RECONVERTIRSE SIN ABANDONAR LA ESENCIA DEL NEGOCIO

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EL MUNDO DOMINGO
12 DE JUNIO DE 2016
BORJA NEGRETE MADRID
En 2011, Ángel Ruiz estaba en la
calle tras haber dedicado más de 50
años de su vida al sector textil. Los
dueños de la empresa de confección de trajes Cardenal, en Briviesca (Burgos), habían decidido no seguir apostando por el proyecto.
Era el final de una historia que
había comenzado para Ruiz a la
edad de 13 años, cuando entró a
formar parte del negocio en el
ámbito comercial. Como él, su hijo Jorge Ruiz (responsable de
ventas), Alberto Martínez (responsable de compras), José Antonio Brunet (patronista) y José
Antonio Aparicio (maestro sastre), que habían dedicado entre
25 y 30 años de su vida a Cardenal (excepto Jorge que entró en
1996), afrontaban un futuro a todas luces incierto.
En semejante tesitura, tenían
dos opciones; o recolocarse en
otra empresa similar, algo poco
factible dado el contexto de plena
crisis económica en el que se encontraba España y que la mayoría de compañías del sector textil
importaba sus productos desde
países asiáticos, o resurgir de sus
cenizas como el ave fénix y comenzar su propia andadura.
«Teníamos claro lo que queríamos hacer. Percibimos que todas
las empresas nacionales del sector textil estaban desplazando su
producción a otros países para
abaratar costes. Y esto, por supuesto, incide en la calidad. Para
fabricar buenos trajes tienes que
controlar todas las fases de producción. Encontramos nuestro
nicho de mercado: trajes masculinos a medida de primera calidad», explica Jorge Ruiz.
Con esa idea e hipotecando la
vida de sus cinco fundadores, nace Antonaga el 3 de abril de 2012.
El comienzo no fue nada sencillo.
«Los primeros años fueron duros
no, lo siguiente. Habíamos perdido nuestra cuota de mercado. La
crisis asfixiaba a las pymes y a la
sociedad española y nosotros llegábamos con un producto de calidad en un momento en el que
todos querían ahorrar», apunta.
A pesar de las dificultades iniciales, Antonaga apostó por sus
valores; defender un oficio (el de
sastre) que se está perdiendo en
España y el compromiso social
con la población de Briviesca, el
pueblo que ha visto nacer y crecer a los cinco fundadores, y del
que 200 personas se quedaron
sin empleo al cerrar Cardenal.
Puntada a puntada, Antogana
fue creciendo, pero manteniéndose fiel a su modelo. El tiempo medio que tardan en confeccionar
un traje desde que lo solicita el
cliente es de tres semanas. Nada
descabellado si se tiene en cuenta que para cada prenda son necesarias 9.725 puntadas de hilo
realizadas a mano y 11 controles
de calidad. Los tejidos que utilizan son importados de Italia y
Reino Unido.
En 2015 su esfuerzo se vio reconocido con el premio a la Mejor pyme de España que otorgan
el diario Expansión e Ifema (Ins-
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SU DINERO
RECONVERTIRSE SIN
ABANDONAR LA ESENCIA
DEL NEGOCIO
Cinco ex trabajadores de una empresa
textil lanzan una exitosa pyme
de confección de trajes a medida
titución Ferial de Madrid). Entre
2012 y 2015 el número de empleados ascendió de cinco a 31, y
pasaron de vender 900 trajes
anuales a 5.000.
Uno de los secretos de su éxito
radica en el buen trabajo de equipo. «Aquí no hay un líder que lo
dirija todo. Cada quien se responsabiliza de su área y las decisiones se toman conjuntamente. La
comunicación es fundamental.
Puede ser que el sastre o el patronista sean excelentes profesionales, pero si no se ponen de acuerdo o no se tienen en cuenta el resultado no va a ser bueno»,
señala el responsable de ventas
de la pyme.
Su padre Ángel ha cumplido 71
años este 2016 y en palabras de
su hijo: «Sigue dando guerra».
Como asesor estratégico se encarga de aconsejar y aportar su
experiencia y conocimiento, que
son «oro puro».
Él, junto con el resto de la plana
mayor, planean la próxima meta de
Antonaga: llegar a Francia, Suiza,
Alemania y Reino Unido. Una vez
más, puntada a puntada, tratarán de
proteger un «oficio que no se aprende en la universidad» y que ha sido
su medio de vida durante décadas.
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