W. Shakespeare /// Sueño de una Noche de Verano... o como Desordenar el Desorden Afirma Miguel Angel Conejero en Eros adolescente, la construcción estética en Shakespeare: "Incorporar así el exceso supone querer destruir el orden por cualquier sistema (la falta de "propiedad, el lenguaje grosero, el sentimiento de odio), para a través del caos alcanzar otro orden nuevo". La cita hace referencia al eje orden / caos. Aplicada a la obra Sueño de una noche de verano de William Shakespeare vemos aquí que el orden inicial de la obra está marcado, signado por un orden "desordenado", si se nos permite. Tenemos un orden del exceso, o como diremos más adelante, un desorden. El matrimonio que se va a celebrar entre Teseo e Hipólita insinúa el intento de restituir un orden dentro de lo que habría sido el anterior caos. Existe un conflicto entre la atracción de la posibilidad de la libertad sexual ( los tiempos de los preparativos para la boda) y el orden que intentará imponer el marco social. Vemos entonces que ya desde las escenas iniciales se plantean varios problemas: Hipólita ha sido derrotada y ganada por Teseo por medio de su espada. Éste representa la fuerza que vence, una especie de ley natural del sexo fuerte. Pero la escena también integra "lo contrario": como duque de Atenas, Teseo será quien debe hacer cumplir la ley social. La ley social implica la aplicación del derecho paterno sobre el casamiento de los hijos. Hermia, enamorada de Lisandro, decide oponerse a la ley masculina que le intentan imponer Egeo / Teseo / Demetrio. No existe pues un orden estable. Si lo es, es absolutamente precario: es casi un desorden. Teseo ha doblegado a Hipólita para casarse con ella, Hermia desafía a su padre y a la ley social, Demetrio y Helena interfieren en el amor de Hermia hacia Lisandro. Todo está trastrocado: pero este desorden tiene un marco (Atenas) que impide de algún modo un exceso hasta el infinito. Será entonces el bosque el que permita "desordenar" este desorden inicial. El bosque obviamente será la imagen de lo natural, y lo natural aquí será el accionar conjunto de hadas, hombres, animales, deseos, erotismo, etc. La huida al bosque significará la negación de un mundo "ordenado" en pos de una elección de vida más libre, pero también más incontrolable y azarosa... El bosque nos plantea otras leyes que organizarán este espacio liderado fundamentalmente por Oberon. Lo que Teseo es para Atenas, Oberon es para el bosque. La pareja Oberon / Titania desencadena una nueva fuerza en la obra: los celos. Junto con este mecanismo aparece nuevamente la lucha de los contrarios, la batalla de sexos por obtener la victoria (en este caso sobre el paje) y castigar al otro. Ambos son aprovechados poéticamente por el autor desde una conciencia creativa basada en las posibilidades de los contrarios : Masculino / Femenino. Oberon actúa por medio de Puck: Este travieso que provoca los enredos entre las parejas, que mueve los hilos de todos los personajes, libera los instintos y pone en marcha el mecanismo de este mundo, se manifiesta a través de un dualismo en su naturaleza: es al mismo tiempo Robin Alegre Buen Chico y el temible diablo Hobgoblin. Concentra en sí las características de ambos sexos. Será él quien trastroque la visión de Titania: al alterarse la percepción de la reina de las hadas, también para los seres humanos, un eslabón inferior en la cadena del ser, se van a producir los mismos desórdenes. El problema que genera Puck al efectuar su magia en forma errónea (confundir un ateniense con otro) será en parte continuidad de lo anterior. Lo interesante es que no sólo produce lo que podríamos llamar caos: si consideramos a Oberon una especie de director teatral y todo lo que sucede en el bosque como una puesta en escena avanzamos hacia una perspectiva diferente. En el bosque, los amantes, por la forma de interactuar no están buscando solamente la satisfacción amorosa sino que se están buscando a ellos mismos. Los amantes son intercambiables. Todo es ambivalente, y al mismo tiempo, desmesurado. Cambian de rostro, de pareja, se metamorfosean, en realidad no tienen personalidad propia. La lógica del amor está quebrada y se implanta un nuevo orden (o un desorden) de lo irrefrenable, de lo excesivo, del frenesí, de lo erótico. Aquí ya están todas las fuerzas desencadenadas: el amor, los errores (la magia), el deseo sexual, los celos, luego, entonces, la reflexión sobre la representación teatral. Shakespeare escribe esta obra para una boda y se representa por primera vez en el viejo palacio londinense de los Southampton. Es decir, escribe para la boda esta obra sobre una boda, dentro de la cual hay una representación teatral que será el entretenimiento de la boda ficcional marco. Tenemos tres planos de concreción dramática. Tenemos también una puesta en abismo, o si se quiere, un juego de espejos que, en el exceso, podría prolongarse hasta el infinito. Pero hay un motivo que une los tres planos planteados por Shakespeare: cobra importancia el bestiario, que tomará el autor del ideario medieval. El bosque está poblado por multitud de animales (arañas, murciélagos, erizos, lagartijas, etc.), imágenes que avanzan hacia "el exceso animal": la metamorfosis mágica. Lanzadera se convierte finalmente en un asno, símbolo de la potencia sexual. Titania desea este amor bestial. Arrastra al monstruo a su lecho. Es quien se adentra más profundamente en la oscura zona del sexo. Este caos en el bosque evidentemente no puede resolverse "per se", es decir, generar un nuevo orden, puesto que lo anárquico atenta contra la institución política, la moral y el orden social. Esto puede ser visto como peligroso, sobre todo en una sociedad estratificada como la isabelina. Por eso, el matrimonio puede interpretarse como un factor estabilizador. No hay orden sin desorden. Aún más, recordemos que hay que desordenar el desorden para finalmente, ordenarlo. Así es como todo llega a tener finalidad. El orden - o lo que parece orden - domina el caos, aunque nos resulta difícil saber dónde termina el caos vital y empieza el orden estético, dónde empieza la estética a rectificar la Naturaleza y a ordenar el caos. Junto con Titania, descubrimos que las cosas no son como parecen y que no siempre parecen lo que son. Mezclar lo real y lo aparente resulta así necesario. Sólo provocando ese movimiento de desorden podrá crear un desorden que la obra teatral ha de reestructurar. El tema de amor, y de los contrarios vuelve una vez más en la vieja tragedia de Píramo y Tisbe, la comedia dolorosa. Desde el momento del reparto de personajes (Lanzadera quiere interpretar varios) los actores, al igual que los amantes son intercambiables. Todo el reparto, el ensayo, etc. es en realidad, en tono satírico, una seria reflexión sobre el problema de la representación donde se procede a reconstruir la verdad o la mentira o ambas. El intento de Shakespeare por desordenar este desorden nos llevará a la idea de un caos que genera un nuevo orden. Y diremos "un nuevo orden" puesto que no es un orden absoluto en modo alguno. El "orden" que se plantea al final de la obra es tan inestable o tal vez, nos arriesgaríamos a decir, mayor aún que el planteado en las escenas que dan inicio a la obra. Cuando ya creemos que está todo aclarado, el artificio del teatro vuelve a funcionar en boca de... Puck, quien hablándonos a nosotros lectores- espectadores, rompe el encanto de la ilusoria idea de orden puesto que, se nos incorpora violentamente, se nos impele a dudar sobre lo que hemos visto. Nuevamente Shakespeare ha ideado este procedimiento para quebrar el orden, ha ido hasta el límite de la reflexión sobre la representación escénica. Nos ubica a los pies de una larga sucesión de bodas, sueños, errores, y nos obliga a replantearnos el camino que nos lleva ilusoriamente a pensar que "todo termina bien". En realidad, también vemos en esto, el cuestionamiento al "status quo" de un sistema social totalmente obsesionado por la jerarquía. Hemos querido demostrar que orden / caos no pueden ser en Shakespeare otra cosa que dialécticos, pero inquietantemente inestables. La obra de Shakespeare, es un todo orgánico donde no puede haber orden sin caos, y el paso de uno a otro, implica tanto en lo poético como en lo social, ibris, desmesura, exceso. Susana Verónica Caba