DE ANDAR POR LA VIDA

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IMENSION
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Víctor Manuel Arbeloa
DE ANDAR
POR LA VIDA
verbo divino
VÍCTOR MANUEL ARBELOA
De andar
por la vida
1969 -1971
EDITORIAL VERBO DIVINO
ESTELLA (Navarra) ESPAÑA
1973
NOTA PRELIMINAR
Recojo aquí algunas de las páginas publicadas
en el Boletín de la H OAC, de Madrid, Incunable,
de Salamanca, y La Verdad, de Pamplona, durante
los años 1970-1972, amén de algunas otras inéditas. Son sugerencias, reflexiones, ocurrencias, nacidas al calor de los hechos diarios, de las conversaciones con diversas gentes, de la lectura de algunos libros..., y que fui anotando entre 1969 y
1971. Es, pues, algo común, algo que cualquiera
ha encontrado ya o puede encontrar en alguna
parte de su vida.
El libro es, por tanto, un libro breve, sencillo,
discreto. He omitido toda cita, toda referencia técnica o cultural, toda alusión personal, dentro de
lo que cabe.
Su contenido no resiste prólogo alguno erudito
o pretencioso. Sólo aguanta un lector amigo, que
lea en silencio y a ratos perdidos, algo que es,
aparte las necesarias divergencias, tan suyo como
mío.
© Víctor Manuel Arbeloa - © Editorial Verbo Divino, 1973 .
Es propiedad . Printed in Spaia . Talleres gráficos: Editorial Verbo Divino, Estella . Depósito Legal: N A . 477-1973
ISBN 84 7151 137 1
Víctor Manuel Arbeloa
Barañain (Navarra), enero 1973.
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AGRESIVIDAD
— Nace siempre de la falta, real o supuesta,
de libertad. Lo mismo el aislamiento extremo, físico o moral, que la sociedad atosigadora, crean
fuertes tensiones agresivas.
ALEGRÍA
— No hay que confundirla con la dicha. La
alegría es un don permanente. La dicha, un temporal estado de bienestar. La alegría es la conquista continua de los mejores espíritus humanos.
La dicha, el paraíso de los pequeños burgueses;
muchos de ellos se quedan sin la alegría por perseguir siempre la dicha: no tienen tiempo ni paciencia para la alegría.
— La alegría no es la seguridad. La alegría,
si es pura y verdadera, es una brisa fresca de inseguridad, de libertad, que nos lleva hacia la
aventura del amor, que nos arranca de las falsas y
adormecedoras seguridades.
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AMARGURA
— La amargura —que puede ser una necesaria cruz de cada día llevada en comunión con
los otros— puede ser también un grueso peligro
cuando no es sino el refugio de nuestra debilidad
soberbia y perezosa: el consuelo estimulante de
nuestro egoísmo.
— Los hombres amargados suelen ser inútiles.
Siempre se sospecha que su amargura es signo de
su impotencia.
— Hay demasiado quehacer para que nos
detengamos en saborear el agrio fruto de nuestra
amargura.
— " ¿Otro yo? " Más bien otro que puede acoger y renovar mi yo, siendo renovado por él.
— Pocas cosas más tristes que la muerte de
una amistad. Es como si perdiésemos un trozo de
vida, como si se nos cerrase un camino a la esperanza.
— En muchas amistades una cierta distancia
de los amigos es harto conveniente. El respeto
mutuo, la importancia de sentir la necesidad del
otro, la misma exigencia de ir madurando hacia
la mutua comunicación fruitiva, exigen un cierto
silencio, una cierta lejanía, una cierta soledad.
AMOR
AMISTAD
— Es la serenidad del amor, su cauce cotidiano y durable. No se le puede definir como
el amor sin sexo. Todo amor se resuelve en definitiva en odio, muerte o amistad.
— El miedo a hacer sufrir nos preserva a
veces de romper con algunos amigos, pero nos
retiene, por otra parte, falsas amistades. Hay que
decir y hacer la verdad constantemente si queremos que la amistad sea verdadera. Una sensibilidad extrema, lejana a la realidad, puede ser un
peligro para una convivencia verdaderamente humana.
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— El amor es el sentido de la vida.
— Cuando se ha experimentado, a veces muy
dolorosamente, que el amor es el único fundamento de toda ética, su único fin, comienza entonces
la liberación de uno mismo, la auténtica humanización.
— El odio no es muchas veces más que el
amor desbocado en una falsa dirección. A veces,
una defensa bizarra y desaforada del amor.
— Necesitamos también del amor de los otros
para creer en nosotros mismos, para creer que la
vida merece la pena.
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— El fundamento del amor a los hombres
no es la esperanza del premio, sino el amor de
Dios revelado en Jesucristo que ha fundamentado
la unidad humana, dándole el sentido de la libertad
y de la esperanza. Los hombres nos amamos porque somos unos, porque somos libres, porque damos un sentido al amor.
— El amor es el sacramento de Dios, porque
el amor es la esencial afirmación del ser, la más
rotunda profesión de fe en el sentido de la vida,
la huida del propio endiosamiento, el puente tendido hacia las bienaventuranzas. Todo otro amor
es egoísmo.
— En materia de amor, cuanto más pobre,
más rico. Cuanto más se da, más se ama. Sólo
los pobres de verdad aman de verdad.
— Amar es mucho más que "hacer el amor".
"Hacer el amor" es muchas veces un pobre y voluntarioso sucedáneo del amor.
— Es el mejor signo de la trascendencia, la
mejor realidad trascendente. Al amar, nos estiramos, nos superamos, nos trascendemos. Es una
gran bocanada de infinito, una ascensión —no evasión— hacia la nueva y total realidad.
— El placer en el amor es como un paso
previo, como un primer acceso. De ahí la frustración, la amarga experiencia del inacabamiento cuando el placer se termina en sí mismo, no avanza.
Es como una ilusión rota, como una flor arranca12
da, como una primavera intempestiva y forzosamente maltrecha.
AMOR IDEAL
— El amor ideal, del que tantas veces hemos
abusado los cristianos, no existe. Hay que combatir por conquistarlo, por aproximarnos, al menos,
a él. Hablar de él como si estuviese a la vuelta
de la esquina es retrasar ese combate, es traicionar
ese mismo amor, es la mejor manera de que los
hombres no crean en él. Es también una cómoda
manera de cruzarse de brazos.
ANARQUISMO EXTREMOSO
— Un cierto anarquismo extremoso es una
loca postura reaccionaria. Sirve para desenmascarar
otras de distinto signo, pero, al mismo tiempo, es
una evasión idealista, una negación de la realidad actual del hombre y de la sociedad, un radicalismo ineficaz que niega la necesaria solidaridad
humana con todas sus consecuencias. Por evitar la
violencia y el poder, los hace más necesarios y
brutales.
ANGELES
— Bellos símbolos de la acción divina —misteriosa, bella, aterradora, amplia, veloz, generosa—
para un mundo primitivo.
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— Ser ángel es una de las tentaciones más
aniquiladoras que puede tener un hombre: tentación de no ser hombre. ¡Diabólico efecto de tantos
angelismos!
— Penitencia, sacrificios, ascetismo: viejas palabras que señalan el entrenamiento necesario, de
mil maneras y tradiciones, para la verdadera alegría
compartida. Ni más, ni menos.
ARTE
ATEÍSMO
— Humanización de la realidad. Asunción de
la naturaleza para su glorificación por el hombre.
— Que haya o no ateos prácticos absolutos
es cosa que sólo puede saberse conociendo absolutamente a esos ateos. Por otra parte, ¿hay creyentes absolutos?
— Creación de realidad. Superación de la realidad. Trascendencia.
ARTE Y LIBERACIÓN
— El arte es liberación y comunicación. Comunicación para la liberación. Liberación para la
comunicación.
ASCÉTICA
— La ascesis sigue siendo necesaria, y aún más,
si cabe, en nuestro mundo. Sucede que sentimos
aversión hacia ella, porque ni los que nos la imponían, ni el cómo ni el porqué nos convencían
ni nos convencen. Hemos de ser nosotros hoy,
después de muchos fracasos y decepciones, de positivas experiencias también, quienes hagamos respetable y convincente una nueva ascética.
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— Hay muchos ateos teóricos que tienen un
diosecillo que adorar: ellos mismos. Si esto es
bastante ridículo, lo es mucho más cuando los
creyentes hacemos lo mismo.
— Es preferible un buen ateo a un buen idólatra. El primero no fabrica un falso dios, no confunde, no llena un espacio que cree no le corresponde. El idólatra es más que ateo: es un anti-teo.
— Los ateos nos liberan, con frecuencia, de
cualquier idolatría.
— Muchos de los clásicos argumentos de los
ateos militantes son sólo antiargumentos contra
ciertas maneras de entender a Dios. Todo increyente serio, que no necesite contrarrestar ciertas
concepciones teísticas que le parecen perjudiciales,
o se calla o dice serenamente su increencia.
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BIENAVENTURANZAS
— Cristo ha venido a anunciarnos la felicidad.
Una felicidad que es en este mundo limitada e
ingenua: felicidad del amor imperfecto, que lleva
consigo dolor y turbación, pero, con todo, una felicidad. Las primeras y más altas palabras de
Cristo son palabras de felicidad.
— Como los mandamientos se resumen en
uno, las bienaventuranzas se sintetizan en la bienaventuranza de los pobres: felices los pobres que
aman a Dios y a los hermanos, y están dispuestos
por eso a la mansedumbre, a la limpieza de corazón, a la misericordia, a ser sinceros, a tener hambre y sed, a ser perseguidos...
— Sólo es pobre de espíritu —pobre de verdad, de solemnidad evangélica— el que no impone
su fuerza, el que tiene hambre, sed, etc.
— Felices tales pobres, los únicos hombres
serena, constante y esperanzadamente activos.
— Las bienaventuranzas de Jesús son el verdadero proto-evangelio, el Evangelio de urgencia,
el Evangelio de los evangelios. Cristo nació, vivió,
murió y resucitó "para" decirnos con seriedad las
bienaventuranzas.
— Entre el monte Sinaí y el Calvario está el
montecillo de las bienaventuranzas: continúa y
sublima al primero; anuncia y explica al segundo.
— Las bienaventuranzas —capítulo 6 de San
Mateo— son el programa del examen del juicio
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—capítulo 25—; sólo que en éste se sacan las conclusiones precisas.
BLASFEMIA
— La verdadera blasfemia contra el Espíritu,
la mayor de las blasfemias, es no creer en la
fuerza del Espíritu en el mundo, en su capacidad
de crear, a través de los hombres, un mundo verdaderamente nuevo. Blasfemar de Dios, más que
profanar su nombre, es negar su papel en nuestra
vida, no consentir su acción entre nosotros a
través de todos los medios por los que Dios actúa.
BUENA VOLUNTAD
— Los hombres de "buena voluntad" no tienen a veces más que eso: mala voluntad. Se aferran a su voluntad como solución de cualquier dificultad: son tercos, duros, sectarios, faltos de toda
razón comunitaria y competente.
BURGUESÍA
— El principal fruto de la experiencia burguesa de la vida es la degradación. Degrada todo
cuanto toca. El deber se convierte en oficio. El
ideal en lucro. La vida, como entrega, en vida,
como posesión exclusivista y embriagante.
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CAPITALISMO
— La sociedad capitalista es ante todo una sociedad explotadora: de la naturaleza y del hombre.
Su espíritu es la avidez; su principio, el provecho;
su fin, la posesión. Sociedad zoológica que, bajo
capa de progreso y civilización, hace retroceder
miles de años a la especie humana.
— Los más numerosos sostenedores —los más
inocentes sin duda— del régimen capitalista son
los pobres que aspiran a sus suculencias.
— No es un tirano más o menos abominable;
es un sistema mundial de tiranos.
— El capitalismo pervive a fuerza de crear
nuevas necesidades artificiales por medio de la publicidad agresiva, que usa todos los medios a su
alcance. Pero tales medios desesperados carecen
de metas y de fines. Y el hombre sensato vuelve,
tarde o temprano, a recuperar el sentido de su
acción.
— Capitalismo contra socialismo: interés individual contra interés colectivo; egoísmo contra
solidaridad. Aun cuando el capitalismo sirve —de
rechazo— los intereses egoístas del individuo, el
socialismo, al servir a los intereses solidarios colectivos, sirve —no de rechazo, sino de lleno— los
intereses individuales, que ya no son egoístas.
— Al crecer el desarrollo del confort capitalista, crece la soledad: la insolidaridad. Este es el
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fin negativo del capitalismo. No hay por qué sorprenderse.
— El "derecho divino" de los monarcas antiguos se resiste aún en los propietarios de los
medios de producción y de cambio en nuestros
días. La herencia es su "derecho", y la propiedad
el elemento "divino", santificado por los códigos
y hasta por algunas retrasadas bendiciones eclesiásticas.
— Si el hijo no sucede al padre en una dirección general administrativa, en la dirección de
una orquesta, en el mando de un batallón, en la
secretaría de un partido, en la responsabilidad de
un departamento médico..., ¿por qué diablos ha
de hacerlo en la dirección o administración de una
empresa económica?
— Dentro de pocos años el régimen de propiedad privada de los medios de producción nos
parecerá tan absurdo como nos parece hoy la esclavitud. Si en un principio el capitalismo liberal
pudo representar un avance y hasta una necesidad,
esto no justifica ni su permanencia ni sólo su reforma. El evangelio, la clase obrera y el progreso
técnico deben acabar con el sistema capitalista.
Aunque el evangelio, en esta ocasión, lo prediquen
los "paganos". ¡Con tal que se predique a Cristo...!
— El capitalismo no predica la lucha de
clases; la produce cada día, la defiende racional y
sistemáticamente, instalando el egoísmo, la envidia,
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la avaricia y la crueldad en el corazón de los
hombres y de las instituciones.
CARNE Y ESPÍRITU
— Hastío de la carne. Apariencia de la carne.
Decepción de la carne. Sólo una carne traspasada
por el espíritu puede evitar tal hastío y hasta la
desesperación. La belleza es ya una cierta espiritualización: su armonía, su intensidad, su transparencia anuncian ya una pequeña deificación. Pero
la belleza sola también llega a cansar: es demasiado poco espíritu.
CASTIDAD
— La castidad ha de tener un sentido para
no llegar a convertirse en una higiene superior.
— Casto no es el que huye —miedosamente—
del placer, que no es ningún mal, sino el que da
a ese placer o a su ausencia una orientación humanizadora.
— ¡Cuántos hombres feroces que se llaman
castos!
prender que muchos -—de cualquier tendencia—
vean, en cierto modo, incompatible una seria militancia y el matrimonio. No es sólo el celibato lo
que se pone en tela de juicio; es sobre todo una
manera de vivir sexual, familiar, comunitariamente.
COMPRENSIÓN
— Somos a veces comprensivos con otros, porque somos demasiado comprensivos con nosotros
mismos. Es un modo, inconsciente muchas veces,
de justificar nuestra debilidad.
COMPROMETIMIENTO
— Para evitar equívocos, cuando hablemos de
compromiso positivo, digamos "comprometimiento".
COMPROMISO TEMPORAL
— Se habla a veces del compromiso temporal
de los cristianos. ¿Pero tienen los cristianos otro
compromiso atemporal, "celestial"? ¿Aterriza tal
vez el cristiano, a un cierto punto, en el tiempo y
en el espacio? ¡Qué modo de desunir lo que Dios
ha unido!
CELIBATO Y MATRIMONIO
— Mientras la situación matrimonial y familiar siga siendo la que es hoy, no es difícil com21
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COMUNICACIÓN Y COMUNIDAD
— El hombre es esencialmente comunicación.
Un permanente y arriesgado quehacer de madurar
el individuo hacia la persona, de poner en común
los valores personales de cada uno: personalismo
comunitario.
— La comunicación no es todavía comunión.
Pero es el camino real hacia ella.
— No hay comunidad sin comunicación. Toda
comunicación lleva, de alguna manera, a la comunidad, a través de la comunión.
— Las comunicaciones debieran crear la comunicación. Con frecuencia son sólo medios para
huir de ella.
el fracaso de tantos amores: no suele haber nada
común, fruto de la comunicación; sólo un agregado, más o menos prieto, de individualidades.
— A la verdad intelectual puede llegarse por
el diálogo. A la verdad total —concepto bíblico:
realidad—, sólo por medio de la comunicación.
— Los medios de comunicación son los nuevos
apóstoles de la "alegre noticia" del reino. Pero
es menester que alguien los envíe de nuevo.
— Hay que salvaguardar nuestra intimidad
de quienes abusan frivolamente de los medios de
comunicación. Y hay que salvar también nuestra
sociabilidad de quienes no saben usarlos con generosidad.
— Tal vez el sentido común de nuestra civilización sea el sentido de la comunicación.
— Cuando los medios de comunicación no
sirven fielmente a los valores fundamentales del
hombre, se convierten en verdaderos medios de
incomunicación.
— Vivir en comunicación es muchas veces
el actual y laico "vivir en comunidad" de otros
tiempos.
— Los medios de incomunicación crean poco
a poco la incomunidad.
— Comunicarse no es sólo entender a alguien
ni "entenderse". Es ayudarse a caminar juntos. A
sufrir y gozar juntos. A esperar juntos.
— Comunicación es una palabra —y una realidad— mucho más rica que la palabra —y la realidad— diálogo. La comunicación añade al dialogar el dia-vivir.
— No se puede amar sin comunicarse. De ahí
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— Los grandes enemigos de los medios de comunicación son el miedo, la mentira y la frivolidad,
que son precisamente los tres enemigos más poderosos de nuestra sociedad actual: una sociedad incomunicada por el miedo, la mentira y la frivolidad.
— La Iglesia necesita urgentemente medios
de comunicación internos para que los hombres
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vean en ella una auténtica comunidad. Frecuentemente se acostumbra en la Iglesia a comunicar,
pero no a comunicarse. Hay "comunicados", pero
no "comunicación". A la comunión litúrgica no
responde una comunión de vida. ¿Puede darse signo más anticomunitario?
— La imagen es el primer medio de comunicación. La imagen recoge lo que de válido y comunicativo tienen la palabra, el signo y el símbolo,
pero la imagen los completa, los dinamiza, los dispara vitalmente hacia el centro del existir. Nuestro tiempo es el tiempo de la imagen. La imagen
está muy cerca de la acción, es ya acción.
CONCILIO VATICANO II
— El Concilio Vaticano II ha venido a descubrir, de alguna manera, la necesidad de las tres
revoluciones no hechas en la Iglesia y en ciertos
espacios dominados por ella: la religiosa, la ideológica-burguesa y la social. Demasiado tiempo histórico concentrado, demasiada reforma y demasiado retraso, para que las consecuencias no sean
largas y graves, aunque positivas.
CONSERVADORES
— A los conservadores les suele faltar perspectiva. Son hombres de lo inmediato. Prefieren
el presente-pasado al futuro. Por eso los soportes
de todo conservador son el poder, la violencia, el
placer..., cosas inmediatas y tangibles. Si alguna
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vez piensan en el futuro, es sólo para reafirmar y
defender esos pretendidos valores inmediatos. Más
que futuro es un pasado-presente que se quiere
continuar.
CONTESTACIÓN Y SOCIEDAD
— Uno de los peligros mayores de muchos
contestatarios es dejarse integrar, tarde o temprano, por la sociedad que aborrecen y niegan. El
carecer de un programa concreto y de unos métodos viables, su poca confianza en una acción
continuada y lúcida, los hacen extremadamente débiles. A la larga, o abandonan del todo la sociedad
o se integran en ella, en un estado de amarga frustración, de equívoco desinterés, o de simple mediocridad acomodaticia.
— La contestación no es a veces más que expresión de impotencia de quienes viven alejados de
una sociedad, en la que no han sabido ni han
podido luchar de manera más eficaz.
— Con todo, la contestación y hasta la secesión de la sociedad pueden y deben ser una actitud
profética, que impulsa a una permanente renovación crítica de quienes trabajan dentro de la misma
sociedad.
CORPORATISMO
— Oponer la ciudadanía a la corporación. Antes y por encima de corporados, somos ciudada25
nos; todos con iguales deberes y derechos. La corporación puede, a lo más, concretar y asegurar
esos elementales principios.
CREACIÓN DEL MUNDO
— Lo que podría parecer como fuente y principio de alienación, de dependencia y de antihumanismo, ha sido, históricamente, fuente y principio de secularización, de desmitificación y de humanismo, al hacer imposible la divinización de la
naturaleza, la idolatrización del cosmos, el encarcelamiento del hombre entre las cuatro paredes del
universo; al hacer posible, al mismo tiempo, el
dominio de la naturaleza por el hombre, parte y
señor de la misma.
CRISTIANISMO Y HUMANISMO
— No hay que confundir la vocación de hombre y la vocación de cristiano en cada uno de
nosotros: vocaciones distintas, pero no separadas,
complementarias, digámoslo así. La primera abre
el cauce de la realidad a la segunda, que da a la
primera su pleno sentido: la dirección y el significado que nos reveló el mensaje de Jesucristo.
CRISTO VIVO
— Para los cristianos, Cristo está tan por
encima de todos, es tan trascendente a todos los
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valores, que nada ni nadie nos parece digno de
llamarse con ese nombre. Por otra parte, Cristo
nos parece tan normal y tan humano, que cualquier
hombre nos recuerda a él, cualquier cosa nos lo
revela. Hombre-Dios. Expresión humana de Dios.
— Cristo no nos mandó imitarle, sino creer
en la fuerza de su amor. Muchas vidas de cristianos son tan estériles porque se han encerrado en
la "jaula del evangelio". El evangelio no es una
jaula, sino la puerta abierta al aire nuevo. No una
vinculación, sino, en primer lugar, una liberación
a la luz y con la fuerza de Cristo. Mejor que imitación de Cristo, ¡invención de Cristo!
— Muchos años se pasaron muchos cristianos
discurriendo sobre Dios y olvidándose del hombre.
No es nada extraño que muchos cristianos se pasen
ahora mucho tiempo discurriendo sobre el hombre
y olvidándose de Dios. ¿Olvidándose? No del todo, mientras no se olvidan del hombre, que siempre es una cierta presencia de Dios.
— Muchos cristianos dejarían de serlo si se
convencieran de que Cristo fue un hombre de verdad y de que, por eso, el cristianismo es también
el culto del hombre.
— Si en algo nos distinguimos los cristianos de
los no cristianos en nuestra vida práctica es que
ante la presencia de Dios revelado en Jesucristo
sentimos profundamente nuestra debilidad y, al
mismo tiempo, la fuerza de Dios. Debilidad y fuerza que nos preservan de cualquier "complejo".
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— Cristo es el Hijo de Dios, la revelación
Distintos pero iguales. Con algo nuevo; pero oculto
en gratuidad y sorpresa.
de Dios, porque encarnó el máximo amor a todos
los hombres de todos los tiempos de la manera
más generosa y comprometida. He aquí la prueba
más convincente de todas sobre su filiación divina.
— Hemos reducido tantas veces a Cristo a
ideas, sistemas o costumbres religiosas, que hemos perdido todo el incomparable fruto de un
encuentro personal. Nos hemos quedado con un
deber cuando se trataba de un llamamiento; hemos
perdido el diálogo para conservar sólo el catecismo.
— No hay definición de cristiano que valga.
Ser cristiano es querer ser cristiano, no estar contento con ninguna definición, con ningún límite. Es
no saber bien cómo se es, cómo se puede ser, sufrir con todo esto.
— Antes que enredarnos en interminables
—aunque nobilísimas— discusiones sobre el problema de Dios, ¿no es la primera tarea de todos
los cristianos vivir honradamente en nuestra vida
la vida de Cristo? ¿No es Cristo la verdad, la
vida, el camino? ¿Por qué no partir de esta realidad primera y abrir esta vida y su esperanza a
toda ulterior realidad, por inexplicable y lejana
que parezca?
— No se trata en nuestra nueva visión del
cristianismo de arrancar la cruz de Cristo de nues28
tras vidas, sino de plantarla mucho más en el centro de ellas: como signo existencial de reconciliación, de libertad y de esperanza, y no de aplastamiento, de aniquilación y de castigo, como hasta
ahora tantas veces se nos predicó.
— La vida de Cristo no se caracteriza de
buenas a primeras por su cruz, sino por su disponibilidad absoluta, que puede llevarle a la cruz;
por su entrega, si es preciso, hasta la cruz. El encuentro del mensaje de Cristo con los hombres
de su tiempo pudo haber sido muy diverso, pero
fue aquél y no otro. Cristo no fue al encuentro
directo de la cruz; se encontró con ella, le pusieron
sobre ella. Pero no vayamos a poner la cruz en
lugar de Cristo. No hay cruz sin Cristo, pero hay
a ratos Cristo sin cruz.
— Creer en un Dios salvador revelado en Jesucristo, más que reconocer nuestra miseria e impotencia, es superar nuestra fuerza y esperanza
limitadas con la trascendencia de su libertad generosa. Sólo así nos es más fácil y más real creer
en la salvación de Dios por Jesucristo.
CULTO
— Cristo interpretó el culto hebreo desde el
amor, rechazando toda forma incompatible con
él. Con su muerte —ruptura del velo del templo— terminó todo culto que no fuera el de la
práctica del evangelio, la renovación del acontecimiento de Cristo.
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— Ya en la primitiva comunidad cristiana, la
buena noticia del reino, la palabra interpeladora
de Cristo fue a veces convertida en rito helénico,
en misterio intimista y evadente.
— Todavía en nuestra Iglesia, el culto ahoga
y destruye demasiadas veces la palabra, en vez de
acogerla, descifrarla y ponerla en movimiento.
DEMONIOS
— Lograda personificación —dinámica, obsesiva, tenebrosa—, durante toda una época, del
mal en nuestro mundo.
— Dios ha vencido a Satanás, porque el amor
ha vencido al odio: la esperanza ha saltado todas
las barreras del mal; el reino de Dios ha penetrado —¡al menos, ha comenzado a penetrar!—
en un mundo cerrado a cal y canto en su propia
miseria y en su propia suficiencia.
DESMITIFICACION
— Corremos el peligro, por un a veces tonto
afán de realismo, de quedarnos con la realidad
monda y lironda de lo que boy somos. A eso solemos llamar desmitificación. Olvidamos que los
mitos son, en definitiva, intentos de superar la
realidad.
DESTINO Y PROVIDENCIA
— El hado o destino, que está aun por encima
de los mismos dioses griegos, puede corregir cierta miope concepción de la providencia divina. Allí
el destino, aquí el soberano respeto de Dios a
las leyes naturales, están por encima de cualquier
"capricho", de cualquier "providencia" arbitraria.
—- La providencia de Dios es su amor a toda
la creación, sólo patente a los ojos de la fe y
pese a mil tremendas evidencias. Pero nosotros
la hemos convertido a nuestro gusto en lotería
que siempre toca: la hemos convertido de providencia, a la manera de Dios, en evidencia, a la
manera del hombre.
DIALÉCTICA
— Es la llave con la que se abre toda la realidad.
— Pero muchos han hecho de esta llave cerradura, puerta, portón por donde sólo ellos entran y salen, sin permitírselo a los demás.
DINERO
— Es el lenguaje del mundo capitalista, que
corrompe otros muchos lenguajes, haciéndoles a
veces enmudecer.
31
30
DIOS
— Si Dios no existe, ¿todo está permitido?
No. Si el hombre existe, todo no está permitido.
— Dios es siempre sorprendente, inalcanzable, incomprensible. Toda búsqueda es encuentro,
todo encuentro búsqueda.
— No admite definición, que es siempre limitación. Su mejor definición es la apasionada,
humilde, sincera, siempre remota, búsqueda de la
misma.
— O reconocemos el misterio sobrecogedor de
Dios, eterno, creador y sabio, o el misterio sobrecogedor de la Naturaleza eterna, creadora y
sabia: la Diosa-Naturaleza.
des. Dios de la promesa y de la esperanza. ¿Quién
habló de definir a Dios, de limitarlo en los metros cuadrados de una teología filosófica, de demostrarlo con nuestros pobres y viejos razonamientos? ¡Dios del corazón —del hombre total—,
hacia adelante!
— Dios no ha muerto. Pero muchas imágenes del Dios vivo —vivo también en muchos hombres— están muertas hace siglos en el panteón
de los dioses inventados por el hombre.
— Dios inefable: por su intensa y luminosa
"efabilidad".
— Dios como unidad y fin sosegador, a la par
que dinámico, de todo.
— Dios no puede ser reducido al capricho,
a la arbitrariedad o al absurdo. Pero tampoco al
sentido común. El misterio del amor no es el del
sentido común.
— Sólo en la experiencia operativa del amor,
el Dios de Jesucristo es creíble y adquiere todo
su sentido. No porque el amor sea Dios, sino
revelación de Dios, que es amor y autor de todo
amor.
DIOS DE LA MAGIA Y DE LA FE
— Dios es indefinible, inefable... El silencio
es tal vez la mejor manera de acercarse a él. Pero
si no hablamos de él, ¿de qué merecerá la pena
hablar?
— Querer poseer a Dios, tenerlo para nosotros, hacerlo nuestro: Dios de la magia. Darnos
a él, dejarnos encontrar por él: Dios de la fe.
— Dios es siempre nuevo. Si un día llegáramos a comprenderlo, Dios sería viejo para siempre.
DIOS Y EL MAL
— Dios siempre nuevo, manantial de novedad,
infinitamente joven, futuro absoluto de noveda32
— Fl problema del mal, seriamente vivido,
impide el desarrollo de una idea irresponsable y
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frivola de Dios. El mal es el mejor enemigo de
un teísmo débil y sin compromiso.
DIVERSIÓN
— Hay quienes se di-vierten tanto en la vida,
que no se vierten casi nunca, no se entregan.
Y la vida, más que di-versión, es in-versión y reversión: auténtica versión de la misma.
— El dolor —lúcido y dominado— madura y
enriquece porque nos abre a lo otro y a los
otros. Nos libera de nuestra autoposesión y autodisfrute. Por esto el dolor acompaña siempre al
verdadero amor, es su fiel guardaespaldas; no es
muy distinto de él. No podremos nunca suprimir
el dolor mientras sigamos queriendo amar. Sólo el
dolor no humanizado es malo, el dolor residuo
injusto de épocas primitivas.
DOGMAS
DUDA
— Los dogmas —expresiones históricas de
acontecimientos de fe— se purifican, se relacionan, se explican mejor, crecen. Las "verdades"
cristianas son siempre inalcanzables c inexpresables adecuadamente, y los hombres son históricamente diversos. Si dogmático es hoy equivalente
a inmóvil e intransigente, ¿no será porque hemos
confundido la verdad con su expresión, y ésta
con una expresión histórica determinada?
— El "estado de duda" es hoy —¿ha sido
siempre?— común a todos los hombres. Sólo
dejan de dudar los locos y los fanáticos, que son
aprendices de locos.
DOGMÁTICOS
— Son los que sacrifican los hombres a las
ideas. Ideas permanentes y exclusivas. Los humanistas hacen lo contrario, sin dejar de luchar por
la prevalencia de las ideas humanizadas.
DOLOR
— No hay "demonio" mejor que el dolor para
dejar de creer en nuestra propia divinidad.
34
— Lo cual no quiere decir que se ponga
todo en duda. Todo hombre, digno de serlo, ha
de tener una columna vertebral de pensamiento,
un camino real de acción, que den sentido, peso
y realidad —salida— a su vida.
— Importa mucho saber cuándo y dónde dudar. La duda es un prodigioso y creador principio
de sabiduría. Una vigorizante dialéctica del espíritu.
EFICACIA
— ¡No confundir nunca la eficacia con el
"éxito"! A veces la eficacia no tiene ninguna
"salida".
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— Eficacia, sí, pero a la medida del hombre
total, que incluye muchas aparentes ineficacias.
— Si el mandamiento nuevo del amor es el
principio y fin de la eficacia, como de toda dimensión humana, no vayamos a buscarla por los
viejos caminos del saber, del tener y del poder,
a los que antes se llamaba "eficaces".
— La eficacia de la cruz es una de las eficacias del amor. Atención, pues, al nuevo ídolo
pagano de la eficacia!
cualquiera de sus etapas de humanización, yendo
siempre más lejos —sorpresa del Dios sorprendente— que su esperanza.
— No hay otra alternativa: o es aún posible
la esperanza en una humanización más completa
del hombre, o es inminente el dominio del hombre
sobre el hombre.
— Partiendo de la experiencia del amor entre
los hombres, la esperanza la alarga y enriquece
hacia su sentido más pleno. La esperanza no tiene
nada que ver con la ilusión, la espera de la suerte
o el optimismo: son sus tres caricaturas, sus tres
tentaciones de cada día.
EROTISMO
— Búsqueda de lo absoluto y permanente en
lo relativo y fugaz. Y vuelta a empezar, porque
no es lo absoluto.
ESPERANZA
— La esperanza es la fe que mira y marcha
hacia el futuro.
— Sólo la esperanza cristiana parece de verdad esperanza: las demás parecen sólo esperas de
esta esperanza. Pero sucede con frecuencia que
la espera es ya esperanza esperante.
— El cristiano es un esperanzante radical, no
sólo un insatisfecho permanente: espera en la continua perfectibilidad del hombre, sin detenerse en
— La esperanza ya encarnada en la historia
es el único fundamento de otra esperanza más
alta y purificada.
— Vivir es esperar. Al menos, esperar vivir o
esperar morir: esperar.
— La esperanza trivializada se llama ilusión.
— El optimismo es un sucedáneo ingenuo y
facilón de la esperanza, hecho a la medida de hombres con prisa de futuro, poco arraigados en el
presente.
— Esa falta y precipitada "esperanza" en la
lotería o en las quinielas tiene también algo de
esa revelación gratuita, de ese don que es la
última y esencial esperanza.
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— No hay libertad sin esperanza. Un mundo
que no estuviera abierto a una esperanza real y
enriquecedora, sería un mundo cerrado sobre sí
mismo, una repetición inútil y fatigosa del vivir,
una jaula de libertad.
—un tanto pasiva—, más que esperanza —demasiado intelectual y abstracta—. Esperación: lo
contrario de des-esperación.
— No poder amar una creación en la que "los
niños son torturados" es una confesión de esperanza, mucho más seria que tantas confesiones simplonas de fe. Es una desesperada esperanza en
una creación más esperanzadora.
EUCARISTÍA
— La paciencia cristiana es un auxiliar de la
esperanza. La paciencia estoica es autoconciencia
de suficiencia, de propio dominio frente al mundo,
frente al dolor, al gozo, al temor, a la esperanza.
La "esperanza" del estoico termina en sí misma;
es la esperanza del que no espera nada.
— La concepción fisicista de la presencia de
Cristo ha impedido avanzar a la doctrina católica
de la eucaristía. La presencia real y misteriosa de
Cristo no tiene nada que ver con la física del laboratorio, con la bioquímica orgánica.
— El estoico es el hombre abstracto, abstraído
del dolor, de la alegría, del temor, de la esperanza.
Es un intento de reducir el hombre total.
— La eucaristía, como su nombre griego lo
indica, es una acción de gracias por la salvación
de Dios cumplida en Jesucristo. Acción de gracias
en forma de comida fraternal —recuerdo de la
última cena antes de su muerte— por participar
de esa misma salvación y por poder hacer participar de ella a los otros. Todo cuanto se aleje de
esta eucaristía tiene poco de eucarístico.
— La esperanza total, imantada por el futuro
absoluto de Dios, mueve y remueve el presente,
lo sacude, lo arrastra. Ningún hombre de esperanza puede vivir en pasividad su presente. Cuando
esto ocurre, es que la esperanza es sólo una huida
del presente hacia cualquier cosa.
— El desprestigio, en ciertas partes o sectores
del pueblo, de la comunión procede del desprestigio en que muchos comulgantes tienen la comunicación y la comunidad: presupuestos y consecuencias de la verdadera comunión.
ESPERANZA Y ESPERACION
EVANGELIZARON
— Una palabra necesaria tal vez para decir el
acto de esperar: esperación. Dice más que espera
— ¿Puede haber evangelización sin restauración del orden temporal? ¿No dividimos falsa-
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mente las distintas dimensiones de la misma realidad? ¿No obedecen ciertas crisis apostólicas actuales a esta injusta separación creada por teólogos
y eclesiásticos?
— ¿Por qué tantos "santos" han sido tan ineficaces? ¿Por qué hoy nadie se atrevería a codearlos con otros apóstoles y confesores laicos de la
justicia y la libertad? Porque no fueron seres de
" este mundo "; intentaron " evangelizar " en el aire,
y este mundo los ignora y con razón.
— Evangelizar es anunciar y realizar la "buena
nueva", la "alegre noticia" del reino de Dios sobre
la tierra y más allá de la tierra. ¿Qué alegre noticia damos tantas veces a las gentes? Hasta hace
bien poco, éstas creían que se trataba de una " triste noticia". ¡Dejamos las alegres noticias para los
ateos, los rojos, los malos y los anticristianos!
FAMILIA
— Sólo se elige el esposo o la esposa, no
los hijos ni los padres. No habría que olvidarlo
nunca.
— La familia se nos va quedando muchas
veces reducida a refugio de pequeños, mediocres
valores. El miedo a la soledad, a pensar y vivir
por su cuenta, a tener propias iniciativas, es, con
frecuencia, motivo de muchos matrimonios. Lo
que debiera ser acumulación de fuerza, de impulso
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comunitario, es sólo defensa complacida, egoísmo
organizado.
— Los hijos suelen ser en muchos matrimonios la única tarea verdaderamente común, y
tampoco siempre. De ahí la crisis cuando los hijos
no vienen, o cuando termina esa tarea.
FE
— Creer es tener un nuevo horizonte, una
nueva perspectiva, un nuevo sentido de dirección.
Pero muchas veces esta nueva, total, "lejana" realidad ha impedido andar con seriedad el camino
de la vida. ¿No será porque no hemos incluido el
mundo en que vivimos dentro de esta perspectiva, de este horizonte, de esta dirección?
— No hay fe sin parte de incredulidad. Somos a la vez creyentes e incrédulos. Desgarrón
permanente. Lucha continua. Fe que crece y decrece, que crece hacia el Dios infinito.
— No hay fe sin dolor. ¡Cuántas veces nuestra tranquilidad y nuestra seguridad no son sino
etapas de la pre-fe, que aún no ha tenido su prueba de Abrahán!
— El que cree seriamente en alguien o en
algo —el que cree en el absoluto, dirían los filósofos—, ya cree de alguna manera —tal vez de
manera profunda y decisiva— en el Dios creador,
que es amor.
— En la fe nos encontramos con la mayor de
las certezas, apoyada en Dios, y con la mayor de
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las oscuridades, nacida del misterio mismísimo de
Dios. Seguridad oscura. Oscuridad segurísima. Inseguridad racional. Seguridad incalificable, casi vergonzosa, dudosa de sí misma, desbordada de sí
misma. Si la fe no fuera todo esto, ¿qué tendría
que ver con el Dios de la biblia?
— Son normales las dudas de fe. No se cree
sólo, ni con toda la razón. Y la razón no se sosiega hasta no creer con toda ella: intención razonable, pero imposible de cumplir.
— La misma humildad que se requiere para
el amor se necesita para la fe. No hay entrega intelectual ni vivencia posible sin el previo reconocimiento de la propia debilidad y de la propia necesidad de comunicación y enriquecimiento.
— La dependencia de Dios no es lo que define
primeramente la fe. La fe es, antes de todo, "experiencia" de salvación. Sólo después es "sentimiento de creatura", amor en gratitud...
— Muchos no tienen "dudas de fe" porque su
razón no ha aprendido a dudar.
FE Y POLÍTICA
— ¿Dudamos de Dios? Casi siempre dudamos
de cómo entendemos a Dios.
— No es que la fe se alimente de dudas, sino
que las dudas se alimentan de la fe, haciendo que
el hombre hambree siempre la Verdad absoluta
y no se sacie nunca con las pequeñas verdades o
con las seudoverdades de aquí.
— Hay algunos cristianos que han confundido
la Iglesia con su partido, su movimiento o su asociación. No se reúnen ya bajo la fuerza reconciliadora de un mismo Señor y de un mismo espíritu, sino bajo la fuerza de una coincidencia ideológica o de una praxis militante. Esto suele ser
frecuente en quienes un día hicieron de su pertenencia a la Iglesia una opción total y excluyeme.
Ahora vuelven a repetir la misma equivocación
en una situación diversa. Pero la comunidad de fe
tiene que superar divergencias políticas, que son,
desde el punto de vista de la fe, accidentales. A
menos que una parte de la comunidad haya renunciado a la praxis de los valores sustantivos
del evangelio.
— Sin fe en sí mismo es imposible vivir. Con
demasiada fe en sí mismo es imposible convivir:
no queda sitio para creer en los otros.
— El cristianismo no impone al cristiano una
opción técnica concreta en el campo político, a
no ser que sólo una de estas opciones ponga en
— Muchas veces las "dudas de fe" son el
mejor remedio para no confundir la fe oscura y
luchadora con una falsa y cómoda posesión.
— Muy a menudo las "dudas" en el terreno
de la interpretación de la fe no son más que
"aproximaciones" a la verdadera fe.
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práctica los valores esenciales del reino: lo que
ocurrirá raras veces en una sociedad socialista.
allá de ella misma, porque quien busca directamente la felicidad no la encuentra jamás.
— Entre un sistema socialista (humanista) y
un sistema capitalista el cristiano lúcido de nuestro
tiempo no puede elegir. Puede hacerlo entre uno
y otro socialismo (humanista). O entre uno y otro
sistema capitalista y uno y otro sistema socialista
totalitario, cuando falte, desgraciadamente, otra
opción mejor.
— Sólo los tontos se sienten "felices" sin más.
— El cristiano, aunque obligado por su pert¿nencia a un grupo político a elegir un determinado sistema socio-económico, no podrá hacer de
él un ídolo o seguirlo de modo incondicional. El
reino de Dios, que debe crecer sobre la tierra,
es una condición condicionante esencial de su opción concreta. Uno solo es el Señor.
— Cualquier sistema político que lleva el
nombre de cristiano, si pretende carácter de exclusividad, es un sistema blasfemo; si no lo pretende,
o es un aberrante resto de una época de cristiandad
ya superada o en vías de serlo, o confunde una
posible inspiración general en el mensaje cristiano
—nivel de fe— con su aplicación concreta secular —nivel de política—.
FELICIDAD
— Hemos de acostumbrarnos a encontrar la
felicidad superándola día a día, buscándola más
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FRACASO
— El fracaso es muchas veces nuestra meta
normal. Señal de volver a empezar, señal de que el
hombre no es un mero disparate biológico, ni una
posibilidad muerta al primer tropiezo.
— A menudo el cabezazo contra la pared del
fracaso es la única manera de despertar a la lucidez.
— Hornero de eficacias, alto en el camino
de la libertad, aguijón de crecimiento, duro espejo de nuestras realidades.
FRIVOLIDAD
— Frivolo es quien convierte las modas en
valores.
GRACIA
— Sí, todo es gracia. Para el creyente, la gracia es el aire que respira, es su clima, su ambiente,
el mundo que lo rodea, porque la gracia es la presencia de Dios. El pecado comienza cuando y donde no se "ve" y se "siente" en algún lugar o
tiempo la gracia.
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— Lo que antes entendíamos como fruto de
la gracia, una especie de divinización de la "naturaleza", lo entendemos ahora mejor como su secularización, como el conocimiento y el dominio
del mundo por el hombre hacia su peculiar destino, hacia su perfección al servicio del hombre
total. Vivir en gracia es vivir en gracia del mundo
—con los hombres y las cosas— y así vivir en
gracia de Dios.
— No se reforma ni se transforma el mundo
de la civilización industrial, al menos directamente, yendo a vivir al bosque o a los nuevos
desiertos de nuestro tiempo. No podemos volver
a la edad antigua ni a la edad media. Los nuevos
solitarios y los nuevos eremitas pueden ser los
nuevos ascetas o los nuevos místicos, los nuevos
profetas tal vez, pero nunca los nuevos constructores de la nueva edad, aunque éstos tengan que
pasar también por el desierto.
— Gracia = Espíritu = Dios con nosotros.
HISTORIA COMO REVELACIÓN
HÉROES
— A veces lamentamos la falta de héroes, de
caudillos, de jefes, de líderes, de santos... Señal
de que aún estamos muy lejos de una sociedad
sana y de temperatura normal. De que aún el pueblo no ha asumido todos esos papeles gloriosos.
"HIPPIES"
— Los hippies son un síntoma de la crisis
de una sociedad de la abundancia. Son también
protesta y rechazo. Pero apenas si son flecha de
futuro, ni luz de esperanza. El mundo retrocedería siglos si fuera, al pie de la letra, lo que los
hippies pretenden que sea. ¿Pretenden? No, los
hippies detestan pero no construyen: no es ése su
menester. Apuntan.
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— La historia es la actualización creadora de
la verdad.
— La historia —su conocimiento y el sentido
histórico— es la mejor manera de poseer la realidad, de controlarla, en la medida de lo posible,
de aprehenderla o liberarse de ella. Un hombre
sin conocimiento de la historia y sin sentido histórico está en continuo peligro de caer en las mil
trampas de la historia.
— La historia es principalmente el largo y
purificador ascenso del hombre a través de los
tiempos.
— Uno de los frutos más vivos del estudio
de la historia es, junto con el sentido de la grandeza del hombre, el sentido de su limitación. Es
una excelente cura de humildad. No se puede tener "pretensiones" ante la historia.
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— La historia —"maestra de la vida"—, por
enseñarlo todo, no enseña a veces nada. Con la
historia, cualquiera prueba a veces lo que quiere
probar.
— Más que la historia, acopio de noticias del
pasado, importa "el sentido histórico", que se nutre también de la historia como conjunto de conocimientos, pero no sólo de ella. El sentido histórico, el "instinto de la historia" "aplica" la lección
del pretérito al presente con vistas al futuro, pero
desde el mismo presente en el que está inmerso.
— Un pueblo sin historia es un pueblo sin
memoria.
— Todos somos historia para alguien.
— Es la palabra —y la realidad— más parecida a la de Dios.
— Tal vez el mayor error de muchos cristianos fue olvidar que sólo hay una historia: la de la
humanidad, a la que pertenece la Iglesia. La historia es la mejor revelación de Dios, la más continua
y manifiesta. La única. El único "locus theologicus".
— No se puede encontrar a Dios fuera de la
historia, fuera del tiempo y el espacio donde él
quiere encontrarse con nosotros. Muchos que creen
haber encontrado a Dios, sólo han encontrado un
dios petrificado, "pasado de moda", pasado de
vida; no es el Dios vivo, no es el que guía la
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marcha de su pueblo. Es un Dios convertido en
estatua de sal.
— Dios se encarnó en la historia. Se hizo
historia, asumiéndola. La historia participa, pues,
de lo definitivo de Dios. No es un navio perdido,
una frágil realidad sin rumbo. La historia es, a
pesar de todo, el áncora de la esperanza.
— La historia humana nace de una promesa
—bíblica—, de un futuro. Es la línea —no siempre recta— contra el ciclo redondo y repetido. La
historia nace de la libertad y de la esperanza, que
es la libertad que se prolonga y se supera a sí
misma. Pero quienes no creyeron en esta historia
humana, la convirtieron en una asignatura del
pasado, cambiaron la perspectiva, pusieron boca
abajo el hombre.
HUIDA DE SI MISMO
— Nos pasamos media vida huyendo de nosotros mismos. Objetivándonos, cosificándonos para no tener que habérnoslas con "alguien", con
nuestro propio "yo", para no confrontarnos con
él. ¡Cuántos trabajos y afanes para encontrar a
otros son sólo huidas de nosotros mismos!
HUMORISMO
— El humor es el hermano menor de la esperanza; el hermano mayor de la alegría. Es la
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esperanza para andar por casa. Es la alegría madura y sabia, humilde y discreta, que se las sabe
todas.
— El buen humor es siempre crítico y autocrítico. Impide detenerse. Hace avanzar. Incita y
espolea. Hace imposible todo cómodo contentamiento. Ridiculiza todo pasado con ínfulas de permanente. Relativiza todo lo presente. Anticipa todo futuro.
— Hay un humor disolvente y egoísta que,
más que atacar, se defiende; que, más que revelar
el fondo real de las cosas, oculta su propio fondo.
Hay humoristas que no son más que bufones de sí
mismos, que no hacen más que verter sus propias
miserias; pobre defensiva de impotencia.
— A veces el humorismo no es más que la
máscara que encubre la falta de coraje para luchar contra la perversión del mundo. Se pretende
sustituir el compromiso serio, la noble pasión por
la justicia y la libertad, con el humorismo falso,
que no es entonces sino una perfecta y cobarde
frivolidad.
IDEALISMO
La realidad no es el ideal encarnado, sino que
el ideal es la realidad transfigurada.
IDEOLOGÍAS
— La llamada "muerte de las ideologías" revela la muerte de toda una sociedad que se rebaja
al estado animal: el pragmatismo —que es su
ideología— indica su mínimo grado de humanización: se es, sin más, se consume, se devora, se
autolimita al presente efímero. No hay deseo alguno eficaz de superación.
— ¿Muerte de las ideologías? No. Lo que
pasa es que ciertas ideologías de poder "se hacen
las muertas" para no aparecer como tales, para
no asustar a nadie, para hacer su juego, para seguir sosteniendo e inspirando toda una estructura
que se dice "objetiva", "científica", "técnica" o
"realista".
— Mientras haya ideas, habrá ideologías. Y
mientras haya hombres —¡esperémoslo así!—, habrá ideas. (Entiendo aquí ideología en el sentido
vulgar y positivo del hombre de la calle.)
IGLESIA
— Aquí también ha sucedido que los árboles
no nos han dejado a veces ver el bosque: por un
excesivo celo eclesiológico, la Iglesia nos ha ocultado muchas veces a Cristo, revelador de Dios.
IGLESIA ABANDONADA
— Es demasiado fácil a veces abandonar la
Iglesia, acusándola de traición al mensaje de Jesu51
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cristo. ¿No hay muchas veces miedo a quedar
implicado en esa crítica? ¿No hay un urgente deseo de evadirse de la propia responsabilidad? ¿Pesa a veces demasiado el sentido de "solidaridad"
en el pecado de padres y antecesores en la fe?
Junto a otros motivos más serios, no olvidemos
tampoco este otro tan posible.
IGLESIA INVISIBLE
— Durante cierto tiempo al menos, la mejor
visibilidad de la Iglesia será tal vez su invisibilidad. Una "visibilidad" de humildad, de penitencia, de servicio, de normalidad.
IGLESIA
PRIMITIVA
— La Iglesia era demasiado reciente y joven
para entender del todo lo que era vivir históricamente la fe, sin confusión con los valores temporales o con excesiva independencia de ellos. Tan
pernicioso como el "constantinismo" (Iglesia enfeudada al Estado), fue el "maniqueísmo" y el
"encratitismo" (extrema división entre el bien y
el mal y rechazo de muchos valores humanos).
IGLESIAS DEL SILENCIO
— Hay una Iglesia del silencio, a la que se le
tapa la boca para que no hable. Hay otra Iglesia
del silencio, a la que se le llena la boca... para
que calle.
IGLESIA UNA, SANTA Y CATÓLICA
— Si antes teníamos una Iglesia poco sacramental, organización perfecta más que comunidad
de sacramentos, ahora corremos el peligro de quedarnos con los sacramentos sin Iglesia, con un
conjunto de ritos bien comprendidos y hasta vividos, pero no integrados en el conjunto eclesial.
Por alcanzar una Iglesia santa, abandonamos la
Iglesia una y católica, unidad de la Iglesia local
y unidad de Iglesias locales.
— Pero al decir que en un mundo dividido
la Iglesia debe ser el signo y el medio de la unidad
que supera y funde naciones, razas y clases, hemos
de distinguir cuidadosamente: se pueden unir las
naciones y las razas, que difícilmente podrán desaparecer, pero no así las clases. Hay que suprimir
las clases nacidas de situaciones de injusticia. La
Iglesia tiene aquí un ingente quehacer, un gran
imperativo de unidad y catolicidad que llevar a
cabo, sin salirse de su propia misión, sin sustituir
a los partidos políticos y sin repetir tampoco una
inútil y ya ridicula —por abstracta e inoperante—
cantinela.
— Olvidamos con frecuencia que la Iglesia
es la comunidad de los dones santos más que de
las personas santas, que participan de los mismos,
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IGLESIA Y SU PROPIA MISIÓN
y que la gracia es una gracia perdonadora. A veces
parece como que olvidáramos también al Cristo
perdonador, amigo de pecadores, y prefiriéramos
también a Juan el bautista, con el bieldo en una
mano y la segur en la otra. ¿Y no es la Iglesia
la continuadora, en cierto modo, de la misión de
Jesús? Podemos escandalizarnos de ella como muchos se encandalizan de Jesús: lo encontraban demasiado "blando", demasiado "condescendiente".
La Iglesia de Jesús no es la Iglesia de los puros,
de los monopolizadores del espíritu, la Iglesia de
los sucios soñadores de perfectos sueños temporales. La Iglesia de Jesucristo no está reñida, sino estrechamente unida con una Iglesia profética, denunciante de la injusticia y exigente siempre, como
fiel seguidora del Maestro. Pero de aquí a quererla
como una implacable función política, partidista
y parcial, movida tal vez por resentidos y amargados —que a veces proyectan en ella sus evidentes frustraciones e impotencias—, va un buen trecho. Esto no es creer en la Iglesia santa de los
pobres y pecadores. Esto es confundirla con el
sueño de unos ingenuos visionarios o, a las veces
también, de unos bienintencionados revolucionarios, que se han confundido de espacio y de tiempo.
— Pero esto no quiere decir que desconozcamos las consecuencias de la lucha de clases dentro
de la Iglesia. La lucha de clases en la Iglesia es
un medio decisivo e insoslayable para hacer de
ella la Iglesia verdaderamente una, santa y católica del credo cristiano.
— Hay que defender con firmeza frente a
rutinarias y novedosas frivolidades que la misión
específica de la Iglesia es el anuncio del mensaje
de Jesucristo: el amor de Dios a los hombres
—¡con sus ricas consecuencias!— revelado en él,
y que da sentido al destino del hombre.
INJUSTICIA Y DESORDEN
— Preferir la injusticia al desorden es quedarse con la injusticia y con su desorden.
INTEGRISMO
— El integrismo es lo más opuesto a la misericordia. El integrismo no cree en la misericordia
de Dios más que para sí mismo. Es su mayor error.
— El integrista es un esquizofrénico, un hombre dividido; de Dios, a quien suplanta, y de los
hombres, a quienes condena. Es todo menos un
integrador.
— No hay nadie íntegro en este mundo. Desde el momento que alguien se cree íntegro, se
hace integrista.
— Nada más opuesto al integrista que el revolucionario. El revolucionario lucha por la nueva
integración y aun por la integridad de las cosas
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y de las personas, que sabe no alcanzará del todo.
El integrista —involucionario— lo desintegra todo
al pretender precipitadamente, violentamente, la
integridad fosilizada, que no existe en parte alguna.
— Pero el integrismo es una amenaza de todo
revolucionario. Cuando el revolucionario se vuelve
integrista, se hace entonces dictador implacable o
"contrarrevolucionario": complaciente consigo mismo. Y la propia complacencia es el enemigo número uno de toda revolución.
— El integrista es un ser dividido que intenta
dividir los hombres y las cosas a la medida de
su división. Pero divide y no subdivide; sus divisiones son groseras y falsas: verdadero o falso,
negro o blanco, amigo o enemigo, bueno o malo...
No conoce matices, no analiza, no tiene paciencia
o equilibrio para estudiar a fondo las distinciones.
Tiene miedo de sí mismo. Porque es débil y soberbio, prefiere mentir o errar a tener que reconocer
su ignorancia o su debilidad.
cable, miedoso. Quiere permanecer "íntegro", preparado siempre al ataque o a la defensiva —lo que
es igual—, armado de pies a cabeza.
— Tanto el integrismo cristiano —pesimismo
al fin— como el ingenuo optimismo de los progresistas, coinciden en eliminar el misterio de la
cruz de Cristo; ambos se fían más de los medios
humanos —fuerza y razón—, confunden la naturaleza y la gracia y destierran por igual la esperanza
abierta y entregada de los pobres de Yavé.
— Los integristas huyen hacia una edad de
oro pretérita; los progresistas, hacia una edad de
oro futura. Los dos huyen hacia la ilusión; los
dos huyen de la realidad.
— El integrista es un nostálgico del tiempo
de cristiandad: lo que un día hubiera hecho con
los de fuera —acometerlos—, hace ahora con los
de dentro. No tolera las razones libres, las que
se salen del eje vertical del orden y de la jerarquía.
— El integrista cree siempre ser fiel, pero es
fiel a la letra, no al espíritu de su credo. Carece
sin duda de imaginación. Sin imaginación, la letra
no se convierte en espíritu.
— El integrista vive como si fuera suficiente
la verdad que cree tener sin el amor que no le
importa no tener. Pero no hay Dios verdadero
que no sea amoroso, ni verdad sin amor. Por eso
el integrista está siempre a punto de confundir a
Dios con un tirano, a la verdad con una abstracción idolátrica.
— El integrista es un pesimista. Su pesimismo
—ideológico o temperamental, o ambos a la vez,
le hacen un ser defensivo y ofensivo, duro, impla-
— El integrista cree que el hombre es malo
por naturaleza y, por tanto, sin remedio, porque su
domesticación es siempre incierta e incompleta. Su
— El integrista es el dogmático de nuestro
tiempo.
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dogma preferido es el pecado original mal entendido y peor aplicado. El zurriago, de una u otra
forma, es su símbolo y su "debilidad": su seguridad.
— El mayor error político de los intelectuales suele ser creer que son los llamados a dirigir
a las masas. Pero a las masas no se las dirige; se
les ayuda —todo lo más— a dirigir.
IRONÍA
INTELECTUALES
— Los llamados intelectuales olvidan con frecuencia que sus geniales descubrimientos han sido
descubiertos casi siempre por los hombres de
acción. Los intelectuales, generalmente, sólo los
expresan o los interpretan.
— Los intelectuales viven del culto que todavía les rinde una generación alimentada en la
cultura griega, abstracta y elitista. Pero un pequeño acto de coraje del hombre de la calle puede
valer más que toda la biblioteca escrita por un
intelectual.
— En la acción brillan como en ninguna parte los valores de la inteligencia. Sin ella, la inteligencia es una pobre caricatura de sí misma.
— El intelectual es un lujo en una sociedad
de general menesterosidad cultural. Su vanidad
es el halo de su pequeña "divinidad".
— El intelectual es a veces —debiera serlo
siempre— conciencia crítica de una sociedad, de
un régimen. Pero muchas veces no es más que un
político frustrado, en competencia amarga con los
hombres de la política.
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— La ironía nos es muy necesaria para no
tomarnos demasiado en serio. Y para no terminar
también idolatrándonos, convirtiendo nuestras críticas en una nueva construcción dogmática de
nuestras posiciones.
— La ironía es como la sal de la convivencia.
— Es la sonrisa, benévola y un poco escéptica,
que no llega a risa.
JUSTICIA Y EFICACIA
— Si esperamos a que toda justicia sea eficaz, elegiremos frecuentemente la eficacia injusta,
que, a la larga, no será eficaz. La eficacia no es
más que la maduración —lenta o rápida— de la
justicia.
JUVENTUD
— Por vez primera tenemos una generación
joven universal, es decir, a la altura de un mundo;
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LEY
por vez primera, uno, comunicado, joven, consciente de su fuerza y —más o menos— independiente. No ha habido nunca nada parecido. Por
esto la juventud de hoy es radicalmente diversa
de las anteriores.
— La juventud de hoy, más que ideas, quiere
saber cómo vivir con ellas.
— Ser joven es ser creador, tener la pasión
de crear, asomarse siempre a la vida, querer vivir
siempre de manera nueva. Hay viejos de cuerpo
que no se jubilan nunca, que siguen creando sin
cesar, siempre jóvenes.
— Ser viejo, en cambio, es creer que la historia se repite y que —a lo sumo— se alarga.
— La juventud es también ausencia de miedo
ante el futuro. Todos los que le tienen miedo
son viejos.
— Los viejos quieren controlar la historia. Los
jóvenes, hacerla.
NATURAL
— La revelación no parece añadir nada nuevo,
absolutamente nuevo, a esta ley natural universal,
tan oscura a veces, tan mudable. La revelación eleva las exigencias de la "ley natural" a la esfera
de lo divino, las alarga y las completa en el más
allá de la esperanza. Pero los cristianos no tenemos por eso ningún privilegio para conocer e
interpretar mejor que los demás esa ley para todos.
Sí para darle un sentido adecuado a la revelación.
LIBERTAD
— La verdadera libertad es una libertad creadora, libertadora. Cualquier otra libertad es un
lujo poco útil, a veces decadente, y a veces degradante.
— Libertad en el hombre no es igual a independencia. Esa es una definición infantil individualista, burguesa, bárbara y siempre insostenible. Libertad es responsabilidad dentro de la historia concreta, capacidad de obrar y de responder
de lo que se obra. Es también interdependencia.
LEGALISMO
— El legalismo hace de las conciencias delicadas conciencias escrupulosas. El amor se petrifica en rito y la responsabilidad se corrompe de
falsa seguridad. El hombre se convierte en estatua de ley.
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LIBERTAD Y NECESIDAD
— ¿Somos libres? Lo somos en cuanto participamos creadoramente en el mundo de las necesidades que se nos ofrecen o que nosotros levan61
tamos a nuestro paso. Libertad y necesidad: viejo
y continuo juego dialéctico de elementos que constituyen nuestra existencia real.
— Somos libres en la medida en que vivimos
conscientemente con y de la libertad comunitaria
de los otros, incluida la libertad heredada de las
generaciones anteriores, y en la medida en que proyectamos un futuro que tenemos que crear.
LIMITACIÓN
— La experiencia del fracaso, del dolor, de la
amargura, son útiles a veces para volver a nuestros límites: límites de ser hombres, de nuestra
hombría, de la honradez más profunda.
— Pero existe el peligro de traspasar esos límites; por eso es tan necesaria la humildad, que es
el sano equilibrio. Es una lucha permanente; porque el equilibrio es cosa de fuertes, no de "equilibrados".
MAL
—- Lo que nos importa a los hombres de fe,
más que explicar el origen o los complejos mecanismos de actuación del mal, es poder acabar con
él. El mal forma parte así de ese gran movimiento de esperanza que consiste, en gran parte,
en luchar, ya desde ahora, contra él.
62
— En la lucha continua contra el mal, solemos
olvidar a veces que existe el bien; no sabemos
aprovecharlo suficientemente, incluso para los que
padecen el mal.
MANIQUEISMO POLÍTICO
— Cuántos maniqueos en la vida política.
Unos tienen que ser malos —se hace todo lo posible para presentarlos como tales— para que otros
puedan ser —aparecer como— buenos.
MARXISMO Y HECHO RELIGIOSO
— La concepción marxista del hecho religioso es un gran "apriorismo", una gran hipótesis
con pretensión de tesis, que nunca podrá verificar. Que el hombre sea totalmente autónomo; que
el trabajo sea la "esencia" del hombre; la religión, una proyección humana mixtificada, etc.,
son afirmaciones demasiado gratuitas, demasiado
"históricas", sin peso "científico" suficiente, resultado más bien de una —¡tantas veces acertada!— crítica social que de una seria y permanente
comprobación más cercana. Además, ¿toda la verdad es verificable?, ¿es el hombre total sujeto de
verificación científica?
— La historia, muchos marxistas lo reconocen hoy, va rectificando ciertos dogmas ateos de
los padres del marxismo. Pero muchos fanáticos
clérigos y seminaristas marxistas, los provincia63
nos de un marxismo sacralizado, se han aprendido
de tal modo las fórmulas dogmáticas y los anatemas canónicos, que les es harto difícil olvidarlos
y no seguir sacando partido de los mismos.
— Lo mismo sucede con muchos cristianos
que sostienen aún los mismos dogmas antimarxistas.
•—- ¿Llegaremos a entender, que el amor a
Dios y el amor al hombre no son cosas contrarias
ni contradictorias, sino sustentadas por una larga
y tensa dialéctica de amor?, ¿que la dependencia
de Dios es dependencia amorosa, superadora de
toda independencia?
— ¿No será que el marxismo ha "copiado"
tal vez del cristianismo esa pretenciosa y universal
conciencia de solución total? La fe y la esperanza
nos son necesarias a todos; pero, ¿no nos es necesario también un mayor sentido de nuestra limitación, de la imposibilidad de saber y del hacer
total, de la posibilidad fecunda de otras concepciones del mundo, de otros movimientos también
liberadores?
— Valor de la persona y de toda la humanidad, presente y futura, valor absoluto del hombre
concreto o/y de la revolución... Graves cuestiones en el planteamiento y en la praxis, de las
que nadie tiene la llave de solución. El que así
lo crea es un ingenuo o un fanático: y un fanático
no es más que un ingenuo intolerante e intolerable.
64
— ¿Es acaso un principio antimarxista-leninista superar a Marx y a Lenin en ciertos puntos;
por ejemplo: en el análisis del hecho religioso?
— ¿Y si la humanidad colectiva futura se
convirtiera en un Dios más implacable, lejano y
alienante que el Dios de los cristianos rechazado
por el marxismo?, ¿y si fuera tal vez una proyección del hombre fuera de sí para consolar y justificar su impotencia, su limitación, su truncamiento personales?
*
MASIFICACION
— El hombre-máquina de nuestro tiempo, no
entrenado para tantos y tan decisivos cambios,
se ve obligado a refugiarse en la masa: en sus
costumbres, en sus rutinas, en sus fáciles ideologías del bienestar. La masifícación es la fortaleza
de los débiles no culpables. Es también, por supuesto, el arma de ataque más brutal de los poderosos responsables.
MATRIMONIO
— Casarse es aceptar también la tremenda humillación diaria de la debilidad, la vulgaridad, la
decrepitud de la persona amada. Sólo un amor
consciente de ello, educado progresivamente para
aceptar esta pequeña tragedia, puede ser capaz de
asumirlo humanamente. Cuántos falsos celibatos
65
tienen una pretendida motivación en esta ciertísima experiencia. Celibatos egoístas y estériles.
— El amor de dos personas, pero el amor
de dos ¡como expresión y estímulo del amor a
todos los hombres y a todas las cosas, en la medida
en que sea posible! Sólo así la pareja tiene sentido
en nuestro mundo.
— Si no es así, es fácil que el matrimonio se
convierta en matrimonio de cosas y para las cosas;
hasta los hijos son cosas, hasta el amor mutuo, si
es que merece tal nombre.
— Un amor fiel, generoso y combativo, sustentará también los diversos varios matrimonios
del mañana. El amor —cada día más libre y expansivo— será su quicio y su clave. Lo demás
será la añadidura.
MIEDO
— Una de las más penosas herencias de nuestra prehistoria animal es el miedo. Nunca se parece más el hombre a la bestia, a la pobre bestia,
que cuando está poseído por el miedo. ¿No es la
violencia —salvaje violencia— una expresión límite del miedo?
MILAGRO
— De los milagros de Jesús importa más que
el hecho, que se considera milagroso, la postura
66
de disponibilidad, de entrega, de servicio de Jesús, siempre en manos del Padre, de quien todo
lo recibe. Jesús no busca en los milagros otra cosa:
contagiar su disponibilidad, su entrega, su servicio. A esto llama fe, la fe que salva, que cura,
que da sentido a tantas pobres vidas.
— El milagro es ante todo el encuentro gratuito, libre, personal, por encima de cualquier causalidad y casualidad natural, de cualquier ley necesaria, con el poder divino de Jesús, con el Dios
de Jesús en cualquier tiempo y lugar.
— El milagro verdadero es Jesús de Nazaret.
En nuestro tiempo, los demás milagros apenas si
añaden nada.
MITO
— El mito, más que una explicación, es una
exploración, un intento de búsqueda del sentido
que no puede expresarse en el lenguaje lógico corriente. Una extraña y hermosa pista que nos lleva
a caminos desconocidos por la pura razón.
MITO Y LOGOS
— Mito y logos no son dos enemigos que se
lanzan sobre el mismo espacio, sino dos vecinos
que tal vez se desconocen, pero que conviven en
el ancho espacio de la conciencia humana.
67
— Reducir el mito a logos es pensar erróneamente que el hombre es sólo razón, es vaciarlo de lo extra-lógico del hombre, privarlo de
una densa, rica zona de humanidad.
— Reducir el logos a mito es intentar inútilmente la aventura idealista, deshaciendo temerariamente los cortos y soberanos límites de la acotada pero poderosa razón humana.
MORAL
— Una moral dimanante de la persona y no
de la ley impersonal, centrada en la actitud y
no en la sola acción, radicada en el amor y no
en la tradición, en el miedo o en la moda.
— Necesitamos una moral creadora —no estatificadora—, renovadora —no garantizadora—,
buscadora —no conservadora—. El futuro es nuestra gran tarea moral. Nuestras virtudes han de
ser las que nos ayuden a crear ese futuro. Toda
otra moral, toda otra virtud, que no apunten a
esta dirección nos parecen ya caducas y alienantes,
objeto, a lo más, de sabias investigaciones sociológicas.
— Una falsa moral degradante se ha ocupado
muchas veces en "husmear los pecados de los hombres para poder atraparlos" mejor. ¡La moral convertida en táctica de caza o de guerra; en un sistema policíaco, con intención moralizante! ¡Cuan68
do la moral cristiana es el arte de enseñar a vivir
y a liberar belleza y energía creadoras!
— Una moral que no sea histórica, no ha
existido nunca ni puede verdaderamente existir.
Una moral inmutable en todas sus exigencias no
tiene en cuenta al hombre mutable en muchos de
sus condicionamientos: ¡es una falsa moral!
— La verdadera moral ¿corre la misma suerte
que el progreso histórico? Sí, a condición de que
el progreso histórico sea el progreso histórico del
amor.
MOVIMIENTO OBRERO
— El movimiento obrero internacional es una
de las etapas decisivas en la moderna historia
de la salvación. Cuando gran parte de la Iglesia
fue infiel a su misión reveladora de Dios, Dios
se valió de unos hombres generosos, llenos de
defectos también, para promover en la historia
del mundo moderno los valores cristianos fundamentales: igualdad, servicio, trabajo, esperanza...
Las encíclicas vinieron después y nunca llegaron
a esa cima.
MUERTE
— Nos asusta la muerte, porque nos asusta, en
definitiva, la misma vida. No las dominamos. No
69
pensamos seriamente en la muerte porque no pensamos seriamente en la vida. Y, sin embargo, sólo
la muerte nos dice a creyentes e increyentes, de
una manera única, ciertos aspectos esenciales de
la vida: su fragilidad individual, su grandeza colectiva —aunque limitada—, su irrepetibilidad y,
por tanto, su singularidad, etc.
MUJER
— Era normal que en épocas en que prevalecía la fuerza, la mujer fuera una menor de edad.
En los llamados estados de derecho esto ya es
imposible, pero una civilización montada sobre una
fuerza más refinada e inteligente, de la que el
placer sólo es un poderoso elemento, amenaza
con hacer de todos —y no sólo de las mujeres—
unos menores de edad.
— En el mundo antiguo, la mujer era una
creatura muy inferior al varón. Su infravaloración
llega en algunos de los hombres más ilustres de
la más alta de las civilizaciones, la griega, a extremos inconcebibles. El cristianismo primitivo heredó de aquella mentalidad, a la que no era extraña Israel, un lastre que aún pesa demasiado,
sobre todo en la moral. Basta recorrer los escritos
de los santos padres sobre la valoración de la mujer, del sexo, matrimonio, etc., y seguir luego por
los libros penitenciales medievales, hasta llegar a
nuestros manuales de moral. Muchas de las últimas
70
tensiones en la Iglesia, especialmente en el terreno
de la moral matrimonial, se evitarían con una lúcida mirada sobre esta herencia. Pero la historia es
aún para muchos transmisión y no lección, carga
pero no alivio, pura sucesión biológica más que
experiencial esclarecimiento.
— Poner como argumento de la no ordenación sacerdotal de la mujer el hecho de que Cristo
no la eligió para el apostolado estricto, es una insensatez. En aquel tiempo, Cristo no podía hacerlo. Si hoy todavía nos parece poco probable
la ordenación de la mujer, es porque nuestra sociedad se parece demasiado a aquélla.
— El que la Iglesia —algunas Iglesias— sea
la única institución importante en el mundo gobernada exclusivamente por varones, debería hacernos
pensar si Jesucristo fue sólo un fundador más de
religiones, limitado por un tiempo y un espacio
ajenos o contrarios a la valoración de la mujer!
MUNDO DE HOY
— Es un mundo volcado hacia el futuro. La
historia corre tanto, que casi vivimos en el porvenir. Nuestro tiempo es tiempo de "transición",
de paso. De ahí que la gente se acostumbre a
vivir al día, sin comprometerse demasiado para
plazos demasiado largos, porque entonces casi todo —se prevé— será distinto. Todo se hace pro71
visional y frágil, y, por eso mismo, fascinante, ante la fascinación del futuro.
eso lo sobre-n&taxú suele ser con frecuencia antinatural.
— Un mundo donde se entrecruza la edad
media con la edad post-contemporánea.
NATURALEZA
— Es la hora en que la gente comienza a ser
libre. Libre también para acoger o rechazar la
gratuita invitación de Dios, que venía siendo hasta
hace poco demasiado impuesta. No es, pues, la
hora de la deserción en masa, sino más bien de
la elección personal de los hombres de la masa.
— Lo natural en el hombre es igual a personal. Ninguna ley que rija estadios inferiores al
hombre puede dominar un trozo de su existencia.
— Algunos prefieren hablar de condición humana en vez de naturaleza humana, porque les
parece un término mucho más adecuado y abierto a las posibilidades totales del hombre.
NACIONALISMO
— Un justo nacionalismo y un justo internacionalismo no se oponen ni, mucho menos, se
contradicen: se corresponden, se complementan, se
dialectizan.
— Un desaforado nacionalismo, en cambio, es
un egoísmo nacionalizado.
— El nacionalismo puede ser la etapa infantil
o adolescente del socialismo. Puede y debe llegar
hasta él, pero puede también padecer una fijación
y ser un serio obstáculo al mismo.
OBEDIENCIA
— ¡Cuántas veces la "obediencia" no ha sido
más que un sucedáneo del amor, de la inteligencia, del esfuerzo! ¡Qué fácil arma de destrucción
y de alienación en nombre del poder creador y
salvador de Dios!
NATURAL-SOBRENATURAL
— Cuando la obediencia se hace más importante que el amor, cuando se convierte en el
primer mandamiento, estamos ante una perversión pagana de la moral cristiana: la gracia se
hace ley, la responsabilidad tortura, la libertad infierno. Es la religión del miedo y de la loca seguridad.
— Lo natural es ya sobrenatural porque Dios
así lo quiso, pero es sobrenatural-intranatural. Por
— Para muchos, la virtud de la obediencia
se reduce a la virtud de la coincidencia. Obedecen
12
73
mientras las normas superiores coinciden con sus
intereses. En la Iglesia postconciliar abundan los
antiguos coincidentes, que ya no saben obedecer.
ODIO
— Si a nuestra oración acompañase con más
frecuencia la acción, creeríamos mucho más en
la oración. La eficacia —poca o mucha— de nuestra acción sería un signo eficaz de nuestra oración. Cuando Cristo nos dijo que orásemos, nunca
pudo imaginarse que sólo deberíamos orar.
— El odio nos va robando nuestra fe en los
hombres, nuestra fe en el Dios creador.
— La oración y sus muchas —¡y a veces tan
fáciles!— intenciones nos sirven muy bien para
fijar las direcciones de nuestro obrar: el hambre,
la guerra, el tercer mundo, etc.
ORACIÓN
— Pero la oración tiene derecho a existir no
sólo como muleta de la acción. Una oración que
fuera mero medio de la acción no serviría a la larga
para nada. Sólo una oración auténtica, con sus
propias leyes y con su autonomía, puede ser una
fuerza útil y hasta decisiva para el resto —siempre interdependiente— de la vida.
— Oramos poco por muchas razones o sinrazones. Una de las muchas es que nos fiamos mucho
de nosotros mismos y poco de Dios. Sin duda que
Dios ha "sustituido" muchas veces falsamente
nuestros propios esfuerzos. Pero nosotros no podemos tampoco "sustituir" los "papeles" de Dios.
— La oración es, ante todo, disposición amorosa para con Dios; apertura del espíritu; comunión, por encima de distancias y de obstáculos,
con el Dios vivo.
— La oración de petición es también, en el
fondo, eso. Lo demás, la misma petición y el cumplimiento o no de nuestros deseos, importan poco.
— La oración es el acto de nuestra trascendencia y un ejemplar símbolo de la misma. Sin
oración, nos empequeñecemos, nos recortamos,
nos arrastramos.
74
— Dios no es sólo un Dios-palanca de nuestras acciones, sólo fundamento de nuestra entrega
a este mundo. Es un Dios trascendente en su inmanencia. Nuestra oración, por tanto, no puede
reducirse a un instrumento de acción y de compromiso.
— La oración no puede sustituir nada, pero
puede vivificarlo todo.
— Toda oración auténtica es un acto intenso
de esperanza. Un impulso hacia la renovación del
mundo.
75
— La oración necesita también, por mínimo
que sea, un ritmo y un aprendizaje. No puede
nadie, en ninguna actividad humana, improvisar
a cada momento.
— Si Dios existe y está en relación íntima con
nosotros, ¿cómo puede no mostrarnos de alguna
manera su amor? Aunque todas las leyes naturales
e históricas sigan su curso, ¿no puede Dios en ellas
y con ellas decirnos su presencia y su misericordia?
Orar es responder a esta creencia fundamental.
— Muchos cristianos nos estamos agostando
por falta de oración. Y de nuevo miles de paganos,
de creyentes no cristianos, de jóvenes de todo
tipo y condición, están enseñándonos a orar.
— Quien no ora, de una u otra manera, es
un frivolo, un pedante, un egoísta insoportable, incapaz de tomar en serio a nadie ni a nada que no
sea él mismo.
ORDEN ESTABLECIDO
— Cuando cristianos ingenuos aplican a todo
orden establecido —que puede ser también revolucionario— unas ingenuas y simplonas concepciones sobre el mundo nuevo, sobre la lucha a
todo sistema imperante, cometen un grave error
político. Porque hay órdenes establecidos que ya
son mundos nuevos, aunque no acabados. Hay presentes que ya son futuros, aunque no cumplidos.
76
No vale un ardite la utopía que no se deje guiar,
de alguna manera, por el realismo, por la política. Que es la única forma de que ésta se deje
guiar por aquélla.
PACIENCIA
— La paciencia no es una "virtud pasiva". Es
tan activa como la esperanza. Es la misma esperanza que sufre la espera. Esperanza "paciente".
PALABRAS
— Uno de los fenómenos más tristes de nuestro tiempo es la corrupción de las palabras. Se
han empleado tantas veces para indicar la falsedad y la injusticia, que han quedado maltrechas,
manchadas, prostituidas. Nos estamos quedando
sin lenguaje, y sentimos la necesidad de nuevos
modos de comunicación.
— Miedo a las palabras solemnes. Pudor ante
las palabras más altas y puras: Dios, amor, revolución... Necesidad de respetarlas y de cuidarlas
con mimo; de llevarlas sobre el corazón y no
mancharlas demasiado. Signo también de realismo, de humildad y de pobreza.
PECADO
— Nos avergüenza casi pronunciar esta palabra porque vivimos en una época cada día me77
nos "religiosa", y porque la palabra nos trae a
las mientes "antiguos" pecados que hoy no nos lo
parecen tanto. Sin embargo, el pecado bíblico y
de la mejor tradición cristiana sigue siendo desoladoramente actual: pecados son las actuales idolatrías del poder, de la riqueza, del sexo..., injustas y opresoras, que intentan crear y mantener nuevos dioses, deshumanizadores del hombre y del
mundo. Todo pecado se reduce, pues , a la destrucción del amor comunitario, que es lo único
que "justifica" la existencia de Dios y de los hombres.
PEREZA
— Es lo más parecido a la soberbia, porque,
como ésta, es la rebelión al mandamiento divino
de ser hombres y dominar la creación, y no de
ser dioses o cosas.
— El perezoso piensa muchas veces que lo
que no puede hacer él solo no merece la pena.
PERSONA
— No hay pecado —alienación, extrañamiento, en lenguaje laico— contra Dios que no vaya
contra el hombre. Pecar es ofender a Dios por
ofender al hombre-Dios, al hombre.
— Más que autosubsistencia, es interioridad
que se entrega a los otros. La persona no es
igual a independencia y dominio (¡personalidad!),
sino a interdependencia y comunicación. La mejor teología de la persona de Cristo —origen histórico de la filosofía de la persona— nos enseña
así.
PECADO ORIGINAL
PESIMISMO
— Es el pecado de nuestra condición, colectivo e individual, pecado de todos, en todos los
tiempos: debilidad común, falta de respuesta a la
voluntad divina, expresada en la propia conciencia,
en la necesidad de los otros hombres, en los
códigos morales... Herencia social más que biológica e individual.
— El pesimismo conduce a la ilusión, a la
falsa imagen soñadora de uno mismo y de los otros,
a la desencarnación de cada día. Los pesimistas,
o han perdido la fe en la vida, o están a punto
de perderla. Y sin fe en la vida, ésta ya no es
más que muerte enmascarada de tal.
— El paraíso está al final, en la meta-origen
de nuestra vida. El pecado original es el obstáculo
para llegar a ella.
78
POBRES
— ¿Pobres? ¿Quién se interesa por los pobres? Los que llamamos pobres son las más de
79
las veces los virtualmente ricos, los futuros poderosos, las fuerzas del mañana, los inteligentes de
hoy..., los "interesantes" de una u otra manera.
Pero ¿quién se cuida de los pobres de verdad?
— "Pobres de Yavé" son también los pequeños, los ignorantes de quienes habla el evangelio, que pueden alcanzar a Dios con más facilidad que los sabios y los listos. ¡Y pensar que
durante siglos sólo han tenido voz y mando en la
Iglesia los listos, los sabios, los doctores, los ilustres, los excelentísimos señores!
— Si los pobres conocen mejor a Dios que
los sabios y doctores, es porque no se trata de
un modo racional de conocimiento, sino de un conocimiento de "pobres de espíritu", de un conocimiento a la medida cordial de los pobres de
Yavé.
— Hay que inventar, a toda costa, la pobreza
voluntaria, para que el día en que los pobres de
hoy acaben con la pobreza impuesta, los ricos de
mañana no se parezcan demasiado a los ricos de
hoy.
— Pobre de espíritu =• joven de espíritu.
— Sólo los pobres de verdad tienen "sentido del misterio" y ese "sentido del pecado" colectivo, que son dos características fundamentales
del cristiano, tan diversas del "sentido de racionalidad" y del "sentido de justificación" que cam80
pean hoy y que son con frecuencia dogmas laicos
de la sociedad de consumo.
POBREZA
— Es la única situación que cuadra al hombre. Todo hombre que huye de la pobreza, huye
de sí mismo. Se aliena. Se engaña. Se destruye.
Sólo desde la pobreza, el hombre sabe quién es,
quiénes son los otros, qué puede y qué no puede
llegar a ser.
— El revolucionario que busca sólo mejoras
de bienestar burgués —¡no confundamos de nuevo la pobreza con la miseria!— es un reaccionario. A lo más, un resentido. O un listo. O un
activista roto.
— Sólo será cristiana, humanamente digna, en
nuestro mundo la pobreza privada cuando haga posible, de alguna manera, la riqueza y el bienestar
públicos: espíritu, cultura, dominio de sí, disponibilidad a los otros, tiempo fecundo, etc.
— La mejor pobreza de espíritu —total—
es la que renuncia a toda inquietud malsana de
futuro. Sólo entonces podemos conquistarlo en
libertad y entusiasmo. Sólo entonces llega la paz;
entonces presente y futuro son una sola realidad.
Ser pobre es abrirse serenamente a la historia.
— Liberación provisional, aún no definitiva,
de todo lo que nos impide la plenitud de vida
comunitaria.
81
PODER
— No todo poder corrompe. Cuando ayuda a
la participación colectiva de los bienes y valores
de la vida, humaniza y ennoblece.
— Es la "concupiscencia" más poderosa del
hombre: puede ser la más dañina y la más beneficiosa también.
— Todo régimen político que haga más posible el reparto de poder entre los hombres, evitando los abusos de su concentración y los abusos,
al mismo tiempo, de la insolidaridad, camina en
la dirección del ideal del evangelio.
— Los verdaderos poetas han sido siempre
los profetas —pequeños o grandes— de su tiempo. Profetas a media voz, un poco inseguros de
sí mismos.
— El poeta verdadero es el verdadero santo
de la creación.
— La poesía es el sacramento universal a disposición de todos los hombres. Quienes lo reciben,
reciben al Dios creador y salvador del universo.
— La poesía está en todas partes, pero se revela especialmente allí donde, junto a la belleza,
está el amor, que es la belleza en acción.
— La poesía es la metafísica del pueblo.
PODER Y PUEBLO
— Cuando el pueblo no tiene el poder, el
poder se concentra y se acumula contra el pueblo.
— Cuando al pueblo se le "vacía de poder", el
poder se convierte en un gran ídolo de barro, de
piedra o de hierro, que intenta llenar aquel vacío.
— Ni la filosofía ni la teología, demasiado
técnicas; ni las artes —incluida la literatura—, demasiado exteriores, pueden satisfacer el espíritu
cordial del hombre. Sólo la poesía llega hasta posarse en la cima del alma.
POLÍTICA
POESÍA
— Es lo que más temen o aborrecen los frivolos.
— El poeta es sobre todo un hombre consciente.
82
— Hay quienes son tan malos políticos que
todo lo reducen a política.
— La política debe abarcar la educación y
la educación asumir la política. Pero ni la educación puede confundirse con la política, ni ésta
anular a aquélla monopolizándola.
83
— Los políticos que absolutizan la política se
convierten en ministros sagrados, en santones de
una nueva religión secularizada.
— La política es un conjunto de ciencias y
de artes, y no un objeto más de especulación, de
aversiones o de idolatrías.
— La dogmática es la corrupción de la dialéctica. El dogmático es el político corrompido.
— El intelectual suele ser demasiado vanidoso
para ser un buen político, para poder capear una
realidad que no le rinda culto.
— La falta de competencia en la vida política crea "incompetentes".
— Es el sustitutivo del amor que tienen los
incapaces de amar.
PROFETAS
— Una de las tareas principales del profeta
de hoy es acabar con los nuevos apocalipsis que
fijan el porvenir, y con los nuevos ídolos que lo
hacen demasiado cruel o demasiado cómodo.
— La mejor y mayor misión de los profetas
cristianos es hacer una Iglesia profética. Toda voz
profética aislada —por necesaria y beneficiosa que
sea— debería ser una excepción, una anomalía
pasajera.
— Algunos desprecian las ideas y el dominio
técnico de los diferentes espacios del poder, confiando más en sus propios valores y en sus dotes
personales. Son unos pobres voluntaristas de medio pelo. Son los "puros" de la acción omnipotente. Los posibles dictadores sin piedad.
— A menudo el lenguaje de los profetas es
el silencio. Callar en ocasiones es mucho más
testimonial que hablar a tontas y a locas. Cristo
calló en algunos de los momentos más importantes
de su vida.
— Una cosa es la política y otra la profecía.
Bienaventurado el político que escucha al profeta.
Pero desgraciado de él si un día lo coloca en su
propio puesto.
PROGRESISMO CRISTIANO
PORNOGRAFÍA
— Es la banalización comercializada y masificada del sexo.
84
— Hay quienes pretenden esperar la llegada
del reino de la humanización para predicar el reino
de Dios, y quienes temen perturbar esa llegada
con tal predicación. ¡Como si la humanización no
fuera ya parte de ese reino! ¡Como si su predicación no fuera también mensaje humanizador y liberador!
85
PROMETEO
del "respetable público", sino del pueblo, que se
hace respetar, y por eso es respetable.
— Prometeo no tiene lugar en la concepción
bíblica del mundo. El Dios de la biblia trae el
fuego a los hombres; no es menester que éstos se
lo roben. Pero lo cierto es que durante mucho
tiempo el Dios de la biblia quedó encerrado en una
especie de olimpo griego y fueron necesarios también entre nosotros muchos prometeos que robasen el fuego "a los dioses".
— Argumentar con "el pueblo fiel" para evitarle ciertas inquietudes y desasosiegos, que son
resultado natural de toda crisis histórica y de su
consciente superación; querer mantener a este pueblo en "la bendita ignorancia", en una infantil
simplicidad, es la forma más despreciable del desprecio a ese pueblo; la mayor infidelidad a su fidelidad.
PRUDENCIA
REBELIÓN Y REVOLUCIÓN
— La prudencia no es virtud si no va acompañada de la justicia y de la fortaleza.
— Cuando muchos dicen prudencia, es porque
no se atreven a decir: miedo, egoísmo, duda, pereza, etc.
PUEBLO
— Después de secularizar todas las divinidades de la vieja sociedad, los falsos demócratas
han divinizado al pueblo. La "voluntad del pueblo", la "opinión del pueblo"... es ahora un dios
tan abstracto y omnipotente como el anterior.
— En un sistema verdaderamente popular,
el "público" se hace pueblo. Ya no se habla al
"público": se habla con el pueblo. Ya no se trata
86
— El rebelde suele atacar a las personas más
que al sistema; pretende sustituir a aquéllas y no
a éste. Por eso el rebelde utiliza ante todo la violencia —más inmediata y personal— y no otros
métodos, que pueden también, y a veces con ventaja, cambiar la configuración total de la sociedad.
El rebelde puede ser un revolucionario en ciernes,
pero no es a menudo más que un resentido, un
vengativo a secas.
REDENCIÓN
— En lenguaje inteligible redimir es dar sentido a la vida, liberándola de sí misma.
REFLEXIÓN
— Gran tarea de nuestros días. Reflexión es
quehacer de quien cree y espera, de quien pre87
gunta y responde. El hombre del futuro es reflexivo; el hombre del pasado, imitativo, reiterativo. Reflexiona el que no está satisfecho. Reflexionar es volver sobre sí mismo porque se
quiere llegar a más, porque se quiere crear, porque se quiere trascender. El pesimista, el integrista, el vividor..., no reflexionan: repiten, se aseguran, se defienden.
tuciones. Y ahora que queremos purificar nuestra fe, nos llaman poco religiosos o irreligiosos.
Tienen razón. Como los primeros cristianos, queremos ser "ateos": ateos de los dioses naturales,
de las religiones naturales, humanas, pretenciosas.
— Creer de tal manera que la religión se haga
ámbito de fe o desaparezca como un estorbo.
RESURRECCIÓN
RELIGIÓN Y FE
— La religión —¡prácticas!— es un sistema
de seguridades. La fe es una respuesta: un conjunto de responsabilidades.
— La religión convierte con frecuencia los
medios en fines: la oración, los sacramentos, la
Iglesia misma, se convierten en metas de la acción
del hombre, cuando son, sobre todo, signos, caminos, estadios, preparación...!
—¡Dios presente y ausente al mismo tiempo:
nunca monopolizado ni manejado por la religión,
siempre en camino hacia su presencia más plena
y más pura!
— La resurrección es sobre todo el sentido
de la muerte de Cristo, la desembocadura victoriosa de su lucha contra el mal y la muerte. Todo lo
demás, por importante que sea, importa poco.
RETRIBUCIÓN
— Nuestras buenas obras tienen una continuación; no están aisladas: un día serán iluminadas y como arrebatadas por la presencia del Señor.
A esto sí podemos llamar retribución graciosa de
Dios, sin separar la obra del premio, sin hacer
aquélla por éste, sin convertir una seria moral de
esfuerzos y responsabilidades en una moral infantil de premios y castigos.
— Dios no sólo responde a nuestras necesidades. Pregunta por nuestra responsabilidad. Sólo
preguntando responde.
REVOLUCIÓN
— En un mundo poblado de religiones, la fe
se "religiosiza": su lenguaje, su praxis, sus insti-
— Es el signo de nuestra época. Revolución
es igual a aceleración histórica. El que no haya
88
89
acelerado su espíritu y su mundo, no es digno de
nuestro tiempo.
— Acertó quien habló de "revolución permanente", aunque no pueda tomarse a la letra la
frase. La revolución no puede tener fin. El hombre no se detiene jamás. Lo importante es vivir
en "estado de revolución", aunque muchas veces
la revolución tenga que llamarse mejor "evolución revolucionada".
— No se trata, a menudo, de repetir las revoluciones, cosa naturalmente imposible tantas veces, sino de promover, al ritmo de la historia, la
revolución iniciada, situación más tensa y difícil
que emprender deportivamente nuevas revoluciones.
— Muchas de las llamadas revoluciones no
pasan de ser pobres re-evoluciones.
— Tan necesaria es para el revolucionario
la experiencia del dolor de los hombres como la
alegría que brota de su fe y de su esperanza. No
puede haber un revolucionario triste.
— Sólo el revolucionario cree en la creación
del mundo. El revolucionario es un creador. Cree
en la fuerza de la acción, en la capacidad del hombre en línea constante, aunque no recta, hacia
la permanente creación. El anti-revolucionario está
más cerca del eterno retorno, de la concepción estática y circular del tiempo y del mundo de los
griegos.
90
— Nada más falso que pensar que Dios creó
el mundo para que diese vueltas. Lo dejó para
que el hombre lo revolucionase, si podemos hablar así de ingenuamente. ¿Qué otra cosa quiere
decir la creación por la naturaleza y la encarnación por el amor?
— Los cambios sociales se deben originalmente a los cambios del sistema de valores. Ninguna revolución se ha hecho sin revolucionar primero ciertas cabezas. Pero, a la vez, los cambios
sociales trastruecan los sistemas de valores. Continua interacción. No hay por qué volver al inútil
problema de precedencia del huevo o la gallina.
— Aunque el resentimiento sea muchas veces
un ingrediente de la revolución, no es el mejor
motor de la misma. Muchas revoluciones fracasaron porque los revolucionarios no eran más que
unos resentidos.
— Todo lo que no conduce, de un modo u
otro, a la revolución total —económica y ética—
es, en nuestro mundo, inútil, pernicioso o ridículo.
— Muchos "revolucionarios" no son más que
burgueses destronados en busca del trono perdido.
— Una revolución que adelantase o incluyese
apenas los frutos de diez o veinte años de evolución, sería una miserable treta para engañar o
entretener a una juventud que no quiere envejecer
nunca, que busca sólo la revolución del hombre
y el mundo nuevos, única que merece tal nombre.
91
— La acción multiplica las posibilidades. Las
posibilidades sólo se encarrilan en la acción. Sólo
a través de ella se revelan como realmente posibles.
— Si uno de los más recios peligros de la
revolución son las delicias de la evolución, tampoco puede nacer la revolución sin una precedente y madura evolución. Muchos que se creen revolucionarios no son más que seres incapaces de adaptarse a la evolución, de madurar a tiempo: impacientes más que revolucionarios.
— La revolución ha sido siempre una de las
utopías más constantes y eficaces, revestida de
formas cristianas, marxistas, anarquistas, etc. Uno
de los grandes peligros consiste en querer convertirla en realidad con la misma facilidad y entusiasmo con que se acepta su inspiración motriz.
— No hay revolución cristiana, ni hay una
teología estricta de la revolución. Hay revoluciones que ponen en juego valores del mensaje
cristiano, teologías que intentan construir una
ética humana de la revolución.
provisional,: como. una prenda de. vestir, como un
producto de estación.
— Hay algunos inconformistas •—saben lo que
no quieren, pero no saben lo que quieren—, que
se llaman frecuentemente revolucionarios.
— Muchos emplean un lenguaje revolucionario cuando ellos mismos ya no lo son; pero tienen
miedo a decirlo y a decírselo a sí mismos. Es tan
glorioso el nombre, tan bella la profesión revolucionaria, que cualquier reformista aparenta lo que
no es antes de hacerles traición.
— La revolución es la legítima defensa social
de toda una clase que intenta sobrevivir, superar
su injusta inferioridad, conquistar su puesto en la
vida histórica. Es un acto moral por excelencia.
— No es absolutamente revolucionario quien
critica con el mismo furor —a veces mayor— a
los revolucionarios —discordantes— que a los
que no lo son.
SABIDURÍA
— Demasiadas veces la revolución futura no
es más que la sustitución ilusionada de un presente desagradable. Nada más.
— Saber para amar; amar para crear; crear
para ser, para más-ser, para sobre-ser.
— Los revolucionarios de moda —o a la moda— no creen que la revolución es una cosa seria
y permanente, y mucho menos algo que les atañe
a ellos mismos; por eso la exhiben, exterior y
SACERDOCIO
92
— Hemos elevado tan inflacionísticamente el
sacerdocio, que en una época de crisis y revalori93
zaciones tiene que sufrir necesariamente una fuerte conmoción: la de la caída desde su altura desmedida hasta el duro suelo de la diaria realidad.
— No se define al ministro en la Iglesia según sus "poderes", sino a partir de su compromiso; éste llevará a entender secundariamente aquéllos. No es un funcionario que ha de hacer esto
o aquello. Es un militante que ha de hacerlo todo
por el reino de Dios y de los hombres.
SACERDOTES
— Decir cura —palabra dinámica y un tanto
secularizada— en vez de sacerdote.
SANTOS
— Para una mentalidad religiosa infantil y
primitiva, que espera sobre todo el poder salvador
de los males de este mundo, los santos no se diferencian gran cosa de Dios: importa sólo su influencia benéfica; lo demás, son cuestiones bizantinas.
SECULARIZACION-SACRALIZACION
— Cuando la Iglesia sacraliza lo secular —la
sociedad, el Estado, etc.—, el "siglo" seculariza
94
lo eclesial. Es la reacción inevitable, la ley de compensación histórica.
— Todos los intentos de sacralizar la historia son intentos demasiado cómodos de llegar
cuanto antes al reino de Dios en la tierra. Pero
más que al reino de Dios prometido en el evangelio se parece al fantástico "milenarismo" de los
primeros soñadores judeo-cristianos.
—Secularización y secularismo: amor respetuoso al mundo, e idolatría, excluyente, del mismo.
SEGURIDAD
— Se ha dicho que la religión es la expresión
sistematizada de la inseguridad del hombre. Probablemente cualquier partido político, asociación
cultural o club de amigos podría también definirse así. ¿Inseguros? Con la suficiente seguridad como para intentar crear un mundo nuevo, y con la
suficiente inseguridad como para medir realísticamente nuestras febles fuerzas y nuestros altos
objetivos.
SEXO Y LIBERACIÓN
— La liberación sexual no es sólo una liberación "cultural": es una liberación humana, que ha
de luchar constantemente contra la tiranía del
placer y el placer de la tiranía —el dominio sobre
el otro—, hasta conseguir el amor.
95
•—•' El placer humano es el punto de encuentro
de lo sensible con lo trascendente. Rechazar o
ignorar cualquiera de los dos elementos es inhumanizarlo. Buscar su sentido y su plenitud es buscar la raíz de su "moralidad".
— El placer absolutizado se convierte en ídolo. Su infravaloración o su ignorancia apesadumbrada, en permanente "demonio tentador": ídolo
al revés.
— Es bien triste constatar que las palabras
más denigrantes que se aplican a la relación agresiva del hombre frente a los otros hombres, se
aplican también al trato íntimo del hombre y de
la mujer. ¡Sexo reducido a objeto de los instintos
agresivos y destructores del hombre!
— Ciertos celibatos son afirmaciones egoístas
que se proyectan en la búsqueda de un Dios complaciente y asegurador. Se parecen demasiado a
ciertos ejercicios de la sexualidad, carentes de dimensión trascendente.
— Los que hacen del placer sexual el mayor
gozo y único gozo de su vida, ¿no será porque
no han experimentado otros gozos, no digo superiores, pero sí distintos y también nobles?
— El sexo es humano si es comunitario. Sólo
un mayor o menor alejamiento de la entrega comunitaria, su no integración o desintegración en la
personalidad comunitaria humana, puede definir
el error sexual.
96
SILENCIO
— El que es incapaz de soportar el silencio es
incapaz de soportarse a sí mismo.
— Necesitamos del silencio como del aire que
respiramos. Es un buen alimento del espíritu.
Pero necesitamos una intensa vida de pensamiento y de relación para alimentar dignamente este
silencio.
— Es el lenguaje de las grandes, de las íntimas ocasiones, de las bellas y entrañables comunicaciones: gozo, dolor, amor, vida, muerte... Hostil a toda retórica, a todo ruido inútil, el silencio
va haciéndose cada día más necesario medio de
diálogo.
— ¿No es el silencio el lenguaje del arte?
Incluso la música no es más que la voz alta del
silencio. Y la poesía es como una canción de
cuna del silencio. El arte tiene como uno de sus
fines inmediatos hacer el silencio del espíritu.
SIMPLISMO
— Algunos llaman al simplismo —simplonería— sencillez. Pero ser sencillo no es cosa simple. El simplismo es la sencillez precipitada, inmadura, caricaturizada.
— Los hombres simples suelen ser muy peligrosos. No saben respetar la complejidad —que,
97
a veces, es riqueza— de los otros. El mayor pecado
de los simples es la envidia y la ira consiguiente.
— El integrista no es más que el hombre
simple con ínfulas de complejidad y profundidad.
Cree que ha llegado a la sencillez final; por eso
se cree un héroe cuando no es más que un principiante, un simple.
— La palabra 'simple' significa también en
algunas lenguas románicas un estado cercano a
la locura. ¡Trágico aviso!
SOCIALISMO Y AMOR
— Socialismo = futuro.
— El socialismo organiza por vez primera el
amor como fuerza contra el odio, aunque una imperfecta realización —¿inevitable?— de tamaño
proyecto se resienta de odio muchas veces.
— El socialismo es la nueva y madura cristiandad secularizada.
SOCIEDAD DE CONSUMO
SINCERIDAD
— Es una virtud de moda. Demasiado importante para que muchas veces, proclamada y exhibida por doquier, sea una virtud verdadera. A
menudo tal sinceridad pretende llenar el hueco
de la verdad o de cualquier otro valor profundamente humano. Somos con frecuencia sinceros de
nuestra falta de virtud sincera. Somos sinceros
porque no podemos ser otra cosa.
SISTEMAS ECONÓMICO-SOCIALES
— De cualquier sistema económico-políticosocial deberíamos ponderar mucho más sus resultados prácticos, en su totalidad humana, que su
presentación teórica. Por sus frutos los conoceremos. A veces la historia hace jugadas imprevisibles, y es la hora de cambiar ciertas definiciones,
ciertos esquemas pretenciosos y facilones.
— La sociedad de consumo, antes de consumar al hombre —destruyéndolo—, lo consume:
"divertiéndolo", separándolo de las tareas humanizadoras.
— La sociedad de consumo necesita "llenar"
al hombre, que se encuentra vacío: sin fe, sin esperanza ni amor. Le crea mundos de ficción, de
evasión. Son las nuevas alienaciones: cierto cine,
cierta prensa, cierta TV, la lotería, las quinielas...
— La última sociedad capitalista ha intentado
crear, como mérito y como defensa, un consumo
socializado. ¡Es el único "socialismo" que es capaz
de crear!
SOLEDAD
— Hay quienes cultivan su soledad como un
vicio. Diluyen su amargura en derredor, como
99
98
el calamar su tinta, para preservar la intimidad.
Buscan así su satisfacción. A veces pasan por
santos o por héroes. Y no son más que pobres
enfermos de soberbia o vanidad, enmascarados
de falsa grandeza.
— La soledad no es aislamiento. Aislarse es
coger un trozo de soledad, el que creemos que
nos toca, y huir con él cobardemente. ¿Hay que
inventar el neologismo "soledarse"?
— Sólo desde la soledad genuina puede el
hombre encontrar a los otros, entrar en contacto
con el universo. Es la única manera de saber quién
es y de quién necesita.
— El hombre es soledad abierta o apertura
"soledada".
— El miedo de muchos a la soledad es el
miedo a encontrarse solos, a darse cuenta de la
tremenda limitación y desasistimiento del hombre.
Pero si el hombre es una soledad abierta, no se
puede volver a la soledad individual, sino a la
soledad social.
— Una soledad cerrada sobre sí misma es
una sentina que causa la rápida deshumanización
del hombre, su cosificación.
— Los hombres que no han vivido profunda
y consecuentemente su soledad, no pueden comprender el humanismo de la comunicación; corren
el peligro de confundir la conciencia humana con
la necesidad natural.
— La soledad madura y humanizadora del
hombre está entre la desolación —demasiada soledad— y la de-solación —demasiado poca—.
— Lloramos sólo cuando estamos, o creemos
que estamos, o tememos quedarnos, solos.
TECNOCRACIA
— La tecnocracia, como opción política "eficaz" frente al ejercicio de las libertades personales
y colectivas, es el "despotismo ilustrado" de nuestro siglo.
TEISMO-ANTITEISMO
— El antiteísmo es una especie de teísmo,
por paradójico que parezca. Nadie niega a Dios
agresivamente, si Dios no aparece vivo y presente
en uno mismo o en el mundo cercano, que de
alguna manera le pertenece.
TEOLOGÍA DE LA MUERTE DE DIOS
— Esta teología tiene que vivir de la muerte
de Dios. ¡Pero nadie vive de la muerte de nadie!
TERCER MUNDO
— El tercer mundo es hoy nuestro primer
mandamiento. Ha de orientar nuestra vida, califí101
100
car nuestra fe, revolver nuestra moral, nutrir nuestra esperanza, constituir el primer objetivo de
nuestro amor.
TESIS-HIPOTESIS
— La "tesis" de la doctrina "tradicional" se
cumplirá —¡a la manera celeste!— en el reino de
los cielos. Mientras tanto, no nos queda más que
la "hipótesis", a la manera terrestre.
TIEMPO DE CREACIÓN
— Vivimos en tiempo de creación. Nunca
como hoy la concepción mecanicista de los conocimientos técnico-económicos está más desusada.
La aptitud creadora del hombre ha llegado a ser
presupuesto evidente del desarrollo técnico y económico de nuestro tiempo.
TOTALITARISMO
— El totalitarismo es la religión que se hace
terrestre y poderosa, que pretende imponer apresuradamente el cielo —un cielo a la medida de
los grandes de este mundo— sobre la tierra.
TRASCENDENCIA
t
— Superarse a sí mismo. Sobrepasarse en el
amor a los otros. Desbordar el mundo en que vivimos hacia su plenitud. Dios trascendente revelado en Jesús, que se trasciende a sí mismo, entregándose sin reservas, mereciendo la divinidad.
UNIVERSO SALVADO
— A los herederos del pensamiento griego
nos cuesta todavía admitir el universo en el proyecto de la salvación total del hombre. Después
de vivir toda la vida pendientes de él, tenemos
que despojarnos del mismo, a última hora, como
si se tratara de una carga inútil. En cambio, un
repetido pensamiento bíblico nos dice lo contrario: las cosas, los lugares, los tiempos, los seres
animados que fueron nuestro mundo participarán
también de nuestra renovación. Ahora comenzamos a entender esta verdad. Porque por primera
vez comenzamos a dominar el universo, que comienza a dejar de ser nuestro enemigo ancestral.
UTOPIAS
TRABAJO
— Una definición del hombre mejor que muchas definiciones abstractas: "un trabajador social inteligente".
102
— Utopías —proyectos esperanzadores de futuro— que incidan en nuestro presente nos son
sumamente necesarias. Pero no podemos refugiarnos de nuevo en el futuro, como antes en el pa103
sado, para olvidarnos del presente. A veces el
utopismo suele ser un falso tradicionalismo al
revés.
VERDAD
— Según la biblia, la verdad es el gozo del
encuentro. Algo que se alcanza por el amor en
acción. Toda otra verdad es una verdad que no
es verdadera.
VERDAD Y SOCIEDAD
— La verdad necesita de la sociedad, como
ésta de aquélla. La verdad es social. Necesita
un clima propicio, un suelo familiar para poder
sostenerse y resistir los ataques de tantos enemigos. Quienes lo fían todo a la mera elección de los
individuos, a su desnudo poder de decisión, caen
en el error de presunción y de irrealismo.
VIOLENCIA
— La palabra y la acción violentas pueden ser
benéficas si conducen, de alguna manera, a la
palabra en diálogo y a la acción en la convivencia.
— Cristo —violento a veces, duro muchas
más— nos enseñó con su muerte en cruz una vio104
lencia concreta, la violencia del amor que manifiesta su violencia. El amor tiene también sus violencias, que sólo los que aman las entienden.
— La no violencia activa es algo muy respetable, sin duda a veces eficaz, pero a la larga se
descubre como un método válido para un mundo
no violento, que no es el nuestro. Pero la no
violencia activa puede relativizar, espiritualizar y
encauzar la violencia, darle su dirección.
— La violencia revolucionaria intenta lograr
lo que el Estado y las llamadas fuerzas del orden
dijeron querer conseguir en algunos momentos:
proteger al débil contra el fuerte, buscar la paz,
igualar los derechos y los deberes de los ciudadanos. El fin justifica los medios, con tal que los
medios —control, seriedad, respeto esencial, la
mayor brevedad posible, etc.— justifiquen el fin.
— Con la justa violencia se puede luchar contra la violencia injusta, evitando siempre el "espíritu de violencia". No es una frase moralizante,
es la condición fundamental para que la nueva violencia no sea más inhumana que la anterior. Desgraciadamente, hay muchos que confunden el "espíritu de violencia" con el "espíritu revolucionario".
— Violencia o no violencia. Amor siempre,
violento o no, según la opción consciente y necesariamente aproximada de su ejercicio en un mundo desgraciadamente violento.
105
— El culto de la violencia es un primitivismo vergonzoso y degradante. El culto de la cobardía ante la violencia institucionalizada no lo
es menos.
— La violencia y la no violencia se convierten, en manos de filósofos a la violeta, en mitos
que nos impiden realizar una acción empeñada,
duradera y eficaz. Muchas horas perdidas en discutir sobre la violencia podrían ser mejor empleadas en luchar contra ella.
— Emplear toda la violencia posible contra
toda innecesaria violencia es una de las tareas más
urgentes y difíciles del nuevo humanismo.
— Las violencias "no violentas" son las más
peligrosas, por ser las más tenaces, las más disimuladas, las más violentas.
— La violencia —que es en definitiva un mal
histórico— se justifica por el bien que pretende
alcanzar, por el mal que intenta destruir y por
su medida proporcional con este doble fin. Una
violencia políticamente inoportuna es también una
violencia moralmente inoportuna. Aquí, quien dé
el más acertado juicio ético técnico-histórico será
el mejor de los moralistas.
— Si la autoridad pública puede —en buena
moral tradicional— emplear la violencia contra
sus subditos en aras del bien común, ¿por qué
no podrían hacerlo los subditos con vistas al
mismo fin? ¿Vale acaso más la autoridad política
que el pueblo?
106
— Los "santos lugares" de la libertad y de
la dignidad del hombre en la edad contemporánea,
¿no exigen, por lo menos, el mismo riesgo, la misma audacia y la misma violencia posible que la
conquista de los "santos lugares" de Palestina
en la edad media?
— ¡Qué manía infantil o adolescente la de
identificar a todas horas y en todos los lugares la
revolución con la violencia! ¡Cuántas acciones verdaderamente eficaces perdidas por no querer o no
poder imaginar también medios revolucionarios
que no sean violentos!
— Cuando la doctrina ordinaria de la Iglesia
universal recomienda encarecidamente el uso de
la no violencia, sigue la misma línea de las bienaventuranzas de Cristo: es un espíritu, un estilo,
un modo nuevo de ser lo que se predica y lo que
se desea. No es la respuesta doctrinaria a un caso
de moral. Por otra parte, la "moral cristiana"
tiene múltiples respuestas sobre el particular que
no son, ni mucho menos, agua pasada. Y el mismo
Cristo de las bienaventuranzas le dio al látigo con
cierta soltura.
VOLUNTAD DE PODER
— La voluntad de poder es el verdadero anticristo, el antidiós. Porque Dios es el solo señor,
que tiene todo poder y convirtió este poder en
entrega y en vida compartida.
107
VOLUNTAD
DE POSESIÓN
— Contradicción inherente a toda voluntad
egoísta de posesión: uno se siente poseído por lo
que posee. Al poseer, se desposee, se aliena.
ÍNDICE TEMÁTICO
Agresividad, 9
Alegría, 9
Amargura, 10
Amistad, 10
Amor, 11
Amor ideal, 13
Anarquismo extremoso,
13
Angeles, 13
Arte, 14
Arte y liberación, 14
Ascética, 14
Ateísmo, 15
Bienaventuranzas, 16
Blasfemia, 17
Buena voluntad, 17
Burguesía, 17
Capitalismo, 18
Carne y espíritu, 20
Castidad, 20
Celibato y matrimonio,
20
Comprensión, 21
108
Comprometimiento, 21
Compromiso temporal,
21
Comunicación y comunidad, 22
Concilio Vaticano II,
24
Conservadores, 24
Contestación y sociedad,
25
Corporatismo, 25
Creación del mundo, 26
Cristianismo y humanismo, 26
Cristo vivo, 26
Culto, 29
Demonios, 30
Desmitificación, 30
Destino y providencia,
31
Dialéctica, 31
Dinero, 31
109
Dios de la magia y de
la fe, 33
Dios y el mal, 33
Diversión, 34
Dogmas, 34
Dogmáticos, 34
Dolor, 34
Duda, 35
Eficacia, 35
Erotismo, 36
Esperanza, 36
Esperanza y esperación,
38
Eucaristía, 39
Evangelización, 39
Familia, 40
Fe, 41
Fe y política, 43
Felicidad, 44
Fracaso, 45
Frivolidad, 45
Gracia, 45
Héroes, 46
«Hippies», 46
Historia como revelación, 47
Huida de sí mismo, 49
Humorismo, 49
Idealismo, 50
Ideologías, 51
Iglesia, 51
Iglesia abandonada, 51
Iglesia invisible, 52
Iglesia primitiva, 52
Iglesias del silencio, 52
Iglesia una, santa y católica, 53
Iglesia y su propia misión, 55
Injusticia y desorden,
55
Integrismo, 55
Intelectuales, 58
Ironía, 59
Justicia y eficacia, 59
Juventud, 59
Legalismo, 60
Ley natural, 61
Libertad, 61
Libertad y necesidad,
61
Limitación, 62
Mal, 62
Maniqueísmo político,
63
Marxismo y hecho religioso, 63
Masificación, 65
Matrimonio, 65
Miedo, 66
Milagro, 66
Mito, 67
Mito y logos, 67
Moral, 68
Movimiento obrero, 69
Muerte, 69
Mujer, 70
Mundo de hoy, 71
Nacionalismo, 72
Natural-sobrenatural, 72
Naturaleza, 73
Obediencia, 73
Odio, 74
Oración, 74
Orden establecido, 76
Paciencia, 77
Palabras, 77
Pecado, 77
Pecado original, 78
Pereza, 79
Persona, 79
Pesimismo, 79
Pobres, 79
Pobreza, 81
Poder, 82
Poder y pueblo, 82
Poesía, 82
Política, 83
Pornografía, 84
Profetas, 85
Progresismo cristiano,
85
Prometeo, 86
Prudencia, 86
Pueblo, 86
Rebelión y revolución,
87
Redención, 87
Reflexión, 87
Religión y fe, 88
Resurrección, 89
Retribución, 89
Revolución, 89
Sabiduría, 93
Sacerdocio, 93
Sacerdotes, 94
Santos, 94
Secularización —sacralización, 94
Seguridad, 95
Sexo y liberación, 95
Silencio, 97
Simplismo, 97
Sinceridad, 98
Sistemas económico-sociales, 98
Socialismo y amor, 99
Sociedad de consumo,
99
Soledad, 99
Tecnocracia, 101
Teísmo-antiteísmo, 101
Teología de la muerte
de Dios, 101
Tercer mundo, 101
Tesis-hipótesis, 102
Tiempo de creación,
102
Totalitarismo, 102
Trabajo, 102
Trascendencia, 103
Universo salvado, 103
Utopías, 103
Verdad, 104
Verdad y sociedad, 104
Violencia, 104
Voluntad de poder, 107
Voluntad de posesión,
108
110
111
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