Familia y salud

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Familia y salud
La familia es transmisora de hábitos y creencias vinculadas a salud, agente
socializador de estilos de vida, de prácticas saludables o patógenas, y de
modelos de resolución de problemas en salud.
Se han identificado características globales o específicas de la familia que pueden ser considerados como
factor causante o condicionante de la alteración de la salud o inversamente como agentes protectores
Los solteros sin hijos tienen una mayor morbimortalidad que casados y padres de familia.
Las embarazadas que reciben más visitas y apoyo de sus familias presentarían menos complicaciones durante
embarazo y parto.
Las familias transmiten algunas enfermedades de manera directa a través de la transferencia biológica del
ácido desoxirribonucleico (ADN). Dada esta transmisión genética algunos individuos son más vulnerables a
numerosas enfermedades graves. Las familias comparten conductas ligadas a salud tales como dieta, ejercicio
y hábitos como fumar y consumo de alcohol. Sabemos que los patrones de conducta de larga duración pueden
reducir o exagerar los riesgos genéticos.
La familia define y decide acciones frente a salud y enfermedad. Las personas que no tienen familia recurren
en forma más tardía o inadecuada a pedir atención de salud, cuando el problema se ha agravado o cronificado
La familia influencia la expresión de síntomas psicológicos. También se reconocen tendencias familiares
relacionadas con la presencia de síndromes dolorosos crónicos.
Se aprende en la familia modos de relacionarse y manejo del estrés, configurando rasgos de personalidad que
se
asocian
a
enfermedades
somáticas.
Existe una correlación positiva en que, a mayor estrés familiar, más enfermedades y, entre mayor pertenencia
a redes sociales, mejor desenlace de los procesos mórbidos.
La familia puede ser mediadora del impacto de factores estresantes o generador de estrés.
Los
eventos
más
estresantes
están
relacionados
con
etapas
del
ciclo
vital.
En sujetos con cáncer se ha observado más eventos estresantes (pérdidas significativas) que grupo control, el
año previo a la presentación de la enfermedad.
Familia
Familia:
“Cualquier grupo de personas relacionadas por vínculos biológicos,
emocionales o legales”.
El censo en Chile la define como “un grupo de personas emparentadas entre sí que viven juntas bajo la
autoridad de una de ellas”.
La Comisión Nacional de la Familia (CNF) considera a la familia como “un grupo social, unido entre sí por
vínculos de consanguinidad, filiación (biológica o adoptiva) y de alianza, incluyendo las uniones de hecho
cuando son estables”.
La ONU ha definido familia como el “grupo de personas del hogar que tiene cierto grado de parentesco por
sangre, adopción o matrimonio, limitado por lo general al cabeza de familia, su esposa y los hijos solteros que
conviven con ellos.”
En línea con esa definición se puede entender la familia como una unidad biopsicosocial integrada por un
número variable de personas, ligadas por vínculos de consanguinidad, matrimonio y /o unión estable, y que
viven en un mismo hogar.
Conviene no confundir familia con hogar; éste es el espacio físico donde habita la familia. Un mismo hogar
puede ser ocupado por más de una familia.
La familia es una experiencia intergeneracional, en que cada ser humano nace en presencia de -al menos- otra
persona, que requerirá de otros para su sobrevivencia, estableciéndose una relación que durará años. “No sólo
recibimos la vida de otros y con otros, sino que la vida humana sólo es posible con otros” ( SERNAM 1994).
En Chile, hemos observado, que el afecto y sentimiento de pertenencia, son dos elementos poderosos al
momento de definir quienes componen nuestra familia, pudiendo incluirse no sólo a los miembros de la
familia nuclear sino también a parientes distantes geográficamente y a “pololos” y amigos.
La familia como sistema social tiene características propias que la hacen diferente a múltiples organizaciones:
se puede ingresar a ella por nacimiento, matrimonio o adopción, y sólo se la puede abandonar al morir. No es
posible renunciar ni ser despedido de la familia, sino de un modo figurado o metafórico.
La familia es la base psicobiológica del desarrollo de la persona. Es considerada al mismo tiempo cómo un
mecanismo biológico y cómo una institución social que permite la sobrevivencia del individuo y de la especie
al aumentar las capacidades innatas que cada persona trae al nacer.
Familia y enfermedad
Ante una enfermedad, un conflicto o una crisis ponemos en marcha una serie de mecanismos defensivos, de
adaptación, una serie de instrumentos económicos, afectivos, de conducta, etc., que denominamos recursos.
Los recursos pueden ser personales, familiares o externos. Cuando somos incapaces de dar respuesta de forma
personal a una situación conflictiva, solemos recurrir a la familia. En ocasiones, ésta tampoco puede
responder a nuestra demanda, en cuyo caso podemos utilizar los recursos externos. Entre éstos incluimos los
servicios de la comunidad, los profesionales de la salud, los vecinos, etc. Desde la antigüedad, los médicos y
los propios pacientes sabían que la familia era, en muchas ocasiones, el único y el más importante de los
recursos. Ahora bien, ¿porque usamos la familia como recurso? : La enfermedad de un miembro de la familia
afecta la conducta de toda ella y, por otra parte, determinadas disfunciones familiares son la causa de la
enfermedad de uno de sus miembros. También la cohesión familiar es un recurso muy importante, aunque
algunos de sus miembros estén a mucha distancia. El amor, el afecto familiar, suele ser un recurso familiar
inestimable.
La familia es el contexto social primario para el tratamiento de la enfermedad y la promoción de la salud. En
primer lugar, las familias transmiten algunas enfermedades de manera directa a través de la transferencia
biológica del ácido desoxirribonucleico (ADN). La investigación genética ha aumentado nuestro
conocimiento de que muchas enfermedades tienen factores genéticos importantes que aumentan la
probabilidad de aparición de dolencias. Dada esta transmisión genética algunos individuos son más
vulnerables a numerosas enfermedades graves como la depresión, el alcoholismo, el cáncer de mama, el
cáncer de colon y la diabetes mellitus de inicio en el adulto, por nombrar tan solo algunas. Sin embargo,
resulta frecuente que estas enfermedades no estén determinadas genéticamente al 100%. Los patrones de
conducta de larga duración pueden reducir o exagerar los riesgos genéticos. Tanto los riesgos como la
conducta relacionada con la enfermedad tiene sus orígenes en la unidad familiar. Así por ejemplo, los riesgos
genéticos se ven agravados por patrones de conducta adversos, si ambos progenitores son obesos e
hipertensos y uno de ellos presenta diabetes mellitus de inicio en el adulto; si ambos siguen una alimentación
rica en calorías y grasas, y si ninguno de ellos realiza ejercicio de manera regular. Esta familia transmite a la
siguiente generación tanto la probabilidad hereditaria de enfermedad como la conducta que es más probable
que haga que la enfermedad (diabetes mellitus) pase a ser activa en sus hijos. Además estos padres muestran a
sus hijos su falta de cumplimiento de las recomendaciones médicas de modificar la dieta y los patrones de
ejercicio físico. Lamentablemente, esta conducta aumenta más aún la probabilidad de aparición de obesidad,
diabetes y de hipertensión en los hijos.
Qué sucede cuando alguien se enferma. Los lazos de afecto y de protección entre los miembros de una familia
permiten una rápida alerta cuando uno de ellos está en dificultades, cuando hay un problema de relación o
cuando la globalidad está en peligro. La presencia de un problema desencadena mecanismos interaccionales
ya probados con anterioridad en otras situaciones difíciles para proteger a la persona en riesgo. Habitualmente
el sistema familiar evita así que el problema prosiga.
Una exigencia transitoria de adaptación en una familia capaz de cambiar para enfrentar su problema, puede
redundar en una mayor riqueza de opciones de acción, tanto individuales como grupales. Las personas y la
familia estarán en mejores condiciones para colaborar en la recuperación de la salud del paciente y
aumentarán su confianza en los propios recursos para enfrentar otros problemas en el futuro. El sistema
familiar no sólo aprende a resolver el problema especifico, sino también; aprende a resolver problemas en
general y además, aprende que tiene la capacidad para resolver problemas. Puede ser que una enfermedad sea
más grave, tenga una connotación peligrosa para la familia o que ocurra en un momento de mayor
vulnerabilidad. Entonces un problema de salud en vez de desafío activador, constituye un peso difícil de
sobrellevar y se acompaña de malestar en uno o más miembros de la familia, incomodidad que aumenta a
medida que se mantiene la situación. Es posible que esa dificultad a su vez active nuevos mecanismos
protectores del sistema, reduciendo el agobio y descubriendo otros ajustes menos desgastantes. Cuando la
situación desagradable no se revierte puede generar enfermedades adicionales en la familia.
En 1967, Holmes y Rahe construyeron una escala de sucesos vitales y pidieron a una muestra aleatoria de la
población que clasificara 43 sucesos vitales según el grado de estrés que suponían que generaban. Muchos
estudios retrospectivos y prospectivos realizados utilizando esta escala han demostrado que el desarrollo de
una amplia gama de distintas enfermedades suele ir precedida de un aumento de sucesos vitales estresantes.
La mayoría de los sucesos de la escala de Holmes y Rahe ocurren en el seno de la familia, y 10 de los 15 más
estresantes son acontecimientos familiares. En un estudio prospectivo realizado sobre 1000 párvulos se
encontró que los sucesos estresantes familiares presentaban una alta correlación con subsiguientes visitas al
médico e ingresos hospitalarios a causa de muy diferentes enfermedades. Los niños cuyas familias habían
experimentado más de 12 sucesos vitales presentaban una probabilidad 6 veces mayor de ser hospitalizados
durante los 4 años que duró el estudio. El suceso vital que induce mayor estrés es la defunción de un cónyuge,
y las consecuencias que tiene este proceso de duelo en la salud han sido objeto de numerosos estudios. En un
estudio realizado en Finlandia durante la semana inmediatamente a la defunción del cónyuge las tasas de
mortalidad fueron mayores y doblaron la media.
Clasificación estructural de familias
Las dos estructuras familiares tradicionales son la familia extensa,
caracterizada porque viven en el mismo hogar tres o más generaciones y la
familia nuclear formada por dos generaciones, los padres y los hijos. A lo
largo de los siglos ha ido aumentando el número de familias nucleares en
detrimento de las familias extensas. Fue la revolución industrial la que dio
lugar a una mayor transformación en la composición de las familias.
Junto a estos dos tipos de estructuras familiar se pueden dar otros, en marcado incremento en estos últimos
años, como la familia monoparental y las personas sin familia.
La Comisión Nacional de la Familia (CNF) clasifica a las familias en:
Familia nuclear: es aquella integrada por una pareja adulta, con hijos o sin ellos, o por uno de los miembros
de la pareja y sus hijos. Puede a su vez subdividirse en:



Familia nuclear simple: Integrada por una pareja sin hijos.
Familia nuclear biparental: integrada por el padre y la madre, con uno o más hijos.
Familia nuclear monoparental: integrada por uno de los padres y uno o más hijos.
Familia extensa: integrada por una pareja o uno de sus miembros, con hijos o sin ellos, y por otros miembros
que pueden ser o no parientes. Esta familia puede subdividirse tal como la nuclear, en simple, biparental y
monoparental.
• Familia compuesta, integrada por dos parejas que viven bajo el mismo techo generalmente ligada por lazos
de consanguinidad: pareja de padres con un hijo casado y cónyuge o abuelos, ambos vivos y padres de varios
hijos. Es, por lo tanto, una variedad o forma especial de familia extensa.
Clasificación de familias (de la Revilla)
1- Familia extensa: es aquella en la que se mantiene el vínculo generacional, conviviendo en un mismo hogar
más de dos generaciones.
2- Familia nuclear: es la formada por dos individuos de distinto sexo, que ejercen el papel de padres, y sus
hijos.
2.1 Familia nuclear con parientes próximos: se refiere a aquella familia que tiene en la misma localidad,
pero sin vivir en el mismo hogar, a otros miembros de las familias de origen, fundamentalmente a los padres
de uno de los cónyuges.
2.2 Familia nuclear sin parientes próximos cuando no tiene ningún componente de las familias de origen
en su misma localidad.
2.3 Familia nuclear numerosa es la que está formada por los padres y más de 4 hijos.
2.4 Familia nuclear ampliada recibe esta denominación cuando en el hogar conviven otras personas y se
subdivide en:
2.4.1 con parientes (abuelo, tío, etc.)
2.4.2 con agregados (personas sin vínculo consanguíneo)
3- Familia monoparental
4- Familia reconstituidas
5- Personas sin familia
6- Equivalentes familiares
7- Familia monoparental: es la constituida por un solo cónyuge y sus hijos.
8- Familia reconstituidas: es la constituida por dos adultos, en la que al menos uno de ellos, trae un hijo
habido de una relación anterior.
9- Personas sin familia: es la persona que vive sola. Se incluyen en este epígrafe no solo al adulto soltero,
sino también al divorciado o el viudo sin hijos y los jóvenes que por necesidades de trabajo viven de este
modo, sin que implique un rechazo a la vida familiar.
10- Equivalentes familiares: se trata de individuos que conviven en un mismo hogar sin constituir un núcleo
familiar tradicional, como parejas homosexuales estables, grupos de amigos que viven juntos, religiosos etc.
Factores protectores y de riesgo en la familia
Enfoque de riesgo y factores protectores se basa en:
1. Las personas, las familias y los grupos tienen diferentes grados de posibilidad de desviarse de la salud y del
bienestar.
2. Las variaciones en la salud y el bienestar dependen del equilibrio existente entre esfuerzos, recursos y
necesidades.
3. Los factores que determinan los niveles de salud y bienestar son múltiples y relacionados.
4. El control de los factores de riesgo, ya sea suprimiéndolos o compensándolos, disminuye la probabilidad de
daño.
5. El refuerzo de los factores protectores aumenta las posibilidades de una salud mejor y mayor bienestar.
Los factores de riesgo social pueden encontrarse en la familia y en el entorno social. Entre los factores
familiares podemos incluir la familia monoparental, la incapacidad de los padres para atender a sus hijos, el
maltrato y los abusos deshonestos, junto con la cesantía y la ausencia de ingresos económicos. Entre los
factores del entorno social se encuentran los factores de índole judicial como la delincuencia y la prisión y los
de riesgo socioeconómico como mendicidad, prostitución y los problemas escolarización.
Apoyo social y recursos familiares
El apoyo social (ayuda emocional, instrumental o económica de la red social en que se encuentra inmerso)
tiene un efecto protector sobre un gran número de parámetros relacionados con la salud. Así se ha podido
constatar que tiene un efecto sobre la evolución de enfermedades tan dispares como la depresión, artrosis o
diabetes. Es igualmente conocido el efecto que tiene en la adherencia al tratamiento por sobre la recuperación
de procesos crónicos.
Investigaciones recientes han confirmado la hipótesis de que el apoyo social se relaciona con la mortalidad,
de forma que un bajo apoyo social determina un mayor riesgo de muerte.
Parece existir una relación entre apoyo y función familiar, ya que los recursos familiares actuando como un
efecto tampón, amortiguador de las agresiones externas o internas que sufre el sistema familiar son capaces de
mantener la homeostasis y normalizar la función de la familia.
Los lazos familiares protegen mediando el estrés y disminuyendo el impacto de la enfermedad.
Muchos estudios han sido ligados a la calidad del apoyo que presenta la
cercanía de la familia: el ajuste a la enfermedad es mejor cuando el
paciente se percibe cuidado y querido, estimado y valorado, así como
cuando constata que tiene una red de apoyo a la cual puede recurrir.
Cobb ha elaborado el hecho de que los apoyos sociales mantienen o aumentan la autoestima, el sentido de
control personal sobre los eventos y aumentan la capacidad de enfrentar los episodios de enfermedad. Otra
explicación de esta asociación es la mejor adherencia a los tratamientos medicamentosos cuando existe una
mejor funcionalidad familiar. Doherty y Baird, entre otros, han señalado como la mayor cohesión y
adaptabilidad de las familias se correlaciona con mayor cumplimiento de los regímenes de pacientes con
diabetes juvenil, artritis y cáncer entre otras enfermedades.
En un estudio realizado sobre 6.000 adultos, Berkman y Syme demostraron que las redes sociales eran una de
las variables predictivas de la mortalidad, independientemente de la posición económica, la historia médica o
los hábitos de salud. La tasa de mortalidad de los adultos con mayor aislamiento social fue más del doble que
la del grupo menos aislado. El estado civil y los contactos con familiares y amigos eran las variables
predictivas de la salud más eficaces. En el caso de las personas mayores, los hijos adultos se convierten en la
fuente de apoyo social más importante para ellos.
Los apoyos familiares desempeñan un papel importante en el desenlace de la gestación. La incidencia de
complicaciones obstétricas es mayor en las mujeres con escasos apoyos familiares y sociales que soportan un
alto índice de estrés.
Factores de riesgo cardiovascular en familias
Varios estudios han demostrados que los miembros de una familia comparten los mismos factores de riesgo
cardiovasculares. Esta similitud de riesgo cardiovascular en las familias se puede explicar recurriendo a
distintos mecanismos. Los miembros de la familia pueden ejercer una influencia mutua sobre sus estilos de
vida y hábitos de salud. Es mucho más probable que los adolescentes fumen si uno de los padres lo hace. Las
familias suelen compartir la misma dieta y por lo tanto ingieren cantidades similares de sal, grasas saturadas,
colesterol, e incluso calorías. La importancia que se concede a la forma física y al mantenimiento del peso
ideal a menudo son también valores familiares compartidos.
El apoyo de los miembros de la familia influye enormemente en la capacidad de un individuo para efectuar
cambios en su estilo de vida y reducir el riesgo de desarrollar una enfermedad cardiovascular. Varios estudios
han demostrado que el apoyo del cónyuge está asociado con el abandono del tabaquismo; Morisky et al.
demostraron la existencia de una sorprendente relación entre al implicación de la familia en el tratamiento de
la hipertensión y el índice de mortalidad global.
Familias y enfermedad crónica
En los últimos años, el número de estudios sobre la influencia de la familia en las enfermedades crónicas,
incluyendo el asma, la insuficiencia renal crónica, las cardiopatías, y el cáncer han ido en aumento. Entre
estos estudios, los que han proporcionado una evidencia más sólida a favor de una relación entre el
funcionamiento familiar y la enfermedad son los relacionados en el campo de la diabetes. Varios estudios han
demostrado que en general, la disfunción familiar está estrechamente correlacionada con el control diabético
deficiente. Estos estudios sugieren que los mecanismos mediante los que la familia influye en el control
diabético dependen del estilo de funcionamiento familiar, sobre todo de su grado de cohesión. Tanto la
cohesión alta como la baja están asociadas con un deficiente control de la diabetes.
Tensiones en la familia
Florenzano (1994) apunta a que las principales tensiones en la familia, tanto internas como externas son:
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El aumento de la expectativa de vida de los individuos, lo que modifica el ciclo de vida familiar.
La mayor movilidad geográfica que hace que las familias se constituyan como unidades nucleares
perdiendo la posibilidad de apoyo mutuo de la familia extendida tradicional.
La incorporación de la mujer al trabajo lo cual ha puesto en tensión los roles tradicionales de hombre y
de mujer.
Cambio en la expectativa de rol de las mujeres desde el punto de vista de su inserción social y
personal, poniendo en tensión el rol tradicional de la realización de la mujer a través del marido y los
hijos.
Aumento de separaciones generando estructuras familiares en que la pareja deja de ser el centro
emocional de la familia y que los lazos entre padres e hijos pasen a ser pilar de la familia.
Las viviendas pequeñas que hacen que se desmembre, más rápidamente la familia o que se sufra un
gran hacinamiento.
La mayor distancia interurbana lo que implica un gasto grande en traslado y transporte, disminuyendo
claramente los espacios disponibles para la convivencia familiar.
La investigación sobre la relación entre familia y salud demuestra la gran influencia que la familia tiene sobre
la salud y la enfermedad. El estrés y el apoyo familiar tienen incidencia sobre el índice global de mortalidad.
El apoyo conyugal tiene un efecto positivo directo sobre la salud y amortigua el impacto del estrés. Los
miembros de una familia comparten a menudo factores de riesgo cardiovascular, y un enfoque familiar
permite una intervención eficaz para cambiar los estilos de vida malsanos. Los estudios sobre la enfermedad
crónica indican que la disfunción familiar está asociada con un pronóstico desfavorable.
Impacto de la enfermedad sobre el funcionamiento familiar.
Tal como la familia altera el curso natural de la enfermedad, la aparición
de esta última representa un cambio en el ciclo vital de la familia, y
constituye uno de los prototipos de crisis familiares.
Diferentes autores han documentado como muchos de los subsistemas familiares se alteran cuando aparece
una enfermedad aguda o crónica de alguna significación.
El subsistema conyugal se desequilibra al enfermar uno de sus miembros de la pareja. Se ha documentado que
el nivel de tensión aumenta, más para las esposas de pacientes que han experimentado un infarto del
miocardio, que para el paciente mismo. Al retornar el paciente a la casa, la tensión también sube, y se produce
conflictos alrededor del nivel de actividad permitido, de la interacción sexual entre los cónyuges, y de la
redistribución de roles que a veces es necesario hacer.
El subsistema parental se ve muy afectado en el caso de enfermedad severa o discapacidad de un hijo. Los
padres de hijos con enfermedades graves pueden experimentar reacciones depresivas, niveles altos de
ansiedad, así como desórdenes físicos. El impacto negativo de la enfermedad del hijo es mayor en las familias
uniparentales, o cuando la enfermedad representa una sobrecarga económica pesada que implica la revisión
de objetivos o metas alternativos importantes para la familia. Las familias con hijos enfermos tienden a
aislarse socialmente y a tener relaciones más conflictivas con sus redes de apoyo habituales. Algunos autores
han descrito como se reorganizan los sistemas de relación familiar, para por ejemplo incluir al hijo enfermo
en el subsistema conyugal.El subsistema filial también se altera, apareciendo un nivel importante de angustia,
por ejemplo en hijos de padres que presentan enfermedad de Huntington, o conductas de acting-out cuando un
progenitor presenta síntomas de cáncer. Otros estudios han mostrado que los hijos de pacientes en diálisis
crónica tenían más problemas escolares y síntomas depresivos.
El subsistema fraternal ha sido quizás uno de los menos estudiados. Owazek encontró que después de un
diagnóstico de leucemia en un niño, en el 81% de las familias aparecían conductas malaadaptativas entre los
hermanos. También se han descrito mayor irritabilidad y aislamiento entre hermanos de niños que son
sometidos a cirugía cardiaca o plástica. En general parece que el efecto negativo es mayor cuando la
enfermedad de los hermanos deja handicaps visibles o discapacidades evidentes. En un estudio se encontró
que los hermanos de discapacitados tenían puntajes, más altos en agresión interpersonal en la escuela y con
sus amigos.
Bibliografía
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Atención Primaria. Conceptos, organización y práctica clínica. M. Zurro. Mosby / Doyma Libros, 5ª
edición, 2003
Medicina de Familia. Taylor 5º edición, 1999
Manual de atención familiar. Bases para la práctica familiar en consulta. Luis de la Revilla.
Fundesfam
Familia y Salud. Dra. Ingebug Fuhrmann. Revista de la Sociedad Chilena de Medicina Familiar.
Agosto de 1999
Salud Familiar: un Modelo de Atención Integral en la Atención Primaria. C Hidalgo, E Carrasco.
Ediciones Universidad Católica de Chile, 1999
Familia y Salud de los jóvenes. Ramón Florenzano Urzúa. Ediciones Universidad Católica de Chile,
1995
Orientación Familiar en Atención Primaria. Manual para médicos de familia y otros profesionales de
salud. Susan McDaniel. Thomas Campbell. Springer,1999
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