto pinto, esta paisagern evolui, como evoluem as nuvens, etc. Deste modo, instaura-se o milo do criador, abrindo urna espécie de vazio, numa redoma fora do tempo. Mas supon hamo s que eu dou urna volla ao quarteiráo, que regresso e que esbo¡;o na tela o que vi. Que tere] eu visto?Ví nacos darealidade, Devo ter visto un homen cortado em dois por um automóvil, diversos reflejos nos vidros das lojas" (Bull'oughs, en Moun'io, 1994: 7-8). Se han establecido a menudo co· nex.ionesentre The Naked Lunch y la narrativacyberpunk a partir del tema del virus basura o de la presencia de cierto toquegore, La inupción de un disfuncionamiento en los sistemas capitalistas es también tema de otros antecedentes del cyberpunk, como Don DeLillo (Americana, 1971; Underworld, 1997) o John Brunner (Stand on Zanúbar, 1968; The Jagged Orbit, 1969), maestros de la prosa posrnodernista, alIado de Thomas Pynchon O John Balth, que se acercan a un universo distópico de sobrepoblación y de identidad fragmentada. J. • PERFORMANCE V TEXTUALIDAD Vanden Heuvel, un autor que sin duda merece un comenta­ rio detallado, entronca la tradición de la performance con la aversión crítica hacia el concepto de textualidad, que describe el proceso de envolver el mundo percibido con los atributos de un texto tradicional: «the activily of fabricating master emplotments ofhístory, forexample, orofconstructing holistic integrative frames of reference between peopJe, events, and objects, or synthetic re)ationships between language, objects, and desirc)} (1998: 4). La actitud logocéntrica de] teatro es definida a través de ]a Presencia como maestría del Autor a la hora de enfrentarse al significado y valor de ]as cosas: tal deseo sería expresado en el teatro recurriendo a una escena de carácter {(teleológico» desde la que el autor proyecta su ilusión de control, Presencia y poder sobre e] significado y la interpre­ tación 96 • Por su parte, la performance se caracterizaría por ser lúdica, Hminal y liberadora; puede infi1trarse dentro del texto, «desposeerlo» y desplazar el poder autorial hacia los márgenes: "Furlher, we are informed that performance, in only one of its many paradoxes, can deconstruct Presence utterly, and empower Absence or powerlessness. Since it is activated by nonperiodic, nonlinear activitíes -improvísation, play, transformation. parataxis, game structures- perfonnance breaks down the musíon of rational control and power over meaning (and the structural metaphor of argument underlying the text), and substitutes a dispersaloforder intodisorganízation. Its primary gesturc is thus toward chaos or indeterminacy» (1998: 4-5). La estructura de la performance comprende para Vanden Heuve] 96 C( Auslander (1997: 2S-ss.). Para una aplicación del pensamiento de Jaegues Derrida al arte modeTTlo, con especial atención a la figura de Arlaud, puede leerse el reciente libro de Fernando Rampérez (2004). • 152 Anxo Abu(n. Gonl.ález una aleatoríedad moderada que no puede ser atrapada desde sistemas de pensamiento racionales: en vez de configurarse, como otros textos, bajo la forma de un argumento, se construye términos de redes que pueden aparecer desordenadamente, pero que contienen formas únicas de orden interno. «Similar nonlinear structures in nature may, for instance, reveal spatíal order but temporal disorder; sorne exhibit disorderly patterns that nevertheless contain structures that are se1f-similar on different scales or that eventualIy evolve into steady states or oscillating ones. Like such natural chaotíc systems, then, per­ formance makes lts first gesture toward breaking down rationa) order» (ibid.). La performance deconstruye el poder autorial y su ilusión de Presencia, sustituyéndolo por una fuente de de poder diferido e/hipotético y creando renovados complejidad significativa La tesís de Vanden Heuvel al considerar que el drama moderno norteamerica­ no y sus nuevos lenguajes no han podido sustraerse de es;ta disposición hacia el caos, de Sam Shepard a David Mamet, obras funcionan de manera similar a las de The Wooster Group o a los autodramas de Spalding· Gray, poniendo de relieve la naturaleza dinámica y contradictoria del texto y e1 mund0 97 • El drama y laperfonnance interactúan intensamente; las dos culturas permanecen pero no sin cambios sustanciales en sus respectivas configuraciones. en 97 Cf, Geis (1993: lS 1-55.) y Kubiak (2002: 149-55.). RenatoCohen desarrolla la idea de un nuevo paradigma teatral a partir de la noción de work in progress, omnipresente en el arte contemporáneo: "Orquestra-se urna cena polifónica e polissemica apoiada na rede, no hipertexto, na plurissignagem, nos fluxos e soportes em que a narrativa se organiza pelos acontecimentos d~nícos, pelaperfonnance, pOI" imagens condensa­ das, por textualidades orobóricas e nao mais pela lógica aristotélica das acoes, pela fabula",ao, por constrUl;.oes psicológicas de personagem. (2004a: XXIV). No se utiliza aquí el término híperle.:x.lualidad en el sentido electrónico. Cohen insiste a lo largo de su estudio en las ideas de fragmentación, yuxtaposición. asimetria. epifanía, disyunción o azar, que se coneclan con el paradigma postestructuralista y, de manera breve pero (2004a: con Escenarios del caos. Entre la hipertextualidad ... 153 En uno de los pocos estudios dedicados al tema, Dean el género performativo por su Wí1cox (1999) transición entre estabilidad y caos, como sucede en los espec­ táculos de Robert Wilson, dominados por su propia lógica y no sometidos a los rigurosos condicionamíentos del drama, en una sucesión de imágenes hipnóticas que convierten la escena en un conjunto sonoro y visual habitado por e1 movimiento y por la imponente disposición arquitectónica (Lista, 1997: 255). Al estructurar sus piezas alrededor de imágenes llenas de intensidad, como medio de oposición a cualquier conato de narración, el trabajo de Wilson reflejaría directamente la acti­ vidad de un sistema caótico: (<Viewed from the outside this system may appear to mave in a completely random directíon, yet Wilson's compositions (like the onset of turbulence or the erratic swing of a double pendulum) nevertheless have aguiding internal 1ogic». Su análisis se concreta, muy significativamente, en el espectáculo de David Lynch Industrial Symphony n° 1: the Dream ofthe Brokenhearted (1989), editado en un vídeo realiza­ do por el propio director. Tras un prólogo protagonizado por los actores de Wild at Heart, Laura Dem y Nkholas Cage (Lula y Saylor), que mantienen una conversación telefónka de des­ pedida entre amantes, el espectáculo, con música de Angelo Badalamenti, se centra en interpretaciones de Julee Cruise, cuya ubicuidad es tan llamativa que le permite incluso volar por encima del escenario. son extrañadas por la intercalación de todo tipo de símbolos casí siempre verticales de lo industrial,lo posbélico y lo onírico en una seríe de difícíl desciframiento, de significado inestable, aunque algunos ele­ mentos intertextuales (ciertos músicos y actores) apuntan a una relación directa con Twin Peaks 98 y otras referencias 98 «El interés de Industrial Symphony nO 1, aparte de su atmósfera maléfica de nana fantasmagórica y de sus logros plásticos, coreográficos y musi­ cales, es el de mostrarnos los elementos fundamentales del universo de Lynch fuera de su contexto cinematográfico, y abstraídos en un cierto número de elementos: los cuerpos que caen en el vacío, la verticalidad .. 154 Anxo Abuín Gonz.ález. temáticas remitan a la recreación desquiciada de un desengaño o ruptura amorosa. Roger Chamberland ha sido uno de los pocos estudiosos en enfrentarse desde la teoría del caos al teatro entendido como un sistema no cerrado; «A l'inverse, les arts de ]a scene sont des systemes ouverts qui, échappant a la cUlture du texte, sont sensibles aux. variations du dispositíf scéníque a la régie intersémiotique multipliant les voies sémantiques et créant un désordre spéculatoirc» (1997: 14). El espectáculo teatral sería entonces un conjunto caótico donde diversos sistemas de signos interactúan los unos en los otros, dentro de un espacio difuso e irregular. La hibridación intertextual y ]a yuxtaposi­ ción de rragmcütos son cualidades que Chambedand reconoce en los casos analizados, en donde se percibe d funcionamíento de una dinámica no lineal. una simetría recurrente, una sensi­ bilidad a las condiciones iniciales, un cierto desarrollo en bucle. Por supuesto, cabría hablar de la impredecibilidadde ese conjunto y de la saturación de signos, además también de la ausencia de lógica dramátíca. La míffiesis deja su lugar a la mixis que pone en marcha «un univers de sens en construction et en rénégotiations constantes, OU les noeuds et les liens entre les parties sont multiples et hétérogemes, [...], organisés sur un mode fractah (Hebert, 1997: 27), como sucede en Les Aiguilles et l'opium (I990, de Robert Lepage, una suerle de sinfonía donde se entrecruzan asociaciones, derivaciones y conflagra­ ciones, ante un espectador activo como nunca. El teatro es entendido más como proceso que como resulta­ do, y es así tanto desde el plano de la producción como de la mímesis y de la recepción del espectáculo. Maryvonne Saíson como dimensión simbólica L.. Jy la reproducción: al final. una lluvia de hañistas en celuloíde materializa una pérdida cornf\r" posparto de una mujer embarazada vaciada de su con una especie de apaciguamiento frío '! de lluvia de un polvo luminoso» (Chion, 2001: 205). Escenarios del caos. Entre la hipertextualidad ... 155 habla en este sentido de ncfracción» y ({rarefacción>} de la realidad: <dI n'est plus question de eroire a la possíbilité de produire une image de la réa1ité correspondant a un systeme cohérent et ordonné, dessinant un monde ou un univcrS dans Jequel achaque élément reviendrait une place assignée» (1998: 38). y se retoma luego la tesis de la ruptura con el historicismo como gran relato, imposible ya de restaurar, y la del teatro como espacio de las heterotopías (la no-utopía), de los varios mundos, de la diversidad topológica. En un trabajo sobre las teorías de la catástrofe en el arte, José Antonio Sánchez ha estudiado asimismo la presencia del caos en e] teatro de Jan Fabre o de La Ribot. El primero, represen­ tante de lo que se ha dado en llamar teatro de artista, alcanzó su primer gran éxito con e'est du théiltre comme il était aespereret a voir (1982): luz azul, objetos suspendidos, trabajo de los actores sobre el ritmo y ]a temporalidad, la repetición intensiva de una serie de movimientos en el límite de la resistencia física de los actores, descomposición y desestructuradón parcial del movimiento y del espacio escénico. En espectáculos como Sweet Temptations, juega con la tensión entre iteración y espontaneidad: «Se trata de una lucha entre los cuerpos diná­ micos, ]a masa, la velocidad nuestra sociedad, y los cuerpos intelectuales, su melancolía estéril y su patética individuali­ dad» (Sánchez, 2000: 36). Fabre prefiere como respuesta a la experiencia de la complejidad el recurso a la violencia, ejercida sobre sí mismo y sobre las bailarinas, que, formadas en el ballet clásico, son l1evadas por él a prácticas que tienen más que ver con la inmovilidad, la rigidez o la repetición mecánica. La violencia se plasma escénica mente en ]a puesta en marcha de un caos aparente: «Las relaciones orden/caos son otra de las obsesiones de Fabre: "Creo-declara refiríéndoseaEl cristal de la cabeza se hace de que con la uniformidad de las imágenes y los movimientos he creado el Caos y no el Orden en la escena. La similitud es la diversidad. El verdadero caos es el orden perfecto") (Sánchez. 1999: 186). Estamos ante una dramaturgia entrópica «OU tout ce qui se passe est fait pour . 156 Anxo Abuín González. disparaltre. Fabre nous montre l'impasse des citations: H ne nous permet pas de les reconnaí'tre et d'y mettre de l'ordre. il relativise aínsi le róle d'une citation donnée» (Hrvatin, 1999: 138). Esta dramaturgia del desorden, que tiene sus referentes en «Beckett, Hawking, vitesse et entropíe, chaos et disparition, oubli. zapping, foHe de la folie théatrale, saturation de sens ... )' (¡bid.), se manifiesta por cortas réplicas ypor los innumerables cambios de aspecto de los personajes. Así sucede también en sus ballets: los cuadros centrales de The Saund af one Hand Clappíng y de Da un 'aZtra faccia del tempo se parecen en que muestran en escena la disolución de un cuerpo disciplinado. confrontado ahora al desorden y a la obscenidad: «Ainsí, dans The Sound ofone Hand Clapping, le chaos de la section centrale, noire, est encore organísé, de temps a autre répété, et meme topographié [ ...]. Da un'altra faccia del lempo ne laisse aucune trace de topographie, les répétitions sont réduites, les scenes se suivent sans pour autant former un modele reconnaissable ... I> (Hrvatin, 1994: 99 99 ). A estos principios estructurales de la disolución del cuerpo, Fabre añade la fecundidad infinita de un comportamiento que inunda la acción de lo obsceno, como si el instinto obligase a eHmínar toda enseñanza previa en e1 ámbito de la corporalidad. Del mundo ordenado se pasa a la anarquía en un proceso de transgresiónyorgía. EnElgrangame(1999). LaRibot,comenta Sánchez, se mueve entre el gobierno del azar y las reglas estrictas y el control del tablero escénico. Desde la inicial tirada de dados, previa al desplazamiento por las casiUas del escena­ rio, los bailarines ejecutan una serie de acciones reconocibles, aunquevacíadas de sentido (vestirse/desnudarse), y movimien­ tos que parecen exagerar o estilizar las interacciones cotidia­ nas, empleando una gestualidad que crea con su repetición una curiosa espacialidad de lo imprevisible o un alfabeto indesci­ frable para el espectador. Las convenciones singulares de} 99 Cf Tindemans, 1993. Escenarios del caos. Entre la hipertexrualidad ... 157 espectáculo son en El gran game huidizas, aun guardando consciencia de su funcionamiento. Todo queda filtrad¿ por una estrategia de un comenzar tras otro; no existe desarrollo, sólo exhibición de una obra inacabada, una expiración compleja en el ámbito de la danza 100. y el conjunto hace recordar la referencia de Marvin Car]son (1996) a Roger Caillois ya su categoría lúdica del iliru o vértigo, la transgresión de Jos límites, la metamorfosis en la que los jugadores buscan destruir la estabilidad de la percepción y la lucidez de la conciencia mediante una excitación intensa y momentánea. Abandonamos el terreno de lo reglado para entrar en el ámbito del juego libre. El énfasis recae en las ideas de subversión y de destrucción de b estabilidad perceptiva del espectador, como cuando Bajtín habla de lo carnavalesco (anarquía creativa, parodia, absurdo ...) . .tIay mucho de estas ideas en creadores como John Cage (1981: 44) y en sus experi­ mentos músíco-poéticos con el computador, tal y como son descritos por Perloff (1991: 205-216)101. 100 101 José Antonio Sánchez (2000a) ha analizado asimismo el trabajo de Marra José Ribot, OIga Mesa y Mónica Valenciano buscando puntos de co­ nexión en la nueva danza española. que encuentra en la exploración de lo transdisciplinar. ]a reteatralización de la danza, la concepción del cuerpo como instrumento de pensamienlo. la búsqueda del otro (como cuerpo) y la práctica de la desestabiliz8\.:ión y el desequilibrio, consisten­ te en el desarrollo de lo sorprendente, lo incontrolado, el accidente. Publícado por primera vez en 1974 y recientemente reeditado en inglés (1999) Y francés (2005), el libro del compositor británico Michael Nyman (1999) describe con claridad el papel de John Cage en el desarrollo de la }Jamada música experimental y en la eclosión del happening y de la idea de perfonnance. Lo más llamativo de este trabajo, sobre todo si uno se aproxíma desde una posición poco informada, es el papel relevante otorgado en todo este proceso a la idea de azar y de lo imprevisible, heredado sin duda de las vanguardias (Erik Satie, Amold Schonberg, Charles Yves, el dadaísmo o el futurismo, por citar algunos ejemplos) pero también del conocimiento de la filosofía zen y dell Ching, de manera que. en términos interartísticos, queda demostrado por Nyman que el teatro ha ido en cierto sentido a remolque de la músÍí.:a. imitando los '. TEATRO POSDRAMÁTICO Hans-Thies Lehmann (1999) ha insistido en la irrupción de un nuevo paradigma del teatro posdramático que, de manera muy resumida, tendría como rasgos los siguientes: planteamientos experimentales de Cage, del mismo modo que la música de éste asimiló inicialmente algunos hallazgos de la pintura de Ja¡;kson Pollock (el dripping) o de AlexanderCalder (sus móviles), George Brecht (1966) inventó la eJl.presión «chance ímagery. para situar las imágenes del creador en la misma categoría que los fenómenos azarosos de la naturaleza, de manera que el artista debía imitar la Vida (las pequeñas cosas que pasan en la calle), La célebre composición 4'33" (1952) actuó como paradigma de un arte tan arriesgado como incomprendido, que llevaba en cierto modo hasta el límite el ansia de ruptura con una tradición desde la escritura de una partitura que se alejaba por completo de los códigos habituales. Dividida en tres movimientos indicarlos por números romanos (1, IJ Y 111), cada uno de ellos incluía una única anotación para el instnlmentista (en el estreno el pianista David Tudor, aunque no se precisaba en la partitura ningún instrumento en particu­ «TACET". Un párrafo a pie explicaba que el título hacía mención a la duración global del evento. 4'33" ponía en evidencia la imposibilidad física y contextual de alcanzar el silencio (la «inexistencia del silencio-) pues el ofdo acaba siempre por llenarse de s.onidos y ruidos. También en 1952, Cage organizó el que se conoce como primer happe:ning del Bla<.:k Mountain College, descrito por Michel Kirby como un ejercicio de simultaneidad sin (;ol]trol: subido en unas escaleras, alternaba los sonidos con las imágenes; los poetas M. C. Richards y Charlos 0150n leían sus textos encaramados en otra escalera; en un extremo de la sala se proyectaba un filme y en el otro diapositiva; Robert Rauschenberg, cuyos cuadros estaban colgados del techo, manipulaba un gramófono, David Tudor l()¡;aba el piano .v Mcrce Cunningham, en compañía de otros bailarines. desfilaba entre el público. Al igual que en Theatre Piece (1960), donde músicos, bailarines ymimos actuaban al azarsegún deternlinadas pautas pre;:.eleccionadas, podría afirmarse que lo visual ganaba aquí la partida a lo puramente musical, y vendrían los evenfs de FluxlIs a confirmarlo. 1. La escena no es lugar de síntesis de signos semiósicos sino de una acumulación paratáctica (<<l'accumulation chaotique labyrintíque n , 1999: 142) que quiere remedar la experiencia de la vida real: «Marianne van Kerkhoven, dramaturge tres/ engagée pour le nouveau théátre en Belgíque, [ ...] a établi un rapport entre les nouveaux langages théatraux et h:. théorie du chaos qui prétend que ]a réalité consiste davantage en des systemes instables que dansdes circuitshermétiques; les arts yrépondraient par une plura1ité de signifiés, une polyvalence et une simultaneité» (1999: 130). Se sacrifica la síntesis a la intensidad del momento. 2. El teatro posdrarnático supone la puesta en funciona­ miento de un sistema de signos no jerarquizados y tiene como modelo la imagen del sueño y la ausencia de conexiones lógícas. 3. De ígual modo, estamos ante un ejercicio de ({heteroge­ neidad disparatada», No hay búsqueda de significados, sólo de sus huellas. El «performance text» varía sus prioridades: «davantage présence que répresentatíon, davantage expérience partagée qu'expérience transrnise, davantage processus que résultat, davantage manifestation que signification, davantage impu]sion d ergie qu'information» (1999: 134). El cuerpo adquiere aquí una dimensión particular, y el teatro posdramático no duda en jugar con los límites del dolor (el performer '. 160 Anxo Abrdn Gom,álel como víctima de un sacrificio) y en «absolutizar» 10 corporal en cualquiera de sus formas 102 • 5. La cerrazón propia de la ficción teatral es sometida a continuas aperturas hacia lo real. Los personajes se convierten a veces en actores con nombre y apellidos que se incorporan como tales a la escena. Habría que añadir a la lista alguna otra característica, como el funcionamiento de la idea de simulacro como copia sin referente y de acontecimiento l 03 como algo abierto a lo inespe~ rada e impredecible, cuyo sentido está siempre por producir, o la búsqueda de1íberada de la confusión: «La confusión es ]a consecuencia de una comunicación defectuosa, que deja sumí~ do al receptor en un estado de incertidumbre o de falsa comprensión») (Watzlawick, 1976: 13). La confusión está inser~ ta en la estructura misma del mensaje transmitido y el10 causa en el espectador perplejidad y desconcierto, aunque da incer­ tidumbre creada por la confusión desencadena I,I.na inmediata búsqueda de orden» (1976: 59). En cierto modo, la existencia de una narrativa se basa en las ideas de conectividad ,secuencialidad y orden, porque es así como vemos y queremos ver el mundo, como un espacio estático y tranquilo, no como ellabennto del cambio sin fin. 102 103 Para una historia del uso del cuerpo en arte, es fundamental la consulta del completísimo Iihro de Tracey Warr y Amelía Jones (2000). En él se explica cómo el modernismo reprimió la idea de corporalidad. que sólo se conformó como objeto artístico a partir del Acrion Painting de Jackson Pollock y de la eclosión del happening. En los 60 nacen las primeras manifestaciones que cuestionan la cotidianeidad del cuerpo (Fluxus), sus límites; el cuerpo será también sometido a procesos ritualísticos y transgresores, que llegan a ponerlo en o llevarlo al dolor (Vito Acconci, Chris Burden o Ulay/Abramovic); será el campo de batalla para el activismo polftico o para los pmblemas ídentítarios (Carolee Schneeman, Ana Mendieta o Cincly Shcrman), o buscará extenderse a través de añadidos prntésicos. Para las relacíones entre performance y Uve an, Cohen (2004). Cf, Lyotard (1981: 175) Y el comentario de Rampérez (2004: 275-276). POÉTICA DE LO ABYECTO El teatro actual no haescapado a laderivadeconstruccionista: la escena ya no es un ámbito teológico, como señalaba Jacques Derrida, donde el autor-creador se anna de un texto para expresar el contenido de sus emociones, sino que se instala en los límites de la representación, en sus márgenes, en el lugar de multiplicidad y de la diversidad de opciones 104. Los ejemplos analizados por Lehmann van de Jan Fabre a Heiner Goebbe1s, no hay caractenstica de de John J esurun a Robert Wilson, las citadas que no pueda ser aplicada a las performances de Rodrigo o Carlos Marqueríe. Así lo manifiesta el prime­ ro: {{ No quiero tener ideas Eso me hace escribir contradic­ ciones y ponerlas en boca (o en el cuerpo) de una misma persona. En lo posible me gusta que ese discurso contradictorio (tan rico) esté en boca de una misma persona. Lo más cruel y 10 más bondadoso, todo, en una misma persona. Ya tenemos el conflicto dentro de cada cuerpo que aparece en escena. Ahora veremos la manera en que se re1acíonan» (2000: 17). Luego volveremos sobre estos creadores. Baste ahora señalar que encontramos en ellos la mismaperversión de lo abyecto de David Cronenberg, David Lynch, Wil1iam Burroughs, Francis Bacon o, sobre todo, Paul McCarthy, artista obsesionado en los últi­ mos treinta años por los procesos de degradación humana, por las formas de mutílacíón y de escatología, cuyas performances se pueblan de escenas de masturbación, sodomía y bestialidad, de comida, semen y mierda, como sucede en Rot Dog Tubbing (1975) o Pig Man (1980). McCarthy es además un autor multifacético (creador de vídeos, esculturas, pinturas, performances, instalaciones...), abanderado de una e~tética 104 (1 Macdonald (1 • 162 Anxo Abuín Gonzrilez contaminada que lucha contra todo tabú con su Gran Guiñol perverso, realizando la autopsia de la supuesta inocencia deJ entretenimiento familiar 105 • . Lo abyecto, lo rechazado, lo expulsado, es también)o perverso «pues no abandona ni asume una prohibición, una regla o unaley; pero las altera, corrompe; se sirve de ellas, las usa para mejor negarlas» (Garda Cortés, 1997: 184). De este modo son constantes las referencias a imágenes de desorden y trasgresión, de mezco­ lanza e hibridación; imágenes que escapan al orden impuesto, a los límites establecidos. Añade García Cortés: «Lo abyecto afecta al orden simbólico, nos enfrenta a la fragilidad del ser humano, a su frontera con la animalidad» (ibid.). Los contornos del cuerpo resultan difíciles de de)imitary la noción de identidad se ha 'uelto evanescente y cambiante, a causa de la modificación de las relaciones entre el mundo interior y el exterior: el cuerpo, lejos de ser un sistema cerrado, se ha desmembrado y perdido su unidad. Sus fronteras han sido atacadas y destruidas. La identidad del yo está constantemente amenazada por el simbolismo de lo sucio y )0 informe como constatación soda} y cultural de fragilidad. Todo lo que sea un desperdicio corporal significa peligro. "Todo aquello que hace referencia a los límites del cuerpo, que atraviesa sus fronteras (cualquiera de sus orificios), que signifique restos cor­ porales (de piel, uñas, pelo ...), que brote de él (esputos, sangre, leche, semen. excrementos...), tiene el calificativo de altamente peligroso, de impuro» (García Cortés, 1997: 38). Asimismo, se recrea lo monstruoso, aquello que se opone a las leyes de ]a normalidad, que traspasa las normas de la naturaleza y las sociales y psicológicas. Todos tendemos a construirnos un mundo estable en el que los objetos y las personas sean reconocibles y adquieran carác­ ter permanente. Ignoramos, o lo pretendemos, todo ]0 que no Hl5 Véase el volumen óe Rugoff el alto (J 996). que incluye textos del propio McCarthy además de artÍl:lIlos sobre su figura. q: GlIasch (2000) V WalTI Jones (2000). Escenarios del caos. Entre la hipertex.tualidad ... 163 se ajusta a nuestros patrones, lo marginamos 0)0 escondemos por entender que puede resultar desestabilizador y peligroso. Para Garda Cortés, los conceptos de peligro, contamínacíón yl o impureza afectan a la definición y delimitación del bien común. Las acogemos e instalamos socialmente para perpe­ tuar la anulación de las diferencias e imponer sobre la realidad la homogeneización de lo jerárquicamente diverso. « Se trata de imponer un sistema a la experiencia, encorsetarla, evitar que se contamine o ensucie con lo no categorizado. La organización del universo se basa en las normas y las obligaciones para un buen comportamiento cívico, el cual tiene como principal objetivo refrenar los impulsos y censurar los más profundos deseos. El orden ideal de una socíedad es protegido de los peligros con los que le amenazan sus trasgresores» (Garda Cortés, 1997: 18). La sociedad rechaza los elementos inapropiados (la contaminación, la suciedad o el caos) y las criaturas monstruosas serían manifestaciones de lo reprimjdo, sHendado, no dicho por la cuhura dominante. Hennann Nitsch, un petfonner especializado en un tipo de teatm (<orgiástico», es autor de un texto en el que se abordan todas estas cuestjones: «¿Por qué todo lo que es viscoso. carnoso, blando, gelatinoso, líquido, demanda una sensibilidad profunda? [ ... ) Todo lo viscoso, lo húmedo, podemos asociarlo con nuestra corporeidad. con su carne y órganos húmedos y blandos, con la fluidez de la sangre, de las secreciones y sustancias que se extienden por el cuerpo, también las que son eliminadas como los excrementos, la sangre menstrual, la orina, el esperma, la saliva, el sudor. )05 vómitos, etc. Podría pensarse también en lo que se ha ingerido, en lo que se ha mordido, en alimentos insalivados, digeridos, mal digeridos y digeridos a medias. Nacemos envueltos en mucosidades) (1993: 54). . ESTRUCTURAS NARRATIVAS ALÓGICAS AJeatoriedad y caos son conceptos que han ayudado a crear una nueva estética y un nuevo teatro que, a mi entender, aún no ha sido suficientemente explorado. Y no hablo, como Pluchart (1984), de la puesta en escena del riesgo, del sufrimiento y de la muerte, como en el caso de Vito Accond, de Abramovic/Ulay J06 o especialmente de Chris Burden lO7 • Y, sin necesidad de llegar a tanto, puede pensarse en el papel de ]0 impredecible en las «followingl> o «learning pieces.) de Acconci (1969), que define así su actividad: «Drift. Ifthereís a lag in feedback, the dírectíon of the performance can be changed, A Hne of action can be weakened by emergent forces in the sUIToundíng fieId: the consequences of an action can beco me increasingIy umpredictable» (1984: 195). Me refiero más bien, por ejemplo, a ]0 que Bustamante ha denominado «estructuras narrativas no objetuales y alógicas», las no tradicionales, aquellas que en general se resisten a ser manejadas y analizadas por los espec­ tadores ({comunes}) o por públicos amplios, acostumbrados al respeto a un orden autorizado, que se presentan en lugares y espacios excepcionales de manera restringida. «Una de las barreras para su aceptación es la sensación de no entenderlas., no importando que esto sea una pseudoexplicación del fenómeno basada en un mito, ya que lo que la gente cree que entiende, en general tampoco lo entiende. Simplemente lo acepta o rechaza por hábitos previamente adquiridos, o parlas permisos con los que cuenta, otorgados por su momento histórico, grupo social. cultural. familiar o HJ6 107 I 1 Cf van de Pas (1993). Rush (1999) y Guasch (2000). Sobre esta y otras cuestiones relativas a las relaciones entre arte y cuerpo, resulta imprescindible la consulta del libro de Juan Antonio Ramírez Corpus solu$. Para un mapa del cuerpo en el arre contemporáneo (2003), que se ocupa de Chris Burden en las páginas 77-78. '. 166 Anxo Abuín González por la licitación que el mercado de consumo ahora global, hace aparecer como de fácil asimilación. Contrariamente él lo que se acepta o piensa, estas formas alógicas están presentés en nuestra cotidianidad todo el tiempo, pero sólo se aceptan como parte de una ruptura de la solemni­ dad sin consecuencias más allá de las actitudes incoherentes o deriva­ das de la necesidad de lo humorístico o como parte de una ritualidad ¡ntrapersonal, códigos compartidos por algunos cercanos que cuentan con los elementos para descifrar valores crípticos, mundos en los cuales las lógicas no ordenan completamente. De hecho el orden lógico es més bien externo y social que privado y personal, Es una construcción que se reproduce todo el tiempo de manera artifiCial. ya que constituye las reglas del juego para vivir en sociedad. La estructura de las alógicas no respeta el orden secuencial y unilineal tradicional y por ello se las aprecia como fragmentadas. y aunque la vida cotidiana se presenta también como fragmentada en general. én ese ámbito de lo pnvado, no afecta necesariamente la convivencia_ Los r.onceptos de principio y final existen pero se muestran de otra manera, pueden ser intercambiables en su ubicación. Siempre presentan un desarrollo, pero discontinuo. Puede o no inclUir una introducción, y más bien plantea procesos que problemas y soluciones específiCOS. Pueden focalizarse situaciones de manera muy particulan­ zada o por medio de visiones más globales o integrales donde se muestran con la misma validez los ritos personales internos y externos Por ello, se prioriza el uso de metáforas textuales, gestuales o icónico­ verbales, acústicas, más que mensajes específicos y desde un solo vehículo. Los temas son casi los mismos que en las lógicas. ya que son los asuntos referidos a lo humano, pero recalcando paradOJas, enigmas o dilemas en ciclos abiertos, no cerrados. Desaparece la utilización de parábolas y mensajes. El binomio espacio-tiempo. menos. newtoniano· y más relatiVista, es por esto no lineal sino alterno y flexible. incluyendo el tiempo real como parte de la presentación que se aleja asi de la representación y el concepto de Interprete. En general los sujetos se convierten en sujetos y objetos de su planteamiento. Desaparecen planteamientos unilatera­ les y I o pe rmanentes tan rotu ndos como -lo único». «la verdad», • el camino-, etc. (1999: 82). LIMINALIDAD Sobre todo en los 90, la dramaturgia ha dado varios pasos más allá en la descripción de un mundo esquizofrénico, sin raíces, alienado, incomunicado o alucinado por fantasías o pesadillas electrónicas. La paradoja de nuestra condición his­ tórica no escapa a las contradicciones entre la g)obalización, el resurgimiento de lo local o étnico o el funcionamiento de lo transcultural, que supone de algún modo la instauración de lo periférico en el centro de una cultura ya para siempre heterogénea, Nuestra existencia es híbrida y "transicíona},,: vivimos, como diría Beckett, jugando innumerables endgames en los que los universales estándares, tales como las creencias religiosas, las convicciones filosóficas o ]05 nacionalismos, han caído en crisis, y nos han dejado desamparados e hiperactivos_ Nuestra identidad es también desterritorializada y nómada, como han defendido, entre otros, Gilles Deleuze y Rosi Braidotti (1991 y 1994), que aclaran que el nómada no es necesariamente alguien que se mueve, sino alguien consciente de que su existencia y su cuerpo habitan en un intermedio (<<estar en el medio»), son fluio, un «caminar hacia» sin fin, una identidad­ entre que se deja fascinar por la soledad de los espacios vaCÍos o atraer por la idea de movilidad transnacíonaL Podríamos conectar- este marco teórico con el paradigma postcolonialista tal y como lo planteó Homi Bhabha (1994), a partir de la idea de in-betlveen como parámetro de dislocación subversiva en el plano de la enunciación 108 _ No estaría tampoco de más apuntar 10" Para Bhabha, «hybridity» es el proceso porc1 cual la autoridad (colonial) pretende tra.~ladar la identidad del colonizado (el Otro) en un marco de referencia universaIi7ador. Tal pretensión está condenada al fracaso porque en esle proceso emcrgt: una identidad híbrida que desafía la validcF y autenticidad de cualquier visión escncialista desde la cual creer • 168 Anxo Abuín González a la posibilidad de que todas estas características respondan a la influencia decisiva de la performance como actividad artísti­ ca alternativa, según la conocida tesis de Vanden HeuveJ (1993)109, Los dramaturgos contemporáneos compartirían la misma desconfianza en la idea de dausura propia del drama occidental y el mismo interés en investigar una lógica del acontecimiento basada en la inconsistencia e inestabilidad de todo acto humano yen la liminalidad de la existencial lO, en propiedades que definan una entidad de modo fijo y estab1e. Toda cultura está siempre someti da a estos procesos de h íbri dad ón. que tienen lugar en un espacio in·befween que reta el papel hegemónico del co1oni­ zador, el dercer espacio» en el que todo se decide. 109 Adelantada ya por Shimon Levy para Beckett (1990: 14). 110 El teatro es contemplado por Victor Turner (1982) o Richard Schcch ner (1988) como una realidad inclusiva, como un continuo que abarca desde los procesos de ritualización primitiva hasta las manifestaciones más sofisticádas de los escenarios europeos, desde Jo /iminal (el rito río de paSt) de un estadio personal y social a otro) hasta 10 limírlOide entretenimientos voluntarios). Esta distinción de Victor Turner es muy pertinente, pues sírve además para señalar las fases que constituyen la estructura de la acción dramática desde un punto de vista universal: ruptura de la armonía, crisis, acción reductora o reparadora y reintegra­ c.:ión hacia lo armónico. FLUJOS Como se ve, la aplicación de lo caótico (y ]0 hipertextual) se ha centrado sobre todo en el terreno de 1a performance, como género discursivo en donde el texto se concibe en términos de «máquina vítah en la que e] cuerpo humano, dividido a veces en partes dt' energía propia, adquiere cierto grado de autono­ mía. Según la concepción de Richard Schechner (1988 y 1990), a partir de Victor Turner, la performance se entiende como una manifestación de la idea de flujo (jlow) y de reflexividad, pero la aceptación del yo como lugar de transfonÍlación y de multiplicidad de idenlidades"'. Por otra parte, sí e] dram¡:l se caracteriza como archivo (lo perdurable, lo que puede a ser manejado), la performance depende del repertorio que circula en vivo a través de gestos, narraciones orales, movi­ miento, danza, canto ...: «De manera opuesta a los objetos supuestamente estables del archivo, las acciones que forman parte del repertorio no permanecen inalterables, El repertorio a la vez mantiene y transforma las coreografías del sentido» (Taylor, 2003: 79). 111 Cf Weíss (19B9) y Rayner (1994: 76-77). .• DENEGACiÓN Y CORPORALIDAD Aún así, advertiremos de inmediato sobre )a dificultad de acotar el territorío de la performance, que se entrecruza (como ejercicio multi-medía) con los de la poesía, el teatro, la música, la danza, )a pintura, el vídeo, el cine, la fotografía y los nuevos medios tecnológicos y electrónicos 112. Se insistirá, sin embar­ go, en algunas características reconocibles (sobre todo, por lo que tienen de oposición al teatro convencional y de conexión con los orígenes rituales de la representación teatral). Quizás sea la palai)ra provocación (o ironía, por lo que hay de mezcla de sublime y ridículo-grotesco) la que mejor explique lo efíme­ ro y subversivo de lapetformance! una forma que juega siempre con la frontera y el límite, sean estos altísticos, culturales o políticos. Por ello ]a performance, en su vertiente feminista, muIticultural o políticamente incorrecta (siempre el problema de la identidad como fondo), ha dado voz a grupos que habi­ tualmente permanecen en silencio. La denegación teatral tam­ 112 Sobre las relaciones entreperfonnance yvídeo es fundamental la consulta del libro de Josefina Alcázar (1998). La autora defiende que la incorpo­ ración de proyecciones de vfdeo, que supone la plasmacíón de los ideales vanguardísta~, implica llevar a es¡;cna una «cuarta dimensión» teatral. como ya ha bía señalado Envin Piscator, más allá de las dos espaciales y del tiempo. Su clasificación en modalidades de uso (superposición, comradicción, interacción, montaje y close-up) es muy útil, y su repaso por las distintas formas del «teatro de imagen» es siempre pertinente. Añade Alcázar: «Las innovaciones científicas y tecnológicas que se desarrollan en la segunda mítad del $. XX, dieron un duro golpe al imperiode la linealidad y ¡asecuencia. Marshall McLuhan señala que con la automatización se introduce el principio de la retroalimentación, o que marca el inicio del fin de la linealidad. La retroalimentación comiste en un circuito de información que introduce un t.:"mino de retorno donde antes sólo eK istía un camino lineal de información» (1998: 73). • 172 Anxo Abuín GonltÍlez poco vale para referirse a la performance: los artistas a ella adscritos no se basan en personajes previamente configurados por otros artistas, sino en la utilización del cuerpo como código único, en el desarrollo de su autobiografía, de sus experiencias en el seno de una sociedad y cultura dadas, siempre en proceso de ser mostradas a los otros. Laperformance típica, si esque hay tal cosa, es un arte en solitario, sin decorado, con escasos accesorios (y estos «encontrados~) más que «hechos» por el artista), a veces incluso sin vestuario alguno ... Si trasladásemos la dicotomía actor-personaje a lenguaje binario (O y 1), veríamos que en la performance el personaje tiende a Oy el actor a 1, al contrarío que en el teatro ilusionista, como ha señalado Renato Cohen (2004: 96). Jean Alter (1990) ha apuntado que, mientras que el teatro se sustenta en la doble de comunicar una historia con signos (la función referencial) y de hacerlo a través de la habilidad física de un actor, la performance utíliza tan sólo esta última función (performativa), por la que es la presencia humana la que genera la experiencia de un acontecimiento compartido. Erika Fischer­ Lichte ( 1997) ha analizado por ejemplo el caso de Coco Fusca y Guillermo Gómez Peña y de su montaje Two Undiscovered Amenndians Visits .. . , estrenado en la Plaza Colón de Madrid en 1992, en donde dos indios de]a imaginaria Guatínau se expo­ nían en una jaula ante el púb1ico, como si de una exhibición colonia] (ironizada) se tratase ll3 . Casi todas ]as teorizaciones al respecto inciden en que estamos ante un arte de acción -en el que los espectadores se enfrentan al artista ya su cuerpo en un tiempo y espacio reales, cuando no cotidianos- que desaparece por completo cuando esa aCClOn como señala Lizbeth Goodman en referen­ cia al teatro feminista, se trata de un teatro físico y conceptual que el papel de la performer «as the representer of 113 q: Carlson (1996: 161-162, 185-186). Escenarios del caos. Entre la hipertextualidad '" 173 herself -her body as text, her self as character 01" costume, her own movements as symbolic of the gestures and rituals of everyday life» (1993: 182). La perfomzance como «work-in­ progress» queda asimismo asociada a la posmodernídad, tal y como la hemos definido atrás, enfrentada a cualquier posibilidad de un arte perfecto, acabado, completo e inmuta­ b]e: «E] perfonnertrabaja con su cuerpo corno el pintor con la tela. Lo petrifica como materia prima sobre la cual experimen­ ta. Lo inscribe en el lo saca de él; lo funda en él y lo disuelve; 10 explora, lo manipula, lo pinta, lo cambia de lugar, lo corta, lo aísla, 10 mutila, lo encierra, lo empuja hasta los límites de la resistencia, del sufrimiento, del asco. Su cuerpo es a la vez el instrumento de la experimentación y el objeto que la soporta, sujeto y objeto a la vez» (Nitsch, 1993: 209). El cuerpo se fragmenta y se vuelve fractal, más aun si se juega con proyecciones e imágenes diferidas, o con formas de interacción tecnológica, como sucede en los espectáculos de Marcel·li AntúnezEpizoo (1994) YAfasia (1998)1l4. Epizoo supuso un llamativo juego escénico con la idea de interacción: es el público el que controla los movimientos del actor gracias a los ordenadores situados en la sala, que muestran las cambiantes imágenes gráficas de un Antúnez desnudo y que gobiernan las del robot superpuesto a su cuerpo. El hombre queda indefenso ante una máquina que lo somete por completo, salvajemente, hasta alcanzar el dolor. En Afasia (1998) Antúnez experimenta en otra direc­ ción: convertido en un insólito cyborg todopoderoso, reelabora la narración de la Odisea de Homero, bailando cíbernéticamente en compañía de cuatro robots industria­ les, con los que interacciona, controlando con sus movi­ mientos las imágenes de ordenador proyectadas detrás de él en una pantalla. Sus movimientos de street j"ighter inciden directamente en ]a creación del efecto ficcíonal del viaje de 114 Cf Grande Rosales (2000) y Oliva (2004: '. 174 Anxo Abuín v(mZale7 Escenarios del caos. Entre la hipertextualidad ... 175 Ulises por paisajes y edificios virtuales, creados en anima­ ción trepidante por el propio Anlúnez y Paco Corachán 1l5 • 15 Antúnez como sc sabe, miembro fundador de La Fura deis Baus, compañfa a la que podrían aplicarse muchas de estas ideas, En la introducción al volumen que conmemora los veinticinco años de la compañfa (AAW, 2004), Merce SaumeJl sÍtúa su estética entre la carna­ lidad y el misticismo, la naturaleza y el artificio, la groserfa y la sofistica­ ción, el primitivismo y la tecnología, Tl'aS unos primeros espectáculos en lus que La Fura ensaya la mezcla de música, circo y teatro callejero (la animación, la fiesta. los espacios abiertos), en octubre de 1983 comien­ zan las representaciones de Acciotls, una "alteración ffsica del espacio» mediante la manipulación de productos residuales que simula un des­ censo ad inferos, con elementos pirotécnicos y un simulacro de actior¡­ painting incluidos. En 1985 presentan en Sal-celona Su vo/Su z, una evocación de la barbarie tribal, un viaje a los orígenes. En palabras del crítico Eduardo Haro Tecglen, era la representación de "una banda de jóvenes predadores humanos, el estadio final animalesco de una civiliza­ ción que pudo empezar con el animal; utilizando la chalana .Y los símbolos rotos: la máquina. el televisor, el carro del supermercado", Desde un punto de vista formal, SuVo/SU'l. era interesante, primero, según M. L Borras (1985). pore! uso de un espacio m uy di nám ko, el cual, ocupado por un espectador-cómplice que se involucraba en la acción, había de serconquistado poeoa poco por los actores; y, en segundo lugar, por la gran va ri edad de objet os que lim ita ese espacio, desde los artefactos automáticos. que remiten a Francis Pi<:abia, hasta las herramíentas o máquinas erigidas en símbolo de poder y dominio. En 1987 comienzan los ensayos de Tier Man, la tcrcera de la trilogfa, una metáfora dela guerra y de la reconstrucción de una sociedad feudal después del desastre; una reflexión sobre las relaciones de poder, representado por el dios blanco y sus dos dioses antagonistas El inútil y El enano, y el hombre, en un marco escenográfico compuesto de tres tarimas fijas, cuatro torres de megafonía y algunos elementos móviles (rampas con medas, grúas de acero, mo­ tocultores de cuatro meda.:;, cajones de madera, robots), en el que desempeñan un papel importantísimo la música computerizada y el mido de todo tipo (sirenas policiales, campanadas, bocinazos). En 1990 estrenan' el espectáculo Mugra, en colaboración con la vídeo-artista Rebecca AlIen, que desembocará más tarde en el cuarto trahajo de lenguaje furero, Noun, una historia futurísta -el enfrentamiento del hombre con la máquina--, llena de imágenes sugerentes, de violencia controlada, desalTollada bajo una carpa. La narracíón multimedia Se' afianF.urá aun más en Manes (1996), un autohomenaje que se rinde la mmpañía. Parafraseando de nuevo a Merce SaumeIl, La Fura es exponente de un modo de expresión escénico polisensorial y se puede resumir en términos de ritualidad, transgre­ slon y dlversmcación, en la búsqueda de un espectáculo total en el que la vivencia del espectador sea completa. La compañía ha investigado en los últimos años en el ámbito del llamado teatro digital y así se lee en su «Manifiesto binario»: "El teatre digital és la suma d'actors i bits Oi 1 qlle es desplacen per la xarxu. Al teatre digital els actors poden interactuar desde llocs i temps diferents ... Les aecions de dos actors ubicats a dos lIoes i temps dífcrents coincideíxen a la xarxu de temps infinits i espais virtuals. f.. J El Teatrc Digital fa referencia a un llenguatge binari que relaciona l'organic amb l'inorganic, el material i el virtual, J'actor de carn i ossos amb l'avatar, l'espectadorpresencial amb l'internauta,l'escenari fiSle amb el cibcrespai. El Teatre Digital de La Fura deis Baus permet cscenans d'interacció dins i fora de la xarxa. inventant nous periferics j interfícies hipermedia. L'hipertexti e1s seus prolocols creen nous tipus de narrativa més semblants al pensament o als somnis. creant un teatrc interior en el qual el somní esdevé realitat (virtual), lnternet és la visualització d\m pemament co!,lectiu, organic i caOtic, descnvolupant­ se sensc una jerarquía definida)) (en Ilttp:/!www.lafura.cam/wtrada/ index2.hrm). el: Blanco (2004). • FORMAS ESPACIALES Richard Kostelanetz (1977), [Bonníe Marranea (1984)] o [Roselee Goldberg (1979)] vieron los antecedentes de esta tradición performativa en las vanguardias artísticas y teatrales -la danza experimental, el cine, la estética de John Cage, la cultura pop, la pintura experimental, los happenings, y los ismos arlísticos de principios del siglo XX, especialmente el futurismo, el dadaísmo y el surrealismo l16 . Se trataba en / 116 Algunos hitos que deben ser recordaáos en este recorrido.',onPíes (J 91 5). de Marinetti, una sintesi que consistía en mostrar, en siete escenas inconexas, sólo los pies de los intérpretes y los objetos que los rodeaban (dos sillones, un sofá. una mesa y una máquina de coser). Todo acababa con los actores dándose patadas en las espinillas. O la Salida de sillas, dentro del espectáculo Están llegando (1915), en donde "los asientos mismos se convertfan en los personajes principales. En una lujosa habitación Huminada por una gran araña de luces, un mayordomo simplemente anunciaba: "Están llegando". En ese momento dos criados disponían deprisa ocho sillas con herradura detrás del sillón. El mayor­ domo atravesaba la habitación corriendo mientras gritaba "Briccatira Kamekame" y salía. Repetía esta curiosa acción una segunda vez. Luego los sirvientes redisponían los muebles, apagaban las luces de la araña y los decorados permanecían débilmente iluminados "por la luz de la luna que entraba por las contraventanas". Luego los criados apretados en un rincón, esperan temhlorosos con evidente dolor, mientras las sillas abandonan la habitación» (Goldbcrg, t 979: 26). Hugo sall fue el autor de Karawane (Cabaret Voltaire, 1916). un recitado. La escena se convierte en lugar de espontaneidad, tensión y locura incomprensibles. Una vez finalizada la actuación, nada de su arte permanece visible. Rugo Ball defínía su espectáculo del siguiente modo: «1 had made myself a special costume ... My legs were in a cylinder of shiny blUf cardboard, wich carne up lo my hips so that llooked Iike a obeslísk. Over it 1 wore a hugc coal collar out of cardboard. scarlet inside and gold outside. It was fasteneJ at the neck in such a way lhat 1 could give the impression of winglike movement by raising and lowering my e1bows. 1 also \Vore a high. bluc­ anu-whiTe striped witchdoctor's hat. On 2111 three sides of the stage r had '. 178 Anxo Abu(n Gonzále<. definitiva de crear imágenes, inventar rituales, imaginar cere­ monias, objetificar lo impredecible, establecer y realzar atmós­ feras para sitios, tiempos, situaciones y personas particulares. «Notes on Spacial FOrTI1») (http://sjschmidt.netlessays/textel set up music stands facing thc audience and 1 put my red-penciled manuscript on them; I officiated at one stand after another. [",] Everyone was curious. 1 could not walk inside the cylínder so 1 was camed onto the slage in thc dark and began s]owly and solemnly: gadji beri bimba! glandrich lavli lonní cadori/gadjana bim berí glassalaiglartdridi glassala ¡uf/in í zimbrabimiblassa galassasa tuffmizimbrabím..." (en Melzer, 1994: 62-63), Siguieron el desconcierto y los aplausos para esta forma de antí· arte: «Evcry spontaneous impulse, every messagc from within, was therefore greeted as an expression of pure rcality, and every possible arli~tic technique was acceptable to provoke thcse impulses. Absolute spomaneity, chl:\nce regarded as the intervention of mysterious and wonderful forces, pure aulomatism as a revelation over which consciousness has no control, thcse beca me the technique that opened the way to a more comprehensive view of the relationship belween self and the world,. (1994: 58-59). Por su parte, Les Mamelles de Tírésias (24 de febrero de 1917), de Apollinaire, presentaoa un sketch surrealísta: «Empleando algunas ideas propias de Jarry. como representar el pueblo entero de Zanzibar (donde transcurre la acción) en un actor, también incluyó en el atrezzo un quiosco de periódicos, que "hablaba, cantaba e incluso bailaba". La obra era en esencia un llamamiento a las feministas, que "no reconocen la autoridad del hombre" para que en el proceso de su emancipación no abandonaran sus facilidades de productoras de niños. "Que me hayas hecho el amor en Connecticutlno significa que tenga que cocinar para ti en ZanzÍbar", gritaba la heroína Thérese a través de un megáfono, Entonces se abría la blusa y dejaba volar sus pechos -dos enormes globos, uno rojo y otro azul- que pennanecfan sujeto;, a su cuerpo por cuerdas. Con estos demasiado prominentes de su sexo, decidía que sería mejor la belleza, "que puede ser causa de pecado" desembarazándose de los pechos por completo, y los hacía explotar con un mechero. Con un desarrollo total de barba y bigote, anunciaba que cambiaría su nombre al masculino "Tírésias"" (Goldberg, 1979: 78), En la en el espacio con geometría plana y delíneaciones espaciales, de Oskar Schlemmer, interpretada por Werner Síedhoff, la superficie del suelo se dividía en eje" directrices y diagonales, completa­ dos por un círculo. Los alambres en tensión convertían el escenario en un cubo. Los trajes remarcaban el perfil del cuerpo, destacando los gestos, la caracterización y las armonías de los colores del vestuario. Escenarios del caos. Entre la hipertextualidad '" 179 kostelJ.htm), Richard Kostelanetz entronca las nuevas corrien­ tes pictóricas, musícales y teatrales con la escritura modernista como forma espacial: la ficción se fragmenta y desordena independientemente de la secuencia temporal o de la acción narrativa l17. El espectador debe hacer ejercicio de reflexión y asociación para recomponer algo parecido a una secuencia lineal (una utopía, realmente). Esta es la manera más auténtica, dice Kostelanetz, de rel ratar la vida en proceso y en toda su comple­ jidad, sin principios ni finales, sin argumentos; es, además, el mejor mecanismo para absorber al espectador dentro de una realidad que se expone desde los ángulos más diversos y contradictorios. En realídad" podríamos retrotraer todas estas cuestiones a los años 60 de] siglo pasado. Richard Kose]anetz hablaba entonces del ({teatro de medios diversos» que incluía los happenings y otros tipos de experimentación representativa que desenfatizaban el lenguaje verbal para subrayar otros elementos como el sonido y la luz,.1os objetos, el decorado y el movimiento, a menudo con la ayuda de películas, grabaciones, radio y televisión 118. Los happenings puros o las llamadas 117 118 Steinman comenta: "Performer/director Mathew Maguire, in a manifesto on performance, wrote: ". fragment, suspend and recombine the many storics coming into my eyes, Each one is a straight, linear story -but r don't experience reality that way. They'rc f100ding me at once, interwcaving, overlapping, intercutting, overriding, inlcrhinding, I take thc J chop them up, [ kcep them all floatlng at once, und then 1 reintegrate them so thcy tit at the same time. Then I go into a vast free fallO>. Collage, Maguire affinns, is the form best suited lo this reintegration of inner/outcr realíty as "Composite theatre" is the term Meredith Monk has dance/music amalgamationo (1995: 134). El happening es un espct:táculo teatral basado en la improvisación de los actores y en la ausencia absoluta de historia y de texto literario previo, presentado con la intención de provocar la sorpresi:I y el asombro del público, que es de algún modo agredido en cuanto a sus convicciones "morales e ideol6gíca~. Se tntta de la puesta en funt:ionamicnto, en un lugar aparentemente casual (una calle, una plaza o un supermercado), de -. 180 I¡ ((representaciones en escena» estaban estructurados libremen­ te a través de la improvisación, dentro de espacios teatrales poco tradicionales, Ejemplos ilustrativos de esta actividad- de vanguardia fueron el Living Theátre, Robert Wi1son, Richard Foreman y The Ontological-Hysteric Theater o The Wooster Groupl 19, y también]a danza-teatro moderna -Meredith Monk e Martha Clark en Jos Estados Unidos, Pina Bausch e Johann Kresnik en Alemania o Maguy Marin en Francia, Bonnie 11 119 ~. Anxo Abuín González, actos y mecanizados en los que los actores interaccionan con objetos cotidianos. Las etiquetas varían según los autores (poema en acción, collage animado o escultura móvil) pero todas ella~ ponen de manifiesto que estamos ante un teatro lÍe naturaleza intennedial, tam­ bién llamado de medios mixtos (Marco de Marinis, 1987), concebido a partir de la combinación nu jerarquizada ni sincronizada de distintos medios expresivos (artes visuales, danza, músíca, fotografía y cine). Para Michael Kirby (1965), el happening se caracterÍza por su carácter no verbal (los valores fonéticos prevalecen sobre los semánticos), la estruc­ tura compartimentada (no funciona la lógica causa-efecto), la ausencia de historia y de (sólo hay" tareas» que realizar mecánicamen­ te), la puesta en marcha de acciones indeterminadas, la cosificación del actor con el objeto) y la deconstrucción temporal (la brevedad o la y espacial (la simultaneidad y la fragmentaCon todo. Kirby insiste en que el happenirzg no debe ser asimilado exc1usivamentecon la improvisación del actor, ya que este puede reaccio­ nar "funcional y no estéticamente" frente a las acciones de sus compañe­ ros, Habría que añadir, por último, como característica fundamental, la «eliminación do espectador», que, una vez rotas sus expectatívas • bur­ guesas», debe asumir un rol de participante activo. El origen de esta forma teatral está en los 18 happerzings in 6 parts, que A1Ian Kaprow presentó en la Reuben Gallery de New York en ]959. El éxito de este espectáculo, fundado en la heterogeneidad de sonidos, acciones y objetos que, acumulados o ensamblados de una manera aparentemente fortuita, debían producir la sorpresa y la inmersión del espectador, provocó, primero en los Estados Unidos y luego en toda Europa, una eclosión de happel1Íngs en los 60, a cargo de pintores (el propio Kaprow o Robert Withman), músicos Monte Youngo Tcrry Riley) y bailarines (Mew: Cunningham o Meredith Monk) , pero a ella no fueron ajenos los esJuer1.0S de Jerl-y Tadeusz Kantor, Carmelo Bene y Richard Schechner, de quien debe consultarse su Performance Theory (1988). Cf VandeIl Heuvel (1998: 97-ss.). E:.cerzaríos del caos. Entre la hipertatualidad ... 181 Marranea habló a finales de los 70 de] «(teatro de ]as imágenes)! para describir un modo de representación que rechazaba el argumento, el personaje, la localización yen especial el lengua­ je y enfatizaba e] proceso, la percepción, ]a manipulación tiempo y e] espacio o e] empleo del tablea u para crear una gramática visual "escrita" en sofisticados códigos perceptua] es. 1--''''1-.....'<> Pavis hablará más tarde de deatl"O multimedia») para "'At-"",...,..",,,,, ya no sólo a un pl"Oducto sino también a un consumi­ dor habituado al consumo voraz de cultura electrónica y masiva J20 • 120 Cf, ViIlegas-Silva (1999). '. PERFORMANCE Y TECNOLOGíA: ROBERT WILSON y LAURIE ANDERSON Imposible no volver en este punto sobre la figura de Robert Wílson y la relevancia de SU Einstein on the Beach (Avíñón, julio de 1976), Por un espacio de cinco horas, con música de Phílip Glass, los bailarines Lucinda Childs y Andrew de Groat, evolu­ cionaban en decorados que representaban un castillo surrealista, una salade tribunal, una estación de ferrocarril, una playa, con torres, un enorme rayo de luz que colgaba p;¡r encima del centro del escenario en un punto y una fábrica de ciencia­ ficción con luces parpadeantes y símbolos de ordenaJor, Las óperas vi.suales de Wi]son de los seten ta, especialmente Deafman Glance (1970), la de ciento sesenta y ocho horas de duración KA MOUNTAIN AND GUARDenia TERRACE, estrenada en el fes­ tival Shíraz de 1972 en Irán, A Letter for Queen Victoria (1974) y Einstein on the Beach (1976) lo colocaron como uno de los principales artistas teatrales de SU generación. La escenografía visual de Wilson representó en ese momento una especie «libertad imposible», la apertura de un espacio visual que conducía hacia lo hermético, intolerablemente para algunos, lejos de los parámetros de la narrativa literaria y lineal o del drama psicológico I 21. Su manipulación del espacio y del tiem­ po para dar cuenta de una realidad múltiple (es célebre su uso del movimiento ralentizado), su fusión de artes visuales, musi­ 121 «There was a momenl in the sevcnties when Robert Wilson's visual scenugmphy had crealed a kind of impossible freedom, an intolerable and radical hermetic openness of visual space complelcly removed fmm lhe paramder1> of lileral)', linear nalTative or psychological drama yet densely populated wíth landscapes and geogmphies of abstr,Kt ur found imagc-movcmcnl, unlikely constructions of lime in space, colon; o[ dreams one might dream, associations of a natural wurld one doesn't rcmcmbcr» (Birringcr, 1998: 11), -. 184 Anxo Abuírz González cales e interpretativas, su empleo de técnicas casuales y de collage en la construcción, su uso del lenguaje por el sonido y la evocación en vez de por el significado discursivo, todo muestra su relación cercana al primer trabajo experimental en teatro, música, artes visuales y danza. Hablando de Einstein on the Beach, Wilson aconseja: «No tienes que pensar en la historia, porque no la hay. No tienes que escuchar las palabras, porque las palabras no significan nada. Sólo tienes que disfrutar el decorado, los arreglos arquitectónicos de tiempo y espacio, la música, los, sentimientos que todo evoca. Escucha las imáge­ nes» (eit. por Shyer, 1989: XV)122. Muchas veces se ha empleado la expresión wagneriana de Gesamkuntswerk para definir el trabajo de Robert Wilso)'). Pero, como señala Luis Roberto Galizia (1986), el teatro «exuberante» y onírico de Wilson está más cerca de las técnicas eiseinsteinianas de la yuxtaposición por la multiplicidad de lenguajes empleados y por la divergencia final de significados. No hay exactamente fusión o unidad sino una suerte de collage o «simultaneísmo) de proposiciones contradictorias que se presentan al público. En Video 50, un trabajo para televisión realizado a finales de los 70, se acumula una serie de imágenes extrañadas, separadas de su contexto y sometidas a una elaboración no lineal; son fragmentos de acciones que se suceden de modo caótico y arbitrario, como fenómenos espontáneos de la mente humana. Los textos inclui­ dos en sus obras, sobre todo desde A letter for Queen Victoria (1974), enfatizan las posibilidades sonoras del discurso y su incapacidad cognitiva, a partir de la desintegración dcllenguaje y de la construcción de estructuras fonéticas abundantes en recursos como la onomatopeya o la aliteración (véanse los textos recogidos por Richard Kostelanetz en Text-Sound Texts, 1980, y subráyese la importancia en este proceso de los libretos de 122 Puede verse el mtículo de Randall Packer (2004) sobre el montaje de Wilson y Glas.~ MOl1srers n( Crace 1.0, que alterna las proyecciones en 3D y las vifietas representadas en escena. Escenarios del caos. Entre la hipertextualidad ... 185 Christopher Knowles). También en el ámbito de la danza estas ideas están presentes: se desarrolla un número limitado de movi­ mientos simples (leitmotíve), como el famoso giro de Wilson­ Andrew de Groat, y se los ofrece lentamente al público en variaciones estructurales diferentes (repetición, adicíón, sustrac­ ción... ); se combinan las fonnas preestablecidas y las espontá­ neas; la selección final, que guarda relativa independencia con respecto al código musical, queda despojada de cualquier sentido psicológico, de manera que la fonna exterior carece de causa u origen. En Einstein, como ha señalado Stefan Brecht (1978), parecía además que la danza no es tuviese relacionada con el resto del espectáculo o lo estaba de una manera difícil de precisar. Obras «a lo Robert Wilsonf) se convirtieron en una parte tan importante de la escena experimental como un nuevo género, la «Nuova spettacolaríHl» o «el teatro de los medial>. Los espectáculos visuales de Jan Fabre en Bélgica, como The Power ofTheatrícal Madness (1986), de La Fura deIs Baus en España, que se reveló ante el público internacional con su Suz)olSuz (1990), o del francocanadíense Robert Lepage en performances como Needles and Opium (1992), The Seven Streams ofthe River Ota (1996) yel más reciente Geometry 01' Miracles (1999) extendieron internacionalmente este tipo de espectáculo en formato multimedia, en el que la narración se quiebra en continuas fugas hacia lo rítmico, lo musical o lo onírico 123 • Laurie Anderson hle también una de las primeras en expe­ rimentar con éxito en este contexto tecnológico. Especialmente gracias a su producción de 1983 United States, esta artista ha hecho historia en la performance modcrna 124 • United SrQles es un «retrato en performance del país» y de la cultura de los medios, de siete horas de duración, un retrato que combinaba historias, canciones (la célebre «O, Supennan» ocupaba con lZ3 124 Cf Rush (1999: 70·71). C( Goldberg (l993) YLista (1997: 339-340). 1 .. ' 186 Aruo Abuín Gotlzález sus ocho minutos un lugar central en el espectáculo), proyec­ ciones de diapositivas, películas y, en una especie de homenaje a la tradición del arte de la performance, un solo de percusión tocado en el cráneo ampliado de Anderson. People Weekly, consciente del atractivo populista de Anderson, caracterizó ]a obra corno un « tecno-vodevil proyectib). Las canciones e histo­ rias surgen de los sueños y experiencias de Anderson, aunque con matices: en sus propias palabras, {(si yo sólo me estuviera expresando a mí misma, no pienso que la gente estuviese muy interesada. Intento escoger cosas que hagan decir: "Yo también pensaba eso hace dos días; no lo decía exactamente así pero tenía esa idea"»125. De forma nada sorprendente, se recurre rápidamente a I las nuevas tecnologías del procesamiento de imagen. En su mayor parte, estas tecnologías se utilizaban para intensificar las maneras de combinar (mediante el montaje, el collage, el recorte o la superposición) diferentes clases, estilos y tipos de imágenes dentro del mismo texto. El resultado fue una profundización aún mayor en lo que ya era un género visual extremadamente ecléctico, un género, además, que pro­ ducía efectos de imagen deslumbrantes sin prestar demasiada atención a las nociones convencionales de creación de sentido, De United States procede esa célebre frase: «Language is a virus from outcr spacc», dedicada a WiIliam Burroughs: un virus opera autónomamente, se ajusta a su «huésped» y comienza a crecer; del mismo, modo el lenguaje funciona como un virus que nos infecta, poseyéndonos. Georges Bataille entendía tam­ bién el lenguaje en términos de contagio; los seres humanos no somos más que conductos para el proceso de comunicación, nodos de una inmensa red por la que se transmiten ideas. Escenarius del caos. Entre la hiperrextualidad ... imágenes. La propia figura de Anderson se convertía en media­ dora en todo este proceso, como una especie de viajera iniciada (y experta) en los espacios alegóricos de la tecnología: el resultado es la creación de algo parecido a la «Nueva Mujer» soñada por los constructivistas soviéticos, programada gracias al empleo de micrófonos, secuenciadores, instrumentos musi­ cales o voces enmascaradas. "More directly, she is punning on the paradox of narrow "closed circuits" from within the electronic circuits and loops of her own amplified voices, in the largcr context of a radicalIy diminished experience of depth in these Uníted States that she links to the language of the future: the binary code of the computer 0+ 1» (Birringer, 1998: 65-66). En su análisis de las performances de Laurie Anderson (sobre todo Vníled States), Eleanor Antiny Carolee Schncemann, Henry Sayre (1989) la idea de nomadismo implica la defensa de que la obra de arte existe más allá de los códigos y reglas sociales, precisamente en el lugar de la marginalidad y ]a desterrilorializacíón en el que un medío entra en conflicto con otro: "Eventua]]y, it starls to get light and you look out and you ,'ealize you have absolutely no idea where you are», señala Anderson. La clave reside en dejarse llevar por las fuerzas de lo inconsciente y )0 subterráneo y por la intensidad y fluidez del momento. Susan Broadhurst se refiere por su parte a lo liminal como característica de la performance, recordando precisa­ mente que, en palabras de Victor Turner (1990: 11~12), la liminalidad puede ser descrita como un caos fructífero, una nada fértil. un almacén de posibilidades que implica la creación de nuevas formas y estructuras 126 • Lo que caracterizaba Uníted States era una concepción implosiva del teatro, que se deslizaba con comodidad entre géneros muy'variados y que creaba sensaciones espaciales muy diversas a través de la música, la voz o las proyecciones de 12, C[ CalT (1994) y Howdl (1992: i5). 187 126 Cf: Rush (2002: 41) y Gcmini (2003: 24). ., TIPOS DE PERFORMANCE La inupción de las nuevas tecnologías ha dado lugar a la creación de nuevas formas teatrales que Laura Geminí resume en el siguienle cuadro: Forma de la relaciJn Interacción Hombre-hombre (performer-espectador) /' lmeracción tecnológíca Hombre-máquina (performer-máquína y/o espectador-máquina) ln/erucci6n mula L Forma de performance Pertormance teatral clásica y vanguardista Radiodrama, teleteatro, videoteatro Es\.:ena electrónica hombre·hombre (performer-espcctador) 2. 110mbre-máquina (perfonner-máquina y espectador-máquina) Interacción lecrwlógica/tecrlOlogia interactiva Performance on line hombre-máquina-hombre (performer-máquina-espectador) (Apud Gemini, 2003: 174) I, J 1 I I Se abre así lo que esta autora llama {(juego de Íncerteza", porque el ámbito de la performance se muestra perennemente abierto a cualquier innovación tecnológica, de acuerdo con la idea de que en lre tecnología y arte se establece una interrelación inevitable, íntima e intensa, de experimentación. Esta per­ meabilidad se plasma en un amplio abanico de posibilidades que van desde la participación a Ja interactividad, desde el teatro tradicional hasta la perfonnance OH fine, aunque es 1 /'