Extracto libro – Disfasia: sembrando nuevas

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Extracto libro – Disfasia: sembrando nuevas creencias
Las habilidades sociales no surgen de la magia
Una de las habilidades principales que está en la base de mi otrora profesión inicial
como Traductora es la alta importancia que tiene la elección de las palabras a utilizar al traducir
un texto. Así, este profesional tiene que tener la habilidad de entender primero el texto y
contexto a traducir; entender el significado de las oraciones en forma aislada y
contextualizadas y entender, a su vez, la función de cada uno de los elementos que componen
una oración para poder seleccionar las palabras en el otro idioma que considere interpretan de
mejor manera o de manera equivalente las del idioma original. Algo así siento ocurre en el
proceso que hacemos en forma inconsciente al hablar en un mundo relacional, con la salvedad
que lo hacemos en forma inconsciente y que se instaura desde nuestro comienzo en la vida,
resultando en un acto natural el hablar a cierta edad y que ciertamente se va volviendo en un
recurso poderoso en las relaciones, no sólo lingüísticas, sino también interpersonales. Como
dato y para ampliar sus conocimientos, les comparto que existe una teoría llamada “Teoría de
las Neuronas Espejos”, teoría que tiene incidencia en el aprendizaje de las conductas sociales
y que plantea que el proceso de imitación corresponde a la activación de estas neuronas, las
que en el caso de los niños y niñas del espectro autista estarían afectadas. Entonces, lo que
para otro es habitual y natural, para nuestros hijos no lo es. Sería algo así como que en nuestro
viaje todos hablásemos un mismo idioma excepto este pequeño grupo de niños y niñas. Por
tanto, debemos ser nosotros quienes mediemos inicialmente como intérpretes para que puedan
compartir con el resto de la tripulación, de lo contrario, se podrían aislar o presentar problemas
de adaptación (no están entendiendo las instrucciones del viaje) y consecuentemente lo más
probable es que no se integren al grupo. Entonces, como la travesía es larga, es fundamental
que aprendan este idioma, aunque en un inicio tengamos que forzarlos y creamos que no están
entendiendo nada.
Es importante destacar que los padres debemos mantenernos en una posición
cooperativa pero no de alfombra en nuestras interacciones. Manolo, mi esposo, dice que
cuando los niños son pequeños, es necesario ponerle límites a las abuelitas, tías y también a
veces principalmente a nosotras, las mamás, para que no los consintamos en forma exagerada
y podamos auto contenernos de ¡solucionarles todo!, ya que les estaríamos reforzando que
pueden permanecer en su área de confort la que, por cierto, tratan de sostenerla al máximo en
forma inconsciente. Así entonces, aunque en un principio o siempre, haya que obligarlos a que
comiencen o realicen una tarea y/o enfrenten un nuevo desafío que sepamos les va a costar
por mucho tiempo o inicialmente lo van a pasar mal (como por ejemplo, asistir a un
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campamento scout solos; hablar en público cuando no tienen un buen dominio lingüístico o
asistir a un cumpleaños), habrá que tener presente que toda experiencia suma y que los
errores son los mejores compañeros de un buen aprendizaje. Entonces la invitación es a
alentarlos (o indirectamente forzarlos) a que pongan en práctica sus nuevas habilidades al
tirarlos o acompañarlos a la piscina, desde el inicio de la travesía.
Otro foco de atención ha sido su nivel de comunicación y habilidades lingüísticas, los
cuáles eran nulos en un inicio, con oraciones mal estructuradas. Por tanto, por largos años en
casa hemos instaurado conversaciones que lo obligaban (y lo seguimos haciendo) a salirse de
las respuestas típicamente cerradas de un “Sí/No”. Por ejemplo, cuando volvía del colegio,
evitábamos preguntarle ¿cómo te fue? dado que la respuesta sería obviamente bien/mal,
reemplazándola por ejemplo por ¿qué hiciste de interesante hoy? ¿con quién jugaste?, etc.
Debo confesar que en un principio mi actuar inconsciente seguía reproduciendo muchos
diálogos que nos conducían a respuestas cerradas, por lo tanto, nosotros también tuvimos que
realizar nuestro propio entrenamiento en forma paralela para entrenar y estrenar nuevas
conductas.
La inclusión social ha sido también parte de nuestro trabajo sistémico. Recuerdo cuando
supimos que dentro de las actividades de uno de los campamentos scout de Ignacio estaba
contemplado el que los chicos solos armaran una balsa y que además hicieran una
competencia con ellas en el lago. Comprenderán cuáles fueron mis aprensiones ¡Ignacio no
sabía ni siquiera flotar y menos nadar! ¿Lo podría lograr? Sabíamos que para la autoestima de
nuestro hijo era importante participar y que ésta sería una buenísima oportunidad para que
pusiera a prueba algunas de las habilidades que veníamos trabajando con él: la autoconfianza,
el confiar en el otro y el reírse también de sí mismo al no lograr siempre los objetivos. ¿Cómo lo
hicimos? Nos preocupamos de su seguridad personal, consiguiéndole un muy buen salvavidas
que nos daba la completa seguridad que al caerse, éste flotaría y obviamente hablamos con los
encargados del grupo para estar seguros de que supieran las condiciones de nuestro hijo.
Adivinen qué sucedió…, se cayó ¡varias veces al agua!, sin embargo, descansó en la confianza
depositada en sus instructores al inicio de la actividad y por supuesto flotó. Probablemente se
preguntarán qué lo llevó a confiar en el otro y dar este paso. Desde nuestra experiencia, el
refuerzo positivo siempre presente en su contexto; las explicaciones claras de parte de sus
profesores que lo llevaron a confiar en que él tenía las herramientas para salir de una eventual
emergencia y, por supuesto, el sentirse parte de un equipo.
El involucramiento activo de todos los integrantes de la familia extendida ha sido clave
en todos los aspectos de su vida. Ejemplo de ello han sido las sagradas vacaciones familiares
o eventos sociales de nuestros hijos con su amada tía Nany y abueli Nany, donde la ausencia
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de mi marido y mía les otorga otros espacios para desplegarse, estando en contención
emocional, lo que ciertamente lo ha motivado forzadamente a tener que empujar a sus
neuronas espejos para interactuar con mucha gente desconocida que intermitentemente ha
sido parte de esta travesía, como por ejemplo intentar “chapucear” en Inglés con amigos de mi
hermana que no saben español y donde su inteligencia emocional fluye sin ningún problema
para darse a conocer.
Por su parte mi madre, ex Maestra de Lenguaje (Castellano en mis tiempos), ha
contribuido en gran parte a esta travesía, ya que, a pesar de ser bastante complaciente con
todos sus nietos, a la hora de enseñarle Lenguaje hace un esfuerzo inmenso para investirse
nuevamente de su rol de profesora y desplegar toda su maestría al servicio de su nieto
primogénito, haciendo uso y magia de los distintos recursos didácticos, como resúmenes,
mapas conceptuales y recomendaciones de películas varias, logrando sembrar en nuestro hijo
semillas de esperanzas que comenzaron a germinar lentamente con el tiempo y nos
permitieron ir aumentando su autonomía en un área bastante descendida al inicio de este viaje.
Probablemente empiezan a preguntarse cómo lo hemos hecho en todos estos años para
lograr estos avances. Ciertamente podrán haber muchas respuestas, pero puedo apostar a que
todas convergen en al menos un punto de encuentro: el moverse en equipo tanto la familia, los
terapeutas, como el colegio. El establecer objetivos claros y desafiantes en cada contexto en
particular, donde los padres deben asumir un rol protagónico, el de saberse “comandantes de
esta travesía” ya que muchas veces deberemos orientar al resto del equipo sobre las
particularidades y resistencias que puedan surgir para llegar a los diversos puertos objetivos.
Sin embargo, por sobre todo, para nosotros ha sido fundamental aprender a recoger, filtrar e
integrar pre juicios o comentarios de personas o colectivos que no están alineados con nuestra
mirada, dejando decantar los eventuales aportes de estos comentarios con el tiempo, los que
pueden ampliar nuestra mirada, sin olvidar nunca que las significancias son personales y por
tanto, para poder integrarlas en forma asertiva, debemos tener claridad (lo que significa un
trabajo constante) sobre las evidencias de avances sistémicos a la luz de nuestros objetivos,
que deben estar enmarcados en un contexto de regularidad particular, dado que no podemos
desconocer o intentar camuflar la distinción genotípica en este constante proceso de
modificación fenotípica.
¿Qué elementos sentimos están o han estado presentes en todas nuestras interacciones
con Ignacio que han colaborado para seguir avanzando en su habilitación social sin claudicar?
Desde nuestra observación, el primero es entrar en su territorio de intereses y conectar con
ellos por medio de una participación activa (después del Mundial de Fútbol siento que incluso
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yo podría ser ¡comentarista deportivo!). Generarle confianza, mostrándole que uno es parte
también de lo que siente ante una nueva situación y desde esta primera conexión, motivarlo
para que realice un nuevo movimiento fuera de lo acostumbrado. Es decir, desafiarlo sólo una
vez que estés seguro que ha dado señales perceptuales que está disponible para un nuevo
desafío. En síntesis, preparar la tierra para una nueva siembra, teniendo presente que la
calidad de su cosecha dependerá también de la constancia de sus cuidados, del riego no
azaroso sino cuidadoso, de la persistencia en desmalezar las veces que sea necesario y de
muchas veces, volver a sembrar una y otra vez, hasta que las evidencias te muestren que has
vencido a la maleza.
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